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Friday, September 30, 2016

Los economistas de Pinochet (II)

“El doloroso proceso al cual Chile fue sometido después del fracaso del experimento socialista de Allende, es considerado como los cimientos sobre los cuales descansa la libertad y el progreso a tantos años de distancia.”


RICARDO VALENZUELA
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Hace un par de años publiqué una nota titulada, “Los Economistas de Pinochet”, en la cual describía cómo se fue gestando y desarrollando el milagro chileno que ha convertido a ese país en el único en toda América Latina que alcanza el desarrollo y prosperidad. El ingreso per cápita chileno se ubica en estos momentos en el doble del mexicano y tres, cuatro veces superior al de otros países de la región. El secreto: Chile ocupa el lugar #7 en el Índice de Libertad Económica, México el #60, Venezuela el #128, penúltimo en la lista.



He decidido retomar el tema básicamente por dos motivos. El primero es porque en las reuniones de La Alianza Álamos, tuve la gran oportunidad de conocer a uno de esos economistas bautizados como, “Los Chicago Boys de Chile”, Rolf Luders. Portan la etiqueta porque la mayoría de ellos obtuvieron su educación económica en esa universidad templo del liberalismo, La Universidad de Chicago. En la reunión del 2013 por primera vez conocí a Rolf. Un hombre impresionante, serio pero agradable, y cada vez que abría la boca para expresar una opinión, dejaba a todo el auditorio petrificado con el contenido de sus sabias palabras.
Lo volví a ver la pasada reunión en Álamos en la cual, tuve la oportunidad de seguir escuchando sus impactantes ideas. Sin embargo, la amplia ventana hacia el intelecto de este hombre, se me abría en el último coloquio en el que ambos participamos en la ciudad de Guatemala el pasado mes de junio, promovido por la Universidad Francisco Marroquín. Rolf y yo establecimos una relación personal que, en nuestras conversaciones uno a uno, me despejaban infinidad de incógnitas acerca del milagro chileno. Rolf fue Ministro de Hacienda en Chile y sabe bien de lo que hablábamos. Este encuentro me permitió también conocer con más profundidad al economista, al hombre, al amigo.
El segundo motivo es que, aunque parezca increíble, el nuevo gobierno de Chile, con una ceguera irracional, se ha dado, en un proceso que justifica el nuevo libro de Montaner y Vargas Llosa, “El Regreso del Idiota Latinoamericano”, a la destrucción de lo que a los liberales les tomó cuarenta años construir. El pasado mes de septiembre, Hernán Buchi, otro ex Ministro de Hacienda y, aunque su educación fue en Columbia University, siempre se le ha considerado como otro más de los Chicago Boys, publicó un artículo titulado, “La desaceleración se acentúa” en el cual, activa una alarma espeluznante ante las gestiones del nuevo gobierno.
Informa Buchi cómo el banco central de nuevo rebaja la estimación de crecimiento económico a 1.7%, cuando en marzo se hubiera estimado el 4%. En medio de esta desaceleración, el cáncer de las economías, la inflación, asoma sus afilados colmillos alcanzando casi un 5%. Pero lo más impactante, el mismo banco central lleva a cabo otra estimación del crecimiento a largo plazo rebajándolo al 0.50%. Aun cuando para el ciudadano común estas cifras no signifiquen mucho puesto que ni las conoce, tienen una importancia dramática en su vida diaria: empleo, ingreso, capacidad de compra, nivel de vida, etc. 
Las reformas implementadas por los Chicago Boys en la era de Pinochet, aunque duras, son consideradas admirables y las bases sobre las cuales ha descansado el milagro chileno de los últimos 40 años. El doloroso proceso al cual Chile fue sometido después del fracaso del experimento socialista de Allende, es considerado como los cimientos sobre los cuales descansa la libertad y el progreso a tantos años de distancia. Chile se adelantó casi dos décadas a otros procesos en América Latina los que, al no haberse implementado de la forma correcta, fracasaron rotundamente. Pero más impresionante, Chile se anticipó con sus reformas libertarias, inclusive a las tan famosas de EEUU e Inglaterra encabezadas por Reagan y la Thatcher.
Hay intelectuales que, inclusive, se atreven afirmando el exitoso experimento de los Chicago Boys en Chile, fue lo que provocó el mundo entero regresara a los mercados, y hoy día, países como China, Rusia, Polonia, Australia, Nueva Zelanda, todos los ex satélites de la URSS y los países del norte de Europa, exitosamente estén implementando la misma receta —al pie de la letra— y veloces en la carrera hacia la prosperidad, pasan a las mulas latino americanas en su amodorrado trote.
Después de 1974 el régimen de Pinochet desarrolló un radical programa de liberación económica basado en el uso indiscriminado de los mecanismos de mercado, el desmantelamiento y reducción del obeso estado, desregulación del sector financiero, y un discurso en el que se permitía a las habilidades del mercado resolver prácticamente cualquier problema que enfrentara la sociedad. Porque ¿qué es o quién es ese misterioso ser conocido como el mercado? Muy sencillo, somos todos nosotros, la sociedad civil en pleno.
El grupo de economistas seleccionados por Pinochet para la reconstrucción de las ruinas, de inmediato se dieron a la tarea distinguiéndose, no solo por audacia de su revolución económica, sino también por su fe inquebrantable de la ciencia económica como base legitima de sus medidas draconianas (nada de medias tintas) y la habilidad del mercado para resolver el caos heredado del sueño socialista. De inmediato también, rechazaron el papel intervencionista que el estado había siempre representado en el desarrollo del país. El caso chileno realmente se convirtió en un modelo, un fenómeno especial que no hubiera nacido de alguna experiencia histórica.
Regreso a Guatemala. Era ya el final del coloquio y debía yo de exprimir las últimas horas que pasaría con Rolf Luders. Al terminar las actividades del coloquio y ya listos para abordar el camioncito que nos llevaría al lugar de la cena de despedida, decidí no separarme de Rolf y tener finalmente la visión completa del milagro chileno. Platicamos largo en el lobby del hotel. Viajamos juntos en el camioncito, nos sentamos en la misma mesa junto con la bella Lucy. Durante toda la noche lo fusilaba con mis preguntas. Al final de la velada casi con rabia le afirmaba preguntando ¿Cómo es posible que “la democracia” chilena derrumbe todo lo construido?
Finalmente nos despedíamos en la entrada del hotel con el propósito de seguir en contacto y, sobre todo, continuar la lucha por la libertad y la prosperidad de nuestros pueblos. Recostado en mi cama pensaba, no cabe duda que América Latina es el burro de la noria.

Los economistas de Pinochet (II)

“El doloroso proceso al cual Chile fue sometido después del fracaso del experimento socialista de Allende, es considerado como los cimientos sobre los cuales descansa la libertad y el progreso a tantos años de distancia.”


RICARDO VALENZUELA
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Hace un par de años publiqué una nota titulada, “Los Economistas de Pinochet”, en la cual describía cómo se fue gestando y desarrollando el milagro chileno que ha convertido a ese país en el único en toda América Latina que alcanza el desarrollo y prosperidad. El ingreso per cápita chileno se ubica en estos momentos en el doble del mexicano y tres, cuatro veces superior al de otros países de la región. El secreto: Chile ocupa el lugar #7 en el Índice de Libertad Económica, México el #60, Venezuela el #128, penúltimo en la lista.


Thursday, July 21, 2016

La necesidad moral de la libertad económica

La necesidad moral de la libertad económica

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Por Wilhelm Röpke
Uno de los mas graves errores nuestra época es el de creer que la libertad económica y la sociedad que en ella se basa, difícilmente son compatibles con la posición moral de una actitud estrictamente cristiana.
A tan extraña creencia se debe el bien conocido hecho de que una gran parte del clero protestante y católico, tanto en el viejo como en el Nuevo Mundo, se incline fuertemente hacia la izquierda socialista. En vista de las alarmantes consecuencias de esta tendencia, que debilita nuestra resistencia hacia el comunismo (precisamente en el momento mas critico) y que impregna a nuestra sociedad de un vago desasosiego moral, resulta extraordinariamente urgente disipar la confusión intelectual que constituye la raíz del problema.


