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Monday, August 1, 2016

La diferencia entre los pro-mercado y los pro-empresa

David Boaz dice que "La Cámara de Comercio de EE.UU. y el Tea Party no se llevan muy bien. Sucede que el viejo conflicto entre las fuerzas pro-mercado y pro-empresa puede que conduzcan a unas elecciones primarias divisivas el próximo año".

David Boaz es Vicepresidente Ejecutivo del Cato Institute.
La Cámara de Comercio de EE.UU. y el Tea Party no se llevan muy bien. Sucede que el viejo conflicto entre las fuerzas pro-mercado y pro-empresa puede que conduzcan a unas elecciones primarias divisivas el próximo año.
Hace años ayudé a crear una organización para personas de negocios que se oponían al capitalismo de compadres y otras formas de ayuda del Estado a las empresas. Consideramos el nombre claro y frontal de Líderes de Empresas en contra de los Subsidios y Aranceles, o BLAST por sus siglas en inglés, pero acordamos el nombre más elegante Consejo para una Economía Competitiva. Luego de que lanzamos el Consejo en 1979, nuestro primer gran proyecto era oponerse al rescate de la Corporación Chrysler. En ese entonces, Chrysler era la décima corporación industrial más grande de EE.UU., y un préstamos federal en garantía de $1.500 millones para una corporación privada era la noticia de primera plana. Chrysler, el sindicato United Auto Workers y las grandes empresas de lobbying abundaron el Capitolio junto con toda la prensa.



El Consejo para una Economía Competitiva contrató avisos de página entera declarando que “Rescatar a Chrysler con el dinero del contribuyente sería un gran error. Dicho rescate sería otro paso grande lejos de una economía libre y competitiva”. Considerando que la Cámara de Comercio no estaba adoptando posición alguna acerca de un propuesto subsidio estatal para una sola empresa privada, nosotros estábamos casi solos en la defensa vigorosa del libre mercado. Perdimos la batalla, por supuesto, y la Corporación Chrysler sobrevivió para pedir más rescates en años posteriores.
Unos meses después de esa batalla, las empresas de automóviles empezaron a presionar por restricciones a las importaciones japonesas. Nuevamente, el Consejo entró en acción. Joe Coberly, miembro de la junta y un conocido concesionario de Ford en Los Ángeles, le dijo a un comité del Congreso que “el esfuerzo de imponer restricciones a los autos extranjeros es una conspiración para perjudicar al consumidor estadounidense”.
Cuento esta historia para señalar que el conflicto entre los partidarios de los mercados libres y aquellos del capitalismo de compadres ha sido algo incesante por décadas.
En junio de 2009 la cámara lanzó una “Campaña por la Libre Empresa”. El presidente de la Cámara Thomas Donohue le dijo al Wall Street Journal que una “avalancha de reglas nuevas, restricciones, mandatos e impuestos” podían “seriamente socavar la capacidad de crear riqueza y empleos de la nación”.
La cámara estaba unos cuantos meses tarde con su campaña para salvar a la libertad económica. A fines de 2008 la cámara respaldó firmemente el rescate a Wall Street. Luego de que la Cámara de Representantes inicialmente rechazó el Programa de Alivio para Activos en Problemas (TARP, por sus siglas en inglés), la cámara envió un mensaje frontal a los republicanos en el Congreso: “No se equivoquen: Cuando las consecuencias de la inacción del Congreso se vuelvan claras, los estadounidenses no toleraremos a aquellos que se quedaron parados viendo y permitieron que la calamidad se de”.
A principios de 2009 la cámara respaldó la ley de estímulo de $787.000 millones del Presidente Obama. Mientras que los partidarios del libre mercado se opusieron a la ley, y el movimiento Tea Party creció oponiéndose a esta, el Sr. Donohue dijo, “Con los mercados funcionando tan mal, el gobierno es el único capaz de reiniciar la economía”.
En 2014 las grandes empresas se opusieron a varios de los miembros más partidarios del libre mercado en el Congreso, e incluso a un legislador de Georgia que estaba alineado con Ron Paul y se oponía al financiamiento con dinero de los contribuyentes para los Atlanta Braves.
La Cámara de Comercio de EE.UU. rápidamente se dirigió a las primarias republicanas en Grand Rapids, Michigan, para intentar de derribar al Representante Justin Amash, probablemente el miembro del Congreso más partidario del libre mercado y más liberal. Los grupos de libre mercado, incluyendo al Club para el Crecimiento, Freedomworks y Americans for Prosperity, firmemente respaldaron a Amash.
Ahora, la Cámara espera gastar hasta $100.000 millones en la campaña de 2016. Roll Call, un periódico del Capitolio, reporta, “Algunos objetivos clave en 2016 para las empresas serán los candidatos de derecha y del Tea Party, aquellos que han descartado la agenda corporativa en el Congreso respaldando el cierre del gobierno, oponiéndose a una reforma migratoria e intentando cerrar el Banco de Exportaciones e Importaciones”. Politico agrega una ley de carreteras a la lista de quejas que las empresas grandes tienen de los conservadores fiscales.
Este conflicto entre pro-mercado y pro-empresa es uno viejo. Adam Smith escribió La riqueza de las naciones para denunciar al mercantilismo, el capitalismo de compadres de su día. Milton Friedman dijo en una conferencia de 1998: “Hay una concepción errónea ampliamente difundida de que la gente que está a favor del mercado libre está también a favor de todo lo que las grandes empresas hacen. Nada podría estar más alejado de la verdad”.
Ese aviso viejo que se oponía al primer rescate de Chrysler advirtió a las empresas que el dinero del Estado siempre viene con condiciones atadas. No se puede respaldar subsidios a las exportaciones, protección contra las importaciones, rescates para Wall Street y leyes de estímulos financiadas con el dinero de los contribuyentes, y luego creíblemente quejarse acerca de “una avalancha de nuevas reglas, restricciones, mandatos e impuestos” que podrían destruir al sistema de libre empresa.

