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Thursday, December 22, 2016

CONVERSACIONES CON EL TIO GILBERTO IV

REFLEXIONES LIBERTARIAS
Ricardo Valenzuela
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Hacía solo unos meses había iniciado esta aventura y la historia de mi país, como yo la conocía, se retorcía en una variedad de contorciones que me causaban una multitud de emociones irreconocibles. Mi formación se había dado alrededor de un colegio católico, cantidades de curas, una prensa amordazada, una Universidad elite como se consideraba el Tecnológico de Monterrey, pero totalmente marchando al ritmo del establecimiento, empresarios pegados a la ubre del gobierno mercantilista y ello, me formaba un paradigma que ahora en unas cuantas reuniones con mi tío se derrumbaba con estruendo. La historia la deberían de escribir los filósofos, escucharía muchos años después, y mi tío sin duda era un gran filósofo.

Thursday, December 15, 2016

La otra historia de México (II)





“Durante siglos hemos odiado a los gringos porque nos “oprimen y nos esclavizan.” Pero opresor y oprimido son igualmente culpables cuando en su ignorancia cooperan, y aunque parezca se agraden uno al otro, en realidad se agraden a si mismos.”
RICARDO VALENZUELA
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Hacia finales de los años 50, transitando de la niñez a mi adolescencia y con el arribo de la televisión, en un viaje a California que hice con mis padres quedé profundamente impresionado frente mi primer contacto con esa maravillosa tecnología. Estando hospedados en un hotel en Pasadera, al encender mi padre el mágico aparato se abría ante mis ojos una ventana hacía un mundo desconocido.

Cuando, sin salir de mi asombro, disfrutaba un programa de Roy Rodgers, mi padre bruscamente lo interrumpe cambiando de canal cuando expresaba su deseo de enterarse, a través de un programa noticioso, de ciertos acontecimientos internacionales. Segundos después, iniciaba el primer programa televisivo de noticias que yo atestiguara en mi hasta entonces corta vida.

 
Aparece un hombre regordete luciendo algo inusual en los gringos de aquella era, un fino y recortado bigote. Años después me enteraría era el legendario Walter Cronkite. El regordete individuo, inicia su perorata y observo entonces cómo mi padre endurece su semblante. Obviamente yo no entendía una sola palabra y me invadía ya el aburrimiento, cuando el hombre desaparece de la pantalla para ceder su lugar a unas violentas escenas que me provocaron pensar se trataba de una película de guerra.

El dantesco panorama mostraba un auto transitando por una bella avenida cuando una enloquecida multitud, inicia un ataque barbárico en una primera ola de atilas armados con piedras. Emergía luego la segunda columna armados con largos y gruesos garrotes que, a pesar de la presencia de algunos uniformados protegiendo el automóvil, rompiendo el cerco llegaban a su objetivo para golpearlo salvajemente. Trato de preguntar a mi padre el significado del evento, pero me ordena guardar silencio para no perder su concentración.

En esos momentos entendí no se trataba de una película, eran escenas reales y es cuando mi mente, casi de niño, empieza a captarlas con otra dimensión. No entendía el que esa multitud ante mi vista, utilizando impresionantes tácticas, se aferraran a su cometido para destruir el auto y, como lo interpretaba, procederían luego al linchamiento de sus ocupantes. Sin embargo, para mí lo más impresionante era, cortesía del novedoso aparato, observar el enfermizo odio en los rostros de aquella masa que, más que seres humanos, semejaban una manada de lobos hambrientos.

Al finalizar el noticiero, mi padre, al ver el desconcierto en mi rostro, procede a interpretarme lo sucedido. Se trataba de una visita a Sur América del Vicepresidente de los EU, Richard Nixon, en la cual había sido victima de esos feroces ataques que por poco le cuestan la vida. Completamente perdido le pregunto a mi padre ¿Por qué? El, tal vez considerando mi edad, esgrime una serie de vagos argumentos que no pude entender. Pero, sin entender el origen, hubo algo que si capté y me quedó muy claro: Los Latinoamericanos odian a los gringos. Esa noche tuve pesadillas.

El otro día, como repitiendo la escena de aquellos años 50, enciendo mi TV para enterarme del acontecer mundial. Inicia el noticiero para, una vez mas, transportarme a una escena gorilezcade Latino América, pero ahora provocada por la visita del Presidente Bush. En esos momentos me invade una rara sensación. Sentí que, después de atestiguar aquel ataque en mi primer encuentro con la TV, me hubiera sumergido en un profundo sueño y al despertar, atestiguaba el segundo capitulo de las salvajes agresiones sucedidas aquel lejano día de los 50s.

Miraba las mismas multitudes portando piedras, palos y, la novedad, con el pasamontañas de Marcos blandiendo, con más devoción que la de un santo, la imagen del Che Guevara. Pero luego procedía a sacudir bruscamente la cabeza y asegurarme no era la continuación de la misma pesadilla sufrida aquel lejano día de los 50s, pero no, era realidad.

Han transcurrido muchos años de aquel evento en el cual Nixon fuera casi linchado por las masas de América Latina. Yo pregunto ¿Qué ha sucedido o no, para que ese odio permanezca en nuestros corazones? No esperaría mucho por la respuesta pues me la servía un amigo sudamericano que me visitaba y, ante mi interrogante, su argumento se elevaba casi a lo científico cuando me dice: “Es que los gringos son unos hijos de la chingada.” OK le reviro, pero ahora explícame por qué y te pido un favor, centremos nuestra discusión sólo en América Latina y los últimos 30 años. En ese momento terminó el debate.

Mucha gente me acusa de ser gringófiloo, como diría Chávez, cachorro del imperio. Pero yo siempre rechazo la etiqueta puesto que hay infinidad de cosas que no me gustan de EU. Sin embargo, a mi no me invade ese odio enfermizo para cegarme y me impida mirar y admirar su increíble historia. Como economista liberal, no puedo más que admirar un país que naciera hace sólo 200 años para, en menos de cien, convertirse en el más rico y poderoso del mundo.

He terminado la lectura del excelente libro de Catón, y me da pistas por demás interesantes. Siendo Armando Fuentes uno de los verdaderos intelectuales de México, a través de casi 700 páginas de su obra, no logra ocultar su gran antipatía para los yankees—como él los etiqueta. Pero lo interesante de su actitud es que, casi forzado y sin pretenderlo, los describe como los inventores de la modernidad cuando, remando contra la corriente mundial, construyeran un país que no es una democracia (cuidado), sino una federación. Después la armarían con mercados libres para, en los siguientes cien años, crear más riqueza que la acumulada en los casi 2,000 anteriores de la era cristiana.

Catón, inclusive, identifica como una de las causas del fracaso imperial de Maximiliano, el que el mismo emperador portaba credenciales de un liberalismo más puro que el de Juárez. Maximiliano, observando a los EU, pretendía establecer una monarquía parlamentaria operando bajo los mercados libres. Ello le valió el odio de los conservadores, el de la realeza europea, de Napoleón III de Francia y, en especial, el del Papa Pío IX quien llegó a punto de excomulgarlo.

Durante siglos hemos odiado a los gringos porque nos “oprimen y nos esclavizan.” Pero opresor y oprimido son igualmente culpables cuando en su ignorancia cooperan, y aunque parezca se agraden uno al otro, en realidad se agraden a si mismos. Solamente aquellos pueblos que conquistan esa debilidad de no asumir papeles de uno u otro bando, no pertenecen al rango de opresores ni oprimidos… Son pueblos libres.

La otra historia de México (II)





“Durante siglos hemos odiado a los gringos porque nos “oprimen y nos esclavizan.” Pero opresor y oprimido son igualmente culpables cuando en su ignorancia cooperan, y aunque parezca se agraden uno al otro, en realidad se agraden a si mismos.”
RICARDO VALENZUELA
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Hacia finales de los años 50, transitando de la niñez a mi adolescencia y con el arribo de la televisión, en un viaje a California que hice con mis padres quedé profundamente impresionado frente mi primer contacto con esa maravillosa tecnología. Estando hospedados en un hotel en Pasadera, al encender mi padre el mágico aparato se abría ante mis ojos una ventana hacía un mundo desconocido.

Cuando, sin salir de mi asombro, disfrutaba un programa de Roy Rodgers, mi padre bruscamente lo interrumpe cambiando de canal cuando expresaba su deseo de enterarse, a través de un programa noticioso, de ciertos acontecimientos internacionales. Segundos después, iniciaba el primer programa televisivo de noticias que yo atestiguara en mi hasta entonces corta vida.

Sunday, November 27, 2016

Castro I: la Historia lo disolverá

En Francia, en París, los cubanos tenemos que soportar las mentiras repugnantes de los admiradores del Sanguinario de Las Antillas..

