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Thursday, July 14, 2016

En EE.UU., 1 de cada 4 negocios pertenecen a inmigrantes

En EE.UU., 1 de cada 4 negocios pertenecen a inmigrantes

La aportación de los migrantes mexicanos a EU. (Foto: Getty Images.)
Por Maurizio Guerrero
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Sobre el tema inmigratorio puede leerse el libro del Independent Institute Global Crossings: Immigration, Civilization, and America escrito por Álvaro Vargas Llosa.

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Nueva York.- Los mexicanos han sido una de las columnas principales del éxito económico de Estados Unidos. Su fuerza de trabajo, documentada e indocumentada, es clave en el fun­cionamiento cotidiano del país más poderoso del mundo.
Es bien conocido y está amplia­mente documentado que el empleo de mexicanos, y a menudo su cínica explotación, resultan esenciales para mantener el nivel de vida y de consu­mo en el país con el mayor número de multimillonarios y donde se hacen las mayores fortunas.
Menos conocido, aunque quizá tan relevante como la fuerza laboral, es el empuje empresarial de los mexi­canos en este país. Sus pequeños y me­dianos negocios emplean a millones y han revitalizado las comunidades y los barrios donde se establecen. En Nueva York, este empuje empresarial es inne­gable, y en buena medida ha tomado la estafeta de los migrantes de Puerto Rico y República Dominicana, que lle­garon a la Gran Manzana antes que los mexicanos. Las tiendas de abarrotes en Nueva York son conocidas como “bodegas”, en español, y las lavande­rías, gasolineras y tintorerías son todas giros dominados por inmigrantes.