La diferencia entre los pro-mercado y los pro-empresa

David Boaz dice que "La Cámara de Comercio de EE.UU. y el Tea Party no se llevan muy bien. Sucede que el viejo conflicto entre las fuerzas pro-mercado y pro-empresa puede que conduzcan a unas elecciones primarias divisivas el próximo año".

David Boaz es Vicepresidente Ejecutivo del Cato Institute.
La Cámara de Comercio de EE.UU. y el Tea Party no se llevan muy bien. Sucede que el viejo conflicto entre las fuerzas pro-mercado y pro-empresa puede que conduzcan a unas elecciones primarias divisivas el próximo año.
Hace años ayudé a crear una organización para personas de negocios que se oponían al capitalismo de compadres y otras formas de ayuda del Estado a las empresas. Consideramos el nombre claro y frontal de Líderes de Empresas en contra de los Subsidios y Aranceles, o BLAST por sus siglas en inglés, pero acordamos el nombre más elegante Consejo para una Economía Competitiva. Luego de que lanzamos el Consejo en 1979, nuestro primer gran proyecto era oponerse al rescate de la Corporación Chrysler. En ese entonces, Chrysler era la décima corporación industrial más grande de EE.UU., y un préstamos federal en garantía de $1.500 millones para una corporación privada era la noticia de primera plana. Chrysler, el sindicato United Auto Workers y las grandes empresas de lobbying abundaron el Capitolio junto con toda la prensa.


Thursday, July 14, 2016

En EE.UU., 1 de cada 4 negocios pertenecen a inmigrantes

En EE.UU., 1 de cada 4 negocios pertenecen a inmigrantes

La aportación de los migrantes mexicanos a EU. (Foto: Getty Images.)
Por Maurizio Guerrero
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Sobre el tema inmigratorio puede leerse el libro del Independent Institute Global Crossings: Immigration, Civilization, and America escrito por Álvaro Vargas Llosa.

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Nueva York.- Los mexicanos han sido una de las columnas principales del éxito económico de Estados Unidos. Su fuerza de trabajo, documentada e indocumentada, es clave en el fun­cionamiento cotidiano del país más poderoso del mundo.
Es bien conocido y está amplia­mente documentado que el empleo de mexicanos, y a menudo su cínica explotación, resultan esenciales para mantener el nivel de vida y de consu­mo en el país con el mayor número de multimillonarios y donde se hacen las mayores fortunas.
Menos conocido, aunque quizá tan relevante como la fuerza laboral, es el empuje empresarial de los mexi­canos en este país. Sus pequeños y me­dianos negocios emplean a millones y han revitalizado las comunidades y los barrios donde se establecen. En Nueva York, este empuje empresarial es inne­gable, y en buena medida ha tomado la estafeta de los migrantes de Puerto Rico y República Dominicana, que lle­garon a la Gran Manzana antes que los mexicanos. Las tiendas de abarrotes en Nueva York son conocidas como “bodegas”, en español, y las lavande­rías, gasolineras y tintorerías son todas giros dominados por inmigrantes.