Fidel Castro | EFE
Castro I se ha muerto otra vez. Aunque esta será la definitiva, puesto que su hermano Castro II lo ha anunciado con ese tono tan melodramático de telenovela trasnochada y esa voz gangosa de alcohólico empedernido. Se acabó la presencia opresiva, físicamente apabullante en la mentalidad de los cubanos, pero sólo nos daremos cuenta cuando haya pasado algún tiempo, años quizás.
Sí, porque el mundo se empeña hoy en revendernos una vez más aquel producto ya tan vencido. Podrido y maloliente. Ese producto de marketing inventado malévolamente por Castro I y comprado por el planeta entero:
ZOE VALDEZ


 Él y su Revolución en un solo envase. Los compradores, por supuesto, confundieron a Castro con Cuba, y creyeron y creen todavía que la fiesta la inventó el tirano, y cuando hablan de Cuba sólo se refieren a la isla envuelta en esa especie de fiesta ridícula y bullanguera con la que los izquierdistas internacionales etiquetaron a mi país. No, Cuba no es Castro. Ni Castro entendió jamás lo que es Cuba. Ni los compradores del producto tampoco se podrán empatar con la verdadera cultura cubana, que sólo tiene de festivo aquella frase lúgubre y hermética de José Lezama Lima: "Nacer es aquí una fiesta innombrable".
Murió Castro I, y aquí en Francia, François Hollande intenta una suerte de maroma lamentable, y vuelve a citar el malvado embargo de Estados Unidos. No se entera de nada Hollande, pero ya es habitual en él que no se entere de nada. Ha muerto el tirano y el presidente encuentra la más patética de las bifurcaciones: el embargo. Por supuesto que no se ha referido al embargo que el castrismo le ha impuesto a los cubanos durante 57 años, pronto 58, campos de concentración incluidos, las UMAP; no, Hollande se refiere al embargo norteamericano que nunca impidió que Cuba fuera invadida por más de treinta años por los soviéticos y que comerciara, por otra parte, con el mundo occidental, con Francia también. Tampoco explica el origen de ese embargo, que nunca llegó a ser embargo, sino boicot comercial. Y así tendremos que quedarnos.

Pero Hollande no ha sido el único, ha seguido la comparsa de elogiosos, sobre todo de políticos, y la inercia ignorante de la mayoría de los periodistas de los miedos de comunicación que cuentan la historia de Cuba a conveniencia del tirano, a su imagen y semejanza, versión Comité Central.
Pensé que la muerte de Castro me iba a poner muy feliz, y que podría por fin aquí en Francia explayarme contando la verdad acerca de la dictadura castrista. Pues no. Sólo siento un gran asco. Un inmenso asco. Es todo. Por supuesto, archivo rostros y palabras, como las de Justin Trudeau en Canadá, y otros tantos, que algún día pagarán por sus ofensas al pueblo cubano.
Recuerdo ahora a mis padres, muertos en el exilio. Recuerdo a tantos hombres y mujeres ejecutados masivamente en los campos de fusilamiento, y evoco a los escritores, pintores, músicos, exiliados y muertos antes de poder vivir este gran instante de liberación personal que ninguno de estos lamebotas del Dictador Predilecto podrá entender.
Sí, muertes y más muertes. Doce niños masacrados en el año 1993, en el remolcador Trece de Marzo, líderes de la oposición asesinados, fusilamientos de los colaboradores más cercanos del dictador, entre los que se encuentran generales y antiguos esbirros.
Pero no. Así y todo lo llaman aquí el Gran Líder, Máximo Revolucionario, cuando lo único que ha sido es el peor de los gángsteres, el matón en jefe, el que ha vendido a Cuba primero a los soviéticos y ahora a los americanos. El indeseable que inoculó el veneno del comunismo en África, que usó armas químicas en aldeas africanas, el inventor de la guerra de guerrillas, el inspirador de las narcoguerrillas y de los terroristas de la ETA, el traficante de drogas que ha sabido escapar siempre, amparado por la complicidad internacional, de cualquier tribunal y enjuiciamiento, con sus mañas seductoras de revoltoso eterno. El que destruyó un gran país como Venezuela, le chupó el petróleo, le robó el oro, se apoderó de todas sus riquezas. Lo que hizo primero con Cuba, instaurando una de las peores dictaduras militares que han existido en el mundo.
Vuelvo a oír en la radio que si antes de 1959 Cuba era el burdel de los americanos, que si la burguesía huyó de la isla a la llegada del Gran Comandante de la Revolución. Cuántas necedades. Cuba es ahora el burdel del mundo, sobre todo de los europeos. Cuánto insulto a las mujeres cubanas, a las trabajadoras y a los trabajadores que contribuyeron a hacer de mi país uno de los más desarrollados países del continente en el año 1957. Cuánta mentira. La burguesía no escapó de Cuba. Los burgueses racistas y clasistas fueron los que pusieron en el poder a Fidel Castro, blanco y burgués, hijo de gallego terrateniente. Su amante burguesa, Natalia Revuelta, reunió dinero y joyas entre sus amigas para esa revolución de churrupieros inmorales. Su esposa burguesa, Mirtha Díaz-Balart, le consiguió con su cuñado, ministro de Fulgencio Batista, una típica botella, un salario fijo mensual sin hacer nada, o sí, para que hiciera de las suyas, para que pusiera bombas y se convirtiera en el terrorista que fue, que no se detuvo a la hora de asaltar un hospital de un cuartel militar y de hacer estallar bombas en los cines y en los comercios habaneros.
Sí, estamos hablando del padre de Osama ben Laden. Del mismo que cuando fue juzgado y condenado solamente a un año de prisión tras el asalto al hospital militar se le permitió defenderse como abogado, y pronunció aquella célebre frase copiada a Adolf Hitler: "La Historia me absolverá". No, la Historia no lo absolverá. La Historia lo disolverá. Basta ya de creerse Carlos Manuel de Céspedes, y de apropiarse de los versos de José Martí.
Mientras tanto, en Cuba, el pueblo finge como que llora mientras festeja por dentro, y en Miami los exiliados de diversas generaciones, sobre todo jóvenes, festejan mientras lloran por dentro. En Francia, en París, los cubanos tenemos que soportar las mentiras repugnantes de los admiradores del Sanguinario de Las Antillas. Pero yo me niego, me sigo negando. Colgué mi bandera cubana en el balcón, y junto a mi hija he gritado a todo pulmón: "¡Viva Cuba Libre!".
Por el único que he sentido pena es por el Diablo, se quedará sin empleo en el Infierno.

Castro I: la Historia lo disolverá

En Francia, en París, los cubanos tenemos que soportar las mentiras repugnantes de los admiradores del Sanguinario de Las Antillas..

Fidel Castro | EFE
Castro I se ha muerto otra vez. Aunque esta será la definitiva, puesto que su hermano Castro II lo ha anunciado con ese tono tan melodramático de telenovela trasnochada y esa voz gangosa de alcohólico empedernido. Se acabó la presencia opresiva, físicamente apabullante en la mentalidad de los cubanos, pero sólo nos daremos cuenta cuando haya pasado algún tiempo, años quizás.
Sí, porque el mundo se empeña hoy en revendernos una vez más aquel producto ya tan vencido. Podrido y maloliente. Ese producto de marketing inventado malévolamente por Castro I y comprado por el planeta entero:
ZOE VALDEZ

Monday, October 10, 2016

HISTORIA DEL SOCIALISMO III – Los jesuitas en Colombia

La guerra de la Independencia, una guerra de élites por el poder
La guerra de la Independencia, una guerra de élites por el poder
 Los monarcas europeos y los jesuitas se congregaron para definir su plan de acción en contra de las nuevas naciones “libres”. Se reunieron en Viena y precisaron volver a encontrarse en dos congresos más.
Por Ricardo Puentes Melo

Como ya hemos visto hasta aquí, la Independencia surgió debido al descontento de la aristocracia criolla que buscaba una serie de prebendas que les eran negadas por el virreinato. No es cierto que, como nos lo han enseñado los historiadores eclesiales, la independencia haya surgido de las entrañas del pueblo iletrado y pobre. Mírese por donde se mire, desde el mismo movimiento comunero, la lucha ha estado liderada e ideada por apellidos de familias poderosas que aún hoy se mantienen vigentes en el dominio. Berbeo, Plata, Monsalve, Nariño, Caldas, Acevedo y Gómez, Torres, Vargas, Zea, Galán, entre otros, todos eran apellidos prestantes y de familias adineradas.
Durante los pocos años de la Gran Colombia, el Estado siguió permitiendo el cobro del diezmo y tributos para la manutención del clero. La única medida radical que se tomó fue la supresión de la Inquisición con la subsecuente transferencia de sus bienes y rentas a manos del Estado.
El episodio del florero de Llorente, planeado por las élites neogranadinas
El episodio del florero de Llorente, planeado por las élites neogranadinas

