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Monday, June 20, 2016

ÁLVARO VARGAS LLOSA ¿Puede Trump ganarle a Clinton?

 

Clinton es favorita a pesar de todos sus defectos electorales. Pero en el año de las cosas raras nadie puede descartar que la más rara de todas acabe sucediendo.
Primero dijeron los entendidos que Donald Trump era una golondrina de verano. Luego, que tenía un techo de 30%. Finalmente, que Ted Cruz había logrado hacerse querer por el establishment republicano al que tanto ha denostado porque el objetivo común de parar a esa bala perdida que es Trump prevalecía sobre lo demás. Hasta que Trump -como esta columna vaticina desde hace semanas- se ha convertido en el candidato de facto. Llegará a la Convención con los delegados suficientes para ser nominado en primera votación.
Ahora se dice que no hay forma de que Trump derrote a Hillary Clinton y de que es el rival ideal para la demócrata, a la que cualquier otro republicano, visto el descrédito de la pareja Clinton, a la que se percibe como parte de un tinglado de intereses politico-financieros ajeno a la experiencia cotidiana de la gente, habría derrotado. Pero ¿podemos estar seguros?



Es cierto que las elecciones son, desde hace algunas décadas, mucho más fáciles para los demócratas, que tienen el control de 18 estados y la capital, que para los republicanos, que sólo tienen 13 estados seguros. También es cierto que Trump tendría que arrebatarle a Clinton, digamos, Colorado y Virginia, así como Pennsylvania y Michigan, para dar un golpe de timón parecido al que dio Ronald Reagan en 1980. Recordemos que las victorias de George W. Bush fueron por puesta de mano.
Para más dificultad, Trump, que carga con un voto negativo de 65% por ciento, nueve puntos superior al de la demócrata, tendría que ampliar su base considerablemente, captando mujeres con educación superior, hispanos y afroamericanos, tres segmentos que huyen de él como el gato del agua.
Pero este análisis, con ser cierto, pierde de vista tres factores de esta elección: la recomposición del electorado, la revolución al interior del Partido Republicano y la apatía del votante demócrata que no está con Sanders, ese hueso que Clinton sigue tratando de roer para acabar de resolver las primarias demócratas.
La recomposición del electorado hace que hoy muchos independientes proteccionistas y asistencialistas se hayan inscrito en el Partido Republicano o hayan participado en las primarias de algunos estados sin inscribirse como tales. Votantes blancos, con escasa educación académica, generalmente varones, receptivos al mensaje nacionalista y aislacionista, se han volcado con Trump. Curiosamente, la sociología del voto de Sanders, nada desdeñable en el Partido Demócrata, es parecida. El odio de este electorado por Clinton puede ser superior a su renuencia a votar por un candidato republicano.
En cuanto a la revolución del partido de Reagan: el triunfo de un discurso proteccionista, intervencionista, aislacionista y nacionalista es la negación lo que Goldwater, primero, y Reagan después, inculcaron a las huestes republicanas. Se trata de una reacción al trastorno que ha supuesto en ciertos sectores la globalización, a la multiplicación de amenazas mundiales y los embrollos continuos en que la política exterior participativa coloca a Estados Unidos y, por supuesto, la crisis de 2008, que hizo surgir una clase de indignados contra le elite político-financiera.
Por último está la apatía del votante demócrata, excepto el de Sanders. Hay casi 30% menos de electores demócratas en las primarias de algunos estados de los que hubo hace cuatro años. Quedarse en casa el día de las elecciones es, en la política estadounidense, una de las armas más potentes de protesta social. Un enemigo que Clinton teme tanto o más que a Trump.
Resumo: Clinton es favorita a pesar de todos sus defectos electorales. Pero en el año de las cosas raras nadie puede descartar que la más rara de todas acabe sucediendo.

ÁLVARO VARGAS LLOSA ¿Puede Trump ganarle a Clinton?

 

Clinton es favorita a pesar de todos sus defectos electorales. Pero en el año de las cosas raras nadie puede descartar que la más rara de todas acabe sucediendo.
Primero dijeron los entendidos que Donald Trump era una golondrina de verano. Luego, que tenía un techo de 30%. Finalmente, que Ted Cruz había logrado hacerse querer por el establishment republicano al que tanto ha denostado porque el objetivo común de parar a esa bala perdida que es Trump prevalecía sobre lo demás. Hasta que Trump -como esta columna vaticina desde hace semanas- se ha convertido en el candidato de facto. Llegará a la Convención con los delegados suficientes para ser nominado en primera votación.
Ahora se dice que no hay forma de que Trump derrote a Hillary Clinton y de que es el rival ideal para la demócrata, a la que cualquier otro republicano, visto el descrédito de la pareja Clinton, a la que se percibe como parte de un tinglado de intereses politico-financieros ajeno a la experiencia cotidiana de la gente, habría derrotado. Pero ¿podemos estar seguros?