Un informe de 2014 de la Sociedad de las Américas documentó que los inmigrantes crean negocios en los sectores de bienes y servicios dirigidos al consumidor final en una proporción que está muy por encima del porcen­taje que representan de la población estadounidense.
Entre este grupo de negocios (co­mercios minoristas, de la industria de la hospitalidad y establecimientos de servicios), los inmigrantes constituyen 28% de los empresarios establecidos, pese a que sólo cuentan con 16% de la población de Estados Unidos.
Asimismo, los inmigrantes partici­pan en una proporción mucho mayor a su presencia demográfica en salones de manicura, licorerías y restaurantes, de los que poseen 38%. El informe recuerda estudios que han mostrado que, en comparación con los nacidos en Estados Unidos, los inmigrantes son entre 10 y 15% más propensos a crear sus propios negocios.
Si bien no se dispone de cifras de emprendedores y empresarios mexi­canos en Estados Unidos, es visible su presencia en Nueva York, donde la migración proveniente de México es relativamente reciente y se volvió masiva en la década de 1990. Es menos evidente que en ciudades como Los Angeles o San José, California, donde constituyen buena parte de los peque­ños y medianos empresarios.
Hoy se ve en La Gran Manzana la huella emprendedora que ya está bien asentada en Los Angeles, explica Gaspar Orozco, director adjunto del Instituto Jaime Lucero de Estudios Mexicanos de la Universidad de la Ciu­dad de Nueva York (CUNY). “Vemos una fuerza emprendedora muy fuerte de la comunidad mexicana que se traduce en pequeños negocios, tiendas de abarrotes o incluso en negocios ambulantes como venta de frutas. Es el germen emprendedor de los mexica­nos”, señala Orozco, también un poeta galardonado y quien fungiera como el cónsul responsable de los asuntos de la comunidad en Nueva York y posterior­mente en Los Ángeles.
Una de las claves del éxito del emprendimiento de los mexicanos en Estados Unidos es que llegan bajo un cierto patrón. Los mexicanos migran siguiendo las huellas de un familiar, que a su vez sigue los pasos de personas de la misma comunidad, zona, etnia o estado. A Nueva York han arribado migrantes de Puebla y luego de Oaxaca que componen, de acuerdo con cifras del Consulado de México en Nueva York, cerca de 70% del total de los mexicanos de la lla­mada zona triestatal, compues­ta por los estados de Nueva York, Nueva Jersey y Connec­ticut. Ese lazo ayuda a que los recién llegados se empleen en negocios de familiares y de amigos, y el emprendimiento es aprendido de primera mano.
“El estatus migratorio es un obstáculo para muchas cues­tiones, pero de todas maneras nuestra gente puede darle la vuelta a ese reto buscando apo­yo de amigos y de empresarios con los que se asocian y puedan seguir generando recursos”, explica Orozco. De alguna ma­nera, los inmigrantes mexica­nos son en sí mismo empren­dedores natos. El mismo hecho de emigrar, agrega, en especial como indocumentado, en condiciones de mucho peligro, revela enorme iniciativa y determinación.
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El caso de Passaic
Un ejemplo claro de esta multiplica­ción de emprendedores es Passaic, una comunidad en el estado de Nueva Jer­sey que fue virtualmente abandonada por la industria cuando la economía de Estados Unidos viró hacia los servicios. En un par de décadas, la migración mexicana convirtió a Passaic en un centro distribuidor de productos mexi­canos para toda la costa Este.
La contribución mexicana para la revitalización de Passaic ha sido reconocida incluso por la alcaldía, que consintió en erigir una estatua del general Ignacio Zaragoza en su plaza principal, donde se organizan desfiles del 5 de Mayo y procesiones de la Pasión de Cristo en Semana Santa.
Griselda García, originaria de Izúcar de Matamoros, en Puebla, es junto con su padre la dueña de la tienda de abarrotes El Tepeyac, en el barrio de Harlem del Este. García acepta que la mayor dificultad para los emprendedores mexicanos es la condición de indocumen­tados. Pese a todo, asegura que en su experiencia de 17 años como comerciante, los pequeños negocios son em­prendidos de manera abru­madora por inmigrantes.
“Un gran porcentaje de dueños de negocios peque­ños es en su gran mayoría de inmigrantes. Hoy por hoy no conozco a un gringo que me diga que abrirá un comercio”, explica García. Añade que tal como sucedió en su caso, en que su padre emigró primero y comenzó El Tepeyac, muchas familias mexicanas migrantes arriban a un negocio como punto de empleo central y a partir de ahí se multiplican en otros comercios. Su hermano, por ejemplo, tiene una carnicería también en Harlem del Este, igual­mente llamada El Tepeyac.
El negocio de García y su hermano, que vende longaniza, chicharrón y cecina de Yecapixtla, apuntan además a una de las armas principales de los emprendedores mexicanos aquí: la comida. Si los mexicanos florecen y se expanden culturalmente en su vecino del norte es debido en buena medida a la cocina nacional, claramente superior a la estadounidense en su variedad, sabores y sofisticación.
Los tacos se han convertido, al margen de los burritos inspirados en la cultura mexicano-estadunidense de la frontera, en un alimento ubicuo en el país, y las salsas picantes y las enchiladas ya son parte del menú coti­diano de hogares estadounidenses.
El barrio de Harlem del Este ha sido uno de los que más han sufrido de “gentrificación” en Nueva York, que es el proceso mediante el cual residen­tes blancos se mudan a vecindarios ocupados por minorías. Pese a la transformación, García asegura que ahora sus ingredientes mexicanos son adquiridos por estadounidenses.
“Los gringos no quieren ya ir a sentarse a comer enchiladas, sino que las están aprendiendo a hacer. Y yo les digo cómo se cocina lo auténtico cuando vienen con sus listas en las manos y las recetas impresas de plati­llos complicados como cochinita pibil. Ya no se quedan en el guacamole y las salsas”, expone García.
