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Saturday, June 25, 2016

Aeroméxico también dejará de volar a Caracas por crisis en Venezuela

La aerolínea mexicana se suma a Latam y Lufthansa, las cuales también han dejado de volar a la capital venezolana por la difícil situación que enfrenta el país

La aerolínea mexicana se suma a Latam y Lufthansa, quienes también han dejado de volar a esa nación (Notilogia)
La aerolínea mexicana se suma a Latam y Lufthansa, quienes también han dejado de volar a esa nación. (Notilogia)
Este miércoles 22 de junio, la aerolínea mexicana Aeroméxico anunció que suspenderá sus vuelos a Caracas de manera indefinida, después de tener una racha de cuatro años operando en Venezuela.
Expansión.mx difundió un comunicado de la aerolínea en donde detalló que esta decisión fue tomada por el “complejo contexto económico que sufre actualmente el país.” La aerolínea lamenta esta decisión, pero al igual que varias líneas aéreas internacionales, ha sido afectada por el deterioro financiero que se ha venido registrando en los últimos meses, según indicó la compañía.
La firma indicó que continuará trabajando para brindar más opciones a sus clientes y en un futuro evaluar su regreso a la capital venezolana. Agregó que los clientes que cuentan con boletos para viajar en esta ruta después de este miércoles, podrán comunicarse en México con su call center para conocer el detalle de las políticas de protección, al teléfono 5133 40 00.



Lufthansa indicó que no hay una demanda suficiente de pasajeros ni de primera clase, ni de clase turista, como para llenar sus vuelos. Además, tiene problemas con la conversión de divisas al cambio del Bolívar actual, ya que no hay precio fijo definido. Por otra parte, Latam argumentó que su razón principal de la suspensión fueron los problemas económicos. También destacó que considera al país un mercado relevante, y por lo tanto, trabajará para retomar estas operaciones a la brevedad y en cuanto las condiciones globales así lo permitan.

Así como Lufthansa y Latam, que también han suspendido sus viajes a la nación, Aeroméxico se suma a ellas, debido a la incontrolable crisis no sólo económica, sino también social y política. Indicaron que seguirán trabajando para seguir ofreciéndoles opciones a sus clientes y posiblemente, en un futuro, evaluar su regreso a la capital venezolana.

Aeroméxico también dejará de volar a Caracas por crisis en Venezuela

La aerolínea mexicana se suma a Latam y Lufthansa, las cuales también han dejado de volar a la capital venezolana por la difícil situación que enfrenta el país

La aerolínea mexicana se suma a Latam y Lufthansa, quienes también han dejado de volar a esa nación (Notilogia)
La aerolínea mexicana se suma a Latam y Lufthansa, quienes también han dejado de volar a esa nación. (Notilogia)
Este miércoles 22 de junio, la aerolínea mexicana Aeroméxico anunció que suspenderá sus vuelos a Caracas de manera indefinida, después de tener una racha de cuatro años operando en Venezuela.
Expansión.mx difundió un comunicado de la aerolínea en donde detalló que esta decisión fue tomada por el “complejo contexto económico que sufre actualmente el país.” La aerolínea lamenta esta decisión, pero al igual que varias líneas aéreas internacionales, ha sido afectada por el deterioro financiero que se ha venido registrando en los últimos meses, según indicó la compañía.
La firma indicó que continuará trabajando para brindar más opciones a sus clientes y en un futuro evaluar su regreso a la capital venezolana. Agregó que los clientes que cuentan con boletos para viajar en esta ruta después de este miércoles, podrán comunicarse en México con su call center para conocer el detalle de las políticas de protección, al teléfono 5133 40 00.


Thursday, June 23, 2016

¿Qué es un socialista?

Alfredo Bullard
Alfredo Bullard es un reconocido arbitrador latinoamericano y autor de "Derecho y economía: El análisis económico de las instituciones legales". Es socio del estudio Bullard Falla y Ezcurra Abogados.
La mejor definición que he encontrado de socialista es: “Persona que cree que puede decidir mejor qué es bueno para los demás”.
Ser socialista se deriva de la arrogancia de pensar que los demás no pueden valerse por sí mismos. Asume que la libertad de decisión es peligrosa para las personas, pues si las dejamos decidir terminarán peor que antes. Entonces el socialista parte de un “complejo de superioridad”: por una razón que no explica, él sabe más de mí que yo mismo.