No se ha enfatizado bastante en que esta creencia popular es falsa y que lo cierto es precisamente lo contrario; porque las más poderosas razones para defender la libertad
económica y la economía de mercado son precisamente de carácter moral. Los valores morales del verdadero cristianismo exigen la libertad económica y la economía de mercado, y nunca pedirían el sistema económico opuesto: el socialismo. Sin embargo al mismo tiempo es necesario enfatizar que la libertad económica y la economía de mercado exigen esos valores, es decir, se condicionan mutuamente.
Para entender esto, debe tenerse en cuenta tanto a la economía como a la ética. Hay una
especie de moral que pretende ignorar los principios económicos elementales, y por lo mismo cuando emite apreciaciones de carácter moral sobre ciertas acciones económicas que no comprende, es susceptible de causar gran daño.
Por otra parte, existe cierta clase de teoría económica que ignora la esencial base moral de la vida económica, cuando menos teóricamente. Tan mala es la una como la otra, la moral que pretende ignorar la economía, como la economía que pretende ignorar la moral; pero ambos errores pueden sin embargo corregirse complementándose recíprocamente.
Podría aclarar mejor este punto refiriendo mis experiencias personales y explicando con la mayor franqueza los conflictos intelectuales que he tenido que resolver durante toda mi vida de economista. Igual que muchos otros jóvenes de mi propia generación, al principio fuí socialista, y precisamente por razones morales. Pensábamos que el socialismo era el único camino para alcanzar la paz, la libertad y la justicia. Y como tantos otros jóvenes de mi propia generación, aprendí por la experiencia y un raciocinio más sobrio y tranquilo que nuestro socialismo juvenil era un error fundamental. ¿Por qué?
Antes que nada, porque el análisis económico nos ha enseñado que el socialismo es un orden económico notoriamente inferior. Lo condenamos porque la planeación y la nacionalización los dos pilares del orden socialista– conducen al desperdicio, al desorden y producen un bajo nivel de productividad y en cambio la libertad económica y la propiedad privada –los dos pilares del orden económico «liberal»– significan coordinación; progreso y un alto nivel de productividad. En otras palabras, las actividades económicas no pueden constituir la esfera de actividad de la autoridad planificadora que coerciona y castiga; tales actividades deben dejarse a la cooperación espontánea de todos los individuos a través de un mercado libre, de precios libres y de franca competencia.
Después de las recientes experiencias, particularmente en Europa, que han confirmado estas enseñanzas del análisis económico, nos asiste toda la razón para poner de relieve sus alcances prácticos. En todas partes donde el socialismo fue puesto en practica en Europa, en país tras país, se demostró que conduce hacia la pobreza y el desorden económico. No así la economía de mercado que es la base del bienestar de las masas y del orden económico y que la economía de mercado es el mejor camino para el bienestar de las masas y para el balance o equilibrio económico. Encuestas recientes efectuadas en ese país, han demostrado que aun la abrumadora mayoría de los obreros (mas del 80%) favorece la economía de mercado aunque muchos de ellos sean miembros del partido socialista.
Pero hay algo mas que la simple preferencia por una determinada técnica económica. Yo no creo en la libertad económica solo porque en mi carácter de economista se supone que debo saber algo sobre precios, tasas de interés, costos o tipos de cambio. La fuerza de mi convicción radica en algo más profundo o sea, en aquellas regiones del alma donde se decide en ultima instancia la filosofía social que tiene cada uno. A los socialistas y a sus enemigos ideológicos los dividen conceptos fundamentalmente diferentes acerca de la vida y de su significado.
La opinión que tengamos sobre la posición del hombre en el universo, decidirá nuestra posición acerca de si los más altos valores se realizan en el individuo o en la sociedad, y nuestra preferencia por cualquiera de las dos tesis constituye la base de nuestra posición política. Una vez mas confirmamos la veracidad del famoso aserto del Cardenal Manning: «Todas las diferencias entre los humanos son, en ultima instancia, de carácter religioso». De ahí, pues, que mi oposición fundamental al socialismo radica en que a pesar de toda su fraseología liberal otorga muy poco al hombre, a su libertad, y a su personalidad y otorga demasiado a la sociedad.
El socialismo (incluye la filosofía estado providencia) se apoya primordialmente en el Estado y en la sociedad y no en el individuo con su responsabilidad y dignidad humanas. Por esto es contrario a la tradición moral basada en el patrimonio común de la cristiandad y el humanismo. En su entusiasmo por la organización, la centralización, la reglamentación y la subordinación al Estado, el socialismo pone en juego medios que no son compatibles con la libertad y dignidad humanas. Y porque tengo un concepto claro acerca del hombre como la imagen de Dios, resultando pecaminoso utilizar su persona como medio; Porque estoy convencido de que cada hombre tiene un valor único por su relación con Dios, pero no ese Dios del híbrido humanismo ateo; por toda estas razones yo desconfío totalmente de cualquier clase de colectivismo.
Partiendo de estas convicciones enraizadas en la experiencia y en los testimonios históricos, llegué a la conclusión de que solo la economía libre puede estar de acuerdo con la libertad del hombre y con la estructura política y social que salvaguarda. Fuera de este sistema económico de libertad no veo ninguna oportunidad para que pueda continuar la existencia humana dentro del marco de las tradiciones filosóficas y religiosas de Occidente.
Solo por esta razón debíamos respaldar el orden económico libre, aún cuando implicara un sacrificio material y aún cuando el socialismo nos asegura una mayor abundancia material. Y somos muy afortunados en que esto ultimo no sea cierto. Más importante aún resulta que el orden económico libre es requisito indispensable para la libertad, la dignidad humana, la libre elección y la justicia. Por esto lo deseamos y por ello cualquier precio que paguemos no resulta demasiado alto, aunque los comunistas pudieran hacer, pongo por caso, más grandes y mejores máquinas lavadoras.
Aceptamos de buena gana la riqueza material y el bienestar que la libertad económica nos proporciona y que jamás encontramos en una economía colectivista, pero sólo debíamos aceptar estos dones especialmente por sus ventajas morales y precisamente por ellas estamos obligados a defender la libertad económica, inclusive cuando discutimos con Khrushchev.
Existe una profunda razón moral que explica por qué una economía de libre empresa produce la salud del cuerpo social y una abundancia de bienes mientras que una economía socialista trae consigo el desorden social, la insuficiencia y la pobreza. El sistema económico de libertad transforma la extraordinaria fuerza que radica en la afirmación del propio individuo, en tanto que la economía socialista, que se usa en la coerción, suprime esta fuerza y se desgasta a si misma en la lucha contra ella.
¿Cuál de los dos sistemas resulta el más ético? ¿Aquel que permite al individuo luchar para mejorarse a sí mismo y a su familia mediante su propio esfuerzo y que conduce simultáneamente a un aumento del bienestar de las masas, o el otro sistema que tiene por meta suprimir esa fuerza, y que simultáneamente produce un menor bienestar? Resulta ser moral que los intelectuales que predican las virtudes de este segundo sistema cuya esencia es la coerción y la miseria, lo hagan inspirados por la ambición de asegurarse un puesto de mando en la colosal maquinaria coercitiva que tal sistema presupone.
En realidad, el estado colectivista que se reafirma con las inmoralidades de los precios máximos, los controles de cambio y los impuestos confirmatorios, resulta mucho más inmoral que el individuo que viola esos presupuestos para preservar los frutos de su propio trabajo. No creo sea moral o haga algún bien apalear al burro que saca el agua de la noria.
El gran error moral del socialismo, es su constante oposición al lógico deseo del hombre de superarse junto con su familia y de asumir la responsabilidad para su futuro; ello está dentro del orden natural, al igual que el deseo de identificarse con la comunidad y de servir a sus fines. Ambos deseos son intrínsecos a la humanidad y deben equilibrarse, impidiendo los excesos que pueden destruir una existencia humana digna.
La excéntrica moralidad que confunde las enseñanzas eternas del cristianismo con el comunismo de los primeros cristianos, y que espera el fin inminente de todas las cosas, acaba por aprobar una sociedad en la cual los medios altamente inmorales como la coerción económica, la disolución de la familia, la mentira, el espionaje, la propaganda y la fuerza bruta constituyen inevitables consecuencias. Por tanto el error intelectual que se comete en nombre de una más alta moral y que consiste en condenar la libertad económica; en no percibir en el esfuerzo del individuo por su autoafirmación, el verdadero olor de santidad y la abnegación de los héroes, es capaz de destruir la moralidad que constituye la esencia de la civilización. Es urgente corregir este error.
– Publicado en Tópicos de Actualidad, CEES, Año 4, Abril 1962, No. 37. http://www.cees.org.gt [Tomado de la revista «Espejo», publicación del Instituto de
Investigaciones Sociales y Económicas, México]

La necesidad moral de la libertad económica

La necesidad moral de la libertad económica

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Por Wilhelm Röpke
Uno de los mas graves errores nuestra época es el de creer que la libertad económica y la sociedad que en ella se basa, difícilmente son compatibles con la posición moral de una actitud estrictamente cristiana.
A tan extraña creencia se debe el bien conocido hecho de que una gran parte del clero protestante y católico, tanto en el viejo como en el Nuevo Mundo, se incline fuertemente hacia la izquierda socialista. En vista de las alarmantes consecuencias de esta tendencia, que debilita nuestra resistencia hacia el comunismo (precisamente en el momento mas critico) y que impregna a nuestra sociedad de un vago desasosiego moral, resulta extraordinariamente urgente disipar la confusión intelectual que constituye la raíz del problema.

Sunday, July 17, 2016

El Mito del TLCAN

por  

Título Original : The NAFTA Myth.
Publicado en Octubre de 1993
Los Estadounidenses – o al menos el establishment estadounidense—son la gente más ingenua en la tierra. Cuando Gorbachev intentó vender sus timidas reformas como “socialismo de mercado,” solo el establishment estadounidense celebró. El público soviético inmediatamente notó su falsedad y no la aceptó. Cuando el Stalinista polaco Oskar Lange pidió descaradamente “socialismo de mercado”, solo los economistas estadounidenses echaron porras. El público polaco conocía lo que realmente sucedía.
Para algunas personas, pareciera, que todo lo que tienes que hacer para convencerlos de la naturaleza de “libre empresa” de algo es ponerle la etiqueta “de mercado”, y así hemos presenciado el surgimiento de grotescas creaturas como el “socialismo de mercado” o el “liberalismo social de mercado”. La palabra “Libertad” por supuesto, también es usada para llamar la atención, y por lo tanto otra forma de conseguir simpatizantes en una era que exalta la retórica por sobre la sustancia es simplemente llamarte a ti mismo o a tu propuesta “libre mercado” o “libre comercio”. Las etiquetas suelen ser suficiente para pillar a los tontos.


