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Wednesday, December 21, 2016

La crisis económica de Venezuela afecta sus lazos con Cuba

Por Anatoly Kurmanaev 

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CIENFUEGOS, Cuba—Fidel Castro y Hugo Chávez proclamaron hace una década que serían presidentes de un solo país, combinando la educada fuerza laboral cubana con la riqueza petrolera de Venezuela para desafiar el poderío de Estados Unidos en América Latina.
Ahora, Castro y Chávez fallecieron y la unión entre ambos países empieza a resquebrajarse, aunque sigue siendo fuerte en el poder.
Los envíos diarios de más de 100.000 barriles de petróleo venezolano subsidiado, la sangre de la economía cubana, han caído a menos de la mitad desde 2013, según operadores del mercado de crudo y trabajadores cubanos de las refinerías. Cuba tuvo que comprar petróleo en el mercado abierto en noviembre por primera vez en 12 años debido al derrumbe de la producción venezolana.


Mientras tanto, miles de doctores cubanos que trabajaban en los barrios pobres de Venezuela para pagar por los envíos de barriles de crudo están regresando a su país, moderando la escala de los populares programas sociales que Chávez le dejó como herencia a su atribulado sucesor, Nicolás Maduro. El puente aéreo entre los dos países caribeños también está disolviéndose. Cubana de Aviación suspendió sus vuelos regulares a Caracas hace unos meses mientras que los vuelos chárter desde Caracas a La Habana han reducido su frecuencia ante la caída de la demanda.
A primera vista, los líderes de ambos países juran que su alianza, que los detractores llaman despectivamente Cubazuela, es indestructible.
Tras la muerte de Castro el mes pasado, el gobierno venezolano decretó tres días de duelo. Maduro pasó varios días en Cuba junto con una delegación de altos funcionarios para honrar la memoria del líder revolucionario. Durante el funeral realizado en La Habana se sentó a la derecha del presidente cubano, Raúl Castro, tratando de contener las lágrimas antes de dirigirse a la muchedumbre.
“Raúl (...) ¡cuenta con Venezuela!”, dijo Maduro, quien durante su juventud recibió formación política en Cuba. “Seguiremos el camino victorioso de este gran fundador de la Patria Grande”, proclamó en alusión a Fidel.
Durante la época de las vacas gordas del gobierno de Chávez, quien se consideraba el hijo espiritual de Fidel Castro, Venezuela reanudó y expandió la refinería de petróleo de Cienfuegos, que pasó a ser el mayor empleador de la ciudad. Venezuela construyó casas y trajo autobuses nuevos a la ciudad. Su generosidad ayudó a que Cienfuegos se recuperara parcialmente del colapso de las centrales azucareras y se convirtiera en un símbolo de la unión económica entre ambos países.
“En el fondo somos un solo gobierno (...) una sola nación”, dijo Chávez durante una visita a una ciudad cercana en 2007.
La reventa de petróleo subsidiado de Venezuela en el mercado abierto le generó miles de millones de dólares a Cuba, permitiendo la recuperación de la economía tras el colapso de la Unión Soviética, su benefactor durante la Guerra Fría.
Sin embargo, todo ha cambiado en esta ciudad portuaria con sus anchas avenidas coloniales y su arbolado paseo marítimo. Los afiches y murales en los que Chávez aparece abrazando a Fidel Castro o que muestran a ambos caminando por campos de girasoles se están destiñendo.
Los residentes señalan que su futuro depende más de los turistas estadounidenses y los inversionistas que de Maduro. “Estamos muy agradecidos a Chávez, pero ahora tenemos que defendernos con nuestros propios medios”, dice Antonio Alborniz, un ex conductor de camión de una refinería que ahora maneja un taxi para turistas. “El petróleo se acabó”.
La refinería está inactiva. El último carguero venezolano atracó aquí en agosto, según operadores del mercado petrolero. El cierre ya ha elevado drásticamente el costo de vida de muchos residentes, quienes dependían de la gasolina barata contrabandeada de la refinería para aliviar sus penurias.
En general, las exportaciones a Cuba de petróleo venezolano y productos refinados, que generan la mayor parte de la electricidad de la isla, descendieron a cerca de 55.000 barriles al día en los 10 primeros meses del año tras llegar a un máximo de 115.000 barriles diarios en 2008, según la consultora Petro-Logistics S.A. Los corredores indican que los envíos han caído más desde entonces, aunque no hay claridad sobre la cifra.
La producción venezolana ha caído tanto que la petrolera estatal Petróleos de Venezuela S.A., conocida como PDVSA, no tuvo más remedio que comprar crudo en el exterior para satisfacer sus obligaciones mínimas con Cuba para diciembre y enero, según fuentes involucradas en las operaciones. Después de eso, es probable que Cuba tenga que conseguir la mayor parte del petróleo por su cuenta.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba no respondió a solicitudes de comentario.
El gobierno venezolano señala que el gobierno cubano ha sufrido muchas estrecheces desde la caída de la Unión Soviética e insiste que no permitirá que la crisis económica que atraviesa afecte la alianza. “Fidel era muy consciente de los actuales problemas de Venezuela”, afirmó en una entrevista Alí Rodríguez, embajador venezolano en La Habana. “El gobierno cubano entiende que Venezuela ya no puede proveer todas las cosas que proveía”, aseveró.
A medida que disminuyen los envíos de crudo venezolano, Cuba se ha visto obligada a reducir su parte del acuerdo, repatriando a los médicos que ayudaron a popularizar a Chávez. A fines de mayo había unos 38.300 doctores y enfermeros cubanos trabajando en Venezuela, 4.000 menos que hace tres años, estima John Kirk, profesor de la Universidad Dalhousie en Halifax, Canadá, quien sigue de cerca las misiones de médicos cubanos.
Durante su apogeo, el personal médico cubano en Venezuela llegó a 65.000 personas, según Rodríguez, quien no quiso referirse a los niveles actuales.
Muchos de los doctores que vuelven a Cuba no son reemplazados y el personal médico cubano ha empezado a rechazar viajes a Venezuela debido a la violencia en el país, según entrevistas con media decena de médicos que han trabajado en el país sudamericano. Cientos de doctores en Venezuela también han desertado con la esperanza de llegar a EE.UU.
La exportación de servicios cubanos, en su mayor parte misiones médicas, cayeron 15% el año pasado frente al año previo para rondar los US$470 millones, según estadísticas oficiales.
La pérdida del dinero proveniente de la reventa del petróleo junto con la disminución de las exportaciones médicas ejercen presión sobre las ganancias de Cuba en moneda extranjera en momentos en que a algunos observadores les preocupa que el gobierno del presidente electo de EE.UU., Donald Trump, reduzca el envío de remesas a la isla, cuyo valor supera lo que Cuba gana por concepto de exportaciones.
Juan Forero en La Habana y Mayela Armas en Caracas contribuyeron a este artículo

