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Saturday, July 9, 2016

Una alternativa liberal al Brexit


El Brexit ha supuesto un tsunami institucional con multitud de ideas solapadas y  contradictorias. Ni todos los partidarios de sacar al Reino Unido de la Unión Europea son xenófobos (aunque sí los hay) ni apoyar a la UE equivale abrazar la bandera de la libertad de movimientos de personas (los sirios hacinados en los campos turcos tendrían algo que decir al respecto), ni la integración entre sociedades pasa inexorablemente por la unificación política.
La unión política no es ni condición necesaria ni suficiente para que las sociedades puedan relacionarse por la vía de entretejer más y más lazos entre ellas
¿La Unión Europea es la unión de los europeos?
Una de las ideas que favorece que gran parte de la población se declare fervientemente europeísta quizá sea la de equiparar “sociedad” con “política” o “estado”, cuando en realidad la unión política no es ni condición necesaria ni suficiente para que las sociedades, a través de los individuos o grupos que la integran, puedan relacionarse por la vía de entretejer más y más lazos entre ellos. Esta idea también sirve de base para propugnar un poder político cada vez mayor: si el Estado, los políticos y burócratas, somos nosotros (el pueblo), ¿qué problema hay con su tamaño? ¿Por qué no una UE con un gobierno fuerte? ¿Qué riesgo puede haber en su deriva cada vez más intervencionista? La fusión de Estado y sociedad nos impide entender la peligrosa relación que hay entre la extensión del Poder y la preservación de la libertad del individuo (sociedad).