Aunque ajeno al ámbito de la co­mida, quizás el ejemplo de inmigrante mexicano exitoso en Nueva York es Jaime Lucero, que en la década de 1970 abandonó el pueblo de la sierra poblana donde nació para cruzar a nado el Río Bravo. Lucero siguió los pasos de su hermano mayor, y luego de trabajar como lavaplatos en la cocina de un restaurante, varias décadas más tarde creó una em­presa distribuidora de ropa.
El de Lucero, un hombre de una sagaz inteligencia que apenas terminó la secundaria, es un negocio millonario con 270 empleados de base que incluye también un restaurante en Manhattan. Su fortuna le ha permitido convertirse en un mecenas de la comu­nidad mexicana en el área triestatal mediante Casa Puebla y generosas donaciones a la CUNY, que en una ce­remonia a principios de mayo decidió dar el nombre de su principal donador al Instituto de Estudios Mexicanos.
Lucero debió vencer como empre­sario la enorme discriminación que su­fren los mexicanos en Estados Unidos, que el virtual candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, Do­nald Trump, ha hecho dolorosamente visibles. La afirmación de Trump al iniciar su campaña política de que los mexicanos son “violadores” que traen crimen y drogas a Estados Unidos, fue considerada por numerosos obser­vadores como una declaración que hundiría su campaña desde el inicio. El efecto, sin embargo, fue exactamente el contrario, lo que reveló el sentimiento antimexicano que hay en este país, pese a que pocas naciones en el mundo tienen tan amplia vinculación comer­cial, económica y de sus sociedades.
Pese a esta animosidad contra los mexicanos, varios emprendedores apuntan a que el racismo, clasismo y la exclusión en México son tan o más intensos que en Estados Unidos. Sobre la comunidad mexicana en NY, Lucero asegura: “usted conoce México, pues transpórtelo aquí. Existen los mismos comportamientos: los mexicanos de recursos, que están muy bien educa­dos y colocados en grandes empresas, y los mexicanos que nos la venimos jugando. Esos mundos no se mezclan, y hasta hace muy poco nunca había sentido que son nuestros aliados”.
Muchos emprendedores mexica­nos consideran que cuando en Estados Unidos demuestran su compromiso, su ética de trabajo, su honestidad y que han aprendido la mecánica de un negocio, los ascensos suceden, pese a su color de piel, procedencia y nivel educativo. Uno de los ejemplos fue el chef Carlos Llaguno, heredero de la celebridad Anthony Bourdain en el restaurante neoyorquino Les Halles, donde llegó como asistente de cocina. Pese a nunca haber estudiado de ma­nera formal para ser chef profesional o administrar negocios, Llaguno fue hasta antes de su muerte en 2015 el administrador de la cocina de dos res­taurantes, con responsabilidades que iban desde comprar alimentos hasta supervisar la comida en uno de los establecimientos de comida francesa más tradicionales de Manhattan.
Muchos otros mexicanos, que son uno de los pilares de las cocinas en todo Estados Unidos, han comenzado en las labores más modestas y han terminado por dirigirlos.
“El racismo, la discriminación y el clasismo que en México aún se arrastran como un lastre es un factor que inhibe el desarrollo social. En una sociedad más democrática como la de Estados Unidos hay también más oportunidades para todos, pese a los evidentes problemas que existen”, opi­na Orozco. Bajo ese contexto, el poder de emprendimiento de los mexicanos parece ser mejor recompensado en Estados Unidos. García señala que en este país “se desarrolla una fe” de que si uno se esfuerza pueda haber una re­compensa al paso del tiempo, en tanto que en México, según su experiencia, a veces se tiene la sensación de que poco sirve el puro trabajo si no se cuentan con las conexiones o los amigos en lugares adecuados.
Los obstáculos para los mexicanos podrían ir en aumento en Estados Unidos. Trump ha evidenciado un sentimiento racista, y en cierto sentido lo ha naturalizado. Ha culpado a los mexicanos de las dificultades que en­frentan muchos estadounidenses que han perdido sus formas de vida en una economía que ya no genera empleos industriales, lo que ha afectado a gran­des sectores. Las cifras, sin embargo, no respaldan sus declaraciones.
Los inmigrantes de América Latina que viven en Estados Unidos contribuyeron con 86,000 millones de dólares (mdd) al fisco de este país en 2013, según un informe difundido en 2014 por el organismo civil Alianza para una Nueva Economía Estadouni­dense. Ese mismo documento reveló que el gasto después de impuestos de los hispanos en Estados Unidos en 2013 fue de 605,000 mdd. La conclu­sión del informe es que los hispanos están fortaleciendo a las comunida­des estadounidenses, no sólo con su trabajo sino con su contribución fiscal y con su poder de consumo.
Otro estudio del mismo organismo concluyó además que contrario a lo que aseguran algunos oponentes a la migración en Estados Unidos, los inmigrantes no constituyen un gasto para el sistema de salud del país sino que le aportaron a éste 182,400 mdd de 1996 a 2011. El estudio concluyó que de no ser por las aportaciones de los inmigrantes, que en los hechos están subsidiando el fondo de salud para las personas de bajos ingresos, conocido como Medicare, este siste­ma sería prácticamente insolvente.
Las aportaciones de los mexica­nos en EU van mucho más allá de lo económico, y se extienden a los ámbitos sociales y culturales, como demuestra el caso de El Tepeyac y de los cientos de miles de negocios de abarrotes y restaurantes que dan colorido y variedad al país. La fuerza de los empresarios mexicanos será esencial en el futuro de EU, un país que se precia de haber sido forjado por inmigrantes y por el empren­dimiento posible en el capitalismo. “Estamos en el ciclo en que se van a jubilar todos los baby boomers, la gente que nació tras las Segunda Guerra Mundial, y no hay quien tome el relevo entre los anglosajo­nes. Los que vamos a entrar al quite somos los hispanos”, dice García.