Tuesday, June 14, 2016

Orlando y las elecciones estadounidenses

Ana Paula Ordorica
 
Ana Paula Ordorica es analista político, conduce el programa Frente al País, junto con el periodista Pablo Hiriart, que se transmite todos los días por Grupo Imagen en más de 70 radiodifusoras de México y 20 estaciones en el sur de los Estados Unidos. Adicionalmente es titular del programa Paralelo 23 en ForoTV, Televisa. Es analista habitual de Excelsior, Nexos y Foreign Affairs Latinoamérica, entre otros medios. Es licenciada en Relaciones Internacionales del ITAM, con estudios de Maestría en Historia en la Universidad Iberoamericana.
Ha sido el peor atentado terrorista en Estados Unidos desde el ocurrido el 11 de septiembre de 2001 por el número de víctimas. Y sucede mezclando tres de los temas más sensibles que enfrentan a la sociedad norteamericana: derechos para la comunidad LGBT, control de armas y terrorismo. Todo ello en medio de las campañas hacia la elección presidencial de noviembre.
Es justo en estos momentos en los que la sociedad puede ver claramente si a quien va a elegir para ser el próximo mandatario puede o no con la responsabilidad. Es ahora cuando los estadunidenses pueden decidir si quieren que sea Donald Trump el que tenga acceso a la fuerza, las armas y códigos nucleares y la estrategia -además de ser el comandante supremo del ejército más poderoso de la tierra- o prefieren que ese puesto lo ocupe Hillary Clinton.



Con Obama y Hillary como secretaria de Estado, fue abatido y asesinado Osama bin Laden. Con George W. Bush, por el contrario, comenzó la incursión en Oriente Medio, que fue parte de lo que llevó al surgimiento del Estado Islámico.
¿Cómo reaccionó cada uno a la masacre de Orlando? Vimos a una candidata que habló con templanza y otro que rugió con fuerza.
Hillary esperó a que saliera el presidente Obama a pronunciarse antes de fijar una postura sobre lo ocurrido la madrugada del domingo. Donald Trump no esperó y estuvo muy activo, sobre todo a través de las redes sociales.
En Twitter escribió que lo ocurrido en Orlando era sólo el principio y que se debía al liderazgo débil e ineficiente. Pidió mano dura. Ese tuit logró, en menos de 24 horas, casi 23 mil retwitts y 56 “likes”.
Vimos a un Trump que respondió de inmediato con ataques políticos y autofelicitaciones por haber estado en lo correcto respecto al fundamentalismo islámico. Lo normal en un Trump que, tras los atentados de París, declaró que: “Cuando hay una tragedia, todo lo mío se va para arriba: mis números se van al cielo porque no hay fortaleza en este país. Tenemos políticos tristes y débiles...”.
Y lo mismo reaccionó tras la matanza de San Bernardino, California, cuando pronunció su ya famoso discurso en el que dijo que él va a prohibirle la entrada a EU a TODOS los musulmanes.
Hillary Clinton, por el contrario, habló de mesura. Y se refirió a la necesidad de endurecer la venta de armas en EU, sobre todo cuestionando para qué se permite la compra de armas largas como el AR-15 que utilizó Omar Mateen, el asesino de Orlando, en el bar Pulse en el que murieron 49 personas, además de él.
Aunado a ello, Clinton condenó que el ataque ocurriera en el momento y lugar en que se llevó a cabo. En un bar gay en el mes de junio que en EU es dedicado al Orgullo LGBT. Hizo, al igual que Barack Obama, un llamado a responder con unidad y sin rencores ni más violencia a la violencia.
¿Cómo afectará lo ocurrido en Orlando y las reacciones de ambos precandidatos en la campaña presidencial? ¿Quién saldrá golpeado y quién fortalecido?
La respuesta está en el grado de hartazgo y enojo de la sociedad estadunidense que, es claro, se encuentra polarizada. Si impera el enojo, el apoyo se irá con Trump, que señala la debilidad de las autoridades como las responsables de que ocurran estas matanzas y de que se permita que radicales islámicos estén en territorio norteamericano —no importando que Mateen nació en Nueva York.
Adiós a ser políticamente correctos, pidió Trump el domingo y reafirmó en su discurso de Manchester ayer. Mano dura; mano firme, es lo que ofreció entre los tuits que estuvo publicando, olvidando que Obama y Hillary han sido mucho más exitosos en combatir el radicalismo islámico de lo que fue George W. Bush.
Con Obama y Hillary como secretaria de Estado, fue abatido y asesinado Osama bin Laden. Con George W. Bush, por el contrario, comenzó la incursión en Oriente Medio, que fue parte de lo que llevó al surgimiento del Estado Islámico.
Si impera la mesura y el apoyo a políticas responsables, la sociedad estadunidense volteará a ver a Clinton.

Orlando y las elecciones estadounidenses

Ana Paula Ordorica
 
Ana Paula Ordorica es analista político, conduce el programa Frente al País, junto con el periodista Pablo Hiriart, que se transmite todos los días por Grupo Imagen en más de 70 radiodifusoras de México y 20 estaciones en el sur de los Estados Unidos. Adicionalmente es titular del programa Paralelo 23 en ForoTV, Televisa. Es analista habitual de Excelsior, Nexos y Foreign Affairs Latinoamérica, entre otros medios. Es licenciada en Relaciones Internacionales del ITAM, con estudios de Maestría en Historia en la Universidad Iberoamericana.
Ha sido el peor atentado terrorista en Estados Unidos desde el ocurrido el 11 de septiembre de 2001 por el número de víctimas. Y sucede mezclando tres de los temas más sensibles que enfrentan a la sociedad norteamericana: derechos para la comunidad LGBT, control de armas y terrorismo. Todo ello en medio de las campañas hacia la elección presidencial de noviembre.
Es justo en estos momentos en los que la sociedad puede ver claramente si a quien va a elegir para ser el próximo mandatario puede o no con la responsabilidad. Es ahora cuando los estadunidenses pueden decidir si quieren que sea Donald Trump el que tenga acceso a la fuerza, las armas y códigos nucleares y la estrategia -además de ser el comandante supremo del ejército más poderoso de la tierra- o prefieren que ese puesto lo ocupe Hillary Clinton.