Desde este estrecho ángulo, no cabría otra explicación al Brexit que la de estar basada en ideas retrógradas. Por eso, ideas positivas como el incremento de las relaciones sociales, de la cooperación económica, cultural, o incluso de la unión entre europeos, solo se conciben bajo la influencia del lenguaje político.
Sin embargo, la unificación política puede suponer un peligro para la integración de las sociedades a través de una tendencia hacia la cartelización de las políticas públicas y, por tanto, a través de la falta de competencia entre Estados, lo que agranda su intervencionismo y los vuelve más poderosos sobre el individuo (la sociedad). Al respecto, uno de los ámbitos donde este peligro se percibe de un modo más claro acaso sea el de la fiscalidad. No es sólo que la UE conlleve una tendencia hacia la uniformización de las legislaciones fiscales, a la armonización al alza de los impuestos (que perjudica los intercambios y relaciones sociales entre europeos), sino que también le permite ejerce un mayor poder de negociación como bloque (también denominada 'posición común') en los foros fiscales internacionales para promover mayores impuestos (mayor diversidad de voces e intereses podría dar pie a mayor competencia fiscal dentro de estos foros que terminan por delinear los sistemas fiscales que padecemos). Y no es sólo el diseño de los impuestos, sino su aplicación: es mucho más fácil aplicar medidas perjudiciales desde un órgano de poder alejado de los afectados que cuando éstos se hallan más cerca del ciudadano.
La deriva hacia la centralización política no debería ser la única oferta institucional para los ciudadanos
¿Por qué es necesario una unión política y la creación de un gobierno federal de los Estados Unidos de Europa para preservar los aspectos positivos que pueda haber en la legislación comunitaria? Afirmar esto es tanto como decir que no cabe la cooperación administrativa sin unión política, cuando en realidad la cooperación entre administraciones admite mucha mayor evolución, e incluso innovación. En primer lugar, los tratado bilaterales o multilaterales puede introducir coordinación entre administraciones. Y en segundo lugar, no sólo podría haber coordinación sino competencia entre ellas, una idea proscrita en el espíritu centralizador de la UE.
Una única oferta de diseño institucional (UE) es un problema
La deriva hacia la centralización política no debería ser la única oferta institucional para los ciudadanos, y quizá, en parte por ello, haya este tipo de sentimientos anti-UE en distintos países (la crisis ha puesto en evidencia numerosos problemas). Por tanto, movimientos como el Brexit —que tanta incertidumbre introducen— deberían evitarse dando cabida a otro tipo de diseño institucional, como las administraciones basadas en las funciones y no en los territorios. Son las denominadas  jurisdicciones concurrentes, un tipo de administraciones que cubren determinados servicios públicos específicos, que no emanan de un único gobierno en el territorio donde se aplican y que además poseen poder tributario propio para financiarse.
¿Estas administraciones son tan irreales como parecen? No. Pongamos un ejemplo, aunque imperfecto, de la idea de administraciones que compiten entre ellas y que no se basan en el territorio o la nación y sí en la función: la educación. En el sistema español, centralizado en las comunidades autónomas, cabe la posibilidad de que los centros educativos se rijan por las normas españolas, o bien por las de otros estados, deviniendo entonces centros extranjeros que pueden homologarse (legalizarse) como centro educativo en España. Aunque en última instancia la legalización del centro la regula y depende del Estado español (comunidades autónomas), las normas por las que se rija el centro pueden ser las del estado británico, estadounidense, alemán, francés, italiano, etc.: esto es, aquellos estados con los que el Reino de España tenga firmado un convenio educativo internacional. El promotor o propietario de centros educativos tiene, hasta cierto punto, la posibilidad de elegir qué marco legal le conviene más —en función de su visión pedagógica o empresarial— entre una (limitada) variedad de administraciones que concurren y compiten entre sí. Son administraciones que como decimos, no se basan totalmente en el territorio sino en el servicio en sí, y que se autofinancian total o parcialmente autónomamente.
Introducir competencia o cierta empresarialidad política obligaría a que los gobernantes se esforzaran más en adecuar sus actividades a los gobernados
¿Por qué no ampliar esto a muchas más áreas y servicios públicos? ¿Siempre tenemos que concentrar todo el poder político y burocrático basándonos o en el terruño o en el Proyecto Europeo? ¿Por qué no trascender debates anquilosados en los dos últimos siglos e introducir cierta innovación en las administraciones públicas? La respuesta es obvia: introducir competencia o cierta empresarialidad política (valga el oxímoron) obligaría a que los gobernantes se esforzaran más en adecuar sus actividades a los gobernados, con serio riesgo de ir perdiendo poco a poco el poder que hoy detentan.
Conclusión
Para mantener las libertades que la UE ha traído no es necesario la creación de un gobierno federal y una política común. La integración de los europeos no debería someterse a un chantaje por parte de los eurócratas, sino, simplemente, permitirse y facilitarse, dando entrada a administraciones más acordes con los nuevos tiempos. Esperemos que los políticos que han de lidiar con este toro no introduzcan más incertidumbre de la que ya han creado.

Una alternativa liberal al Brexit


El Brexit ha supuesto un tsunami institucional con multitud de ideas solapadas y  contradictorias. Ni todos los partidarios de sacar al Reino Unido de la Unión Europea son xenófobos (aunque sí los hay) ni apoyar a la UE equivale abrazar la bandera de la libertad de movimientos de personas (los sirios hacinados en los campos turcos tendrían algo que decir al respecto), ni la integración entre sociedades pasa inexorablemente por la unificación política.
La unión política no es ni condición necesaria ni suficiente para que las sociedades puedan relacionarse por la vía de entretejer más y más lazos entre ellas
¿La Unión Europea es la unión de los europeos?
Una de las ideas que favorece que gran parte de la población se declare fervientemente europeísta quizá sea la de equiparar “sociedad” con “política” o “estado”, cuando en realidad la unión política no es ni condición necesaria ni suficiente para que las sociedades, a través de los individuos o grupos que la integran, puedan relacionarse por la vía de entretejer más y más lazos entre ellos. Esta idea también sirve de base para propugnar un poder político cada vez mayor: si el Estado, los políticos y burócratas, somos nosotros (el pueblo), ¿qué problema hay con su tamaño? ¿Por qué no una UE con un gobierno fuerte? ¿Qué riesgo puede haber en su deriva cada vez más intervencionista? La fusión de Estado y sociedad nos impide entender la peligrosa relación que hay entre la extensión del Poder y la preservación de la libertad del individuo (sociedad).


