Wikipedia

Search results

Showing posts with label elecciones 2016. Show all posts
Showing posts with label elecciones 2016. Show all posts

Sunday, June 19, 2016

Elecciones 2016 en España: ¿Hay alguna esperanza para la libertad?


El 26 de junio, los votantes en España iremos a las urnas por segunda vez en medio año. Los resultados de las elecciones previas fueron considerados por los expertos como un punto de inflexión en la reciente historia española, ya que el sistema bipartidista hegemónico que había dominado el parlamento durante casi 40 años había acabado por fin: los conservadores (Partido Popular o PP) ganaron de nuevo por un margen muy pequeño, pero sin embargo la distancia entre los socialdemócratas (Partido Socialista Obrero Español o PSOE) y los nuevos izquierdistas (Podemos) fue todavía menor. Los “recién llegados” (el partido Ciudadanos) quedó considerablemente detrás.
Desde las últimas elecciones (en diciembre de 2015) nuestras élites políticas han sido incapaces de aunar un ejecutivo que funcione (el equivalente a una “administración” americana), llevándonos así a unos nuevos comicios.



Temas electorales de 2016: Más de lo mismo

Sin embargo, la imagen profundamente enraizada de la sociedad española como un caleidoscopio ideológico contrasta con la aburrida oferta electoral de los cuatro principales partidos: ninguna de las candidaturas apoya ninguna reducción del gasto público en un país en el que el déficit presupuestario estado completamente fuera de control durante demasiados años y, al mismo tiempo, se han convertido en lamentablemente comunes las propuestas más variadas de aumento en la intervención del estado. Aunque los libertarios no necesitemos ninguna excusa para desafiar la prodigalidad pública, el estado actual de cosas nos obliga a afrontar las votaciones sin nada que no sea decepción.
Se podría esperar que las duras consecuencias de una expansión artificial del crédito y continuas malas inversiones (que acabaron obligando a la Unión Europea a llevar a cabo un rescate del sector bancario español) despertaran alguna conciencia entre una ciudadanía empobrecida. Sin embargo, ni España ni la Unión Europea han aprendido la lección. En el Viejo Continente, las falacias keynesianas reclamando un aumento necesario y casi sin restricciones de los programas de estímulo han conquistado todas las esferas de la sociedad.

Oposición continua a la austeridad

El rechazo de valores nucleares del liberalismo de laissez-faire, como un mercado no intervenido o libertad y estabilidad monetaria, es bastante notable la nueva jerga en la política cotidiana: el eje ricos-pobres ha sido sustituido por la concepción más inclusiva de “arriba-abajo”; el crecimiento económico ya no es una condición suficiente, sino que se requiere una “recuperación justa”; el asfixiante, aunque inexistente (ver Bagus), “austericidio” debe reemplazarse por nuevas políticas económicas “en beneficio de la mayoría social” y así sucesivamente.
Estas innovaciones lingüísticas también se encuentran evidentemente en forma de las respectivas propuestas lanzadas por los partidos durante la campaña en marcha: la actual presión fiscal, o se aumentará, o se mantendrá; la ligera liberalización del mercado laboral iniciada en 2011 se invertirá para restaurar los “derechos perdidos” de los trabajadores; podrían aprobarse programas sociales más generosos, como diversas formas de renta mínima; de salario mínimo podría aumentarse a su máximo histórico en un momento de desempleo históricamente alto y la legalización de otras expresiones de libertad, como el derecho a portar armas, el comercio de drogas o la prostitución por desgracia siguen sin estar encima de la mesa.
El amable lector se preguntará inmediatamente cuánto margen tendría realmente un nuevo gobierno español en este intento de expandir el estado de bienestar de esa manera. Y la respuesta es directa: ninguno. Aunque España evitó recientemente sanciones de Bruselas por incumplir las normas de la UE sobre déficits presupuestarios, sigue existiendo la obligación legal de alcanzar un presupuesto equilibrado en los próximos años (suponiendo que la UE aplique sus límites establecidos sobre los déficits). En otras palabras, todas esas promesas de campaña se tornarán fútiles una vez se articule un nuevo gobierno, como nos ha demostrado el ejemplo griego.

¿Cuáles son las perspectivas para la libertad y los mercados libres?

¿Hay entonces alguna esperanza para los libertarios en España? Por desgracia, no a corto plazo. La composición resultante del parlamento después de estas nuevas elecciones será sin duda socialdemócrata en su totalidad. La peligrosa animosidad que plantean hoy en día las ideas de libre mercado en mi país no es una característica propia en la cultura española, sino más bien una “mentalidad” extendida (citando a Mises) en la UE (y especialmente en el sur). Por tanto lo mejor que podemos hacer es seguir luchando contra las ideas de los populistas dominantes. El resultado de las elecciones podría ser una decepción (muy) amarga, pero debemos continuar sosteniendo las enseñanzas de la Escuela Austriaca si realmente tenemos algo de conciencia social.

Elecciones 2016 en España: ¿Hay alguna esperanza para la libertad?


