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Tuesday, August 23, 2016

¿Es hora de bajar los impuestos?

Ian Vásquez considera que la política fiscal al estilo Ronald Reagan podría funcionar en el Perú si Kuczynski logra hacer lo que Reagan no pudo: controlar el gasto público.

Ian Vásquez es Director del Centro para la Libertad y la Prosperidad Global del Cato Institute.
El presidente Kuczynski ha prometido anunciar cambios al régimen tributario durante los primeros cien días de su gobierno. Su idea es de bajar paulatinamente el IGV (Impuesto General a las Ventas) del 18% al 15% para el 2019, y continuar con la política del gobierno anterior de reducir el impuesto de renta sobre las empresas —que fue del 30% en el 2015— al 26% en el 2019.
Estas medidas han sido criticadas de irresponsables por la pérdida de ingresos y el mayor déficit fiscal que implican. Un comentarista sintetizó la crítica al declarar recientemente en La República que “este enfoque, llamado también de la oferta, se planteó en EE.UU. bajo Reagan y fracasó”.
¿Será que PPK propone medidas desacreditadas por la experiencia estadounidense? Después de todo, Reagan sí bajó los impuestos y el déficit y la deuda pública crecieron. El récord de la llamada ‘Reaganomics’ nos puede instruir.



El propósito de las políticas de la oferta es precisamente estimular al sector productivo de la economía. Al reducir los impuestos, se alienta la inversión y el trabajo, pues las personas y las empresas esperan retener más del fruto de sus propios esfuerzos. Si los impuestos son muy altos, una reducción puede hasta resultar en mayores ingresos, ya que estimula de manera importante la actividad económica.
Bajo Reagan, EE.UU. redujo las tasas impositivas sobre la renta. La más elevada bajó del 70% al 28%. El crecimiento económico aumentó a un promedio anual del 3,2% de 1981 a 1989, más alto que en las décadas anteriores con la excepción de los sesenta, cuando el presidente Kennedy recortó los impuestos sobre la renta por 30% y, como resultado, el crecimiento anual se disparó un promedio del 5% por varios años. Durante ese mismo período de los ochenta, se crearon 17 millones de puestos de trabajo nuevos y cayó el desempleo al 5,5%. Además, la pobreza disminuyó, el ingreso de todas las clases aumentó y también creció la movilidad económica de la gente. Las políticas impositivas de Reagan claramente impulsaron el crecimiento económico.
Por el lado fiscal, sin embargo, el déficit explotó (llegó hasta un 6,3% del PBI un año) y la deuda pública aumentó del 27% al 42% del PBI. Es por eso que muchos críticos dicen que la economía de la oferta no funcionó. Pero no es verdad que el recorte de impuestos dejó con pocos recursos al Estado. Al contrario, los ingresos provenientes de los impuestos de renta aumentaron un 16% en términos reales de 1982 a 1989. El problema no fue la rebaja de impuestos, sino el aumento del gasto público. Este subió en 22% bajo Reagan, en parte porque duplicó el gasto del Pentágono. El aumento del crecimiento económico fue mayor al de los ingresos, por lo que como porcentaje del PBI, los ingresos fiscales cayeron alrededor de 1%; aun así, llegaron a un nivel (19,22% en 1989) por encima del promedio histórico en la posguerra.
Al fin del día, Reagan logró desacelerar temporalmente el crecimiento del Estado, pero no llegó a achicarlo. Desde entonces, los impuestos, la deuda y el gasto han vuelto a subir, en algunos casos de manera significativa. Lo que sí consiguió Reagan es demostrar que la economía de la oferta puede estimular el crecimiento y aumentar incluso los ingresos fiscales.
¿Puede PPK tener más éxito que Reagan? El recorte que propone PPK es mucho más tímido que el de Reagan, incluye otro tipo de impuestos y parte de un nivel mucho más bajo de lo que fue el caso de EE.UU. Lo más probable es que estimule la economía, pero que resulte en alguna pérdida neta de ingresos al Estado. Por eso, una de las grandes lecciones de la experiencia estadounidense se vuelve todavía más relevante y tiene que ver justo con la parte en que falló Reagan: también se tiene que controlar el gasto.
Desafortunadamente, PPK planea incurrir en déficits fiscales mayores y en un aumento de la deuda para que en un futuro de mayor crecimiento se vuelvan a controlar. Me temo que sin un compromiso para limitar el crecimiento del Estado, como profesaba Reagan tenerlo, es dudoso que PPK vaya a tener más éxito que su histórica contraparte estadounidense

¿Es hora de bajar los impuestos?

Ian Vásquez considera que la política fiscal al estilo Ronald Reagan podría funcionar en el Perú si Kuczynski logra hacer lo que Reagan no pudo: controlar el gasto público.

Ian Vásquez es Director del Centro para la Libertad y la Prosperidad Global del Cato Institute.
El presidente Kuczynski ha prometido anunciar cambios al régimen tributario durante los primeros cien días de su gobierno. Su idea es de bajar paulatinamente el IGV (Impuesto General a las Ventas) del 18% al 15% para el 2019, y continuar con la política del gobierno anterior de reducir el impuesto de renta sobre las empresas —que fue del 30% en el 2015— al 26% en el 2019.
Estas medidas han sido criticadas de irresponsables por la pérdida de ingresos y el mayor déficit fiscal que implican. Un comentarista sintetizó la crítica al declarar recientemente en La República que “este enfoque, llamado también de la oferta, se planteó en EE.UU. bajo Reagan y fracasó”.
¿Será que PPK propone medidas desacreditadas por la experiencia estadounidense? Después de todo, Reagan sí bajó los impuestos y el déficit y la deuda pública crecieron. El récord de la llamada ‘Reaganomics’ nos puede instruir.


Tuesday, August 2, 2016

La Escuela Austríaca en la ciencia económica

Karelys Abarca
Karelys Abarca es Economista, egresada de la Universidad Central de Venezuela, y Profesora-Investigadora en la Facultad de Economía de esta casa de estudios. Ha sido dos veces Premio Nacional Alberto Adriani, galardón otorgado por el Banco Central de Venezuela y la Fundación Alberto Adriani. Twitter: @karelitabarca
Carl Menger fue el fundador de la Escuela Austríaca de economía, una de las menos divulgadas entre las que provocaron la revolución marginalista a finales del siglo XIX. Su primer libro, Gründsätze der Volkswirtschaftslehre (Principios de Enseñanza de Economía Política) hace importantes críticas a la economía clásica, pues presenta una teoría del valor antagónica a la corriente de pensamiento predominante. De acuerdo a esta visión son los precios de los bienes los que determinan los costos de producción y no al contrario. Carl Menger realizó también una profunda investigación sobre la moneda, donde explora la evolución histórica del dinero, así como una teoría del valor monetario que sirvió de partida a otros pensadores de esta escuela, como Wieser y Von Mises.



