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Thursday, July 21, 2016

La necesidad moral de la libertad económica

La necesidad moral de la libertad económica

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Por Wilhelm Röpke
Uno de los mas graves errores nuestra época es el de creer que la libertad económica y la sociedad que en ella se basa, difícilmente son compatibles con la posición moral de una actitud estrictamente cristiana.
A tan extraña creencia se debe el bien conocido hecho de que una gran parte del clero protestante y católico, tanto en el viejo como en el Nuevo Mundo, se incline fuertemente hacia la izquierda socialista. En vista de las alarmantes consecuencias de esta tendencia, que debilita nuestra resistencia hacia el comunismo (precisamente en el momento mas critico) y que impregna a nuestra sociedad de un vago desasosiego moral, resulta extraordinariamente urgente disipar la confusión intelectual que constituye la raíz del problema.


No se ha enfatizado bastante en que esta creencia popular es falsa y que lo cierto es precisamente lo contrario; porque las más poderosas razones para defender la libertad
económica y la economía de mercado son precisamente de carácter moral. Los valores morales del verdadero cristianismo exigen la libertad económica y la economía de mercado, y nunca pedirían el sistema económico opuesto: el socialismo. Sin embargo al mismo tiempo es necesario enfatizar que la libertad económica y la economía de mercado exigen esos valores, es decir, se condicionan mutuamente.
Para entender esto, debe tenerse en cuenta tanto a la economía como a la ética. Hay una
especie de moral que pretende ignorar los principios económicos elementales, y por lo mismo cuando emite apreciaciones de carácter moral sobre ciertas acciones económicas que no comprende, es susceptible de causar gran daño.
Por otra parte, existe cierta clase de teoría económica que ignora la esencial base moral de la vida económica, cuando menos teóricamente. Tan mala es la una como la otra, la moral que pretende ignorar la economía, como la economía que pretende ignorar la moral; pero ambos errores pueden sin embargo corregirse complementándose recíprocamente.
Podría aclarar mejor este punto refiriendo mis experiencias personales y explicando con la mayor franqueza los conflictos intelectuales que he tenido que resolver durante toda mi vida de economista. Igual que muchos otros jóvenes de mi propia generación, al principio fuí socialista, y precisamente por razones morales. Pensábamos que el socialismo era el único camino para alcanzar la paz, la libertad y la justicia. Y como tantos otros jóvenes de mi propia generación, aprendí por la experiencia y un raciocinio más sobrio y tranquilo que nuestro socialismo juvenil era un error fundamental. ¿Por qué?
Antes que nada, porque el análisis económico nos ha enseñado que el socialismo es un orden económico notoriamente inferior. Lo condenamos porque la planeación y la nacionalización los dos pilares del orden socialista– conducen al desperdicio, al desorden y producen un bajo nivel de productividad y en cambio la libertad económica y la propiedad privada –los dos pilares del orden económico «liberal»– significan coordinación; progreso y un alto nivel de productividad. En otras palabras, las actividades económicas no pueden constituir la esfera de actividad de la autoridad planificadora que coerciona y castiga; tales actividades deben dejarse a la cooperación espontánea de todos los individuos a través de un mercado libre, de precios libres y de franca competencia.
Después de las recientes experiencias, particularmente en Europa, que han confirmado estas enseñanzas del análisis económico, nos asiste toda la razón para poner de relieve sus alcances prácticos. En todas partes donde el socialismo fue puesto en practica en Europa, en país tras país, se demostró que conduce hacia la pobreza y el desorden económico. No así la economía de mercado que es la base del bienestar de las masas y del orden económico y que la economía de mercado es el mejor camino para el bienestar de las masas y para el balance o equilibrio económico. Encuestas recientes efectuadas en ese país, han demostrado que aun la abrumadora mayoría de los obreros (mas del 80%) favorece la economía de mercado aunque muchos de ellos sean miembros del partido socialista.
Pero hay algo mas que la simple preferencia por una determinada técnica económica. Yo no creo en la libertad económica solo porque en mi carácter de economista se supone que debo saber algo sobre precios, tasas de interés, costos o tipos de cambio. La fuerza de mi convicción radica en algo más profundo o sea, en aquellas regiones del alma donde se decide en ultima instancia la filosofía social que tiene cada uno. A los socialistas y a sus enemigos ideológicos los dividen conceptos fundamentalmente diferentes acerca de la vida y de su significado.
La opinión que tengamos sobre la posición del hombre en el universo, decidirá nuestra posición acerca de si los más altos valores se realizan en el individuo o en la sociedad, y nuestra preferencia por cualquiera de las dos tesis constituye la base de nuestra posición política. Una vez mas confirmamos la veracidad del famoso aserto del Cardenal Manning: «Todas las diferencias entre los humanos son, en ultima instancia, de carácter religioso». De ahí, pues, que mi oposición fundamental al socialismo radica en que a pesar de toda su fraseología liberal otorga muy poco al hombre, a su libertad, y a su personalidad y otorga demasiado a la sociedad.
