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Wednesday, August 24, 2016

Venezuela: Trabajo forzoso y esclavitud

Nicolás Maduro
Si hay algo innegable en el desastre socialista de Venezuela es su previsibilidad. El régimen bolivariano de Maduro está siguiendo a la perfección el manual del suicidio económico: Primero, hacer frente a una crisis económica con inflación, esto es, tratando de ocultar el empobrecimiento real que está sufriendo una sociedad imprimiendo nueva moneda y reinflando las rentas nominales de trabajadores y receptores de gasto público. Segundo, hacer frente a la inflación con controles de precios, esto es, tratando de ocultar que un aumento nominal de rentas seguido de un incremento sobreproporcional de los precios supone igualmente un empobrecimiento real de los ciudadanos. Tercero, hacer frente al desabastecimiento general de mercancías y a la descoordinación productiva derivada del control de precios mediante la planificación estatal, esto es, dando a entender que el completo desmoronamiento de la economía es consecuencia de ineficiencias del mercado, de empresarios saboteadores, de especuladores sin escrúpulos y de bloqueos internacionales.



Pero no, el colapso de la economía venezolana es esencialmente consecuencia de las pésimas políticas aplicadas durante más de quince años: primero, al reforzar su absoluta dependencia del petróleo, especialmente en la rúbrica de los ingresos de un Estado sobredimensionado; después, al querer contrarrestar los problemas vinculados al abaratamiento del petróleo con el desnortado dirigismo arriba descrito. Y es que, una vez implantado el control de precios en una economía, la coordinación descentralizada lograda por el mercado desaparece.
Imaginen que, por alguna razón, la oferta de pan se viene abajo dentro de una economía y que ello motiva un incremento de su precio desde un euro a tres euros. Ese aumento de precios sólo refleja que la oferta es insuficiente para hacer frente a toda la demanda y, en la medida en que se trate de un aumento más o menos duradero, también refleja que no es sencillo volver a incrementar esa oferta a corto plazo (si lo fuera, mucha gente aprovecharía los altos precios del pan para fabricarlo y venderlo en grandes cantidades). Si, en ese contexto, el gobierno decreta que el precio del pan debe seguir siendo de un euro y no de tres, ¿cuáles serán las consecuencias?
La primera y más inmediata es que no habrá pan suficiente para todos los que quieran pagar su precio: por consiguiente, habrá que racionarlo de alguna forma (vía cartillas de racionamiento, por ejemplo). La segunda, y más a medio plazo, es que dejará de ser rentable producir pan: si, tras las dificultades en la oferta, sólo es rentable vender pan a tres euros, prohibir que se venda a más de un euro sólo llevará a que deje de producirse por completo; es decir, la disponibilidad del pan se reducirá aún más de lo que ya lo estaba. En tal caso, sólo restarán dos posibilidades: o levantar el control de precios —para que vuelva a ser rentable fabricar pan— u organizar coactivamente a los factores productivos — esto es, ordenar policialmente a los empresarios y a los trabajadores que produzcan pan aunque no sea rentable.
Maduro, cómo no, ha optado tercamente, a saber, por mantener el control de precios y dirigir militarmente a empresarios y trabajadores. Así, el presidente venezolano Nicolás Maduro acaba de ordenar a todas las empresas del país que pongan a disposición del Estado a sus empleados para que éstos, obligatoriamente, trabajen en el campo y contribuyan a contrarrestar la crisis alimentaria que vive el país. Trabajos forzosos para el Estado con la excusa de una crisis alimentaria perpetrada por el propio Estado. Y es que, como hemos visto, no estamos ante una crisis alimentaria fruto de desventuras naturales: estamos ante un sabotaje alimentario provocado por la política antieconómica del gobierno bolivariano. En circunstancias normales, el aumento del precio de los alimentos señalizaría e incentivaría que trabajo y capital se trasladaran al agro: pero, como el control estatal de precios sobre los bienes de primera necesidad ha llevado a que deje de ser rentable producirlos o importarlos, sólo queda coaccionarlos para que en contra de su voluntad se concentren en la agricultura. Nada de cooperación voluntaria: sometimiento al mismo dirigismo estatal que ha aniquilado esa cooperación voluntaria.
En suma, Venezuela avanza aceleradamente hacia el socialismo de guerra: conforme Maduro y sus secuaces han ido destruyendo la coordinación económica voluntaria propia de los mercados, sólo queda que el Estado marque las prioridades productivas ordenando a cada persona a qué debe dedicarse. Esto es, sólo queda restablecer la esclavitud.

Venezuela: Trabajo forzoso y esclavitud

Nicolás Maduro
Si hay algo innegable en el desastre socialista de Venezuela es su previsibilidad. El régimen bolivariano de Maduro está siguiendo a la perfección el manual del suicidio económico: Primero, hacer frente a una crisis económica con inflación, esto es, tratando de ocultar el empobrecimiento real que está sufriendo una sociedad imprimiendo nueva moneda y reinflando las rentas nominales de trabajadores y receptores de gasto público. Segundo, hacer frente a la inflación con controles de precios, esto es, tratando de ocultar que un aumento nominal de rentas seguido de un incremento sobreproporcional de los precios supone igualmente un empobrecimiento real de los ciudadanos. Tercero, hacer frente al desabastecimiento general de mercancías y a la descoordinación productiva derivada del control de precios mediante la planificación estatal, esto es, dando a entender que el completo desmoronamiento de la economía es consecuencia de ineficiencias del mercado, de empresarios saboteadores, de especuladores sin escrúpulos y de bloqueos internacionales.


Thursday, August 18, 2016

El reclutamiento forzoso de mujeres es igualdad en la esclavitud


USA, New Jersey, Jersey City, Female army soldier saluting, American flag in background
La semana pasada el Comité de Servicios Armados de la Cámara aprobó una enmienda a la Ley de Autorización de Defensa Nacional que requerirá que las mujeres se inscriban en el Servicio Militar. Esto significa que si el Congreso aprueba un nuevo reclutamiento forzoso, las mujeres serán enviadas por la fuerza a la guerra.
La enmienda es una respuesta a la decisión del Pentágono de permitir que las mujeres sirvan en combate. Los partidarios del reclutamiento forzoso de mujeres señalan que la prohibición de que las mujeres combatiesen fue la razón por la que la Corte Suprema mantuviese un proyecto sólo para hombres. Por lo tanto, argumentan, es lógico obligar ahora a las mujeres a inscribirse en el Servicio Militar. Además, los partidarios de extender el reclutamiento forzoso señalan que no todos los reclutas son enviados al combate.