La crisis económica de Venezuela afecta sus lazos con Cuba

Por Anatoly Kurmanaev 

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CIENFUEGOS, Cuba—Fidel Castro y Hugo Chávez proclamaron hace una década que serían presidentes de un solo país, combinando la educada fuerza laboral cubana con la riqueza petrolera de Venezuela para desafiar el poderío de Estados Unidos en América Latina.
Ahora, Castro y Chávez fallecieron y la unión entre ambos países empieza a resquebrajarse, aunque sigue siendo fuerte en el poder.
Los envíos diarios de más de 100.000 barriles de petróleo venezolano subsidiado, la sangre de la economía cubana, han caído a menos de la mitad desde 2013, según operadores del mercado de crudo y trabajadores cubanos de las refinerías. Cuba tuvo que comprar petróleo en el mercado abierto en noviembre por primera vez en 12 años debido al derrumbe de la producción venezolana.

La muerte de Fidel

La muerte de Fidel

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Por Mario Vargas Llosa
El País, Madrid
El 1 de enero de 1959, al enterarme de que Fulgencio Batista había huido de Cuba, salí con unos amigos latinoamericanos a celebrarlo en las calles de París. El triunfo de Fidel Castro y los barbudos del Movimiento 26 de Julio contra la dictadura parecía un acto de absoluta justicia y una aventura comparable a la de Robin Hood. El líder cubano había prometido una nueva era de libertad para su país y para América Latina y su conversión de los cuarteles de la isla en escuelas para los hijos de los guajiros parecía un excelente comienzo.