El socialismo (incluye la filosofía estado providencia) se apoya primordialmente en el Estado y en la sociedad y no en el individuo con su responsabilidad y dignidad humanas. Por esto es contrario a la tradición moral basada en el patrimonio común de la cristiandad y el humanismo. En su entusiasmo por la organización, la centralización, la reglamentación y la subordinación al Estado, el socialismo pone en juego medios que no son compatibles con la libertad y dignidad humanas. Y porque tengo un concepto claro acerca del hombre como la imagen de Dios, resultando pecaminoso utilizar su persona como medio; Porque estoy convencido de que cada hombre tiene un valor único por su relación con Dios, pero no ese Dios del híbrido humanismo ateo; por toda estas razones yo desconfío totalmente de cualquier clase de colectivismo.
Partiendo de estas convicciones enraizadas en la experiencia y en los testimonios históricos, llegué a la conclusión de que solo la economía libre puede estar de acuerdo con la libertad del hombre y con la estructura política y social que salvaguarda. Fuera de este sistema económico de libertad no veo ninguna oportunidad para que pueda continuar la existencia humana dentro del marco de las tradiciones filosóficas y religiosas de Occidente.
Solo por esta razón debíamos respaldar el orden económico libre, aún cuando implicara un sacrificio material y aún cuando el socialismo nos asegura una mayor abundancia material. Y somos muy afortunados en que esto ultimo no sea cierto. Más importante aún resulta que el orden económico libre es requisito indispensable para la libertad, la dignidad humana, la libre elección y la justicia. Por esto lo deseamos y por ello cualquier precio que paguemos no resulta demasiado alto, aunque los comunistas pudieran hacer, pongo por caso, más grandes y mejores máquinas lavadoras.
Aceptamos de buena gana la riqueza material y el bienestar que la libertad económica nos proporciona y que jamás encontramos en una economía colectivista, pero sólo debíamos aceptar estos dones especialmente por sus ventajas morales y precisamente por ellas estamos obligados a defender la libertad económica, inclusive cuando discutimos con Khrushchev.
Existe una profunda razón moral que explica por qué una economía de libre empresa produce la salud del cuerpo social y una abundancia de bienes mientras que una economía socialista trae consigo el desorden social, la insuficiencia y la pobreza. El sistema económico de libertad transforma la extraordinaria fuerza que radica en la afirmación del propio individuo, en tanto que la economía socialista, que se usa en la coerción, suprime esta fuerza y se desgasta a si misma en la lucha contra ella.
¿Cuál de los dos sistemas resulta el más ético? ¿Aquel que permite al individuo luchar para mejorarse a sí mismo y a su familia mediante su propio esfuerzo y que conduce simultáneamente a un aumento del bienestar de las masas, o el otro sistema que tiene por meta suprimir esa fuerza, y que simultáneamente produce un menor bienestar? Resulta ser moral que los intelectuales que predican las virtudes de este segundo sistema cuya esencia es la coerción y la miseria, lo hagan inspirados por la ambición de asegurarse un puesto de mando en la colosal maquinaria coercitiva que tal sistema presupone.
En realidad, el estado colectivista que se reafirma con las inmoralidades de los precios máximos, los controles de cambio y los impuestos confirmatorios, resulta mucho más inmoral que el individuo que viola esos presupuestos para preservar los frutos de su propio trabajo. No creo sea moral o haga algún bien apalear al burro que saca el agua de la noria.
El gran error moral del socialismo, es su constante oposición al lógico deseo del hombre de superarse junto con su familia y de asumir la responsabilidad para su futuro; ello está dentro del orden natural, al igual que el deseo de identificarse con la comunidad y de servir a sus fines. Ambos deseos son intrínsecos a la humanidad y deben equilibrarse, impidiendo los excesos que pueden destruir una existencia humana digna.
La excéntrica moralidad que confunde las enseñanzas eternas del cristianismo con el comunismo de los primeros cristianos, y que espera el fin inminente de todas las cosas, acaba por aprobar una sociedad en la cual los medios altamente inmorales como la coerción económica, la disolución de la familia, la mentira, el espionaje, la propaganda y la fuerza bruta constituyen inevitables consecuencias. Por tanto el error intelectual que se comete en nombre de una más alta moral y que consiste en condenar la libertad económica; en no percibir en el esfuerzo del individuo por su autoafirmación, el verdadero olor de santidad y la abnegación de los héroes, es capaz de destruir la moralidad que constituye la esencia de la civilización. Es urgente corregir este error.
– Publicado en Tópicos de Actualidad, CEES, Año 4, Abril 1962, No. 37. http://www.cees.org.gt [Tomado de la revista «Espejo», publicación del Instituto de
Investigaciones Sociales y Económicas, México]