Un informe de 2014 de la Sociedad de las Américas documentó que los inmigrantes crean negocios en los sectores de bienes y servicios dirigidos al consumidor final en una proporción que está muy por encima del porcen­taje que representan de la población estadounidense.
Entre este grupo de negocios (co­mercios minoristas, de la industria de la hospitalidad y establecimientos de servicios), los inmigrantes constituyen 28% de los empresarios establecidos, pese a que sólo cuentan con 16% de la población de Estados Unidos.
Asimismo, los inmigrantes partici­pan en una proporción mucho mayor a su presencia demográfica en salones de manicura, licorerías y restaurantes, de los que poseen 38%. El informe recuerda estudios que han mostrado que, en comparación con los nacidos en Estados Unidos, los inmigrantes son entre 10 y 15% más propensos a crear sus propios negocios.
Si bien no se dispone de cifras de emprendedores y empresarios mexi­canos en Estados Unidos, es visible su presencia en Nueva York, donde la migración proveniente de México es relativamente reciente y se volvió masiva en la década de 1990. Es menos evidente que en ciudades como Los Angeles o San José, California, donde constituyen buena parte de los peque­ños y medianos empresarios.
Hoy se ve en La Gran Manzana la huella emprendedora que ya está bien asentada en Los Angeles, explica Gaspar Orozco, director adjunto del Instituto Jaime Lucero de Estudios Mexicanos de la Universidad de la Ciu­dad de Nueva York (CUNY). “Vemos una fuerza emprendedora muy fuerte de la comunidad mexicana que se traduce en pequeños negocios, tiendas de abarrotes o incluso en negocios ambulantes como venta de frutas. Es el germen emprendedor de los mexica­nos”, señala Orozco, también un poeta galardonado y quien fungiera como el cónsul responsable de los asuntos de la comunidad en Nueva York y posterior­mente en Los Ángeles.
Una de las claves del éxito del emprendimiento de los mexicanos en Estados Unidos es que llegan bajo un cierto patrón. Los mexicanos migran siguiendo las huellas de un familiar, que a su vez sigue los pasos de personas de la misma comunidad, zona, etnia o estado. A Nueva York han arribado migrantes de Puebla y luego de Oaxaca que componen, de acuerdo con cifras del Consulado de México en Nueva York, cerca de 70% del total de los mexicanos de la lla­mada zona triestatal, compues­ta por los estados de Nueva York, Nueva Jersey y Connec­ticut. Ese lazo ayuda a que los recién llegados se empleen en negocios de familiares y de amigos, y el emprendimiento es aprendido de primera mano.
“El estatus migratorio es un obstáculo para muchas cues­tiones, pero de todas maneras nuestra gente puede darle la vuelta a ese reto buscando apo­yo de amigos y de empresarios con los que se asocian y puedan seguir generando recursos”, explica Orozco. De alguna ma­nera, los inmigrantes mexica­nos son en sí mismo empren­dedores natos. El mismo hecho de emigrar, agrega, en especial como indocumentado, en condiciones de mucho peligro, revela enorme iniciativa y determinación.
grafico_migrantes_mexicanos
El caso de Passaic
Un ejemplo claro de esta multiplica­ción de emprendedores es Passaic, una comunidad en el estado de Nueva Jer­sey que fue virtualmente abandonada por la industria cuando la economía de Estados Unidos viró hacia los servicios. En un par de décadas, la migración mexicana convirtió a Passaic en un centro distribuidor de productos mexi­canos para toda la costa Este.
La contribución mexicana para la revitalización de Passaic ha sido reconocida incluso por la alcaldía, que consintió en erigir una estatua del general Ignacio Zaragoza en su plaza principal, donde se organizan desfiles del 5 de Mayo y procesiones de la Pasión de Cristo en Semana Santa.
Griselda García, originaria de Izúcar de Matamoros, en Puebla, es junto con su padre la dueña de la tienda de abarrotes El Tepeyac, en el barrio de Harlem del Este. García acepta que la mayor dificultad para los emprendedores mexicanos es la condición de indocumen­tados. Pese a todo, asegura que en su experiencia de 17 años como comerciante, los pequeños negocios son em­prendidos de manera abru­madora por inmigrantes.
“Un gran porcentaje de dueños de negocios peque­ños es en su gran mayoría de inmigrantes. Hoy por hoy no conozco a un gringo que me diga que abrirá un comercio”, explica García. Añade que tal como sucedió en su caso, en que su padre emigró primero y comenzó El Tepeyac, muchas familias mexicanas migrantes arriban a un negocio como punto de empleo central y a partir de ahí se multiplican en otros comercios. Su hermano, por ejemplo, tiene una carnicería también en Harlem del Este, igual­mente llamada El Tepeyac.
El negocio de García y su hermano, que vende longaniza, chicharrón y cecina de Yecapixtla, apuntan además a una de las armas principales de los emprendedores mexicanos aquí: la comida. Si los mexicanos florecen y se expanden culturalmente en su vecino del norte es debido en buena medida a la cocina nacional, claramente superior a la estadounidense en su variedad, sabores y sofisticación.
Los tacos se han convertido, al margen de los burritos inspirados en la cultura mexicano-estadunidense de la frontera, en un alimento ubicuo en el país, y las salsas picantes y las enchiladas ya son parte del menú coti­diano de hogares estadounidenses.
El barrio de Harlem del Este ha sido uno de los que más han sufrido de “gentrificación” en Nueva York, que es el proceso mediante el cual residen­tes blancos se mudan a vecindarios ocupados por minorías. Pese a la transformación, García asegura que ahora sus ingredientes mexicanos son adquiridos por estadounidenses.
“Los gringos no quieren ya ir a sentarse a comer enchiladas, sino que las están aprendiendo a hacer. Y yo les digo cómo se cocina lo auténtico cuando vienen con sus listas en las manos y las recetas impresas de plati­llos complicados como cochinita pibil. Ya no se quedan en el guacamole y las salsas”, expone García.
