El valor a precios de mercado de la suma de todo lo que se produce y vende en el mundo, absolutamente todo lo que se produce y vende en el mundo, durante dos años y cuatro meses seguidos. Céntimo arriba, céntimo abajo, a eso equivale la deuda conjunta de los Estados, las familias y las empresas a día de hoy. ¿Que cuánto viene siendo en dinero? Pues, excluyendo del cómputo al sector bancario, o sea considerando únicamente lo que deben las familias en concepto de créditos hipotecarios, los Estados en concepto de deuda pública soberana y las empresas privadas en concepto de bonos corporativos, estaríamos hablando, también céntimo arriba, céntimo abajo, de unos ciento cincuenta mil millones de millones de dólares americanos. Añádase la deuda del sector financiero global y el montante asciende en torno a doscientos mil millones de millones de dólares.
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Saturday, December 24, 2016
Monday, September 26, 2016
Deuda de Nicaragua con Venezuela es tres veces mayor que todos sus ingresos fiscales
By: Elena Toledo -
Actualmente la estabilidad económica de Nicaragua se ve afectada no solo por el cierre de su principal fuente de financiamiento externo que es Estados Unidos, sino por la abultada deuda que este país centroamericano tiene con Venezuela, misma que entre los años 2008 y 2015 llegó a representar el 27,6 % del Producto Interno Bruto (PIB) de Nicaragua.El monto de la deuda acumulada por el país centroamericano hasta el año 2015 ascendía a US$3.500.8 millones según lo publicado en el informe de Cooperación Externa Oficial del Banco Central de Nicaragua.
Si Venezuela decidiera hacer efectivo el cobro de lo adeudado, el nivel de endeudamiento público del gobierno de Daniel Ortega crecería hasta un 58,3 % del PIB mientras que la proporción del total de endeudamiento sobre los ingresos tributarios hasta el 319,7 %.
Esta situación pondría a Nicaragua en una seria crisis de sostenibilidad y vulnerabilidad ya que los niveles de endeudamiento estarían “muy por encima de lo recomendado por organismos financieros internacionales” según el Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (Icefi).
Por otro lado, el Gobierno nicaragüense tendría dificultades para conseguir financiamiento de organismos financieros internacionales como el Banco Mundial (BM) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
“Es importante recordar que el Gobierno de Venezuela se encuentra enfrascado en una crisis política, por lo que la continuidad de los préstamos como la concesionalidad de los mismos, podría variar en el mediano plazo, por lo que de revertirse las condiciones descritas, tanto el apoyo a los distintos programas productivos y sociales, como la sostenibilidad fiscal de Nicaragua, quedarían seriamente comprometidos, obligando al país a adoptar medidas extraordinarias para la conservación de las condiciones fiscales actuales, debido a que solo en 2015 la ejecución de préstamos fue equivalente al 13,3 % del total de gastos devengados por el Gobierno central”, señala el Icefi.
Si Venezuela adelanta el cobro de la deuda a Nicaragua, “se produciría un aumento en la brecha fiscal y el crecimiento económico misma que pasaría de -0,07 % a 0,09 % y que reflejaría indicios de insostenibilidad de la política fiscal” dice el Icefi, quienes explican que “dicho valor implicaría que el crecimiento económico de Nicaragua no logra compensar los resultados deficitarios generales, de tal forma que no logra estabilizar la razón deuda PIB a su nivel actual”.
Fuente: La Prensa
Deuda de Nicaragua con Venezuela es tres veces mayor que todos sus ingresos fiscales
By: Elena Toledo -
Actualmente la estabilidad económica de Nicaragua se ve afectada no solo por el cierre de su principal fuente de financiamiento externo que es Estados Unidos, sino por la abultada deuda que este país centroamericano tiene con Venezuela, misma que entre los años 2008 y 2015 llegó a representar el 27,6 % del Producto Interno Bruto (PIB) de Nicaragua.El monto de la deuda acumulada por el país centroamericano hasta el año 2015 ascendía a US$3.500.8 millones según lo publicado en el informe de Cooperación Externa Oficial del Banco Central de Nicaragua.
