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Wednesday, October 5, 2016

México: Crear riqueza (III) – por Isaac Katz

México: Crear riqueza (III) – por Isaac Katz

IsaacKatz
En los dos artículos anteriores he argumentado que el arreglo institucional, particularmente el que se refiere a las reglas formales del juego, es decir aquellas plasmadas en el marco legal, no están alineadas con el objetivo de crear y acumular riqueza y, por lo mismo, no están tampoco alineadas con el objetivo de una mayor tasa de crecimiento económico.
Tenemos en nuestro país un absurdo del derecho positivo. Solamente a nivel federal existen, incluida la Constitución, 297 leyes y códigos. A estos hay que agregar cientos de leyes estatales, miles de reglamentos y otras miles de disposiciones gubernamentales.



Es tal la maraña legal, no sólo por el número de leyes y regulaciones, sino más aún su contenido y cumplimiento, que es lo que deriva en que las reglas formales del juego inhíben la acumulación de riqueza y el crecimiento. México es un país de leyes, pero uno muy alejado de un íntegro Estado de Derecho. Son cuatro los elementos que es necesario se cumplan para que exista un Estado de Derecho consistente con la creación y acumulación de riqueza.
Primero, es la definición de los derechos de propiedad, los que se entienden como la asignación exclusiva que se hace a un individuo de un recurso, incluido su propio cuerpo, para que éste decida libremente su utilización, con la única restricción de que en el ejercicio de esta libertad no se atenté en contra de los derechos de terceros. El derecho más importante es a la vida misma y, por extensión, los individuos tienen un derecho natural a poseer bienes.
En México todos los recursos son propiedad de la nación, por lo que la propiedad privada es un derecho derivado, no uno natural. Por ejemplo, usted es dueño de los ladrillos y todo lo que haya dentro de su hogar, pero no es, estrictamente hablando, dueño de la tierra en donde se asienta su casa, propiedad que puede revertirse a la nación mediante un acto de expropiación. En esencia, los derechos privados de propiedad están deficientemente definidos y el riesgo expropiatorio es elevado, lo que inhibe la acumulación de riqueza.
Segundo, es el derecho a la libre utilización de un recurso, respetando siempre los derechos de terceros. En México existen innumerables barreras regulatorias a la creación de empresas y a la movilidad sectorial de capitales y, por otra parte, la impunidad en la comisión de delitos es alucinante, la cual llega a 97 por ciento.
Una de las principales causas de la baja tasa de inversión es la inseguridad que prevalece en el país. El gobierno simplemente abdicó del monopolio legítimo en el uso de la violencia, aunado a la ineptitud y corrupción de policías, ministerios públicos y jueces.
Tercero, es la libertad para la transferencia del derecho de propiedad de un recurso mediante transacciones enteramente voluntarias. Esto requiere, como condición sine qua non, que los mercados operen en un contexto de competencia.
En México prevalecen significativas prácticas monopólicas que limitan esta libertad, además de que aún persisten significativas barreras al comercio Internacional, así como restricciones regulatorias internas que inhiben el ejercicio de esta libertad. Las nuevas leyes de competencia, telecomunicaciones y energética sin duda fortalecerán esta libertad.
Por último, los tres anteriores derechos pueden validarse ante un poder judicial que tiene que ser independiente, imparcial, eficiente y expedito, uno que garantice los derechos de propiedad y el cumplimiento de contratos, tema del siguiente artículo.

México: Crear riqueza (III) – por Isaac Katz

México: Crear riqueza (III) – por Isaac Katz

IsaacKatz
En los dos artículos anteriores he argumentado que el arreglo institucional, particularmente el que se refiere a las reglas formales del juego, es decir aquellas plasmadas en el marco legal, no están alineadas con el objetivo de crear y acumular riqueza y, por lo mismo, no están tampoco alineadas con el objetivo de una mayor tasa de crecimiento económico.
Tenemos en nuestro país un absurdo del derecho positivo. Solamente a nivel federal existen, incluida la Constitución, 297 leyes y códigos. A estos hay que agregar cientos de leyes estatales, miles de reglamentos y otras miles de disposiciones gubernamentales.


México: Crear riqueza (II) – por Isaac Katz

México: Crear riqueza (II) – por Isaac Katz

IsaacKatz
Como señalé en el artículo de la semana pasada, el mediocre desempeño que ha tenido la economía mexicana en los últimos treinta años, con una tasa de crecimiento promedio del PIB por habitante prácticamente nula, se explica porque los incentivos que se derivan del arreglo institucional, particularmente de las reglas formales del juego (el marco legal y regulatorio) no están alineados con el objetivo de acumulación de riqueza y, en consecuencia, tampoco con el objetivo de un mayor crecimiento.



Hay seis grandes tipos de riqueza: a) planta, maquinaria, equipo, tierra y bosques; b) infraestructura; c) recursos minerales; d) riqueza financiera; e) capital humano; y, f) bienes inmuebles y muebles que constituyen como tal los hogares. Los cinco primeros tienen un uso productivo que generan directamente un ingreso y valor agregado (el PIB) mientras el sexto genera un ingreso imputado medido como el valor de los servicios que proveen los bienes duraderos a los integrantes de las familias.
Para que la economía crezca se requiere, por una parte, incrementar este acervo de riqueza a través de la inversión y por otra, más importante aún, aumentar la productividad de los factores de la producción derivada principalmente del cambio tecnológico (por ejemplo, de nada sirve dotar a un trabajador de dos martillos ya que ello no aumentará su productividad para poner un clavo en la pared; mejor un martillo neumático que sustituya al tradicional), así como generar suficientes economías a escala en los procesos de producción. El grave problema que tenemos en México es todo ese conjunto de leyes y reglamentos que inhiben la inversión, el cambio tecnológico y el crecimiento de las unidades productivas, derivan en una inversión ineficiente en infraestructura y en una muy baja tasa de acumulación de capital humano y peor aún, en una muy baja calidad del mismo. El gobierno, en lugar de ser un promotor del crecimiento es, en muchas ocasiones, un estorbo.
El principio del cual tenemos que partir es que los recursos son escasos y tienen múltiples usos que compiten entre sí. Desde un punto de vista productivo, el poseedor de un recurso tenderá a asignar éste, dadas las restricciones institucionales, hacia aquél uso en el cual el rendimiento esperado sea el mayor posible, dado que la maximización del mismo es lo que se espera se traduzca en el mayor flujo de ingreso posible que destinará al gasto dentro del hogar para la adquisición de bienes de consumo, duraderos y no duraderos, así como los recursos destinados a la inversión en capital humano, suyo, del cónyuge y del hijos (educación y salud) y ahorro para ser consumido en el futuro. Si las restricciones institucionales, particularmente las legales, impiden o, en el mejor de los casos inhiben la asignación de los recursos productivos escasos hacia su utilización más productiva, no solamente se estará imponiendo una barrera a la acumulación de riqueza y al crecimiento, una que impide la maximización del bienestar familiar, sino también la del bienestar social.
Un rápido vistazo a algunas cifras nos permiten afirmar que la economía mexicana no tiene el arreglo institucional eficiente: de casi cuatro millones de unidades productivas, sólo hay 839 mil patrones registrados en el IMSS, casi el 60% de la PEA labora en la informalidad, después de décadas de destinar una enorme cantidad de recursos a la educación la escolaridad media de la población mayor de 15 años es de sólo 8.6 años, la IED representa sólo 2% del PIB, casi la mitad de la población vive en condiciones de pobreza, etcétera.

