por Ricardo Valenzuela
El presidente Peña Nieto, tal vez
en su desesperación ante la avalancha de malas noticias económicas y,
sobre todo, la estrepitosa caída de su imagen frente a tantas señales de
corrupción que emanan de su más cercano círculo, se lanza a informar su
intención de establecer varias “zonas libres” en el territorio
nacional. Pero como reza el viejo refrán; “Del dicho al hecho hay mucho
trecho”.
Para establecer una “verdadera zona
libre”, ciudad privada, o como se le quiera llamar, se requiere el
liderazgo de un verdadero estadista visionario a imagen y semejanza de
un Lee Kuan Yew, padre de Singapur, un Sir John Cowperwaite, el
arquitecto de Hong Kong, un Thomas Jefferson, padre de esa patria que
fueron los EE. UU. como una gran zona de libertad durante todo el siglo
19. Disculpe usted Presidente, pero como dice la canción; “Tu pa ser un
estadista necesitas muchas cosas”. Ahora presidente, si realmente quiere
vestir el ropaje de estadista, olvidarse de los remedos de “zonas
libres” que hemos tenido en México, le envío un par de pistas que le
sirvan como mapa y compás en sus, hasta estos momentos, buenas
intenciones.
Para no repetir las historias exitosas
de Hong Kong y Singapur, voy a citar otros dos ejemplos que realmente
son lecciones de formas para prosperar. El primero es lo que en su
momento se conoció como, “La República de Cospaia”. Durante casi 400
años esta pequeña república prosperó en la parte central de Italia, sin
gobierno, sin leyes escritas, sin militares, sin burocracia y ¡sin
impuestos! El éxito de Cospaia es una ilustración de cuan
extraordinariamente poca rienda central es necesario para alcanzar la
prosperidad. Aunque fue llamada una “República”, era solamente un
consejo de ancianos, sin un poder coercitivo, que se reunía de manera
ocasional en la iglesia del pueblo. Este territorio tenía un área de
solamente 330 hectáreas, aproximadamente el tamaño de un campo agrícola
en Sonora o Sinaloa. La población varió a lo largo de los siglos, y era
de alrededor de 1000 personas con menos de 150 hogares.
La historia se inicia en 1440. En esa
época la península italiana estaba compuesta por numerosos reinos. Uno
de ellos eran los estados pontificios gobernado por el Papa. Su vecino
al norte, era la República de Florencia gobernada por la familia Medici.
En 1431, Eugenio IV fue elegido Papa y de inmediato tomó un préstamo de
25,000 florines de Juan Cosme de Medici, uno de los principales
banqueros en esa época. Sin Bancos Centrales ni dinero fiduciario,
incluso los gobiernos tenían que ofrecer garantías para obtener un
préstamo. El Papa ofreció como colateral el pueblo de Borgo Sansepolcro y
sus alrededores, en la parte alta del Valle Tíber.
Al vencimiento del préstamo los estados
pontificios no pudieron pagar y, los topógrafos, para ejecutar la
garantía, acordaron que uno de los nuevos límites entre los estados
sería un río en la parte alta del Tíber, pero los topógrafos cometieron
un error. Había más de un río en la región. En el avenir de los
burócratas dejaron esas 330 hectáreas como un mostrenco lepe sin dueño.
Los residentes de Cospaia se dieron cuenta de su buena suerte, pues
ahora estaban fuera de la jurisdicción tanto de los estados pontificios
como de la República de Florencia. Los Cospaianos de inmediato se
declararon como una República Independiente. Así iniciaron 385 años de
dichosa libertad.
En sus inicios la economía de esta nueva
república estuvo basada en el trueque y, a pesar de la falta de una
divisa fuerte, la gente había logrado un nivel de vida muy superior al
de los poblados vecinos, encadenados por el poder del estado. Como una
república verdaderamente libre, no tenían impuestos que pagar, no
contaban con reglas impuestas por gobernantes para beneficiar a aquellos
que contaban con buenas conexiones. Sus habitantes eran libres de
realizar intercambios y establecer conductas que les permitían vivir
como les diera la gana, “sin afectar al resto de los habitantes”. No
tener gobernantes jodiéndolos todo el día, les permitía utilizar de la
manera más provechosa su tiempo y energía.
En 1574 la economía de Cospaia, ungida
por la libertad, prosperaba como jamás se hubiera atestiguado en
Europa. En 1624 el papa Urbano VIII publicó una bula papal declarando
el uso del tabaco fuera castigado con la excomunión. Por supuesto, estas
regulaciones solamente beneficiaron a la economía del nuevo edén de
libertad. La caída en la oferta y la ausencia de regulaciones o
impuestos, convirtió a Cospaia en el centro europeo de intercambio de
tabaco. Muchos de los participantes en esta nueva economía, eran
Israelitas. En Italia a los judíos les era prohibido poseer propiedades
y también les era prohibido comerciar con cristianos. Así que la
economía de laissez faire de Cospaia, permitió prosperar a esta minoría
perseguida, pero protegida por esa región de libertad, a pesar de las
agresiones de los estados que se encontraban en los alrededores.
A través de su historia, Cospaia no tuvo
gobernantes, no tuvo poder ejecutivo ni judicial, y tampoco leyes
escritas excepto por la frase “Perpetua et Firma Libertas,” que estaba
inscrita en su iglesia desde 1610 y se traduce como, “Firme y Eterna
Libertad.”
La diminuta república era descrita como
un lugar “sin ley” habitado por “contrabandistas. Debido a que todo lo
que entraba a los estados pontificios o a la República de Florencia
estaba sujeto a impuestos, cualquier cosa que abandonaba Cospaia era
“contrabando”. En el siglo 18, había pasado de ser una pequeña aldea, a
ser un centro de libre comercio continental y de bienes sin impuestos.
No solo era la capital del tabaco en Europa, sino también se distinguía
por sus textiles, sus bancos, centros de comercio y otro sinnúmero de
bienes que circulaban sin impuestos.
En 1826, los estados vecinos finalmente
se hartaban del rotundo éxito de Cospaia, sin que ellos llevaran su
tajada. Y así el Papa, en sociedad con el Gran Duque de la Toscana,
utilizando tácticas opresivas que después se conocerían como
intervencionismo, o, la visible mano de gobiernos corruptos, mediante un
estado de sitio provocaron hambre en la pequeña República, para así
forzar a las cabezas de familia a firmar el “acta de subyugación”,
finalizando 385 de años de libertad y prosperidad nunca antes vista.
Nos podríamos preguntar cuál sería su
panorama actual si Cospaia hubiera permanecido libre. ¿Podrían ser un
oasis como San Marino o Liechtenstein? Después de todo, fueron una
república anarquista que sobrevivió y prosperó durante 385 años. Son 385
años sin impuestos, guerras, gobernantes o regulaciones. Lo que sí es
muy claro, como lo dibujara Milton Friedman en su famosa frase: “Si a
cualquier gobierno se le diera la administración del desierto del
Sahara, de inmediato se provocaría escases de arena”. Presidente, la
semana entrante le describo el segundo ejemplo.
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