Uno de los exponentes de la Escuela Austríaca, Ludwig von Mises comenzó a dictar clases en la Universidad de Nueva York en 1948, después que la persecución nazi obligase a abandonar Viena a la mayor parte de los investigadores de esta corriente, apagándose la escuela en Austria y renaciendo en Estados Unidos. Entre los aportes más importantes de von Mises a la ciencia económica se encuentra una teoría del ciclo económico basada en causas monetarias y estructurales; además de la demostración científica de la imposibilidad de cuantificar la eficiencia económica en el modelo socialista. Esta imposibilidad deviene del contraste con el concepto austriaco de eficiencia dinámica, impulsada por la innovación, el emprendimiento y la competencia en el sistema, mientras que en socialismo los controles y la planificación centralizada hacen inviable la adecuada asignación de recursos. En el caso específico de Venezuela podemos verificar la tesis de Ludwig von Mises, pues eficiencia y modelo económico socialista aparecen como términos disociados.
Para la Escuela Austriaca la utilidad marginal, específicamente la ley de utilidad marginal decreciente, explica por qué el consumidor obtiene una satisfacción subjetiva menor cada vez que consume unidades adicionales de un bien, y puede explicar por sí misma la formación de precios sin incluir los costos de producción. Es decir, que a partir del principio de la utilidad marginal, la Escuela Austriaca llegó a la conclusión de que no son los costos los que determinan los precios, sino al contrario, son los precios de los bienes y servicios finales los que determinan los costos de producción.
Friedrich von Hayek, por su parte, fue uno de los discípulos más reconocidos de von Mises. Hayek afirma que la información en la economía de mercado es imperfecta, incorporando la incertidumbre en el análisis económico de manera coherente y pionera, incluso antes que otras escuelas de pensamiento. Un importante aporte de Hayek es su teoría monetaria y la relación con los ciclos económicos. Respecto a la expansión de la oferta monetaria, Hayek demuestra que ésta no genera un efecto de crecimiento en la economía real, sino distorsiones en los precios, lo que conlleva a una asignación ineficiente de los recursos. Esto significa que la inflación generada por una pésima política monetaria del gobierno, empobrece a la gente y destruye la eficiencia del sistema económico. Hayek también contribuye en la profundización de la tesis de imposibilidad de cuantificación de la eficiencia económica en el modelo socialista.
Igual que Menger y von Mises, Hayek estaba convencido que son las ideas y no la fuerza, las que deben prevalecer para establecer una sociedad libre, siendo el ámbito más propicio de las ideas, la Academia y no la Política. En este sentido, todos los pensadores de la Escuela Austriaca hicieron valiosos aportes al nuevo pensamiento liberal.
Pero la diferencia primordial que distancia a la Escuela Austriaca de otras escuelas del pensamiento económico es la teoría del valor. Las escuelas clásica y neoclásica afirman que los precios están determinados por los costos de producción y las leyes de comportamiento del consumidor sólo complementan esta formación de precios, no obstante las conclusiones de los austriacos fueron completamente diferentes.
Para la Escuela Austriaca la utilidad marginal, específicamente la ley de utilidad marginal decreciente, explica por qué el consumidor obtiene una satisfacción subjetiva menor cada vez que consume unidades adicionales de un bien, y puede explicar por sí misma la formación de precios sin incluir los costos de producción. Es decir, que a partir del principio de la utilidad marginal, la Escuela Austriaca llegó a la conclusión de que no son los costos los que determinan los precios, sino al contrario, son los precios de los bienes y servicios finales los que determinan los costos de producción.
De acuerdo a la teoría de valor de la Escuela Austriaca, ninguna empresa estará dispuesta a pagar por los factores de producción un precio superior al que los consumidores pagarían por el bien final. Las empresas están dispuestas a pagar los precios de los factores productivos, porque los consumidores están dispuestos a pagar los precios finales, de donde se concluye que los costos son el resultado de la existencia de precios esperados de bienes y servicios y no al revés. Si alguien duda de la importancia de esta premisa, que observe con detalle el caso venezolano.
En Venezuela se vive una constante situación de escasez por efecto de los controles de precios, que hacen que las señales de mercado entre consumidores y productores se borren, por lo que las personas dan mayor valor subjetivo a todo porque nada se consigue, y están dispuestas a pagar un precio más alto por las cosas, favoreciendo a la alta inflación, con lo que se incrementan a la par los costos de producción. A pesar de los controles y regulaciones del gobierno sobre el proceso productivo de las empresas, no se puede evitar ni detener el incremento de los costos de producción, porque no se puede detener el incremento de los precios de los bienes y servicios finales en los mercados no regulados o negros que se forman de manera paralela a los controles de precios. La economía venezolana demuestra de manera contundente que es la utilidad marginal del consumo la que determina los precios de los bienes y servicios finales y no los costos de producción de las empresas.
Considerando las ideas de la Escuela Austriaca, la solución inflacionaria en Venezuela exige eliminar los controles de precios para estabilizarlos y bajar la presión que ejerce la escasez sobre la psique de los consumidores, en vez de sofocar a las empresas a través del control de costos de producción, además se debe aplicar una política monetaria coherente y disciplinada. Para resolver la economía de Venezuela se requiere libertad de acción por parte de consumidores y productores, y una moneda estable, porque tal como afirma esta escuela la eficiencia es dinámica, y no hay eficiencia donde predomina el control.

La Escuela Austríaca en la ciencia económica

Karelys Abarca
Karelys Abarca es Economista, egresada de la Universidad Central de Venezuela, y Profesora-Investigadora en la Facultad de Economía de esta casa de estudios. Ha sido dos veces Premio Nacional Alberto Adriani, galardón otorgado por el Banco Central de Venezuela y la Fundación Alberto Adriani. Twitter: @karelitabarca
Carl Menger fue el fundador de la Escuela Austríaca de economía, una de las menos divulgadas entre las que provocaron la revolución marginalista a finales del siglo XIX. Su primer libro, Gründsätze der Volkswirtschaftslehre (Principios de Enseñanza de Economía Política) hace importantes críticas a la economía clásica, pues presenta una teoría del valor antagónica a la corriente de pensamiento predominante. De acuerdo a esta visión son los precios de los bienes los que determinan los costos de producción y no al contrario. Carl Menger realizó también una profunda investigación sobre la moneda, donde explora la evolución histórica del dinero, así como una teoría del valor monetario que sirvió de partida a otros pensadores de esta escuela, como Wieser y Von Mises.


Monday, August 1, 2016

La diferencia entre los pro-mercado y los pro-empresa

David Boaz dice que "La Cámara de Comercio de EE.UU. y el Tea Party no se llevan muy bien. Sucede que el viejo conflicto entre las fuerzas pro-mercado y pro-empresa puede que conduzcan a unas elecciones primarias divisivas el próximo año".

David Boaz es Vicepresidente Ejecutivo del Cato Institute.
La Cámara de Comercio de EE.UU. y el Tea Party no se llevan muy bien. Sucede que el viejo conflicto entre las fuerzas pro-mercado y pro-empresa puede que conduzcan a unas elecciones primarias divisivas el próximo año.
Hace años ayudé a crear una organización para personas de negocios que se oponían al capitalismo de compadres y otras formas de ayuda del Estado a las empresas. Consideramos el nombre claro y frontal de Líderes de Empresas en contra de los Subsidios y Aranceles, o BLAST por sus siglas en inglés, pero acordamos el nombre más elegante Consejo para una Economía Competitiva. Luego de que lanzamos el Consejo en 1979, nuestro primer gran proyecto era oponerse al rescate de la Corporación Chrysler. En ese entonces, Chrysler era la décima corporación industrial más grande de EE.UU., y un préstamos federal en garantía de $1.500 millones para una corporación privada era la noticia de primera plana. Chrysler, el sindicato United Auto Workers y las grandes empresas de lobbying abundaron el Capitolio junto con toda la prensa.



El Consejo para una Economía Competitiva contrató avisos de página entera declarando que “Rescatar a Chrysler con el dinero del contribuyente sería un gran error. Dicho rescate sería otro paso grande lejos de una economía libre y competitiva”. Considerando que la Cámara de Comercio no estaba adoptando posición alguna acerca de un propuesto subsidio estatal para una sola empresa privada, nosotros estábamos casi solos en la defensa vigorosa del libre mercado. Perdimos la batalla, por supuesto, y la Corporación Chrysler sobrevivió para pedir más rescates en años posteriores.
Unos meses después de esa batalla, las empresas de automóviles empezaron a presionar por restricciones a las importaciones japonesas. Nuevamente, el Consejo entró en acción. Joe Coberly, miembro de la junta y un conocido concesionario de Ford en Los Ángeles, le dijo a un comité del Congreso que “el esfuerzo de imponer restricciones a los autos extranjeros es una conspiración para perjudicar al consumidor estadounidense”.
Cuento esta historia para señalar que el conflicto entre los partidarios de los mercados libres y aquellos del capitalismo de compadres ha sido algo incesante por décadas.
En junio de 2009 la cámara lanzó una “Campaña por la Libre Empresa”. El presidente de la Cámara Thomas Donohue le dijo al Wall Street Journal que una “avalancha de reglas nuevas, restricciones, mandatos e impuestos” podían “seriamente socavar la capacidad de crear riqueza y empleos de la nación”.
La cámara estaba unos cuantos meses tarde con su campaña para salvar a la libertad económica. A fines de 2008 la cámara respaldó firmemente el rescate a Wall Street. Luego de que la Cámara de Representantes inicialmente rechazó el Programa de Alivio para Activos en Problemas (TARP, por sus siglas en inglés), la cámara envió un mensaje frontal a los republicanos en el Congreso: “No se equivoquen: Cuando las consecuencias de la inacción del Congreso se vuelvan claras, los estadounidenses no toleraremos a aquellos que se quedaron parados viendo y permitieron que la calamidad se de”.
A principios de 2009 la cámara respaldó la ley de estímulo de $787.000 millones del Presidente Obama. Mientras que los partidarios del libre mercado se opusieron a la ley, y el movimiento Tea Party creció oponiéndose a esta, el Sr. Donohue dijo, “Con los mercados funcionando tan mal, el gobierno es el único capaz de reiniciar la economía”.
En 2014 las grandes empresas se opusieron a varios de los miembros más partidarios del libre mercado en el Congreso, e incluso a un legislador de Georgia que estaba alineado con Ron Paul y se oponía al financiamiento con dinero de los contribuyentes para los Atlanta Braves.
La Cámara de Comercio de EE.UU. rápidamente se dirigió a las primarias republicanas en Grand Rapids, Michigan, para intentar de derribar al Representante Justin Amash, probablemente el miembro del Congreso más partidario del libre mercado y más liberal. Los grupos de libre mercado, incluyendo al Club para el Crecimiento, Freedomworks y Americans for Prosperity, firmemente respaldaron a Amash.
Ahora, la Cámara espera gastar hasta $100.000 millones en la campaña de 2016. Roll Call, un periódico del Capitolio, reporta, “Algunos objetivos clave en 2016 para las empresas serán los candidatos de derecha y del Tea Party, aquellos que han descartado la agenda corporativa en el Congreso respaldando el cierre del gobierno, oponiéndose a una reforma migratoria e intentando cerrar el Banco de Exportaciones e Importaciones”. Politico agrega una ley de carreteras a la lista de quejas que las empresas grandes tienen de los conservadores fiscales.
Este conflicto entre pro-mercado y pro-empresa es uno viejo. Adam Smith escribió La riqueza de las naciones para denunciar al mercantilismo, el capitalismo de compadres de su día. Milton Friedman dijo en una conferencia de 1998: “Hay una concepción errónea ampliamente difundida de que la gente que está a favor del mercado libre está también a favor de todo lo que las grandes empresas hacen. Nada podría estar más alejado de la verdad”.
Ese aviso viejo que se oponía al primer rescate de Chrysler advirtió a las empresas que el dinero del Estado siempre viene con condiciones atadas. No se puede respaldar subsidios a las exportaciones, protección contra las importaciones, rescates para Wall Street y leyes de estímulos financiadas con el dinero de los contribuyentes, y luego creíblemente quejarse acerca de “una avalancha de nuevas reglas, restricciones, mandatos e impuestos” que podrían destruir al sistema de libre empresa.