Aunque ajeno al ámbito de la co­mida, quizás el ejemplo de inmigrante mexicano exitoso en Nueva York es Jaime Lucero, que en la década de 1970 abandonó el pueblo de la sierra poblana donde nació para cruzar a nado el Río Bravo. Lucero siguió los pasos de su hermano mayor, y luego de trabajar como lavaplatos en la cocina de un restaurante, varias décadas más tarde creó una em­presa distribuidora de ropa.
El de Lucero, un hombre de una sagaz inteligencia que apenas terminó la secundaria, es un negocio millonario con 270 empleados de base que incluye también un restaurante en Manhattan. Su fortuna le ha permitido convertirse en un mecenas de la comu­nidad mexicana en el área triestatal mediante Casa Puebla y generosas donaciones a la CUNY, que en una ce­remonia a principios de mayo decidió dar el nombre de su principal donador al Instituto de Estudios Mexicanos.
Lucero debió vencer como empre­sario la enorme discriminación que su­fren los mexicanos en Estados Unidos, que el virtual candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, Do­nald Trump, ha hecho dolorosamente visibles. La afirmación de Trump al iniciar su campaña política de que los mexicanos son “violadores” que traen crimen y drogas a Estados Unidos, fue considerada por numerosos obser­vadores como una declaración que hundiría su campaña desde el inicio. El efecto, sin embargo, fue exactamente el contrario, lo que reveló el sentimiento antimexicano que hay en este país, pese a que pocas naciones en el mundo tienen tan amplia vinculación comer­cial, económica y de sus sociedades.
Pese a esta animosidad contra los mexicanos, varios emprendedores apuntan a que el racismo, clasismo y la exclusión en México son tan o más intensos que en Estados Unidos. Sobre la comunidad mexicana en NY, Lucero asegura: “usted conoce México, pues transpórtelo aquí. Existen los mismos comportamientos: los mexicanos de recursos, que están muy bien educa­dos y colocados en grandes empresas, y los mexicanos que nos la venimos jugando. Esos mundos no se mezclan, y hasta hace muy poco nunca había sentido que son nuestros aliados”.
Muchos emprendedores mexica­nos consideran que cuando en Estados Unidos demuestran su compromiso, su ética de trabajo, su honestidad y que han aprendido la mecánica de un negocio, los ascensos suceden, pese a su color de piel, procedencia y nivel educativo. Uno de los ejemplos fue el chef Carlos Llaguno, heredero de la celebridad Anthony Bourdain en el restaurante neoyorquino Les Halles, donde llegó como asistente de cocina. Pese a nunca haber estudiado de ma­nera formal para ser chef profesional o administrar negocios, Llaguno fue hasta antes de su muerte en 2015 el administrador de la cocina de dos res­taurantes, con responsabilidades que iban desde comprar alimentos hasta supervisar la comida en uno de los establecimientos de comida francesa más tradicionales de Manhattan.
Muchos otros mexicanos, que son uno de los pilares de las cocinas en todo Estados Unidos, han comenzado en las labores más modestas y han terminado por dirigirlos.
“El racismo, la discriminación y el clasismo que en México aún se arrastran como un lastre es un factor que inhibe el desarrollo social. En una sociedad más democrática como la de Estados Unidos hay también más oportunidades para todos, pese a los evidentes problemas que existen”, opi­na Orozco. Bajo ese contexto, el poder de emprendimiento de los mexicanos parece ser mejor recompensado en Estados Unidos. García señala que en este país “se desarrolla una fe” de que si uno se esfuerza pueda haber una re­compensa al paso del tiempo, en tanto que en México, según su experiencia, a veces se tiene la sensación de que poco sirve el puro trabajo si no se cuentan con las conexiones o los amigos en lugares adecuados.
Los obstáculos para los mexicanos podrían ir en aumento en Estados Unidos. Trump ha evidenciado un sentimiento racista, y en cierto sentido lo ha naturalizado. Ha culpado a los mexicanos de las dificultades que en­frentan muchos estadounidenses que han perdido sus formas de vida en una economía que ya no genera empleos industriales, lo que ha afectado a gran­des sectores. Las cifras, sin embargo, no respaldan sus declaraciones.
Los inmigrantes de América Latina que viven en Estados Unidos contribuyeron con 86,000 millones de dólares (mdd) al fisco de este país en 2013, según un informe difundido en 2014 por el organismo civil Alianza para una Nueva Economía Estadouni­dense. Ese mismo documento reveló que el gasto después de impuestos de los hispanos en Estados Unidos en 2013 fue de 605,000 mdd. La conclu­sión del informe es que los hispanos están fortaleciendo a las comunida­des estadounidenses, no sólo con su trabajo sino con su contribución fiscal y con su poder de consumo.
Otro estudio del mismo organismo concluyó además que contrario a lo que aseguran algunos oponentes a la migración en Estados Unidos, los inmigrantes no constituyen un gasto para el sistema de salud del país sino que le aportaron a éste 182,400 mdd de 1996 a 2011. El estudio concluyó que de no ser por las aportaciones de los inmigrantes, que en los hechos están subsidiando el fondo de salud para las personas de bajos ingresos, conocido como Medicare, este siste­ma sería prácticamente insolvente.
Las aportaciones de los mexica­nos en EU van mucho más allá de lo económico, y se extienden a los ámbitos sociales y culturales, como demuestra el caso de El Tepeyac y de los cientos de miles de negocios de abarrotes y restaurantes que dan colorido y variedad al país. La fuerza de los empresarios mexicanos será esencial en el futuro de EU, un país que se precia de haber sido forjado por inmigrantes y por el empren­dimiento posible en el capitalismo. “Estamos en el ciclo en que se van a jubilar todos los baby boomers, la gente que nació tras las Segunda Guerra Mundial, y no hay quien tome el relevo entre los anglosajo­nes. Los que vamos a entrar al quite somos los hispanos”, dice García.