En noviembre de 1962 fui por primera vez a Cuba, enviado por la Radiotelevisión Francesa en plena crisis de los cohetes. Lo que vi y oí en la semana que pasé allí —los Sabres norteamericanos sobrevolando el Malecón de La Habana y los adolescentes que manejaban los cañones antiaéreos llamados “bocachicas” apuntándolos, la gigantesca movilización popular contra la invasión que parecía inminente, el estribillo que los milicianos coreaban por las calles (“Nikita, mariquita, lo que se da no se quita”) protestando por la devolución de los cohetes— redobló mi entusiasmo y solidaridad con la Revolución. Hice una larga cola para donar sangre e Hilda Gadea, la primera mujer del Che Guevara, que era peruana, me presentó a Haydée Santamaría, que dirigía la Casa de las Américas. Esta me incorporó a un Comité de Escritores con el que, en la década de los sesenta, me reuní cinco veces en la capital cubana. A lo largo de esos 10 años mis ilusiones con Fidel y la Revolución se fueron apagando hasta convertirse en críticas abiertas y, luego, la ruptura final, cuando el caso Padilla.
Mi primera decepción, las primeras dudas (“¿no me habré equivocado?”) ocurrieron a mediados de los sesenta, cuando se crearon las UMAP, un eufemismo —las Unidades Militares de Ayuda a la Producción— para lo que eran, en verdad, campos de concentración donde el Gobierno cubano encerró, mezclados, a disidentes, delincuentes comunes y homosexuales. Entre estos últimos cayeron varios muchachos y muchachas de un grupo literario y artístico llamado El Puente, dirigido por el poeta José Mario, a quien yo conocía. Era una injusticia flagrante, porque estos jóvenes eran todos revolucionarios, confiados en que la Revolución no sólo haría justicia social con los obreros y los campesinos sino también con las minorías sexuales discriminadas. Víctima todavía del célebre chantaje —“no dar armas al enemigo”— me tragué mis dudas y escribí una carta privada a Fidel, pormenorizándole mi perplejidad sobre lo que ocurría. No me contestó pero al poco tiempo recibí una invitación para entrevistarme con él.
Fue la única vez que estuve con Fidel Castro; no conversamos, pues no era una persona que admitiera interlocutores, sólo oyentes. Pero las 12 horas que lo escuchamos, de ocho de la noche a las ocho de la mañana del día siguiente, la decena de escritores que participamos de aquel encuentro nos quedamos muy impresionados con esa fuerza de la naturaleza, ese mito viviente, que era el gigante cubano. Hablaba sin parar y sin escuchar, contaba anécdotas de la Sierra Maestra saltando sobre la mesa, y hacía adivinanzas sobre el Che, que estaba aún desaparecido, y no se sabía en qué lugar de América reaparecería, al frente de la nueva guerrilla. Reconoció que se habían cometido algunas injusticias con las UMAP —que se corregirían— y explicó que había que comprender a las familias guajiras, cuyos hijos, becados en las nuevas escuelas, se veían a veces molestados por “los enfermitos”. Me impresionó, pero no me convenció. Desde entonces, aunque en el silencio, fui advirtiendo que la realidad estaba muy por debajo del mito en que se había convertido Cuba.