La diferencia entre los pro-mercado y los pro-empresa

David Boaz dice que "La Cámara de Comercio de EE.UU. y el Tea Party no se llevan muy bien. Sucede que el viejo conflicto entre las fuerzas pro-mercado y pro-empresa puede que conduzcan a unas elecciones primarias divisivas el próximo año".

David Boaz es Vicepresidente Ejecutivo del Cato Institute.
La Cámara de Comercio de EE.UU. y el Tea Party no se llevan muy bien. Sucede que el viejo conflicto entre las fuerzas pro-mercado y pro-empresa puede que conduzcan a unas elecciones primarias divisivas el próximo año.
Hace años ayudé a crear una organización para personas de negocios que se oponían al capitalismo de compadres y otras formas de ayuda del Estado a las empresas. Consideramos el nombre claro y frontal de Líderes de Empresas en contra de los Subsidios y Aranceles, o BLAST por sus siglas en inglés, pero acordamos el nombre más elegante Consejo para una Economía Competitiva. Luego de que lanzamos el Consejo en 1979, nuestro primer gran proyecto era oponerse al rescate de la Corporación Chrysler. En ese entonces, Chrysler era la décima corporación industrial más grande de EE.UU., y un préstamos federal en garantía de $1.500 millones para una corporación privada era la noticia de primera plana. Chrysler, el sindicato United Auto Workers y las grandes empresas de lobbying abundaron el Capitolio junto con toda la prensa.


Monday, July 18, 2016

El candidato libertario

Ian Vásquez comenta el inusitado surgimiento en las encuestas del candidato libertario Gary Johnson, un candidato que reúne propuestas significativamente distintas a aquellas de los candidatos del Partido Demócrata y del Partido Republicano.
Ian Vásquez es Director del Centro para la Libertad y la Prosperidad Global del Cato Institute.
En la polarizante campaña presidencial de EE.UU. ocurre un fenómeno que parece ir a contracorriente de las tendencias. Es el incipiente surgimiento del candidato de un tercer partido: Gary Johnson del Partido Libertario. Sus ideas distan mucho de las de los otros dos candidatos, y si pudiera influir en el debate nacional, o si llegara a ser elegido —cosa improbable— favorecería a América Latina, pues sus propuestas políticas son mucho más amigables hacia la región. De todas maneras, Johnson refleja un sentimiento importante en el público estadounidense.



Un hecho impresionante acerca de los dos candidatos principales —Hillary Clinton del Partido Demócrata y el republicano Donald Trump— es su nivel de rechazo. Ambos están empatados en los sondeos, recibiendo alrededor de 40% de apoyo popular cada uno. Pero Clinton y Trump son los dos candidatos con las imágenes más fuertemente negativas en las últimas diez elecciones presidenciales de ese país, según una reconocida autoridad que analiza encuestas (fivethirtyeight.com). Un 37% de las personas tiene una imagen altamente desfavorable de Clinton, mientras que un 53% rechaza de igual forma a Trump.
Es más, según el New York Times, buena parte de la gente que se identifica con un partido político está desilusionada con sus candidatos. Más de un tercio de los republicanos, por ejemplo, se siente así y piensa que Trump no representa sus valores. La mayoría de los votantes estadounidenses piensa que ninguno de los dos candidatos es honesto o un individuo en quien se puede confiar.
Es en ese contexto en el que Johnson empieza a recibir un creciente apoyo inusitado para un país en que los candidatos de terceros partidos casi nunca logran más que unos pocos puntos porcentuales en las encuestas, y donde mucho menos han ganado una elección presidencial. Johnson ahora goza de entre 10% y 12% en las encuestas. Es todavía bastante desconocido. Hasta dónde puede llegar depende de qué tan representativas sean sus ideas y de lo mal que lo pueda tratar el ‘establishment’ político.
Según un sondeo de este año de Gallup, el 27% de estadounidenses se puede considerar libertario. Sus puntos de vista son consistentes con los de Johnson y su Partido Libertario que favorecen el conservadurismo fiscal y el liberalismo social. De modo que Johnson representa una alternativa a las propuestas de los otros dos candidatos. Está a favor de limitar el gasto y los impuestos, restringir el intervencionismo militar y exterior, reformar la política antinarcótica, liberalizar más el comercio, poner fin al excesivo poder del Ejecutivo y a los abusos que conlleva, reformar el sistema de justicia criminal que especialmente perjudica ahora a las minorías, etc.
Para que sea más conocido, Johnson tendrá que participar en los debates presidenciales, pero los dos partidos tradicionales harán lo posible para que eso no ocurra. Desde fines de los ochenta, han controlado a quienes incluyen en tales debates, típicamente excluyendo a un tercer candidato. La única excepción fue la del multimillonario Ross Perot en 1992, quien fue incluido porque George Bush padre insistió en ello pensando que le restaría votos a Bill Clinton. Bush se equivocó. Para antes del debate Perot tenía 7% de apoyo en las encuestas. Se llevó el 19% del voto en las elecciones presidenciales y le restó apoyo a Bush.
La lección era clara: participar del debate puede aumentar notablemente el apoyo de un tercer candidato. Desde entonces, no se le ha permitido a uno debatir. La nueva regla es que tiene que tener 15% de apoyo en los sondeos para calificar.
No es imposible que Johnson lo logre. En ese caso, los latinoamericanos también verían propuestas claramente diferentes a las que ofrecen los republicanos y demócratas. Respecto a la guerra contra las drogas, Johnson favorece legalizar la marihuana y reformar la política actual. Aboga además por una política migratoria más liberal y abierta en la que sea fácil para los inmigrantes ir a trabajar a EE.UU. y también, a diferencia de Trump y Clinton, apoya el libre comercio con convicción.
La campaña presidencial estadounidense ha sido decepcionante. Pero además de las fallas en su sistema democrático, está reflejando un poco de esperanza, o por lo menos que el pueblo estadounidense es mucho más diverso políticamente de lo que a primera vista parece

El candidato libertario

Ian Vásquez comenta el inusitado surgimiento en las encuestas del candidato libertario Gary Johnson, un candidato que reúne propuestas significativamente distintas a aquellas de los candidatos del Partido Demócrata y del Partido Republicano.
Ian Vásquez es Director del Centro para la Libertad y la Prosperidad Global del Cato Institute.
En la polarizante campaña presidencial de EE.UU. ocurre un fenómeno que parece ir a contracorriente de las tendencias. Es el incipiente surgimiento del candidato de un tercer partido: Gary Johnson del Partido Libertario. Sus ideas distan mucho de las de los otros dos candidatos, y si pudiera influir en el debate nacional, o si llegara a ser elegido —cosa improbable— favorecería a América Latina, pues sus propuestas políticas son mucho más amigables hacia la región. De todas maneras, Johnson refleja un sentimiento importante en el público estadounidense.