Y así, entre los campeones del libre comercio, la etiqueta “Tratado de libre comercio de América del Norte” supone conseguir un consentimiento incuestionable. “¿Cómo puedes estar en contra del libre comercio?” es muy fácil. Los amigos que nos trajeron el TLCAN y pretenden llamarlo “libre comercio” son las mismas personas que llaman al gasto de gobierno “inversión”, a los impuestos “contribuciones” y a las alzas de impuestos “reducción del déficit.” No olvidemos que los comunistas también solían llamar a su sistema “libertad”.
En primer lugar, un libre comercio genuino no requiere de acuerdos (o su primo deforme, un “tratado de comercio”; el TLCAN es llamando un tratado de comercio para poder evitar el requerimiento constitucional de ser aprobado por dos tercios del senado). Si el establishment verdaderamente quiere libre comercio, lo único que tiene que hacer es revocar los numerosos aranceles, las cuotas de importación, las leyes anti-dumping y otras restricciones impuestas al comercio. No se requieren de maniobras de política exterior.
Si un auténtico libre mercado se asoma alguna vez en el horizonte de la política, habrá una forma segura de darse cuenta. El gobierno/medios/grandes empresas se opondrán con uñas y dientes. Veremos una serie de editoriales “advirtiéndonos” sobre el inminente retorno del siglo XIX. Comentaristas de medios y académicos volverán a sacar los viejos cuentos contra el libre mercado, que trae explotación y es anárquico sin coordinación gubernamental. El establishment reaccionaría tan entusiastamente a instaurar el libre mercado cómo reaccionaría a que se quite el impuesto sobre la renta.
En realidad, la proclama del “libre comercio” del establishment bipartidista, desde la segunda guerra mundial, alberga lo opuesto de la verdadera libertad de intercambio. Las metas y tácticas del establishment han sido consistentes con aquellas del enemigo tradicional del libre comercio, el mercantilismo –el sistema impuesto por los estados-nación en Europa entre los siglos XVI y XVIII. El infame viaje del presidente Bush a Japón fue solo un caso: la política de comercio como un sistema contnuo de maniobras para buscar forzar a otros países a comprar más productos estadounidenses.
Mientras que los defensores del libre comercio genuino miran a los mercado y al comercio, doméstico o internacional, desde el punto de vista del consumidor (esto es, todos nosotros), el mercantilista, del siglo XVI o actual, observa el comercio desde el punto de vista de la élite de poder, las grandes empresas en alianza con el gobierno. Los partidarios del libre comercio genuino consideran a las exportaciones como medios para pagar por importaciones, de la misma forma que los bienes en general son producidos para ser vendidos a los consumidores. Pero los mercantilistas quieren privilegiar a la elite de gobernantes y empresas a cuesta de los consumidores, sean domésticos o extranjeros.
En negociaciones con Japón, por ejemplo, hayan sido conducidas por Reagan o Bush o Clinton, el punto es forzar a Japón a comprar más productos americanos, a cambio de lo que el gobierno estadounidense gentilmente pero de mala gana dará permiso a los japoneses de vender sus productos a los consumidores americanos. Las importaciones son el precio que el gobierno paga para que otras naciones acepten nuestras importaciones.
Otra característica crucial de la política comercial del establshment después de la segunda guerra mundial es poner fuertes subsidios a las exportaciones en nombre del “libre comercio”. Uno de los métodos favoritos para subsidiar ha sido el amado sistema de ayuda a países extranjeros, el cual, bajo la máscara de “reconstruir Europa,” “detener al comunismo,” o “esparcir la democracia,”  es un fraude mediante el cual se obliga a los contribuyentes a subsidiar a las empresas exportadoras y a los gobiernos extranjeros que apoyan este sistema. El TLCAN representa la continuación de éste sistema al enlistar al gobierno de los Estados Unidos y sus contribuyentes en ésta causa.
Si, el TLCAN, es más que solo un tratado de comercio entre grandes empresas. Es parte de una muy larga campaña para integrar y cartelizar al gobierno buscando atrincherar la economía mixta intervencionista. En Europa, la campaña culminó en el Tratado de Maastricht, el intento de imponer una moneda y banco central únicos en Europa y forzar a sus economías relativamente libres a avanzar hacia ser estados regulatorios y asistencialistas.
En Estados Unidos, éstas políticas han adquirido la forma de la transferencia de los derechos judiciales y legislativos de los estados hacia la rama ejecutiva del gobierno federal. Las negociaciones del TLCAN han ampliado esto al centralizar continentalmente el poder del gobierno, disminuyendo así la habilidad de los contribuyentes de oponerse a las acciones de sus gobernantes.
Así es como la canción de sirena del TLCAN es la misma tonada seductora con la cual los Eurócratas socialistas han intentado que los europeos se rindan al súper-estatismo de la Comunidad Europea: ¿No sería maravilloso  que Norte América fuera una gran y poderosa “unidad de libre comercio” como Europa? La realidad es muy diferente: intervención y planeación socialista por parte de una comisión supra-nacional del TLCAN o de los burócratas en Bruselas que no responden a nadie.
Y justo como Bruselas ha forzado a los países Europeos de bajos impuestos a que los suban a la media europea o a que expandan su “estado de bienestar” en el nombre de la “justicia”, de “nivelar el campo de juego”,  de “armonizar hacia arriba,” así también las Comisiones del TLCAN tendrán el poder de “armonizar hacia arriba,” de pasar por encima del trabajo y de otras leyes de los gobiernos estatales de Estados Unidos.
El representante de comercio de Clinton, Mickey Kantor, ha cacareado que, bajo el TLCAN, “ningún país en el tratado podrá jamás bajar sus estándares ambientales.” Bajo el TLCAN, no tendremos la posibilidad de echar atrás o repeler las provisiones laborales y ambientales  del estado de bienestar ya que el tratado las tendrá aseguradas para siempre.
En el mundo actual es mejor oponerse a todo tratado, con excepción de la enmienda constitucional de Bricker, que pudo haber pasado al congreso en los años 50 pero fue eliminada por la administración de Eisenhower.  Desafortunadamente, bajo la Constitución, todo tratado es considerado “la suprema ley de la tierra,” y la enmienda Bricker pudo haber prevenido que cualquier tratado pudiera pasar por encima de los derechos constitucionales preexistentes. Pero si bien debemos ser precavidos con cualquier tratado, debemos ser particularmente hostiles a un tratado que cree estructuras supranacionales, como lo hace el TLCAN.
Los peores aspectos del TLCAN son los arreglos del lado Clintoniano, que han convertido el desafortunado tratado de Bush en un horror de estatismo internacional.  Tenemos arreglos laterales para agradecer a las comisiones supranacionales y su “armonización hacia arriba.” Estos arreglos laterales también empujan otro aspecto de éste “engaño de libre comercio”, el de la ayuda internacional. Estos tratados harán que los Estados Unidos puedan utilizar un estimado de 20 mil millones de dólares en México para una “limpieza ambiental” a lo largo de la frontera México-Estados Unidos. Además de eso, los Estados Unidos han acordado informalmente lanzar billones de dólares a los fondos del gobierno Mexicano a través del Banco Mundial cuando se firme el TLCAN.
Como cualquier política que beneficie al gobierno y sus intereses, el establishment ha emprendido cuanto esfuerzo puede para lanzar propaganda a favor del TLCAN. Sus aliados intelectuales han formado redes para defender la causa de la centralización. Incluso si el TLCAN fuera un tratado valioso, éste esfuerzo, del gobierno y sus amigos, levantaría sospechas.
El público tiene razón en sospechar que éste esfuerzo tiene que ver con la gran cantidad de dinero que el gobierno Mexicano y sus intereses especiales están gastando en hacer cabildeo a favor del TLCAN. Ese dinero es, por decir algo, el enganche de los 20 mil millones que el Gobierno Mexicano esperan estafar a los contribuyentes Estadounidenses una vez que pase el TLCAN.
Los defensores del TLCAN dicen que debemos sacrificarnos para “salvar” al Presidente Mexicano Carlos Salinas y sus presuntas políticas maravillosas de “libre mercado”. Pero con seguridad los americanos están cansados de hacer sacrificios eternos, de ponerse la soga al cuello a favor de objetivos internacionales confusos que nunca parecen beneficiarles. Si el TLCAN muere, Salinas y su partido podrían caer. Pero lo que eso significa es que el despiadado régimen monopartidista del PRI en México podría finalmente terminar después de muchas décadas de corrupción. ¿Qué tiene eso de malo? ¿Por qué eso causaría que se estremecieran nuestros campeones de la “democracia global”?
 Debemos observar la supuesta nobleza de Carlos Salinas del mismo modo que observamos a otros héroes de recambio que nos sirve el establishment. ¿Cúantos americanos saben, por ejemplo, que bajo el anexo 602.3 del TLCAN, el gobierno de “libre mercado” de Salinas se reserva a él mismo toda la exploración y uso, toda la inversión y provisión, toda la refinación y procesamiento, todo el intercambio, transporte y distribución, de petróleo y gas natural? Toda inversión privada en la operación del petróleo y gas en México, en otras palabras, queda prohibida. ¿Es para preservar ese gobierno que los americanos deberían sacrificarse?
Una mayoría de conservadores ingleses y alemanes tienen presentes los peligros de la Eurocracia del Bruselas-Maastricht. Ellos comprenden que cuando las personas y las instituciones, cuya existencia está consagrada a promover el estatismo de pronto defienden la libertad, algo anda mal. Los defensores Americanos del libre mercado deberían también tener presentes los peligros equivalentes en el TLCAN

El Mito del TLCAN

por  

Título Original : The NAFTA Myth.
Publicado en Octubre de 1993
Los Estadounidenses – o al menos el establishment estadounidense—son la gente más ingenua en la tierra. Cuando Gorbachev intentó vender sus timidas reformas como “socialismo de mercado,” solo el establishment estadounidense celebró. El público soviético inmediatamente notó su falsedad y no la aceptó. Cuando el Stalinista polaco Oskar Lange pidió descaradamente “socialismo de mercado”, solo los economistas estadounidenses echaron porras. El público polaco conocía lo que realmente sucedía.
Para algunas personas, pareciera, que todo lo que tienes que hacer para convencerlos de la naturaleza de “libre empresa” de algo es ponerle la etiqueta “de mercado”, y así hemos presenciado el surgimiento de grotescas creaturas como el “socialismo de mercado” o el “liberalismo social de mercado”. La palabra “Libertad” por supuesto, también es usada para llamar la atención, y por lo tanto otra forma de conseguir simpatizantes en una era que exalta la retórica por sobre la sustancia es simplemente llamarte a ti mismo o a tu propuesta “libre mercado” o “libre comercio”. Las etiquetas suelen ser suficiente para pillar a los tontos.