En EE.UU., 1 de cada 4 negocios pertenecen a inmigrantes

En EE.UU., 1 de cada 4 negocios pertenecen a inmigrantes

La aportación de los migrantes mexicanos a EU. (Foto: Getty Images.)
Por Maurizio Guerrero
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Sobre el tema inmigratorio puede leerse el libro del Independent Institute Global Crossings: Immigration, Civilization, and America escrito por Álvaro Vargas Llosa.

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Nueva York.- Los mexicanos han sido una de las columnas principales del éxito económico de Estados Unidos. Su fuerza de trabajo, documentada e indocumentada, es clave en el fun­cionamiento cotidiano del país más poderoso del mundo.
Es bien conocido y está amplia­mente documentado que el empleo de mexicanos, y a menudo su cínica explotación, resultan esenciales para mantener el nivel de vida y de consu­mo en el país con el mayor número de multimillonarios y donde se hacen las mayores fortunas.
Menos conocido, aunque quizá tan relevante como la fuerza laboral, es el empuje empresarial de los mexi­canos en este país. Sus pequeños y me­dianos negocios emplean a millones y han revitalizado las comunidades y los barrios donde se establecen. En Nueva York, este empuje empresarial es inne­gable, y en buena medida ha tomado la estafeta de los migrantes de Puerto Rico y República Dominicana, que lle­garon a la Gran Manzana antes que los mexicanos. Las tiendas de abarrotes en Nueva York son conocidas como “bodegas”, en español, y las lavande­rías, gasolineras y tintorerías son todas giros dominados por inmigrantes.

Saturday, June 18, 2016

Inédito: Empresarios mexicanos salen a las calles contra corrupción

Exigieron un Sistema Anticorrupción completo, que realmente castigue y erradique la corrupción, y que transparente el manejo de los recursos públicos

corrupción
“No es una lucha contra los políticos, es una lucha de los ciudadanos en contra de la corrupción”, dijeron los empresarios. (yucatan.com)
Por primera vez, los empresarios agrupados en la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) tomaron las escalinatas del Ángel de la Independencia para pronunciarse en contra de los corruptos y la impunidad que les caracteriza.
Gustavo de Hoyos, presidente la Coparmex, arropado por delegados de la cúpula empresarial, dirigió un mensaje en el que se manifestó en contra de lo aprobado por los senadores en la Ley 3de3.
“No más corruptos impunes en nuestro País. Hoy México es muy diferente al de hace décadas, nuestro país es más democrático. La sociedad cada vez juega un papel más activo”, subrayó.
Dijo que el Sistema Nacional Anticorrupción es un logro de la sociedad mexicana, ya que fue respaldado por 634.143 ciudadanos, con nombre y apellido.



