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Friday, October 14, 2016

Muerte al Ogro

Cuando el Estado se retira como el principal agente económico, la sociedad civil debe tomar esa responsabilidad, por ello esa sociedad civil requiere de un entorno adecuado para florecer.”


Ricardo Valenzuela
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Hace unos días el Financial Times publicaba un artículo autoría de John Paul titulado; "Falta de estado de derecho socava las reformas en México", en el cual surge una advertencia: "Existe el peligro de que el desencanto público con la podredumbre de las instituciones pueda llevar a los mexicanos a sucumbir finalmente a las tradiciones latinoamericanas del populismo. Si bien Octavio Paz habló del ogro filantrópico describiendo las estructuras estatales que alimentan el populismo con recursos públicos, también es posible resaltar la existencia, en un entorno de claro desborde popular, del otro rostro estatal, la faz del “monstruo interventor”, especie de “Leviatán confiscatorio”. Éste, merced a un proceso de reingeniería institucional y bajo el paraguas de una transformación legal, se encarga de minar las bases de la seguridad jurídica colocando los fueros del Derecho a merced del intervencionismo político”.



Después de tres décadas de errores y aciertos tratando de ejecutar reformas que nos rescaten del subdesarrollo, México ha encontrado dos grandes obstáculos; el primero ha sido la reforma de su macroeconomía. Sin embargo, reformar la macroeconomía, aunque vital, no es suficiente para lograr la ansiada prosperidad. El segundo es contra esos elementos culturales que nos han tenido atrapados -la corrupción y sus derivados que no han permitido que el espíritu empresarial y una saludable sociedad civil se desarrollen.
Las reformas macroeconómicas pueden limpiar los escombros que han dejado los diabólicos sistemas populistas, pero ellas no pueden, por sí mismas, crear las nuevas estructuras para generar la inversión, el empleo y de esa forma sustituir los viejos esquemas. El espíritu empresarial y una robusta sociedad civil, deben ser responsables de catapultar la economía hacia esos estadios de prosperidad. Un país sin una clase empresarial libre de las ataduras gubernamentales y sin una robusta sociedad civil, por más que le construyan una hermosa macroeconomía, jamás podrá progresar.
México continúa atrapado en esa maraña de corrupción, procedimientos burocráticos, leyes, mandatos y regulaciones que solo sirven para oficializar la corrupción y establecer el entorno para los sobornos que chupan la vida de los pocos negocios emergentes. Así como los vampiros chupan sangre de una res a diario pero la mantienen viva flaca y enferma para seguir succionando, esa red de complicidades sabotea la actividad empresarial y no le permite emerja fuerte, competitiva y la sociedad civil se desarrolle autónoma e independiente.  
Colombia, Perú y de alguna forma México, medio limpiaron los escombros de lo viejo pero no le han dado vida a lo nuevo. Las empresas paraestatales han sido privatizadas, las economías se abrieron y miles de gentes han perdido sus trabajos. En una economía con espíritu empresarial, esos trabajadores estarían ya empleados en nuevos negocios compitiendo en el mercado mundial. En Inglaterra, por ejemplo, las privatizaciones de la Thatcher destruyeron miles de empleos, pero hoy día Inglaterra es más rica y próspera que nunca y los nuevos trabajos se han generado en números récord. Sin embargo, en América Latina no ha sucedido lo mismo.
Las reformas iniciales en México se han implementado. Sin embargo, la segunda batalla tal vez lleve décadas el ganarla y no es claro qué fuerzas puedan enfrentar tal reto. Cuando el Estado se retira como el principal agente económico, la sociedad civil debe tomar esa responsabilidad, por ello esa sociedad civil requiere de un entorno adecuado para florecer.
Dada la importancia de esta segunda tarea, vale la pena el considerar acciones radicales. Millones de mexicanos han logrado que sus talentos empresariales florezcan creando riqueza y empleos... en Estados Unidos. Es la misma gente, con los mismos talentos, la misma lengua que tenemos en México.