Repúblicas de libertad 2

por

La semana pasada di a conocer la inspiradora historia de la Republica de Cospaia, su nacimiento, su increíble desarrollo y prosperidad, finalmente su fallecimiento a manos del estado destructor. Quien haya leído esta reseña pueda pensar; “eso sucedió hace muchos años y ahora vivimos otra época.” Sin embargo, podemos informar de un extraordinario suceso que ocurre en estos momentos en la ex-Yugoslavia. Una autodenominada “micro nación” ha surgido y está atrayendo el interés mundial. Liberland es un territorio de 3 millas cuadradas (unos 5 km.) en las riberas del Danubio, entre Croacia y Serbia. La pequeña parcela no ha sido reclamada por ninguna de estas dos naciones y el político libertario, Vít Jedlička, ha puesto su bandera en ella bautizándola como Liberland.

 
Vit Jedicka, primer presidente de Liberland, es un economista liberal-libertario de 31 años de edad, graduado de la universidad de Praga con maestría en economía por CEVRO Institute, en donde se han formado economistas del calibre de Hans-Hermann Hoppe, sucesor de Rothbard como el economista libertario de EEUU. Hay gente que identifica a Jedicka como el Thomas Jefferson europeo.
Esta nueva micro nación atrajo ya 160 mil solicitudes de ciudadanía. Todavía no tiene Constitución y no podemos ignorar que Croacia o Serbia pudieran intentar reclamarla como parte de sus territorios. Pero a pesar de infinidad de problemas, la respuesta mundial ha sido gigantesca. En este momento siguen recibiendo miles de solicitudes de ciudadanía, en apenas cinco días de inicio de la recepción. Juzgando el gran interés internacional, esperan las solicitudes sigan fluyendo al mismo ritmo y ya empresas internacionales exploran la posibilidad.
Los expertos en mercados a nivel mundial, han ya identificado una interesante oportunidad; un crecimiento expansivo del interés por un  producto, debe indicar la existencia de una gran demanda reprimida. Y si hay una demanda reprimida, debe haber potencial para ese producto; si el producto no existe, hay que fabricarlo. Y es claro que existe una gran demanda reprimida por libertad.
El entusiasmo que provoca Liberland nos indica que, si  los modelos actuales de Estado-Nación están irresponsablemente endeudados, son abusivos, draconianos, opresivos, o, simplemente son ineptamente administrados, ciudadanos de todo el mundo buscan otras alternativas. Lo que es más: Algunos de ellos están dispuestos a invertir tiempo, dinero y esfuerzos en estas alternativas, y estos 160 mil son los pioneros—son los precursores y exploradores.
En esta nueva nación los impuestos serán voluntarios y no habrá ejército ni fuerza militar alguna. Vít Jedlička tiene pensado redactar una constitución inspirada en la del gobierno suizo, una constitución liberadora. El objetivo es establecerse como la #1 en el escalón de libertad económica mundial y acelerar su desarrollo. Cualquier persona podría solicitar la ciudadanía, a excepción de aquellos con pasado extremista, nazi o comunista. Los fundadores son miembros del partido checo, Ciudadanos Libres, cuyos valores se basan en el liberalismo clásico. Hay planes para establecer un sistema de cryptocurrency, pero habrá libertad para que circulen otras monedas. Los políticos estarán controlados con pesadas cadenas constitucionales para no endeudar al país.
El comunicado anunciando al mundo la creación de Liberland reza lo siguiente: “El objetivo de los fundadores de este nuevo estado, es construir un país donde las personas honestas puedan vivir y prosperar sin las opresiones de gobiernos que, alrededor del mundo, hacen la vida imposible a través de restricciones, regulaciones, leyes arbitrarias e impuestos draconianos.” El lema del país es: “Vive y dejar vivir”.
El área que Vít Jedlička está reclamando no es un pedazo de tierra cualquiera.
Es un territorio que disputan ambas naciones. Si alguna de ellas tratara de intervenir de forma agresiva, probablemente levantaría la ira de su oponente lo cual encendería los ánimos, creando la posibilidad de un conflicto derivado del que llevó a la desintegración de Yugoslavia en los años 90. La opinión general es que un pedazo de tierra tan pequeño, no vale la pena otra guerra.
Además, hay algunos precedentes históricos de este tipo de rebeliones en busca de libertad.
Siempre que hay una disputa fronteriza entre dos naciones, se crea un vacío donde la gente puede construir un enclave informal dentro del territorio. El mayor ejemplo de esto en el siglo XX, fue la ciudad amurallada de Kowloon, construida por  delincuentes, refugiados y los ocupantes ilegales en un trozo de 6,4 hectáreas de tierra después de la Segunda Guerra Mundial.
Debido a que el territorio estaba en disputa entre China y Hong Kong, entonces bajo mando británico, existía una especie de limbo político desde hace varias décadas. Ninguna de las partes estaba dispuesta a iniciar una conflagración por un pedazo de tierra tan pequeño y la dejaron sola. Conforme pasó el tiempo y más gente se trasladó allí, se hizo muy costoso evacuarlos y sus asentamientos improvisados, por lo que ningún país estaba dispuesto a intervenir. Finalmente fue demolida en el año 1993 y pasó a formar parte de Hong Kong.
Hay otro precedente similar que tomó forma como, Freetown Christiania, situada en los suburbios de Copenhague. Esta comunidad autónoma fue formada por okupas y anarquistas en una base militar abandonada en los años 70, llamada Bådmandsstræde. A pesar de los esfuerzos del gobierno para desalojarlos, persisten en sus asentamientos. Nunca han obtenido reconocimiento internacional, pero han sido exitosos para mantener una comunidad independiente, sin un gobierno establecido y regida por asambleas.
Un caso interesante es la frontera Sonora-Arizona en donde la tribu Tohono O’odham, resultado de la última venta de territorio mexicano conocida como Gadsden Purchase, quedó dividida y separada entre México y los EE.UU. En ambos lados de la frontera mantienen cientos de miles de hectáreas. En el espacio arizonense, la tribu es considerada como nación soberana y de esa forma operan. Se han tenido conversaciones con la etnia y han mostrado un interés inesperado. Con sus hermanos sonorenses no se ha tenido el mismo resultado. Pero ¿No sería algo realmente revolucionario establecer una región soberana en este punto de la frontera? ¿Una zona libre estilo Hong Kong?
Todas estas iniciativas parecieran sueños imposibles. Pero ¿qué sucedería si cada vez mayor cantidad de gente en todo el mundo se agruparan, ignoraran a sus gobiernos corruptos, sus viejas fronteras y se organizaran para crear sus propias naciones libres, soberanas y auto gestionadas? Recordemos las palabras de Albert Einstein:
“Los grandes espíritus siempre encuentran violenta oposición de las mentes mediocres.”
Si proliferaran iniciativas de este tipo, pronto seremos testigos del auténtico “carácter democrático, tolerante y afín a la libertad” de la mayoría de gobiernos del mundo…image002

Repúblicas de libertad 2

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La semana pasada di a conocer la inspiradora historia de la Republica de Cospaia, su nacimiento, su increíble desarrollo y prosperidad, finalmente su fallecimiento a manos del estado destructor. Quien haya leído esta reseña pueda pensar; “eso sucedió hace muchos años y ahora vivimos otra época.” Sin embargo, podemos informar de un extraordinario suceso que ocurre en estos momentos en la ex-Yugoslavia. Una autodenominada “micro nación” ha surgido y está atrayendo el interés mundial. Liberland es un territorio de 3 millas cuadradas (unos 5 km.) en las riberas del Danubio, entre Croacia y Serbia. La pequeña parcela no ha sido reclamada por ninguna de estas dos naciones y el político libertario, Vít Jedlička, ha puesto su bandera en ella bautizándola como Liberland.

Repúblicas de Libertad

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El presidente Peña Nieto, tal vez en su desesperación ante la avalancha de malas noticias económicas y, sobre todo, la estrepitosa caída de su imagen frente a tantas señales de corrupción que emanan de su más cercano círculo, se lanza a informar su intención de establecer varias “zonas libres” en el territorio nacional. Pero como reza el viejo refrán; “Del dicho al hecho hay mucho trecho”.
Para establecer una “verdadera zona libre”, ciudad privada, o como se le quiera llamar, se requiere el liderazgo de un verdadero estadista visionario  a imagen y semejanza de un Lee Kuan Yew, padre de Singapur, un Sir John Cowperwaite, el arquitecto de Hong Kong, un Thomas Jefferson, padre de esa patria que fueron los EE. UU. como una gran zona de libertad durante todo el siglo 19. Disculpe usted Presidente, pero como dice la canción; “Tu pa ser un estadista necesitas muchas cosas”. Ahora presidente, si realmente quiere vestir el ropaje de estadista, olvidarse de los remedos de “zonas libres” que hemos tenido en México, le envío un par de pistas que le sirvan como mapa y compás en sus, hasta estos momentos, buenas intenciones.