La ruptura sobrevino cuando estalló el caso del poeta Heberto Padilla, a comienzos de 1970. Era uno de los mejores poetas cubanos, que había dejado la poesía para trabajar por la Revolución, en la que creía con pasión. Llegó a ser viceministro de Comercio Exterior. Un día comenzó a hacer críticas —muy tenues— a la política cultural del Gobierno. Entonces se desató una campaña durísima contra él en toda la prensa y fue arrestado. Quienes lo conocíamos y sabíamos de su lealtad con la Revolución escribimos una carta —muy respetuosa— a Fidel expresando nuestra solidaridad con Padilla. Entonces, este reapareció en un acto público, en la Unión de Escritores, confesando que era agente de la CIA y acusándonos también a nosotros, los que lo habíamos defendido, de servir al imperialismo y de traicionar a la Revolución, etcétera. Pocos días después firmamos una carta muy crítica a la Revolución cubana (que yo redacté) en que muchos escritores no comunistas, como Jean Paul Sartre, Susan Sontag, Carlos Fuentes y Alberto Moravia tomamos distancia con la Revolución que habíamos hasta entonces defendido. Este fue un pequeño episodio en la historia de la Revolución cubana que para algunos, como yo, significó mucho. La revaluación de la cultura democrática, la idea de que las instituciones son más importantes que las personas para que una sociedad sea libre, que sin elecciones, ni periodismo independiente, ni derechos humanos, la dictadura se instala y va convirtiendo a los ciudadanos en autómatas, y se eterniza en el poder hasta coparlo todo, hundiendo en el desánimo y la asfixia a quienes no forman parte de la privilegiada nomenclatura.
¿Está Cuba mejor ahora, luego de los 57 años que estuvo Fidel Castro en el poder? Es un país más pobre que la horrenda sociedad de la que huyó Batista aquel 31 de diciembre de 1958 y tiene el triste privilegio de ser la dictadura más larga que ha padecido el continente americano. Los progresos en los campos de la educación y la salud pueden ser reales, pero no deben haber convencido al pueblo cubano en general, pues, en su inmensa mayoría, aspira a huir a Estados Unidos, aunque sea desafiando a los tiburones. Y el sueño de la nomenclatura es que, ahora que ya no puede vivir de las dádivas de la quebrada Venezuela, venga el dinero de Estados Unidos a salvar a la isla de la ruina económica en que se debate. Hace tiempo que la Revolución dejó de ser el modelo que fue en sus comienzos. De todo ello sólo queda el penoso saldo de los miles de jóvenes que se hicieron matar por todas las montañas de América tratando de repetir la hazaña de los barbudos del Movimiento 26 de Julio. ¿Para qué sirvió tanto sueño y sacrifico? Para reforzar a las dictaduras militares y atrasar varias décadas la modernización y democratización de América Latina.
Eligiendo el modelo soviético, Fidel Castro se aseguró en el poder absoluto por más de medio siglo; pero deja un país en ruinas y un fracaso social, económico y cultural que parece haber vacunado de las utopías sociales a una mayoría de latinoamericanos que, por fin, luego de sangrientas revoluciones y feroces represiones, parece estar entendiendo que el único progreso verdadero es el que hace avanzar la libertad al mismo tiempo que la justicia, pues sin aquella este no es más un fugitivo fuego fatuo.
Aunque estoy seguro de que la historia no absolverá a Fidel Castro, no dejo de sentir que con él se va un sueño que conmovió mi juventud, como la de tantos jóvenes de mi generación, impacientes e impetuosos, que creíamos que los fusiles podían hacernos quemar etapas y bajar más pronto el cielo hasta confundirlo con la tierra. Ahora sabemos que aquello sólo ocurre en el sueño y en las fantasías de la literatura, y que en la realidad, más áspera y más cruda, el progreso verdadero resulta del esfuerzo compartido y debe estar signado siempre por el avance de la libertad y los derechos humanos, sin los cuales no es el paraíso sino el infierno el que se instala en este mundo que nos tocó.
Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Ediciones EL PAÍS, SL, 2016.
© Mario Vargas Llosa, 2016.
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La muerte de Fidel