México: Crear riqueza (II) – por Isaac Katz

México: Crear riqueza (II) – por Isaac Katz

IsaacKatz
Como señalé en el artículo de la semana pasada, el mediocre desempeño que ha tenido la economía mexicana en los últimos treinta años, con una tasa de crecimiento promedio del PIB por habitante prácticamente nula, se explica porque los incentivos que se derivan del arreglo institucional, particularmente de las reglas formales del juego (el marco legal y regulatorio) no están alineados con el objetivo de acumulación de riqueza y, en consecuencia, tampoco con el objetivo de un mayor crecimiento.


México: Crear riqueza (I) – por Isaac Katz

México: Crear riqueza (I) – por Isaac Katz

IsaacKatz

El objetivo de la política económica es generar los incentivos para que cada individuo, cada unidad familiar, la economía en su conjunto, sean cada vez más ricos. Es a partir del acervo de riqueza que se genera el ingreso que permite a cada unidad familiar contar con los recursos para adquirir aquellos bienes y servicios que, consumidos dentro del hogar, lleva a maximizar el bienestar de sus miembros, de forma tal que entre mayor es el acervo de riqueza, mayor es el ingreso.



Para ponerlo de manera simple, hay seis grandes tipos de riqueza, cinco de ellos con una capacidad propia de generar ingreso al ser utilizados en la producción. El primero es el acervo de planta, maquinaria y equipo (tierra incluida) que utilizados para la producción de bienes y servicios generan un flujo de ingreso, mismo que se lo apropian directamente los poseedores de estos recursos. El incremento de este tipo de riqueza se deriva de la inversión física, incluidas las mejoras de la infraestructura de la tierra agrícola.
El segundo tipo es toda la infraestructura con la que cuenta la economía en su conjunto como son las vías de comunicación, aeropuertos, puertos, infraestructura para la generación y transmisión de electricidad, refinerías, etcétera. Este tipo de capital es el que permite que la economía en su conjunto funcione y, directa e indirectamente, genera un flujo de ingresos.
El tercer tipo de riqueza es lo que se encuentra en el subsuelo y que es sujetó de ser explotado, tales como hidrocarburos y minerales metálicos y no metálicos. Su explotación y venta, descontando los costos de producción, se contabiliza como una renta de la cual se la apropian los poseedores de los mismos. En el caso particular de México, la renta de los hidrocarburos le pertenece a la Nación, mientras que la que se deriva de la explotación minera se la apropian aquellos que tienen la correspondiente concesión.
El cuarto es la riqueza financiera de las familias que les genera un flujo de ingreso por los intereses obtenidos pero más aún, son recursos que intermediados a través del sistema financiero permiten el financiamiento de la inversión que lleva a una acumulación del capital físico de las empresas así como la acumulación de bienes de consumo duradero por parte de las familias.
El quinto tipo es el acervo de capital humano que tiene cada uno de los individuos y que tiene un uso productivo. Este acervo está conformado por las habilidades con las que nace cada individuo más la acumulación de conocimientos adquiridos durante su paso por el sistema escolar y el entrenamiento en el trabajo. El ingreso derivado de este capital, que normalmente toma la forma de salarios se lo apropian los trabajadores y, entre mayor sea el acervo, mayor tenderá a ser el ingreso.
Finalmente, el sexto tipo de riqueza es el conjunto de bienes que constituyen como tal el hogar: el terreno, el inmueble y todos los bienes muebles dentro del hogar. Este tipo de  riqueza, que no se aplica a la producción de bienes, genera sin embargo un ingreso imputado medido como el valor de los servicios que producen estos bienes duraderos y que satisfacen las necesidades últimas de las familias.
El desempeño económico de México ha sido mediocre porque los incentivos derivados del arreglo institucional no están alineados con el objetivo de acumulación de riqueza y por lo mismo con el de crecimiento económico. En los siguientes artículos profundizaré al respecto.

México: Crear riqueza (I) – por Isaac Katz

México: Crear riqueza (I) – por Isaac Katz

IsaacKatz

El objetivo de la política económica es generar los incentivos para que cada individuo, cada unidad familiar, la economía en su conjunto, sean cada vez más ricos. Es a partir del acervo de riqueza que se genera el ingreso que permite a cada unidad familiar contar con los recursos para adquirir aquellos bienes y servicios que, consumidos dentro del hogar, lleva a maximizar el bienestar de sus miembros, de forma tal que entre mayor es el acervo de riqueza, mayor es el ingreso.


Tuesday, October 4, 2016

ALBERTO MEDINA MÉNDEZ El desafío de crear riqueza

 


Buena parte de la literatura económica, erróneamente, pone demasiado énfasis en investigar la pobreza y la indigencia en vez de cómo salir de ella.
En estas latitudes la discusión sigue mal encaminada. La pobreza ocupa el centro de la escena y todo el debate gira en torno a encontrar mecanismos óptimos que permitan amortiguar parcialmente su impacto cotidiano.

Esa mirada de corto plazo, impide dedicarse a lo esencial, a resolver los verdaderos problemas de fondo. Hay que concentrarse en lo que realmente cambiará el rumbo y convertirá a esta sociedad pobre en una más rica.


No existen dudas, a estas alturas, que el componente político juega un rol negativo. Las urgencias electorales, la necesidad de triunfar en los próximos comicios, obligan a conseguir mejoras notorias en los indicadores, desviando demasiado los esfuerzos e invitando a equivocar el trayecto.

Cuando la coyuntura es la que manda, no sirven las soluciones reales porque los tiempos ya no alcanzan. Es importante comprender que ninguna nación sale de la pobreza rápidamente. Se trata de un proceso prolongado, complejo, secuencial, evolutivo, de transformaciones escalonadas, con hitos intermedios, plagados de buenas señales y esperables tropiezos.