El 26 de junio, los votantes en España iremos a las urnas por segunda vez en medio año. Los resultados de las elecciones previas fueron considerados por los expertos como un punto de inflexión en la reciente historia española, ya que el sistema bipartidista hegemónico que había dominado el parlamento durante casi 40 años había acabado por fin: los conservadores (Partido Popular o PP) ganaron de nuevo por un margen muy pequeño, pero sin embargo la distancia entre los socialdemócratas (Partido Socialista Obrero Español o PSOE) y los nuevos izquierdistas (Podemos) fue todavía menor. Los “recién llegados” (el partido Ciudadanos) quedó considerablemente detrás.
Desde las últimas elecciones (en diciembre de 2015) nuestras élites políticas han sido incapaces de aunar un ejecutivo que funcione (el equivalente a una “administración” americana), llevándonos así a unos nuevos comicios.


Monday, June 13, 2016

Regresando a la realidad después de las elecciones

Las elecciones realizadas en varias partes del territorio nacional el fin de semana pasado habían ocupado la atención pública durante varios meses y mientras los resultados fueron los previstos en algunos casos
-los cuales todavía podrán ser impugnados en los respectivos tribunales-, en otros han resultado sorpresivos.

Con esto se logra uno de los objetivos de la democracia, que es depositar el poder político en el voto en los ciudadanos, por lo que los resultados se conocen hasta después del proceso electoral.

Parece lejana la época en que se conocía al ganador de las elecciones antes de las mismas, cuando el presidente nombraba a los distintos candidatos a los puestos populares; mientras que hoy no se conocen los mismos sino [en algunos casos] incluso después de varios días de las elecciones por los distintos procesos de revisión de las votaciones.

Hay que destacar que a pesar de las dudas previas, parece que los electores sí tienden a castigar a los candidatos o gobiernos que no consideran capaces o que son vistos como corruptos.

Por otro lado, en el entorno internacional hay que destacar las elecciones presidenciales en Perú, en la cual ganó Pedro Pablo Kuczynski por un mínimo margen sobre Keiko Fujimori, la hija del expresidente del mismo apellido.

El primero es un reconocido financiero a nivel mundial que ha ocupado posiciones relevantes en distintas empresas globales y ha tenido elevados puestos durante varios gobiernos de su país, siendo considerado clave para el proceso de apertura y desregulación de aquella economía. Este proceso le ha permitido pasar de ser uno de los países más pobres de Latinoamérica a uno con crecimientos superiores a 11 por ciento en años pasados. Como presidente de ese país, estoy seguro de que seguirá siendo ejemplo para sus vecinos y para el resto del continente.

Por otra parte, sorprende que a pesar de que México es una de las economías más abiertas del planeta, se le dé poca importancia a lo que sucede en el resto del mundo.

Parte de lo que acontece internamente, tanto en el aspecto económico como en el político, tiene una causa externa.

Temas relevantes que nos deberían preocupar en la actualidad son el posible triunfo de Trump como presidente de Estados Unidos y las medidas económicas que podría tratar de llevar a cabo, que perjudiquen tanto a nuestro país como a su misma economía.

Un menor crecimiento en Estados Unidos tendría un gran grave impacto en México.

Otro tema preocupante es la posible salida de Gran Bretaña de la Unión Europea y el aumento de las tasas de interés globales.

En nuestra economía existen temas positivos como el hecho que siga creciendo (2.8 por ciento anual en el primer trimestre del año), sobre todo apoyada en el mercado interno y en el financiamiento bancario (el cual crece por arriba de 10 por ciento real); la inflación se mantiene por debajo de 3.0 por ciento y el precio del petróleo ha tenido un repunte importante en semanas previas, lo cual apoya a las finanzas públicas.

Sin embargo, preocupa que el tipo de cambio siga deteriorándose, que el déficit de cuenta corriente siga elevado con una salida neta en la balanza de capitales y que las tasas de interés siguen subiendo, lo cual eleva el costo de la deuda pública.

Además, la inversión fija bruta creció en marzo sólo 1.0 por ciento anual, insuficiente para mantener el actual dinamismo económico.

En conclusión, aunque la economía nacional sigue creciendo, se están acumulando nubarrones en el horizonte, sobre todo internacionalmente, que presagian un escenario más difícil en los siguientes trimestres.

Por lo mismo, es correcta la estrategia de las autoridades de fortalecer las finanzas públicas y la posición de liquidez de las instituciones financieras.

Por su parte, las distintas empresas deberían diseñar estrategias para enfrentar la volatilidad que habrá en los mercados, pero también para aprovechar las oportunidades que se presenten.

Regresando a la realidad después de las elecciones

Las elecciones realizadas en varias partes del territorio nacional el fin de semana pasado habían ocupado la atención pública durante varios meses y mientras los resultados fueron los previstos en algunos casos
-los cuales todavía podrán ser impugnados en los respectivos tribunales-, en otros han resultado sorpresivos.

Con esto se logra uno de los objetivos de la democracia, que es depositar el poder político en el voto en los ciudadanos, por lo que los resultados se conocen hasta después del proceso electoral.