 
La aristocracia esclavista y latifundista solamente tomó partido cuando supo quiénes eran los ganadores; sólo cuando los patriotas ganaron, los aristócratas dejaron sus vestidos realistas y se convirtieron entonces en republicanos; pues tanto ellos como los comerciantes (la naciente burguesía) querían para sí el poder estatal una vez los españoles se fueran.
Durante estos años fue que llegaron las familias Lleras y Samper, por nombrar algunas, quienes se dedicaron al comercio y que, gracias a los convenientes matrimonios de algunos de sus miembros con la élite, pronto entraron a formar parte de la vida política de la nación. Tanto estos comerciantes, como la aristocracia rancia prolongaron durante varias décadas las instituciones que les ayudaban a mantener el control del Estado y sus rentas.
El asunto es que la rapiña de los independentistas los hizo olvidarse de que los jesuitas estaban al asecho, esperando la más mínima oportunidad para reencaminar a los libres hacia la cobertura papal. Inmediatamente, Portugal y España consiguieron el apoyo de Roma para recuperar las colonias perdidas, y así firmaron lo que se conoce como la “Santa Alianza”, un pacto para impedir que en ninguna de sus colonias perdidas se estableciera un régimen de libertades semejante al norteamericano.
Los monarcas europeos y los jesuitas se congregaron para definir su plan de acción en contra de las nuevas naciones “libres”. Se reunieron en Viena y precisaron volver a encontrarse en dos congresos más.
El siguiente Congreso ocurrió en Verona, 1822. Durante esta reunión, se decidió que Estados Unidos sería el blanco de los emisarios jesuitas encubiertos y que los principios constitucionales de esta nación serían destruidos a cualquier precio. Se buscaba que el papa ejerciera su poder allí y, al mismo tiempo, que los monarcas de Portugal y España estuvieran seguros de que los protestantes norteamericanos no influirían ideológicamente en Sudamérica, donde durante siglos se había adiestrado al pueblo en la obediencia y sometimiento total y ciego al poder temporal del papa.
La siguiente reunión se llevó a cabo en Chieri, Italia, en 1825. Allí, “se discutieron planes para el avance del poder Papal en todo el mundo, la desestabilización de gobiernos que representaran obstáculos y la destrucción de cualquier esquema que se interpusiera en su camino y sus ambiciones. “Esa es nuestra meta, los Imperios del Mundo. Debemos hacerles entender a los grandes hombres de la tierra que la causa del mal, levadura leuda, existirá en cuanto exista el protestantismo. Se abolirá el Protestantismo …los herejes son los enemigos que estamos dispuestos a exterminar completamente… Y la Biblia, esa serpiente que con su cabeza erecta y sus ojos relampagueantes nos amenaza con su veneno mientras se arrastra en la tierra, debe ser transformada en un bastón tan pronto podamos apoderarnos de ella””  (Hector Macpherson, Los Jesuitas en la Historia , Ozark Book Publishers,1997)
El ministro británico George Canning, filtró la información de los planes del Vaticano
El ministro británico George Canning, filtró la información de los planes del Vaticano
Estas tres reuniones (Viena, Verona y Chieri) se llevaron a cabo en medio del mayor sigilo posible. Sin embargo, George Canning, ministro de Asuntos Exteriores de Gran Bretaña, había asistido a las reuniones y, siendo un defensor de los movimientos independentistas de América, escribió al gobierno de Estados Unidos para alertarlo sobre los planes de los monarcas de Europa quienes buscaban destruir las instituciones libres del continente americano.
Thomas Jefferson apoyó decididamente al presidente James Monroe quien, en su mensaje anual al Congreso de los Estados Unidos, en 1822, declaró que “el más leve intento de las coronas europeas de extender su dominación política a cualquier parte del territorio americano, será visto como un acto de agresión contra los Estados Unidos de Norteamérica”, y que “el continente no podrá ser objeto de futuras colonizaciones”.
Los jesuitas juraron no cejar hasta destruir los principios democráticos que inspiraron la independencia norteamericana; pocos años después, iniciarían su dominio subrepticio en Estados Unidos usando la conspiración y valiéndose de los mismos principios de la Constitución norteamericana para expandir el delito y el caos en Estados Unidos. Ellos se han infiltrado en todos los estamentos de poder en Norteamérica y han logrado lo que precisamente la doctrina Monroe trataba de evitar. El poder del Vaticano se encuentra hoy sobre Estados Unidos, y tanto el papa como sus gestores han sabido utilizar astutamente el ejército norteamericano para conseguir por la fuerza lo que su poder financiero no ha alcanzado. Y bien temprano en la historia de ese país, la Compañía de Jesús empezó su trabajo. Fueron ellos quienes asesinaron a Abraham Lincoln en 1865. Más adelante hablaremos de ello.
En una carta al Presidente Monroe, Thomas Jefferson le hizo las siguientes observaciones:
La pregunta que me presentas en las cartas que me has enviado, es la más profunda que me han hecho después de la relacionada con la Independencia. Ella nos hizo una nación y ha marcado el ritmo y la dirección en la que navegaremos a través del océano del tiempo a medida que el mismo se abre ante nosotros. Y nunca podríamos navegarlo en condiciones más apropiadas. Nuestra primera y más fundamental regla debe ser el no envolvernos en los asuntos de Europa. La segunda debe ser nunca utilizar a Europa como intermediaria en los asuntos de este lado del Atlántico. América, Norte y Sur tienen unos intereses completamente diferentes de los de Europa, intereses que le son particulares. Por tanto debe tener un sistema propio, separado y completamente aparte del sistema Europeo. Aunque los europeos traten de convertirse en el hogar del despotismo nuestra tarea debe ser hacer de nuestro hemisferio, un hemisferio de libertad. . . [Es nuestra obligación] declarar nuestra protesta en contra de las violaciones atroces de los derechos de las naciones, por la interferencia de cualquiera de ellas en los asuntos internos de la otra, intervención que comenzó con Bonaparte y que hoy día continúa por parte de aquellos que llevan a cabo alianzas ilegales llamándose a sí mismos Santos”. (Archivos de la Universidad de Mount Holyoke).
El presidente James Monroe, fuerte defensor de la independencia, y opositor de los planes de la monarquía y el vaticano para someter de nuevo a las naciones liberadas
El presidente James Monroe, fuerte defensor de la independencia, y opositor de los planes de la monarquía y el vaticano para someter de nuevo a las naciones liberadas
Toda buena intención quedó malograda. Los jesuitas colocarían a sus hombres en posiciones de riqueza y poder ya que tenían los medios para hacerlo. Lograrían que sus infiltrados usaran su influencia para inducir a los norteamericanos a la subversión, a la inmoralidad y a la destrucción de cualquier principio cristiano incluido en la Constitución de Estados Unidos.
Entretanto, en Sudamérica, con la batalla de Ayacucho en 1824 –dos años después de la declaración de Monroe- el territorio hispanoamericano (excepto Cuba y Puerto Rico) quedaba totalmente libre del yugo de la monarquía española.
Después, los enfrentamientos ideológicos entre Santander y Bolívar llevaron a que éste último se convirtiera en dictador. La diferencia básica entre Santander y Bolívar radicaba en que Bolívar y sus seguidores (principalmente militares venezolanos) querían que fueran los militares quienes ejercieran el poder; ellos veían con recelo que los civiles –que no habían tomado las armas en la guerra- fueran a gobernarlos a ellos. Por su parte Santander y sus seguidores defendían una tradición civilista, donde los civiles ejercieran el control creando un sistema de leyes bajo las cuales todos –militares y civiles- quedaran sujetos. Los bolivarianos no querían que se ejercieran libertades individuales ya que sentían temor de posibles excesos. Era obvio que los bolivarianos estaban influenciados por las doctrinas jesuíticas.
Otra diferencia era que Santander era partidario de un gobierno federalista, donde cada región tuviera autonomía presupuestaria (algo inspirado en el proceso estadounidense), y Bolívar prefería un gobierno centralista con concentración del poder en una sola persona. Otro principio jesuítico.
Este era el conflicto cuando fue convocada la Convención de Ocaña de 1828, donde se buscaba reformar la constitución boliviana de 1821. Una minoría bolivariana, 17 contra 54 santanderistas, logró sabotear la decisión democrática de la mayoría. Las reuniones de la convención estuvieron cargadas de insultos y amenazas… la Gran Colombia quedó dividida en dos bandos opuestos, bolivarianos y santanderistas, y Bolívar asumió como dictador. Pronto, el “Libertador” colocó nuevamente la educación en manos de los Jesuitas de la Iglesia Católica, reforzando su poder político y financiero para que el clero, a su vez, lo apoyara a él; subió los impuestos (tributos) a los indígenas y benefició grandemente los intereses de los aristócratas latifundistas, que eran de su misma clase.
Francisco de Paula Santander, un civilista por excelencia. No obstante, perdió frente a la presión masónica del papado.
Francisco de Paula Santander, un civilista por excelencia. No obstante, perdió frente a la presión masónica del papado.
Así, surgió nuevamente la guerra civil de la cual salió fortalecida la iglesia Católica y, como no, las clases dominantes que consolidaron su poder apoyadas por el clero.
Básicamente, durante la Gran Colombia, la iglesia católica había perdido su control directo sobre el sistema educativo. Aunque durante el gobierno de Santander, él expropió a los jesuitas del Colegio Mayor de San Bartolomé y éste pasó a manos del Estado, a los sacerdotes se les permitió seguir enseñando y se utilizaban métodos jesuitas para la enseñanza; fue evidente para los éstos que si no lograban retomar el control del sistema educativo, pronto quedarían excluidos de éste. La Universidad Central fue creada y se nombró como rector al conservador católico Rufino Cuervo Barreto y como vicerrector a su primo, el obispo Silvestre Indalecio Barreto y Martínez; se fundaron universidades públicas.
Sin embargo, como también vimos antes, la posición de Santander cambió durante un posterior gobierno suyo (1832-1835) debido a la presión directa que ejerció el Papa quien aceptó reconocer la independencia de Colombia siempre y cuando Santander no tocara los privilegios de la Iglesia. Santander claudicó y, así, todo tuvo un buen resultado para los jesuitas.
Por otro lado, si bien Bolívar intentó congraciarse con la Compañía de Jesús, ellos jamás le perdonaron su intentona para librarse del control de la Orden. Aunque en los años de su dictadura –que fueron los últimos de su vida- Bolívar había restituido el control total de la educación a la Iglesia, amén de las prebendas ya mencionadas, el 17 de diciembre de 1830, finalmente, Simón Bolívar, el gran tirano de Sudamérica, muere traicionado por los mismos a quien él intentó traicionar. La masonería invisible, la de los altos rangos que controlan el Vaticano, el capital y la política internacional, no le perdonaría a Bolívar su tentativa de prevaricación contra ellos: sus patrocinadores.
Muchas personas e investigadores creen erróneamente que la masonería y la Iglesia Católica son acérrimas enemigas. Pero eso no es cierto, es un ardid. Lo real es que la alta masonería (llámelos Iluminatti, Club Bilderberg, masonería invisible, etc) controlan prácticamente todos los estamentos de poder supranacionales: La ONU, HRW, el Concejo de Relaciones internacionales de Estados Unidos, el Banco Mundial, la Comisión Trilateral y muchas organizaciones más entre las que se encuentra –por supuesto- el Vaticano.  Dentro de la Iglesia Católica, los jesuitas son el cuerpo especial que decide sobre las finanzas de la Santa Sede, controla al papa y guía su política internacional de tal manera que responda a los intereses que persiguen el control total.
Dentro de esa dinámica, los jesuitas de alto rango –que pertenecen a las entrañas del poder- han fungido
Adam Weishaupt, jesuita fundador de los Iluminatti
Adam Weishaupt, jesuita fundador de los Iluminatti
coordinadamente como asesores espirituales de gobernantes, y han definido en muchísimos casos el rumbo que ha tomado la historia. Los jesuitas de alto rango, que casualmente son de origen judío, igual que el fundador de la Orden –Ignacio de Loyola- y que el creador de los Iluminati, Adam Weishaupt, quien, el 1 de Mayo de 1776,  fundó la Orden de los Iluminati en el antiguo fuerte Jesuita de Bavaria. Ya tendremos oportunidad de profundizar en esto.
Los jesuitas, que nunca han dejado de vengar sus expulsiones en los países donde ha sucedido, tampoco dejaron de ejecutar su desquite contra Colombia. El sueño de controlar las naciones tampoco ha claudicado, y por eso vemos que las banderas del expansionismo siguen ondeando bajo el discurso de Hugo Chávez quien aspira, con una clarísima política jesuítica, revivir la Gran Colombia para llevar las cinco naciones –bajo las banderas socialistas del Vaticano- a ofrecerlas como ofrenda expiatoria al papa nazi Ratzinger. Sí.. como dijo, Schmaus, el prelado alemán en tiempos de Hitler, “las leyes del nacional socialismo y las de la Iglesia Católica tienen el mismo objetivo”. No es casualidad que Ratzinger haya sido seguidor de Hitler. No es casualidad que Chávez sea un socialista católico, represor de las libertades individuales. No es casualidad que la revolución bolchevique haya sido diseñada por la Orden, con el auspicio financiero de los judíos Rothschilds.  En realidad, nada ocurre por casualidad.
Así, en el año de 1831, después de la muerte de Bolívar y disuelta la Gran Colombia, nace la Nueva Granada. Doce años después de la batalla de Boyacá aún no había ocurrido la independencia de los pobres, no se habían roto sus cadenas, ni jamás se romperían. Con una Iglesia Católica reforzada y aliada con las clases dominantes para continuar con la subyugación de los pobres, los ideales de verdadera libertad y democracia se diluyeron de inmediato dejando vigente la misma estructura económica y social de la Colonia. La única diferencia fue el cambio de mando de los europeos a los criollos, los oligarcas nacidos en suelo americano. Todo el armazón de dominación siguió intacto: los privilegios de clase, los diezmos a la iglesia católica, los monopolios, la dominación de la oligarquía y su derecho para legislar y para establecer las condiciones económicas, políticas y sociales que redundaran en su propio beneficio y que aseguraran su permanencia en el poder durante generaciones hegemónicas, todo eso sirvió a los propósitos del Vaticano que pudo dominar fácilmente a los nuevos dueños de las repúblicas.
Nada había cambiado. Los jesuitas habían ganado de nuevo.