La mayoría de los que se oponían al reclutamiento forzoso de mujeres lo hicieron porque no estaban de acuerdo con que las mujeres fuesen elegibles para puestos de combate, no porque se opusieron al reclutamiento forzoso militar. Pocos, si es que existe alguno, en el Congreso cuestionan la moralidad, la constitucionalidad, y la necesidad de registro de servicio militar. Por lo tanto, este debate es sólo otro ejemplo de cuánto les importa realmente nuestra libertad a algunos de nuestros llamados “representantes”.
Algunos de los proponentes de un reclutamiento militar forzoso lo justifican como una “devolución” de la libertad que el gobierno proporciona a sus ciudadanos. Los que esgrimen este argumento abrazan la premisa colectivista de que, dado que nuestros derechos provienen del gobierno, el gobierno puede quitarnos esos derechos siempre que le convenga. Por lo tanto los partidarios del reclutamiento forzoso están dando la espalda a la Declaración de la Independencia.
Mientras que la oposición al proyecto se considera como una posición progresista o libertaria, ha habido muchos conservadores, como Ronald Reagan, Barry Goldwater, y Robert Taft, que se opusieron abiertamente al servicio militar obligatorio. Por desgracia, el militarismo que ha llevado a muchos conservadores por mal camino en política exterior también ha convertido a muchos de ellos en partidarios del registro del servicio militar obligatorio. Sin embargo, muchos de estos mismos conservadores se oponen fuertemente y correctamente al registro de armas obligatorio. En una sociedad libre, uno nunca debería tener que registrar a su hijo o a su pistola.
Por desgracia, algunos opositores del estado de guerra, entre ellos algunos libertarios, apoyan el reclutamiento forzoso sobre la base de que un reclutamiento forzoso podría causar una insurrección masiva en contra del estado de guerra. Los defensores de este punto de vista señalan el papel que el reclutamiento forzoso tuvo al impulsar la oposición a la guerra de Vietnam. Este argumento ignora el hecho de que fueron necesarios muchos años y la muerte de miles de reclutas estadounidenses para que el movimiento anti-Guerra de Vietnam Guerra tuviera éxito.
Una variante de este argumento es que el reclutamiento forzoso de mujeres causará una reacción violenta contra la guerra cuando los estadounidenses den marcha atrás ante la idea de obligar a sus madres a combatir. Pero,  acaso ¿alguien piensa que el gobierno reclutaría a madres con niños pequeños?
La reintroducción del reclutamiento forzoso no disminuirá la influencia del partido de la guerra, siempre y cuando la gente siga creyéndose la propaganda pro guerra con la que les ceba la camarilla de medios de comunicación que hace eco del complejo militar-industrial cámara de eco. Un cambio en la actitud de la gente hacia el estado de guerra y de sus órganos de propaganda es la única manera de retornar a una política exterior de paz y comercio con todos.
Incluso si el reclutamiento forzoso sirviese para limitar el estado de la guerra, los que apoyan la libertad individual deberían seguir oponiéndose a él. Los libertarios que apoyan la violación de los derechos individuales con el fin de lograr un objetivo político, incluso un objetivo tan noble como la paz, menoscaban sus argumentos en contra de la no agresión y desacreditan así tanto a nuestro movimiento, como, lo que es más importante, a nuestra filosofía.
Un reclutamiento forzoso militar es una de – si no la peor – violación de los derechos individuales que pueda cometer un gobierno moderno. El reclutamiento forzoso también puede facilitar el crecimiento del estado de guerra al reducir los costes del militarismo. Todos aquellos que valoran la paz, la prosperidad y la libertad deben colocar la oposición al reclutamiento forzoso en la parte superior de su orden del día.

El reclutamiento forzoso de mujeres es igualdad en la esclavitud


USA, New Jersey, Jersey City, Female army soldier saluting, American flag in background
La semana pasada el Comité de Servicios Armados de la Cámara aprobó una enmienda a la Ley de Autorización de Defensa Nacional que requerirá que las mujeres se inscriban en el Servicio Militar. Esto significa que si el Congreso aprueba un nuevo reclutamiento forzoso, las mujeres serán enviadas por la fuerza a la guerra.
La enmienda es una respuesta a la decisión del Pentágono de permitir que las mujeres sirvan en combate. Los partidarios del reclutamiento forzoso de mujeres señalan que la prohibición de que las mujeres combatiesen fue la razón por la que la Corte Suprema mantuviese un proyecto sólo para hombres. Por lo tanto, argumentan, es lógico obligar ahora a las mujeres a inscribirse en el Servicio Militar. Además, los partidarios de extender el reclutamiento forzoso señalan que no todos los reclutas son enviados al combate.


Sunday, July 24, 2016

La deuda es esclavitud

La deuda es esclavitud

(OroyFinanzas.com) – A pesar de que me gustaría poder terminar esta serie sobre el monetarismo con una magnifica conclusión  que aportase una solución sólida al problema monetario, no puedo. Soy incapaz porque mis conocimientos son muy limitados.
Además es muy posible que aún teniendo  amplios conocimientos  sobre el tema, no podría aportar una solución realizable.  ¿Quiere esto decir que renuncio a cambiar de sistema y que deseo que mis reflexiones queden como unos escritos puramente anecdóticos? Sin lugar a dudas no.
El monetarismo ha hundido los criterios lógicos de decisión económica. Desde que hace unos 200 años se empezó a implantar, ha sufrido un largo proceso transformador, basado en otorgar una serie de privilegios que han reemplazado la fuerza de las interacciones del mercado por dictámenes arbitrarios.