La necesidad moral de la libertad económica

La necesidad moral de la libertad económica

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Por Wilhelm Röpke
Uno de los mas graves errores nuestra época es el de creer que la libertad económica y la sociedad que en ella se basa, difícilmente son compatibles con la posición moral de una actitud estrictamente cristiana.
A tan extraña creencia se debe el bien conocido hecho de que una gran parte del clero protestante y católico, tanto en el viejo como en el Nuevo Mundo, se incline fuertemente hacia la izquierda socialista. En vista de las alarmantes consecuencias de esta tendencia, que debilita nuestra resistencia hacia el comunismo (precisamente en el momento mas critico) y que impregna a nuestra sociedad de un vago desasosiego moral, resulta extraordinariamente urgente disipar la confusión intelectual que constituye la raíz del problema.

Thursday, June 23, 2016

Por qué fracasan los países: Los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza. Reseña libertaria

Por qué fracasan los países
Artículo escrito por José María Aranguren.
Uno de los “enigmas” más apasionantes de la economía es el estudio del crecimiento y desarrollo económico, cuáles son las claves de este y como podemos fomentarlo y extenderlo, estas interesantes preguntas son las que tratan de ser respondidas en nuestro libro. No es un tema baladí para abordar, y no todos están capacitados para escribir sobre la materia con la erudición necesaria y al mismo tiempo de forma tan amena. Y es que estamos ante un libro que puede agradar no sólo a aficionados a la economía, ya que no es para nada tedioso ni técnico, en el que cualquiera con un mínimo de ganas e intenciones puede adentrarse. No es de extrañar por lo tanto, que se trate de una obra que ha cosechado un gran éxito durante el año, llevándose desde premios, como el financial times and goldman Sachs Business Book of the Year Award además de numerosas y positivas críticas de los más diversos y prestigiosos economistas, como Kenneth J. Arrow, premio Nobel de Economía en 1972, Gary S. Becker, premio Nobel de Economía en 1992 o Peter Diamond, premio Nobel de Economía en 2010, por citar sólo unos pocos.