El lenguaje condiciona las decisiones políticas. En esta parte del mundo se habla de pobreza, se observa y se analizan sus profundas causas, su funcionamiento y dinámica, haciendo descripciones sofisticadas y tratando de encontrar explicaciones a cada aspecto de este fenómeno sociológico.

Como lo sostiene Armando de la Torre, la pobreza no tiene una explicación, porque el ser humano nace pobre. Es esa, en realidad, su condición natural y no otra. Lo que merece ser estudiado detenidamente es el proceso de generación de riqueza, ese que permite que una sociedad sea más productiva y disfrute finalmente de mejores condiciones de vida.

Buena parte de la literatura económica de estos países pone demasiado énfasis en investigar la pobreza y la indigencia, mientras otros ya han puesto todas sus energías en reflexionar acerca de como se crea la riqueza, como se multiplican las oportunidades y se logra el ansiado progreso.

Cuando las sociedades consiguen despegar, cuando inician su círculo virtuoso, en ese recorrido en el que cada vez viven más y mejor, los estímulos están orientados hacia la inversión y la acumulación de capital. Siempre conviene allí producir y no existen incentivos para la holgazanería. Es por eso que esas naciones prosperan y su gente invariablemente se desarrolla en todos los planos.

Pese al falaz e hipócrita discurso de la izquierda populista, de ese socialismo cínico que oculta la realidad porque no le resulta funcional a sus intereses, los países que torcieron la inercia de la pobreza, muestran recetas absolutamente indiscutibles opuestas a sus retorcidos consejos.

Cada uno de ellos lo hizo como pudo, con sus aciertos y errores, pero existe una matriz general de políticas públicas que muestra incuestionables similitudes y que no debe ser ignorada por la ceguera ideológica de muchos que no validan estas cuestiones que han sido empíricamente demostradas.

La vigencia del Estado de derecho con reglas de juego económicas estables, un entorno amigable con el ingreso de inversiones externas en un clima de negocios positivo, carga tributaria moderada y legislación laboral inteligente, apertura económica para comerciar con el mundo y una moneda respetable, son ingredientes que no faltaron en ninguno de estos modelos.

Los que sostienen lo contrario, no pueden exhibir números y hechos concretos que muestren la victoria de las políticas que tanto sugieren. Ellos insisten con su visión y creen que el mundo se someterá a sus infames propuestas, solo porque las recitan con alegatos grandilocuentes.

Claro que tienen múltiples discursos para cuando las cosas no salgan como pretenden. Serán los perversos empresarios locales, los intereses del imperialismo y las corporaciones multinacionales las culpables de esos fracasos. Nunca asumirán que sus políticas no funcionan en ningún lugar.

Es una pena que buena parte de la sociedad siga creyendo que la pobreza se combate con subsidios, asistencialismo y programas de apoyo a los más débiles. Los paliativos solo pueden admitirse en situaciones extremas, frente a catástrofes naturales y durante un lapso muy breve como para cubrir ciertas urgencias, pero ese esquema es insostenible en el tiempo.

Habrá que decir que casi toda la clase política doméstica desconfía de los rumbos que el mundo ha elegido exitosamente y que han demostrado su aplastante eficacia a la hora de promover la anhelada prosperidad.

Esos dirigentes no lo hacen por necedad, sino que se sienten mucho más cómodos explicitando su supuesta sensibilidad social con el reparto indiscriminado del dinero ajeno, esos recursos que desde los gobiernos, previamente les han quitado a los que se lo han ganado genuinamente.

No existen atajos para salir de la pobreza. El sendero a recorrer es una obviedad. Se aplicarán algunas políticas antes y otras después, se podrá ir más rápido o más despacio, pero el paisaje tendrá rasgos evidentes que no son precisamente estos que se han elegido en las últimas décadas.

Cuando se abandone la infantil idea de poner parches eternamente, de salir del paso con alquimias económicas, de manipular estadísticas para construir realidades inexistentes, posiblemente se tenga una chance de encaminar las decisiones adecuadas y celebrar luego esas determinaciones correctas.

Mientras tanto la sociedad seguirá girando en círculos, negando las exitosas experiencias que el mundo ofrece, inclusive en el mismo continente, solo porque no encajan en su modo de concebir el mundo, sin comprender que la pobreza seguirá siendo moneda corriente hasta que la comunidad tome, con convicción, la decisión de emprender el desafío de crear riqueza.

ALBERTO MEDINA MÉNDEZ El desafío de crear riqueza

 


Buena parte de la literatura económica, erróneamente, pone demasiado énfasis en investigar la pobreza y la indigencia en vez de cómo salir de ella.
En estas latitudes la discusión sigue mal encaminada. La pobreza ocupa el centro de la escena y todo el debate gira en torno a encontrar mecanismos óptimos que permitan amortiguar parcialmente su impacto cotidiano.

Esa mirada de corto plazo, impide dedicarse a lo esencial, a resolver los verdaderos problemas de fondo. Hay que concentrarse en lo que realmente cambiará el rumbo y convertirá a esta sociedad pobre en una más rica.

Friday, July 8, 2016

Las mentiras del PIB argentino

Juan Ramón Rallo señala que según las cifras más recientes publicadas por el INDEC, Argentina es un 24% más pobre de lo que creíamos.

Juan Ramón Rallo es Director del Instituto Juan de Mariana (España) y columnista de ElCato.org. Juan Ramón obtuvo el tercer lugar en nuestro primer concurso de ensayos, Voces de Libertad 2008.
Los Kirchner gobernaron Argentina entre 2003 y 2015, un período que estuvo caracterizado por los peores rasgos del peronismo: populismo, clientelismo, inflacionismo, intervencionismo y parasitismo. Uno de los casos más sonados de degeneración institucional se produjo a comienzos de 2007, cuando el gobierno utilizó los cuerpos policiales para tomar el control del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) y relevar a los encargados de calcular la inflación. La autonomía del INDEC frente al dirigismo político se vio totalmente socavada desde entonces, de modo que las estadísticas oficiales perdieron cualquier credibilidad de manera irremisible.