En EE.UU., 1 de cada 4 negocios pertenecen a inmigrantes

En EE.UU., 1 de cada 4 negocios pertenecen a inmigrantes

La aportación de los migrantes mexicanos a EU. (Foto: Getty Images.)
Por Maurizio Guerrero
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Sobre el tema inmigratorio puede leerse el libro del Independent Institute Global Crossings: Immigration, Civilization, and America escrito por Álvaro Vargas Llosa.

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Nueva York.- Los mexicanos han sido una de las columnas principales del éxito económico de Estados Unidos. Su fuerza de trabajo, documentada e indocumentada, es clave en el fun­cionamiento cotidiano del país más poderoso del mundo.
Es bien conocido y está amplia­mente documentado que el empleo de mexicanos, y a menudo su cínica explotación, resultan esenciales para mantener el nivel de vida y de consu­mo en el país con el mayor número de multimillonarios y donde se hacen las mayores fortunas.
Menos conocido, aunque quizá tan relevante como la fuerza laboral, es el empuje empresarial de los mexi­canos en este país. Sus pequeños y me­dianos negocios emplean a millones y han revitalizado las comunidades y los barrios donde se establecen. En Nueva York, este empuje empresarial es inne­gable, y en buena medida ha tomado la estafeta de los migrantes de Puerto Rico y República Dominicana, que lle­garon a la Gran Manzana antes que los mexicanos. Las tiendas de abarrotes en Nueva York son conocidas como “bodegas”, en español, y las lavande­rías, gasolineras y tintorerías son todas giros dominados por inmigrantes.

Tuesday, June 21, 2016

New Hampshire, paraíso libertario





El día 3 de Febrero de 2016 los líderes del Free State Project declararon su primera gran victoria dando el pistoletazo de salida a la mayor migración libertaria de la Historia. Tras muchos años de esfuerzo, la sencilla idea expresada por Jason Sorens en 2001 está cerca de convertirse en realidad al haber alcanzado el objetivo de 20.000 miembros.
La idea era sencilla: si los liberales, libertarios, anarquistas, ancaps y todos los interesados en vivir en una sociedad más libre somos una diminuta minoría con casi nula influencia en el proceso electoral…, aprovechemos que aún hay libertad de movimiento y concentremos los esfuerzos. Un pequeño grupo de activistas motivados puede tener una gran influencia si enfoca sus esfuerzos hacia objetivos realizables.



