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Monday, September 26, 2016

Argentina: La herencia K no se arregla con parches

Por Roberto Cachanosky

Image result for herencia Kirchner
El 24 de marzo de 2001 se sancionaba la ley 25.413, conocida como ley de competitividad, que incluía el impuesto el impuesto a los créditos y débitos bancarios, más conocido como impuesto al cheque.
En su artículo 7 decía textualmente: “Los artículos 1º a 6º de la presente ley entrarán en vigor desde el día siguiente al de su publicación y tendrán efecto para los créditos y débitos efectuados hasta el 31 de diciembre de 2002”. Es decir, el impuesto al cheque iba a durar hasta el 31 de diciembre de 2002. Las sucesivas prórrogas han hecho que la ley ya esté por cumplir 15 años de emergencia. Como sabemos, no hay nada más permanente en Argentina que las leyes impositivas transitorias.


La semana pasada, los legisladores peronistas unieron fuerzas para pedir que, entre otras cosas, el impuesto al cheque sea coparticipable, con lo cual este impuesto es candidato a ser eterno. No lo saca nadie más, porque en Argentina ningún político tiene la más mínima intención de bajar el gasto público. Solo saben aumentar impuestos y por eso están ahogando al sector privado que es el que mantiene al sector público.
El empleo público se disparó en la era k, partiendo ya de un punto muy alto, en los tres niveles de gobierno, pero sin duda las provincias y los municipios son los que llevan la delantera en mantener empleados en los que sobran más de la mitad de lo que se necesita para administrar la provincia o el municipio. El argumento para no reducir la planta de personal en municipios y administraciones provinciales es que al no crearse nuevos puestos de trabajo la gente quedaría desocupada y habría conflictos sociales. Pero, al mismo tiempo, como para mantener esa legión de empleados públicos hay que lograr inversiones y las inversiones no vienen con esta carga impositiva, estamos en un círculo vicioso que no puede resolverse. En todo caso, la situación irá empeorando cada vez más hasta que el peso del estado sea tan grande sobre el sector privado y lo haya reducido a su mínima expresión, que todo termine igual en una crisis social, la misma crisis social que hoy se quiere evitar no reduciendo la planta de empleados públicos. Es que va a llegar un punto en que el sector privado no generará la riqueza suficiente como para bancar al sector público.
Me parece que el gobierno está enredado en este lío, con el agravante que a medida que va pasando el tiempo siguen cayendo los puestos de trabajo en el sector privado. Es decir, el que ajusta es, como siempre, el sector privado porque el sector público es la vaca sagrada que nadie puede tocar, lo que no quiere decir que, finalmente, no terminemos en una crisis social por desocupación en el sector privado. Así nunca van a poder resolver el problema. Si el sector privado se achica y no pueden reducir los impuestos porque hay que bancar a los empleados estatales, entonces estamos en el horno.
Tampoco es solución la obra pública financiada con deuda pública, porque si bien puede ser que en el corto plazo la actividad económica aumente transitoriamente, absorberá gente que quedó desocupada del sector privado, seguirá el mismo plantel insostenible de empleados públicos y cuando se acabe el financiamiento volveremos al punto de partida con el agravante que quedó la deuda más los interés a pagar. Es decir, vamos de cabeza a otro default.
Si no quieren asumir el costo político de llevar a cabo una verdadera reforma del sector público que lo transforme en algo útil para la gente y eliminar su sobredimensionamiento, la opción es la que propuse un par de lunes atrás. Que el BCRA se retire del mercado de LEBACs, baje la tasa de interés, deje flotar libremente el tipo de cambio y buscar la salida por el lado de las exportaciones. Puede ser que, transitoriamente, se escondan las ineficiencias de la economía detrás de un tipo de cambio más alto, pero si aprovechan ese tiempo para realizar reformas del estado y del sistema tributario, pueden lograr algún flujo de inversiones que cambie la situación y permita una mejora en el sector privado.
De todas maneras, me parece que acá va a haber que hacer algo heroico en materia de reformas estructurales. Por un lado hay que bajar la desocupación en el sector privado. Por otro lado hay que absorber a todos los jóvenes que se incorporan al mercado laboral anualmente. En tercer lugar, los que viven de planes sociales tienen que encontrar trabajo y, finalmente, pasar a gran parte de los empleados públicos del sector público al sector privado. Eso requiere de un fenomenal flujo de inversiones para crear miles y miles de puestos de trabajo a lo largo de los años para solucionar la herencia recibida. El sistema no da para más parches.
Por ahora lo único que saben hacer los políticos es cobrar más impuestos. La pregunta es: ¿qué quieren, cobrar más impuestos o crear puestos de trabajo vía inversiones?
Si lo que se quiere es lo segundo, hay que cambiar el eje de lo que se está haciendo, implementar un plan económico consistente y saber comunicarlo para hacerle entender a la población el enorme problema laboral que hoy tenemos y que, de continuar por este camino, seguirá agravándose.
La herencia k es lo suficientemente letal como para no tomarla en serio y querer arreglarla con parches.