Desde entonces hemos sufrido una y otra vez un crecimiento basado en burbujas expansivas de crédito. Todas y cada una de las crisis pasadas han sido causadas por este crecimiento artificial y a la vez predichas por economistas austriacos.
Hay gente que me pregunta que si de no haber existido la “expansión” del crédito, se hubiera podido producir un crecimiento tan exageradamente grande como el que hemos experimentado. La respuesta es sin duda sí. Aparte de que podríamos haber crecido igual con un ahorro mayor, premisa que se hubiera producido si la gente no hubiera tenido ese acceso al crédito.

En ese caso no tendríamos sobre nosotros el martillo de la deuda que nos aplasta cada día. Toda la deuda actual, esa deuda impagable (tanto privada como pública) se la debemos al monetarismo.
Es este sistema el que ha hecho que el precio de la vivienda se dispare sin encontrarnos en un aumento del valor. Las burbujas que acaban con gente hipotecada a 40 años vista, son hijas del monetarismo. Como se demostró cuando reventó la burbuja inmobiliaria y los chalets adosados pagados ​a precio de oro derrepente pasaron a no valer realmente todo ese dinero.El mercado rebaja la valía de los activos inmobiliarios y éstos siguen ahí, sin que nadie los compre.
Todo esto se permite, porque la única manera que tienen los gobiernos de endeudarse y mantener las promesas de bienestar hechas por los políticos es utilizando los bancos y hacer que estos los financien a cambio de privilegios.
¿Porque no probamos un retorno al patrón bimetálico?
La herencia que nos deja el monetarismo es nefasta y aún así parece que no tengamos suficiente. La pregunta que me planteo siempre es la siguiente: “¿Y por qué no? Tras comprobar que el monetarismo no funciona, ¿porque no probamos un retorno al patrón bimetálico?”
El panorama cambiaría drásticamente, pero el resultado final posiblemente sería mejor que el actual. El choque funcional sería extremo, el cambio de sistema monetario debería ser algo progresivo y lento.
Pero, ¿y las ventajas que recuperaríamos? En primer lugar los políticos perderían el poder para malgastar nuestro dinero en cosas superfluas o gastos exagerados. El mercado de capitales no estaría en manos de los bancos sino que con unos altos coeficientes de reserva (prácticamente del 100%) todos los participantes tendrían lugar para dar su opinión.
El tipo de interés sería el real, lo marcaría el mercado y el rendimiento real de las inversiones no dependería del precio del dinero fijado por los bancos centrales. Finalmente se dispararía el ahorro y las inversiones que serían realizadas con más cuidado conducirían a un crecimiento más relajado pero continuo.
Sufriríamos crisis, claro que sí, pero serían mucho más leves y dependerían directamente de la evolución de la demanda, y afortunadamente ésta no estaría inflada por una burbuja crediticia.
La conclusión de esta serie es tremendamente sencilla. El monetarismo ha llegado demasiado lejos. Ha permitido unos niveles de endeudamiento mortales y seguimos en el mismo lugar que antes de la crisis. Es como si fuéramos un caballo de tiro que sólo puede mirar adelante y no nos pudiéramos dar cuenta de los caminos alternativos que nos rodean. Podríamos poner un poco de cordura en todo esto y encontrar una solución que no lo desmonte todo periódicamente.
Gabriel Colominas Bigorra, Presidente del Club Bismarck
“Replanteando la base monetaria”
1º Capítulo El oro, la plata y el origen del dinero
2º Capítulo La confianza da asco, el monopolio del dinero y la reserva fraccionaria
3º Capítulo ¿Cree Usted que el oro es dinero? Ron Paul y sus propuestas de dinero honesto
4º Capítulo La teoría austriaca del ciclo económico
5º Capitulo La culpabilidad de la banca

La deuda es esclavitud

La deuda es esclavitud

  
(OroyFinanzas.com) – A pesar de que me gustaría poder terminar esta serie sobre el monetarismo con una magnifica conclusión  que aportase una solución sólida al problema monetario, no puedo. Soy incapaz porque mis conocimientos son muy limitados.
Además es muy posible que aún teniendo  amplios conocimientos  sobre el tema, no podría aportar una solución realizable.  ¿Quiere esto decir que renuncio a cambiar de sistema y que deseo que mis reflexiones queden como unos escritos puramente anecdóticos? Sin lugar a dudas no.
El monetarismo ha hundido los criterios lógicos de decisión económica. Desde que hace unos 200 años se empezó a implantar, ha sufrido un largo proceso transformador, basado en otorgar una serie de privilegios que han reemplazado la fuerza de las interacciones del mercado por dictámenes arbitrarios.


Saturday, July 9, 2016

Una alternativa liberal al Brexit


El Brexit ha supuesto un tsunami institucional con multitud de ideas solapadas y  contradictorias. Ni todos los partidarios de sacar al Reino Unido de la Unión Europea son xenófobos (aunque sí los hay) ni apoyar a la UE equivale abrazar la bandera de la libertad de movimientos de personas (los sirios hacinados en los campos turcos tendrían algo que decir al respecto), ni la integración entre sociedades pasa inexorablemente por la unificación política.
La unión política no es ni condición necesaria ni suficiente para que las sociedades puedan relacionarse por la vía de entretejer más y más lazos entre ellas
¿La Unión Europea es la unión de los europeos?
Una de las ideas que favorece que gran parte de la población se declare fervientemente europeísta quizá sea la de equiparar “sociedad” con “política” o “estado”, cuando en realidad la unión política no es ni condición necesaria ni suficiente para que las sociedades, a través de los individuos o grupos que la integran, puedan relacionarse por la vía de entretejer más y más lazos entre ellos. Esta idea también sirve de base para propugnar un poder político cada vez mayor: si el Estado, los políticos y burócratas, somos nosotros (el pueblo), ¿qué problema hay con su tamaño? ¿Por qué no una UE con un gobierno fuerte? ¿Qué riesgo puede haber en su deriva cada vez más intervencionista? La fusión de Estado y sociedad nos impide entender la peligrosa relación que hay entre la extensión del Poder y la preservación de la libertad del individuo (sociedad).