Tuesday, September 6, 2016
Última opción
Macario Schettino considera que el único riesgo considerable que enfrenta la economía mexicana es la deuda pública, que aunque no es demasiado elevada, ha estado creciendo últimamente.
Ahora que las tasas de interés a nivel internacional son muy bajas, una deuda mayor no parece un problema serio, porque lo que hay que pagar cada mes, o cada año, resulta pequeño. Pero si las tasas suben, ese costo periódico también lo hará, y no conviene ponerse en riesgo. ¿Cuál es el tamaño óptimo de la deuda? No hay respuesta a esta pregunta, depende de cada caso. O más claro, depende de lo que los mercados decidan. Si el mercado tiene confianza en que el país tiene un futuro claro, la deuda puede ser mucho más grande, comparado con si ese mismo mercado cree que el futuro es ominoso. Más claro: la deuda de los países industrializados es hoy muy superior al 100% del PIB, y no pasa nada. Hace unos años, en el libro This Time is Different, Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff estimaban el punto de inflexión, es decir, el punto a partir del cual cae la confianza de los mercados, en 90% (deuda / PIB) para los países desarrollados, y en 60% para los emergentes. Hubo una gran discusión al respecto porque todos tuvieron que rebasar ese nivel con la Gran Recesión de 2009, e incluso se hizo famoso el que los autores habían cometido un error y por eso habían llegado al 90% mencionado. Al final, no les hicieron caso, las deudas crecieron y, como le digo, no pasó nada.
Ahora mismo, la deuda de Brasil supera claramente el 60% del PIB, y eso no desanima a los inversionistas que están llevando dinero hacia allá. Y eso, aunque su economía cumplirá el segundo año de contracción (5% de caída en cada año), su tasa de inflación se acerque a 10%, y estén en un drama político. A pesar de todo eso, los flujos siguen, y eso le ha permitido al real recuperarse, de 4 por dólar a fines del año pasado e inicios de éste, a 3,25 ahora. En México, la deuda está diez puntos debajo del nivel de 60%, la inflación apenas está en 3%, y no podemos salir de la banda de 18 a 19 pesos por dólar.
Es peor cuando consideramos que Brasil no tiene una economía que pueda repuntar, a menos que China vuelva a crecer y a comprarles, lo que es muy poco probable. Nosotros seguimos vendiendo manufacturas a EE.UU., cosa que el país sudamericano no puede hacer. Las finanzas públicas en Brasil están en serias dificultades, entre otras razones porque el costo de pensiones ronda el 10% del PIB, más de tres veces más que en México. Con base en todo esto, no parece existir lógica en la decisión de las calificadoras de actuar más duramente contra México que contra Brasil (o para el caso, India, Turquía, China, o incluso Canadá, Australia, Noruega, Suecia u Hong Kong, todos países muy emproblemados con sus deudas). Tal vez se trate de Pemex, que como sabe usted es un hoyo negro, ahí sí peor que Petrobras.
La otra explicación, ya también comentada acá, es el riesgo por el potencial triunfo de Donald Trump. O más claramente, porque la campaña presidencial en EE.UU. ha tomado como chivo expiatorio a México. Puesto que ya eso lo complicamos más, sólo nos queda actuar de forma espectacular con Pemex. Veremos
Última opción
Macario Schettino considera que el único
riesgo considerable que enfrenta la economía mexicana es la deuda
pública, que aunque no es demasiado elevada, ha estado creciendo
últimamente.
Thursday, August 18, 2016
Estados Unidos ante una decisión sobre su deuda
Kenneth Rogoff
Kenneth Rogoff, Professor of Economics and Public Policy at Harvard University and recipient of the 2011 Deutsche Bank Prize in Financial Economics, was the chief economist of the International Monetary Fund from 2001 to 2003. The co-author of This Time is Different: Eight Centuries of Financial Fol… read more
BOGOTÁ – ¿Debe el gobierno de Estados Unidos emitir deuda a más largo plazo para asegurarse la continuidad del bajísimo costo de financiación actual? Es una decisión difícil, pero tal vez haya llegado el momento de tomarla, ahora que el país ya está bastante endeudado (sin hablar de las obligaciones futuras por pensiones y seguros médicos, que probablemente aumentarán).