Argentina: La herencia K no se arregla con parches

Por Roberto Cachanosky

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El 24 de marzo de 2001 se sancionaba la ley 25.413, conocida como ley de competitividad, que incluía el impuesto el impuesto a los créditos y débitos bancarios, más conocido como impuesto al cheque.
En su artículo 7 decía textualmente: “Los artículos 1º a 6º de la presente ley entrarán en vigor desde el día siguiente al de su publicación y tendrán efecto para los créditos y débitos efectuados hasta el 31 de diciembre de 2002”. Es decir, el impuesto al cheque iba a durar hasta el 31 de diciembre de 2002. Las sucesivas prórrogas han hecho que la ley ya esté por cumplir 15 años de emergencia. Como sabemos, no hay nada más permanente en Argentina que las leyes impositivas transitorias.

Wednesday, July 6, 2016

Gobierno venezolano adquirió medicinas de Argentina a 12 veces el valor real

El gobierno ahora presidido por Maduro pagó a empresas cercanas a los Kirchner US$12 millones más de lo que en realidad costaba la mercancía, en medio de una aguda escasez de medicina

(CFKArgentina)
Entre otras irregularidades, las medicinas tenían permisos vencidos y solo podían circular en Argentina. (CFKArgentina)
De acuerdo con el portal de noticias argentino Infobae, el gobierno de Venezuela adquirió medicinas a empresas cercanas a los Kirchner a un sobreprecio de al menos 12 veces el valor real de la mercancía en el mercado.
Según detalla Infobae, las autoridades de aduana de Argentina detectaron que la mercancía comprada por el gobierno de Venezuela tenía un valor declarado de US$ 12.995.490,97; sin embargo, al verificar la documentación, se encontró que la factura emitida por el Laboratorio Internacional Argentino S.A. al exportador Farmamed S.R.L. era por un monto de US$ 780.482,27.
Además de esa irregularidad en las exportaciones a Venezuela, también hay otras como permisos vencidos de habilitación para exportar y distribución de medicamentos que solo deben circular dentro de Argentina. A raíz de esto, la justicia del país presidido por Mauricio Macri comenzó a investigar estas maniobras ilegales.



Por otra parte, Infobae señala que detrás de las exportaciones con irregularidades están los empresarios Pablo Rubio y Juan José Levy, quienes hacen negocios con Venezuela desde hace varios años a través de un fideicomiso que tiene el país caribeño con Argentina.
Esta exportación formaba parte de los acuerdos de Venezuela con el gobierno de Cristina Kirchner, que consistían en el envío de medicamentos por los que a cambio Argentina recibía combustible.
Según el sitio de noticias argentino, los empresarios mencionados lograron estos negocios gracias a los contratos que tendrían con el ex ministro de Planificación de Argentina, Julio De Vido.
Venezuela habría comprado medicamentos a Argentina pagando 10 veces más del valor real en el mercado, en medio de la aguda escasez de remedios que sufre actualmente. Los laboratorios argentinos que aprovecharon la coyuntura negativa que atraviesa ese país fueron Farmamed y Esmer, propiedades de Juan José Levy.
Fuente: Infobae

Gobierno venezolano adquirió medicinas de Argentina a 12 veces el valor real

El gobierno ahora presidido por Maduro pagó a empresas cercanas a los Kirchner US$12 millones más de lo que en realidad costaba la mercancía, en medio de una aguda escasez de medicina