Para evitar la dilución de los esfuerzos, tanto en el tiempo como en el espacio, los miembros del proyecto se comprometían a trasladarse a New Hampshire, el Estado escogido como destino de la migración, sólo cuando se alcanzase la masa crítica necesaria para ser realmente efectivos…, calculada en 20.000 personas. El poder de esas 20.0000 personas diluido entre 350 millones de estadounidenses es nulo, pero 20.000 activistas en el pequeño Estado de New Hampshire con una población de menos de millón y medio de personas será considerable.
New Hampshire fue escogido no sólo por su pequeña población, sino especialmente por ser un Estado en el que las ideas de la libertad ya tienen mucha fuerza. Las palabras “Live Free or Die” adornan su escudo y las matrículas de todos sus vehículos. La carga fiscal es baja: no existe el impuesto sobre la renta a nivel estatal, tampoco existe el IVA. Las libertades individuales y la responsabilidad personal son parte de la cultura. Sirva como ejemplo la inexistencia de una ley que obligue a llevar casco a los motoristas o cinturón a los conductores. Las cargas regulatorias a la actividad empresarial también son bajas y como consecuencia el paro es inferior al 5%. La sacrosanta segunda enmienda, que garantiza el derecho a la autodefensa y a portar armas, no sólo es fuerte en New Hampshire, donde está permitida la modalidad “open carry” sin licencia, sino que convive con uno de los niveles de criminalidad y violencia más bajos del mundo.
Los integrantes del FSP junto a simpatizantes locales ya trabajan desde hace años en aumentar la libertad en estos y más ámbitos. Su compromiso es prácticamente un lema minarquista, sin cerrar la puerta a interpretaciones aún más ambiciosas:
Declaro mi intención solemne de trasladarme al Estado de new Hampshire en 5 años desde que se alcancen los 20.000 participantes. Una vez allí ejerceré mi mayor esfuerzo práctico hacia la creación de una sociedad en la que la máxima función del gobierno sea la protección de la vida, libertad y propiedad de los individuos.
Resulta difícil encontrar una declaración más clara y concisa de Estado Limitado.
Pero ¿tendrán éxito estos esfuerzos? Si atendemos a los ejemplos dados en la rueda de prensa celebrada para declarar el inicio de la migración del trabajo y activismo que ya están realizando los casi 2.000 integrantes del proyecto que se han trasladado a New Hampshire y los casi 3.000 residentes locales que colaboran con el proyecto, ya están teniendo un éxito significativo. Sus esfuerzos han logrado desde frenar la implantación de un DNI en New Hampshire (no porque en España estemos acostumbrados deja de ser una idea fascista), garantizar el derecho a filmar a la policía, permitir a los padres escoger la escuela de sus hijos, prohibir los radares de matrículas automáticos o reducir los impuestos y el gasto público en estos últimos años. 18 de los 400 miembros del parlamento estatal son participantes del Free State Project y casi 90 (tanto Republicanos como Demócratas) votan con regularidad a favor de propuestas liberales.
Es ilusionante imaginar lo que conseguirán cuando sean 20.000 residentes dedicando sus esfuerzos a hacer de New Hampshire el Estado más libre del mundo.
Pero ¿no es esta estrategia sino la creación de un gueto libertario? ¿No es una huida ante las hordas estatistas? ¿No es una rendición en la batalla de las ideas?
Siempre he pensado que para ganar la batalla de las ideas no basta con argumentos, también hacen falta ejemplos. Hay que mostrar y demostrar. El éxito y la prosperidad de Hong Kong cambiaron China. El ejemplo de la libertad de la que por mucho tiempo hizo bandera América cambió incontables países. Por muy poderosas que sean las ideas, los seres humanos necesitamos ver y tocar para de verdad creernos algo. La falta de imaginación de aquellos que sólo creen que las cosas pueden ser como son aquí y ahora (en contra de las lecciones de la historia) sólo se vence mostrando que en otro lugar son distintas ¡y mejores!
El objetivo del Free State Project comienza por cambiar New Hampshire para alcanzar mayor libertad para sus miembros, pero no acaba ahí. Pretende ser un ejemplo a emular para el resto de los Estados de EEUU… y para el mundo entero.
Ha habido infinidad de ideas e iniciativas similares en el mundo liberal. Desde el Seasteading, que pretende colonizar el mar, pasando por Liberland y multitud de proyectos similares. En mi humilde opinión el Free State Project es la iniciativa más realista y con más probabilidades de éxito que se ha intentado hasta la fecha. Es un movimiento voluntario, pacífico y descentralizado de gente idealista pero dispuesta a hacer sus ideas realidad y a actuar. Cualquier persona con inquietudes liberales debería seguirlo con mucho interés.