Desde este estrecho ángulo, no cabría otra explicación al Brexit que la de estar basada en ideas retrógradas. Por eso, ideas positivas como el incremento de las relaciones sociales, de la cooperación económica, cultural, o incluso de la unión entre europeos, solo se conciben bajo la influencia del lenguaje político.
Sin embargo, la unificación política puede suponer un peligro para la integración de las sociedades a través de una tendencia hacia la cartelización de las políticas públicas y, por tanto, a través de la falta de competencia entre Estados, lo que agranda su intervencionismo y los vuelve más poderosos sobre el individuo (la sociedad). Al respecto, uno de los ámbitos donde este peligro se percibe de un modo más claro acaso sea el de la fiscalidad. No es sólo que la UE conlleve una tendencia hacia la uniformización de las legislaciones fiscales, a la armonización al alza de los impuestos (que perjudica los intercambios y relaciones sociales entre europeos), sino que también le permite ejerce un mayor poder de negociación como bloque (también denominada 'posición común') en los foros fiscales internacionales para promover mayores impuestos (mayor diversidad de voces e intereses podría dar pie a mayor competencia fiscal dentro de estos foros que terminan por delinear los sistemas fiscales que padecemos). Y no es sólo el diseño de los impuestos, sino su aplicación: es mucho más fácil aplicar medidas perjudiciales desde un órgano de poder alejado de los afectados que cuando éstos se hallan más cerca del ciudadano.
La deriva hacia la centralización política no debería ser la única oferta institucional para los ciudadanos
¿Por qué es necesario una unión política y la creación de un gobierno federal de los Estados Unidos de Europa para preservar los aspectos positivos que pueda haber en la legislación comunitaria? Afirmar esto es tanto como decir que no cabe la cooperación administrativa sin unión política, cuando en realidad la cooperación entre administraciones admite mucha mayor evolución, e incluso innovación. En primer lugar, los tratado bilaterales o multilaterales puede introducir coordinación entre administraciones. Y en segundo lugar, no sólo podría haber coordinación sino competencia entre ellas, una idea proscrita en el espíritu centralizador de la UE.
Una única oferta de diseño institucional (UE) es un problema
La deriva hacia la centralización política no debería ser la única oferta institucional para los ciudadanos, y quizá, en parte por ello, haya este tipo de sentimientos anti-UE en distintos países (la crisis ha puesto en evidencia numerosos problemas). Por tanto, movimientos como el Brexit —que tanta incertidumbre introducen— deberían evitarse dando cabida a otro tipo de diseño institucional, como las administraciones basadas en las funciones y no en los territorios. Son las denominadas  jurisdicciones concurrentes, un tipo de administraciones que cubren determinados servicios públicos específicos, que no emanan de un único gobierno en el territorio donde se aplican y que además poseen poder tributario propio para financiarse.
¿Estas administraciones son tan irreales como parecen? No. Pongamos un ejemplo, aunque imperfecto, de la idea de administraciones que compiten entre ellas y que no se basan en el territorio o la nación y sí en la función: la educación. En el sistema español, centralizado en las comunidades autónomas, cabe la posibilidad de que los centros educativos se rijan por las normas españolas, o bien por las de otros estados, deviniendo entonces centros extranjeros que pueden homologarse (legalizarse) como centro educativo en España. Aunque en última instancia la legalización del centro la regula y depende del Estado español (comunidades autónomas), las normas por las que se rija el centro pueden ser las del estado británico, estadounidense, alemán, francés, italiano, etc.: esto es, aquellos estados con los que el Reino de España tenga firmado un convenio educativo internacional. El promotor o propietario de centros educativos tiene, hasta cierto punto, la posibilidad de elegir qué marco legal le conviene más —en función de su visión pedagógica o empresarial— entre una (limitada) variedad de administraciones que concurren y compiten entre sí. Son administraciones que como decimos, no se basan totalmente en el territorio sino en el servicio en sí, y que se autofinancian total o parcialmente autónomamente.
Introducir competencia o cierta empresarialidad política obligaría a que los gobernantes se esforzaran más en adecuar sus actividades a los gobernados
¿Por qué no ampliar esto a muchas más áreas y servicios públicos? ¿Siempre tenemos que concentrar todo el poder político y burocrático basándonos o en el terruño o en el Proyecto Europeo? ¿Por qué no trascender debates anquilosados en los dos últimos siglos e introducir cierta innovación en las administraciones públicas? La respuesta es obvia: introducir competencia o cierta empresarialidad política (valga el oxímoron) obligaría a que los gobernantes se esforzaran más en adecuar sus actividades a los gobernados, con serio riesgo de ir perdiendo poco a poco el poder que hoy detentan.
Conclusión
Para mantener las libertades que la UE ha traído no es necesario la creación de un gobierno federal y una política común. La integración de los europeos no debería someterse a un chantaje por parte de los eurócratas, sino, simplemente, permitirse y facilitarse, dando entrada a administraciones más acordes con los nuevos tiempos. Esperemos que los políticos que han de lidiar con este toro no introduzcan más incertidumbre de la que ya han creado.

Una alternativa liberal al Brexit


El Brexit ha supuesto un tsunami institucional con multitud de ideas solapadas y  contradictorias. Ni todos los partidarios de sacar al Reino Unido de la Unión Europea son xenófobos (aunque sí los hay) ni apoyar a la UE equivale abrazar la bandera de la libertad de movimientos de personas (los sirios hacinados en los campos turcos tendrían algo que decir al respecto), ni la integración entre sociedades pasa inexorablemente por la unificación política.
La unión política no es ni condición necesaria ni suficiente para que las sociedades puedan relacionarse por la vía de entretejer más y más lazos entre ellas
¿La Unión Europea es la unión de los europeos?
Una de las ideas que favorece que gran parte de la población se declare fervientemente europeísta quizá sea la de equiparar “sociedad” con “política” o “estado”, cuando en realidad la unión política no es ni condición necesaria ni suficiente para que las sociedades, a través de los individuos o grupos que la integran, puedan relacionarse por la vía de entretejer más y más lazos entre ellos. Esta idea también sirve de base para propugnar un poder político cada vez mayor: si el Estado, los políticos y burócratas, somos nosotros (el pueblo), ¿qué problema hay con su tamaño? ¿Por qué no una UE con un gobierno fuerte? ¿Qué riesgo puede haber en su deriva cada vez más intervencionista? La fusión de Estado y sociedad nos impide entender la peligrosa relación que hay entre la extensión del Poder y la preservación de la libertad del individuo (sociedad).