(CFKArgentina)
Entre otras irregularidades, las medicinas tenían permisos vencidos y solo podían circular en Argentina. (CFKArgentina)
De acuerdo con el portal de noticias argentino Infobae, el gobierno de Venezuela adquirió medicinas a empresas cercanas a los Kirchner a un sobreprecio de al menos 12 veces el valor real de la mercancía en el mercado.
Según detalla Infobae, las autoridades de aduana de Argentina detectaron que la mercancía comprada por el gobierno de Venezuela tenía un valor declarado de US$ 12.995.490,97; sin embargo, al verificar la documentación, se encontró que la factura emitida por el Laboratorio Internacional Argentino S.A. al exportador Farmamed S.R.L. era por un monto de US$ 780.482,27.
Además de esa irregularidad en las exportaciones a Venezuela, también hay otras como permisos vencidos de habilitación para exportar y distribución de medicamentos que solo deben circular dentro de Argentina. A raíz de esto, la justicia del país presidido por Mauricio Macri comenzó a investigar estas maniobras ilegales.


Tuesday, June 28, 2016

La manipulación de la divisa por Estados Unidos está viva y coleando

dollar puzzle
El mes pasado, los banqueros centrales y líderes financieros del Grupo de las 7 economías más desarrolladas (G-7) se reunieron en Sendai para discutir sobre la economía global en su conjunto. Como cabía esperar, Estados Unidos advirtió a Japón, un país con su divisa bajo vigilancia de EEUU, que se cuidara de dar más pasos para manipular su moneda. Esta advertencia se produjo como consecuencia de que el ministro de finanzas, Taro Aso, sugiriera que su país estaba “preparado para llevar a cabo intervenciones” en el mercado de moneda extranjera para debilitar el yen.
La hipocresía de la orden del Secretaria del Tesoro de EEU, Lew, es risible. Igual podría haber dicho a Japón: “Somos Estados Unidos, somos poderosos y tenemos permitido crear normas que tenemos permitido incumplir”, porque esa es indudablemente la implicación de sus palabras.
Históricamente, EEUU ha sido el primer animador mundial para la manipulación de la divisa. EEUU no solo ha animado y ayudado a Japón en su esfuerzo por mantener bajo el valor del yen, sino que también a imitado la propia política monetaria amiga de las exportaciones en tiempos de pánico.



¿Qué es manipulación de la divisa?

La manipulación de la divisa se produce esencialmente cuando un país debilita artificialmente el valor de su moneda para aumentar sus exportaciones netas. Puede hacerse de una de dos maneras:
  1. Comprando divisa extranjera en el mercado de moneda para aumentar su poder adquisitivo.
  2. Utilizando una política monetaria blanda para incrementar la inflación, recortar los tipos de interés y reducir el poder adquisitivo nacional.
Supongamos que hacen falta 10 yenes japoneses para comprar 1 dólar. Supongamos también que el gobierno japonés no está contento con los totales de exportación y quiere vender más bienes a Estados Unidos. Los japoneses optan por fijar esto a través de la Vía A: compran miles de millones de dólares con su divisa aumentando la oferta de yenes en el mercado y disminuyendo la oferta de dólares. Como consecuencia, el yen deprecia su valor cambiando la tasa de cambio EEUU-Japón a 110:1.
Traducción: Los estadounidenses pueden ahora comprar bienes japoneses por menos dólares, mientras que los bienes de EEUU se han hecho cada vez más caros para el ciudadano medio japonés.
Alternativamente, los japoneses podrían haber elegido laVvía B y simplemente imprimir más yenes. La mayor oferta de yenes habría llevado a inversores escépticos a vender bonos y acciones japoneses y comprar otros extranjeros, disminuyendo así el poder adquisitivo del yen.
En ambos casos se logra el objetivo subyacente: los consumidores de EEUU empiezan a comprar más bienes japoneses porque pueden conseguir más por menos.