HISTORIA DEL SOCIALISMO III – Los jesuitas en Colombia

La guerra de la Independencia, una guerra de élites por el poder
La guerra de la Independencia, una guerra de élites por el poder
 Los monarcas europeos y los jesuitas se congregaron para definir su plan de acción en contra de las nuevas naciones “libres”. Se reunieron en Viena y precisaron volver a encontrarse en dos congresos más.
Por Ricardo Puentes Melo

Como ya hemos visto hasta aquí, la Independencia surgió debido al descontento de la aristocracia criolla que buscaba una serie de prebendas que les eran negadas por el virreinato. No es cierto que, como nos lo han enseñado los historiadores eclesiales, la independencia haya surgido de las entrañas del pueblo iletrado y pobre. Mírese por donde se mire, desde el mismo movimiento comunero, la lucha ha estado liderada e ideada por apellidos de familias poderosas que aún hoy se mantienen vigentes en el dominio. Berbeo, Plata, Monsalve, Nariño, Caldas, Acevedo y Gómez, Torres, Vargas, Zea, Galán, entre otros, todos eran apellidos prestantes y de familias adineradas.
Durante los pocos años de la Gran Colombia, el Estado siguió permitiendo el cobro del diezmo y tributos para la manutención del clero. La única medida radical que se tomó fue la supresión de la Inquisición con la subsecuente transferencia de sus bienes y rentas a manos del Estado.
El episodio del florero de Llorente, planeado por las élites neogranadinas
El episodio del florero de Llorente, planeado por las élites neogranadinas

HISTORIA DEL SOCIALISMO II

El papel de la Compañía de Jesús
Muchos de ellos se presentarán bajo más disfraces de los que haya usado jamás un jefe de los bohemios: como impresores, escritores, editores, maestros de escuela, etc. Si alguna asociación de personas ha merecido condenación eterna en esta tierra y en el infierno, es esta Sociedad de Loyola. Sin embargo, debido a nuestro sistema de libertad religiosa, sólo podemos ofrecerle refugio”.
Por Ricardo Puentes M.

Los jesuitas han jugado un papel muy importante en la creación y establecimiento del comunismo en el mundo. Desde su llegada al continente americano de mano de las coronas española y portuguesa, fieles al papa, los jesuitas se involucraron activamente en las políticas internas y externas de los países donde estaban, afectando negativamente las condiciones de vida de los pueblos y haciendo un esfuerzo feroz para que las ideas renovadoras del racionalismo y la ciencia no llegaran a sus dominios ya que esto haría muy difícil la permanencia de su yugo sobre tales naciones.
Los jesuitas participaban y controlaban todas las áreas de la vida de los individuos. Política, educación, religión,
Religión, política y dominación
Religión, política y dominación
asesoría matrimonial.. nada escapaba a su influjo. La economía tampoco. Se consagraron al comercio y a la bolsa de valores. Incluso su Colegio Romano, rector de los colegios y universidades jesuitas en el mundo, se dedicó a hacer grandes cantidades de telas en Macerata, Italia, que luego vendía a cómodos precios por todo el mundo donde tenían dominio. Sus negocios en la India y en América eran prósperos e influyentes. A ellos no les molestaba defender la causa de los esclavos negros en Cartagena de Indias y, al mismo tiempo, tener vastas plantaciones en Martinica, cultivadas por esclavos negros. Esa ha sido una constante del Vaticano. Nunca han despreciado la oportunidad de obtener ganancias económicas mediante sus conquistas “espirituales”. Tal y como sucedió en Paraguay –con las famosas Reducciones- y en otras partes del mundo, los jesuitas aprovechaban al máximo la mano de obra de los paganos o, como diría Hitler (al servicio del papa), la mano de obra de las castas inferiores para hacerlos trabajar gratis.