Monday, June 27, 2016

Otra Unión Europea…

Otra Unión Europea…

Por Eduardo Fernández Luiña 
La Unión Europea (UE) sienta sus raíces en el mítico Tratado de París firmado en el año 1951. Aquel documento, que dio inicio a la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA) tenía un doble objetivo. De un lado, abrir un espacio de diálogo entre adversarios políticos. Vencedores y vencidos en la Segunda Guerra Mundial podrían ser capaces de cooperar si se lo proponían, edificando una comunidad de intereses que les uniese ad futurum. De otro, y complementando lo anterior, se buscaba la consecución de la paz en un continente asediado por el conflicto bélico durante más de cuarenta años.


En el ADN de la UE está muy presente el libre comercio como elemento pacificador y unificador. La libertad comercial representaba para los padres fundadores un ingrediente básico a la hora de instalar pilares estables de cooperación que ayudasen a generar una comunidad de intereses con objeto de asegurar la paz en el largo plazo. Sin duda, la UE estaba en aquella época comprometida con la libertad, siendo consciente de que el comercio libre pacifica, civiliza y genera prosperidad.
¿Qué le ha pasado entonces a la UE? Phillip Bagus lo señaló muy bien en su trabajo La Tragedia del Euro (2010). Independientemente de la opinión que tengamos alrededor de la moneda única –el que escribe la prefiere a la antigua peseta-, los socialdemócratas ganaron la batalla política y de las ideas frente a los liberal-conservadores. No es que gracias a su victoria se edificase una administración supranacional inmensa y oxidada. Lo anterior es totalmente falso. Actualmente, el presupuesto de la UE no llega siquiera al 2% del PIB comunitario. La administración supranacional es muy pequeña en relación con la de cualquier –y digo cualquier- estado miembro de la unión.
Sin embargo, los eurocrats sí han logrado diseñar una estructura política cuasi sin obligaciones respecto a la rendición de cuentas y con una capacidad hiperreguladora que se entromete en los asuntos nacionales de manera arbitraria y desigual en función del ámbito de política pública que estemos tratando. Existen, por lo tanto y grosso modo, dos problemas centrales asociados a la arquitectura institucional de la actual UE:
  1. Ausencia de transparencia y verdadera rendición de cuentas. Ningún ciudadano conoce a sus diputados supranacionales ni a los tecnócratas que inician la legislación comunitaria y toman decisiones por nosotros en la Comisión Europea –un órgano carente de legitimidad democrática-.
  2. Hiperregulación arbitraria fruto del alejamiento respecto a esa ciudadanía a la que se dice representar en las instituciones supranacionales.
Además de estos dos problemas, ambos de naturaleza técnica, hay uno de naturaleza política por el cual pelean paradójicamente algunos –no digo todos- defensores del BREXIT: La lucha por la libertad económica. La UE ya no parece defender el compromiso que un día tuvo con el libre comercio. Debemos combatir a nivel supranacional por recuperar esa semilla original sobre la cual se edificó este proceso de integración regional. La ciudadanía no parece entender lo importante de esta batalla y nadie desea explicárselo. Pero el libre comercio se encuentra en la esencia de esta nueva y joven forma política. Es el libre comercio a nivel interno lo que le da presencia y fuerza a nivel internacional; el mercado único representa sin duda su mayor activo y sin embargo, para muchos, es algo que debemos evitar a la hora de discutir e intentar legitimar la existencia de la unión.
Sin querer o queriendo, se ha modificado el ADN liberal que puso los primeros ladrillos en el edificio de la UE. Eso, debería ser denunciado y los liberales tendríamos que desarrollar un perfil político y de comunicación más activo y agresivo en pro de una UE concebida estrictamente como un mercado abierto, libre y realmente integrado. Un experimento regional que apueste firmemente por la expansión y promoción de la libertad económica, destruyendo las fronteras a nivel global.
Es esta batalla la que deberíamos estar llevando a cabo. Este argumento es el que debería justificar la existencia de la UE y en todo caso la salida de un país si los principios originales estuviesen, como lo están en riesgo. El BREXIT posee dos caras… Los que ven en la UE un actor hiperregulador que limita las libertades individuales para comerciar tanto a nivel intra como extra comunitario. Y aquellos que ven en el BREXIT una herramienta para satisfacer sus deseos proteccionistas –la llamada soberanía económica- e intervencionistas. La primera cara tiene sentido, la segunda, definitivamente, representa un paso atrás. Ese es el verdadero riesgo del BREXIT en la actualidad.
Si los segundos son más que los primeros y el BREXIT fomenta el proteccionismo económico y el intervencionismo sobre el libre comercio, la cosa irá mal para todos. Si por el contrario, el triunfo del BREXIT sirviese para demostrar que la apertura comercial ayuda a todas las partes y que la evolución de la actual UE se rebela contra sus principios fundacionales, la secesión británica incluso podría traer efectos positivos, abriendo un necesario debate sobre a donde se dirige la unión, para aquellos que desean permanecer en la misma.
Sin embargo, no debemos minusvalorar los logros de esta particular forma política llamada Unión Europea. Este objeto político no identificado, esta estructura a medio camino entre un estado moderno y un organismo internacional, ha pacificado el continente y abierto las fronteras dentro de lo que cabe. Sólo por eso, creo que sigue mereciendo la pena luchar políticamente por el proyecto. Pero definitivamente, es necesario devolver el mismo a sus orígenes y presionar para que la UE avance sin miedo hacia lo que debe ser: el mercado libre y abierto más grande del planeta. Esa será, sin lugar a dudas, la mejor herramienta para construir una sociedad pacífica y próspera y mejorar con ello el futuro de todos los europeos. 