A todos les gusta dejarse seducir por el poder de hacer regalos con el patrimonio ajeno. A todos les gusta jugar a ser Robin Hood. El problema es que gobernar no es un juego.
Sabe mejor qué debo comprar y qué no. Sabe mejor bajo qué condiciones me conviene trabajar y a qué me debo dedicar. Sabe mejor que los consumidores lo que deben consumir y mejor que las empresas cómo deben producir. Y si el socialista da el pasito que lo separa del comunista, sabe mejor quién debe gobernar, qué puede o no puede expresar alguien públicamente y en qué país debo vivir.
El socialismo debe limitar nuestra libertad, porque en esencia la libertad es la facultad de decidir sobre nuestro destino. El socialista se apropia de ese destino.
Pero no solo nos priva de nuestra libertad. Nos priva de la otra cara de la moneda. No hay libertad sin responsabilidad. Si otro decide por mí, me liberan de la responsabilidad sobre las consecuencias de mis decisiones: si elijo mal no asumo los costos de mis decisiones. Equivocarse ya no es mi problema, es problema de los demás, a los que les traslado dicho costo.
Por eso es que los socialistas no hablan de responsabilidad a secas sino de responsabilidad social: el resto de la sociedad está obligada a asumir las consecuencias de mis decisiones, sean buenas o malas.
Pero la responsabilidad social es un sinsentido. Hayek decía que la palabra ‘social’ es una palabra envenenada (una palabra “comadreja”), pues añadida a cualquier otra la convierte en su antónimo: “democracia social” es precisamente la negación del sistema democrático, “derecho social” es justamente un derecho vaciado de la individualidad que le da sentido, “propiedad social” es la ausencia de propiedad. Responsabilidad social es irresponsabilidad pura.
La libertad y la responsabilidad son en esencia individuales. Cuando dejan de serlo se convierten en su antónimo, como ocurre en la Cuba de los hermanos Castro o la Venezuela de Nicolás Maduro.
Así, el socialismo genera un problema moral y un problema práctico.
El problema moral es la expropiación de la dignidad humana al negar la libertad y la responsabilidad. Nos convierte en esclavos del gobernante (socialista) de turno. En eso no se diferencia de otras expresiones de signo ideológico distinto, como el fascismo. La diferencia está solo en los énfasis. No soy digno si no soy libre y no respeto la dignidad de los demás si no soy responsable.
El problema práctico es que destruye todo el sistema de incentivos que genera el progreso. ¿Por qué esforzarme si el resultado del ejercicio libre de una actividad será expropiado por los demás mediante impuestos, prohibiciones, regulaciones? ¿Y por qué ser cuidadoso en decidir si el sistema político o legal me convertirá en irresponsable ante las consecuencias protegiéndome de mis propios errores? ¿Por qué esforzarme en mejorar mi vida si será el Estado el que se encargará de mejorarla?
El socialismo lastra el crecimiento, genera pobreza, retraso, pero, sobre todo, pérdida de dignidad. Curiosamente, en nombre de la libertad, nos priva de ella, pues la confunde con la capacidad de hacer lo que uno quiere sin la responsabilidad de asumir sus consecuencias. Es, por tanto, inherentemente irresponsable. Como decía Frédéric Bastiat, el socialismo no se conforma con que la ley sea justa. Quiere que la ley sea filantrópica. Pero, en realidad, niega la filantropía como acto de desprendimiento y la convierte en una solidaridad forzada por la ley, lo que es una contradicción en términos.
Por eso todos los políticos, sin excepción, son un poco socialistas. A todos les gusta dejarse seducir por el poder de hacer regalos con el patrimonio ajeno. A todos les gusta jugar a ser Robin Hood. El problema es que gobernar no es un juego.
Como decía Churchill, “El socialismo es la filosofía del fracaso, el credo a la ignorancia, la prédica a la envidia. Su virtud inherente es la distribución igualitaria de la miseria”.