Las razones de este salvaje intrusismo político no son difíciles de comprender: incluso creyéndonos los datos del INDEC gubernamental, los precios se multiplicaron por cinco desde finales de 2006 a finales de 2015… una media del 19% anual. La inflación es un robo del gobernante sobre el ciudadano inocente, pues le arrebata parte del poder adquisitivo de sus ingresos sin que se haya aprobado oficialmente ninguna subida de impuestos. Lógico, pues, que la cleptocracia kirchnerista quisiera ocultar estadísticamente el desastre inflacionista que estaba perpetrando con el propósito de multiplicar el tamaño del Estado a costa de pauperizar a los argentinos.
Pero la magnitud de la mentira peronista no termina en haber enmascarado la inflación. Al cabo, no es posible manipular estadísticamente la evolución de los precios sin, a su vez, afectar a las cifras del PIB. Y es que el PIB es el valor de mercado de los bienes y servicios producidos en un año dentro del país, de manera que la elección de una cifra de inflación u otra juega un papel esencial en su determinación. Por ejemplo, si el valor de mercado de los bienes y servicios fabricados dentro de un país pasa de 100 a 150, diremos que el PIB nominal ha crecido un 50%: si suponemos que en ese período la inflación ha sido del 10%, el crecimiento económico real del PIB habrá sido del 40%; si, en cambio, calculamos que la inflación ha alcanzado el 30%, entonces el crecimiento económico real habrá sido sólo del 20%.
Pues bien, la semana pasada, el INDEC argentino publicó su nueva estimación del PIB desde 2004 y los resultados son desoladores: a día de hoy, la economía argentina es un 24% más pobre de lo que creíamos. La razón principal detrás de este corrección es que el país creció 18 puntos menos de lo manifestado por los Kirchner entre 2004 y 2014: es decir, que la recuperación económica posterior al colapso de 2001 fue bastante menos intensa de lo que se nos transmitió durante años. Especialmente significativo es el desfase que se da entre el crecimiento real y el oficial en el período 2011-2014, esto es, durante la segunda y terrible legislatura de Cristina Fernández de Kirchner: mientras que el INDEC politizado había publicado un crecimiento débil pero positivo del 4,2% durante estos años, la realidad fue que la economía se contrajo un 1,5%. Lejos de expandirse, la Argentina de Kirchner y Kicillof llevaba cuatro años en un estancamiento recesivo.
En suma, la recuperación argentina fue mucho más débil de lo que nos contaron, sobre todo a partir de 2011. Muchos de nuestros políticos quisieron convertir al país sudamericano en una referencia a seguir para España: por ejemplo, Alberto Garzón reivindicó las políticas peronistas posteriores a 2001 frente a la austeridad de la Troika, y el propio ministro de Economía argentino que contribuyó a amañar las cuentas del PIB, Axel Kicillof, estuvo el 26 de junio dando apoyo a Unidos Podemos. Pero no, el peronismo no ofrece ningún modelo económico acerca de cómo desarrollarnos: sólo constituye un modelo político de cómo robar a la población mediante la inflación y de cómo embaucarla sistemáticamente para mantenerla ciega ante ese expolio.

Las mentiras del PIB argentino

Juan Ramón Rallo señala que según las cifras más recientes publicadas por el INDEC, Argentina es un 24% más pobre de lo que creíamos.

Juan Ramón Rallo es Director del Instituto Juan de Mariana (España) y columnista de ElCato.org. Juan Ramón obtuvo el tercer lugar en nuestro primer concurso de ensayos, Voces de Libertad 2008.
Los Kirchner gobernaron Argentina entre 2003 y 2015, un período que estuvo caracterizado por los peores rasgos del peronismo: populismo, clientelismo, inflacionismo, intervencionismo y parasitismo. Uno de los casos más sonados de degeneración institucional se produjo a comienzos de 2007, cuando el gobierno utilizó los cuerpos policiales para tomar el control del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) y relevar a los encargados de calcular la inflación. La autonomía del INDEC frente al dirigismo político se vio totalmente socavada desde entonces, de modo que las estadísticas oficiales perdieron cualquier credibilidad de manera irremisible.


Thursday, June 23, 2016

Seguridad y autogobierno, Ron Paul

Seguridad y libertad
Artículo escrito por Ron Paul 
Los asesinatos sin sentido y terribles de la semana pasada en una sala de cine en Colorado recordó a los estadounidenses que la vida es frágil y hermosa, y no debemos tomar a la familia, amigos y seres queridos como algo para siempre. Nuestras oraciones están con las víctimas y las familias de los fallecidos. Como nación, debemos utilizar este terrible suceso para reunirnos con la determinación de crear una sociedad con unos valores de vida mejor.
También debemos hacer frente a la triste realidad de que el gobierno no nos puede proteger de todo daño posible. No importa cuántas leyes se hagan, no importa cuántos policías o agentes federales pongamos en las calles, no importa cuán a menudo controlemos Internet, una persona determinada o grupo aún puede causar un gran daño. Nosotros, como individuos somos responsables de nuestra seguridad y la seguridad de nuestras familias.



Por otra parte, es el papel de la sociedad civil y no gubernamental el construir una cultura de individuos responsables, pacíficos y productivos. El gobierno no puede imponer la moral o infundir esperanza en las personas con problemas. Los controles externos sobre nuestra conducta impuestos por el gobierno a través de leyes, policía y cárceles por lo general se aplican sólo después de un terrible crimen.
El autogobierno interno, por el contrario, es un regulador mucho más poderoso de la conducta humana que cualquier otra ley. Esta autonomía debe desarrollarse desde el nacimiento, en primer lugar por los padres, pero más tarde también a través de la influencia positiva de los familiares y los adultos. Más allá de la infancia, el desarrollo del carácter puede ocurrir a través de las instituciones religiosas, cívicas y sociales. En última instancia, el autogobierno no puede desarrollarse sin una base fundamental de la moralidad.
El gobierno, sin embargo, no es un agente moral. El Estado debe proteger nuestros derechos, pero no puede desarrollar nuestro carácter. Cada vez que se producen terribles crímenes, muchos estadounidenses es comprensible que exijan que el gobierno “hacer algo” para evitar hechos similares en el futuro. Pero este impulso reflexivo, casi siempre conduce a malas leyes y a la pérdida de la libertad.
¿Queremos realmente vivir en un mundo de controles policiales, cámaras de vigilancia y detectores de metales? ¿Realmente creen que el gobierno puede garantizar la seguridad total? ¿Queremos cometer involuntariamente todos los descontentos, de una persona perturbada, o alienada, que fantasea con la violencia? ¿O podemos aceptar que la libertad es más importante que la ilusión de seguridad proporcionada por el Estado?
La libertad no se define por la seguridad. La libertad se define por la capacidad de los ciudadanos a vivir sin la interferencia del gobierno. El gobierno no puede crear un mundo sin riesgos, ni de verdad queremos vivir en un lugar ficticio. Sólo una sociedad totalitaria, clamaría por una seguridad absoluta, como un ideal digno, ya que requeriría un control total del Estado sobre la vida de sus ciudadanos. La libertad tiene sentido sólo si seguimos creyendo en ella, cuando suceden cosas terribles y una falsa seguridad gubernamental nos atrae.