New Hampshire, paraíso libertario





El día 3 de Febrero de 2016 los líderes del Free State Project declararon su primera gran victoria dando el pistoletazo de salida a la mayor migración libertaria de la Historia. Tras muchos años de esfuerzo, la sencilla idea expresada por Jason Sorens en 2001 está cerca de convertirse en realidad al haber alcanzado el objetivo de 20.000 miembros.
La idea era sencilla: si los liberales, libertarios, anarquistas, ancaps y todos los interesados en vivir en una sociedad más libre somos una diminuta minoría con casi nula influencia en el proceso electoral…, aprovechemos que aún hay libertad de movimiento y concentremos los esfuerzos. Un pequeño grupo de activistas motivados puede tener una gran influencia si enfoca sus esfuerzos hacia objetivos realizables.


Sobre innovación y empresa


Ejemplo real que alguien me contó en una clase de Dirección Estratégica (no tengo motivos para dudar de su veracidad): una peluquería en el centro de Madrid, en uno de los barrios más caros de España, con una clientela razonablemente estable (en su mayoría, mujeres de mediana edad con poder adquisitivo medio-alto) y varios ayudantes relativamente bien pagados. Cuando llega la crisis, una de tantas, hay que liquidar el negocio y pagar indemnizaciones, bastante altas dada la regulación española: sólo cabe reinventarse, así que con una pequeña moto para moverse por la ciudad, una agenda y su cartera de clientes, nuestro pequeño empresario crea una peluquería urbana a domicilio, allá por los años 90.