Para no repetir las historias exitosas de Hong Kong y Singapur, voy a citar otros dos ejemplos que realmente son lecciones de formas para prosperar. El primero es lo que en su momento se conoció como, “La República de Cospaia”. Durante casi 400 años esta pequeña república prosperó en la parte central de Italia, sin gobierno, sin leyes escritas, sin militares, sin burocracia y ¡sin impuestos! El éxito de Cospaia es una ilustración de cuan extraordinariamente poca rienda central es necesario para alcanzar la prosperidad. Aunque fue llamada una “República”, era solamente un consejo de ancianos, sin un poder coercitivo, que se reunía de manera ocasional en la iglesia del pueblo. Este territorio tenía un área de solamente 330 hectáreas, aproximadamente el tamaño de un campo agrícola en Sonora o Sinaloa. La población varió a lo largo de los siglos, y era de alrededor de 1000 personas con menos de 150 hogares.
La historia se inicia en 1440. En esa época la península italiana estaba compuesta por numerosos reinos. Uno de ellos eran los estados pontificios gobernado por el Papa. Su vecino al norte, era la República de Florencia gobernada por la familia Medici. En 1431, Eugenio IV fue elegido Papa y de inmediato tomó un préstamo de 25,000 florines de Juan Cosme de Medici, uno de los principales banqueros en esa época. Sin Bancos Centrales ni dinero fiduciario, incluso los gobiernos tenían que ofrecer garantías para obtener un préstamo. El Papa ofreció como colateral el pueblo de Borgo Sansepolcro y sus alrededores, en la parte alta del Valle Tíber.
Al vencimiento del préstamo los estados pontificios no pudieron pagar y, los topógrafos, para ejecutar la garantía, acordaron que uno de los nuevos límites entre los estados sería un río en la parte alta del Tíber, pero los topógrafos cometieron un error. Había más de un río en la región. En el avenir de los burócratas dejaron esas 330 hectáreas como un mostrenco  lepe sin dueño. Los residentes de Cospaia se dieron cuenta de su buena suerte, pues ahora estaban fuera de la jurisdicción tanto de los estados pontificios como de la República de Florencia. Los Cospaianos de inmediato se declararon como una República Independiente. Así iniciaron 385 años de dichosa libertad.
En sus inicios la economía de esta nueva república estuvo basada en el trueque y, a pesar de la falta de una divisa fuerte, la gente había logrado un nivel de vida muy superior al de los poblados vecinos, encadenados por el poder del estado. Como una república verdaderamente libre, no tenían impuestos que pagar, no contaban con reglas impuestas por gobernantes para beneficiar a aquellos que contaban con buenas conexiones. Sus habitantes eran libres de realizar intercambios y establecer conductas que les permitían vivir como les diera la gana, “sin afectar al resto de los habitantes”. No tener gobernantes jodiéndolos todo el día, les permitía utilizar de la manera más provechosa su tiempo y energía.
En 1574 la economía de Cospaia, ungida por la libertad, prosperaba como jamás se hubiera atestiguado en Europa.  En 1624 el papa Urbano VIII publicó una bula papal declarando el uso del tabaco fuera castigado con la excomunión. Por supuesto, estas regulaciones solamente beneficiaron a la economía del nuevo edén de libertad. La caída en la oferta y la ausencia de regulaciones o impuestos, convirtió a Cospaia en el centro europeo de intercambio de tabaco. Muchos de los participantes en esta nueva economía, eran Israelitas. En Italia a los judíos les era prohibido poseer  propiedades y también les era prohibido comerciar con cristianos. Así que la economía de laissez faire de Cospaia, permitió prosperar a esta minoría perseguida, pero protegida por esa región de libertad, a pesar de las agresiones de los estados que se encontraban en los alrededores.
A través de su historia, Cospaia no tuvo gobernantes, no tuvo poder ejecutivo ni judicial, y tampoco leyes escritas excepto por la frase “Perpetua et Firma Libertas,” que estaba inscrita en su iglesia desde 1610 y se traduce como, “Firme y Eterna Libertad.”
La diminuta república era descrita como un lugar “sin ley” habitado por “contrabandistas. Debido a que todo lo que entraba a los estados pontificios o a la República de Florencia estaba sujeto a impuestos, cualquier cosa que abandonaba Cospaia era “contrabando”. En el siglo 18, había pasado de ser una pequeña aldea, a ser un centro de libre comercio continental y de bienes sin impuestos. No solo era la capital del tabaco en Europa, sino también se distinguía por sus textiles, sus bancos, centros de comercio y otro sinnúmero de bienes que circulaban sin impuestos.
En 1826, los estados vecinos finalmente se hartaban del rotundo éxito de Cospaia, sin que ellos llevaran su tajada. Y así el Papa, en sociedad  con el Gran Duque de la Toscana, utilizando tácticas opresivas que después se conocerían como intervencionismo, o, la visible mano de gobiernos corruptos, mediante un estado de sitio provocaron hambre en la pequeña República, para así forzar a las cabezas de familia a firmar el “acta de subyugación”, finalizando 385 de años de libertad y  prosperidad nunca antes vista.
Nos podríamos preguntar cuál sería su panorama actual si Cospaia hubiera permanecido libre. ¿Podrían ser un oasis como San Marino o Liechtenstein? Después de todo, fueron una república anarquista que sobrevivió y prosperó durante 385 años. Son 385 años sin impuestos, guerras, gobernantes o regulaciones. Lo que sí es muy claro, como lo dibujara Milton Friedman en su famosa frase: “Si a cualquier gobierno se le diera la administración del desierto del Sahara, de inmediato se provocaría escases de arena”. Presidente, la semana entrante le describo el segundo ejemplo.

Repúblicas de Libertad

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El presidente Peña Nieto, tal vez en su desesperación ante la avalancha de malas noticias económicas y, sobre todo, la estrepitosa caída de su imagen frente a tantas señales de corrupción que emanan de su más cercano círculo, se lanza a informar su intención de establecer varias “zonas libres” en el territorio nacional. Pero como reza el viejo refrán; “Del dicho al hecho hay mucho trecho”.
Para establecer una “verdadera zona libre”, ciudad privada, o como se le quiera llamar, se requiere el liderazgo de un verdadero estadista visionario  a imagen y semejanza de un Lee Kuan Yew, padre de Singapur, un Sir John Cowperwaite, el arquitecto de Hong Kong, un Thomas Jefferson, padre de esa patria que fueron los EE. UU. como una gran zona de libertad durante todo el siglo 19. Disculpe usted Presidente, pero como dice la canción; “Tu pa ser un estadista necesitas muchas cosas”. Ahora presidente, si realmente quiere vestir el ropaje de estadista, olvidarse de los remedos de “zonas libres” que hemos tenido en México, le envío un par de pistas que le sirvan como mapa y compás en sus, hasta estos momentos, buenas intenciones.

Saturday, July 9, 2016

Releyendo a Sarmiento

Releyendo a Sarmiento

Cuando apareció en Santiago de Chile, hacia 1850, la primera edición de Recuerdos de provincia, Domingo Faustino Sarmiento contaba 39 años. En ese libro historiaba su vida, historiaba las vidas de los hombres que habían gravitado en su destino y en el de su país, historiaba sucesos inmediatos de repercusión dolorosa. El decurso del tiempo modifica los textos; Recuerdos de provincia, releído y revisado ahora, no es ciertamente el libro que yo recorrí hace ya más de 60 años. El mundo, por esa época, parecía irreversiblemente alejado de toda violencia. Ricardo Güiraldes evocaba con nostalgia (y acaso exagerable épicamente) la dura vida de los troperos; a mis amigos y a mí nos alegraba imaginar que en la alta y bélica ciudad de Chicago se ametrallaban los contrabandistas de alcohol; yo perseguía con tenacidad, con tenacidad literaria, los últimos rastros de los cuchilleros de las orillas.