Seguridad y autogobierno, Ron Paul

Seguridad y libertad
Artículo escrito por Ron Paul 
Los asesinatos sin sentido y terribles de la semana pasada en una sala de cine en Colorado recordó a los estadounidenses que la vida es frágil y hermosa, y no debemos tomar a la familia, amigos y seres queridos como algo para siempre. Nuestras oraciones están con las víctimas y las familias de los fallecidos. Como nación, debemos utilizar este terrible suceso para reunirnos con la determinación de crear una sociedad con unos valores de vida mejor.
También debemos hacer frente a la triste realidad de que el gobierno no nos puede proteger de todo daño posible. No importa cuántas leyes se hagan, no importa cuántos policías o agentes federales pongamos en las calles, no importa cuán a menudo controlemos Internet, una persona determinada o grupo aún puede causar un gran daño. Nosotros, como individuos somos responsables de nuestra seguridad y la seguridad de nuestras familias.


Wednesday, June 22, 2016

¿Qué es la inflación?

¿Qué es la inflación?

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Por Ricardo Manuel Rojas
En las últimas décadas, muchos políticos –y economistas que avalan académicamente sus discursos-, se han empeñado en sostener que la inflación es el aumento de los precios. Ello es muy conveniente, pues permite echarle la culpa a alguien más que al propio gobierno por sus nefastas consecuencias (por ejemplo a los comerciantes que “suben” los precios, a los “especuladores”, a las variaciones del comercio internacional, etc.).
Sin embargo, la teoría económica más ortodoxa ha explicado desde siempre que la inflación es el aumento en la cantidad de dinero circulante en relación con los bienes disponibles. El aumento de los precios es una consecuencia de la inflación, al igual que la fiebre es una consecuencia de la infección. Son efectos, no causas; y el único ente capaz de generar inflación es el gobierno, al emitir moneda sin respaldo.


Pensando en esta distorsión del concepto, se me ocurrió consultar el diccionario de la Real Academia Española para ver cómo la define. Esto lo hice con cierto recelo ideológico, basado en el rechazo de que exista una autoridad política del lenguaje.
Ya en el siglo XVIII, los autores morales escoceses explicaban que las mayor parte de las instituciones sociales son el producto de una evolución espontánea que, si bien requiere de la participación humana, no son organizadas o diseñadas por ninguna autoridad o director. Adam Ferguson lo decía con estas palabras: “Las naciones tropiezan con instituciones que ciertamente son el resultado de la acción humana, pero no la ejecución del designio humano”. Es bueno recordar que tanto Ferguson como Adam Smith ubicaban entre estas instituciones que crecían espontáneamente, al derecho, el mercado, la moneda y el lenguaje.
Por eso probablemente el idioma inglés no tiene, como el castellano, una autoridad que se arrogue el monopolio de determinar el significado de las palabras que las personas utilizan. Al igual que en el mercado, existe una “mano invisible” que termina consensuando el significado de los términos entre los distintos diccionarios, sin que medie imposición de autoridad alguna.
Consulté en la página web de la Real Academia Española cuál es el significado de la palabra “inflación” en su acepción económica en la actualidad, y me encontré con esta definición: “Econ. Elevación notable del nivel de precios con efectos desfavorables para la economía de un país”.
Desalentado por esta diferencia entre la acepción “oficial” del término y su significado real, decidí consultar a la vigésima edición del mismo diccionario, del año 1984, y me encontré con que la Real Academia Española definía a la inflación de este modo hace veinte años: “Econ. Exceso de moneda circulante en relación con su cobertura, lo que desencadena un alza general de precios”.
Advertí entonces que los conceptos vienen siendo cambiados por la autoridad del lenguaje, del mismo modo que ocurría con el decálogo de la “animalidad” en la granja o con la neo-lengua de 1984, descriptos por Orwell.
Esta decisión del “dictador de la lengua”, resulta curiosamente operativa para los dictadores de la moneda, del mercado y del derecho, para usar los ejemplos traídos por Ferguson hace más de dos siglos.
El nuevo concepto impuesto arbitrariamente justifica que los gobernantes, como “dictadores monetarios”, sigan emitiendo moneda sin pudor, desligando este proceso de sus consecuencias inflacionarias; permite echarle la culpa del aumento de los precios a los comerciantes y por lo tanto intervenir como “dictador del mercado”, imponiendo “precios sugeridos”, cerrando la exportación de productos, etc., y como “dictador de la ley”, amenazando con la cárcel a quienes no acaten sus regulaciones, como ocurre con la ley de Abastecimiento en Argentina.
El punto de partida de todo ello es torcerle el sentido a las palabras, distorsionar los conceptos, y de ese modo evitar una discusión razonable sobre la realidad.
Pero como decía Francis Bacon, “la realidad, para ser comandada, debe ser obedecida”. Distorsionarla, sólo puede conducir al caso general, incluso para quienes piensan que el engaño es una forma aceptable de gobierno.
La causa de la inflación seguirá siendo el aumento de la emisión monetaria, aunque filólogos y políticos pretendan disponer otra cosa.
El autor es Vicepresidente de la Fundación Friedrich A. von Hayek de Buenos Aires.

¿Qué es la inflación?

¿Qué es la inflación?

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Por Ricardo Manuel Rojas
En las últimas décadas, muchos políticos –y economistas que avalan académicamente sus discursos-, se han empeñado en sostener que la inflación es el aumento de los precios. Ello es muy conveniente, pues permite echarle la culpa a alguien más que al propio gobierno por sus nefastas consecuencias (por ejemplo a los comerciantes que “suben” los precios, a los “especuladores”, a las variaciones del comercio internacional, etc.).
Sin embargo, la teoría económica más ortodoxa ha explicado desde siempre que la inflación es el aumento en la cantidad de dinero circulante en relación con los bienes disponibles. El aumento de los precios es una consecuencia de la inflación, al igual que la fiebre es una consecuencia de la infección. Son efectos, no causas; y el único ente capaz de generar inflación es el gobierno, al emitir moneda sin respaldo.

Tuesday, June 21, 2016

No sólo tuvimos a los de la Escuela de Salamanca


Con la repetición de las elecciones a la vuelta de la esquina, y ya desde antes de que empezase oficialmente la campaña electoral, no puede uno sustraerse de las mil y una propuestas de los políticos de todo signo sobre lo que quieren hacer con nuestro país, y, especialmente, las mil y una medidas que van a aplicar para garantizar una vida mejor para todos. Las propuestas de todos ellos (salvando alguna honrosa excepción, por lo demás, minoritaria) concibe el problema económico como un simple problema de asignación de recursos “dados”, suponiendo, por tanto, un conocimiento de los fines y de los medios de los agentes, de forma que el problema económico queda reducido a un problema técnico de mera asignación, maximización u optimización, sometido a unas restricciones que se suponen también conocidas. De ahí que los políticos, que se creen más listos que nadie, estén convencidos de tener en su poder todas las recetas.