Hasta ahora, el Tesoro de los Estados Unidos y la Junta de la Reserva Federal trabajaron juntos para mantener reducida la deuda pública a largo plazo, con el objetivo de bajar el interés que paga el sector privado. En la actualidad, la duración media de los títulos de deuda de los Estados Unidos (que integran el balance de la Reserva Federal) es menor a tres años, muy por debajo de la mayoría de los países europeos, incluso con los enormes programas de flexibilización cuantitativa (FC) de sus bancos centrales.
La preferencia por el endeudamiento a corto plazo como forma de tratar de estimular la economía tuvo sentido hasta ahora. Además, como el tipo de interés de la deuda de Estados Unidos a 30 años es aproximadamente 200 puntos básicos superior al de la deuda a un año, acortar los plazos suponía un ahorro para el fisco.
Pero el gobierno no debería actuar como un banco o un fondo de cobertura, que acumula deudas a corto plazo para financiar proyectos a largo plazo, porque es demasiado arriesgado. Como la deuda pública de los Estados Unidos ya anda por el 82% del producto nacional, el posible costo fiscal de un aumento veloz de las tasas puede ser enorme.
Nadie dice que semejante aumento sea probable o inminente, pero no es una perspectiva tan remota como algunos quisieran creer. Para empezar, las tasas de interés podrían dispararse en caso de guerra o algún otro acontecimiento catastrófico. Otra posibilidad menos dramática, pero más probable, es que un día la Reserva Federal encuentre el modo de aumentar las expectativas de inflación, que (lo mismo que en la mayoría de las economías avanzadas) vienen cayendo inexorablemente. Si lo logra, las tasas subirán.
Otra causa posible de aumento del tipo de interés sería el daño autoinfligido. Supongamos, por ejemplo, que los votantes estadounidenses eligieran como presidente a un empresario impredecible e incompetente, para el que una quiebra es cosa de todos los días. O una secuencia de líderes populistas que adopten la estrafalaria idea de que el nivel de deuda pública no tiene importancia y nunca debería ser obstáculo a la maximización del gasto público.
Por desgracia, si un día Estados Unidos se encontrara con una normalización abrupta de los tipos de interés, se vería obligado a implementar un ajuste impositivo y fiscal importante. Y es casi seguro que el costo general (incluido el desempleo) caería sobre todo sobre los pobres, hecho que los populistas que creen que endeudarse es gratis se cuidan bien de mencionar.
Pero alargar los plazos de las deudas no implica necesariamente que haya que endeudarse menos. La mayoría de los economistas concuerda en que tiene sentido aumentar el déficit si se usa para financiar infraestructuras y mejoras educativas (por no hablar de la seguridad nacional, en el plano material y cibernético). Hay una larga lista de proyectos valiosos postergados, y el tipo de interés real (ajustado por inflación) está en un nivel bajo (aunque si se lo mide bien, puede ser bastante mayor a lo que indican las cifras oficiales, sobre todo porque la incapacidad del gobierno para contabilizar debidamente los beneficios de los nuevos tipos de bienes lleva a que exagere el nivel de inflación). Ojalá el próximo presidente cree un grupo de tareas para temas de infraestructura con suficiente independencia y experiencia técnica para ayudar a gestionar las propuestas de proyectos, como hizo el gobierno británico anterior al Brexit.
Estados Unidos tiene margen para endeudarse, porque controla la moneda de reserva internacional; pero debe estructurar sus deudas con prudencia. Hace algunos años, todavía tenía sentido que la Reserva Federal extremara el ingenio para bajar el costo financiero a largo plazo. Hoy que la economía se está normalizando, políticas creativas como la FC (que en la práctica acorta el plazo de la deuda pública al succionar del mercado bonos a largo plazo) ya no parecen tan razonables.