¿Qué es un socialista?

Alfredo Bullard
Alfredo Bullard es un reconocido arbitrador latinoamericano y autor de "Derecho y economía: El análisis económico de las instituciones legales". Es socio del estudio Bullard Falla y Ezcurra Abogados.
La mejor definición que he encontrado de socialista es: “Persona que cree que puede decidir mejor qué es bueno para los demás”.
Ser socialista se deriva de la arrogancia de pensar que los demás no pueden valerse por sí mismos. Asume que la libertad de decisión es peligrosa para las personas, pues si las dejamos decidir terminarán peor que antes. Entonces el socialista parte de un “complejo de superioridad”: por una razón que no explica, él sabe más de mí que yo mismo.


Tuesday, June 21, 2016

Culpar al capitalismo del corporativismo

Edmund S. Phelps

Edmund S. Phelps, the 2006 Nobel laureate in economics, is Director of the Center on Capitalism and Society at Columbia University and author of Mass Flourishing.

Saifedean Ammous is a lecturer in economics at the Lebanese American University.
 
NUEVA YORK – Se vuelve a preguntar por el futuro del capitalismo. ¿Sobrevivirá a la presente crisis en su forma actual? En caso de que no, ¿se transformará o tomará la iniciativa el Estado?
El término “capitalismo” solía significar un sistema económico en el que el capital y su comercio eran de propiedad privada; correspondía a los propietarios del capital decidir la forma mejor de usarlo y podían recurrir a las previsiones y las ideas creativas de los empresarios y de los pensadores innovadores. Dicho sistema de libertad y responsabilidad individuales daba poco margen para que el Estado influyera en la adopción de decisiones económicas: el éxito significaba beneficios; el fracaso; pérdidas. Las empresas podían existir sólo mientras los individuos libres accedieran a comprar sus productos y, de lo contrario, habían de cerrar rápidamente.