La muerte de Fidel

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Por Mario Vargas Llosa
El País, Madrid
El 1 de enero de 1959, al enterarme de que Fulgencio Batista había huido de Cuba, salí con unos amigos latinoamericanos a celebrarlo en las calles de París. El triunfo de Fidel Castro y los barbudos del Movimiento 26 de Julio contra la dictadura parecía un acto de absoluta justicia y una aventura comparable a la de Robin Hood. El líder cubano había prometido una nueva era de libertad para su país y para América Latina y su conversión de los cuarteles de la isla en escuelas para los hijos de los guajiros parecía un excelente comienzo.

Friday, December 9, 2016

¿Qué le espera a Cuba tras la muerte de Fidel Castro? BY: VANESA VALLEJO

l pasado 25 de noviembre falleció Fidel Castro. Mientras algunos celebraron la muerte del dictador, otros salieron a defender un supuesto legado admirable. Lo cierto es que, tanto en quienes lo defienden como en quienes repudiamos su actuar, la muerte de Castro deja incertidumbre sobre el futuro de la isla.
¿La muerte del dictador significa el fin de la dictadura? ¿Toda la maquinaria ideológica y coercitiva que dejó Fidel, resistirá su muerte? Son algunas de las preguntas que analizaremos en nuestro podcast de hoy.


La relación de Cuba con Venezuela, país que ahora se encuentra en crisis. Las declaraciones de Donald Trump, presidente electo de los Estados Unidos, quien ha asegurado en varias ocasiones que está dispuesto a colaborar para derrotar tiranías como la de Venezuela y Cuba. Así como la importancia de la maquinaria ideológica desarrollada por los Castro, que es hoy tal vez su mayor producto de exportación, son factores a considerar a la hora de analizar el posible escenario que se viene para la isla.
Con nuestro invitado de hoy, Alejandro Chafuen, presidente de Atlas Network, damos una mirada al legado del dictador y hacemos un análisis de los posible escenarios que podrían enfrentar los cubanos
Para disfrutar de más entrevistas y discusiones de nuestro podcast, suscríbase en nuestra página de Soundcloud y visite nuestro portal web en español e inglés. Además, puede seguirnos en nuestro canal de Youtube.
Fidel Cuba
La esperanza de que Cuba, después de la muerte de Fidel Castro, tome el camino de la libertad, sigue viva (Telemundo)

¿Qué le espera a Cuba tras la muerte de Fidel Castro? BY: VANESA VALLEJO

l pasado 25 de noviembre falleció Fidel Castro. Mientras algunos celebraron la muerte del dictador, otros salieron a defender un supuesto legado admirable. Lo cierto es que, tanto en quienes lo defienden como en quienes repudiamos su actuar, la muerte de Castro deja incertidumbre sobre el futuro de la isla.
¿La muerte del dictador significa el fin de la dictadura? ¿Toda la maquinaria ideológica y coercitiva que dejó Fidel, resistirá su muerte? Son algunas de las preguntas que analizaremos en nuestro podcast de hoy.

Monday, December 5, 2016

Los logros de Castro en Cuba y mucho sinsentido

Marian L. Tupy indica que si miramos la evolución de algunos indicadores del bienestar humano en Cuba y la comparamos con aquella de otras naciones de la región, el resultado de la revolución de Fidel decepciona.

Marian L. Tupy es analista de políticas públicas del Centro para la Libertad y la Prosperidad Global del Cato Institute y editor del sitio Web www.humanprogress.org.
Justin Trudeau ciertamente que ha dicho algo controversial. Por supuesto que el primer ministro canadiense no estuvo solo en alabar los “significativos avances en educación y saludde la nación-isla” de Fidel Castro. Aquí hay una compilación de los sospechosos habituales (CNN, MSNBC, NBC, etc.) adulando el “legado” del dictador muerto. Y no olvidemos la adoración del Presidente Barack Obama por los “logros” de los hermanos Castro cuando visitó la Habana a principios de este año.