Tan manso, tan pacífico nos parecía el mundo, que jugábamos con feroces anécdotas y deplorábamos "el tiempo de lobos, tiempo de espadas" que nos evocaba la Edda Mayor, y que habían merecido otras generaciones más venturosas. Recuerdo de provincia era entonces el documento de un pasado irrecuperable y, por consiguiente, grato, ya que nadie soñaba que sus rigores pudieran regresar y alcanzarnos algún día. El tiempo se encargó de demostrarnos lo contrario, pero no es mi intención referirme a sucesos de reciente data.Sin embargo, el examen de Recuerdos de provincia demuestra que la crueldad no fue el mayor mal de esa época sombría de nuestra historia. El mayor mal fue la estupidez, la dirigida y fomentada barbarie, la pedagogía del odio entre hermanos, el régimen embrutecedor de divisas, vivas y mueras. En ese libro, Sarmiento -negador del pobre pasado y del ensangrentado presente- se nos aparece como el paradójico apóstol del porvenir. Ejecuta, por primera vez, la proeza de observar históricamente la realidad, de simplificar e intuir el ahora como si ya fuera el ayer. Su destino personal lo ve en función de América; en alguna ocasión explícitamente lo afirma: "En mi vida, tan destituida, tan contrariada y, sin embargo, tan perseverante en la aspiración de un no sé qué elevado y noble, me parece ver retratarse esta pobre América del Sur agitándose en su nada, haciendo esfuerzos supremos por desplegar sus alas y lacerándose a cada tentativa contra los hierros de la jaula". Esa visión ecuménica no empaña su visión de los individuos. Entre las muchas imborrables imágenes que ha legado a la memoria de los argentinos está la de Facundo, la de Fermín Mallea, la de su madre, las de tantos contemporáneos; la suya propia, que no ha muerto y que aún es combatida. A su prosa tampoco le falta la sorprendente ironía. Cuando se defiende que a Rosas lo llaman Héroe del Desierto, Sarmiento observa: "Porque ha sabido despoblar a su patria". Fatalmente propendemos a ver en el pasado una rígida publicación de meras estatuas. Sermiento nos descubre los hombres que ahora son bronce o mármol.
En un incompatible mundo heteróclito de provincianos, de orientales y de porteños, Sarmiento es el primer argentino, el hombre sin limitaciones locales, el gran universal. Sobre las pobres tierras despedazada quiere fundar la patria. Sabe que la revolución, a trueque de emancipar todo el continente y lograr victorias argentinas en Perú y en Chile, abandonó, siquiera transitoriamente, el país a las fuerzas de la ambición personal y de la rutina. Sabe que nuestro patrimonio no debe reducirse a los haberes del indio, del gaucho y del español; que podemos aspirar a la plenitud de la cultura occidental sin exclusión, y así fundar una patria.
Paradójicamente, Sarmiento ha sido motejado de bárbaro. Ocurre que quienes no quieren compartir su aversión por el gaucho afirman que él también era un gaucho, equiparado de algún modo al ímpetu bravío del uno en las disciplinas rurales con el ímpetu bravío del otro en la conquista de la cultura. La acusación, como se ve, no pasa de una mera analogía, sin otra justificación que la circunstancia de que el estado del país era rudimentario y a todos salpicaba de violencia. Paul Groussac, que no lo quería, en una improvisación necrológica, hecha casi exclusivamente de hipérboles, exagera la rudeza de Sarmiento; lo llama "el formidable montonero de la batalla intelectual", y pondera " sus cargas de caballería contra la ignorancia criolla".
Desde su destierro chileno, Sarmiento pudo ver el otro rostro del país. Es lícito conjeturar que el hecho de haberlo recorrido poco, pese a sus denodadas aventuras de militar y de maestro rural, favoreciera la adivinación genial del historiador. A través del fervor de sus vigilias, a través de la hoy olvidada Cautiva, a través de su inventiva memoria, a través de su amor a esta tierra y del odio justificado, Sarmiento vio un territorio poblado, vio la contemporánea miseria y la venidera grandeza. Su vida y su prosa justifican ese propósito. Ningún espectador argentino tiene la clarividencia de Sarmiento.
Who touches this book, touches a man, pudo haber escrito Sarmiento en el término de sus Recuerdos de provincia. Creo que nadie puede leer ese libro sin profesar por el valeroso hombre que lo escribió un sentimiento que rebasa la admiración. Acaso Sarmiento, para la generación de argentinos de nuestros días, es el hombre creado por este libro.

Releyendo a Sarmiento

Releyendo a Sarmiento

Cuando apareció en Santiago de Chile, hacia 1850, la primera edición de Recuerdos de provincia, Domingo Faustino Sarmiento contaba 39 años. En ese libro historiaba su vida, historiaba las vidas de los hombres que habían gravitado en su destino y en el de su país, historiaba sucesos inmediatos de repercusión dolorosa. El decurso del tiempo modifica los textos; Recuerdos de provincia, releído y revisado ahora, no es ciertamente el libro que yo recorrí hace ya más de 60 años. El mundo, por esa época, parecía irreversiblemente alejado de toda violencia. Ricardo Güiraldes evocaba con nostalgia (y acaso exagerable épicamente) la dura vida de los troperos; a mis amigos y a mí nos alegraba imaginar que en la alta y bélica ciudad de Chicago se ametrallaban los contrabandistas de alcohol; yo perseguía con tenacidad, con tenacidad literaria, los últimos rastros de los cuchilleros de las orillas.


Sunday, June 19, 2016

Elecciones 2016 en España: ¿Hay alguna esperanza para la libertad?


El 26 de junio, los votantes en España iremos a las urnas por segunda vez en medio año. Los resultados de las elecciones previas fueron considerados por los expertos como un punto de inflexión en la reciente historia española, ya que el sistema bipartidista hegemónico que había dominado el parlamento durante casi 40 años había acabado por fin: los conservadores (Partido Popular o PP) ganaron de nuevo por un margen muy pequeño, pero sin embargo la distancia entre los socialdemócratas (Partido Socialista Obrero Español o PSOE) y los nuevos izquierdistas (Podemos) fue todavía menor. Los “recién llegados” (el partido Ciudadanos) quedó considerablemente detrás.
Desde las últimas elecciones (en diciembre de 2015) nuestras élites políticas han sido incapaces de aunar un ejecutivo que funcione (el equivalente a una “administración” americana), llevándonos así a unos nuevos comicios.



Temas electorales de 2016: Más de lo mismo

Sin embargo, la imagen profundamente enraizada de la sociedad española como un caleidoscopio ideológico contrasta con la aburrida oferta electoral de los cuatro principales partidos: ninguna de las candidaturas apoya ninguna reducción del gasto público en un país en el que el déficit presupuestario estado completamente fuera de control durante demasiados años y, al mismo tiempo, se han convertido en lamentablemente comunes las propuestas más variadas de aumento en la intervención del estado. Aunque los libertarios no necesitemos ninguna excusa para desafiar la prodigalidad pública, el estado actual de cosas nos obliga a afrontar las votaciones sin nada que no sea decepción.
Se podría esperar que las duras consecuencias de una expansión artificial del crédito y continuas malas inversiones (que acabaron obligando a la Unión Europea a llevar a cabo un rescate del sector bancario español) despertaran alguna conciencia entre una ciudadanía empobrecida. Sin embargo, ni España ni la Unión Europea han aprendido la lección. En el Viejo Continente, las falacias keynesianas reclamando un aumento necesario y casi sin restricciones de los programas de estímulo han conquistado todas las esferas de la sociedad.

Oposición continua a la austeridad

El rechazo de valores nucleares del liberalismo de laissez-faire, como un mercado no intervenido o libertad y estabilidad monetaria, es bastante notable la nueva jerga en la política cotidiana: el eje ricos-pobres ha sido sustituido por la concepción más inclusiva de “arriba-abajo”; el crecimiento económico ya no es una condición suficiente, sino que se requiere una “recuperación justa”; el asfixiante, aunque inexistente (ver Bagus), “austericidio” debe reemplazarse por nuevas políticas económicas “en beneficio de la mayoría social” y así sucesivamente.
Estas innovaciones lingüísticas también se encuentran evidentemente en forma de las respectivas propuestas lanzadas por los partidos durante la campaña en marcha: la actual presión fiscal, o se aumentará, o se mantendrá; la ligera liberalización del mercado laboral iniciada en 2011 se invertirá para restaurar los “derechos perdidos” de los trabajadores; podrían aprobarse programas sociales más generosos, como diversas formas de renta mínima; de salario mínimo podría aumentarse a su máximo histórico en un momento de desempleo históricamente alto y la legalización de otras expresiones de libertad, como el derecho a portar armas, el comercio de drogas o la prostitución por desgracia siguen sin estar encima de la mesa.
El amable lector se preguntará inmediatamente cuánto margen tendría realmente un nuevo gobierno español en este intento de expandir el estado de bienestar de esa manera. Y la respuesta es directa: ninguno. Aunque España evitó recientemente sanciones de Bruselas por incumplir las normas de la UE sobre déficits presupuestarios, sigue existiendo la obligación legal de alcanzar un presupuesto equilibrado en los próximos años (suponiendo que la UE aplique sus límites establecidos sobre los déficits). En otras palabras, todas esas promesas de campaña se tornarán fútiles una vez se articule un nuevo gobierno, como nos ha demostrado el ejemplo griego.

¿Cuáles son las perspectivas para la libertad y los mercados libres?

¿Hay entonces alguna esperanza para los libertarios en España? Por desgracia, no a corto plazo. La composición resultante del parlamento después de estas nuevas elecciones será sin duda socialdemócrata en su totalidad. La peligrosa animosidad que plantean hoy en día las ideas de libre mercado en mi país no es una característica propia en la cultura española, sino más bien una “mentalidad” extendida (citando a Mises) en la UE (y especialmente en el sur). Por tanto lo mejor que podemos hacer es seguir luchando contra las ideas de los populistas dominantes. El resultado de las elecciones podría ser una decepción (muy) amarga, pero debemos continuar sosteniendo las enseñanzas de la Escuela Austriaca si realmente tenemos algo de conciencia social.

Elecciones 2016 en España: ¿Hay alguna esperanza para la libertad?


El 26 de junio, los votantes en España iremos a las urnas por segunda vez en medio año. Los resultados de las elecciones previas fueron considerados por los expertos como un punto de inflexión en la reciente historia española, ya que el sistema bipartidista hegemónico que había dominado el parlamento durante casi 40 años había acabado por fin: los conservadores (Partido Popular o PP) ganaron de nuevo por un margen muy pequeño, pero sin embargo la distancia entre los socialdemócratas (Partido Socialista Obrero Español o PSOE) y los nuevos izquierdistas (Podemos) fue todavía menor. Los “recién llegados” (el partido Ciudadanos) quedó considerablemente detrás.
Desde las últimas elecciones (en diciembre de 2015) nuestras élites políticas han sido incapaces de aunar un ejecutivo que funcione (el equivalente a una “administración” americana), llevándonos así a unos nuevos comicios.


Thursday, June 16, 2016

Ser como Dinamarca y Suiza

Gabriela Calderón de Burgos considera que no es mala idea que Ecuador copie las políticas públicas de Dinamarca y Suiza en varios ámbitos, aunque pareciera que el gobierno de Ecuador solo quisiera imitar los altos impuestos de la primera.