Atraer inversión extranjera (I): apertura de las economías


En un primer artículo, comentamos que la diferencia entre los países ricos y pobres es que estos últimos no acumulan capital y, por lo tanto, son mucho menos productivos. La principal razón que diferencia a países pobres y ricos es el ahorro. En un segundo artículo explicamos cómo la captación de inversión extranjera solucionaba este problema de acumulación de capital mediante la “importación” de ahorro extranjero.
En este artículo expondremos cómo la atracción de inversión extranjera, y por tanto, del crecimiento y bienestar de un país, depende del grado de apertura de su economía.
Una variable que nos indica cuán abierta es una economía son los aranceles (tariffs). Los aranceles son impuestos a las importaciones. De aplicarse, éstas se encarecen y dejan de ser competitivas en el mercado destino. Esto es lógico: si deseamos exportar un producto a otro país, ya de por sí tendremos más costes por el transporte y la gestión del envío. Si además se nos encarece el producto un 20 ó 30% debido a un arancel, podemos estar seguros que no podremos competir con las empresas locales.
Los aranceles son, claro está, una restricción al comercio internacional. ¿Cuál es el motivo de que los países tomen estas acciones? Oficialmente los argumentos suelen ser los siguientes:



  • Recaudación de impuestos. Los aranceles no dejan de ser un impuesto que el Estado recauda. En los países no desarrollados en los que el registro de la actividad económica es muy difícil, los ingresos del Estado por aranceles suelen ser significativos. Son muy fáciles de recolectar porque las mercancías pasan por las fronteras. De media en África los aranceles pueden representar más del 25% de los ingresos de Estado según datos del Banco Mundial. En Europa son alrededor de un 2-3%.
  • Argumento laboral. Hay que proteger al país de las importaciones que provienen de países con salarios menores porque empujarán los salarios del país a la baja.
  • Industria “infante”. Hay que proteger a las empresas que están “naciendo” de empresas extranjeras más grandes y más establecidas porque de lo contrario las empresas infantes no conseguirán desarrollarse.
  • Seguridad Nacional. Hay industrias que deben protegerse por seguridad nacional.
  • Protección cultural. Si no se restringen las importaciones, las culturas más masivas e influyentes acabarán imponiéndose a las locales.
  • Venganza arancelaria. Hay que imponer aranceles y barreras porque otros países lo hacen.
Todos estos argumentos son rebatibles punto por punto, pero aquí nos centraremos en la verdadera causa principal de las restricciones a las importaciones: protección de las empresas locales.
Abrir fronteras al comercio significa básicamente aumentar el número y nivel de los competidores. Las empresas locales pasan de competir con pocas empresas (muchas de ellas ineficientes) a competir con muchas más empresas globales (muchas de ellas muy eficientes).
Esto conlleva un lógico periodo de reestructuración económica debido al aumento de competición y dinamismo del mercado. Así, las empresas ineficientes y obsoletas quebrarán al no satisfacer en igual medida al consumidor. Las empresas que aporten más valor y beneficios a los consumidores serán elegidas y mantenidas por éstos.
El resultado es el conflicto social propiciado por las empresas locales ineficientes incapaces de servir al consumidor como el resto de empresas competidoras. Buscan lograr a través del Estado lo que no logran en un mercado competitivo libre. Concretamente buscan prohibir que haya competidores mediante restricciones al comercio. Si el Estado cae en el error de prohibir las importaciones, los consumidores y la sociedad en su conjunto sufrirán las consecuencias.
Y es que cuando se prohíben las importaciones se prohíbe la entrada de nuevos productos, tecnologías y conocimiento. No hay ningún país que pueda desarrollar todos los productos y servicios que necesita. Y aunque así fuera, no hay ningún país que pueda ser líder en el desarrollo de conocimiento en absolutamente todos los campos.
Lo cual significa que, si no permitimos la entrada de nuevo conocimiento, las empresas locales quedarán obsoletas irremediablemente. Habrá quién argumente que eso no importa demasiado siempre que se siga exportando.
Pero lo cierto es que importaciones y exportaciones van “de la mano”. Si un país impide las importaciones sus empresas quedarán obsoletas. Por lo tanto, acabará por no poder exportar, ya que producirán productos y servicios que nadie desea comprar ya que han dejado de satisfacer necesidades. Y esto, claro está, es el final económico de un país y de su bienestar.
A continuación, presento unos gráficos elaborados a partir de datos de UN para ver la relación que hay entre un aumento de comercio internacional de un país (suma de importaciones y exportaciones) y la atracción de inversión extranjera. En un pasado artículo ya vimos la correlación que había entre inversión extranjera y crecimiento económico.




Por último, mostrar un gráfico que recoge la conclusión expuesta anteriormente: una reducción de aranceles hace aumentar las importaciones y exportaciones, lo cual hace aumentar la inversión extranjera que, a su vez, promueve el crecimiento económico y el bienestar.

Atraer inversión extranjera (I): apertura de las economías


En un primer artículo, comentamos que la diferencia entre los países ricos y pobres es que estos últimos no acumulan capital y, por lo tanto, son mucho menos productivos. La principal razón que diferencia a países pobres y ricos es el ahorro. En un segundo artículo explicamos cómo la captación de inversión extranjera solucionaba este problema de acumulación de capital mediante la “importación” de ahorro extranjero.
En este artículo expondremos cómo la atracción de inversión extranjera, y por tanto, del crecimiento y bienestar de un país, depende del grado de apertura de su economía.
Una variable que nos indica cuán abierta es una economía son los aranceles (tariffs). Los aranceles son impuestos a las importaciones. De aplicarse, éstas se encarecen y dejan de ser competitivas en el mercado destino. Esto es lógico: si deseamos exportar un producto a otro país, ya de por sí tendremos más costes por el transporte y la gestión del envío. Si además se nos encarece el producto un 20 ó 30% debido a un arancel, podemos estar seguros que no podremos competir con las empresas locales.
Los aranceles son, claro está, una restricción al comercio internacional. ¿Cuál es el motivo de que los países tomen estas acciones? Oficialmente los argumentos suelen ser los siguientes:


Thursday, July 14, 2016

En EE.UU., 1 de cada 4 negocios pertenecen a inmigrantes

En EE.UU., 1 de cada 4 negocios pertenecen a inmigrantes

La aportación de los migrantes mexicanos a EU. (Foto: Getty Images.)
Por Maurizio Guerrero
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Sobre el tema inmigratorio puede leerse el libro del Independent Institute Global Crossings: Immigration, Civilization, and America escrito por Álvaro Vargas Llosa.

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Nueva York.- Los mexicanos han sido una de las columnas principales del éxito económico de Estados Unidos. Su fuerza de trabajo, documentada e indocumentada, es clave en el fun­cionamiento cotidiano del país más poderoso del mundo.
Es bien conocido y está amplia­mente documentado que el empleo de mexicanos, y a menudo su cínica explotación, resultan esenciales para mantener el nivel de vida y de consu­mo en el país con el mayor número de multimillonarios y donde se hacen las mayores fortunas.
Menos conocido, aunque quizá tan relevante como la fuerza laboral, es el empuje empresarial de los mexi­canos en este país. Sus pequeños y me­dianos negocios emplean a millones y han revitalizado las comunidades y los barrios donde se establecen. En Nueva York, este empuje empresarial es inne­gable, y en buena medida ha tomado la estafeta de los migrantes de Puerto Rico y República Dominicana, que lle­garon a la Gran Manzana antes que los mexicanos. Las tiendas de abarrotes en Nueva York son conocidas como “bodegas”, en español, y las lavande­rías, gasolineras y tintorerías son todas giros dominados por inmigrantes.