Thursday, June 23, 2016

El fracaso del presidencialismo

Leo Zuckermann
 
Leo Zuckermann es analista político y académico mexicano. Posee una licenciatura en administración pública en El Colegio de México y una maestría en políticas públicas en la Universidad de Oxford (Inglaterra). Asimismo, cuenta con dos maestrías de la Universidad de Columbia, Nueva York, donde es candidato a doctor en ciencia política. Trabajó para la presidencia de la República en México y en la empresa consultora McKinsey and Company. Fue secretario general del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), donde actualmente es profesor afiliado de la División de Estudios Políticos. Su columna, Juegos de Poder, se publica de lunes a viernes en Excélsior, así como en distintos periódicos de varios estados de México. En radio, es conductor del programa Imagen Electoral que se trasmite en Grupo Imagen. En 2003, recibió el Premio Nacional de Periodismo.
Ya pasaron muchos años desde que el politólogo español Juan Linz argumentó que los regímenes parlamentarios eran superiores a los presidenciales. Cuánta razón tenía. Lo estamos viendo en muchos lados.
En Brasil, un Congreso donde están representados más de una veintena de partidos, con una mayoría de legisladores comprobadamente corruptos, ha apartado de su cargo a la Presidenta. No se trata, como dicen los afectados, de un golpe de Estado porque el juicio de destitución se ha realizado conforme a las reglas establecidas en la Constitución.



No obstante, la razón por la que han retirado del cargo –temporalmente aunque todo indica que será de manera permanente– a Dilma Rousseff suena más a una maniobra política que a la comisión de un delito que merezca quitarle el puesto que se ganó en las urnas. Al quite ha entrado el vicepresidente, uno de los principales artífices para remover a su jefa. Más pronto que tarde, Michel Temer tendrá que tomarse una sopa de su propio chocolate al enfrentar a un Congreso hambriento y dividido. En una de ésas, el nuevo presidente termina igual que Dilma.
Ya pasaron muchos años desde que el politólogo español Juan Linz argumentó que los regímenes parlamentarios eran superiores a los presidenciales. Cuánta razón tenía. Lo estamos viendo en muchos lados...
En Venezuela, el electorado votó mayoritariamente por un Congreso opositor al Presidente. Comenzó, así, una lucha entre los dos poderes. Los opositores están tratando de revocar el mandato de Maduro juntando firmas para realizar una consulta popular al respecto. El presidente, por su parte, ha declarado un estado de emergencia que le otorga más poderes y abiertamente habla de destituir al Congreso. Mientras todo esto ocurre, la economía está al borde del colapso. No hay gobierno en Venezuela. Tampoco medicinas, electricidad, cerveza ni papel de baño.
Cuando Linz escribió su ensayo acerca de la inferioridad del presidencialismo frente al parlamentarismo, dijo que la excepción era Estados Unidos, régimen que, por muchas razones, había funcionado históricamente incluso con gobiernos divididos. Pero estos últimos lustros hemos visto una polarización que ha desincentivado los acuerdos entre la Casa Blanca y el Capitolio. Hoy la parálisis es lo que caracteriza al Washington de Obama. Lograr que el Senado ratifique a un embajador se ha convertido en un dolor de muelas para el presidente.
Extrañamente, después de varios años de parálisis gubernamental, de bloqueos entre el Presidente y el Congreso, el régimen mexicano, gracias al Pacto por México, se desatoró. Los dos primeros años del presidente Peña fueron ejemplo de que sí es posible sacar reformas estructurales trascendentales. El sueño, sin embargo, duró poco. Cada vez más existen bloqueos entre los dos poderes con todo y que el PRI tiene mayoría en una de las cámaras. En el sexenio que viene las cosas se pondrán peor si el candidato que gane la Presidencia lo hace con menos del 30% del voto y su partido no tiene mayoría en ambas cámaras.
En fin, que los presidencialismos nos han dado prueba tras prueba de disfuncionalidad. ¿Son mejores, entonces, los parlamentarismos, tal y como argumentaba Linz?
Depende. Los regímenes donde el Parlamento se forma por representación proporcional suelen ser más inestables. Italia es el caso histórico. En Israel, las coaliciones de gobierno son muy frágiles. Netanyahu ha sobrevivido mucho tiempo como primer ministro gracias a que les reparte mucho dinero a los partidos chicos que lo apoyan y el fracaso de la izquierda para enfrentarlo. Pero los gobiernos de Netanyahu no han logrado resolver el principal problema de ese país: la paz con los palestinos.
Estos casos contrastan con el parlamentarismo alemán que sí ha producido gobiernos estables y eficaces. Aquí estamos hablando de un sistema mixto de integración del Parlamento entre representación proporcional y distritos de mayoría. Pero el mejor parlamentarismo, o por lo menos el que más me gusta a mí, es el británico. Ahí todo el Parlamento se elige por distritos de mayoría. Ciertamente hay una sobrerrepresentación enorme para el partido ganador, pero cuenta con los votos legislativos para sacar adelante su agenda legislativa. Si ésta es buena, el electorado los premia reeligiéndolos. Si, en cambio, el gobierno resulta ser un desastre, los votantes le dan una patada en el trasero dándole la oportunidad a la oposición de gobernar con amplios márgenes de acción.

El fracaso del presidencialismo

Leo Zuckermann
 
Leo Zuckermann es analista político y académico mexicano. Posee una licenciatura en administración pública en El Colegio de México y una maestría en políticas públicas en la Universidad de Oxford (Inglaterra). Asimismo, cuenta con dos maestrías de la Universidad de Columbia, Nueva York, donde es candidato a doctor en ciencia política. Trabajó para la presidencia de la República en México y en la empresa consultora McKinsey and Company. Fue secretario general del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), donde actualmente es profesor afiliado de la División de Estudios Políticos. Su columna, Juegos de Poder, se publica de lunes a viernes en Excélsior, así como en distintos periódicos de varios estados de México. En radio, es conductor del programa Imagen Electoral que se trasmite en Grupo Imagen. En 2003, recibió el Premio Nacional de Periodismo.
Ya pasaron muchos años desde que el politólogo español Juan Linz argumentó que los regímenes parlamentarios eran superiores a los presidenciales. Cuánta razón tenía. Lo estamos viendo en muchos lados.
En Brasil, un Congreso donde están representados más de una veintena de partidos, con una mayoría de legisladores comprobadamente corruptos, ha apartado de su cargo a la Presidenta. No se trata, como dicen los afectados, de un golpe de Estado porque el juicio de destitución se ha realizado conforme a las reglas establecidas en la Constitución.