Recordé este brillante caso durante la asignatura Innovación y Empresa, impartida por la profesora Raquel Merino: a diferencia de otras materias del Máster en Economía UFM-OMMA, gran parte de su contenido teórico era absolutamente desconocido para mí, pero las lecturas recomendadas y la documentación proporcionada para seguir las clases fueron muy buenas. En mi opinión, el examen fue uno de los más completos a los que me enfrenté en el máster.
Toda esa teoría comprendía un espectro bastante amplio de conceptos, desde el origen de la corporación mercantil y sus diversas formas jurídicas hasta los distintos modelos (Kondratiev, Schumpeter, Mensch, Dent) que explican los ciclos económicos largos y su relación con las olas de innovaciones tecnológicas desde la Revolución Industrial, pasando por los fundamentos de la legislación en defensa de la competencia, como consecuencia del paradigma neoclásico, o el papel de los beneficios extraordinarios y su influencia en el tamaño y la cuota de mercado de una empresa, como parte de un proceso competitivo no estático sino dinámico.
Me gustó especialmente el trabajo de Clayton Christensen y Joseph Bower: en 1995, estos autores incorporaron el concepto de innovación al análisis estratégico, identificando dos tipos de innovaciones tecnológicas, a las que llamaron “tecnologías sostenibles”, aquéllas que permiten mantener una mejora constante de algo que los clientes existentes ya valoran, y “tecnologías disruptivas”, aquéllas que ofrecen algo distinto de lo que ya existe, pudiendo incluso ser peor en algún sentido para los actuales clientes y que, por tanto, tiende a valorarse sólo en nuevos mercados.
Posteriormente, Christensen sustituyó la palabra “tecnología” por “innovación”, reflejando que es el uso que hacemos de una determinada tecnología lo que provoca la ruptura del statu quo, no la tecnología en sí misma. Esa idea le permitió definir dos tipos de innovaciones disruptivas: de perfil bajo (compitiendo en el mismo mercado que las innovaciones sostenibles, pero con una estructura de costes diferente, lo que determinará la estrategia competitiva de la empresa) y de nuevo mercado (compitiendo en un mercado diferente, ya sea porque se buscan nuevos clientes o nuevas aplicaciones del producto o servicio que no son demandas por los clientes existentes).
Detrás de las ideas de Christensen y Bower, se encontraba el concepto de destrucción creativa de Joseph Schumpter, íntimamente relacionado con el de innovación: en su búsqueda de nuevos productos y servicios, nuevos mercados y nuevos procesos de producción, el empresario sustituye continuamente lo existente por lo nuevo, de manera que la empresa siempre está cambiando.
Esta visión dinámica de la función empresarial hizo que me cuestionara algunas ideas sobre la estrategia corporativa: mi conocimiento se limitaba al modelo de las 5 fuerzas de Porter (las barreras de entrada, los productos o servicios sustitutivos, el poder de negociación con proveedores, el poder de negociación con clientes y los competidores dentro del sector de la empresa) y sus estrategias genéricas (diferenciación y liderazgo en costes), cuyo objetivo no es otro que minimizar el impacto negativo de dichas fuerzas, ya sea contrarrestándolas o influyendo en ellas si es posible.
Volviendo a leer a Michael Porter, entendí su relación con el modelo de competencia perfecta de la Escuela Neoclásica: es conocido su análisis externo a la empresa, centrado en el sector de la misma, pero no tanto los supuestos necesarios para que su aplicación tenga sentido. Me di cuenta de que su modelo asume que el mercado se encuentra en equilibrio, que la información es objetiva y constante, y que la función empresarial es simplemente una función de producción, con entradas y salidas, para asignar eficientemente los recursos y extraer valor.
Ya he comentado en otras ocasiones mi preferencia por el concepto de mercado de la Escuela Austríaca frente al de la Escuela Neoclásica, pero me gustaría reseñar brevemente los elementos que, a mi juicio, también hacen que sea un mejor marco teórico para construir un modelo de análisis estratégico, que encajaría perfectamente con las innovaciones disruptivas y sostenibles de Christensen.
Y es que un mercado dinámico, que nunca alcanza el punto de equilibrio, hace que siempre haya oportunidades de negocio por descubrir: ese descubrimiento continuo por parte del empresario es lo que permite obtener beneficios en un mundo de incertidumbre e información dispersa, que cambia constantemente. Los cambios se manifiestan en forma de innovaciones, que son las armas que tienen los emprendedores para crear valor y obtener una ventaja competitiva frente a sus competidores: dicha ventaja siempre es temporal, ya que puede ser imitada por el resto del mercado en ausencia de barreras de entrada impuestas por los poderes públicos.
No pretendo negar que muchas empresas obtienen su ventaja competitiva a partir del análisis externo del sector en el que compite, sobre todo cuando se combina con la visión interna del análisis de los recursos disponibles: sin embargo, esa visión no tiene en cuenta elementos fundamentales como la función empresarial y el impacto de las innovaciones, conceptos que sí están presentes en la Escuela Austríaca y que permiten, por tanto, explicar ciertos entornos empresariales más cerca de Christensen que de Porter.
Y ahí fue cuando recordé el caso mencionado al principio: al contrario de lo que piensa mucha gente hoy en día, innovar es algo más que crear una nueva aplicación para un dispositivo móvil…

Sobre innovación y empresa


Ejemplo real que alguien me contó en una clase de Dirección Estratégica (no tengo motivos para dudar de su veracidad): una peluquería en el centro de Madrid, en uno de los barrios más caros de España, con una clientela razonablemente estable (en su mayoría, mujeres de mediana edad con poder adquisitivo medio-alto) y varios ayudantes relativamente bien pagados. Cuando llega la crisis, una de tantas, hay que liquidar el negocio y pagar indemnizaciones, bastante altas dada la regulación española: sólo cabe reinventarse, así que con una pequeña moto para moverse por la ciudad, una agenda y su cartera de clientes, nuestro pequeño empresario crea una peluquería urbana a domicilio, allá por los años 90.