En el foro en el que aparece el presente artículo, todos estamos familiarizados con el papel esencial que la Escuela Austríaca de Economía le asigna a la “empresarialidad” dentro del proceso económico, concepto contrario al de la corriente mayoritaria de la que, por desgracia, beben nuestros políticos más “destacados”. Basta, para refrescar esas ideas, con acercarse a la obra de, entre otros, el flamante X Premio Juan de Mariana, Jesús Huerta de Soto.
Mi intención en este artículo es, precisamente, rescatar el pensamiento económico de un compatriota nuestro del siglo XVIII cuyas ideas sobre temas económicos entroncan directamente con los “economistas clásicos” y en cuyo seno se encuentran, claramente, ideas o intuiciones que después desarrollarán corrientes de pensamiento como la Escuela Austríaca, arriba citada. Un ejemplo es la idea que este autor español tenía del concepto de la “información” necesaria para el desarrollo económico, y que podemos relacionar, directamente, con lo que los austríacos denominan “empresarialidad”. Me refiero a Jovellanos, generalmente conocido por su obra literaria, pero de cuyos ensayos económicos poco saben los no especialistas, a pesar de que se trate de un pensamiento muy rico y en el que ya se perfilan muchas de las ideas que se desarrollarán más de un siglo después.
En efecto, en una de sus obras económicas esenciales, su “Informe de Ley Agraria” (1795), Jovellanos enumera, uno a uno, los “estorbos” económicos que él veía en la economía (eminentemente agraria) de su época, y las medidas que, a su juicio, se debían adoptar, en un planteamiento del que tanto deberían aprender nuestros políticos, y que tanto nos suenan a quienes comulgamos con la Escuela Austríaca. De entre ellos, uno de los principales es la idea de “empresarialidad” que subyace en su planteamiento, y la necesidad de fomentar una educación que ayude a desarrollar ese rasgo de los agentes económicos.
Para la Escuela Austríaca, y resumiendo mucho, se entiende por empresario  al sujeto que actúa para modificar las circunstancias del presente y conseguir sus propios y personales objetivos o fines, a través de los medios escasos que subjetivamente considera más adecuados, de acuerdo con un plan y desarrollando su acción en el tiempo. Pero para entender la naturaleza de dicha función empresarial es imprescindible tener presente el papel esencial que juega la información o conocimiento que posee el actor; una información que le sirve, en primer lugar, para percibir o darse cuenta de nuevos fines y medios, y que, por otra parte, modifica los esquemas mentales o de conocimiento que posee el propio sujeto. De esta forma, si el problema económico de la sociedad se concreta, principalmente, en la pronta adaptación a los cambios según las circunstancias particulares de tiempo y lugar -para poder alcanzar, cada vez, situaciones menos insatisfactoria para el individuo, de acuerdo con la evolución de sus fines y la distinta utilidad subjetiva que se les reconoce a los medios escasos disponibles-, las decisiones empresariales tendrán, en principio, más éxito si son ejecutadas por quienes están familiarizados con estas circunstancias, es decir, por quienes conocen de primera mano los cambios pertinentes y los recursos disponibles de inmediato para poder ser utilizados .
Vemos, por tanto, que se hace imprescindible un conocimiento subjetivo y práctico, centrado en las circunstancias subjetivas particulares de tiempo y espacio, y que verse, como decíamos, tanto sobre los fines que pretende el actor y que él cree que persiguen el resto de actores, como sobre los medios que el actor cree tener a su alcance para lograr los citados fines. Un conocimiento, por tanto, que no es teórico, sino práctico, y que, en consecuencia, es de carácter privativo y disperso, que no es algo “dado” que se encuentre disponible para todo el mundo, sino que se encuentra “diseminado” en la mente de todos y cada uno de los hombres y mujeres que actúan y que constituyen la humanidad.
Ese es, precisamente, y en esencia, el planteamiento de Jovellanos, que, ya en la segunda mitad del XVIII, critica de forma frontal el tipo de enseñanza de su época, señalando, además, los medios que, a su juicio, garantizarían una educación acorde con las necesidades económicas de los “propietarios” y campesinos. En ese planteamiento es donde subyace, de hecho, una idea de “empresarialidad” (término que, por supuesto, Jovellanos no utiliza) cuyos rasgos son muy similares -si bien, evidentemente, mucho menos desarrollados-, a los de los austríacos:
Jovellanos destaca, por ejemplo, la falta de reconocimiento y consideración con que se trata, en su época, a las ciencias exactas, físicas, naturales y experimentales, especialmente las aplicables a la mejora de las técnicas de cultivo:
Para que los institutos propuestos sean verdaderamente útiles convendrá formar unos buenos elementos, así de ciencias matemáticas como de ciencias físicas, y singularmente de éstas últimas; unos elementos que, al mismo tiempo, reúnan cuantas verdades y conocimientos puedan ser provechosos y aplicables a los usos de la vida civil y doméstica (…)
Dígnese, pues, V.A. de restaurarlas en su antigua estima; dígnese de promoverlas de nuevo, y la agricultura correrá a su perfección. Las ciencias exactas perfeccionarán sus instrumentos, sus máquinas, su economía y sus cálculos, y los abrirán además la puerta para entrar al estudio de la naturaleza (…). La historia natural, presentándole las producciones de todo el globo, le mostrará nuevas semillas, nuevos frutos, nuevas plantas y hierbas que cultivar y acomodar a él, y nuevos individuos del reino animal que domiciliar en su recinto. Con estos auxilios descubrirá nuevos modos de mezclar, abonar y preparar la tierra, y nuevos métodos de romperla y sazonarla. Los desmontes, los desagües, los riesgos, la conservación y el beneficio de los frutos, la construcción de trojes y bodegas, de molinos, de lagares y prensas, en una palabra, la inmensa variedad de artes subalternas y auxiliares del arte grande de la agricultura, fiadas ahora a prácticas absurdas y viciosas, se perfeccionarán a la luz de estos conocimientos, que no por otra causa se llaman útiles que por el gran provecho que puede sacar el hombre de su aplicación y socorro de sus necesidades.
En su opinión, dicho cambio de mentalidad no se podía esperar de la Universidad española, anquilosada y escolástica, ni debía orientarse hacia las disquisiciones puramente teóricas, sino hacia aplicaciones prácticas y a personas directamente dedicadas y/o interesadas en la agricultura (propietarios y campesinos principalmente):
Tampoco propondrá la Sociedad que se agregue esta especie de enseñanza al plan de nuestras universidades. Mientras sean lo que son y lo que han sido hasta aquí; mientras estén dominadas por el espíritu escolástico, jamás prevalecerán en ellas las ciencias experimentales (…) tantas cátedras, en fin, que sólo sirven para hacer que superabunden los capellanes, los frailes, los médicos, los letrados, los escribanos y sacristanes mientras escasean los arrieros, los marineros, los artesanos y los labradores, ¿no estaría mejor suprimirlas, y aplicada su dotación a esta enseñanza provechosa? (…) La agricultura no necesita discípulos adoctrinados en los bancos de las aulas, ni doctores que enseñen desde las cátedras, o asentados en derredor de una mesa. Necesita de hombres prácticos y pacientes, que sepan estercolar, arar, sembrar, coger, limpiar las mieses, conservar y beneficiar los frutos, cosas que distan demasiado del espíritu de las escuelas, y que no pueden ser enseñadas con el aparato científico.
Para ello recomendaba la creación, en ciudades y villas de importancia, de centros en los que pudiesen formarse los “propietarios” (sic), así como de una enseñanza primaria, para que los campesinos aprendan a “leer, escribir y contar”, a fin de que puedan “perfeccionar las facultades de su razón y de su alma” y percibir las sublimes verdades “sencillas y palpables de la física, que conducen a la perfección de sus artes”.
En opinión del patricio asturiano, tanto los propietarios como los campesinos y los párrocos debían disponer de publicaciones de fácil comprensión, elaboradas por las Sociedades de Amigos del País, que los formaran en técnicas de preparación de la tierra y siembra, así como en el uso de mejores y más modernos instrumentos de cultivo.
Como vemos, el planteamiento que Jovellanos desarrolla en la obra da una gran importancia al conocimiento, pero entendido en un sentido amplio, sin limitarlo a la mera información teórica, pero reconociéndole a la física, a las matemáticas y a las ciencias experimentales en general, su importancia; acentuando la necesidad de que se fije en la resolución de los problemas prácticos, pero sin olvidar los teóricos; reconociendo implícitamente que no es necesario que  se conozcan todas las circunstancias, todos los acontecimientos, todos los efectos, aunque sí unos mínimos; un conocimiento dirigido a las personas directamente relacionadas con el sector en el que se va a aplicar y, por supuesto, siempre  atento a las innovaciones y mejoras, permanentes y dispersas, que se van descubriendo (en otras zonas o por otras personas), a fin de poder incorporarlas inmediatamente al proceso productivo, en un proceso que se retroalimenta.
En definitiva, un conocimiento que tiene los mismos rasgos y las mismas características que destacan los autores de la Escuela Austriaca al hablar del conocimiento propio de la función empresarial, y que, si bien Jovellanos no lo refiere a la “empresa” como estructura creadora y aglutinadora, sí lo entiende como un “intangible”, que va más allá del mero conocimiento intelectual, en sentido estricto, y que incluye otras muchas habilidades del ser humano.