Los hijos de Loyola tenían refinerías de azúcar, minas de plata, plantaciones de cacao, fábricas de alfombras, haciendas ganaderas, servicios de préstamos, etc. Igual que hoy: son dueños de bancos, empresas de televisión, periódicos, industrias, equipos de fútbol, equipos de básquetbol y de béisbol, editoriales, sellos discográficos y, por supuesto, también controlan los principales partidos políticos. Están en todas partes, ya sea mediante fundaciones y organizaciones no gubernamentales “sin ánimo de lucro” que defraudan al fisco, o como columnistas obligados en los grandes periódicos; pueden estar al lado del presidente y, al mismo tiempo, asesorando a la oposición ideológica y armada.
El Arzobispo Duarte Cancino, asesinado por las FARC
El Arzobispo Duarte Cancino, asesinado por las FARC
En Colombia conocimos el caso del arzobispo Isaías Duarte Cancino (asesinado por las FARC), miembro del “grupo de los seis”, quienes controlan y orientan el accionar de los paramilitares, y él mismo asesor espiritual del jefe de las AUC Carlos Castaño; también sabemos del cura jesuita Francisco de Roux, cercano a la izquierda, cuyo hermano es cabecilla del Polo Democrático, partido político de orientación socialista que es apoyado por la guerrilla de las FARC. Los de la Conferencia Episcopal, bien puede un día estar asesorando al presidente Uribe y, al siguiente, alojar como invitado al guerrillero Granda para luego acompañarlo a Cuba donde Fidel,  a quien le estrecha la mano y le da el parte de victoria.
Una de las maniobras que usaban los jesuitas durante la Colonia para estafar al fisco, se evidenció en la conocida historia de las famosas cajas de chocolate que eran ingresadas por la Orden a Europa. En realidad, las cajas no contenían chocolate sino oro en polvo. Por algo, el obispo Palafox, enviado por el papa Inocencio VIII como visitador apostólico, le escribió al pontífice que: “toda la riqueza de Sudamérica está en manos de los jesuitas”.
Fue precisamente la inmoralidad y la codicia de la Orden, sus intrigas políticas y sus frecuentes crímenes, lo que les ha ganado que una y otra vez sean expulsados de los países donde han sido acogidos. En Paraguay, por ejemplo, donde instituyeron las Reducciones (comunas) de indios guaraníes bajo su control total, los jesuitas habían hecho el ensayo de lo que posteriormente instaurarían en Rusia: el comunismo.
El provincial jesuita Francisco de Roux liderando una marcha contra el presidente Alvaro Uribe
El provincial jesuita Francisco de Roux liderando una marcha contra el presidente Alvaro Uribe
Fue allí donde los jesuitas armaron por primera vez una guerrilla revolucionaria. Sucedió así:
España y Portugal firmaron un tratado en 1750 para establecer los límites de sus colonias en Sudamérica. El tratado firmado le concedía a Portugal el territorio donde, precisamente, los jesuitas trabajaban explotando y esclavizando a los indios guaraníes. Los jesuitas no iban a renunciar tan fácilmente a sus dominios y sus vastas plantaciones, así que armaron a sus conversos guaraníes y libraron una prolongada guerra de guerrillas que finalmente obtuvo la victoria para los jesuitas ganando ese territorio “para la corona española”. ¿Por qué no movieron sus influencias para que el rey de Portugal los dejara seguir con su negocio..? Pues porque el primer ministro de Portugal, el marqués de Pombal, a pesar de ser discípulo de jesuitas, había acogido ideas de filósofos franceses e ingleses que eran contrarios al papado. Poco después de finalizada la guerra en Paraguay, el marqués expulsó a todos los jesuitas de Portugal y sus dominios, y logró que el papa Benedicto XIV investigara a la Compañía de Jesús.
Plantaciones esclavistas de los jesuitas en Martinica
Plantaciones esclavistas de los jesuitas en Martinica
El error de los Jesuitas en Paraguay, dejándose llevar por su codicia, tuvo fuertes repercusiones en Europa que llevó a la Orden al borde de su desaparición. Lo de Portugal tuvo un efecto dominó. En Francia se confiscaron sus propiedades, en España los Borbones prohibieron todos los establecimientos de los jesuitas en la península y en sus colonias. Los gobiernos de Parma, Nápoles y Malta los desterraron. El rey Carlos III apresó a 6.000 jesuitas y los envió al papa Clemente XIII quien estaba siendo presionado por las principales cortes europeas para que suprimiera la Orden.  “Por fortuna” para los jesuitas, cuando el papa Clemente XIII estaba a punto de acceder a esa exigencia, y había ya convocado un consistorio donde anunciaría a los cardenales su decisión de suprimir definitivamente la Orden, el pontífice murió envenenado.
Pero el papa Clemente XIV, el sucesor del difunto, finalmente firmó la disolución en 1773. Poco después, este papa también murió envenenado.
Así, los jesuitas, aunque legalmente no existían, siguieron funcionando en Rusia, el único país que no los había proscrito. Conocido es de todos que el zar era defensor de la libertad religiosa. Los jesuitas lo enfrentaron por este motivo, buscando que la educación de los rusos quedará en sus manos. Lograron convertir al catolicismo a varios miembros de la familia del zar, y algunos de sus ministros, y todo esto llevó al zar a firmar el decreto que los expulsaba de Rusia, en diciembre de 1815. Finalmente, en 1820 los desterraron de toda Rusia. Pero ellos juraron volver. Como en efecto lo hicieron vengándose sobre la casa del zar: trajeron la revolución bolchevique a Rusia y sumieron al valiente pueblo ruso en la esclavitud socialista, misma que habían ensayado ya en Paraguay.
Los jesuitas en el siglo XIX. Durante los años de su proscripción, los jesuitas permanecieron en el anonimato y se mezclaron con el clero común y con otras órdenes, lo cual los ayudó a sobrevivir. Siguieron viviendo en Francia, Austria, España e Italia. En 1794, en Bélgica, fundaron la Sociedad del Sagrado Corazón, un cuerpo docente, e instituyeron órdenes alternas, como la de los Hermanos de la Fe, que en 1799 se fusionarían, uniéndose a su vez con los jesuitas rusos. Poco a poco fueron cobrando vida de nuevo, para desventura de las naciones.
Napoleón I, coronado
Napoleón I, coronado
La Revolución Francesa le dio un nuevo aire a la Compañía de Loyola. Las monarquías, temerosas de que lo sucedido en Francia les ocurriera a ellos, recurrieron de nuevo a los jesuitas ya que sabían de sus capacidades para manipular a las masas. El mismo Napoleón I, quien había prometido que bajo su imperio no habría cabida para los jesuitas, una vez coronado como emperador, se valió de la ayuda de ellos para el establecimiento de un sistema educativo que mantuviera al pueblo sometido y alejado de las ideas revolucionarias protestantes.
Los jesuitas idearon la famosa “Congregación”, una hermandad precursora del Opus Dei, formada por eclesiásticos y laicos prestantes que lograron colocarse en posiciones influyentes en el ejército, la docencia, la administración, el comercio y la magistratura. La Congregación realizaba “misiones” a diferentes partes, incitando al pueblo a la rebelión y a la defensa armada de los intereses del papa. Cualquier parecido con el partido comunista clandestino colombiano, no es mera coincidencia.
En resumen, durante todo el siglo XIX, la Orden sufrió muchos altibajos. Fue expulsada y restituida varias veces en diferentes países. Donde quiera que los defensores de la mentalidad liberal ganaban el poder político, de allí eran expulsados; pero si ganaban los conservadores, nuevamente eran reestablecidos.
En países donde el protestantismo era mayoría, increíblemente los jesuitas vivían en relativa calma. Y esto se debía a que en esas naciones esa maléfica organización no podía –en esa época- ejercer control político ni financiero. Estos países donde permanecieron sin ser molestados fueron: Estados Unidos, Inglaterra, Suecia y Dinamarca.
Pero en estos países los jesuitas también encontraron la forma de influir. Paulatinamente, de manera serpentina, desplegaron una actividad constante y fructífera, gracias a que no eran restringidos por la ley, y penetraron todos los estamentos religiosos, políticos y económicos de estas naciones protestantes.
John Adams
John Adams
John Adams, el presidente de la Unión, le escribió en 1816 a Thomas Jefferson: “Muchos de ellos se presentarán bajo más disfraces de los que haya usado jamás un jefe de los bohemios: como impresores, escritores, editores, maestros de escuela, etc. Si alguna asociación de personas ha merecido condenación eterna en esta tierra y en el infierno, es esta Sociedad de Loyola. Sin embargo, debido a nuestro sistema de libertad religiosa, sólo podemos ofrecerle refugio”.
Los temores de Adams estaban justificados. Los jesuitas, cien años después, ya controlaban la política estadounidense, colocando presidentes que han servido a sus fines, como Clinton, Roosevelt, Barack Obama y otros más de los cuales ya hablaremos. Los jesuitas lograron, gracias a su control sobre la educación de Sudamérica y otras partes del mundo, que los niños y jóvenes odiaran todo lo que encarnaba el ideal de la Constitución de los Estados Unidos: las libertades individuales. No es gratuito el odio visceral hacia todo lo que tenga color gringo. Y es que esta tenebrosa orden, controlando los grandes capitales norteamericanos, ha hecho que sus empresas siembren el terror y exploten la mano de obra de latinoamericanos en nuestra propia tierra logrando el objetivo doble de lucro para ellos y odio hacia el pueblo norteamericano común y sus ideas protestantes. Ese es el modus operandi de ellos.
Así, en el siglo XIX, la Orden pudo mantener su control en los sistemas educativos de los países bajo su influencia. En la próxima entrega haremos un paréntesis de la situación de los jesuitas en el mundo, y veremos qué sucedía en Colombia después de la guerra de Independencia.