El capitalismo llegó a ser un triunfador mundial en el siglo XIX, cuando desarrolló capacidades para la innovación endémica. Las sociedades que adoptaron el sistema capitalista obtuvieron una prosperidad inigualada, gozaron de una generalizada satisfacción laboral, consiguieron un aumento de la productividad que maravilló al mundo y acabaron con la privación en masa.
Ahora el sistema capitalista se ha corrompido. El Estado gestor ha asumido el cometido de ocuparse de todo: desde los ingresos de la clase media hasta los beneficios de las grandes empresas y el progreso industrial. Sin embargo, el sistema no es capitalismo, sino un orden económico que se remonta a Bismark, al final del siglo XIX, y a Mussolini, en el siglo XX: el corporativismo.
En sus diversas formas, el corporativismo ahoga el dinamismo que contribuye al trabajo atractivo, un crecimiento económico más rápido, mayores oportunidades y menos exclusión. Mantiene empresas letárgicas, despilfarradoras, improductivas y bien relacionadas con el poder a expensas de emprendedores dinámicos y ajenos a él y prefiere objetivos declarados, como, por ejemplo, la industrialización, el desarrollo económico y la grandeza nacional, a la libertad económica y la responsabilidad de los individuos. En la actualidad, se ha llegado a considerar que compañías aéreas, fabricantes de automóviles, empresas agrarias, medios de comunicación, bancos de inversión, fondos de cobertura y muchos más eran demasiado importantes para afrontar por sí solos el mercado libre, por lo que han recibido ayudas del Estado en nombre del “bien público”.
Los costos del corporativismo resultan aparentes a nuestro alrededor: empresas disfuncionales que sobreviven pese a su flagrante incapacidad para servir a sus clientes; economías escleróticas con un lento aumento de la producción; escasez de trabajo atractivo y de oportunidades para los jóvenes; Estados en quiebra por las medidas adoptadas para paliar esos problemas y una concentración en aumento de la riqueza en manos de quienes están lo suficientemente bien relacionados para beneficiarse del pacto corporativista.
Esa substitución del poder de los propietarios y los innovadores por el de los funcionarios estatales es la antítesis del capitalismo y, sin embargo, los defensores y los beneficiarios de este sistema tienen la temeridad de reprochar todos esos fracasos al “imprudente capitalismo” y a la “falta de regulación”, que, según sostienen, necesita mayor supervisión y reglamentación, lo que significa, en realidad, más corporativismo y favoritismo estatal.
Parece improbable que un sistema tan desastroso sea sostenible. El modelo corporativista carece de sentido para las generaciones jóvenes que se han criado usando Internet, el mercado de mercancías e ideas más libre del mundo. El éxito y el fracaso de las empresas en Internet es la mejor publicidad para el mercado libre: los sitios web de redes sociales, por ejemplo, ascienden y caen casi instantáneamente, según sirvan bien o no a sus clientes.
Sitios como, por ejemplo, Friendster y MySpace intentaron conseguir beneficios suplementarios comprometiendo la intimidad de sus usuarios y fueron castigados instantáneamente con el abandono de los usuarios, que optaron por competidores más seguros como Facebook y Twitter. No hizo falta reglamentación estatal alguna para llevar a cabo esa transición; de hecho, si los modernos Estados corporativistas hubieran intentado hacerlo, actualmente estarían apoyando a MySpace con dólares de los contribuyentes y haciendo campaña con la promesa de “reformar” sus características en materia de intimidad.
Internet, como mercado de ideas en gran medida libre, no ha tenido piedad con el corporativismo. Las personas que se criaron con su descentralización y libre competencia de ideas han de considerar ajena a ellas la idea del apoyo estatal a las grandes empresas e industrias. Muchos son los que en los medios de comunicación tradicionales repiten la antigua consigna de que “lo que es bueno para la empresa X es bueno para los Estados Unidos”, pero no es probable que semejante consigna tenga demasiados seguidores en Twitter.
La legitimidad del corporativismo se está erosionando, junto con la salud fiscal de los gobiernos que han contado con él. Si los políticos no pueden revocarlo, el corporativismo se destruirá a sí mismo y quedará enterrado bajo las deudas y las suspensiones de pagos y de los desacreditados escombros corporativistas podría resurgir un sistema capitalista. Entonces “capitalismo” tendría de nuevo su significado verdadero, en lugar del que le han atribuido los corporativistas que procuraban ocultarse tras él y los socialistas que deseaban denigrarlo.

Culpar al capitalismo del corporativismo

Edmund S. Phelps

Edmund S. Phelps, the 2006 Nobel laureate in economics, is Director of the Center on Capitalism and Society at Columbia University and author of Mass Flourishing.

Saifedean Ammous is a lecturer in economics at the Lebanese American University.
 
NUEVA YORK – Se vuelve a preguntar por el futuro del capitalismo. ¿Sobrevivirá a la presente crisis en su forma actual? En caso de que no, ¿se transformará o tomará la iniciativa el Estado?
El término “capitalismo” solía significar un sistema económico en el que el capital y su comercio eran de propiedad privada; correspondía a los propietarios del capital decidir la forma mejor de usarlo y podían recurrir a las previsiones y las ideas creativas de los empresarios y de los pensadores innovadores. Dicho sistema de libertad y responsabilidad individuales daba poco margen para que el Estado influyera en la adopción de decisiones económicas: el éxito significaba beneficios; el fracaso; pérdidas. Las empresas podían existir sólo mientras los individuos libres accedieran a comprar sus productos y, de lo contrario, habían de cerrar rápidamente.

Thursday, June 16, 2016

Cumanazo: el estallido social en Venezuela con saqueos hasta de policías

Hasta funcionarios policiales se unieron a los saqueos a más de 50 locales comerciales. La ciudad amaneció militarizada, desolada y sin alimentos


Cumanazo - saqueos en Venezuela
“El Cumanazo”: La ciudad de Cumaná, este miércoles 15 de junio, amaneció destruida. Fueron tantos los robos masivos que más de 100 comercios decidieron no abrir sus puertas tras los disturbios del día anterior. (Maduradas)
Este martes 14 de junio Venezuela presenció un estallido social en la ciudad de Cumaná, al oriente del país. Saqueos, disturbios, protestas y cientos de locales destruidos fueron el resultado de la desesperación de los venezolanos, que cada día deben lidiar contra la escasez de alimentos básicos y buscar sobrevivir con los salarios más bajos de la Región, nada menos que en el país con la mayor inflación del mundo.
Cumaná es la capital del estado Sucre. Es una pequeña ciudad con acceso a hermosas playas, pero con un pueblo que no sabe cómo enfrentar la crisis humanitaria por la que transita el país gobernado por Nicolás Maduro.