Ciertamente, nuestro presidente No. 44 reconoció que los cubanos son patéticamente pobres y carecen de derechos humanos básicos, pero luego neutralizó su crítica a la dictadura cubana diciendo que el gobierno cubano “debería ser felicitado” por darle a cada niño educación básica y a cada persona el acceso a la salud. Me pregunto si nuestro presidente daría un salto retórico similar si estuviera hablando del General Augusto Pinochet, cuyas políticas económicas hicieron del otrora retrasado Chile el país más rico de América Latina en una generación.
Mirando el lado positivo, al menos nadie ha afirmado que la educación y la salud cubanas son de calidad superior a nivel mundial. Que los cubanos deberían ser alfabetizados era de esperarse. Todas las dictaduras comunistas enseñaron a su gente a leer y luego les dieron todo el material de lectura que los ministerios de propaganda gubernamental lograron imprimir.
Cuando se trata de salud, aclaremos unas cuantas cosas. Todos los regímenes socialistas han tenido un sistema de salud de dos niveles —uno para los miembros más importantes del partido comunista (con doctores excelentes y motivados, y con drogas y equipos médicos occidentales) y uno para las masas (con un personal médico apático y con escasez de, bueno, todo). Conozco de esto porque crecí bajo el socialismo y hablé con cubanos, cuyas historias son muy similares a las mías.
Y para concluir mi argumento acerca de la salud y el socialismo, aquí hay un reportaje del New York Times acerca de la salud socializada de Venezuela, titulado “Infantes agonizando y sin medicina: dentro de los hospitales venezolanos que están fracasando”.
Como le sigo diciendo a mis amigos progresistas, todo lo que se necesita saber acerca de un país es si los extranjeros están tratando de entrar (por ejemplo: EE.UU.) o si los nacionales están tratando de salir (por ejemplo: Cuba). Coincidentalmente, mientras que el Canadá de Justin Trudeau es un lugar precioso, reportajes como este, “Político canadiense viene a EE.UU. para cirugía del corazón”, no inspiran mucha confianza en el sistema de salud socializado del estado canadiense.
Pero volvamos a Cuba y notemos la última y casi cómica ironía del régimen de los Castro. Todo lo bueno que ha ocurrido bajo el comunismo hubiera, casi con toda certeza, ocurrido bajo un sistema social y económico diferente. Mientras que los datos verificados son difíciles de conseguir y deben ser librados de la neblina de la propaganda cubana, el Departamento de Estado de EE.UU. intentó hacer justo eso, comparando las mejoras en bienestar humano en Cuba entre la década de 1950 (esto es, la última década del detestado régiman de Batista) y el año 2000.
Es cierto que la tasa de alfabetización en Cuba incrementó en un 26 por ciento entre 1950-1953 y 2000. Pero incrementó en un 37 por ciento en Paraguay, que fue dirigida por el dictador fascista Alfredo Stroesnner entre 1953 y 1989. También aumentó en un 346 por ciento en Haití, que es la nación más pobre del hemisferio occidental.
El consumo de alimentos en Cuba de hecho cayó en un 12 por ciento entre 1954-1957 y 1995-1997. En Chile, este incrementó en un 12 por ciento y en México en un 28 por ciento. Entre 1954-1957 en 1995-1997, la propiedad de autos en Cuba cayó a una tasa anual de 0,1 por ciento. Esta aumentó a una tasa anual de 16 por ciento en Brasil, 25 por ciento en Ecuador y 26 por ciento en Colombia.
Permítamonos concluir con los datos de Human Progress y observar la mortalidad infantil y laexpectativa de vida. Una vez más, Cuba decepciona. Entre 1963 (el primer año para el cual tenemos datos) y 2015, la mortalidad infantil en Cuba cayó en un 90 por ciento. Cayó en un 94 por ciento en Chile (¡maldito Pinochet!) y 86 por ciento en Latinoamérica y el Caribe (¡no está tan mal, considerando la diversa mezcla de dictadores latinoamericanos!).
Entre 1960 y 2015, la expectativa de vida en Chile incrementó en un 42 por ciento y en América Latina y el Caribe en un 34 por ciento. En Cuba aumentó en un 25 por ciento. Si esto es éxito, me pregunto cómo se verá el fracaso

Los logros de Castro en Cuba y mucho sinsentido

Marian L. Tupy indica que si miramos la evolución de algunos indicadores del bienestar humano en Cuba y la comparamos con aquella de otras naciones de la región, el resultado de la revolución de Fidel decepciona.

Marian L. Tupy es analista de políticas públicas del Centro para la Libertad y la Prosperidad Global del Cato Institute y editor del sitio Web www.humanprogress.org.
Justin Trudeau ciertamente que ha dicho algo controversial. Por supuesto que el primer ministro canadiense no estuvo solo en alabar los “significativos avances en educación y saludde la nación-isla” de Fidel Castro. Aquí hay una compilación de los sospechosos habituales (CNN, MSNBC, NBC, etc.) adulando el “legado” del dictador muerto. Y no olvidemos la adoración del Presidente Barack Obama por los “logros” de los hermanos Castro cuando visitó la Habana a principios de este año.