Otra Unión Europea…

Otra Unión Europea…

Por Eduardo Fernández Luiña 
La Unión Europea (UE) sienta sus raíces en el mítico Tratado de París firmado en el año 1951. Aquel documento, que dio inicio a la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA) tenía un doble objetivo. De un lado, abrir un espacio de diálogo entre adversarios políticos. Vencedores y vencidos en la Segunda Guerra Mundial podrían ser capaces de cooperar si se lo proponían, edificando una comunidad de intereses que les uniese ad futurum. De otro, y complementando lo anterior, se buscaba la consecución de la paz en un continente asediado por el conflicto bélico durante más de cuarenta años.

Saturday, June 25, 2016

Tras el Brexit se espera un golpe económico global

No todo es pérdida en estos momentos ya que el oro recuperó su valor en el mercado mundial volviendo a los valores de 2014

Brexit
Las principales bolsas de valores de Europa abrieron este viernes sus operaciones con fuertes caídas que rozan el 10% luego del Brexit. (T3)
Así como fue de sorpresivo el triunfo del Brexit que determinó la salida del Reino Unido de la Unión Europea, ha sido de estrepitosa la caída y el pánico en las bolsas alrededor del mundo, llegando a ser un viernes negro en las finanzas globales.
Ejemplo de esto es la banca y las grandes empresas del sector turístico, que perdieron entre un 26% y un 10% de su valor en bolsa durante la jornada de este viernes. Tras conocerse la noticia, la libra se desplomó hasta tocar su nivel más bajo en tres décadas, aunque posteriormente limitó la caída. La prima subió 30 puntos, alcanzando los 167 puntos.