El líder empresarial reconoció a los senadores que sí asistieron a votar y lo hicieron respetando el espíritu original de las iniciativas.
El proceso legislativo sigue herido, dijo, porque algunos senadores pretenden pedir a los particulares que realicen sus declaraciones.
“Ahora pretenden pedir a los trabajadores y a las empresas de este País que hagan lo que ellos no están dispuestos a hacer con sus representados, luego de un largo año de no resolver la legislación de las siete leyes del Sistema Nacional Anticorrupción y de violar el plazo constitucional de último momento, pretenden modificar el espíritu ciudadano de esta iniciativa”, acusó.
De Hoyos subrayó que los empresarios no hubieran salido de sus centros de trabajo si las “ocurrencias de madrugada” de los senadores no pretendieran endosar a la sociedad responsabilidades que corresponden a quienes manejan recursos públicos.
Así exhortó a los diputados a que corrijan los errores de los senadores: “No queremos cacería de brujas ni persecuciones paralizantes, los empresarios tampoco pretendemos regímenes de excepción”, manifestó.

El líder patronal señaló que combatir la corrupción es la “lucha de luchas”, pues es el principal mal que aqueja a los mexicanos.
Empresarios del Valle de Toluca lamentaron también que el Senado votará con modificaciones la propuesta original la Ley 3de3.
El presidente de la Canaco en el Valle de Toluca, Marco Antonio González, expresó que al Senado le cuesta trabajo reencontrarse con la sociedad.
Tocará ahora a nuestros 500 representantes que están en la Cámara de Diputados tratar de corregir la tarea. Lo cierto es que sí hay un avance en el hecho de haber tomado la Ley 3de3, que es una iniciativa ciudadana, como la base para poder seguir avanzando en un tema que tanto lastima a los mexicanos, que es la corrupción.
“Estas partes que no quisieron tomar o modificaron, que tiene que ver básicamente con que todas las empresas proveedoras de los tres niveles de gobierno y sus empleados tengan que hacer su declaración. Ahí yo creo que en el pecado van a llevar la penitencia, quiero ver quién es el guapo que lo va a organizar, porque son miles y miles de trabajadores, porque la molestia que van a causar en los trabajadores ojalá no sean votos en contra para quienes lo hicieron”, afirmó.
Fuente: Proceso

Inédito: Empresarios mexicanos salen a las calles contra corrupción

Exigieron un Sistema Anticorrupción completo, que realmente castigue y erradique la corrupción, y que transparente el manejo de los recursos públicos

corrupción
“No es una lucha contra los políticos, es una lucha de los ciudadanos en contra de la corrupción”, dijeron los empresarios. (yucatan.com)
Por primera vez, los empresarios agrupados en la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) tomaron las escalinatas del Ángel de la Independencia para pronunciarse en contra de los corruptos y la impunidad que les caracteriza.
Gustavo de Hoyos, presidente la Coparmex, arropado por delegados de la cúpula empresarial, dirigió un mensaje en el que se manifestó en contra de lo aprobado por los senadores en la Ley 3de3.
“No más corruptos impunes en nuestro País. Hoy México es muy diferente al de hace décadas, nuestro país es más democrático. La sociedad cada vez juega un papel más activo”, subrayó.
Dijo que el Sistema Nacional Anticorrupción es un logro de la sociedad mexicana, ya que fue respaldado por 634.143 ciudadanos, con nombre y apellido.


Friday, June 17, 2016

El impulso suicida de la comunidad empresarial

Por Milton Friedman


Milton Friedman es Premio Nobel en Economía y académico del Hoover Institution. Este ensayo se publicó en la edición de marzo/abril de 1999 del Cato Policy Report, Vol. XXI, No. 2. Se publica por cortesía del Cato Institute.
Es común que se piense, equivocadamente, que quienes están a favor del libre mercado también están a favor de todo lo que hacen las grandes empresas. Nada podría alejarse más de la verdad.
Como alguien que cree en la búsqueda del interés propio en un sistema capitalista competitivo, no puedo culpar a un empresario que va a Washington y trata de conseguir privilegios especiales para su compañía. Ha sido contratado por los accionistas para que haga tanto dinero como pueda dentro de las reglas del juego; y si éstas son que hay que ir a Washington a buscar privilegios, no lo culpo por hacerlo. Échennos la culpa al resto de nosotros por ser tan tontos como para dejar que se salga con la suya.