Por eso es hora de que el Tesoro de los Estados Unidos considere endeudarse a más largo plazo que lo que fue habitual estos últimos años; hoy, el máximo es el bono a 30 años. Pero España pudo emitir deuda a 50 años a una tasa muy baja, mientras que Irlanda, Bélgica e incluso México emitieron deuda a 100 años. Por supuesto, nada garantiza que las tasas no bajarán más, pero la cuestión es reducir el riesgo de los flujos de pagos de intereses futuros.
Muchos críticos más próximos a la izquierda señalan el caso de Japón (cuya deuda neta anda por el 140% del PIB) como prueba de que es razonable endeudarse más, a pesar de las escasas cifras de crecimiento. Esto lleva implícita la idea de que no hace falta preocuparse por la deuda, y mucho menos por su estructura de vencimientos. Pero en realidad, muchos políticos y economistas japoneses están más que preocupados, y no recomiendan que otros países imiten la actitud del propio en este tema.
El caso de Europa es ciertamente distinto, ya que allí el desempleo es mucho mayor y hay razones más convincentes para seguir estimulando la economía, aunque sea a riesgo de aumentar los pagos futuros. Pero ahora que la economía estadounidense está en firme recuperación, puede que lo mejor sea acelerar la normalización de la política de endeudamiento, y no dar por sentado que los prestamistas extranjeros serán pacientes, sin importar la dirección que tome la política estadounidense.
Estados Unidos ante una decisión sobre su deuda
Kenneth Rogoff
Kenneth Rogoff, Professor of
Economics and Public Policy at Harvard University and recipient of the
2011 Deutsche Bank Prize in Financial Economics, was the chief economist
of the International Monetary Fund from 2001 to 2003. The co-author of This Time is Different: Eight Centuries of Financial Fol… read more
BOGOTÁ
– ¿Debe el gobierno de Estados Unidos emitir deuda a más largo plazo
para asegurarse la continuidad del bajísimo costo de financiación
actual? Es una decisión difícil, pero tal vez haya llegado el momento de
tomarla, ahora que el país ya está bastante endeudado (sin hablar de
las obligaciones futuras por pensiones y seguros médicos, que
probablemente aumentarán).
Hasta
ahora, el Tesoro de los Estados Unidos y la Junta de la Reserva Federal
trabajaron juntos para mantener reducida la deuda pública a largo
plazo, con el objetivo de bajar el interés que paga el sector privado. En la actualidad, la duración media de los títulos de deuda de los Estados Unidos (que integran el balance de la Reserva Federal) es menor a tres años,
muy por debajo de la mayoría de los países europeos, incluso con los
enormes programas de flexibilización cuantitativa (FC) de sus bancos
centrales.
Sunday, July 24, 2016
La deuda es esclavitud
La deuda es esclavitud
Por: Marion Mueller
Además es muy posible que aún teniendo amplios conocimientos sobre el tema, no podría aportar una solución realizable. ¿Quiere esto decir que renuncio a cambiar de sistema y que deseo que mis reflexiones queden como unos escritos puramente anecdóticos? Sin lugar a dudas no.
El monetarismo ha hundido los criterios lógicos de decisión económica. Desde que hace unos 200 años se empezó a implantar, ha sufrido un largo proceso transformador, basado en otorgar una serie de privilegios que han reemplazado la fuerza de las interacciones del mercado por dictámenes arbitrarios.
Desde entonces hemos sufrido una y otra vez un crecimiento basado en burbujas expansivas de crédito. Todas y cada una de las crisis pasadas han sido causadas por este crecimiento artificial y a la vez predichas por economistas austriacos.
Hay gente que me pregunta que si de no haber existido la “expansión” del crédito, se hubiera podido producir un crecimiento tan exageradamente grande como el que hemos experimentado. La respuesta es sin duda sí. Aparte de que podríamos haber crecido igual con un ahorro mayor, premisa que se hubiera producido si la gente no hubiera tenido ese acceso al crédito.