La libra esterlina se desplomó 10% frente al dólar, tocando un mínimo de 31 años debido a los temores del mercado de que la decisión golpearía con fuerza la inversión en la quinta mayor economía del mundo.
Por su parte, el euro caía más de un 3% frente al dólar por las preocupaciones de que el resultado generaría un mayor daño económico y político al país frente a permanecer como parte del bloque.
Los inversores corrieron en masa en busca de activos considerados de refugio, como el oro y el yen.
La mayoría de los inversores mundiales no esperaban la decisión del pueblo británico de dar un portazo a Europa. Las encuestas de última hora no hacían presagiar la tormenta que se desencadenó tras abrir las bolsas, cuando el nerviosismo se apoderó de las bolsas asiáticas, con caídas de más del 8% en Tokio, del 3% en Hong Kong y Sídney, un 2% la bolsa de Seúl y otro 0,90% en Shanghai, China.
Las cotizaciones de los grupos bancarios Standard Chartered y HSBC, con sede en Londres, caían notablemente, un 9,2% y un 8,6% respectivamente en la bolsa de Hong Kong.
El Banco de Japón se declaró dispuesto a inyectar liquidez en los mercados, en cooperación con otros bancos centrales, para limitar el impacto del Brexit.
Las acciones europeas van por ese camino y se dirigen a abrir la sesión con una baja de entre un 6% y un 7,5%.
A Wall Street también llegó la onda expansiva. Los principales índices estadounidenses iniciaron la sesión con pérdidas. El industrial Dow Jones se dejaba casi un 3% a dos horas del cierre.
El precio del petróleo también se ve afectado por las sacudidas en los mercados y se abarata alrededor de un 5% hasta el entorno de los 48 dólares.

El oro vuelve a los valores de 2014

La decisión de los británicos de salir de la Unión Europea se ha traducido en un repunte del oro, que a primeras horas de la mañana ha recuperado los valores de hace dos años. Al cierre de la negociación, el oro superó la barrera de los 1.300 dólares la onza, con una subida del 4,2%. Era desde julio de 2014 que el metal precioso no tenía estos precios.
El valor de la onza calculada en dólares –el precio de referencia a nivel internacional– alcanzaba este viernes los $1.315.00. La naturaleza de activo de refugio que comparte, entre otros, con el bono alemán a 10 años, hace que los inversores se decanten por transferir sus depósitos en oro si hay temores de caídas de las bolsas. En este sentido, el metal amarillo vive todas las sacudidas de los mercados internacionales como una oportunidad para aumentar de valor.
Entre enero y marzo de 2016 el oro ya selló su mejor trimestre desde 1986. Se convirtió entonces en uno de los observados especiales de los analistas económicos internacionales, que empezaron a debatir sobra la conveniencia de apostar por el metal amarillo.

Tras el Brexit se espera un golpe económico global

No todo es pérdida en estos momentos ya que el oro recuperó su valor en el mercado mundial volviendo a los valores de 2014

Brexit
Las principales bolsas de valores de Europa abrieron este viernes sus operaciones con fuertes caídas que rozan el 10% luego del Brexit. (T3)
Así como fue de sorpresivo el triunfo del Brexit que determinó la salida del Reino Unido de la Unión Europea, ha sido de estrepitosa la caída y el pánico en las bolsas alrededor del mundo, llegando a ser un viernes negro en las finanzas globales.
Ejemplo de esto es la banca y las grandes empresas del sector turístico, que perdieron entre un 26% y un 10% de su valor en bolsa durante la jornada de este viernes. Tras conocerse la noticia, la libra se desplomó hasta tocar su nivel más bajo en tres décadas, aunque posteriormente limitó la caída. La prima subió 30 puntos, alcanzando los 167 puntos.


Thursday, June 16, 2016

¿Qué pasaría si los británicos dicen ‘sí’ al brexit?

¿Qué pasaría si los británicos dicen ‘sí’ al brexit?