Un informe de 2014 de la Sociedad de las Américas documentó que los inmigrantes crean negocios en los sectores de bienes y servicios dirigidos al consumidor final en una proporción que está muy por encima del porcen­taje que representan de la población estadounidense.
Entre este grupo de negocios (co­mercios minoristas, de la industria de la hospitalidad y establecimientos de servicios), los inmigrantes constituyen 28% de los empresarios establecidos, pese a que sólo cuentan con 16% de la población de Estados Unidos.
Asimismo, los inmigrantes partici­pan en una proporción mucho mayor a su presencia demográfica en salones de manicura, licorerías y restaurantes, de los que poseen 38%. El informe recuerda estudios que han mostrado que, en comparación con los nacidos en Estados Unidos, los inmigrantes son entre 10 y 15% más propensos a crear sus propios negocios.
Si bien no se dispone de cifras de emprendedores y empresarios mexi­canos en Estados Unidos, es visible su presencia en Nueva York, donde la migración proveniente de México es relativamente reciente y se volvió masiva en la década de 1990. Es menos evidente que en ciudades como Los Angeles o San José, California, donde constituyen buena parte de los peque­ños y medianos empresarios.
Hoy se ve en La Gran Manzana la huella emprendedora que ya está bien asentada en Los Angeles, explica Gaspar Orozco, director adjunto del Instituto Jaime Lucero de Estudios Mexicanos de la Universidad de la Ciu­dad de Nueva York (CUNY). “Vemos una fuerza emprendedora muy fuerte de la comunidad mexicana que se traduce en pequeños negocios, tiendas de abarrotes o incluso en negocios ambulantes como venta de frutas. Es el germen emprendedor de los mexica­nos”, señala Orozco, también un poeta galardonado y quien fungiera como el cónsul responsable de los asuntos de la comunidad en Nueva York y posterior­mente en Los Ángeles.
Una de las claves del éxito del emprendimiento de los mexicanos en Estados Unidos es que llegan bajo un cierto patrón. Los mexicanos migran siguiendo las huellas de un familiar, que a su vez sigue los pasos de personas de la misma comunidad, zona, etnia o estado. A Nueva York han arribado migrantes de Puebla y luego de Oaxaca que componen, de acuerdo con cifras del Consulado de México en Nueva York, cerca de 70% del total de los mexicanos de la lla­mada zona triestatal, compues­ta por los estados de Nueva York, Nueva Jersey y Connec­ticut. Ese lazo ayuda a que los recién llegados se empleen en negocios de familiares y de amigos, y el emprendimiento es aprendido de primera mano.
“El estatus migratorio es un obstáculo para muchas cues­tiones, pero de todas maneras nuestra gente puede darle la vuelta a ese reto buscando apo­yo de amigos y de empresarios con los que se asocian y puedan seguir generando recursos”, explica Orozco. De alguna ma­nera, los inmigrantes mexica­nos son en sí mismo empren­dedores natos. El mismo hecho de emigrar, agrega, en especial como indocumentado, en condiciones de mucho peligro, revela enorme iniciativa y determinación.
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El caso de Passaic
Un ejemplo claro de esta multiplica­ción de emprendedores es Passaic, una comunidad en el estado de Nueva Jer­sey que fue virtualmente abandonada por la industria cuando la economía de Estados Unidos viró hacia los servicios. En un par de décadas, la migración mexicana convirtió a Passaic en un centro distribuidor de productos mexi­canos para toda la costa Este.
La contribución mexicana para la revitalización de Passaic ha sido reconocida incluso por la alcaldía, que consintió en erigir una estatua del general Ignacio Zaragoza en su plaza principal, donde se organizan desfiles del 5 de Mayo y procesiones de la Pasión de Cristo en Semana Santa.
Griselda García, originaria de Izúcar de Matamoros, en Puebla, es junto con su padre la dueña de la tienda de abarrotes El Tepeyac, en el barrio de Harlem del Este. García acepta que la mayor dificultad para los emprendedores mexicanos es la condición de indocumen­tados. Pese a todo, asegura que en su experiencia de 17 años como comerciante, los pequeños negocios son em­prendidos de manera abru­madora por inmigrantes.
“Un gran porcentaje de dueños de negocios peque­ños es en su gran mayoría de inmigrantes. Hoy por hoy no conozco a un gringo que me diga que abrirá un comercio”, explica García. Añade que tal como sucedió en su caso, en que su padre emigró primero y comenzó El Tepeyac, muchas familias mexicanas migrantes arriban a un negocio como punto de empleo central y a partir de ahí se multiplican en otros comercios. Su hermano, por ejemplo, tiene una carnicería también en Harlem del Este, igual­mente llamada El Tepeyac.
El negocio de García y su hermano, que vende longaniza, chicharrón y cecina de Yecapixtla, apuntan además a una de las armas principales de los emprendedores mexicanos aquí: la comida. Si los mexicanos florecen y se expanden culturalmente en su vecino del norte es debido en buena medida a la cocina nacional, claramente superior a la estadounidense en su variedad, sabores y sofisticación.
Los tacos se han convertido, al margen de los burritos inspirados en la cultura mexicano-estadunidense de la frontera, en un alimento ubicuo en el país, y las salsas picantes y las enchiladas ya son parte del menú coti­diano de hogares estadounidenses.
El barrio de Harlem del Este ha sido uno de los que más han sufrido de “gentrificación” en Nueva York, que es el proceso mediante el cual residen­tes blancos se mudan a vecindarios ocupados por minorías. Pese a la transformación, García asegura que ahora sus ingredientes mexicanos son adquiridos por estadounidenses.
“Los gringos no quieren ya ir a sentarse a comer enchiladas, sino que las están aprendiendo a hacer. Y yo les digo cómo se cocina lo auténtico cuando vienen con sus listas en las manos y las recetas impresas de plati­llos complicados como cochinita pibil. Ya no se quedan en el guacamole y las salsas”, expone García.
Aunque ajeno al ámbito de la co­mida, quizás el ejemplo de inmigrante mexicano exitoso en Nueva York es Jaime Lucero, que en la década de 1970 abandonó el pueblo de la sierra poblana donde nació para cruzar a nado el Río Bravo. Lucero siguió los pasos de su hermano mayor, y luego de trabajar como lavaplatos en la cocina de un restaurante, varias décadas más tarde creó una em­presa distribuidora de ropa.
El de Lucero, un hombre de una sagaz inteligencia que apenas terminó la secundaria, es un negocio millonario con 270 empleados de base que incluye también un restaurante en Manhattan. Su fortuna le ha permitido convertirse en un mecenas de la comu­nidad mexicana en el área triestatal mediante Casa Puebla y generosas donaciones a la CUNY, que en una ce­remonia a principios de mayo decidió dar el nombre de su principal donador al Instituto de Estudios Mexicanos.
Lucero debió vencer como empre­sario la enorme discriminación que su­fren los mexicanos en Estados Unidos, que el virtual candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, Do­nald Trump, ha hecho dolorosamente visibles. La afirmación de Trump al iniciar su campaña política de que los mexicanos son “violadores” que traen crimen y drogas a Estados Unidos, fue considerada por numerosos obser­vadores como una declaración que hundiría su campaña desde el inicio. El efecto, sin embargo, fue exactamente el contrario, lo que reveló el sentimiento antimexicano que hay en este país, pese a que pocas naciones en el mundo tienen tan amplia vinculación comer­cial, económica y de sus sociedades.
Pese a esta animosidad contra los mexicanos, varios emprendedores apuntan a que el racismo, clasismo y la exclusión en México son tan o más intensos que en Estados Unidos. Sobre la comunidad mexicana en NY, Lucero asegura: “usted conoce México, pues transpórtelo aquí. Existen los mismos comportamientos: los mexicanos de recursos, que están muy bien educa­dos y colocados en grandes empresas, y los mexicanos que nos la venimos jugando. Esos mundos no se mezclan, y hasta hace muy poco nunca había sentido que son nuestros aliados”.
Muchos emprendedores mexica­nos consideran que cuando en Estados Unidos demuestran su compromiso, su ética de trabajo, su honestidad y que han aprendido la mecánica de un negocio, los ascensos suceden, pese a su color de piel, procedencia y nivel educativo. Uno de los ejemplos fue el chef Carlos Llaguno, heredero de la celebridad Anthony Bourdain en el restaurante neoyorquino Les Halles, donde llegó como asistente de cocina. Pese a nunca haber estudiado de ma­nera formal para ser chef profesional o administrar negocios, Llaguno fue hasta antes de su muerte en 2015 el administrador de la cocina de dos res­taurantes, con responsabilidades que iban desde comprar alimentos hasta supervisar la comida en uno de los establecimientos de comida francesa más tradicionales de Manhattan.
Muchos otros mexicanos, que son uno de los pilares de las cocinas en todo Estados Unidos, han comenzado en las labores más modestas y han terminado por dirigirlos.
“El racismo, la discriminación y el clasismo que en México aún se arrastran como un lastre es un factor que inhibe el desarrollo social. En una sociedad más democrática como la de Estados Unidos hay también más oportunidades para todos, pese a los evidentes problemas que existen”, opi­na Orozco. Bajo ese contexto, el poder de emprendimiento de los mexicanos parece ser mejor recompensado en Estados Unidos. García señala que en este país “se desarrolla una fe” de que si uno se esfuerza pueda haber una re­compensa al paso del tiempo, en tanto que en México, según su experiencia, a veces se tiene la sensación de que poco sirve el puro trabajo si no se cuentan con las conexiones o los amigos en lugares adecuados.
Los obstáculos para los mexicanos podrían ir en aumento en Estados Unidos. Trump ha evidenciado un sentimiento racista, y en cierto sentido lo ha naturalizado. Ha culpado a los mexicanos de las dificultades que en­frentan muchos estadounidenses que han perdido sus formas de vida en una economía que ya no genera empleos industriales, lo que ha afectado a gran­des sectores. Las cifras, sin embargo, no respaldan sus declaraciones.
Los inmigrantes de América Latina que viven en Estados Unidos contribuyeron con 86,000 millones de dólares (mdd) al fisco de este país en 2013, según un informe difundido en 2014 por el organismo civil Alianza para una Nueva Economía Estadouni­dense. Ese mismo documento reveló que el gasto después de impuestos de los hispanos en Estados Unidos en 2013 fue de 605,000 mdd. La conclu­sión del informe es que los hispanos están fortaleciendo a las comunida­des estadounidenses, no sólo con su trabajo sino con su contribución fiscal y con su poder de consumo.
Otro estudio del mismo organismo concluyó además que contrario a lo que aseguran algunos oponentes a la migración en Estados Unidos, los inmigrantes no constituyen un gasto para el sistema de salud del país sino que le aportaron a éste 182,400 mdd de 1996 a 2011. El estudio concluyó que de no ser por las aportaciones de los inmigrantes, que en los hechos están subsidiando el fondo de salud para las personas de bajos ingresos, conocido como Medicare, este siste­ma sería prácticamente insolvente.
Las aportaciones de los mexica­nos en EU van mucho más allá de lo económico, y se extienden a los ámbitos sociales y culturales, como demuestra el caso de El Tepeyac y de los cientos de miles de negocios de abarrotes y restaurantes que dan colorido y variedad al país. La fuerza de los empresarios mexicanos será esencial en el futuro de EU, un país que se precia de haber sido forjado por inmigrantes y por el empren­dimiento posible en el capitalismo. “Estamos en el ciclo en que se van a jubilar todos los baby boomers, la gente que nació tras las Segunda Guerra Mundial, y no hay quien tome el relevo entre los anglosajo­nes. Los que vamos a entrar al quite somos los hispanos”, dice García.