No sólo tuvimos a los de la Escuela de Salamanca


Con la repetición de las elecciones a la vuelta de la esquina, y ya desde antes de que empezase oficialmente la campaña electoral, no puede uno sustraerse de las mil y una propuestas de los políticos de todo signo sobre lo que quieren hacer con nuestro país, y, especialmente, las mil y una medidas que van a aplicar para garantizar una vida mejor para todos. Las propuestas de todos ellos (salvando alguna honrosa excepción, por lo demás, minoritaria) concibe el problema económico como un simple problema de asignación de recursos “dados”, suponiendo, por tanto, un conocimiento de los fines y de los medios de los agentes, de forma que el problema económico queda reducido a un problema técnico de mera asignación, maximización u optimización, sometido a unas restricciones que se suponen también conocidas. De ahí que los políticos, que se creen más listos que nadie, estén convencidos de tener en su poder todas las recetas.


Saturday, June 18, 2016

Rusia se convierte en el mayor exportador de trigo del mundo

El aumento de las ventas ha sido posible gracias a un alto rendimiento de las cosechas y a la devaluación del rublo.
Imagen ilustrativa
Imagen ilustrativaTaras LitvinenkoSputnik
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Rusia se ha convertido en el líder mundial de la venta de trigo, informa el diario 'Védomosti' citando un informe del Ministerio de Agricultura de EE.UU. publicado el pasado 10 de junio. Las exportaciones rusas de este grano en esa fecha se estiman en 24,5 millones de toneladas, seguidas de Canadá (22,5 millones de toneladas) y EE.UU. (21,09 millones de toneladas).
Los datos del Ministerio de Agricultura de Rusia difieren de los anteriores y reflejan que en el intervalo comprendido entre el 1 de julio de 2015 y el 8 de junio de 2016, las exportaciones rusas aumentaron en un 12,3%, hasta los 33,04 millones de toneladas.



En los escasos días que quedan hasta el 30 de junio (el final del año agrícola), las tendencias no van a cambiar, por lo que se puede decir que Rusia ya es el líder mundial en exportación de trigo, afirma el director general del Instituto de Estudio del Mercado Agrario, Dmitri Rilko. Además, Rilko añade que Rusia se ha convertido en líder por primera vez en la historia moderna. Hace un año, Rusia ocupaba el tercer lugar, situándose por detrás de Canadá y EE.UU.
La razón principal del cambio se debe a una cosecha de trigo excepcional en el sur de país; concretamente, en la región de Krasnodar y Stávropol y la provincia de Rostov, que han pasado a aportar del 80% de las exportaciones al 85%. Asimismo, Rilko indica que las exportaciones se han vuelto más competitivas debido a la devaluación del rublo.
El trigo ruso tiene demanda de más de 130 países y los mayores consumidores son Egipto, Turquía e Irán, afirma el presidente de la Unión Rusa de Granos, Arkadi Zlochevski.

Rusia se convierte en el mayor exportador de trigo del mundo

El aumento de las ventas ha sido posible gracias a un alto rendimiento de las cosechas y a la devaluación del rublo.
Imagen ilustrativa
Imagen ilustrativaTaras LitvinenkoSputnik
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Rusia se ha convertido en el líder mundial de la venta de trigo, informa el diario 'Védomosti' citando un informe del Ministerio de Agricultura de EE.UU. publicado el pasado 10 de junio. Las exportaciones rusas de este grano en esa fecha se estiman en 24,5 millones de toneladas, seguidas de Canadá (22,5 millones de toneladas) y EE.UU. (21,09 millones de toneladas).
Los datos del Ministerio de Agricultura de Rusia difieren de los anteriores y reflejan que en el intervalo comprendido entre el 1 de julio de 2015 y el 8 de junio de 2016, las exportaciones rusas aumentaron en un 12,3%, hasta los 33,04 millones de toneladas.