Por Simon Nixon
El Reino Unido podría estar a apenas dos semanas del caos político, constitucional, diplomático y económico. Al menos esa es la preocupación de los funcionarios encargados de planificar el posible día después del referendo de 23 de junio, en el que los votantes británicos deben decidir si quedarse o no en la Unión Europea, una alternativa que está empezando a parecer factible en medio de señales claras de que la campaña por el no está ganando impulso.
Una encuesta publicada el viernes mostró que los partidarios de dejar la unión llevan seis puntos de ventaja, un margen que se amplía a 10 puntos cuando se proyecta una mayor participación de los votantes de esa inclinación. Otras encuestas, sin embargo, siguen mostrando una votación apretada.
Un voto por una llamada brexit plantearía profundos desafíos para el Estado británico.


El primero sería político. A pesar de que David Cameron ha dicho que tiene la intención de permanecer como primer ministro incluso si el país sale de la UE, la suposición generalizada es que en ese caso renunciaría rápidamente. Después de haber embestido contra su gobierno, sería poco probable que los defensores del brexit confiaran en él para dirigir las negociaciones de salida del bloque; en cualquier caso, Cameron habría perdido credibilidad. Hasta hace poco, parecía que uno de los líderes de brexit, el ex alcalde de Londres Boris Johnson, estaba listo para reemplazarlo, pero la imagen de éste también quedó dañada por su divisiva campaña, y colegas de alto nivel han cuestionado públicamente su idoneidad para el cargo de primer ministro. Algunos jefes conservadores creen que de ser necesario, el partido se unirá en el parlamento para cerrarle el paso a Johnson en la votación final. Una elección impugnada podría dejar al gobierno vacante durante meses.
La salida de la UE también plantearía problemas constitucionales. Un nuevo gobierno tendría que decidir cuál sería la relación del Reino Unido y la UE en un escenario post-brexit.
Esto es esencialmente una elección binaria. La primera opción sería que el Reino Unido preservara lo más posible la relación actual—el denominado modelo noruego—para ganar tiempo y negociar un acuerdo de libre comercio bilateral con la UE. La segunda opción sería cortar todos los compromisos con la UE y ajustarse únicamente a las normas de la Organización Mundial de Comercio mientras se trabaja en un futuro acuerdo con la UE.
La primera opción sería probablemente favorecida por la mayoría de los miembros del parlamento británico, quienes se oponen abrumadoramente a brexit, ya que reduciría al mínimo las perturbaciones económicas. Pero esto requeriría que el Reino Unido siga aceptando la inmigración ilimitada de la UE, participe del presupuesto y aceptar las reglas de la UE, a las cuales se oponen explícitamente muchos defensores de brexit. Esto abriría un escenario de enfrentamiento parlamentario que sólo podría resolverse mediante una elección anticipada.
Las autoridades temen que la agitación política y constitucional podría estar acompañada además por agitación diplomática, sobre todo si el Reino Unido intenta retrasar el inicio de las negociaciones formales de divorcio. La UE querría acordar los términos de salida con el Reino Unido a principios de 2018, cuando deben comenzar las negociaciones sobre un nuevo presupuesto europeo, dice un funcionario basado en Bruselas. Para ello sería necesario que el Reino Unido invocara el artículo 50 de los Tratados de la UE y declarara formalmente su intención de abandonar la unión antes de la próxima cumbre de líderes europeos, el 26 de junio, poniendo así en marcha el período de negociación de dos años.
Algunos promotores de brexit argumentan que el Reino Unido debe retrasar la aplicación del Artículo 50 hasta que se haya llegado a un acuerdo informal con Bruselas, lo cual evitaría dar una ventaja a la UE en las negociaciones. Uno de esos promotores, Michael Gove, ha llegado a sugerir que el Reino Unido podría utilizar sus derechos como miembro de la UE para obstruir el funcionamiento de la organización y presionar así a otros gobiernos para que hagan concesiones al Reino Unido.
Sin embargo, diplomáticos en Londres y Bruselas dicen que esto es ingenuo. En realidad, la UE se negaría a iniciar negociación alguna hasta que el Reino Unido invoque el artículo 50. El Reino Unido también debería seguir aceptando la inmigración ilimitada de la UE y pagar su cuota del presupuesto de la UE hasta que se alcance un acuerdo de salida. Si el Reino Unido actuara de manera unilateral para impedir cualquiera de estas opciones, la UE tendría el derecho de expulsarlo, lo que crearía problemas inmediatos para los sectores de la economía local que dependen de la financiación de la UE o de la pertenencia al mercado único de la UE, entre ellos una gran parte de los mercados financieros.
Tales tácticas difícilmente crearían relaciones armoniosas con países de los depende casi la mitad del comercio exterior del Reino Unido. Si este decide dejar de ser socio para convertirse en competidora, la prioridad de la UE sería evitar una implosión más grande de sus filas. En ese caso, los países miembros del bloque difícilmente podrían ofrecer al Reino Unido un mejor trato fuera de la UE que el que le ofrecen en la actualidad como parte del club. Esto sugiere que los defensores de brexit tienen pocas posibilidades de alcanzar su objetivo de tener acceso abierto al mercado único europeo sin la obligación de aceptar la libre circulación de bienes y personas.
Lo que parece seguro es que la agitación política, constitucional y diplomática crearía también turbulencias económicas, al menos hasta que la niebla de la incertidumbre se levante. La gravedad del choque también dependerá, en parte, de cuánto se expanda la agitación dentro de la UE. Después de todo, el referendo no se lleva a cabo en el vacío sino en un contexto de creciente inestabilidad política en todo el continente.
Incluso algunos defensores de brexit reconocen que un voto del Reino Unido para salir de la UE daría lugar al contagio. De hecho, Gove ha dicho que espera y cree que brexit llevaría a la “liberación” de Europa del euro y de la UE. Muchos responsables políticos europeos, no sólo en el Reino Unido, temen que eso sea precisamente lo que ocurra.