En ese caso no tendríamos sobre nosotros el martillo de la deuda que nos aplasta cada día. Toda la deuda actual, esa deuda impagable (tanto privada como pública) se la debemos al monetarismo.
Es este sistema el que ha hecho que el precio de la vivienda se dispare sin encontrarnos en un aumento del valor. Las burbujas que acaban con gente hipotecada a 40 años vista, son hijas del monetarismo. Como se demostró cuando reventó la burbuja inmobiliaria y los chalets adosados pagados a precio de oro derrepente pasaron a no valer realmente todo ese dinero.El mercado rebaja la valía de los activos inmobiliarios y éstos siguen ahí, sin que nadie los compre.
Todo esto se permite, porque la única manera que tienen los gobiernos de endeudarse y mantener las promesas de bienestar hechas por los políticos es utilizando los bancos y hacer que estos los financien a cambio de privilegios.
¿Porque no probamos un retorno al patrón bimetálico?
La herencia que nos deja el monetarismo es nefasta y aún así parece que no tengamos suficiente. La pregunta que me planteo siempre es la siguiente: “¿Y por qué no? Tras comprobar que el monetarismo no funciona, ¿porque no probamos un retorno al patrón bimetálico?”
El panorama cambiaría drásticamente, pero el resultado final posiblemente sería mejor que el actual. El choque funcional sería extremo, el cambio de sistema monetario debería ser algo progresivo y lento.
Pero, ¿y las ventajas que recuperaríamos? En primer lugar los políticos perderían el poder para malgastar nuestro dinero en cosas superfluas o gastos exagerados. El mercado de capitales no estaría en manos de los bancos sino que con unos altos coeficientes de reserva (prácticamente del 100%) todos los participantes tendrían lugar para dar su opinión.
El tipo de interés sería el real, lo marcaría el mercado y el rendimiento real de las inversiones no dependería del precio del dinero fijado por los bancos centrales. Finalmente se dispararía el ahorro y las inversiones que serían realizadas con más cuidado conducirían a un crecimiento más relajado pero continuo.
Sufriríamos crisis, claro que sí, pero serían mucho más leves y dependerían directamente de la evolución de la demanda, y afortunadamente ésta no estaría inflada por una burbuja crediticia.
La conclusión de esta serie es tremendamente sencilla. El monetarismo ha llegado demasiado lejos. Ha permitido unos niveles de endeudamiento mortales y seguimos en el mismo lugar que antes de la crisis. Es como si fuéramos un caballo de tiro que sólo puede mirar adelante y no nos pudiéramos dar cuenta de los caminos alternativos que nos rodean. Podríamos poner un poco de cordura en todo esto y encontrar una solución que no lo desmonte todo periódicamente.
Gabriel Colominas Bigorra, Presidente del Club Bismarck
“Replanteando la base monetaria”
1º Capítulo El oro, la plata y el origen del dinero
2º Capítulo La confianza da asco, el monopolio del dinero y la reserva fraccionaria
3º Capítulo ¿Cree Usted que el oro es dinero? Ron Paul y sus propuestas de dinero honesto
4º Capítulo La teoría austriaca del ciclo económico
5º Capitulo La culpabilidad de la banca
La deuda es esclavitud
La deuda es esclavitud
Por: Marion Mueller
Además es muy posible que aún teniendo amplios conocimientos sobre el tema, no podría aportar una solución realizable. ¿Quiere esto decir que renuncio a cambiar de sistema y que deseo que mis reflexiones queden como unos escritos puramente anecdóticos? Sin lugar a dudas no.
El monetarismo ha hundido los criterios lógicos de decisión económica. Desde que hace unos 200 años se empezó a implantar, ha sufrido un largo proceso transformador, basado en otorgar una serie de privilegios que han reemplazado la fuerza de las interacciones del mercado por dictámenes arbitrarios.
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