Así fue el aaqueo en Cumaná, Zona Industrial de Fe y Alegría el dejando El Cumanazo 400 detenidos.
“El Cumanazo” es tendencia en Twitter, y es que la ciudad  amaneció destruida este miércoles 15 de junio. Fueron tantos los robos masivos que más de 100 comercios decidieron no abrir sus puertas tras los disturbios del día anterior. Además, más de 60 locales comerciales fueron saqueados, por lo que hoy no hay dónde adquirir comida.
En las calles de la capital sucrense se vivió una batalla campal entre funcionarios de Seguridad y venezolanos que decidieron protestar y gritar “Hay hambre, queremos comida”. A través de las redes sociales se vio cómo los mismos funcionarios policiales también formaron parte de los robos y se sumaron al hurto de alimentos en locales comerciales.
En la tarde de ayer, los atracadores se llevaron desde alimentos hasta los bienes de restaurantes y otros locales. De los disturbios resultaron dos fallecidos.
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Imágenes catastróficas reflejan que hay un gran descontento social y que hay muchos ciudadanos de bajos recursos dispuestos a convertirse en delincuentes con el fin de sobrevivir a la situación económica.
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Venezolanos en las calles (PanAm Post)
Robaron desde bebidas alcohólicas hasta anteojos. Esos productos no calman el hambre, pero servirán para que los vendedores informales los revendan a precios elevados en el mercado negro.
Los funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana, y de la policía regional y municipal, se activaron en las calles disparando al aire para dispersar a las personas, pero la gente regresaba y seguía sacando las mercancías, pese a la represión. Refuerzos militares fueron enviados desde el estado Anzoátequi, aledaño al estado Sucre.
En la tarde se confirmó la muerte de Carlos Colón Castañeda en medio de la protesta, estaba viendo el saqueo y motorizados pasaron disparando. Le dieron dos tiros en el pecho. Hasta ahora, se han reportado otros 25 heridos y 400 detenidos.
En la noche el alcalde de Cumaná, David Velazquez, prohibió la circulación de motos de uso particular en la ciudad por 72 horas.

Otras ciudades “encendidas”

El retraso en la llegada de las bolsas de alimentos que debe distribuir el Gobierno motivó que los habitantes del estado de Trujillo, al occidente del país, protestaran por segundo día consecutivo. El lunes los manifestantes saquearon el Centro de Acopio de Mercal, un local de abastecimiento estatal.

Los habitantes de diferentes comunidades trancaron el paso como medida de protesta ante la escasez de alimentos y para exigir una jornada de Mercal, porque desde hace más de dos meses no les distribuyen víveres.
En el estado de Mérida, también en los Andes venezolanos, al occidente del país, se llevaron a cabo protestas por el desabastecimiento de alimentos. De ellas resultó fallecido un menor de edad. El joven tenía 17 años de edad y resultó herido en la cabeza por un disparo durante las protestas. La información la confirmó el diputado Arquímedes Fajardo, del partido Copei (Comité de Organización Política Electoral Independiente).
El estado de Miranda, en la Región Central del país, amaneció este miércoles 15 de marzo con el mismo tipo de manifestaciones. Los venezolanos exigen comida y aseguran que “hay hambre”. Además, la carretera fue bloqueada por un autobús que fue atravesado por manifestantes, restringiendo el tránsito de vehículos. En la zona se encuentran funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana.