Friday, June 17, 2016

Las mentiras abiertas de América Latina

Eduardo Goligorsky

Ha fallecido Eduardo Galeano, cuyo ensayo Las venas abiertas de América Latina (Siglo XXI, 1971) fue el libro de cabecera de miles de jóvenes que empuñaron las armas y murieron con la convicción de estar luchando por un mundo mejor, libre de injusticias, cuando en realidad eran los títeres de un tenebroso proyecto totalitario. Galeano sobrevivió a sus prosélitos y siguió empeñado en aumentar, con nuevas cruzadas antisistema, el largo recuento de cadáveres. Ya me ocupé del tema en "Coquetearon con el enemigo" (LD, 6/12/2011).
Intelectuales necrófilos
Con el crudo cinismo característico de los intelectuales necrófilos que se jactan de haber sembrado con sus mentiras las semillas del odio para que otros vayan a matar y morir en nombre de la revolución, confesó, durante un salón literario en Brasilia (El País, 5/5/2014):



No volvería a leer Las venas abiertas de América Latina, porque si lo hiciera me caería desmayado. No tenía los suficientes conocimientos de economía ni de política cuando lo escribí. (…) Para mí esa prosa de la izquierda tradicional es aburridísima. Mi físico no la aguantaría. Sería ingresado en el hospital. (…) No me arrepiento de haberlo escrito, pero es una etapa que, para mí, está superada.
Quienes no superaron la etapa fueron sus lectores muertos, de los que el instigador se desentendía y, para colmo, tanto el libro como su autor han perdurado como guías de dictadores tercermundistas y de militantes alucinados.
En el capítulo final de este libro de Galeano aparece, precisamente, la convocatoria que movilizó a sus compatriotas tupamaros y a otros protagonistas de la subversión continental, que el autor jaleó desde su segura residencia en España:
La causa nacional latinoamericana es, ante todo, una causa social. Para que América Latina pueda nacer de nuevo, habrá que empezar por derribar a sus dueños, país por país. Se abren tiempos de rebelión y de cambio.
Dato significativo: el libro se abre con una embestida contra los planes de los países desarrollados para divulgar, entre las familias pobres de los subdesarrollados, los métodos de control de la natalidad que son de uso corriente en la clase social a la que pertenecen los Galeano y muchos otros progres habituados a experimentar en cuerpo ajeno. Para ellos, la explosión demográfica, con sus secuelas de miseria y hambre, es el medio apropiado para renovar sus contingentes de carne de cañón a medida que la represión aniquila a los veteranos. Los mecanismos mentales tortuosos de Galeano quedan al descubierto cuando escribe:
Los dispositivos intrauterinos compiten con las bombas y la metralla, en el sudeste asiático, en el esfuerzo por detener el crecimiento de la población de Vietnam. En América Latina resulta más higiénico y eficaz matar a los guerrilleros en los úteros que en las sierras o en las calles.
Su admirado psicópata
Galeano estaba obviamente obsesionado por la exhortación que formuló el Che Guevara en el que sería su testamento político, el "Mensaje a los pueblos del mundo a través de la Tricontinental":
¡Crear dos, tres, muchos Vietnam más! ¡Esa es la consigna!
Para exhibir, a continuación, las heces de su pensamiento sádico:
El odio como factor de lucha, el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de los límites naturales del ser humano y lo convierte en una eficaz, violenta, selectiva y fría máquina de matar.
Galeano publicó en El País (8/10/1987) un extenso artículo hagiográfico sobre su admirado psicópata, en el que cita la opinión de la madre de este, Celia de la Serna:
Celia, que tanto se le parecía, le tomaba el pelo por intolerante y fanático. Ella me dijo que él actuaba movido por una tremenda necesidad de totalidad y pureza. Así se convirtió en el más puritano de los dirigentes revolucionarios occidentales. En Cuba era el jacobino de la revolución. "Cuidado que viene el Che", advertían los cubanos, bromeando pero en serio. Todo o nada, agotadoras batallas ha de haber librado este refinado intelectual contra su propia conciencia, tentada por la duda; con rigor de monje o de guerrero iba conquistando certidumbres de hierro.
Adulación servil
A la veneración por la figura savonarolesca de aquella eficaz, violenta, selectiva y fría máquina de matar, la acompañaba la adulación servil de la dictadura castrista (El País, 20/2/1983):
Yo estuve en Cuba como periodista y escritor; fui jurado del premio Casa de las Américas. Tuve la suerte de ver la revolución en diferentes etapas. El largo viaje de la euforia a la responsabilidad. No comparto en absoluto la actitud de quienes se sienten ahora estafados por la revolución, la cual ha dejado de ser una aventura romántica para convertirse en una cotidiana aventura de desafío a la realidad. (…) Para mí la revolución cubana sigue siendo lo que era: un proceso de cambio, de transformación permanente. La revolución es siempre diferente a sí misma. En el curso de muy pocos años pienso que ha mostrado que la lucha contra la humillación y la pobreza es posible, y que aun en las condiciones más adversas es posible también el milagro de echarse a andar con las propias piernas.
Y tras los fusilamientos del general Arnaldo Ochoa Sánchez, condecorado como Héroe de la Revolución, del coronel Tony de la Guardia y de otros dos oficiales tras una parodia de los juicios estalinistas de Moscú, sentenció Galeano:
Y por lamentables que hayan sido los fusilamientos en Cuba, al fin y al cabo, ¿deja por ello de ser admirable la porfiada valentía de esta isla minúscula, condenada a la soledad, en un mundo donde el servilismo es alta virtud o prueba de talento? ¿Un mundo donde quien no se vende se alquila?
Felizmente insertado en el clan de revolucionarios privilegiados, que disfrutan de cátedras y de imperios multimedia desde donde pueden divulgar sus sofismas, con la recompensa extra de algún premio de postín, Eduardo Germán María Hughes Galeano (su nombre completo) fue un típico representante de la casta que despotrica contra la sociedad abierta al grito de "¡Armémonos y vayan a luchar!".
Cuando los bárbaros están en las puertas de nuestra civilización, no es la hora de escribir necrológicas amables sobre quienes les han allanado el camino.