Yo, a pesar de mis discrepancias ideológicas que como veremos enseguida son en ocasiones profundas con las tesis presentadas, no puedo sino recomendarlo encarecidamente, independientemente de si estemos en desacuerdo en algún grado con el, es altamente divertido disfrutar de su lectura, la interesante forma en que está narrado, a modo de pequeñas historias sucedidas a lo largo del tiempo y del globo, que casi involuntariamente nos envuelven en unos sólidos argumentos correctamente presentados, tanto es así que se me hace difícil pensar que alguien sin una opinión más formada sobre la materia que sirva de contrapeso pueda no acabar esta lectura con un casi rotundo, “claro, tienen toda la razón estos señores”. Pero para eso estamos nosotros aquí, para revelar algunas de las miserias ocultas, no muy numerosas es cierto, pero sí terriblemente perniciosas. Veamos pues con más profundidad cuales son las ideas principales contenidas, y porqué debemos sentirnos cómodos e incómodos con ellas.
El punto principal sobre el que gira todo lo demás es el siguiente, la culpa de la pobreza mundial (o de la riqueza) no corresponde a cuestiones de determinación geográfica, social, genética, cultural, climatica etc, ni a ningun tipo de necesidad histórica. La causa de la pobreza o riqueza de unos esta simple y llanamente en sus instituciones, esto ya de por sí es un buen comienzo para nosotros, es un rechazo absoluto a diferentes formas de determinismos y centra su atención en las instituciones, instituciones como lo pueden ser la propiedad privada o el estado, por lo tanto no habría motivos por los que discrepar ante tal afirmación. Si nos adentramos a una mayor profundidad, se nos hace imprescindible destacar una serie de ideas que sostienen esta bóveda ideológica, son principalmente, la diferenciación entre marcos institucionales extractivos frente a inclusivos, la destrucción creativa la defensa de la propiedad privada y por último, la necesidad de centralización política.
La idea de instituciones extractivas o inclusivas hace referencia a como estas, generan un clima que va encaminado a que una pequeña elite o oligarquia, extraiga a costa de la población gran cantidad de recursos que de otra forma estarían generando prosperidad y riqueza, o por otro lado instituciones que generan una inclusión social, donde en vez de marginar a la mayoría para ser explotados, el sistema de incentivos empuja a imposibilitar las actitudes extractivas, creando el marco en el que se genera el desarrollo, la prosperidad se reparte y tiene lugar una de las ideas principales que los que somos favorables al libre mercado más nombramos, relaciones que no son de suma cero, es decir, en la que a diferencia de las relaciones coercitivas que caracterizan a una sociedad extractiva, donde unos ganan a costa de, aquí todos ganan de todos, pues cuando las relaciones son voluntarias sólo se producen si ambas partes salen beneficiadas. Esta idea principal es ademas, la que da lugar a feroces críticas contra una serie de instituciones perversas, como la esclavitud, o las de los regímenes comunistas, que cataloga claramente como ejemplos de instituciones extractivas, donde la elite gobernante vive a costa del incuantificable sufrimiento de su población, Corea del Norte por ejemplo.
A continuación el concepto de destrucción creativa, creado por el sociólogo Werner Sombart, que en capitalismo socialismo y democracia Schumpeter recogeria y extenderia. Hace referencia a la idea de cómo la innovación, nuevas ideas, proyectos, empresas, tecnologías etc, van destruyendo sus antecesoras y creando un continuo e ininterrumpible proceso de evolución, las bombillas eléctricas sustituyen a las velas, creatividad que trae consigo la destrucción de la industria de velas. Este proceso aplicado sobre todo a la movilidad social, pone de manifiesto cómo en algunas comunidades, aquellos que tienen buenas ideas, prosperan ofreciendo productos que hacen la vida más fácil a las personas, por eso voluntariamente los demandan y se benefician de ellos, mientras que en sociedades extractivas, la elite dominante no está interesada en que los privilegios de una casta dominante se pongan en peligro por este proceso, la movilidad social pues, que se daría en una sociedad de libre mercado, donde continuamente los ricos podrían empobrecerse por no satisfacer las necesidades de la gente y los pobres hacerse ricos por si poder hacer esto, es cortada de raíz, de forma que