Los efectos de la devaluación

¿Es la manipulación de la divisa una política económica sensata? Absolutamente no. Los japoneses están esencialmente subvencionando bienes baratos a Estados Unidos. Es verdad que los propietarios más ricos de las industrias exportadoras japonesas pueden beneficiarse del aumento en las ventas, pero el recorte en el poder adquisitivo tiene que afectar a algunos. En este caso daña a los trabajadores japoneses, quienes, en ausencia de un aumento en sus pagas, están sometidos a rentas reales que disminuyen.
Por supuesto, la manipulación de divisas también distorsiona la estructura de producción y entrometerse en el mercado laboral nunca es bueno. La intervención en el tipo de cambio ha hecho que Japón obtenga una cantidad desproporcionada de trabajos en manufacturas y que EEUU obtenga una cantidad desproporcionada de trabajos en el sector servicios. Estas distorsiones del mercado están perjudicando a ambos, porque la ventaja comparativa en la economía global sería indudablemente más alta del General en ausencia de intervención pública.
Y desde un punto de vista holístico, la manipulación de la divisa no es buena para ninguno de los dos, pero es hipócrita por parte de Estados Unidos atacar a Japón por considerar más intervenciones del tipo de cambio cuando el propio EEUU ha sido un participante destacado en las guerras de divisas globales.

Japón ha ayudado a la devaluación de EEUU

Históricamente EEUU (un receptor de importaciones baratas) ha animado a la devaluación del yen e incluso ha ayudado a financiar su declive. Por ejemplo, desde septiembre hasta octubre de 2003, Japón vendió 2,7 billones de yenes para devaluar su divisa. El ministro de finanzas de Japón confirmó que muchos de ellos fueron comprados por Estados Unidos a través de la Reserva Federal de Nueva York.
Sin embargo, en algunos casos EEUU ha pensado que su propia divisa era demasiado fuerte. En esos casos ha intervenido en el mercado de cambio de moneda para devaluar el dólar, incluso recibiendo ayuda de países como Japón para hacerlo.
Esto pasó de 1997 a 1998, cuando el poder adquisitivo del dólar aumentó frente al yen en casi un 15%. En un intento de combatir su rápida apreciación la Fed de Nueva York compró yenes por valor de 800 millones de dólares. Como se puede ver en el gráfico siguiente, de diciembre de 1997 a junio de 1998, Japón no fue el único en rebajar artificialmente su divisa. El país estaba en realidad reforzando el valor del yen vendiendo decenas de miles de millones de dólares para ayudar a EEUU a devaluar su divisa:
Japan Intervention: Janpanese Bank purchases of USD against JPYAsí que, si el gobierno de EEUU quiere continuar mostrando una retórica de manipulación anti-divisa, es mejor que explique por qué tiene sus propias manos en el mercado de tipos de cambio.

La enorme devaluación de la flexibilización cuantitativa de EEUU

Pero EEUU no solo manipula su divisa de través de la Vía A. Lo hace a través de aumentar su oferta monetaria mucho más a menudo. El ejemplo más memorable de esto en la historia reciente se produjo al calor de la crisis financiera de 2008. Con millones de empleos estadounidenses perdidos, el presidente de la Fed, Ben Bernanke, y el secretario del Tesoro, Hank Paulson, estaban desesperados por impulsar el PIB de EEUU de cualquier manera posible. Lo hicieron manipulando la divisa a través de una política monetaria blanda, recortando el tipo de los fondos federales y luego empezando inmediatamente el tristemente famoso programa de flexibilización cuantitativa.
De noviembre de 2008 (el inicio de la QE1) a junio de 2011 (el final de la QE2), las existencias de dinero M2 aumentaron en más de un billón. No es sorprendente que esta expansión de la oferta monetaria contribuyera a que la tasa spot dólar-yen se desplomará del 96,89 a 80,49 durante ese periodo:
¿Y qué trabajo un declive en la tasa spot EEUU-Japón? Por supuesto, las exportaciones de bienes de EEUU a Japón se dispararon:
US Exports of Goods to JapanAunque la tasa spot empezó a aumentar poco después de la QE2 como consecuencia de su propia gran flexibilización monetaria, sigue estando claro: EEUU usó el poder de la imprenta para manipular a la baja su divisa en un claro intento de aumentar artificialmente las exportaciones netas.