Gabriela Calderón de Burgos es editora de ElCato.org, investigadora del Cato Institute y columnista de El Universo (Ecuador).
Hace pocos días el presidente destacó en Twitter que en el tercer Informe Mundial sobre la Felicidad Dinamarca ocupa el primer puesto y atribuyó esta a los países que “son más igualitarios” —entendiendo esto como que soportan una alta carga tributaria1 (El presidente parece haber confundido la actualización del informe presentada en Roma hace un par de semanas con el informe de 2015). Mientras que en la actualización de 2016 Dinamarca aparece como el país más feliz del mundo, ha venido peleándose esa posición con Suiza, que fue considerado como el país más feliz en el informe de 2015. Correa también mencionó como ejemplo a Suiza en un tweet posterior, destacando su segunda posición en dicho informe. Es importante aclarar algunos puntos acerca de los países mencionados, sobre todo cuando se pretende utilizarlos para vender impuestos que buscan financiar un modelo estatista que ha demostrando con creces su fracaso.



¿Son Dinamarca y Suiza ejemplos de socialismo? Lejos de ser paraísos socialistas, estas se encuentran entre las economías más libres y menos reguladas del mundo. Según el Índice de Libertad Económica realizado por el Fraser Institute, Suiza es la cuarta economía más libre del mundo (con una de las cargas tributarias más bajas y también uno de los Estados más limitados en su tamaño) y Dinamarca se encuentra en la posición 222. Ecuador, se ubica entre las economías menos libres de América Latina y en la posición 135 (de 157) a nivel mundial.
En el informe Haciendo Negocios del Banco Mundial, Dinamarca es considerada como la tercera economía en el mundo donde es más fácil establecer y operar negocios y Suiza se ubica en la posición 26. Ecuador se encuentra en la distante posición 117 (de 189). Vale la pena señalar que Dinamarca y Suiza tienen uno de los mercados laborales más flexibles: no hay salario mínimo decretado por ley y hay pocas restricciones para contratar y despedir trabajadores.3
Una nota de El Telégrafo sugirió que el bienestar de los daneses se debe a los elevados impuestos. El lector podría deducir que los paquetazos anunciados durante las últimas semanas son todo lo que necesitamos para que el gobierno de Alianza PAÍS haga de Ecuador, la Dinamarca o Suiza de Sudamérica.
Pero no coma cuento. Como explica Otto Brøns-Petersen del Centro para Estudios Políticos (Dinamarca), cuando su país se volvió rico en comparación al resto del mundo, este no tenía un estado de bienestar. “De hecho, Dinamarca históricamente ha sido un país de impuestos bajos según estándares internacionales. Hasta la década de 1960, la proporción en relación al PIB de la recaudación tributaria danesa era la misma que en EE.UU. y más baja que en Gran Bretaña”. Brøns-Petersen luego señala que el crecimiento de los impuestos y el gasto público desde la segunda mitad de los 1960 llevó a una crisis que ha provocado que desde 1982 cada gobierno que implemente reformas estructurales reduciendo la “generosidad” del estado de bienestar y los impuestos marginales.
En muchos aspectos —independencia de poder judicial, respeto a los contratos y a la propiedad privada, apertura comercial, facilidad para hacer negocios, política tributaria en el caso de Suiza— es una muy buena idea copiar a Dinamarca y a Suiza. Lamentablemente, aquí parece que lo único que quieren copiar son los impuestos de Dinamarca.

Ser como Dinamarca y Suiza

Gabriela Calderón de Burgos considera que no es mala idea que Ecuador copie las políticas públicas de Dinamarca y Suiza en varios ámbitos, aunque pareciera que el gobierno de Ecuador solo quisiera imitar los altos impuestos de la primera.

Gabriela Calderón de Burgos es editora de ElCato.org, investigadora del Cato Institute y columnista de El Universo (Ecuador).
Hace pocos días el presidente destacó en Twitter que en el tercer Informe Mundial sobre la Felicidad Dinamarca ocupa el primer puesto y atribuyó esta a los países que “son más igualitarios” —entendiendo esto como que soportan una alta carga tributaria1 (El presidente parece haber confundido la actualización del informe presentada en Roma hace un par de semanas con el informe de 2015). Mientras que en la actualización de 2016 Dinamarca aparece como el país más feliz del mundo, ha venido peleándose esa posición con Suiza, que fue considerado como el país más feliz en el informe de 2015. Correa también mencionó como ejemplo a Suiza en un tweet posterior, destacando su segunda posición en dicho informe. Es importante aclarar algunos puntos acerca de los países mencionados, sobre todo cuando se pretende utilizarlos para vender impuestos que buscan financiar un modelo estatista que ha demostrando con creces su fracaso.


Prohibir las puertas giratorias

Juan Ramón Rallo dice que la manera efectiva de combatir las "puertas giratorias" no es prohibiéndolas sino más bien restándole competencias a los políticos.

Juan Ramón Rallo es Director del Instituto Juan de Mariana (España) y columnista de ElCato.org. Juan Ramón obtuvo el tercer lugar en nuestro primer concurso de ensayos, Voces de Libertad 2008.
Una de las propuestas estrella contra la corrupción del candidato de Unidos Podemos, Pablo Iglesias, es la de prohibir las puertas giratorias: a saber, impedir que ningún alto cargo del gobierno pueda —una vez concluya su actividad política— integrar el consejo de administración de una empresa que se halló bajo su potestad regulatoria.
Ciertamente, las puertas giratorias son un caso de corrupción en diferido: las empresas, en lugar de pagar mordidas al contado para que los gobernantes aprueben normas a su medida, les prometen un cómodo y buen remunerado puesto en sus consejos de administración. “Se privilegia hoy a ciertas empresas, se cobra mañana de las empresas por haberlas privilegiado”.



Los costes derivados de tal relación amorosa entre políticos y corporaciones no son en absoluto despreciables: un reciente estudio de los economistas García-Santana y Pijoan-Mas han descubierto que buena parte del deterioro de la productividad de la economía española durante los últimos quince años se ha debido a esas infames relaciones clientelares entre las empresas y el Estado, hasta el punto de que nuestro PIB es —como poco— un 4% inferior del que podría haber sido en ausencia de tales élites extractivas. Por consiguiente, sí, las puertas giratorias —y todo el corporativismo parasitario que se construye a su alrededor— son un problema muy importante que debe ser atajado lo antes posible.
Sin embargo, la solución planteada por Iglesias a la lacra de las puertas giratorias dista de ser la adecuada: no resuelve el problema de fondo y, mucho peor, genera otros problemas acaso más importantes.
En cuanto a la inutilidad de la prohibición, conviene tener presente que las formas de burlar semejante restricción son abundantísimas: desde contratar a familiares para los consejos de administración al establecimiento de relaciones comerciales entre empresas pantalla (por ejemplo, un político crea una empresa que “vende” informes de consultoría a la corporación que ha privilegiado durante su etapa de gobierno o, todavía más indirectamente, a una sociedad participada por la corporación privilegiada). La única manera de que la prohibición fuera realmente efectiva sería inhabilitar a un ex político y a todo su entorno a desarrollar cualquier actividad profesional en el sector privado: algo que desincentivaría la entrada en política de cualquier persona mínimamente cualificada.
Y esto nos conduce al segundo gran problema de prohibir las puertas giratorias: imponer costes artificiales a ciudadanos bien formados que no quieren convertir la política en su única profesión vital. No todo político que, a su salida del cargo, pasa a integrar la plantilla de una empresa tiene que hacerlo debido a haberle concedido favores regulatorios. Algunos de ellos pueden, simplemente, regresar al mismo sector privado del que procedían antes de participar durante algunos años en política. Prohibir las puertas giratorias conduciría, en última instancia, a que sólo pudieran dedicarse a la política los empleados públicos: ésa puerta giratoria —del gobierno a la administración y de la administración al gobierno— es de hecho la única que nadie plantea restringir pese a ser la más extendida de todas (todo el gobierno del PP son registradores de la propiedad, abogados del Estado o técnicos comerciales del Estado; mientras que la plana mayor de Podemos son ex profesores de universidad).
Entonces, ¿cuál es la solución a la lacra de las puertas giratorias? Vaciarlas de contenido. Si una gran empresa soborna a un político es porque éste posee un enorme poder para otorgarle privilegios a través del Boletín Oficial del Estado (BOE). Si, en cambio, nuestros mandatarios fueran despojados de esa potestad, perderían todo su atractivo para cualquier empresa. ¿Por qué no hay ex dirigentes del Partido Animalista, de la Falange o del Partido Carlista en los Consejos de Administración de las grandes compañías? Porque carecen de poder para entregarles prebendas o para asignarles castigos. Ese poder que, por el contrario, sí poseen los partidos gobernantes es el que debemos suprimir: si los políticos se quedan sin competencias para entrometerse en la vida de los españoles —sin competencias para repartir subvenciones, asignar inflados contratos públicos, otorgar licencias, regular las condiciones de prestación de servicios privados, etc.—, perderán todo su valor para las empresas. En cambio, si retienen tales competencias, seguirán siendo valiosos y terminarán encontrando mecanismos para monetizar ese valor.
Sí, acabemos con las puertas giratorias: no prohibiéndolas —medida totalmente ineficaz para ello— sino erradicando con los incentivos perversos que las motivan.

Prohibir las puertas giratorias

Juan Ramón Rallo dice que la manera efectiva de combatir las "puertas giratorias" no es prohibiéndolas sino más bien restándole competencias a los políticos.

Juan Ramón Rallo es Director del Instituto Juan de Mariana (España) y columnista de ElCato.org. Juan Ramón obtuvo el tercer lugar en nuestro primer concurso de ensayos, Voces de Libertad 2008.
Una de las propuestas estrella contra la corrupción del candidato de Unidos Podemos, Pablo Iglesias, es la de prohibir las puertas giratorias: a saber, impedir que ningún alto cargo del gobierno pueda —una vez concluya su actividad política— integrar el consejo de administración de una empresa que se halló bajo su potestad regulatoria.
Ciertamente, las puertas giratorias son un caso de corrupción en diferido: las empresas, en lugar de pagar mordidas al contado para que los gobernantes aprueben normas a su medida, les prometen un cómodo y buen remunerado puesto en sus consejos de administración. “Se privilegia hoy a ciertas empresas, se cobra mañana de las empresas por haberlas privilegiado”.