la oligarquía dominante pueda perpetuarse indefinidamente en el poder como parásitos, esta tesis es algo que a cualquier amante de la libertad le sabrá a miel, sobre todo en este mundo, en el que estamos cada día más hartos de trabajar como esclavos a tiempo parcial para el gobierno, para mantener a unos pocos cuya unica mision es vivir a costa de los demás sin aportar nada a la sociedad, mientras se reparten el premio ganado con el sudor de otros, para contentar a los amigotes que revolotean alrededor del olor del botín, sindicatos, políticos, empresas privilegiadas, y demás grupos de presión y también porque estamos cansados de repetir, que un entorno de mercado es la mejor manera para promocionar el ascenso social de los más necesitados, sin barreras de entrada que condenan a millones a la pobreza sin escapatoria.
Por fortuna, la defensa de la propiedad privada es otro de los puntos claves, algo que merece otro aplauso por nuestra parte, la propiedad privada no solo es buena, sino que es necesaria para que el progreso pueda surgir, poco tenemos que añadir a esto, rotundamente sí, y es que aunque el libro hable de instituciones en general, y todas sean en cierto modo importantes pues marcarán la deriva de todo el sistema, algunas son destacables, la propiedad privada es una de ellas. Allá donde la propiedad privada es una institución débil o poco extendida, es donde se esta dando el sistema de incentivos que empuja hacia la pobreza, frente a los lugares donde esta es defendida ampliamente, que se crea el sistema de incentivos necesarios para el desarrollo, como ejemplos la mencionada Corea del norte, o los regímenes absolutistas y dictatoriales a lo largo de la historia, donde el noble o caudillo se quedaba ad baculum con la mayoría de lo que la sociedad producía, por lo tanto no se generaban los incentivos de mejora de la productividad, ahorro e inversión.
Por último de las ideas más importantes que he querido destacar, estaría la necesidad de una centralización política, básicamente la existencia de un estado que garantizase la defensa de los contratos y la propiedad privada como mínimo, y aquí es donde empieza a chirriarnos seriamente la cabeza a los defensores de la libertad más incondicionales, aunque tomada en la forma básica en que presentan la idea, hay que reconocer, que a gran cantidad de liberales les parecerá un acierto. El problema, es que como vamos a empezar a ver ahora, se dejan intuir pequeñas y no tan pequeñas violaciones de la libertad, que parecen paradójicamente seguir el mismo camino que han seguido todos los intentos de defender la libertad con estados pequeños, que cada vez van creciendo un poco más y cuando te quieres dar cuenta, te has convertido en el esclavo a tiempo parcial de algún imperio, podemos ejemplificar esto con una metáfora, y es que defender la libertad, es como tapiar la casa contra un tornado, en el momento que renuncies a una poca, y dejes que se cuele algo de aire, su fuerza hará que entre en tropel y destroce todo.
Por eso vamos a criticar duramente algunos puntos que como dije arriba, no son muchos, pero si son muy profundos, y que constituyen el camino perfecto para dar justificación a que la sociedad someta al individuo. Por ejemplo, se echa en falta una distinción clara entre los dos tipos de desigualdades que existen, la que crea el estado por la fuerza, la desigualdad ante la ley, desigualdad coactiva, frente a la desigualdad natural del mercado, porque somos desiguales y no puede ni debe ser de otra forma, la frontera aunque nunca queda marcada literalmente, parece clara al principio de la obra, pero según van colándose casi como por accidente algunas ideas “la gente de tal sitio fue provista de escuelas por los gobernantes motivados por sus instituciones inclusivas y así pudieron prosperar”, la frontera entre lo que es una desigualdad a la fuerza y una desigualdad natural se difumina, y temeroso me hallo solo de imaginar, todos aquellos que se habrán aferrado a estos ejemplos que hacen intuir, lo bueno que sería que nuestros buenos y generosos amos nos provean de todas esas cosas que son positivas para acabar así con la desigualdad, como la archiconocida bandera de la escuela pública de todos y para todos, que ondean al viento los adalides de la igualdad de oportunidades (en su sentido negativo, de igualdad mediante la ley, mediante el robo al que justamente se lo gana, y mediante meter la cara de los guapos en ácido para que no