Cumanazo: el estallido social en Venezuela con saqueos hasta de policías

Hasta funcionarios policiales se unieron a los saqueos a más de 50 locales comerciales. La ciudad amaneció militarizada, desolada y sin alimentos


Cumanazo - saqueos en Venezuela
“El Cumanazo”: La ciudad de Cumaná, este miércoles 15 de junio, amaneció destruida. Fueron tantos los robos masivos que más de 100 comercios decidieron no abrir sus puertas tras los disturbios del día anterior. (Maduradas)
Este martes 14 de junio Venezuela presenció un estallido social en la ciudad de Cumaná, al oriente del país. Saqueos, disturbios, protestas y cientos de locales destruidos fueron el resultado de la desesperación de los venezolanos, que cada día deben lidiar contra la escasez de alimentos básicos y buscar sobrevivir con los salarios más bajos de la Región, nada menos que en el país con la mayor inflación del mundo.
Cumaná es la capital del estado Sucre. Es una pequeña ciudad con acceso a hermosas playas, pero con un pueblo que no sabe cómo enfrentar la crisis humanitaria por la que transita el país gobernado por Nicolás Maduro.


Wednesday, June 15, 2016

¿Qué Defender Sobre el Marxismo Moderno?


Por qué el Socialismo del Siglo XXI Es un Modelo Fracasado

En días pasados, el gobierno de Nicolás Maduro anunció su retiro de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Además, para justificar el corte de energía del miércoles pasado, que afectó a casi toda Venezuela, denunció un nuevo supuesto sabotaje, ahora adelantado por la oposición.
Los anteriores son más ejemplos de los peligros del Socialismo del Siglo XXI y de su incapacidad para promover el desarrollo que tanto promete. Sin embargo, aún persisten defensores  de este modelo. ¿Qué defienden?



