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Saturday, June 25, 2016

Peso mexicano cae por efecto Brexit: mercados en alerta

El peso se hundió frente al dólar en los mercados internacionales depreciándose 7.21%

depreciación del peso
El Secretario de Hacienda dijo esta mañana que la relación comercial con Gran Bretaña representa menos del 1% para México y que la depreciación del peso será temporal y no tendría mayor impacto en la economía mexicana. (Vox Populi)
El peso mexicano se depreció el viernes a un nuevo mínimo histórico luego de que el Reino Unido votó por abandonar la Unión Europea.
La moneda mexicana se hundió a 19.5225 por dólar en operaciones poco después de la medianoche hora local, una caída de 7.15 por ciento frente a los 18.22 pesos del precio referencial del jueves.
Posteriormente, el peso -que ha caído más de un 10 por ciento en lo que va del año- recortó parte de sus pérdidas y cotizaba en 19.09 unidades por divisa estadounidense, una baja de 4.77 por ciento.



Después de conocer el resultado del referéndum en Reino Unido, el tipo de cambio saltó a un nuevo máximo de 19.55 pesos por dólar. Dicho movimiento implica una depreciación de 7.25 por ciento, la más grande desde la quiebra del banco estadounidense Lehman Brothers, en octubre de 2008.
Esta caída de la moneda mexicana se acerca a las mayores devaluaciones ocurridas en la historia reciente, entre estas la ocurrida en 1994 tras el denominado “error de diciembre” cuando se dio una de las peores salidas de capitales de los últimos años y el peso se derrumbó 17% en solo dos días en los primeros días de la administración de Ernesto Zedillo.
Probablemente la devaluación más recordada es la que ocurrió en el sexenio de José López Portillo, cuando una caída en los precios del petróleo en 1981 agravó la salud de las finanzas públicas y pese a acuñar la frase de “defenderé el peso como un perro”, ante la salida de capitales, el gobierno se vio obligado a declararse en moratoria de pagos y devaluó la moneda de 27 a 38 pesos por dólar.

En ese momento, intentando controlar la situación, el gobierno decidió disminuir el gasto público, imponer controles a las importaciones, elevar las tasas de interés y decretar un aumento de los salarios. En su último informe de gobierno, acusó a los banqueros de gestar la crisis. Días después se presentaría una nueva devaluación para llegar a alrededor de 70 pesos por dolar.
Después de la salida de López Portillo, en el sexenio de Miguel de la Madrid, problemas de inflación y medidas para disminuir la deuda nacional llevaron al tipo de cambio a alcanzar la desorbitante cifra de 2,300 pesos por dólar.
Fuente: El Universal

Peso mexicano cae por efecto Brexit: mercados en alerta

El peso se hundió frente al dólar en los mercados internacionales depreciándose 7.21%

depreciación del peso
El Secretario de Hacienda dijo esta mañana que la relación comercial con Gran Bretaña representa menos del 1% para México y que la depreciación del peso será temporal y no tendría mayor impacto en la economía mexicana. (Vox Populi)
El peso mexicano se depreció el viernes a un nuevo mínimo histórico luego de que el Reino Unido votó por abandonar la Unión Europea.
La moneda mexicana se hundió a 19.5225 por dólar en operaciones poco después de la medianoche hora local, una caída de 7.15 por ciento frente a los 18.22 pesos del precio referencial del jueves.
Posteriormente, el peso -que ha caído más de un 10 por ciento en lo que va del año- recortó parte de sus pérdidas y cotizaba en 19.09 unidades por divisa estadounidense, una baja de 4.77 por ciento.


Thursday, June 23, 2016

2016: las elecciones mexicanas del descrédito

Ivonne Melgar
Ivonne Melgar es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM (México). Trabajó en unomásuno y en Reforma. Es reportera y columnista del periódico Excélsior, Grupo Imagen y Cadena Tres Noticias. Ha reporteado las actividades de Los Pinos (casa de gobierno de México) desde 2003. Es autora de la columna de análisis político Retrovisor que se publica todos los sábados en Excélsior.
La campaña electoral de 2016 se convirtió en una competencia de expedientes de corrupción, narcopolítica e historias personales inconfesables.
Los candidatos a las doce gubernaturas en disputa se concentraron en evidenciar las fortunas de sus adversarios y los excesos en el manejo de los recursos públicos de los mandatarios estatales.