destaquen demasiado por encima de los feos y aprovechen sus ventajas, ya puestos a ser consecuentes con sus ideas). Inevitablemente, el libro entra por lo tanto en una serie de contradicciones, que argumentan contra sus propias conclusiones, la propiedad privada es muy buena e importante, sí, pero por lo visto puede ser violada si es que lo hacen instituciones inclusivas, lo cual se supone que es una contradición con lo que nos estaban vendiendo, pues las instituciones inclusivas basicamente estan para evitar esos robos, hay que tener en cuenta que en la obra no se entra en debates de política económica directamente, pero en muchas partes, la idea de un estado limitado, al estilo Friedmanita o Hayekiano queda pervertido cuando van aflorando ejemplos que son puestos como positivos incluso siendo totalmente violaciones de la libertad, que si un sistema de salud, de educación, carreteras de más, o un pequeño arancel ocasionalmente, en definitiva, una serie de terribles ideas, que van justo en el camino contrario que se necesita para generar prosperidad, justificadas sobre todo porque si su origen es el propio de una democracia inclusiva, son para el bien de todos y por lo tanto no son perniciosas, y aunque las democracias low quality de América Latina por ejemplo, son criticadas, parece que si pones de ejemplo a cualquier país occidental Reino Unido, por decir uno, y mientras no lo impidan los jueces (faltaría menos) casi cualquier medida impuesta por el estado será buena y para el pueblo, nosotros sabemos que esto es mentira.
Volviendo con la mencionanda centralización política, una parte controvertida, pues todos aquellos que pensamos que el mejor gobierno es el que menos gobierna y por tanto el que no gobierna nada en absoluto es el que gana el premio mayor, nos quedamos casi helados al ver la ferviente defensa que se va haciendo de este concepto, para generar prosperidad, dicen los autores, es totalmente imprescindible cierto grado de centralización, un monopolio de la fuerza. Que imponga el orden, una tesis, que aunque se defiende con algunos ejemplos, como el de Somalia, parece que es cogida desde el principio como una verdad absoluta, posiblemente, y como ocurre con la mayoría de la gente, no ha habido ninguna intención de plantearse si porque las cosas han sido siempre así, o es lo que siempre nos han contado, signifique que esto sea bueno. La historia que abarca el libro se mide en miles de años, miles de años en los que mediante el uso de la fuerza, los gobernantes creaban una serie de instituciones con las que vivir a costa de su pueblo, formando estados, y creando los incentivos que nos han hecho permanecer atrasados durante milenios, y que con ejemplos a lo largo del tiempo, brillantemente se van exponiendo, bien, miles de años de una historia de extracción sustentada en unas instituciones perniciosas, principalmente el estado, a los autores les ha llevado a la que parece para ellos indudable conclusión que necesitamos un estado fuerte y centralizado. ¿Se imaginan un libro en el que te dijesen, llevamos miles de años de historia metiendo la mano en el fuego y quemándonosla, entre las cosas que necesitamos para solucionar esto, es meter imprescindiblemenete la mano en un horno, y esperar a ver si no nos quema demasiado? Pues eso es básicamente lo que aquí ocurre, de hecho, en el libro no aparecen episodios de la historia que contradicen claramente esa condición supuestamente necesaria para el desarrollo, por ejemplo, no se habla de la Grecia clásica, el ejemplo no es una nimiedad histórica, o algo raro, estamos hablando de la base de toda la cultura occidental, de una sociedad que no duró unos pocos años precisamente en el paso de la historia, y que no tuvo un estado centralizado todopoderoso que pudiese imponer su fuerza en todo el territorio, sin embargo, Grecia es un ejemplo de una increíble evolución social, intelectual, política, y económica, como probablemente el mundo nunca había visto hasta entonces. No era ningún paradigma de anarquía las ciudades estado, eran eso, pequeños estados, pero eran pequeños por lo que incluso siendo centralizaciones de poder, a efectos prácticos dicha centralización abarcaba extensiones pequeñas, y ningún ente superior controlaba de forma más extensa a las polis, para coordinar sus políticas o articular el territorio, no fue necesario, poseían otra serie de instituciones positivas que eran las verdaderas garantías de su desarrollo, precisamente