En general, los defensores no hablan del crecimiento económico. No lo hacen porque no pueden. Según datos del Banco Mundial, el promedio del crecimiento de los países agrupados bajo la denominación de Socialismo del Siglo XXI (exceptuando Argentina y Cuba que no reportan datos para todos los años) es cercano al 3,82 por ciento. Otros países, no muy abiertos aunque tampoco socialistas, como Brasil y Costa Rica, han crecido cerca del 4,27 por ciento. Los países tendientes a la liberalización (México, Perú, Colombia, y Chile) crecieron alrededor del 4,09 por ciento.
De todos los socialistas, solo Ecuador tiene un promedio de crecimiento superior al 4 por ciento. En el grupo de los más “abiertos,” solo México posee un porcentaje inferior al mismo.
Como dije en líneas anteriores, no pueden defender el modelo por el crecimiento que generan. Tampoco pueden hacerlo por el control de la inflación, ni por el estímulo de una estructura productiva competitiva y diversificada, ni por el respeto a los derechos de propiedad privada o a la generación de riqueza, ni por la inexistencia de escasez de bienes básicos.
Además, no pueden hacerlo por la protección a la libertad de expresión o por la profundización de la democracia ni de la autonomía de los poderes públicos. Tampoco por la transparencia en la publicación de estadísticas que, como las de medición de pobreza, se han manipulado constantemente.
¿Qué defienden, entonces? Cuando se critica al Socialismo del Siglo XXI, sus seguidores reaccionan mencionando lo que, para ellos, son logros sociales. Claro está, en estos logros no se incluye la garantía de los derechos individuales.
Tampoco la preservación de una sociedad civil, independiente del poder. Mucho menos se habla del fomento del corporativismo, del incremento de problemas de seguridad o de la imposición de simbología y de acciones militaristas a los civiles.
Esos supuestos logros sociales no incluyen, tampoco, mejoras en la calidad de vida, en la protección del medio ambiente, o en la dignidad humana, como ha demostrado el rechazo que sienten la mayoría de estos líderes por minorías, como la homosexual.
Pero, ¿qué respaldan? A pesar de todo el desastre social, político y económico de estos regímenes, los defensores consideran que estos son modelos dignos de imitación porque garantizan educación y salud para sus ciudadanos.
No hablan de calidad. ¿Cuál ha sido la mejora de los estudiantes de cualquiera de estos países en exámenes internacionales como PISA? ¿Cuál es la innovación resultante de la educación en estos países? ¿Cuáles son los resultados (premios Nobel, número de revistas científicas, ingenieros per cápita, conocimientos en matemática, etc.) de estos sistemas educativos? Para todas estas preguntas, la respuesta es la misma: ninguna mejoría, ni innovación, ni resultados.
Frente a los servicios de salud, los defensores no incluyen en sus análisis los serios problemas de disponibilidad de medicamentos, los pésimos salarios de los médicos, o el hecho que, por ejemplo, cuando Fidel Castro tuvo problemas de salud, prefirió hacerse su tratamiento en España, mientras que cuando los tuvo Hugo Chávez, se lo hizo en Cuba . . . con el resultado que ya se conoce.
Pero bueno, los logros en salud o en educación, tal vez no se deban medir en términos de calidad, sino que están en otras dimensiones. Una de ellas puede ser la capturada por el Índice de Desarrollo Humano, que produce el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
Revisando los datos de cada país, varios resultados deben mencionarse. Primero, todos los países, incluidos los del Socialismo del Siglo XXI, los más liberales de la región y otros un poco más cerrados han avanzado en este índice.
Segundo, el crecimiento de los países socialistas es un poco más alto que el de los demás países, pero sin ser espectacular. Tercero, además presentan en promedio, peores resultados que los países de las otras dos categorías en tasas de mortalidad antes de los cinco años por cada 1.000 niños, esperanza de vida e índice de salud. El mejor promedio en estos indicadores lo tienen los países más abiertos.
A los países socialistas les va mejor en expectativa de años de escolaridad para los niños y en promedio de años de escolaridad en adultos. La tasa de alfabetismo para adultos es similar en todas las categorías.
Puede que en grupo no les vaya bien, pero que exista algún caso que “saque la cara” por los demás. Este podría ser el de Cuba, el país que más tiempo ha demostrado las supuestas bondades del modelo socialista.
Sin embargo, los datos señalan lo contrario. El crecimiento del IDH cubano hasta hoy, desde 1980 y 1990, es inferior al presentado por Colombia, México, Chile o Perú. La tasa de mortalidad y la expectativa de vida de Cuba son similares a las de Chile.
En lo que Cuba supera a todos los demás países, incluidos los demás socialistas, es en los indicadores de educación.  Ahora bien, por fuera de la región, los “logros” de la educación cubana quedan en entredicho cuando se observan los de países con más altos índices de desarrollo humano, incluidos Estados Unidos, Canadá, Dinamarca o Noruega, que han garantizado educación a un mayor número de sus ciudadanos, junto con alta calidad y que, en el proceso, no han tenido que renunciar al capitalismo o a la libertad, sino todo lo contrario.
A partir de lo anterior, ¿qué se puede defender de estos regímenes? Nada.  Ni los logros que prometen o que, por ignorancia o engaño, se les endilgan.
Tal vez podría admirarse la retórica, el carisma o el “folclorismo” de algunos de sus líderes, pero esto no sería suficiente para hablar de logro alguno.
No. Los seguidores de este modelo deberían ser honestos: aunque no exista nada para admirar, apoyan esos regímenes porque están en contra de la libertad y de todo lo que esta significa.
Así, mientras millones de ciudadanos de esos países sufren las consecuencias directas de pésimas decisiones económicas y de la represión, los apoyos externos aprovechan la posibilidad de vivir en sociedades liberales para expresar sus equivocados puntos de vista, que amenazan la libertad y que consideran positivos modelos que destruyen mucho más de lo poco – casi todo imaginado – que construyen.

¿Qué Defender Sobre el Marxismo Moderno?


Por qué el Socialismo del Siglo XXI Es un Modelo Fracasado

En días pasados, el gobierno de Nicolás Maduro anunció su retiro de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Además, para justificar el corte de energía del miércoles pasado, que afectó a casi toda Venezuela, denunció un nuevo supuesto sabotaje, ahora adelantado por la oposición.
Los anteriores son más ejemplos de los peligros del Socialismo del Siglo XXI y de su incapacidad para promover el desarrollo que tanto promete. Sin embargo, aún persisten defensores  de este modelo. ¿Qué defienden?