Sí culpo a los empresarios, individuales y organizaciones, cuando a través de sus actividades políticas toman posiciones que no son en su mejor interés propio y tienen más bien el efecto de minar el apoyo a las empresas libres privadas. En ese respecto, los empresarios tienden a ser esquizofrénicos. Cuando se trata de sus propios negocios, tienen visión de muy largo plazo, pensando en el negocio dentro de cinco o diez años; pero cuando se meten a la esfera pública y empiezan a enredarse en los problemas de la política, tienden a ser bastante miopes.
El ejemplo más obvio es el proteccionismo. ¿Puede usted nombrar una industria norteamericana que se haya beneficiado de los aranceles y del proteccionismo? Alexander Hamilton, en su famoso reporte sobre los industriales, alaba en forma vehemente a Adam Smith a la vez que argumentaba que Estados Unidos era un caso especial con industrias jóvenes, incluyendo la del acero, que necesitaban ser protegidas. Después de 200 años, el acero sigue siendo protegido.
La banca comercial es otro ejemplo. Al final de la Segunda Guerra Mundial la banca comercial abarcaba aproximadamente la mitad del mercado de capitales, mientras que hoy tan sólo cubre más o menos un quinto. ¿Por qué se ha deteriorado? ¿Por qué es Londres el mercado financiero internacional, y no Nueva York?
La razón es el efecto a largo plazo de la insistencia de la industria bancaria de pedir favores gubernamentales especiales. En los inicios, bajo lo que se conocía como Regulación Q, el gobierno ponía un límite a las tasas de interés que los bancos podían pagar, incluyendo una de cero interés sobre depósitos a la vista. Esta tasa impuesta por el gobierno motivó el surgimiento de fondos en el mercado de dinero, así como de otros substitutos y alternativas para los bancos. La industria bancaria apoyó consistentemente los tipos de cambio fijos. Cuando el dólar estuvo en problemas, el Presidente Johnson introdujo restricciones a los préstamos extranjeros y un impuesto para igualar los intereses. El resultado fue empujar la industria bancaria comercial hacia Londres. Ambas medidas hicieron que la industria pasara de ser el principal proveedor de crédito a ser un jugador menor. De nuevo, una política carente de visión.
Lo más obvio es el tipo de contribuciones por que optan las corporaciones. La industria petrolera contribuye a organizaciones conservacionistas que están tratando de reducir drásticamente el uso de petróleo; y la industria nuclear contribuye a organizaciones que apoyan alternativas a la energía nuclear. Hace poco, el Capital Research Center analizó las donaciones que hacen las grandes corporaciones a organizaciones de política pública, y encontró que las instituciones no lucrativas de izquierda reciben tres veces lo que reciben las instituciones no lucrativas de derecha.
¿Por qué no ha seguido el mundo corporativo el excelente ejemplo de Warren Buffet? Desde el inicio, al enviar los cheques de dividendos a sus accionistas, les decía que estaban preparados para distribuir X cantidad de dólares en su nombre por cada acción a la caridad, a alguna organización, pidiéndoles que indicaran a dónde deseaban que se enviara.
¿Por qué han de decidir las corporaciones los propósitos caritativos del ingreso de sus accionistas? ¿Por qué no son los accionistas quienes deciden? ¿Y por qué es que la comunidad empresarial, en general, insiste tanto en apoyar a sus propios enemigos?
Ahora consideremos la educación. Como es sabido, desde hace mucho tiempo he estado a favor de la privatización de este sector por medio de un sistema de notas de crédito. Un argumento fuerte a favor de la privatización tiene que ver con los valores inculcados por nuestro sistema de educación pública.
Cualquier institución tiende a expresar sus propios valores y sus propias ideas; nuestro sistema de educación pública es una institución socialista. Una institución socialista enseñará valores socialistas, no los principios de la empresa privada. Eso no era tan malo cuando la educación primaria y secundaria estaba más dispersa, de manera que había mayor control local. Cuando yo me gradué de secundaria había 150,000 distritos escolares en los Estados Unidos. Hoy hay menos de 15,000 y la población es dos veces más grande.
¿Cuál ha sido la actitud de la comunidad empresarial frente a la educación? Miembros de la comunicad empresarial han estado muy conscientes del hecho de que las escuelas inculcan valores antagónicos al sistema privado de libre empresa; también están conscientes de que es difícil encontrar empleados con las habilidades apropiadas; pero, ¿han tratado de promover una industria educativa privada? Para nada. Su principal actividad ha constado en asignar a algunos de sus empleados para que den clases en escuelas públicas y en contribuir computadoras y otros artículos a escuelas públicas. No puedo culpar a un individuo por lo que hace, pero puedo pensar que es trágico que Walter Annenberg contribuyera cientos de millones de dólares a escuelas gubernamentales; no a colegios privados, sino a escuelas públicas. No había visto un solo movimiento en la comunidad empresarial en general, sino hasta hace muy poco, para tratar de promover un sistema educacional bajo el cual el consumidor, es decir padre e hijo, tenga una verdadera opción acerca de la escolaridad que el hijo ha de recibir.
