“En esta era de tribulaciones, violencia y confusiones que cada día cincelan una sociedad dominada por las dudas y los temores, el mensaje de Bartley pareciera un refugio en medio de la tempestad que amenaza al buque global.”
RICARDO VALENZUELA
La semana pasada, en mi ciudad natal de Hermosillo asistía al evento patrocinado por The Economist conocido como BusinessForum. A medida que el programa se desarrollaba, con gran intensidad llegaba a mi mente el recuerdo de aquel admirable hombre, Bob Bartley, editor del Wall Strett Journal, quien falleciera hace un par de años.
Como ya lo he narrado, un mes antes de su muerte, a manera de despedida publicó un escrito titulado, El Optimismo Paga. En esta era de tribulaciones, violencia y confusiones que cada día cincelan una sociedad dominada por las dudas y los temores, el mensaje de Bartley pareciera un refugio en medio de la tempestad que amenaza al buque global.
Narraba los años de su transitar el cual, iniciara en una de las épocas más tristes de los EU sellada por el asesinato de John Kennedy. Continuaba con la guerra de Viet Nam, el socialismo de The Great Society, la emergencia de la Stagflacion, la destrucción de los acuerdos de Bretton Woodsseguido por el control de precios y salarios, el vergonzoso capítulo que desembocara en la dimisión de Nixon, Water Gate.
Pasaba a otro vergonzoso capítulo, el de la presidencia de Carter, el arrecio de la guerra fría, el embargo petrolero, la solicitud del presidente al pueblo de EU para aceptar la derrota mediante su tétrico mensaje conocido como TheMalasie, anunciando el fin de la grandeza de su país. Bob señalaba a ese punto, cómo la economía de los EU durante esas dos deprimentes décadas, permaneciera en recesión durante el 65% del tiempo, pero él permanecía optimista.
Procedía al arribo del RonaldReagan para sacudir la conciencia de los EU y, como Jesucristo, expulsar a los Revisionistas del templo. La derrota de la Stagflacion, el regreso de la esperanza al pueblo, los ocho años de vacas gordas, el derrumbe de la Unión Soviética. La fugaz presidencia de BushI para perderla ante Clinton quien, convirtiéndose en discípulo de Reagan, continuaba el boom económico. Si la muerte hubiera concedido a Bob unos años mas, podría haber atestiguado cómo la economía de los EU, durante los últimos 25 años, ha conocido la recesión sólo el 6% de su transitar.
Por todo ello, cuando la tinta de su pluma se agotaba, Bob Bartleygritaba el mundo; “El Optimismo Paga.”
Arribaba a un gran recinto cuando Roberto Salinas León, abría el evento para ceder la palabra a Everardo Elizondo, Subgobernador del Banco de México. Al escuchar el sorprendente y motivador mensaje de Everardo, siguiendo la ruta de Bartley, mis pensamientos me llevaban a transitar los últimos 30 años que de forma dramática han esculpido un México diferente.
Iniciaba la caravana de mis recuerdos cuando, recién graduado del TEC de Monterrey, con la ilusión de convertirme en banquero arribaba al DF frente al debut de la década de los 70s. Con la década debutaba también el nuevo presidente de México, LuisEcheverría, quien recibía el país portador de una macroeconomía envidiable, sin deuda, sin inflación, un peso cotizado en 12.50 por dólar, la economía creciendo al 7%.
Fui así testigo del cocinado para la destrucción del país. En 1974 un suceso sacudiría mi interior de forma inusual, el asesinato de don Eugenio Garza Sada. Un mes después de mi nombramiento como Director General de Banco Ganadero y Agrícola, cargando sólo 30 años de edad, enfrenté la crisis de la devaluación del peso y sus graves consecuencias. LEA procede luego a la expropiación del orgullo de Sonora, el Valle del Yaqui, ejemplo mundial de la agricultura para así despojar a los sonorenses de patrimonios formados por generaciones.
Atestiguaba después la frivolidad de López Portillo acelerando esa ruta apuntando el país hacia el precipicio. El derrumbe de su apuesta al petróleo provocando el siguiente salto del peso de 25 a 75 por dólar, el despegue de la hiperinflación, la fuga de capitales en busca de nidos seguros, control de cambios. Y a manera de despedida la forma en que, cobardemente culpando a la banca de la debacle, procedía a su ilegal expropiación ante los aplausos del congreso, y la declaración de quiebra del país.
La administración de Miguel de la Madrid sellada con devaluaciones diarias alcanzando paridad de casi 4,000 por dólar, inflaciones de un 200%, déficit del presupuesto de 30%, la deuda a más del 100% del PIB, de nuevo la declaración de bancarrota para acudir a Washington mendigando. El arribo de Salinas y la emergencia del “milagro mexicano” que, consecuencia del saboteo de los desplazados del poder, culminara en los eventos del doloroso 1995 con los que se hipotecara el futuro.
Fui espectador de la gestión de uno de los mejores y más incomprendidos presidentes del país, Ernesto Zedilloquien, exhibiendo una fortaleza poco vista, jamás sucumbiera ante las presiones revolucionarias para regresar las manecillas del reloj al pasado; Aquel pasado que casi destruyera al país y, sobre todo, valientemente evitara otro fraude electoral en el 2000, abriendo la puerta a la verdadera democracia.
Cuando mi mente navegaba entre ese doloroso pasado y el “aquí y ahora” de la conferencia en que participaba, una voz interior me dice: Lo que en estos momentos atestiguas, tal vez sea un sueño. Un evento de importancia mundial desarrollado en aquel pueblo que abandonabas para ir en busca de tu destino. Un evento producto del esfuerzo de tu admirado amigo, Roberto Salinas León, dándole el mágico toque del liberalismo.
Me parecía increíble el mensaje de Everardo Elizondo cuajado de términos como estabilidad, competitividad, integración a la economía mundial. El de Salvador Malo, del Instituto Mexicano para la Productividad; liberación de la economía para competir y fomentar la productividad. Mensaje rimando de bella forma con las ideas de ese gran economista, Paul Romery su Nueva Teoría del Crecimiento que pronostica, en los siguientes 20 años, catapultar el ingreso per capita de los EU a más de $200,000.
No escuché lloriqueos, solicitud de subsidios, garantías estatales, control de precios y salarios, añoranzas de proteccionismo… Ni que te mantenga el gobierno.
Aun más impresionante fue el mensaje del gobernador Bours cuando, una vez mas, se declaraba liberal definiendo la responsabilidad de su gobierno de “crear las condiciones” para que los actores económicos se dediquen a crear riqueza—diferente a ganar dinero. Pensaba en el dicho favorito de mi abuelo: “El optimista piensa vive en los mejores tiempos, y al pesimista le da pavor sea verdad.”
Al abandonar el recinto, tomo del brazo a mi gran amigo Roberto Salinas León para afirmarle: “En Sonora, el optimismo paga,” cuando me responde, y mas pagará pues como dice el gobernador; “lo mejor está por llegar, y no sólo para Sonora, para todo México.”
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