El yen se recupera

Gracias a Dios, los países no pueden manipular sus divisas eternamente. El baile tiene que acabar alguna vez en la economía de Japón es un ejemplo apropiado de este hecho. A la economía japonesa no le va muy bien en estos días. El país, que depende de las exportaciones, no parece debilitar el yen con respecto al dólar. De hecho, el yen alcanzó recientemente su posición más fuerte frente al dólar desde octubre de 2014.
Japón se está quedando sin opciones. Su tipo de interés se encuentra actualmente en el -0,1%, así que estaría muy presionado para debilitar se a través de una mayor expansión de la oferta monetaria. Su único otro recurso es intervenir en el mercado de cambio de moneda por primera vez desde 2014 y por eso su ministro de finanzas, Taro Aso, insinuó recientemente que su país podría pronto pretender hacerlo.
Aunque una mayor manipulación de la divisa esté lejos de ser lo ideal, EEUU no puede en modo alguno criticar a Japón por ello. Con el dólar como divisa de reserva mundial de hecho, EEUU no debería gobernar como un matón de patio de colegio, ni debería usar un mantra de “haz lo que digo, no lo que hago”. Debería, o liderar con el ejemplo, o sentarse y callar. Pero cuanto antes elija lo primero, antes se detendrá completamente la práctica de la manipulación de la divisa y antes se restaurará algún grado de sensatez fiscal para la economía global.

La manipulación de la divisa por Estados Unidos está viva y coleando

dollar puzzle
El mes pasado, los banqueros centrales y líderes financieros del Grupo de las 7 economías más desarrolladas (G-7) se reunieron en Sendai para discutir sobre la economía global en su conjunto. Como cabía esperar, Estados Unidos advirtió a Japón, un país con su divisa bajo vigilancia de EEUU, que se cuidara de dar más pasos para manipular su moneda. Esta advertencia se produjo como consecuencia de que el ministro de finanzas, Taro Aso, sugiriera que su país estaba “preparado para llevar a cabo intervenciones” en el mercado de moneda extranjera para debilitar el yen.
La hipocresía de la orden del Secretaria del Tesoro de EEU, Lew, es risible. Igual podría haber dicho a Japón: “Somos Estados Unidos, somos poderosos y tenemos permitido crear normas que tenemos permitido incumplir”, porque esa es indudablemente la implicación de sus palabras.
Históricamente, EEUU ha sido el primer animador mundial para la manipulación de la divisa. EEUU no solo ha animado y ayudado a Japón en su esfuerzo por mantener bajo el valor del yen, sino que también a imitado la propia política monetaria amiga de las exportaciones en tiempos de pánico.


Monday, June 20, 2016

ÁLVARO VARGAS LLOSA ¿Puede Trump ganarle a Clinton?

 

Clinton es favorita a pesar de todos sus defectos electorales. Pero en el año de las cosas raras nadie puede descartar que la más rara de todas acabe sucediendo.
Primero dijeron los entendidos que Donald Trump era una golondrina de verano. Luego, que tenía un techo de 30%. Finalmente, que Ted Cruz había logrado hacerse querer por el establishment republicano al que tanto ha denostado porque el objetivo común de parar a esa bala perdida que es Trump prevalecía sobre lo demás. Hasta que Trump -como esta columna vaticina desde hace semanas- se ha convertido en el candidato de facto. Llegará a la Convención con los delegados suficientes para ser nominado en primera votación.
Ahora se dice que no hay forma de que Trump derrote a Hillary Clinton y de que es el rival ideal para la demócrata, a la que cualquier otro republicano, visto el descrédito de la pareja Clinton, a la que se percibe como parte de un tinglado de intereses politico-financieros ajeno a la experiencia cotidiana de la gente, habría derrotado. Pero ¿podemos estar seguros?