¿Qué pasaría si los británicos dicen ‘sí’ al brexit?

¿Qué pasaría si los británicos dicen ‘sí’ al brexit?

Por Simon Nixon
El Reino Unido podría estar a apenas dos semanas del caos político, constitucional, diplomático y económico. Al menos esa es la preocupación de los funcionarios encargados de planificar el posible día después del referendo de 23 de junio, en el que los votantes británicos deben decidir si quedarse o no en la Unión Europea, una alternativa que está empezando a parecer factible en medio de señales claras de que la campaña por el no está ganando impulso.
Una encuesta publicada el viernes mostró que los partidarios de dejar la unión llevan seis puntos de ventaja, un margen que se amplía a 10 puntos cuando se proyecta una mayor participación de los votantes de esa inclinación. Otras encuestas, sin embargo, siguen mostrando una votación apretada.
Un voto por una llamada brexit plantearía profundos desafíos para el Estado británico.

¿Cómo sería la vida fuera de la Unión Europea?

El referéndum de junio próximo es la decisión política más importante para el pueblo británico en una generación. Todas las partes deben participar en discusiones de fondo.
FT View
El análisis del Tesoro de lo que implicaría abandonar la UE exige una respuesta seria. (El Financiero)
Mientras el pueblo británico se prepara para votar en el referéndum UE el 23 de junio, lo primero que deberían tener en cuenta es la implicación económica de abandonar la Unión Europea. Al público se le deben dar tantos detalles como sea posible sobre los costos y beneficios de la membresía para que puedan tomar una decisión informada. A tal efecto, el Tesoro del Reino Unido ha publicado un informe sobre las consecuencias a largo plazo del abandono del bloque económico. Su análisis no deja dudas de que es de un gran interés económico para Gran Bretaña mantener su adhesión a la UE.