Los crecientes fracasos de la Unión Europea y 'Brexit'

Marian L. Tupy señala los fracasos de la Unión Europea (UE), los cuales han provocado una mayor resistencia a ella y una mayor probabilidad de su disolución.

Marian L. Tupy es analista de políticas públicas del Centro para la Libertad y la Prosperidad Global del Cato Institute y editor del sitio Web www.humanprogress.org.
Desde sus humildes inicios, la Unión Europea (UE) se ha vuelto una entidad supra-nacional que al menos superficialmente se asemeja a un estado federal, pero que carece de un poder soberano. Tiene su propia bandera, himno, moneda, presidente (cinco de ellos, de hecho) y su servicio diplomático. Hoy, la UE está tratando de obtener nuevos poderes, mientras que, paradójicamente, también se enfrenta a una creciente oposición y una creciente probabilidad de colapso. ¿Cómo llegó a esa posición la UE? Para comprender el dilema de la UE, considere sus fracasos pasados y actuales.



La UE nació en 1958, cuando seis países europeos occidentales crearon una zona de comercio libre denominada la Comunidad Económica Europea (CEE). Hay un consenso abrumador entre economistas de que el libre comercio estimula el crecimiento económico. De hecho, ningún país alguna vez se ha vuelto rico estando aislado. No obstante, el impacto de la CEE sobre el crecimiento en Europa Occidental no debería ser subestimado. Los aranceles dentro de Europa sobre los productos no fueron removidas hasta 1968. Como resultado de esto, las reformas domésticas, tales como la liberalización de Ludwig Erhard de la economía de Alemania Occidental en 1948, fueron mucho más importantes para la recuperación posterior a la guerra que la inexistente CEE.
Además, tenga en cuenta que la liberalización del comercio interno de Europa se estaba dando en conjunto con la liberalización comercial a nivel mundial. Este último proceso, que solía ser llamado el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio y que ahora se llama la Organización Mundial del Comercio, empezó en 1947 —ante la insistencia de EE.UU.
Con el tiempo, el comercio interno de la UE se ha vuelto menos, no más, importante para la prosperidad europea. Los costos de las comunicaciones, las transferencias financieras y el transporte se han reducido considerablemente desde la Segunda Guerra Mundial, haciendo del comercio global cada vez más lucrativo para empresas individuales —estén o no en la UE. El comercio entre EE.UU. y la UE, por ejemplo, continúa creciendo, aún cuando no hay un acuerdo de libre comercio entre los dos. De igual forma, las exportaciones británicas a la UE están creciendo a un paso menor que las exportaciones británicas a los países que no son miembros de la UE.
Además, los beneficios económicos del comercio interno de Europa han sido socavados por un diluvio de regulaciones excesivas provenientes de Bruselas. A diferencia de la creencia popular, que sostiene que la integración y la prosperidad van de la mano, el crecimiento en Europa Occidental ha caído conforme la integración europea aumentó (ver gráfico). Hoy, gran parte de Europa simplemente no está creciendo.
Algunos de los problemas de Europa no están relacionados con la UE y están más bien relacionados con una demografía cambiante —bajas tasas de natalidad y una población que envejece. Aún así Europa también ha sufrido de heridas auto-infligidas. Las regulaciones en exceso, las que sofocan el crecimiento europeo, es solo una de ellas. Hay otras políticas destructivas también.

Fuente: Angus Maddison, Statistics on World Population, PIB y PIB per cápita, 1-2008 DC, obtenido el 16 de mayo de 2016.
* Las cifras para los 15 de la UE no contienen datos para Luxemburgo.
La Política Agrícola Común (CAP, por sus siglas en inglés), por ejemplo, ha resultado en montañas de mantequilla y lagos de leche. Estos luego fueron destruidos o arrojados en mercados del Tercer Mundo, donde socavaron a los productores locales. En conjunto con la CAP estuvo la Política Común de Pesca que, en lugar de preservar el stock de pesca de Europa mediante un sistema de cuotas, casi acabó con este. Un estudio holandés, por ejemplo, encontró que, para mantener sus cuotas, por cada tonelada de pescado destinado al consumo, los pescadores lanzaban “dos a cuatro toneladas de pescados muertos” al mar.
Los Fondos Estructurales y de Cohesión, un sistema de pagos transferidos que utilizó el dinero de los contribuyentes en los países ricos para intentar de fomentar el crecimiento y el empleo en el sur sub-desarrollado de Europa, se volvió un despilfarro legendario de mala asignación y corrupción financieras. La Corte Europea de Auditores se ha negado a aprobar el presupuesto de la UE en aproximadamente 20 años consecutivos —citando irregularidades.
El euro se suponía que debería haber conducido a un mayor crecimiento, desempleo más bajo, y mayor competitividad y prosperidad. Según “50 economistas distinguidos” que fueron reunidos por el pro-UE Centro para la Reforma Europea, “hay un consenso amplio de que el euro había sido una decepción: el desempeño económico de la unión monetaria había sido muy pobre, y en lugar de unir a los estados-miembros de la UE y fomentar un sentido más estrecho de unidad y de identidad común, el euro ha dividido a los países y erosionado la confianza en la UE”.
En retrospectiva, debería ser claro que la Eurozona fue mal concebida. Sus miembros se han comprometido a mantener niveles manejables de deuda (límite de un 60 por ciento del PIB) y déficits (límite de un máximo de 3 por ciento al año). Lo que la faltó a la Eurozona fue un mecanismo de cumplimiento creíble. De hecho, algunos de los miembros más grandes de la Eurozona, incluyendo a Francia y Alemania, rompieron sus compromisos en cuanto a la deuda y el déficit poco después del lanzamiento de la moneda común. Otros países hicieron lo mismo.
Todavía peor, la membrecía en la Eurozona ha permitido que algunas de las economías peor manejadas en Europa expandan masivamente sus deudas aprovechándose de las tasas de interés históricamente bajas. Los mercados le prestaron dinero al Sur de Europa, esperando que, si los problemas surgían, estos serían rescatados. Los mercados estaban en lo correcto. Por lo tanto, cuando colapsaron las economías sureñas, sus acreedores —principalmente bancos europeos— fueron rescatados causando un costo masivo al contribuyente europeo. Como siempre, un problema que fue creado por una integración más profunda ha llevado a llamados de “más Europa” y el establecimiento de una “unión fiscal”.
En los últimos años, otro problema serio ha surgido: la inmigración descontrolada de proveniente de África y de Oriente Medio. Mientras que la inmigración puede ser beneficiosa, los países europeos generalmente han sido poco exitosos en integrar a los extranjeros. Algo de ese fracaso tiene que ver con políticas estatales, como extensivas provisiones sociales y restricciones en el mercado laboral que mantienen a los inmigrantes fuera de la fuerza laboral, y algunas tienen que ver con un entendimiento particularmente europeo de la nacionalidad, que está basado en etnicidad, no ciudadanía.
Para bien o para mal, la política migratoria de a través de Europa, que ha permitido grandes flujos entrantes de extranjeros que ahora Bruselas está tratando de “redistribuir” forzadamente entre los estados miembros, ha tenido éxito en despertar un nivel épico de resentimiento.
El rescate del euro y el mal manejo de la crisis migratoria han puesto de relieve uno de los menos apreciados, aunque más influyentes aspectos negativos de la integración europea: el ataque al Estado de Derecho.
El Artículo 125 del Tratado de Lisboa establece, claramente, que cada estado miembro de la UE es responsable de sus propias deudas. Es inconcebible que la Eurozona hubiese nacido alguna vez sin esa estipulación vital, que fue necesaria para calmar preocupaciones en el electorado alemán.
Además, el Artículo 123 prohíbe al Banco Central Europeo (BCE) comprar bonos soberanos en mercados primarios y bonos soberanos en mercados secundarios —si lo último se hace por motivos fiscales en lugar de monetarios. Bruselas y Frankfurt ignoraron ambas estipulaciones para mantener a Grecia dentro de la Eurozona.
De igual forma, la Regulación de Dublín especifica que las aplicaciones de asilo por parte de aquellos que buscan protección en la UE en virtud de la Convención de Ginebra deben ser examinados y procesados en el punto de ingreso, lo que significa que deben ser evaluados por el primer estado miembro de la UE que pisaron. Grecia, y en menor grado Italia, no han logrado satisfacer sus obligaciones y han permitido que cientos de miles, posiblemente millones, de personas que buscan asilo emigren a otros estados miembros, incluyendo Alemania. El gobierno alemán, en cambio, ha decidido de manera unilateral darle la bienvenida a estos inmigrantes solo para demandar que sean proporcionalmente distribuidos entre otros países de la UE.
Dejando a un lado las cuestiones humanitarias, incluso los estados miembros de la UE que nunca recibieron personas que buscaban asilo en primer lugar, y que no fueron consultados al momento de “permitirles” entrar a la UE en general, ahora están siendo obligados a acomodarlos. Los estados miembros han respondido a las amenazas de la UE incumpliendo con sus obligaciones con el área Schengen y erigiendo barreras para mantener a los inmigrantes fuera —exacerbando así el ataque al Estado de Derecho en Europa.
Conforme Gran Bretaña se prepara para votar acerca de su membrecía en la UE, es útil recordar no solo el éxito de la UE en reducir las barreras comerciales entre los países de la UE, sino también de los muchos fracasos de la UE, pues esta es la razón por la cual la membrecía continua de Gran Bretaña en la UE ya no es algo que se puede dar por sentado.