Ahora llegamos a Silicon Valley y Microsoft. No voy a escribir sobre los aspectos técnicos de si Microsoft es culpable o no bajo las leyes antimonopolio; mis propios puntos de vista hacia este tipo de leyes han cambiado bastante con el tiempo. Cuando me inicié en este negocio, como creyente en la competencia, apoyaba las leyes antimonopolio, pues pensaba que hacerlas cumplir era una de las pocas cosas deseables que el gobierno podía hacer para promover más competencia. Pero a medida que vi lo que ocurrió, observé que estas leyes tendían a hacer exactamente lo opuesto, porque tendían, como muchas otras actividades gubernamentales, a ser controladas por la gente que supuestamente debían regular y controlar. De modo que con el tiempo he llegado gradualmente a la conclusión de que las leyes antimonopolio hacen mucho más mal que bien, y que estaríamos mejor si no las tuviéramos, si pudiéramos deshacernos de ellas. Pero, las tenemos.
Bajo estas circunstancias, dado que tenemos leyes antimonopolio, ¿está realmente en el interés propio de Silicon Valley poner al gobierno en contra de Microsoft? Su industria, la industria de la computación se mueve tanto más rápido que el proceso legal, que quién sabe cómo será la industria para cuando se resuelva esta demanda. Esto sin mencionar que la energía humana y el dinero que se gastará contratando a mis colegas economistas, y de otras maneras, sería mucho mejor empleado productivamente, mejorando sus productos. ¡Es un desperdicio! Pero más allá de esto, se arrepentirán del día en que llamaron al gobierno. De ahora en adelante la industria de la informática, que hasta ahora había tenido la suerte de estar relativamente libre de la intromisión gubernamental, experimentará un continuo crecimiento de la regulación gubernamental. La legislación antimonopolio pronto se convierte en regulación. Este es otro caso que, para mí, ejemplifica el impulso suicida de la comunidad empresarial.
Ahora llego a la parte difícil: ¿Por qué existe este impulso suicida? ¿Por qué se comporta así la gente de negocios? Espero que ustedes piensen al respecto y traten de encontrar una respuesta. Yo les daré algunas sugerencias, pero ninguna de ellas me parece una explicación adecuada. Una de las razones la señaló hace más de un siglo un hombre ejemplar, el General Francis A. Walker, profesor de Yale y luego presidente de M.I.T. Él escribió:
Pocos son tan presuntuosos como para disputar a un químico o a un mecánico en temas relacionados con la disciplina de su vida, pero casi cualquier hombre que sabe leer y escribir se siente con la libertad de formar y mantener opiniones propias acerca del comercio y del dinero. (...) La literatura económica de todo año subsiguiente acepta obras concebidas en el verdadero espíritu científico, así como obras que exhiben la ignorancia más vulgar de la historia económica y el mayor desprecio por las condiciones de la investigación económica. Es muy similar a si se colocara la astrología a la par de la astronomía o a la alquimia al lado de la química.
Cuando se trata de economía, todo el mundo es un experto que casi siempre se equivoca—y los ejecutivos de negocios no son la excepción.
Schumpeter dio una explicación muy diferente para este fenómeno. Él arguyó que dentro de las grandes corporaciones , la gente que está a cargo desarrolla actitudes e instituciones esencialmente burocráticas y socialistas. La adherencia a la empresarialidad y a la empresa privada tiende a ser reemplazada por un acercamiento burocrático, llevando al surgimiento de un sistema socialista. Yo no creo que eso sea cierto; en una sociedad competitiva hay suficiente presión para evitar que eso suceda, pero podría ser una explicación.
El clima general de la opinión, que trata a la acción gubernamental como una cura de todo propósito para todo mal, es probablemente un factor más importante. Sin embargo, este clima ha estado cambiando a lo largo de los últimos 40 años. Ya no se da por sentado, como antes, que si había un problema la manera de resolverlo era involucrando al gobierno. Hemos estado ganando la guerra de las ideas, aunque hayamos estado perdiendo la guerra en la práctica. Los gobiernos de hoy son mucho más grandes que los de hace 40 ó 50 años, a la vez de que—en parte como efecto de esto—el clima de la opinión es mucho menos favorable al control gubernamental que entonces. Pero aún sigo sin pensar que ésta sea una explicación adecuada, por lo que confieso que no tengo una buena respuesta; no obstante, pienso que el fenómeno requiere una, y que está en su interés propio encontrarla y cambiar el esquema del comportamiento empresarial para deshacerse de ese impulso claramente suicida.

El impulso suicida de la comunidad empresarial

Por Milton Friedman


Milton Friedman es Premio Nobel en Economía y académico del Hoover Institution. Este ensayo se publicó en la edición de marzo/abril de 1999 del Cato Policy Report, Vol. XXI, No. 2. Se publica por cortesía del Cato Institute.
Es común que se piense, equivocadamente, que quienes están a favor del libre mercado también están a favor de todo lo que hacen las grandes empresas. Nada podría alejarse más de la verdad.
Como alguien que cree en la búsqueda del interés propio en un sistema capitalista competitivo, no puedo culpar a un empresario que va a Washington y trata de conseguir privilegios especiales para su compañía. Ha sido contratado por los accionistas para que haga tanto dinero como pueda dentro de las reglas del juego; y si éstas son que hay que ir a Washington a buscar privilegios, no lo culpo por hacerlo. Échennos la culpa al resto de nosotros por ser tan tontos como para dejar que se salga con la suya.