Las amenazas de Trump hacia Cuba reviven viejos rencores

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Estudiantes de la Universidad de La Habana rindieron homenaje a Fidel Castro el lunes.CreditMauricio Lima para The New York Times
LA HABANA — Parecía otra señal de esperanza en medio de una larga historia llena de conflictos.
Mientras miles de cubanos despedían a Fidel Castro el lunes, el primer vuelo regular desde Estados Unidos en más de 50 años aterrizaba en La Habana.
No obstante, el presidente electo Donald Trump advirtió ese mismo día que el esfuerzo para establecer lazos con Cuba luego de décadas de enemistad podría desvanecerse rápidamente.


“Si Cuba no está dispuesta a tratar mejor al pueblo cubano, la gente cubanoestadounidense y Estados Unidos en general dará por terminado el acuerdo”, publicó en Twitter.
El mensaje de Trump amenazaba con terminar una de las iniciativas de política exterior más importantes del presidente Barack Obama. La transición que promovió Obama para relajar las restricciones sobre el comercio y las transacciones financieras con Cuba nunca fueron parte de un único “acuerdo”, más bien fueron parte de la determinación de que reestablecer lazos con la isla traería más cambios que décadas de aislamiento.
“Los cambios van a llegar a Cuba. Deben hacerlo”, expresó Obama después de anunciar el descongelamiento de las relaciones en diciembre de 2014.
Desde entonces, el número de estadounidenses que visitan Cuba ha aumentado rápidamente. Miles de millones de productos de tiendas estadounidenses como Wal-Mart y Best Buy, pagados con tarjetas de crédito de Estados Unidos, viajan a Cuba cada año, de acuerdo con las estimaciones de algunos expertos. Los restaurantes, teléfonos celulares y el internet han cambiado el ritmo y las expectativas de la vida de los cubanos.
Sin embargo, muchos han atacado a Obama, con el argumento de que dio mucho a los cubanos en muy poco tiempo, sin pedir primero que ofrecieran más garantías políticas.
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Barack Obama se reunió con Raúl Castro en La Habana en marzo. CreditStephen Crowley/The New York Times
Ahora, después de dos años de las órdenes ejecutivas promulgadas por Obama para fortalecer los vínculos con Cuba y de millones de dólares de inversión estadounidense, queda una pregunta: ¿puede revertirse esta reconciliación?
Incluso algunos funcionarios de la administración de Obama reconocen que el descongelamiento es muy vulnerable y puede revertirse, debido a que gran parte de este ha sido logrado mediante la acción del ejecutivo. Por ejemplo, Trump podría ordenar al Departamento de Estado revisar la decisión del año pasado de retirar a Cuba de la lista de estados patrocinadores de terrorismo y suspender las relaciones diplomáticas que fueron restablecidas en el verano cuando se abrieron embajadas en La Habana y en Washington.
Sin embargo, Josh Earnest, el secretario de prensa de la Casa Blanca, sostuvo esta semana que podría ser difícil para Trump revertir una política que ha generado acuerdos comerciales y beneficiado a la población de ambos países. Subrayó que pronto habrá 110 vuelos diarios de Estados Unidos a Cuba, sin mencionar las inversiones realizadas por los operadores de cruceros, tours y hoteles que se preparan para estas visitas.
“Deshacer todo esto es mucho más complicado que un plumazo”, opinó Earnest y añadió que “no es tan simple como podría parecer en un tuit”.
El gobierno cubano ha guardado un silencio poco común frente a amenazas que Trump hizo durante su campaña y, en cambio, decidió enviar una nota de felicitación después de su elección. Sin embargo, cuando Trump asuma el poder y sus palabras se conviertan en política, “el gobierno cubano tendrá que responder, aunque esperemos que con moderación”, afirmó Ricardo Torres, profesor de economía en la Universidad de la Habana.
Torres explicó que habría mucho que perder si las concesiones se revirtieran. Dice que La Habana probablemente actuará con moderación en sus tratos con la administración de Trump. Sin embargo, la postura antagonista de Trump podría alentar a las figuras en el gobierno cubano que siempre se mostraron recelosos de los estadounidenses y estuvieron en contra de suavizar las relaciones negociadas por el presidente Raúl Castro, hermano de Fidel.
“No hay duda de que este es un mal comienzo”, declaró Torres