El ingreso de los treinta millones de mexicanos en EU, es el triple del ingreso de los ciento veinticinco millones que viven en México. Lo diferente es el entorno político y legal. Texas, Nuevo México, Arizona y California tienen grandes concentraciones de población de origen mexicano y la mayoría ha prosperado a niveles jamás imaginables. Sería interesante llevar a cabo algunos experimentos audaces para establecer qué elementos de su ambiente podrían ser duplicados en nuestro país, para el beneficio de todos los mexicanos. 
En Asia los países que se recuperaron con más agilidad de los eventos tan críticos de los últimos años -Hong Kong y Singapur- fueron colonias británicas cuyos sistemas legales, heredados de Inglaterra, sirvieron como líneas de protección contra el nepotismo y cronismo que abatió al resto de las economías en la región. En lugar de neo confusionismo, el sistema de estos dos países se le ha llamado anglo confusionismo -la mezcla de legislación inglesa con la ética de trabajo confuciana y el espíritu empresarial de una sociedad civil que ha florecido.
Algunos mexicanos están familiarizados con “common law” -la ley importada de Inglaterra que se adaptara a las condiciones americanas. La “ley común” pude ser una herramienta muy poderosa para combatir el cáncer mexicano; la corrupción, y establecer un verdadero estado de derecho. Sería interesante llevar a cabo un experimento a través del cual, uno o varios estados fronterizos pudieran adoptar un sistema legal a semejanza de la ley común anglo americana, en una zona establecida abarcando hasta 100 Km de la frontera. Es decir, una lengüeta fronteriza de aplicación del sistema de Common law que, si funciona, se pudiera ir estableciendo en el resto de la geografía estatal.
Los mexicanos conocen algunos conceptos de esta ley como el juicio con jurado, la presunción de inocencia, el requerimiento a la policía de presentar causa válida para retener a un prisionero antes del juicio. Esta reforma promovería de una forma muy importante la inversión al reducir la incertidumbre que promueve un sistema legal corrupto.
México es una república federal. Una de las grandes fortalezas del federalismo, es la habilidad que concede para experimentar estado por estado con alternativas. Tal vez los estados fronterizos con EU deberían de ser el campo experimental de reformas creativas, agresivas y valientes. Tal vez deberían ser nuestros Hong Kong y Singapur en donde se establecieran paraísos de libertad, legalidad y progreso.  No hay motivo por el cual el sistema federal de México no deba experimentar con un sistema que millones de mexicanos al otro lado de la frontera han usado para su beneficio y prosperidad, por más de un siglo y medio.
Law is the sister of freedom”, sostuvo en 1911 el gran historiador del Derecho Sir Frederic Pollock, durante un ciclo de conferencias sobre el genio del common law en la Columbia University de Nueva York. El tiempo, juez implacable, ha venido a confirmar la veracidad de dicha afirmación.

Muerte al Ogro

Cuando el Estado se retira como el principal agente económico, la sociedad civil debe tomar esa responsabilidad, por ello esa sociedad civil requiere de un entorno adecuado para florecer.”


Ricardo Valenzuela
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Hace unos días el Financial Times publicaba un artículo autoría de John Paul titulado; "Falta de estado de derecho socava las reformas en México", en el cual surge una advertencia: "Existe el peligro de que el desencanto público con la podredumbre de las instituciones pueda llevar a los mexicanos a sucumbir finalmente a las tradiciones latinoamericanas del populismo. Si bien Octavio Paz habló del ogro filantrópico describiendo las estructuras estatales que alimentan el populismo con recursos públicos, también es posible resaltar la existencia, en un entorno de claro desborde popular, del otro rostro estatal, la faz del “monstruo interventor”, especie de “Leviatán confiscatorio”. Éste, merced a un proceso de reingeniería institucional y bajo el paraguas de una transformación legal, se encarga de minar las bases de la seguridad jurídica colocando los fueros del Derecho a merced del intervencionismo político”.