HISTORIA DEL SOCIALISMO II

El papel de la Compañía de Jesús
Muchos de ellos se presentarán bajo más disfraces de los que haya usado jamás un jefe de los bohemios: como impresores, escritores, editores, maestros de escuela, etc. Si alguna asociación de personas ha merecido condenación eterna en esta tierra y en el infierno, es esta Sociedad de Loyola. Sin embargo, debido a nuestro sistema de libertad religiosa, sólo podemos ofrecerle refugio”.
Por Ricardo Puentes M.

Los jesuitas han jugado un papel muy importante en la creación y establecimiento del comunismo en el mundo. Desde su llegada al continente americano de mano de las coronas española y portuguesa, fieles al papa, los jesuitas se involucraron activamente en las políticas internas y externas de los países donde estaban, afectando negativamente las condiciones de vida de los pueblos y haciendo un esfuerzo feroz para que las ideas renovadoras del racionalismo y la ciencia no llegaran a sus dominios ya que esto haría muy difícil la permanencia de su yugo sobre tales naciones.
Los jesuitas participaban y controlaban todas las áreas de la vida de los individuos. Política, educación, religión,
Religión, política y dominación
Religión, política y dominación
asesoría matrimonial.. nada escapaba a su influjo. La economía tampoco. Se consagraron al comercio y a la bolsa de valores. Incluso su Colegio Romano, rector de los colegios y universidades jesuitas en el mundo, se dedicó a hacer grandes cantidades de telas en Macerata, Italia, que luego vendía a cómodos precios por todo el mundo donde tenían dominio. Sus negocios en la India y en América eran prósperos e influyentes. A ellos no les molestaba defender la causa de los esclavos negros en Cartagena de Indias y, al mismo tiempo, tener vastas plantaciones en Martinica, cultivadas por esclavos negros. Esa ha sido una constante del Vaticano. Nunca han despreciado la oportunidad de obtener ganancias económicas mediante sus conquistas “espirituales”. Tal y como sucedió en Paraguay –con las famosas Reducciones- y en otras partes del mundo, los jesuitas aprovechaban al máximo la mano de obra de los paganos o, como diría Hitler (al servicio del papa), la mano de obra de las castas inferiores para hacerlos trabajar gratis.

Tuesday, September 6, 2016

Las memorias de Joaquín Balaguer

Aníbal Romero reseña las memorias de Joaquín Balaguer, ex-colaborador del dictador Rafael Trujillo y ex presidente de República Dominicana.

Aníbal Romero es profesor de ciencia política en la Universidad de Simón Bolívar.
Una vez escuché decir a un ex presidente venezolano que “los políticos escriben sus memorias cuando han perdido la memoria”. Hay bastante de verdad en la sarcástica aseveración. Ahora bien, en no pocas ocasiones las memorias políticas son relevantes fuentes históricas, que si bien no interpretan con objetividad en todos sus aspectos los hechos comentados, pueden al menos, y en el peor de los casos, ser útiles como pistas para analizar la psicología de quienes las escriben.



Lo que debe exigirse de unas memorias políticas es que se apeguen a la que fue línea editorial de la BBC de Londres durante la Segunda Guerra Mundial: jamás decir mentiras, pero no necesariamente decir siempre toda la verdad. En tal sentido, carezco del suficiente conocimiento de la historia moderna de la República Dominicana en general, y de la extensa y compleja carrera política de Joaquín Balaguer (1906-2002) en particular, para hacer un juicio ponderado de los contenidos propiamente históricos de sus memorias, inicialmente publicadas el año 2000 y varias veces reimpresas. El libro cayó en mis manos y lo he leído con genuino interés. En primer lugar pues no es común que los políticos latinoamericanos, y en especial uno de tan larga y polémica trayectoria como la que tuvo Balaguer, escriban memorias; y en segundo lugar por las consideraciones que realiza el autor sobre algunos temas de la lucha política y la existencia personal, que han llamado mi atención y merecen un comentario.
Insisto que no es mi propósito polemizar en torno a la figura de Balaguer y sus ejecutorias políticas. Al respecto se nos ofrece una amplia y controversial literatura, que el lector puede consultar si lo desea. Como es sabido, Balaguer se desempeñó en diversos y relevantes cargos públicos durante la llamada “era de Trujillo” (1930-1961), tiempos de una feroz tiranía que ensangrentó la tierra dominicana. Luego del asesinato de Trujillo en mayo de 1961, momento en que Balaguer ocupaba la Presidencia nominalmente, este enigmático y elusivo personaje dio inicio a otra larga etapa de acción política que le condujo a ejercer de nuevo la Presidencia de su país seis veces, sufriendo su final derrota electoral el año 2000 con más de 90 años encima y prácticamente ciego.
Conviene distinguir entre las memorias políticas y las autobiografías propiamente dichas. Desde luego, no se trata de géneros literarios antagónicos, sino con frecuencia complementarios. Algunas memorias, como las del general De Gaulle y Henry Kissinger, entre otras, aportan elementos de gran valor histórico, pero más bien escasas reflexiones puramente personales. Las obras estrictamente autobiográficas escritas por políticos, como es el caso del extraordinario libro de Churchill, My Early Life, publicado en 1930, narra las peripecias de su autor desde su nacimiento hasta 1902, aproximadamente, y está lleno de pasajes que revelan el carácter y temperamento de quien se convertiría en uno de los más grandes estadistas del siglo XX. Pero en realidad, My Early Life no es un libro introspectivo, sino un retrato del ímpetu expansivo de Churchill, en contacto con las vicisitudes de la acción. Una excelente memoria política en sentido estricto es la de Alexis de Tocqueville, titulada justamente Souvenirs (1893), que de nuevo se centra en el análisis de eventos, en este caso la revolución de 1848 en Francia, pero no procura explorar a fondo los claroscuros de la conciencia individual.
Podrían citarse otras, y si bien no pretendo colocar el libro de Balaguer en el mismo plano que las obras antes mencionadas, en cuanto a su calidad literaria se refiere, tampoco desmerezco sus Memorias de un cortesano en la Era de Trujillo, que ocupa un punto medio entre la memoria política y la autobiografía. El libro narra y analiza eventos y es también un ejercicio de autoevaluación personal, guiado por un espíritu alerta y comedido. Están bien escritas, aunque a veces en estilo un tanto ampuloso y con sabor a otra época. Lo que más atrajo mi interés fueron, de un lado, sus motivaciones al escribirlas, tal y como las he percibido; y de otro lado las contradicciones que sobre diversos asuntos exhibe su autor. En cuanto a lo primero, intuyo que las principales motivaciones del libro son la nostalgia y el intento de justificarse, mediante mesurada autocrítica. En cuanto a lo segundo, la contradicción esencial tiene que ver con la descarnada estimación que hace Balaguer tanto de la política como de la naturaleza humana, coexistiendo de manera paradójica con su implacable apego al poder y su afanosa dedicación por conquistarlo y preservarlo.
La nostalgia es una fuerza notable cuando avanzan los años y procuramos dar un sentido al camino andado. A ello se suma el creciente peso de los recuerdos de las fases iniciales, en las que forjamos el rumbo posterior de la vida adulta, de sus logros, dificultades, alegrías y desencantos. Se destacan las páginas en que Balaguer rememora su infancia, sus relaciones familiares, los atisbos de su vocación literaria y su encuentro con la política. Varias de las semblanzas que realiza sobre personajes que conoció en la vida pública resultan agudas y trazadas con pluma ágil, provista de un soterrado sarcasmo que en ocasiones convierte presuntos elogios en afiladas dagas, que hieren hondamente pero de modo sutil.
Balaguer procura dibujar un perfil balanceado del dictador Rafael Leonidas Trujillo, una tarea desafiante que podría escaparse de las manos a personas aún menos comprometidas de lo que el propio Balaguer estuvo con el déspota. Afirma Balaguer que Trujillo “no fue el tipo común del dictador latinoamericano”, que no se trató del “dictador ilustrado” al estilo del Dr. Francia en Paraguay o de García Moreno en el Ecuador, pero tampoco fue “del tipo del capataz montaraz, a la usanza de Cipriano Castro y de Juan Vicente Gómez” en Venezuela. A decir verdad, no obstante, los diversos pasajes en que Balaguer describe a Trujillo le asemejan al resto de tiranos que han plagado la historia de América Latina.
Balaguer no ahorra palabras para plasmar en su obra la magnitud de la claudicación ética, ante la que él y muchos otros sucumbieron durante esos treinta años de oprobio: “Los hombres más obligados, por razones de educación y por otros motivos no menos legítimos, a defender sus fueros individuales, incurrimos entonces en actos de sumisión sin precedentes en la historia de ningún otro país latinoamericano” (p. 103, edición de 2008). ¿Y ello por qué? Llegado al punto de explicar qué le llevó a someterse, el autor nos dice que “la política pone una venda en los ojos de los hombres y los convierte muchas veces, inconscientemente, en instrumentos dóciles de causas que en lo íntimo de su ser rechazan como incompatibles con sus sentimientos más elementales”. Sostiene además que en los países que viven bajo regímenes autocráticos, “la conciencia de la responsabilidad individual se atenúa para diluirse finalmente en la responsabilidad colectiva… El individuo… empieza a justificarse a sí mismo con la excusa de que el mal es aceptado por toda la sociedad, congraciada con el despotismo como un mal necesario” (pp. 113-114). Balaguer insiste en que no es su intención “justificar con esos razonamientos la responsabilidad moral que pueda caberme por mi participación durante 30 años en el régimen dictatorial de Trujillo”, sino más bien “explicarme a mí mismo y a los que en el futuro me lean, el porqué de mi pasividad ante hechos y situaciones en pugna con los dictados de mi conciencia y con los sentimientos que gobiernan moralmente mis ideas” (pp.114-115).
Busqué en vano en las páginas del libro una explicación satisfactoria, aunque no es difícil imaginar la carrera política del autor como otra manifestación de la ambición y orgullo humanos. En el caso de Balaguer, en particular, se expresa una contradicción entre su clara conciencia sobre las limitaciones y flaquezas de la condición humana y de la acción política, por una parte, y por la otra su afanosa y obsesiva persecución del poder. Se palpa además una severa tensión entre un temperamento aparentemente sereno y ponderado, de un lado, y del otro una personalidad férrea pero templada por el permanente dominio de sí mismo, en lo que debió ser un duro ejercicio diario de autocontrol. Sin jamás levantar la voz, cumpliendo a cabalidad y sosegadamente sus deberes burocráticos, intentando pasar desapercibido en numerosas circunstancias, vistiendo regularmente con trajes oscuros, blancas y bien planchadas camisas y sobrias corbatas, Balaguer sobrevivió, tal parece que sin ser humillado por el tirano, a través de la larga y vejatoria dictadura trujillista, y después se impuso sobre un entorno que exigía finos y afilados instintos políticos.
Balaguer fue también un intelectual que cultivó la poesía, la narrativa y el ensayo histórico. Como tantos otros intelectuales latinoamericanos se vio tentado y conquistado por la ambición política. Atribuyo este hecho recurrente a la inestabilidad de nuestros países, donde los vaivenes y la precariedad de la existencia convierten el poder en moneda corriente y a veces casi única del prestigio y el reconocimiento. Recuerdo en tal sentido mi experiencia de vida en Inglaterra, país donde los políticos y el poder político son comúnmente vistos con cínico sentido del humor y no poco desdén. Allí las conversaciones sobre política pueden fácilmente adquirir el carácter de gestos de mal gusto y expresiones de una educación deficiente. Esto es propio de sociedades estables, de sociedades en las que la continuidad institucional tiende a mayores equilibrios. En nuestros países latinoamericanos, con pocas y temporales excepciones, los poderosos acaban siendo árbitros de ámbitos muy amplios, absorbiendo, distorsionando y descarrilando diversas y legítimas ambiciones.
Fue por cierto un gran inglés, el brillante parlamentario conservador J. Enoch Powell, quien aseveró que “todas las carreras políticas, a menos que por un viraje del destino sean truncadas a mitad de camino, terminan en fracaso”. Como anoté anteriormente, no dispongo de suficientes elementos de juicio para pronunciarme con certeza acerca del periplo vital y político de Joaquín Balaguer. Sus críticos le acusan con severidad y sus defensores elogian lo que consideran fueron sus aportes, luego del fin de la “era de Trujillo”, orientados a encaminar a su país hacia otra etapa histórica, minimizando pugnas y rencores. A fin de cuentas fue un caudillo civil, un personaje de rasgos poco usuales en el panorama político de nuestra tormentosa región caribeña y latinoamericana. Sobre el personaje me aventuro a formular la siguiente crítica: no supo retirarse a tiempo, y durante su excesivamente largo camino asfixió en su país la necesaria renovación de rostros y generaciones que demanda la política.
¿Escribió mentiras Balaguer en sus memorias? No puedo determinarlo, pero ciertamente no dijo siempre toda la verdad. El libro contiene una página que el autor dejó deliberadamente en blanco. Dicha página tendría que incluir en su momento la versión del autor acerca del asesinato del periodista de izquierda dominicano Orlando Martínez Howley, hecho acaecido en 1975, tiempo en que Balaguer ejercía la Presidencia de la República. Dice Balaguer en su libro que encargó a una persona de su confianza para que, luego de su muerte, incluyese el texto correspondiente en nuevas ediciones de la obra. Balaguer falleció en 2002. La edición que he comentado es de 2008, y la página sigue en blanco.