era un mundo en fuerte competencia estatal, no sólo mediante las polis existentes, sino con amenaza de entrada de competidores, mediante apropiación originaria grupos de colonos descontentos con la política de su ciudad podía simplemente ocupar nuevas tierras y fundar nuevas ciudades, se respetaban los derechos de propiedad en un grado más que aceptable para la época (obviando temas como la esclavitud, que sería una lacra que lastró la humanidad demasiado tiempo antes de volverse marginal). Uno podría pensar, que si los autores hubiesen sido más consecuentes y hubiesen abierto más la mente, podrían haber pensado, tal vez el problema no fuese que no había un estado fuerte que monopolizase el control en un territorio con un mínimo de extensión, tal vez el problema estaban siendo el resto de instituciones, por ejemplo, no había una cultura de respeto por la propiedad privada, e igual era eso el problema y no lo primero, pero por desgracia, pesa demasiado la concepción de un mundo formado por estados naciones, que ocupen cada hueco disponible en el globo terráqueo y no dejen así lugar a la huida, es la tónica general.
Es cierto por otro lado, que podemos aprender mucho de este tema gracias a este texto, pues caemos con demasiada frecuencia en la simplicidad de reducirlo todo a estado/no-estado, es una reducción útil, el estado es una institución muy determinante, pero no es la única, y puede darse el caso de estados pequeños o poco poderosos, donde sin embargo no se haya mostrado un gran desarrollo económico a lo largo de la historia, algo que precisamente los enemigos de la libertad pueden aprovechar para atacar nuestros argumentos, “si todo el ejemplo que puedes ponerme de como se puede vivir sin estado o al menos casi sin estado, es esa tribu perdida de no se donde, entonces ahora creo en el estado con más fuerza”, algo que remediariamos siendo más profundos y completos, todo el marco institucional cuenta, y si bien no genera un proceso de determinación histórica al estilo marxista, apunta para unas u otras direcciones, generando unos incentivos que harán avanzar o retroceder, según sea. Me gustaría así, terminar citando a el prestigioso economista austriaco y libertario Higgs, cuando le preguntan sobre si los austriacos deberíamos prestar más atención a las ideas del neo institucionalismo.
“HIGGS: Sí, deberían. Tanto para un economista neoclásico como para un economista Austriaco, hay mucho de valor en este nuevo campo. En realidad, todo el comportamiento social es formado por el ambiente institucional en el que los actores se sitúan. Durante mucho tiempo, la economía neoclásica esencialmente ignoró el papel de las instituciones, y como resultado, los economistas mainstream cometieron errores importantes en la interpretación de una variedad de instituciones (por ejemplo, las empresas, las agencias gubernamentales) y desarrollos (como el desempeño y resultados de la planificación central en la URSS, China y otros países comunistas).” Pero sin olvidarnos que “ Por supuesto, ciertos aspectos de la nueva economía institucional no pueden aceptarse por los austriacos porque colisionan con métodos o ideas austriacas básicas.”

Por qué fracasan los países: Los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza. Reseña libertaria

Por qué fracasan los países
Artículo escrito por José María Aranguren.
Uno de los “enigmas” más apasionantes de la economía es el estudio del crecimiento y desarrollo económico, cuáles son las claves de este y como podemos fomentarlo y extenderlo, estas interesantes preguntas son las que tratan de ser respondidas en nuestro libro. No es un tema baladí para abordar, y no todos están capacitados para escribir sobre la materia con la erudición necesaria y al mismo tiempo de forma tan amena. Y es que estamos ante un libro que puede agradar no sólo a aficionados a la economía, ya que no es para nada tedioso ni técnico, en el que cualquiera con un mínimo de ganas e intenciones puede adentrarse. No es de extrañar por lo tanto, que se trate de una obra que ha cosechado un gran éxito durante el año, llevándose desde premios, como el financial times and goldman Sachs Business Book of the Year Award además de numerosas y positivas críticas de los más diversos y prestigiosos economistas, como Kenneth J. Arrow, premio Nobel de Economía en 1972, Gary S. Becker, premio Nobel de Economía en 1992 o Peter Diamond, premio Nobel de Economía en 2010, por citar sólo unos pocos.