Contra los impuestos

SANTIAGO NAVAJAS


La polémica sobre la filtración de los “papeles de Pánama” se ha centrado en si hay que prohibir los denominados “paraísos” o “refugios” fiscales. Pero podríamos poner el foco en otra variante de la ecuación: ¿Es la obligación de pagar impuestos una injusticia?, ¿cabe considerar el derecho a la objeción fiscal? Como casi siempre, Kant ilustra, nunca mejor dicho, el camino tributario a seguir en una sociedad que pretenda ser eficiente a fuer de justa. Escribía el filósofo alemán en ¿Qué es la Ilustración?
“El ciudadano no se puede negar a pagar los impuestos que le son asignados (Pero) él mismo no actuará en contra del deber de un ciudadano si, como docto, manifiesta públicamente su pensamiento contra la inconveniencia o injusticia de tales impuestos.”
Desde el punto de vista filosófico, cabe la resistencia civil, aunque sea “opinativa”, contra el fisco


Desde el punto de vista filosófico, por tanto, cabe la resistencia civil, aunque sea “opinativa”, contra el fisco. Como la que propugna otro filósofo alemán Peter Sloterdijk: la solidaridad no puede ser producto de la coacción, por lo que los impuestos deben reducirse a su mínima expresión, para sostener los bienes públicos estrictos, y las contribuciones de los ciudadanos al funcionamiento de los servicios estatales no imprescindibles (de las televisiones “públicas” a las mil y una empresas estatales) se debería realizar únicamente mediante donaciones voluntarias. Es decir, como la Wikipedia. O, lo que es lo mismo, menos socialdemocracia y más liberalismo.
La fundamentación moral de una imposición fiscal ocurrirá cuando el Estado se legitime ante los ciudadanos, es decir, que sea capaz de persuadirlos, en lugar de coaccionarlos, para ir más allá del límite de la “libertad positiva” (por usar la terminología de Isaiah Berlin). Del mismo modo que el crowfunding se está convirtiendo en una herramienta esencial para la financiación democrática de proyectos empresariales privados, fuera de los circuitos crediticios habituales, también debería serlo para las iniciativas emprendedoras estatales. Sería interesante comprobar cuánta de la gente que se dice amiga de la cultura está dispuesta a pagar por ella y también por el acceso de aquellos que no pueden pagarla.
Me refería antes a la Wikipedia, un bien público financiado por los dos millones de personas que, de media, pagamos treinta euros al año para que cualquiera, independientemente de que haya contribuido o no, pueda hacer uso de ella. ¿Cuántos estaríamos dispuestos a donar dinero para el mantenimiento de una orquesta de música de carácter nacional (o municipal) o para el de una emisora como Radio 3? Se podrían crear mecanismos incentivadores para las empresas del modo que, por ejemplo, si un trabajador dona parte de su salario al mantenimiento de un museo arqueológico su empresa contribuyera en igual medida (siendo desgravable en una proporción).
Cada vez que un Estado se desmarca del Pacto Fiscal Europeo y aumenta los impuestos, se deslegitima para pedir a los ciudadanos que cumplan con sus obligaciones fiscales
Tras una tarifa plana del veinticinco por ciento en el IRPF, las contribuciones voluntarias al Estado irían en consonancia con un rendimiento a los ciudadanos tanto de las cuentas como de la calidad de los servicios. Tras dicho techo impositivo, habría que obligar al Estado a un límite de deuda del 60% del PIB, de modo que no se escape a través de la emisión de deuda que no es más que una forma de proyectar los impuestos al futuro. Cada vez que un Estado se desmarca del Pacto Fiscal Europeo y aumenta los impuestos, se deslegitima para pedir a los ciudadanos que cumplan con sus obligaciones fiscales. Parafraseando al “No tax without representation” (“No hay tributación sin representación”) que inspiró la Independencia norteamericana, podríamos reclamar que sin rendición de cuentas y austeridad en el gasto público el ciudadano no está comprometido moralmente a obedecer leyes que devienen en confiscatorias.
Si actualmente Hacienda trata a los contribuyentes como súbditos no tendría más remedio, bajo un nuevo paradigma de empoderamiento fiscal ciudadano, que pasar a considerarlos como clientes que “siempre tienen razón”, en el sentido de que deberían sentirse inversores de lo público y no siervos de la gleba, a medio camino entre esclavos y hombres libres. “Hacienda somos todos” ha significado usualmente que todos somos servidores del Estado. Pero con el “empoderamiento” del ciudadano, rompiendo la asimetría informativa y de violencia que detenta ahora el Estado, pasarían los contribuyentes a ser considerados como inocentes de cualquier delito o falta fiscal, en lugar de la situación de arbitrariedad, incertidumbre e indefensión que padecen.
Vivimos el absurdo de producir para pagar impuestos en lugar de sentirnos copartícipes de una tarea colectiva
Los “papeles de Panamá” han derivado en un debate confuso e interesado en el que se ha mezclado torticeramente la ingeniería financiera legítima con la evasión delictiva. Pero sobre todo ha apuntalado los cimientos de un Estado devorador de las rentas y la riqueza que producen los ciudadanos. Vivimos el absurdo de producir para pagar impuestos en lugar de sentirnos copartícipes de una tarea colectiva que cree las infraestructuras y las condiciones sociales que incentiven una mayor prosperidad y una justicia más profunda. La situación es cada vez más totalitaria y absurda y, además, nos conduce no sólo a la infantilización moral sino al desastre económico.

Contra los impuestos

SANTIAGO NAVAJAS


La polémica sobre la filtración de los “papeles de Pánama” se ha centrado en si hay que prohibir los denominados “paraísos” o “refugios” fiscales. Pero podríamos poner el foco en otra variante de la ecuación: ¿Es la obligación de pagar impuestos una injusticia?, ¿cabe considerar el derecho a la objeción fiscal? Como casi siempre, Kant ilustra, nunca mejor dicho, el camino tributario a seguir en una sociedad que pretenda ser eficiente a fuer de justa. Escribía el filósofo alemán en ¿Qué es la Ilustración?
“El ciudadano no se puede negar a pagar los impuestos que le son asignados (Pero) él mismo no actuará en contra del deber de un ciudadano si, como docto, manifiesta públicamente su pensamiento contra la inconveniencia o injusticia de tales impuestos.”
Desde el punto de vista filosófico, cabe la resistencia civil, aunque sea “opinativa”, contra el fisco