En EE.UU., 1 de cada 4 negocios pertenecen a inmigrantes

En EE.UU., 1 de cada 4 negocios pertenecen a inmigrantes

La aportación de los migrantes mexicanos a EU. (Foto: Getty Images.)
Por Maurizio Guerrero
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Sobre el tema inmigratorio puede leerse el libro del Independent Institute Global Crossings: Immigration, Civilization, and America escrito por Álvaro Vargas Llosa.

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Nueva York.- Los mexicanos han sido una de las columnas principales del éxito económico de Estados Unidos. Su fuerza de trabajo, documentada e indocumentada, es clave en el fun­cionamiento cotidiano del país más poderoso del mundo.
Es bien conocido y está amplia­mente documentado que el empleo de mexicanos, y a menudo su cínica explotación, resultan esenciales para mantener el nivel de vida y de consu­mo en el país con el mayor número de multimillonarios y donde se hacen las mayores fortunas.
Menos conocido, aunque quizá tan relevante como la fuerza laboral, es el empuje empresarial de los mexi­canos en este país. Sus pequeños y me­dianos negocios emplean a millones y han revitalizado las comunidades y los barrios donde se establecen. En Nueva York, este empuje empresarial es inne­gable, y en buena medida ha tomado la estafeta de los migrantes de Puerto Rico y República Dominicana, que lle­garon a la Gran Manzana antes que los mexicanos. Las tiendas de abarrotes en Nueva York son conocidas como “bodegas”, en español, y las lavande­rías, gasolineras y tintorerías son todas giros dominados por inmigrantes.

Sunday, July 10, 2016

Deseos para el nuevo futuro político de la nación cubana

Resulta necesario asegurar el derecho a elegir libremente, en un entorno democrático competitivo, a quienes dirigirán la nación

(Bruno Sanchez-Andrade Nuño) nación cubana
En Cuba es necesario utilizar la virtud para erigir instituciones democráticas incorruptibles que protejan las libertades. (Bruno Sanchez-Andrade Nuño)
Desiderata -cosas deseadas- es un inspirador poema en prosa del escritor americano Max Ehrmann. El poema tiene larga historia en el ámbito del activismo político. Cuando joven, lo recuerdo en un póster en mi apartamento de bachiller en los años sesenta.
Contemplando el futuro político de Cuba, a la luz de la nueva política entre Estados Unidos y Cuba, puede resultar esclarecedor para todas las partes describir su lista de deseos para la nación cubana. Esta es la mía:



“Aprender a amar y defender los derechos naturales individuales a la vida, la libertad y la propiedad.
Asegurar el derecho a elegir libremente, en un entorno democrático competitivo, a quienes dirigirán la nación.
Buscar las enseñanzas de la libertad y la visión para seleccionar con inteligencia a los líderes.
Comportarse como los ciudadanos soberanos que son. Insistir en que todos los funcionarios del Gobierno respeten las leyes con honestidad y transparencia.
Recuperar los valores espirituales, la dignidad y urbanidad necesarios para una vida virtuosa.
Utilizar esa virtud para erigir instituciones democráticas incorruptibles que protejan las libertades.
Disfrutar, como ciudadanos respetuosos de las leyes, las protecciones del Estado de derecho, que es el fundamento legal para la libertad.
Aspirar a disfrutar la prosperidad obtenible contribuyendo con sus talentos en una economía de libre mercado.
Ver a la patria integrar la familia de naciones democráticas y prósperas.
Construir orgullosamente un futuro en libertad, y de libertad, para hijos y nietos.
Recordar: “Somos criaturas del universo, tanto como los árboles y las estrellas”.
 Tenemos derecho a ser libres”.

Mi Desiderata es un esfuerzo para retornar la lucha cubana a sus principios medulares. Es un regreso necesario, porque parece que la conciencia de los principios de libertad se ha perdido en la ambigua fantasía de algunos.
Se trata de una fantasía que pretende que la libertad en Cuba se alcanza mejor si no se habla sobre libertad. Fantasía que opera bajo el defectuoso principio especulativo de que el compromiso político y económico con un régimen totalitario ayuda a facilitar la desaparición de ese régimen. Fantasía derivada de preferencias políticas o idiosincrasias personales y no de relevantes fundamentos teóricos o experimentales. Fantasía que yerra al no considerar las destructivas consecuencias de mover a la práctica política preceptos de conformismo y consonancia con el autoritarismo.
Max Weber, el erudito alemán cuyas ideas influenciaron profundamente la teoría social, acuñó el término “ética de las intenciones” para describir la noción de que moralmente, si un proyecto tiene la intención correcta, no importan sus consecuencias.
Bajo la absurda “ética de las intenciones” las acciones no deberían evaluarse de acuerdo a sus consecuencias, sino solamente con relación a los resultados esperados. Esta tesis plantea que las buenas intenciones contienen su propia justificación, independientemente de las consecuencias. Esa ética de intenciones -la intención anunciada es ayudar al pueblo cubano- parece prevalecer sobre la fantasía inarmónica de que abrazar a los opresores ayuda a los oprimidos.
Pero como aclara el viejo proverbio, “el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones”. Todos debemos abrazar una “ética de responsabilidad”. Es decir, entender e interiorizar que abrazarse a la opresión tendrá consecuencias imprevistas e indeseables para el oprimido.

Abogar por la libertad, como en mi Desiderata, para la nación cubana, es inherentemente moral. Posicionarse con los opresores, independientemente de las buenas intenciones, no es intrínsecamente bueno. ¿Cuáles son, entonces, las “cosas deseadas” cuando se abraza a los opresores?

Deseos para el nuevo futuro político de la nación cubana

Resulta necesario asegurar el derecho a elegir libremente, en un entorno democrático competitivo, a quienes dirigirán la nación

(Bruno Sanchez-Andrade Nuño) nación cubana
En Cuba es necesario utilizar la virtud para erigir instituciones democráticas incorruptibles que protejan las libertades. (Bruno Sanchez-Andrade Nuño)
Desiderata -cosas deseadas- es un inspirador poema en prosa del escritor americano Max Ehrmann. El poema tiene larga historia en el ámbito del activismo político. Cuando joven, lo recuerdo en un póster en mi apartamento de bachiller en los años sesenta.
Contemplando el futuro político de Cuba, a la luz de la nueva política entre Estados Unidos y Cuba, puede resultar esclarecedor para todas las partes describir su lista de deseos para la nación cubana. Esta es la mía:


Friday, June 24, 2016

Siete argumentos morales para el libre comercio

por Daniel T. Griswold

Daniel T. Griswold fue Director del Centro de Estudios de Política Comercial del Cato Institute.


La política comercial estadounidense casi siempre es debatida en términos de la utilidad económica: ¿El libre comercio aumenta o disminuye los ingresos? ¿Ayuda o daña a la industria estadounidense? ¿Crea o destruye empleo? Pero detrás de las estadísticas y anécdotas yacen supuestos morales acerca de la naturaleza humana, la soberanía del individuo y el papel del gobierno en una sociedad libre. Puede ser que el libre comercio estimule la eficiencia y logre resultados, pero ¿es moralmente superior al proteccionismo?
En el mes de abril de 2001, durante la Cumbre de las Américas en Québec, los manifestantes anticapitalistas respondieron con un rotundo no, condenando al libre comercio como una herramienta de los ricos que explota a los pobres y socava la democracia.