Las memorias de Joaquín Balaguer

Aníbal Romero reseña las memorias de Joaquín Balaguer, ex-colaborador del dictador Rafael Trujillo y ex presidente de República Dominicana.

Aníbal Romero es profesor de ciencia política en la Universidad de Simón Bolívar.
Una vez escuché decir a un ex presidente venezolano que “los políticos escriben sus memorias cuando han perdido la memoria”. Hay bastante de verdad en la sarcástica aseveración. Ahora bien, en no pocas ocasiones las memorias políticas son relevantes fuentes históricas, que si bien no interpretan con objetividad en todos sus aspectos los hechos comentados, pueden al menos, y en el peor de los casos, ser útiles como pistas para analizar la psicología de quienes las escriben.


Tuesday, August 23, 2016

Modernos antimodernidad

Macario Schettino señala que en América Latina los gobernantes se valieron de una inmensa desigualdad en el siglo XX para mantener privilegios que siguieron (y en algunos casos continúa) dificultando la movilidad económica.

Macario Schettino es profesor de la División de Humanidades y Ciencias Sociales del Tecnológico de Monterrey, en la ciudad de México y colaborador editorial y financiero de El Universal (México).
Hace 500 años, todos los humanos vivían mal. La diferencia de ingreso y riqueza entre países era pequeña, pero entre personas era inmensa. Quien nacía noble, tenía privilegios inalcanzables e inimaginables para quien nacía campesino. Cambiar la situación determinada por el nacimiento era prácticamente imposible, salvo muy raras excepciones asociadas a lo militar, y en menor medida, a lo religioso. Había un orden 'natural', que en Europa se asociaba al cristianismo, que legitimaba a reyes y señores, y mantenía tradiciones que servían para la serenidad de la población.



Las cosas empezaron a cambiar, especialmente en Países Bajos, donde los ciudadanos (es decir, los que vivían en las ciudades) lograron enfrentar exitosamente ese orden, dando lugar a transformaciones que ahora llamamos capitalismo, república y democracia. El ejemplo (muy asociado a lo religioso) se extendió a otros países europeos, y en 1688 la casa reinante en Países Bajos 'prestó' una pareja real a Gran Bretaña. En el siglo siguiente la nueva forma de pensar abrió el espacio a los técnicos y a los mercados, y para fines del siglo XVIII el crecimiento ya era notorio. Crecimiento que desestabiliza, y que para mediados del siglo XIX todavía parece un proceso más bien empobrecedor. Pero pocos años después los resultados ya son evidentes: se vive mejor, terminan los estamentos, se amplía la franquicia electoral.
Para fines del siglo XIX, Países Bajos, Gran Bretaña (incluyendo Canadá, Australia y Nueva Zelanda), Estados Unidos, Francia, Alemania y el centro del imperio Austro-Húngaro son economías que producen mucho más que el resto del mundo. En todas ellas, el gobierno se ha ido limitando y la opinión de las personas es cada vez más importante, especialmente a través del voto, que ya se ha ampliado a buena parte de los hombres (todavía falta un rato para que llegue a las mujeres). Más importante, en todos esos países, nacimiento no es destino. Puede ser difícil moverse de un estadio a otro, pero no es imposible, como lo era antes.
Ese proceso no ocurrió en el viejo Imperio Español. Primero, porque nos tocó la Contrarreforma; segundo, porque Felipe II fue el gran enemigo de la casa gobernante de Países Bajos, la casa de Orange; tercero, porque cuando Napoleón logró diseminar las ideas de las Revolución Francesa por toda Europa, nosotros optamos por independizarnos, para no sufrir la invasión de esas ideas exóticas: libertad, igualdad, fraternidad.
Precisamente por ello, la primera globalización, la ocurrida entre 1870 y 1914, que revolucionó la vida de los europeos, en América Latina fue el origen de unas pocas riquezas obscenas. El capitalismo de compadres, los mercados cerrados, la profunda discriminación racial que seguimos teniendo se construyó en esos años. No dejamos atrás la época previa a la modernidad, la enfatizamos.
En el siglo XX, los gobernantes en América Latina hicieron uso de esa inmensa desigualdad, porque salía barato repartirle mendrugos a los más pobres y negociar con los más ricos. Por eso seguimos siendo el continente más desigual del mundo. Por eso seguimos manteniendo privilegios. Por eso acá seguimos teniendo sociedades estamentarias, donde nacimiento sí es destino. Por eso el Pacífico sur en México (Guerrero, Oaxaca, Chiapas) es el espacio de la tragedia. Pero me dicen que proponerles la modernidad a esas entidades es 'colonización'. Que la postura reaccionaria de la CNTE tiene defensa. Que las tradiciones que los mantienen fuera de la democracia (usos y costumbres) y del desarrollo (economías de autoconsumo) son su esencia.
Me lo dicen personas de ingresos razonables y buenos estudios. Supongo que tienen razón.