Las mentiras abiertas de América Latina

Eduardo Goligorsky

Ha fallecido Eduardo Galeano, cuyo ensayo Las venas abiertas de América Latina (Siglo XXI, 1971) fue el libro de cabecera de miles de jóvenes que empuñaron las armas y murieron con la convicción de estar luchando por un mundo mejor, libre de injusticias, cuando en realidad eran los títeres de un tenebroso proyecto totalitario. Galeano sobrevivió a sus prosélitos y siguió empeñado en aumentar, con nuevas cruzadas antisistema, el largo recuento de cadáveres. Ya me ocupé del tema en "Coquetearon con el enemigo" (LD, 6/12/2011).
Intelectuales necrófilos
Con el crudo cinismo característico de los intelectuales necrófilos que se jactan de haber sembrado con sus mentiras las semillas del odio para que otros vayan a matar y morir en nombre de la revolución, confesó, durante un salón literario en Brasilia (El País, 5/5/2014):


Wednesday, June 15, 2016

El último rey de Escocia

El último rey de Escocia

El_ltimo_rey_de_escocia
Por Aníbal Romero
"El último rey de Escocia" es una película excelente. Además de las notables actuaciones de sus protagonistas, el filme narra su historia con objetividad, sin caer en las trampas de la "corrección política" predominante en Hollywood. Tal vez exagera en su caricatura de los diplomáticos británicos, pintándoles como Maquiavelos embriagados, pero se trata de una falta menor de lo que en su conjunto constituye un logro cinematográfico fuera de lo común.
La semblanza sobre Idi Amin es cautivadora y repulsiva. Lo primero por los rasgos siniestramente cómicos del personaje, lo segundo por su extrema crueldad. Al observarle se cae en cuenta de que todos los déspotas se parecen. Son una mezcla de bufón y verdugo cuya impredecible química siempre sorprende.


Resulta también evidente que el atractivo del poder personal tiene que ver con la adulación de los otros y la sensación de infalibilidad propia. Mientras contemplaba las peripecias del tirano fue inevitable recordar a Lord Acton: "El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente". No estamos hablando de la simple corrupción administrativa sino de otra más profunda: de la corrupción del alma envenenada por el mando. La tragedia de Idi Amin es la de todos los dictadores, y su lección consiste en entender que el rechazo al ansia de poder es uno de los logros más importantes del ser humano.
Sin desmerecer la extraordinaria actuación del protagonista principal, pienso que el actor que encarna al médico escocés, cándido e idealista, que viaja a Uganda lleno de ilusiones y casi pierde la vida en medio de un drama sangriento, es de igual categoría e igualmente digna de elogio. Este fenómeno de jóvenes europeos y norteamericanos que sucumben al espejismo de las "revoluciones" tercermundistas, y abandonan sus países en busca de la redención romántica proporcionada por mitos escabrosos como el del Ché Guevara u otros semejantes, se repite sin cesar y conduce a inmensas decepciones. Cabe recordar a los tristemente famosos "sandalistas" que aterrizaban en la Nicaragua sandinista de los años ochenta, o a los pobres ingenuos que ahora vienen a Venezuela persuadidos de que la revolución bolivariana conduce a un mundo mejor.
Una escena de la película presenta el diálogo entre Amin y el joven escocés, luego de que este último se percata del horror del régimen y su hasta entonces admirado caudillo. Amin le explica: "Esto es África. No puedes esperar otra cosa". Uno se pregunta: ¿Están esas naciones condenadas al fracaso y el terror? Francamente no lo creo. Basta constatar lo que ocurre actualmente en China e India para convencerse que los pueblos pueden cambiar, si dirigentes responsables asumen las ideas y políticas correctas, abriendo espacios a la libertad.

El último rey de Escocia

El último rey de Escocia

El_ltimo_rey_de_escocia
Por Aníbal Romero
"El último rey de Escocia" es una película excelente. Además de las notables actuaciones de sus protagonistas, el filme narra su historia con objetividad, sin caer en las trampas de la "corrección política" predominante en Hollywood. Tal vez exagera en su caricatura de los diplomáticos británicos, pintándoles como Maquiavelos embriagados, pero se trata de una falta menor de lo que en su conjunto constituye un logro cinematográfico fuera de lo común.
La semblanza sobre Idi Amin es cautivadora y repulsiva. Lo primero por los rasgos siniestramente cómicos del personaje, lo segundo por su extrema crueldad. Al observarle se cae en cuenta de que todos los déspotas se parecen. Son una mezcla de bufón y verdugo cuya impredecible química siempre sorprende.

¿Qué Defender Sobre el Marxismo Moderno?


Por qué el Socialismo del Siglo XXI Es un Modelo Fracasado

En días pasados, el gobierno de Nicolás Maduro anunció su retiro de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Además, para justificar el corte de energía del miércoles pasado, que afectó a casi toda Venezuela, denunció un nuevo supuesto sabotaje, ahora adelantado por la oposición.
Los anteriores son más ejemplos de los peligros del Socialismo del Siglo XXI y de su incapacidad para promover el desarrollo que tanto promete. Sin embargo, aún persisten defensores  de este modelo. ¿Qué defienden?