Algunos conservadores religiosos presentan al libre comercio como una herramienta del diablo. El candidato del Partido Reformista de los Estados Unidos, Pat Buchanan, en su libro de 1998 La Gran Traición llamó a la doctrina del libre comercio "una fe secular... nacida de la rebelión contra la iglesia y la corona". Gary Bauer, ex dirigente del Consejo de Investigación Familiar y aspirante fallido a la Casa Blanca, compara al comercio estadounidense con China con la política de apaciguamiento utilizada con la Unión Soviética.
En mayo, en un discurso frente al Consejo de las Américas, el presidente Bush se incorporó al debate moral, diciendo a su audiencia: "La apertura del comercio no es simplemente una oportunidad económica, es un imperativo moral. El comercio crea empleo para los desocupados. Cuando negociamos por la apertura de mercados, estamos proveyendo nuevas esperanzas a los pobres del mundo. Cuando promovemos la apertura comercial, estamos promoviendo la libertad política. Las sociedades que se abren al comercio a través de sus fronteras se abrirán a la democracia dentro de ellas, no siempre inmediatamente y no siempre prolijamente, pero a su debido tiempo".
Los simpatizantes del libre comercio no deben sustraerse de elaborar argumentos morales en apoyo a su causa; esos alegatos tienen raíces profundas en nuestra cultura. El poeta griego Homero, en su Odisea, alabó con poesías la influencia del comercio:
Ya que los Cíclopes no tienen naves con
proas púrpura,
ni artesanos que les construyan
buenos y ataviados navíos
que puedan llevarlos a puertos de visita extranjeros
como la mayoría de los hombres que se arriesga en los mares
para comerciar con otros
tales artesanos hubieran hecho de esta isla
también un lugar decente en el cual vivir...
La Biblia Judeocristiana advierte sobre el orgullo que puede acarrear las riquezas, pero no condena el comercio internacional de por sí. En Primeros Reyes, informa como un hecho que el comercio era  parte del esplendor del Rey Salomón: "El rey tenia una flota de navíos comerciales junto con los buques de Hirma. Retornaban cada tres años, transportando oro,  plata y marfil y monos y babuinos." En el Nuevo Testamento, en el segundo capítulo de Mateo, leemos acerca de los famosos reyes magos del Este, quienes viajaron desde Arabia o quizás desde tierras tan distantes como Persia para traer oro, incienso y mirra al niño Jesús (Por suerte no tuvieron que lidiar con las aduanas o el boicot árabe a Israel).
El profeta del antiguo testamento Ezequiel previene a los ciudadanos de Tiro, la bulliciosa ciudad portuaria mediterránea, "Por su gran habilidad en el comercio han incrementado sus riquezas, y debido a sus riquezas sus corazones se han vuelto orgullosos." Pero aun cuando la Biblia se refiere con  severidad a "los mercaderes de la tierra" no es el comercio internacional en sí el que es condenado sino la ambición y carácter de los comerciantes. El pecado no es comerciar, sino las balanzas deshonestas, la codicia, el abandonarse a los lujos y la tentación al orgullo que puede venir de la riqueza. En este respecto, el comercio no es más pecaminoso que los descubrimientos tecnológicos o el trabajo duro.
Una cantidad de teólogos y filósofos en los primeros siglos después de Cristo, consideraban al comercio entre naciones un regalo de Dios. En su libro publicado en 1996, Contra la Corriente: Una Historia Intelectual del Libre Comercio, el profesor Douglas Irwin del Dartmouth College describe esta visión del comercio que ha sido llamada la Doctrina de la Economía Universal. щsta, sostenía que Dios había distribuido los bienes y recursos disparejamente a lo largo del mundo para fomentar el comercio entre distintas naciones y regiones.
En el siglo IV después de Cristo, el escritor pagano Libanius expandió la doctrina declarando:
"Dios no otorgó todos los productos a todas las partes de la tierra, sino que distribuyó sus regalos en diferentes regiones, con el fin de que los hombres cultiven una relación social, porque uno tendría la necesidad de la ayuda del otro. Y así, invocó la existencia del comercio; que todos los hombres tuvieran la posibilidad del disfrute en común de los frutos de la tierra, sin importar donde producidos."
El pensamiento moral occidental ofrece cimientos sólidos para la búsqueda de la apertura económica. Nutriéndose en esa tradición, aquí hay siete argumentos morales para abogar por el libre comercio entre las naciones.
 
Uno: El Libre Comercio Respeta la Dignidad y Soberanía del Individuo.
Un hombre que lleva a cabo un trabajo honesto tiene un derecho básico a disfrutar de los frutos de su labor. Es una violación de mi derecho a la propiedad que el gobierno me prohíba intercambiar lo que produzco por algo producido por otro ser humano, ya sea que la persona con la cual comercio esté en el pueblo vecino o en otro continente.
El proteccionismo es una forma de robo, una violación del Octavo Mandamiento y otras prohibiciones contra el robo. Le quita a un grupo de personas, usualmente un amplio numero de consumidores, y le da el botín a un pequeño grupo de productores que aducen que estarían peor bajo un régimen de competencia.
El libre comercio cumple con el test más elemental de justicia, darle a una persona control soberano sobre aquello que es suyo. En su ensayo de 1849, "Proteccionismo y Comunismo", Frederic Bastiat escribió:
Todo ciudadano que haya producido o adquirido un producto debe tener la opción de aplicarlo a su uso personal o transferirlo a quienquiera sobre la faz de la tierra que acuerde darle a cambio el objeto de sus deseos. Privarlo de esta opción cuando no ha cometido acto alguno contrario al orden publico o la moral, y tan solo para satisfacer la conveniencia de otro ciudadano, es legitimar un acto de saqueo y violar la ley de la justicia
Dos: El Libre Comercio Limita el Poder del Estado
El libre comercio es moralmente superior al proteccionismo porque deposita su confianza en lo que Adam Smith llamó "el sistema natural de la libertad", en lugar de un sistema centralizado de política industrial. Al hacer esto le permite a los ciudadanos satisfacer su potencial creativo y productivo.
No hay una razón moral convincente por la cual un pequeño grupo de políticos debería decidir, sobre la mera base de donde son producidas las cosas, qué bienes y servicios un individuo puede comprar con sus ingresos. Al diseminar la toma de decisiones económicas tanto como sea posible, el libre comercio reduce el poder de las personas (siempre falibles y sujetas a la tentación y abuso del poder) en las altas esferas para inflingirle daño a la sociedad.
Tal como los economistas han venido señalando desde hace dos siglos, las ganancias que el proteccionismo dispensa a un selecto grupo de productores y a las arcas del gobierno, en prácticamente todos los casos, son superadas por las perdidas impuestas a la masa de  los consumidores. Esta perdida debilita la capacidad productiva del país como un todo comparado con lo que sería si sus ciudadanos tuvieran permitido comerciar libremente.
Los productores que buscan protección no solo le están robando a sus conciudadanos ingresos y libertad de elección; están debilitando la fortaleza económica de su propia sociedad. Los proteccionistas tienden a disfrazar sus intenciones con palabras de patriotismo y compasión pero sus metas son egocéntricas y mezquinas.
 
Tres: El Libre Comercio Alienta a los Individuos a Cultivar Virtudes Morales
Para ser exitoso en un mercado libre y abierto, los productores debe servir a sus prójimos mediante la provisión de los bienes y servicios que quieren y necesitan. Aquellos que provean no a unos pocos elegidos, sino al segmento amplio de los consumidores serán los más exitosos económicamente.
En 1991, en la encíclica Centesimus Annus, el Papa Juan Pablo II observó que un sistema de mercado alienta las importantes virtudes de "la diligencia, laboriosidad, prudencia en la toma de riesgos razonables, responsabilidad y lealtad en las relaciones interpersonales, como así también el coraje en la ejecución de decisiones que son difíciles pero necesarias". Además de tales virtudes de carácter, el comercio estimula el buen trato hacia los otros.
En el largo plazo, el comercio recompensa a aquellos participantes que actúan de una manera digna de confianza. Un proveedor que no cumple con las fechas de entrega o un comprador cuyo crédito no es bueno enseguida perderá negocios a manos de competidores con mejor reputación. Dicho de otro modo, no hay un conflicto inherente entre los buenos negocios y la virtud moral, y en un mercado libre y abierto, bajo el imperio de la ley, ambos se complementan.
 