Modernos antimodernidad

Macario Schettino señala que en América Latina los gobernantes se valieron de una inmensa desigualdad en el siglo XX para mantener privilegios que siguieron (y en algunos casos continúa) dificultando la movilidad económica.

Macario Schettino es profesor de la División de Humanidades y Ciencias Sociales del Tecnológico de Monterrey, en la ciudad de México y colaborador editorial y financiero de El Universal (México).
Hace 500 años, todos los humanos vivían mal. La diferencia de ingreso y riqueza entre países era pequeña, pero entre personas era inmensa. Quien nacía noble, tenía privilegios inalcanzables e inimaginables para quien nacía campesino. Cambiar la situación determinada por el nacimiento era prácticamente imposible, salvo muy raras excepciones asociadas a lo militar, y en menor medida, a lo religioso. Había un orden 'natural', que en Europa se asociaba al cristianismo, que legitimaba a reyes y señores, y mantenía tradiciones que servían para la serenidad de la población.


Libertad y riqueza en la historia

Por Armando Ribas

Mientras más leo los análisis políticos internacionales, más me siento preocupado por lo que considero la confusión reinante. Esa confusión surge evidentemente de la ignorancia colectiva respecto de la naturaleza, ética, política y jurídica del sistema que cambió la historia del mundo, y permitió la creación de riqueza por primera vez en la historia. Tanto así que como lo expone Wlliam Bernstein en su obra “The Birth of Plenty” (El Nacimiento de la Abundancia) en los 1500 años después de Cristo el ingreso per cápita en el mundo prácticamente no varió y fue solo a partir de mediados del siglo XVIII que comenzó el proceso de generación de riqueza. Ese hecho inusitado fue reconocido por el propio Marx que en el Manifiesto Comunista dice: “La burguesía en solo cien años de dominio ha creado más riquezas y más fuerzas productivas que todas la generaciones anteriores juntas”.


No obstante ese reconocimiento, lejos de considerarlo como un evento favorable a la humanidad lo descalificó éticamente como “capitalismo” en que se producía la explotación del hombre por el hombre.(SIC) Tal proyecto se considera entonces como un sistema económico, hoy más expuesto en el mundo a su descalificación por la izquierda apropiada de la ética en nombre de la supuesta búsqueda de la igualdad económica. Ese proceso de transformación se inició en Inglaterra a partir de la ignorada Glorious Revolution en 1688 que bajo la égida del pensamiento liberal de John Locke y más tarde influenciada por David Hume y Adam Smith lograra la llamada revolución industrial, de la cual se desconoce igualmente que su origen no es económico sino la consecuencia de la transformación del sistema político que entraña el reconocimiento de los derechos individuales. Ese proceso sin igual en la historia fue llevado a sus últimas consecuencias en Estados Unidos.
Es pertinente entonces analizar las fuentes que produjeron ese milagro histórico, pero antes debo igualmente explicitar el hecho de que otra de las confusiones del momento es considerar a Estados Unidos como un imperio. La historia nos muestra que los imperios se crearon a partir de la dominación de los estados vecinos, en un mundo en el que la guerra era la razón de ser de los estados. Creo que es evidente que esa no ha sido la historia de Estados Unidos. Así podemos ver que ha sido el único país en la historia que después de haber ganado una guerra, en lugar de pedir reparaciones a los vencidos les repara su economía. Y más aun, gracias a los Estados Unidos no somos nazis o comunistas.
A partir de esa confusión me atrevería a decir que Lenín está presente mediante su “Imperialismo Etapa Superior del Capitalismo”. En función de ella el odio a la denominada hegemonía americana se ha convertido en un determinante ideológico del acceso al poder en el llamado mundo civilizado en el cual me atrevería a considerar incluida América Latina. Es evidente que los Founding Fathers tomaron conciencia del pensamiento de David Hume contenido en su “De los Celos del Comercio” que diría que está hoy relativamente vigente por primera vez en la historia. Y así dijo: “Yo me aventuro a decir que el incremento de la riqueza y del comercio de cualquier nación, en lugar de herir, comúnmente promueve la riqueza de y el comercio de todos sus vecinos”. Creo que teniendo en cuenta esta realidad es que la China le sigue comprando los bonos de los Estados Unidos.
Aquí llegamos a otra confusión pertinaz que es el concepto mismo de democracia como el gobierno del pueblo y por el pueblo. Así se olvida la advertencia de Aristóteles al respecto cuando escribió: “Tan pronto como el pueblo se hace monarca, pretende actuar como tal, porque sacude el yugo de la ley y se hace déspota, y desde entonces los aduladores del pueblo tienen un gran partido” Es ahí que surge la demagogia y de ella se deriva el socialismo en la búsqueda del hombre nuevo. Pero esa advertencia fue tenida en cuenta por los Founding Fathers para constituir el sistema del Rule of Law. A tales efectos es pertinente rever el pensamiento de los Founding Fathers al respecto, que ha sido ignorado en el mundo y hoy parece olvidado en los Estados Unidos. Tanto así que ha aparecido en la figura del nominado candidato a la vicepresidencia Paul Ryan un intento de recordarlo. En primer lugar no puedo menos que empezar recordando las palabras de Thomas Jefferson: “Un despotismo electivo, no fue el gobierno por el que luchamos”. Gran parte de América Latina es hoy un ejemplo de esa tergiversación de la libertad del poder de las mayorías.
En ese sentido se pronunció claramente James Madison para distinguir el concepto de república de la democracia. Consecuentemente establece el principio de que las mayorías no tienen derecho a violar los derechos de las minorías, y por tanto se reconoce la primacía del derecho de propiedad, que como tal se considera el eje de la creación de riqueza. Igualmente Alexander Hamilton tomó conciencia de la problemática actual que como reconociera Nietche, socialismo y democracia serían la misma cosa. Así respecto a los supuestos derechos del pueblo, hoy a mi juicio también confundidos bajo el concepto de los derechos humanos, dice: “Una peligrosa ambición subyace detrás de la espaciosa máscara del celo por los derechos del pueblo”. Yo diría que esa peligrosa ambición representa hoy el sistema social demócrata europeo, hoy en crisis, que la izquierda hábilmente pretende considerar la crisis del capitalismo.
Ya debiéramos haber aprendido que cuando los derechos son del pueblo, Ud. no tiene derechos, pues la definición de los mismos queda a cargo del poder político, y el intento de desconocerlo en función de nuestro derecho individual, aparece como una violación de la democracia y aun la pretensión de un golpe de estado. Podemos ver entonces que la pretensión de la supuesta igualdad económica, hoy puesta de manifiesto en las palabras del presidente Obama, constituye la violación del derecho de propiedad, y asimismo esa ilusión que lleva al poder, es la generadora de la pobreza, y porqué no decirlo de la presente crisis europea. Asimismo es la violación de la necesaria limitación del poder político, ante la conciencia de la naturaleza humana.
Perdón por las citas, pero en ese sentido vale recordar el pensamiento de Alexis de Tocqueville, quien sostuvo que los economistas habían sido más culpables que los filósofos por el fracaso de la Revolución Francesa, pues para ellos no había derechos privados, sino solamente utilidad pública.(SIC). Y aquí nos encontramos con otra confusión histórica que es la creencia de que la Revolución Francesa fue la continuación de la Revolución Americana, cuando en la realidad fue su antítesis. Y tanto así que el propio Lenín consideraba que los bolcheviques eran los jacobinos del siglo XX. Y al respecto debo rescatar el análisis de Peter Drucker, quien en sus “Escritos Fundamentales” escribió: “Tan difundida y tan falaz como la creencia de que la Ilustración engendró la libertad en el siglo XIX, es la creencia de que la Revolución Americana se basó en los mismos principios que la Revolución Francesa”. En función de ese criterio he sostenido que el socialismo es la denominación que le diera el Iluminismo a la demagogia.
Así surgió en su oportunidad el fascismo, que en su versión moderna se le denomina capitalismo de amigos. Esta otra vez no es más que la consecuencia de la inseguridad jurídica interna, basada una en la supuesta pretensión igualitaria, que por supuesto determina la desigualdad política del poder absoluto en nombre del pueblo. Ante la ausencia de derechos surge la alternativa de la colusión frente a la posibilidad de las nacionalizaciones por el bien público. Por ello igualmente descreo del Iluminismo que a mi juicio a través de la razón generó el totalitarismo y así considero que socialismo fue la denominación otorgada a la demagogia prevaleciente en los sistemas del Estado de Bienestar.

Estoy convencido por tanto de que en la medida que sigamos ignorando la realidad histórica-política que he tratado de describir, nos encontramos ante el predicado de Séneca: “Para el que no sabe dónde va no hay viento favorable”. Así investido de democracia presenciamos la generación de pobreza a través del socialismo, que en Europa es democrático, y en América Latina tiende al totalitarismo fascista como fue la Europa de Hitler y Mussolini. Por favor sigamos el juicio de David Hume la historia es un aprendizaje y de ella se deriva la conciencia de la justicia de donde deriva la esencia de la libertad.