A la narrativa de la canallesca electoral mexicana de 2016 se suma AMLO y su hermano Arturo López Obrador, quien dice apoyar al candidato del PRI al gobierno veracruzano, Héctor Yunes Landa. La descalificación del presidenciable de Morena de que ése es un acto acomodaticio de alguien sin ideales, y el anuncio de que “por eso ya no tengo hermanos”, es tan dramático como revelador de la mezquindad plural que hoy marca a la política mexicana.
De manera que los protagonistas de la temporada son los involucrados en las acusaciones que representantes del PRI, PAN y PRD se lanzaron en este proceso, particularmente en Veracruz, Tamaulipas, Oaxaca, Chihuahua y Durango.
Así que las elecciones de 2016 quedarán como aquellas que paralizaron al Senado en la tarea de concretar las leyes que darían sustento al Sistema Nacional Anticorrupción.
Y en el registro de los medios de comunicación, serán los comicios caracterizados por los destapes que los competidores hicieron de sus contendientes.
Pero más que una guerra de propaganda negra, atestiguamos decenas de piezas del rompecabezas que conforman el ejercicio del poder, historias de vida que vinculan a la corrupcion con los negocios, el conflicto de interés, la compra de bienes y los depósitos bancarios en el extranjero.
Le hemos llamado guerra sucia a esta forma de hacer campaña electoral. En estricto, son expedientes que nos muestran a una clase gobernante ocupada en retener el poder. No en ejercerlo.
Ha sido una campaña que ha consumado el descrédito de la política a cargo de los políticos.
En un primer plano, los perdedores de este proceso son los tres grandes partidos —PRI, PAN y PRD— enfrascados en un círculo vicioso de acusaciones mutuas de corrupción, pero incapaces de diseñar salidas para combatirla y castigarla.
Si nos limitamos a las historias que se lograron sembrar en la opinión pública, diríamos a manera de resumen caricaturesco que en Tamaulipas el narco tiene más fuerza que el INE, que en Veracruz no hay ni a quien irle, que en Oaxaca todos se sirven del erario con la cuchara grande y que los gobernadores hacen y deshacen a su antojo.
Pero la derrota de la legitimidad de una partidocracia que se ha desnudado corrupta y corruptora también arrasó en esta campaña electoral de 2016 con otros protagonistas del juego democrático.
Es evidente que los encuestadores dejaron de ser los centinelas de la competencia. No sólo porque la desconfianza de la gente descalifica sus reportes, sino porque el potencial votante les oculta deliberadamente sus intenciones.
Pero en esta guerra de lodo también salió herida la otrora disciplina del partido en el poder, en medio de una soterrada sucesión presidencial hacia 2018.
“La marca del PRI no vende”, susurran los priistas en una campaña en la que el logo de su instituto político tendió a desaparecer en la publicidad electoral y mientras su dirigente, Manlio Fabio Beltrones, afronta las dificultades propias de una estructura  infiltrada por distintos intereses. Pero la mala imagen del partido en el poder no se transformó en una oportunidad para la oposición que, pese a sumar fuerzas, está literalmente padeciendo a los independientes.
El asunto se agrava en estados donde los abanderados sin partido se llevarán rebanadas de diez puntos, una cuota que podría tener José Luis Barraza en Chihuahua y que le harían falta para ganar a Javier Corral.
Frente a esas vicisitudes de la partidocracia, se afirma que el gran ganador de la temporada será Morena y su líder y candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador.
Es cierto que los celebrados spots del frijol con gorgojo, del avión presidencial que “no tiene ni Obama” y de los tan ladrones unos como rateros los otros, se han visto reforzados por las acusaciones de corrupción de los candidatos del PAN, PRI y PRD. También es cierto que frente a los señalamientos de peculado, pederastia o cómplices del narco, AMLO puede seguir predicando como el purificador de la vida pública y repartidor de absoluciones, siempre y cuando la jueguen con él.
Pero esa narrativa del tabasqueño, ganadora mediáticamente hablando, se diluye cuando el pretendido abanderado de izquierda se muestra en su dimensión humana como un hermano al que sólo le importa su meta política y es capaz de darle la espalda a los suyos por el pecado de irle a un partido diferente.
Estupefactos habíamos escuchado el deslinde de Alejandro Murat, candidato del PRI al gobierno de Oaxaca, al prometer que su padre, el exgobernador de la entidad, se autoexiliará, que vivirá fuera del país.
Historias escalofriantes del poder. Porque mientras el hijo renegado promete ser diferente, las crónicas de la secrecía electoral cuentan que José Murat opera a distancia a favor de su crío.
A la narrativa de la canallesca electoral mexicana de 2016 se suma AMLO y su hermano Arturo López Obrador, quien dice apoyar al candidato del PRI al gobierno veracruzano, Héctor Yunes Landa. La descalificación del presidenciable de Morena de que ése es un acto acomodaticio de alguien sin ideales, y el anuncio de que “por eso ya no tengo hermanos”, es tan dramático como revelador de la mezquindad plural que hoy marca a la política mexicana.

2016: las elecciones mexicanas del descrédito

Ivonne Melgar
Ivonne Melgar es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM (México). Trabajó en unomásuno y en Reforma. Es reportera y columnista del periódico Excélsior, Grupo Imagen y Cadena Tres Noticias. Ha reporteado las actividades de Los Pinos (casa de gobierno de México) desde 2003. Es autora de la columna de análisis político Retrovisor que se publica todos los sábados en Excélsior.
La campaña electoral de 2016 se convirtió en una competencia de expedientes de corrupción, narcopolítica e historias personales inconfesables.
Los candidatos a las doce gubernaturas en disputa se concentraron en evidenciar las fortunas de sus adversarios y los excesos en el manejo de los recursos públicos de los mandatarios estatales.