Cuatro: El Libre Comercio Acerca a la Gente
El comercio abre puertas para relaciones que trascienden el intercambio económico. Cuando las naciones comercian, no solo los bienes materiales cruzan las fronteras, la gente y las ideas inevitablemente cruzan por las mismas puertas. Los teléfonos celulares, las maquinas de fax y la Internet se están difundiendo rápidamente como herramientas de los negocios internacionales, pero son también herramientas de amistad y evangelización.
En un Foro de Política del Cato Institute en 1999, Ned Graham, hijo de Billy Graham y presidente de East Gates International, habló acerca del impacto de la expansión del  comercio en el trabajo de  su organización misionera en China:
"Hace diez años, prácticamente no había tecnología de intercambio de información disponible para el ciudadano chino promedio. Si queríamos contactar un amigo en China normalmente teníamos que recurrir al correo a menos que tuviese un teléfono privado, lo cual era extremadamente raro en las provincias del interior.... Hoy, a pesar de las dificultades, mucho de esto ha cambiado. Nos comunicamos de manera rutinaria con miles de amigos en toda China vía fax, email o teléfono celular. La proliferación de tecnología de la información nos permitió ser mucho más efectivos en la organización y desarrollo de nuestro trabajo en la Republica Popular China".
Hoy en día más de 100 grupos misioneros occidentales están trabajando o tratando de trabajar abiertamente en China para difundir la fe. Desde 1992 la organización de Ned Graham en China, distribuyó legalmente 2,5 millones de Biblias a creyentes no registrados.
Este ministerio hubiera sido imposible sin la apertura económica que China comenzó hace 20 años y la política estadounidense, aun vigente, de involucrarse en esa apertura. Hoy en día mas de 20 millones de chinos están conectados a la Internet, y ese numero ha estado creciendo de forma exponencial. El número de líneas telefónicas y teléfonos celulares se ha más que duplicado en la ultima década. Las obras de Friedrich Hayek, probablemente el defensor más influyente de la sociedad libre en el siglo pasado, están siendo distribuidas legalmente en la China continental. El libre comercio trajo nuevas ideas y vínculos a China y otras economías que previamente estaban cerradas.
 
Cinco: El Libre Comercio Promueve Otros Derechos Humanos
Este es probablemente el más debatible de los siete argumentos, y va directo al núcleo del debate corriente acerca del comercio con China y el uso de sanciones en el nombre de los derechos humanos y la democracia. Al aumentar el nivel general de vida, el libre comercio ayuda a la gente a alcanzar niveles superiores de educación y a lograr acceso a fuentes alternativas de información. Ayuda a crear una clase media con mayor independencia de criterio que puede formar la columna vertebral de formas de gobierno más representativas. La riqueza creada como resultado de un mayor grado de comercio puede ayudar a nutrir y dar sustento a instituciones civiles que pueden ofrecer ideas e influencia fuera del gobierno. El afloramiento de las libertades civiles y un gobierno más representativo en países como Taiwán, Corea del Sur y México se puede atribuir en buena parte al desarrollo económico incentivado por el libre comercio y las reformas de mercado.
Como regla general, las naciones más abiertas económicamente tienden a gozar de otras libertades también. En los últimos 25 años, a medida que el mundo se alejaba de los controles centralizados de la economía hacia un mercado global más abierto, las libertades políticas y civiles también se extendieron. En 1975 la organización sin fines de lucro Freedom House clasificó a tan solo 42 países como políticamente libres, entendiendo por tales a aquellos donde los ciudadanos disfrutan libertades civiles y políticas plenas. Hoy en día el numero ha crecido a 85. El porcentaje de gente en el mundo que disfruta de libertades civiles y políticas plenas también se ha más que duplicado durante este lapso, del 18 al 40 por ciento.
En su libro "Los Negocios Como un Llamamiento", Michael Novak explica la interrelación con lo que llama "la teoría de la cuña":
"Las prácticas capitalistas traen consigo contacto con las ideas  y costumbres de las sociedades libres, generan el crecimiento económico que da la confianza política a una creciente clase media, y pone a la vista a los lideres de negocios que representan una alternativa política a los dirigentes militares o del partido. En resumen, las firmas capitalistas son una cuña en la roca del régimen autoritario".
Los conservadores religiosos que quieren terminar con las relaciones comerciales normales con China socavarían el progreso logrado en los derechos humanos al eliminar una de las influencias mas positivas en la sociedad china. Está claro que el gobierno chino hoy en día sigue siendo una dictadura opresora, un régimen que envía a la cárcel a sus oponentes políticos e interfiere en las vidas privadas de sus ciudadanos. Pero a pesar de todos sus defectos imperdonables, el gobierno chino de hoy no es ni por asomo tan malo como el existente bajo el dominio totalitario de Mao Tse-tung, cuando millones fueron asesinados y el orden social en su totalidad fue convulsionado por el Gran Salto Adelante y la Revolución Cultural. El pueblo de China no goza del espectro de libertades políticas y civiles que tenemos en Occidente, pero son más libres y están materialmente mejor que hace tres décadas. Esto es gracias a la liberalización económica y comercial.
 
Seis: El Libre Comercio Fomenta la Paz
En un discurso de 1845 en la Cámara de los Comunes británica, Richard Cobden llamó al libre comercio "ese adelanto que es premeditado a fin de entretejer más ajustadamente a las naciones en los lazos de la paz mediante el intercambio comercial". El libre comercio no garantiza la paz, pero la fortalece al incrementar el costo de la guerra para los gobiernos y ciudadanos. A medida que las naciones se tornan mas integradas  mediante la expansión de mercados, tienen más que perder si el comercio fuese desestabilizado.
En años recientes, las tendencias hermanas de la globalización y la democratización han producido su propio "dividendo de paz"; desde 1987 el gasto real en armamentos en todo el mundo ha caído en mas de un 30 por ciento. Desde el fin de la guerra fría, la amenaza de guerras internacionales de gran escala ha retrocedido. De hecho, en la actualidad, prácticamente todos los conflictos armados del mundo no son entre naciones sino en ellas.
Durante los años 30 las naciones industrializadas emprendieron guerras comerciales entre ellas. Aumentaron los aranceles de importación e impusieron cupos  a fin de proteger la industria local. Sin embargo, el resultado fue que las otras naciones aumentaron sus barreras aun más, asfixiando el comercio global y profundizando y prolongando la depresión económica global. Aquellos aciagos momentos económicos contribuyeron al conflicto que devino en la Segunda Guerra Mundial. La política de posguerra estadounidense, de aliento al libre comercio mediante acuerdos multilaterales, buscaba promover tanto la paz como la prosperidad.
 
Siete: El Libre Comercio Alimenta y Viste a los Pobres
El libre comercio y el mercado libre le dan a la gente pobre mayores oportunidades de crear riqueza y mantener a sus familias. Al dispersar el poder económico en un rango más amplio, el libre comercio y el mercado libre menoscaban la capacidad de las elites en los países subdesarrollados de depredar los recursos del  país a expensas de sus pobres. Evidencia al respecto se puede encontrar en los patrones de inmigración de los pobres a lo largo del mundo. Millones de pobres buscan dejar economías cerradas y controladas centralmente y van a aquellas que son más abiertas y menos controladas. Los pobres mismos entienden que una economía libre sirve mejor a sus intereses, aun cuando muchos de sus auto nombrados defensores intelectuales en Occidente no.
Las naciones abiertas al comercio tienden a ser más prosperas, así como las ciudades a lo largo de los litorales tienden a ser más ricas que aquellas localizadas en sitios más remotos y tierra adentro. El más reciente estudio de Libertad Económica del Mundo, de James Gwartney y Robert Lawson, encontró que las naciones que eran más abiertas económicamente desde 1980 hasta 1998 crecieron casi cinco veces más rápido que aquellas que eran más cerradas. También concluyeron que el crecimiento económico relacionado al comercio eleva el nivel de vida del conjunto de los pobres. Para citar el ejemplo más impresionante de esto, el Banco Mundial estima que el número de ciudadanos chinos que viven en la pobreza absoluta (es decir, menos de US$1 por día) ha caído desde 1978 en 200 millones. La abolición del status de comercio normal, entre todas sus otras consecuencias negativas, detendría uno de los programas de reducción de la pobreza más exitosos en la historia del mundo. En contraposición, el África Subsahariana y el sur de Asia, las regiones del mundo donde la pobreza ha sido más resistente, fueron las menos abiertas al comercio y la inversión extranjera.
Por todas estas razones, las sanciones comerciales caen con mayor fuerza sobre los pobres de las naciones que son objeto de las mismas. Los gobernantes de estos países tienen el poder de proteger sus cómodos estilos de vida, mientras que los pobres deben sufrir las consecuencias de las políticas estadounidenses que fueron puestas en vigencia con  el fin de ayudar a las personas que termina dañando. Pueden tener la certeza que los lideres comunistas de Cuba y la junta gobernante de Birmania continuarán disfrutando sus sabrosas cenas y autos con chofer mientras que los millones de  pobres que oprimen viven vidas aun más miserables debido a las sanciones comerciales estadounidenses.
Cuando todos los argumentos son puestos en la balanza, debería resultar claro que una política de libre comercio es  moral y también eficiente. El libre comercio limita el poder del estado e incrementa la libertad, autonomía y responsabilidad individual de la persona. Promueve comportamientos personales virtuosos y responsables. Acerca a la gente en "comunidades de trabajo" que cruzan fronteras y culturas. Abre las puertas a las ideas y al evangelismo. Socava la autoridad de los dictadores al expandir la libertad, oportunidad e independencia de la gente que tratan de controlar. Promueve la paz entre las naciones, ayuda a los pobres a vestirse y cuidarse a sí mismos y crea un mejor futuro para sus hijos. ¿Por cual de estas virtudes deberíamos rechazarlo?