En general, los defensores no hablan del crecimiento económico. No lo hacen porque no pueden. Según datos del Banco Mundial, el promedio del crecimiento de los países agrupados bajo la denominación de Socialismo del Siglo XXI (exceptuando Argentina y Cuba que no reportan datos para todos los años) es cercano al 3,82 por ciento. Otros países, no muy abiertos aunque tampoco socialistas, como Brasil y Costa Rica, han crecido cerca del 4,27 por ciento. Los países tendientes a la liberalización (México, Perú, Colombia, y Chile) crecieron alrededor del 4,09 por ciento.
De todos los socialistas, solo Ecuador tiene un promedio de crecimiento superior al 4 por ciento. En el grupo de los más “abiertos,” solo México posee un porcentaje inferior al mismo.
Como dije en líneas anteriores, no pueden defender el modelo por el crecimiento que generan. Tampoco pueden hacerlo por el control de la inflación, ni por el estímulo de una estructura productiva competitiva y diversificada, ni por el respeto a los derechos de propiedad privada o a la generación de riqueza, ni por la inexistencia de escasez de bienes básicos.
Además, no pueden hacerlo por la protección a la libertad de expresión o por la profundización de la democracia ni de la autonomía de los poderes públicos. Tampoco por la transparencia en la publicación de estadísticas que, como las de medición de pobreza, se han manipulado constantemente.
¿Qué defienden, entonces? Cuando se critica al Socialismo del Siglo XXI, sus seguidores reaccionan mencionando lo que, para ellos, son logros sociales. Claro está, en estos logros no se incluye la garantía de los derechos individuales.
Tampoco la preservación de una sociedad civil, independiente del poder. Mucho menos se habla del fomento del corporativismo, del incremento de problemas de seguridad o de la imposición de simbología y de acciones militaristas a los civiles.
Esos supuestos logros sociales no incluyen, tampoco, mejoras en la calidad de vida, en la protección del medio ambiente, o en la dignidad humana, como ha demostrado el rechazo que sienten la mayoría de estos líderes por minorías, como la homosexual.
Pero, ¿qué respaldan? A pesar de todo el desastre social, político y económico de estos regímenes, los defensores consideran que estos son modelos dignos de imitación porque garantizan educación y salud para sus ciudadanos.
No hablan de calidad. ¿Cuál ha sido la mejora de los estudiantes de cualquiera de estos países en exámenes internacionales como PISA? ¿Cuál es la innovación resultante de la educación en estos países? ¿Cuáles son los resultados (premios Nobel, número de revistas científicas, ingenieros per cápita, conocimientos en matemática, etc.) de estos sistemas educativos? Para todas estas preguntas, la respuesta es la misma: ninguna mejoría, ni innovación, ni resultados.
Frente a los servicios de salud, los defensores no incluyen en sus análisis los serios problemas de disponibilidad de medicamentos, los pésimos salarios de los médicos, o el hecho que, por ejemplo, cuando Fidel Castro tuvo problemas de salud, prefirió hacerse su tratamiento en España, mientras que cuando los tuvo Hugo Chávez, se lo hizo en Cuba . . . con el resultado que ya se conoce.
Pero bueno, los logros en salud o en educación, tal vez no se deban medir en términos de calidad, sino que están en otras dimensiones. Una de ellas puede ser la capturada por el Índice de Desarrollo Humano, que produce el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
Revisando los datos de cada país, varios resultados deben mencionarse. Primero, todos los países, incluidos los del Socialismo del Siglo XXI, los más liberales de la región y otros un poco más cerrados han avanzado en este índice.
Segundo, el crecimiento de los países socialistas es un poco más alto que el de los demás países, pero sin ser espectacular. Tercero, además presentan en promedio, peores resultados que los países de las otras dos categorías en tasas de mortalidad antes de los cinco años por cada 1.000 niños, esperanza de vida e índice de salud. El mejor promedio en estos indicadores lo tienen los países más abiertos.
A los países socialistas les va mejor en expectativa de años de escolaridad para los niños y en promedio de años de escolaridad en adultos. La tasa de alfabetismo para adultos es similar en todas las categorías.
Puede que en grupo no les vaya bien, pero que exista algún caso que “saque la cara” por los demás. Este podría ser el de Cuba, el país que más tiempo ha demostrado las supuestas bondades del modelo socialista.
Sin embargo, los datos señalan lo contrario. El crecimiento del IDH cubano hasta hoy, desde 1980 y 1990, es inferior al presentado por Colombia, México, Chile o Perú. La tasa de mortalidad y la expectativa de vida de Cuba son similares a las de Chile.
En lo que Cuba supera a todos los demás países, incluidos los demás socialistas, es en los indicadores de educación.  Ahora bien, por fuera de la región, los “logros” de la educación cubana quedan en entredicho cuando se observan los de países con más altos índices de desarrollo humano, incluidos Estados Unidos, Canadá, Dinamarca o Noruega, que han garantizado educación a un mayor número de sus ciudadanos, junto con alta calidad y que, en el proceso, no han tenido que renunciar al capitalismo o a la libertad, sino todo lo contrario.
A partir de lo anterior, ¿qué se puede defender de estos regímenes? Nada.  Ni los logros que prometen o que, por ignorancia o engaño, se les endilgan.
Tal vez podría admirarse la retórica, el carisma o el “folclorismo” de algunos de sus líderes, pero esto no sería suficiente para hablar de logro alguno.
No. Los seguidores de este modelo deberían ser honestos: aunque no exista nada para admirar, apoyan esos regímenes porque están en contra de la libertad y de todo lo que esta significa.
Así, mientras millones de ciudadanos de esos países sufren las consecuencias directas de pésimas decisiones económicas y de la represión, los apoyos externos aprovechan la posibilidad de vivir en sociedades liberales para expresar sus equivocados puntos de vista, que amenazan la libertad y que consideran positivos modelos que destruyen mucho más de lo poco – casi todo imaginado – que construyen.

¿Qué Defender Sobre el Marxismo Moderno?


Por qué el Socialismo del Siglo XXI Es un Modelo Fracasado

En días pasados, el gobierno de Nicolás Maduro anunció su retiro de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Además, para justificar el corte de energía del miércoles pasado, que afectó a casi toda Venezuela, denunció un nuevo supuesto sabotaje, ahora adelantado por la oposición.
Los anteriores son más ejemplos de los peligros del Socialismo del Siglo XXI y de su incapacidad para promover el desarrollo que tanto promete. Sin embargo, aún persisten defensores  de este modelo. ¿Qué defienden?