El informe del Tesoro afirma que abandonar la UE traería como consecuencia que la producción podría llegar a ser aproximadamente 6 por ciento menor que lo que de otra forma podría haber sido para el año 2030. Indica que esto equivaldría a un costo anual para los hogares británicos de 4,300 libras (6,138 dólares), una carga muy pesada para muchas familias.

Mientras encabeza el argumento económico que se opone a abandonar el bloque económico, George Osborne — miembro conservador del parlamento y canciller de la Hacienda — insiste en que el Reino Unido quedaría permanentemente más pobre si abandona la UE. Por supuesto, el canciller está expresando la política del gobierno. No obstante, su departamento ha producido una obra creíble y confiable.

Existe cierto margen para criticar el análisis del Tesoro. La predicción de las condiciones de la economía del Reino Unido dentro de una década y media sólo puede ser una estimación aproximada que contiene un margen de error. Pero a diferencia del Ministerio de Relaciones Exteriores, el Tesoro nunca ha sido una institución ‘eurófila’.

Las conclusiones del Tesoro acerca de las consecuencias económicas de abandonar la UE son acordes con la opinión de casi todos los organismos económicos respetables, empezando por el Fondo Monetario Internacional. La salida de Gran Bretaña de la UE provocaría un largo período de incertidumbre sobre su acceso al mercado único de 500 millones de personas. Después de abandonar el bloque económico, el Reino Unido podría intentar mantener el acceso al mercado copiando los acuerdos comerciales alcanzados por Noruega y Canadá o confiando en su afiliación a la OMC. Pero, como sostiene el Tesoro, cada una de estas opciones reduciría significativamente la apertura del Reino Unido al comercio y la inversión y disminuiría la productividad británica.

La campaña a favor de la salida del Reino Unido de la UE ha respondido mezclando el historial del Tesoro y los motivos del gobierno. El exministro del gabinete John Redwood argumentó que el Tesoro ha tenido un mal historial de proyección económica, y que es imposible conocer las condiciones de la economía británica en el año 2030.

Estas tácticas son deliberadamente evasivas. No sirven como respuesta seria a la pregunta económica central en esta campaña: ¿cómo sería la vida fuera de la UE?

La campaña a favor de la salida del Reino Unido de la UE no ha podido explicar claramente qué tipo de régimen comercial prefiere después de la salida de la UE. Afirma que Gran Bretaña podría mantener el acceso al mercado único sin cumplir las obligaciones que ello conlleva respecto a la libre circulación de personas. Este desprecio por la realidad política se asemeja a la retórica ignorante de Donald Trump.

El referéndum de junio próximo es la decisión política más importante para el pueblo británico en una generación. Todas las partes deben participar en discusiones de fondo. El informe del Tesoro es un contrapunto útil en un debate con una creciente carga política, especialmente dentro de un dividido partido conservador. Si los partidarios de la salida del Reino Unido de la UE no pueden responder abordando directamente los problemas, no merecen que se les tome en serio.

¿Cómo sería la vida fuera de la Unión Europea?

El referéndum de junio próximo es la decisión política más importante para el pueblo británico en una generación. Todas las partes deben participar en discusiones de fondo.
FT View
El análisis del Tesoro de lo que implicaría abandonar la UE exige una respuesta seria. (El Financiero)
Mientras el pueblo británico se prepara para votar en el referéndum UE el 23 de junio, lo primero que deberían tener en cuenta es la implicación económica de abandonar la Unión Europea. Al público se le deben dar tantos detalles como sea posible sobre los costos y beneficios de la membresía para que puedan tomar una decisión informada. A tal efecto, el Tesoro del Reino Unido ha publicado un informe sobre las consecuencias a largo plazo del abandono del bloque económico. Su análisis no deja dudas de que es de un gran interés económico para Gran Bretaña mantener su adhesión a la UE.