Es cierto que las elecciones son, desde hace algunas décadas, mucho más fáciles para los demócratas, que tienen el control de 18 estados y la capital, que para los republicanos, que sólo tienen 13 estados seguros. También es cierto que Trump tendría que arrebatarle a Clinton, digamos, Colorado y Virginia, así como Pennsylvania y Michigan, para dar un golpe de timón parecido al que dio Ronald Reagan en 1980. Recordemos que las victorias de George W. Bush fueron por puesta de mano.
Para más dificultad, Trump, que carga con un voto negativo de 65% por ciento, nueve puntos superior al de la demócrata, tendría que ampliar su base considerablemente, captando mujeres con educación superior, hispanos y afroamericanos, tres segmentos que huyen de él como el gato del agua.
Pero este análisis, con ser cierto, pierde de vista tres factores de esta elección: la recomposición del electorado, la revolución al interior del Partido Republicano y la apatía del votante demócrata que no está con Sanders, ese hueso que Clinton sigue tratando de roer para acabar de resolver las primarias demócratas.
La recomposición del electorado hace que hoy muchos independientes proteccionistas y asistencialistas se hayan inscrito en el Partido Republicano o hayan participado en las primarias de algunos estados sin inscribirse como tales. Votantes blancos, con escasa educación académica, generalmente varones, receptivos al mensaje nacionalista y aislacionista, se han volcado con Trump. Curiosamente, la sociología del voto de Sanders, nada desdeñable en el Partido Demócrata, es parecida. El odio de este electorado por Clinton puede ser superior a su renuencia a votar por un candidato republicano.
En cuanto a la revolución del partido de Reagan: el triunfo de un discurso proteccionista, intervencionista, aislacionista y nacionalista es la negación lo que Goldwater, primero, y Reagan después, inculcaron a las huestes republicanas. Se trata de una reacción al trastorno que ha supuesto en ciertos sectores la globalización, a la multiplicación de amenazas mundiales y los embrollos continuos en que la política exterior participativa coloca a Estados Unidos y, por supuesto, la crisis de 2008, que hizo surgir una clase de indignados contra le elite político-financiera.
Por último está la apatía del votante demócrata, excepto el de Sanders. Hay casi 30% menos de electores demócratas en las primarias de algunos estados de los que hubo hace cuatro años. Quedarse en casa el día de las elecciones es, en la política estadounidense, una de las armas más potentes de protesta social. Un enemigo que Clinton teme tanto o más que a Trump.
Resumo: Clinton es favorita a pesar de todos sus defectos electorales. Pero en el año de las cosas raras nadie puede descartar que la más rara de todas acabe sucediendo.

ÁLVARO VARGAS LLOSA ¿Puede Trump ganarle a Clinton?

 

Clinton es favorita a pesar de todos sus defectos electorales. Pero en el año de las cosas raras nadie puede descartar que la más rara de todas acabe sucediendo.
Primero dijeron los entendidos que Donald Trump era una golondrina de verano. Luego, que tenía un techo de 30%. Finalmente, que Ted Cruz había logrado hacerse querer por el establishment republicano al que tanto ha denostado porque el objetivo común de parar a esa bala perdida que es Trump prevalecía sobre lo demás. Hasta que Trump -como esta columna vaticina desde hace semanas- se ha convertido en el candidato de facto. Llegará a la Convención con los delegados suficientes para ser nominado en primera votación.
Ahora se dice que no hay forma de que Trump derrote a Hillary Clinton y de que es el rival ideal para la demócrata, a la que cualquier otro republicano, visto el descrédito de la pareja Clinton, a la que se percibe como parte de un tinglado de intereses politico-financieros ajeno a la experiencia cotidiana de la gente, habría derrotado. Pero ¿podemos estar seguros?


Sunday, June 19, 2016

Trump y Hillary no saben cómo arreglar la economía

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Recientemente, Hillary Clinton fue grabada ridiculizando a Donald Trump por falta de un plan detallado para la economía estadounidense. El mensaje resulta ser que Trump no está preparado para la presidencia porque no tiene un plan sobre cómo cambiar la economía estadounidense.
¿Pero es realmente más peligroso elegir a un presidente que hace política económica sobre la marcha que a quien proclama tener un plan detallado para nosotros?
La respuesta  esto es que no, no es más peligroso elegir a alguien que crea política económica donde asienta sus pantalones (como tiende a hacer Donald Trump) que elegir a alguien que piensa que puede tener claramente mapeado el futuro de la economía. Sin embargo, esto no significa que el método del asiento de pantalones sea tampoco menos peligroso. El problema subyacente es que tenemos dos personas compitiendo que piensan que pueden dirigir toda la economía estadounidense.
El núcleo de por qué ambas filosofías son igualmente peligrosas se resume mejor por parte de F.A. Hayek y la pretensión de conocimiento. Hayek señalaba en su discurso de 1974:



Frente a la postura que existe en las ciencias físicas, en economía y otras disciplinas que tratan con fenómenos esencialmente complejos, los aspectos de los eventos a considerar sobre los que obtenemos datos cuantitativos están necesariamente limitados y pueden no incluir los importantes (…)en el estudio de fenómenos tan complejos como el mercado, que depende de las acciones de muchos individuos, todas las circunstancias que determinarán el resultado de un proceso (…) difícilmente serán completamente conocidas o medibles.
Somos incapaces de saber qué nos traerá el futuro. Ningún presidente puede venir con un plan detallado o hermético o puede acumular un establo suficiente de expertos para poder guiar el comportamiento, deseos y necesidades de 320 millones de personas.
Por ejemplo, si hubiéramos preguntado a George Bush y sus expertos económicos en 2002 que desarrollaran un plan a cinco años para los teléfonos celulares, habríamos creado una enorme capacidad de producción y estructura de I+D en torno a la miniaturización de teléfonos que entonces estaba de moda. Si alguien hubiera dicho en 2002 que la gente en el futuro renunciaría a los botones físicos y querría pantallas más grandes, se le hubiera considerado un loco. ¡La gente está comprando teléfonos cada vez más pequeños, no hay manera de que puedan tocar la pantalla y hacer que se haga algo! Pero llegó 2007, Apple presentó el iPhone y el teléfono de teclas al viejo estilo casi ha desaparecido del mercado. Si el gobierno hubiera decidido que necesitaba planear la economía en torno a teléfonos más pequeños, no estaríamos disfrutando de una revolución en la movilidad.
Esto se extiende mucho más allá de los teléfonos celulares y en todos los aspectos de nuestras vidas. No necesitamos planificación centralizada de cómo consumimos nuestra energía, qué coches podemos comprar, cuánto cobramos a la gente por tomar prestado dinero y así sucesivamente.
Todo comportamiento tiene un riesgo. Incluso si los planificadores centralizados pudieran de alguna manera sondear todos nuestros deseos y necesidades, deducir cuándo exactamente queremos satisfacer esas necesidades y determinar quién consigue qué en un mundo de escasez, los planificadores seguirían fracasando. Esto porque ni siquiera nosotros sabemos qué querremos en el futuro. Si pidiésemos a alguien que escribiera exactamente qué comprará el 4 de agosto de 2017 y lo pusiera en un sobre y luego lo abriéramos y comparáramos con lo que ha comprado ese día, no cabe duda de que los resultados serían enormemente distintos.
Al planificador no le iría mucho mejor. En lugar de una sola persona sin predecir sus propios hábitos en un ejercicio divertido, estaríamos invirtiendo mal cantidades sin cuento de dinero en industrias no deseadas e imponiendo normas contraproducentes y peligrosas a empresas (cuyos efectos son imposibles de predecir)- Además, la planificación centralizada elimina la innovación y el proceso emprendedor porque supone que sabe hoy lo que se querrá mañana. La mayoría de la innovación aparece cuando alguien produce un producto que nos sabíamos que queríamos y no podíamos imaginar que existiera.
¿El plan para la economía de Hillary Clinton hace de ella un presidente más cualificado que Donald Trump, que probablemente cree planes espontáneamente? No, les hace igualmente peligrosos, ya que ambos suponen que tienen la capacidad de hacer lo que incontables funcionarios a lo largo de siglos nunca han conseguido hacer: predecir el futuro.

Trump y Hillary no saben cómo arreglar la economía

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Recientemente, Hillary Clinton fue grabada ridiculizando a Donald Trump por falta de un plan detallado para la economía estadounidense. El mensaje resulta ser que Trump no está preparado para la presidencia porque no tiene un plan sobre cómo cambiar la economía estadounidense.
¿Pero es realmente más peligroso elegir a un presidente que hace política económica sobre la marcha que a quien proclama tener un plan detallado para nosotros?
La respuesta  esto es que no, no es más peligroso elegir a alguien que crea política económica donde asienta sus pantalones (como tiende a hacer Donald Trump) que elegir a alguien que piensa que puede tener claramente mapeado el futuro de la economía. Sin embargo, esto no significa que el método del asiento de pantalones sea tampoco menos peligroso. El problema subyacente es que tenemos dos personas compitiendo que piensan que pueden dirigir toda la economía estadounidense.
El núcleo de por qué ambas filosofías son igualmente peligrosas se resume mejor por parte de F.A. Hayek y la pretensión de conocimiento. Hayek señalaba en su discurso de 1974: