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Tuesday, November 8, 2016

Nicaragua o el eterno retorno a la barbarie

Carlos Alberto Montaner considera que Nicaragua es el país más pobre de Hispanoamérica porque el país ha sido en varias ocasiones gobernado como una finca y no ha logrado desarrollar instituciones que fomenten el desarrollo.

Carlos Alberto Montaner es periodista y escritor cubano, residenciado en Miami, Florida.
El 6 de noviembre los nicaragüenses vuelven a las urnas. Probablemente reelijan a Daniel Ortega. Lo apoya una parte sustancial del país. El líder sandinista ha tomado todas las avenidas para que eso suceda. Primero modificó la Constitución para que la reelección inmediata fuera posible. Antes se prohibía.
Para lograrlo, amenazó, compró o acusó ante los tribunales a numerosos opositores. Por último, arrebató y trasladó graciosamente la personería jurídica de los liberales más poderosos —sus mayores adversarios— a un grupo afín carente de atractivo electoral. En el camino dejó sin sus escaños a 28 molestos parlamentarios.



Daniel Ortega no quería correr riesgos. Ninguna táctica era demasiado repugnante para rechazarla. En febrero de 1990, pese a las encuestas, había perdido las elecciones contra Violeta Chamorro, lo que le había costado 17 años en la oposición, aunque dotado de poder real y de una capacidad de intimidación que corría pareja a su notable falta de escrúpulos.
Estaba decidido a no volver a padecer la indignidad de una derrota, ni a someterse a la humillante práctica burguesa de la alternancia en el poder. Esa fue la primera lección que aprendió. Las elecciones se ganan de cualquier manera. A las buenas o a las malas, con trampas si es necesario, pero se ganan.
La segunda lección es que la forma de organizar la economía que había conocido en Cuba durante su elemental formación marxista-leninista, inevitablemente conducía a la indigencia. Es demasiado estúpida e improductiva. Tras una década del primer sandinismo —los años ochenta— Nicaragua era un minucioso desastre.
Es verdad que debió enfrentarse a una guerra civil, pero la clave del fracaso, de la escasez inmensa, y de la hiperinflación estaba en el colectivismo. Habían tomado el aparato productivo, lo destruyeron, y desbandaron o exiliaron a los empresarios. Esa imbecilidad es muy costosa.
El Daniel Ortega bis no cometió el mismo error. En su segunda etapa, como la familia Somoza, ha gobernado con los empresarios. Muchos lo adoran, otros lo aceptan, y muy pocos lo rechazan. Están ganando plata y hay inversiones extranjeras, además del maná petrolero que fluye de Venezuela (a punto de acabarse).
El mismo Ortega ha amasado una buena fortuna personal. Numerosos sandinistas comenzaron a hacerlo tras la piñata de 1990. Se le llama piñata al periodo de robo desenfrenado que practicaron en Nicaragua entre el 25 de febrero de 1990, cuando perdieron las elecciones, y el 25 de abril, cuando entregaron el gobierno.
Los sandinistas se apoderaron de tierras, fábricas y mansiones. Luego, los gobiernos de la democracia —Violeta Chamorro, Arnoldo Alemán, Enrique Bolaños— tuvieron que desembolsar más de 1.300 millones de dólares a los legítimos propietarios para compensarlos en alguna medida. Todavía quedan cientos de millones de deuda nacional por este concepto.
La tercera lección es que con los gringos no vale la pena meterse. Se conforman con poco: control del narcotráfico, de la delincuencia, de la emigración ilegal, y que no perjudiquen innecesariamente a los inversionistas y empresarios dotados de pasaporte norteamericano. A Washington ni siquiera le molesta la retórica antiyanqui inspirada por el chavismo.
La embajada estadounidense de vez en cuando habla de los Derechos Humanos y de la necesidad de guardar las formas democráticas, pero a sabiendas de que es un ejercicio retórico vacío, como cuando Daniel Ortega se larga un discurso antiimperialista. Son fanfarronadas para entretener a la galería.
La cuarta lección es que el clientelismo populista es mucho más eficaz que la represión para mantener contento a ese 70% de nicas pobres y extremadamente miserables que hay en el país. Es mejor mandarles una pareja de chanchos a los campesinos, o un saco de semillas, o unas planchas de aluminio para los techos, que controlarlos a palo y tentetieso. El clientelismo populista no saca de la miseria a las multitudes, pero las mantiene contentas.
¿Qué es lo que Ortega ignora? Algo bien sencillo: las naciones abandonan el subdesarrollo de una manera permanente cuando sus ciudadanos son libres, los individuos detentan realmente la soberanía, los gobiernos se les subordinan, las instituciones de derecho consiguen un alto grado de gobernabilidad, y transmiten la autoridad de una manera justa y organizada mediante elecciones libres. Nada de esto sucede en Nicaragua.
¿Por qué cree Daniel Ortega que Nicaragua es el país más pobre de Hispanoamérica? En los setenta Nicaragua crecía al 7 u 8% anual, pero los Somoza manejaban al país como una finca, fueron derrocados, y con ellos la sociedad se precipitó en la etapa sandinista. Todavía no han recuperado los índices de desarrollo de 1979.
¿Qué va a pasar cuando Ortega bis, o sus sucesores, probablemente a tiros, pierdan el poder? Otra vez la nación retrocederá peligrosamente. Es una pesadilla circular. Una variante del eterno retorno a la barbarie.

Nicaragua o el eterno retorno a la barbarie

Carlos Alberto Montaner considera que Nicaragua es el país más pobre de Hispanoamérica porque el país ha sido en varias ocasiones gobernado como una finca y no ha logrado desarrollar instituciones que fomenten el desarrollo.

Carlos Alberto Montaner es periodista y escritor cubano, residenciado en Miami, Florida.
El 6 de noviembre los nicaragüenses vuelven a las urnas. Probablemente reelijan a Daniel Ortega. Lo apoya una parte sustancial del país. El líder sandinista ha tomado todas las avenidas para que eso suceda. Primero modificó la Constitución para que la reelección inmediata fuera posible. Antes se prohibía.
Para lograrlo, amenazó, compró o acusó ante los tribunales a numerosos opositores. Por último, arrebató y trasladó graciosamente la personería jurídica de los liberales más poderosos —sus mayores adversarios— a un grupo afín carente de atractivo electoral. En el camino dejó sin sus escaños a 28 molestos parlamentarios.


Tuesday, November 1, 2016

Nicaragua o el eterno retorno a la barbarie

Por Carlos Alberto Montaner

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El 6 de noviembre los nicaragüenses vuelven a las urnas. Probablemente reelijan a Daniel Ortega. Lo apoya una parte sustancial del país. El líder sandinista ha tomado todas las avenidas para que eso suceda. Primero modificó la Constitución para que la reelección inmediata fuera posible. Antes se prohibía.
Para lograrlo, amenazó, compró o acusó ante los tribunales a numerosos opositores. Por último, arrebató y trasladó graciosamente la personería jurídica de los liberales más poderosos –sus mayores adversarios– a un grupo afín carente de atractivo electoral. En el camino dejó sin sus escaños a 28 molestos parlamentarios.


Daniel Ortega no quería correr riesgos. Ninguna táctica era demasiado repugnante para rechazarla. En febrero de 1990, pese a las encuestas, había perdido las elecciones contra Violeta Chamorro, lo que le había costado 17 años en la oposición, aunque dotado de poder real y de una capacidad de intimidación que corría pareja a su notable falta de escrúpulos.
Estaba decidido a no volver a padecer la indignidad de una derrota, ni a someterse a la humillante práctica burguesa de la alternancia en el poder. Esa fue la primera lección que aprendió. Las elecciones se ganan de cualquier manera. A las buenas o a las malas, con trampas si es necesario, pero se ganan.
La segunda lección es que la forma de organizar la economía que había conocido en Cuba durante su elemental formación marxista-leninista, inevitablemente conducía a la indigencia. Es demasiado estúpida e improductiva. Tras una década del primer sandinismo –los años ochenta– Nicaragua era un minucioso desastre.
Es verdad que debió enfrentarse a una guerra civil, pero la clave del fracaso, de la escasez inmensa, y de la hiperinflación estaba en el colectivismo. Habían tomado el aparato productivo, lo destruyeron, y desbandaron o exiliaron a los empresarios. Esa imbecilidad es muy costosa.
El Daniel Ortega bis no cometió el mismo error. En su segunda etapa, como la familia Somoza, ha gobernado con los empresarios. Muchos lo adoran, otros lo aceptan, y muy pocos lo rechazan. Están ganando plata y hay inversiones extranjeras, además del maná petrolero que fluye de Venezuela (a punto de acabarse).
El mismo Ortega ha amasado una buena fortuna personal. Numerosos sandinistas comenzaron a hacerlo tras la piñata de 1990. Se le llama piñata al periodo de robo desenfrenado que practicaron en Nicaragua entre el 25 de febrero de 1990, cuando perdieron las elecciones, y el 25 de abril, cuando entregaron el gobierno.
Los sandinistas se apoderaron de tierras, fábricas y mansiones. Luego, los gobiernos de la democracia –Violeta Chamorro, Arnoldo Alemán, Enrique Bolaños– tuvieron que desembolsar más de 1300 millones de dólares a los legítimos propietarios para compensarlos en alguna medida. Todavía quedan cientos de millones de deuda nacional por este concepto.
La tercera lección es que con los gringos no vale la pena meterse. Se conforman con poco: control del narcotráfico, de la delincuencia, de la emigración ilegal, y que no perjudiquen innecesariamente a los inversionistas y empresarios dotados de pasaporte norteamericano. A Washington ni siquiera le molesta la retórica antiyanqui inspirada por el chavismo.
La embajada estadounidense de vez en cuando habla de los Derechos Humanos y de la necesidad de guardar las formas democráticas, pero a sabiendas de que es un ejercicio retórico vacío, como cuando Daniel Ortega se larga un discurso antiimperialista. Son fanfarronadas para entretener a la galería.
La cuarta lección es que el clientelismo populista es mucho más eficaz que la represión para mantener contento a ese 70% de nicas pobres y extremadamente miserables que hay en el país. Es mejor mandarles una pareja de chanchos a los campesinos, o un saco de semillas, o unas planchas de aluminio para los techos, que controlarlos a palo y tentetieso. El clientelismo populista no saca de la miseria a las multitudes, pero las mantiene contentas.
¿Qué es lo que Ortega ignora? Algo bien sencillo: las naciones abandonan el subdesarrollo de una manera permanente cuando sus ciudadanos son libres, los individuos detentan realmente la soberanía, los gobiernos se les subordinan, las instituciones de derecho consiguen un alto grado de gobernabilidad, y transmiten la autoridad de una manera justa y organizada mediante elecciones libres. Nada de esto sucede en Nicaragua.
¿Por qué cree Daniel Ortega que Nicaragua es el país más pobre de Hispanoamérica? En los setenta Nicaragua crecía al 7 u 8% anual, pero los Somoza manejaban al país como una finca, fueron derrocados, y con ellos la sociedad se precipitó en la etapa sandinista. Todavía no han recuperado los índices de desarrollo de 1979.
¿Qué va a pasar cuando Ortega bis, o sus sucesores, probablemente a tiros, pierdan el poder? Otra vez la nación retrocederá peligrosamente. Es una pesadilla circular. Una variante del eterno retorno a la barbarie.

Nicaragua o el eterno retorno a la barbarie

Por Carlos Alberto Montaner

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El 6 de noviembre los nicaragüenses vuelven a las urnas. Probablemente reelijan a Daniel Ortega. Lo apoya una parte sustancial del país. El líder sandinista ha tomado todas las avenidas para que eso suceda. Primero modificó la Constitución para que la reelección inmediata fuera posible. Antes se prohibía.
Para lograrlo, amenazó, compró o acusó ante los tribunales a numerosos opositores. Por último, arrebató y trasladó graciosamente la personería jurídica de los liberales más poderosos –sus mayores adversarios– a un grupo afín carente de atractivo electoral. En el camino dejó sin sus escaños a 28 molestos parlamentarios.

Monday, September 26, 2016

Nicaragua y Venezuela: cuando las dictaduras se resisten a dejar el poder

By: María Teresa Romero 

(Flickr) Venezuela
El régimen de Daniel Ortega ha decidido dejar de lado las pocas apariencias democráticas que le quedaban y está dispuesto a quedarse en el poder a cualquier precio. (Flickr)
EnglishLa deriva dictatorial del régimen de Daniel Ortega en Nicaragua alcanzó un grado más con la decisión del Consejo Supremo Electoral del pasado viernes 29 de julio de despojar de sus curules a 28 diputados y con el registro  -este martes 3 de agosto-  del propio mandatario Daniel Ortega ante el Poder Electoral en busca de su cuarto mandato y tercero consecutivo, acompañado de su controversial esposa, Rosario Murillo, como candidata a la Vicepresidencia en los próximos comicios generales de noviembre de este año.



Un total exabrupto que sólo indica que el régimen de Daniel Ortega ha decidido dejar de lado las pocas apariencias democráticas que le quedaban y que está dispuesto a quedarse en el poder a cualquier precio. Un golpe parlamentario y un nepotismo tan burdos que sólo evidencian su voluntad de no volver a medirse en elecciones democráticas, pluralistas y transparentes en que pueda salir derrotado él y el oficialista Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), como sucedió en los comicios de 1990 cuando ganó Violeta Chamorro, y en las elecciones presidenciales de los años 1996 y 2001, cuando se alzaron en la presidencia del país Arnoldo Alemán y Enrique Bolaños, respectivamente.
Las reacciones en el país y a nivel internacional no se hicieron esperar, particularmente de quienes tildan la acción de golpe de Estado parcial, un zarpazo a la soberanía popular nicaragüense, que atropella no sólo a la Constitución, sino también los principios del derecho internacional establecidos en los fundamentos constitutivos de las Naciones Unidas y de la Organización de Estados Americanos, aunque ya sabemos que ambos organismos no son respetados por el régimen nicaragüense cuando se contrarían sus acciones.
Dentro del país, destaca el pronunciamiento de la principal cámara empresarial, el Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP), que en los 10 años de gobierno de Ortega ha sido benevolente con sus desmanes y se ha favorecido de sus prerrogativas. Ahora el sector empresarial exige sin tapujos al Ejecutivo el respeto de la Constitución y evitar “la concentración del poder en perjuicio de la democracia” en virtud de que el golpe parlamentario “debilita la democracia representativa, el pluralismo político y la división de poderes”. Igualmente se pronunció la Cámara de Comercio Americana de Nicaragua.
Desde el exterior también proliferan las críticas y exigencias a Daniel Ortega. Además de los duros pronunciamientos del gobierno de los Estados Unidos y otros de la comunidad democrática internacional, vale la pena distinguir la declaración de los veinticinco expresidentes latinoamericanos y uno español, quienes pidieron al Consejo Permanente de la OEA y a la Unión Europea (UE) mantener una “vigilancia crítica” frente a las “graves alteraciones al orden democrático y constitucional”, ya no sólo en Nicaragua, sino también en Venezuela. Porque son precisamente las similitudes que manifiesta Daniel Ortega en su deriva totalitaria con su principal aliado en América Latina, Nicolás Maduro, lo que prende las alarmas en la región, justo cuando apenas ha pasado poco más de una semana de la visita que el presidente venezolano hiciera a su homólogo nicaragüense con motivo del 37 aniversario de la revolución sandinista.
En Nicaragua se han venido materializando las amenazas que en los últimos meses ha proferido el régimen madurista contra la oposición venezolana, para lo cual se valen de un Tribunal Supremo de Justicia enteramente parcializado al régimen y que ha invalidado 18 de las 19 leyes que la Asamblea Nacional ha aprobado en seis meses con su mayoría opositora, lograda en las elecciones del pasado 6 de diciembre, cuando se le asestó el primer golpe electoral a la cúpula gobernante en Venezuela en los últimos 17 años. Como el nicaraguense, el régimen venezolano no sólo utiliza al Tribunal Supremo. Ya sin vergüenza alguna Nicolás Maduro afirma públicamente que dejará de financiar al Parlamento y voceros gubernamentales solicitan ante las autoridades electorales anular la inscripción de la alianza opositora MUD.
Ello explica que la opositora Asamblea Nacional venezolana, luego de condenar la acción del Tribunal Electoral nicaragüense de despojar a los diputados opositores de sus escaños, señalara con acierto: Vemos con gran preocupación que estas conductas autoritarias se conviertan en un modelo de Estado en algunos países de América Latina influenciados por el chavismo-madurismo que durante los últimos años ha ocasionado un profundo daño a la democracia violando Derechos Humanos, quitándoles la independencia y autonomía a los Poderes Públicos y teniendo presos políticos, perseguidos y exiliados, además es el total responsable de la actual crisis humanitaria, económica y política que hoy vive el pueblo de Venezuela”.
Tal pareciera, siguiendo al analista Fernando Mires, que en muchos países latinoamericanos y al parecer también en algunas democracias europeas, se viene consolidando lo que el filósofo chileno califica como “una tendencia del siglo XXI”, en que en algunos países se ejecutan acciones para limitar el poder de los parlamentos para concentrarlos en un ejecutivo autoritario en nombre de una falsa democracia directa, tal como viene ocurriendo en la Rusia de Putin, la Turquía de Erdogan o incluso en la Hungría de Víctor Orban, donde el poder legislativo viene a ser poco más que decorativo, ante unos presidentes autócratas que se sienten ungidos para salvar a sus pueblos.
Pero, ¿cómo hacer para parar esta tendencia?, ¿cómo hacer para que en los preocupantes casos de Nicaragua y Venezuela sus dictadorzuelos de nuevo cuño permitan la realización de comicios y referendos realmente libres y justos que posibiliten a sus pueblos decidir el futuro de su país?
A estas alturas de esos procesos dictatoriales, imposible sin una movilización político-social de calle y de una mayor presión internacional por parte tanto de los gobiernos como de diversos actores multilaterales y transnacionales. Una presión que debe ir más allá de solicitar una veeduría nacional e internacional para garantizar transparencia en las elecciones venideras en ambos países. Porque es ya la hora de llevar a cabo contundentes y realistas sanciones económicas y diplomáticas, bilaterales y multilaterales hacia los dos regímenes. Y aquí los vecinos regionales deberían llevar la batuta. No hay otra salida democrática y pacífica.

Nicaragua y Venezuela: cuando las dictaduras se resisten a dejar el poder

By: María Teresa Romero 

(Flickr) Venezuela
El régimen de Daniel Ortega ha decidido dejar de lado las pocas apariencias democráticas que le quedaban y está dispuesto a quedarse en el poder a cualquier precio. (Flickr)
EnglishLa deriva dictatorial del régimen de Daniel Ortega en Nicaragua alcanzó un grado más con la decisión del Consejo Supremo Electoral del pasado viernes 29 de julio de despojar de sus curules a 28 diputados y con el registro  -este martes 3 de agosto-  del propio mandatario Daniel Ortega ante el Poder Electoral en busca de su cuarto mandato y tercero consecutivo, acompañado de su controversial esposa, Rosario Murillo, como candidata a la Vicepresidencia en los próximos comicios generales de noviembre de este año.


Deuda de Nicaragua con Venezuela es tres veces mayor que todos sus ingresos fiscales

By: Elena Toledo - 

Nicaragua
Si Venezuela adelantara el cobro de lo que le adeuda Nicaragua, pondría en serios aprietos las finanzas del gobierno sandinista. (La Voz del Sandinismo)
Actualmente la estabilidad económica de Nicaragua se ve afectada no solo por el cierre de su principal fuente de financiamiento externo que es Estados Unidos, sino por la abultada deuda que este país centroamericano tiene con Venezuela, misma que entre los años 2008 y 2015 llegó a representar el 27,6 % del Producto Interno Bruto (PIB) de Nicaragua.
El monto de la deuda acumulada por el país centroamericano hasta el año 2015 ascendía a US$3.500.8 millones según lo publicado en el informe de Cooperación Externa Oficial del Banco Central de Nicaragua.



Si Venezuela decidiera hacer efectivo el cobro de lo adeudado, el nivel de endeudamiento público del gobierno de Daniel Ortega crecería hasta un 58,3 % del PIB mientras que la proporción del total de endeudamiento sobre los ingresos tributarios hasta el 319,7 %.
Esta situación pondría a Nicaragua en una seria crisis de sostenibilidad y vulnerabilidad ya que los niveles de endeudamiento estarían “muy por encima de lo recomendado por organismos financieros internacionales” según el Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (Icefi).
Por otro lado, el Gobierno nicaragüense tendría dificultades para conseguir financiamiento de organismos financieros internacionales como el Banco Mundial (BM) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

“Es importante recordar que el Gobierno de Venezuela se encuentra enfrascado en una crisis política, por lo que la continuidad de los préstamos como la concesionalidad de los mismos, podría variar en el mediano plazo, por lo que de revertirse las condiciones descritas, tanto el apoyo a los distintos programas productivos y sociales, como la sostenibilidad fiscal de Nicaragua, quedarían seriamente comprometidos, obligando al país a adoptar medidas extraordinarias para la conservación de las condiciones fiscales actuales, debido a que solo en 2015 la ejecución de préstamos fue equivalente al 13,3 % del total de gastos devengados por el Gobierno central”, señala el Icefi.
Si Venezuela adelanta el cobro de la deuda a Nicaragua, “se produciría un aumento en la brecha fiscal y el crecimiento económico misma que pasaría de -0,07 % a 0,09 % y que reflejaría indicios de insostenibilidad de la política fiscal” dice el Icefi, quienes explican que “dicho valor implicaría que el crecimiento económico de Nicaragua no logra compensar los resultados deficitarios generales, de tal forma que no logra estabilizar la razón deuda PIB a su nivel actual”.
Fuente: La Prensa

Deuda de Nicaragua con Venezuela es tres veces mayor que todos sus ingresos fiscales

By: Elena Toledo - 

Nicaragua
Si Venezuela adelantara el cobro de lo que le adeuda Nicaragua, pondría en serios aprietos las finanzas del gobierno sandinista. (La Voz del Sandinismo)
Actualmente la estabilidad económica de Nicaragua se ve afectada no solo por el cierre de su principal fuente de financiamiento externo que es Estados Unidos, sino por la abultada deuda que este país centroamericano tiene con Venezuela, misma que entre los años 2008 y 2015 llegó a representar el 27,6 % del Producto Interno Bruto (PIB) de Nicaragua.
El monto de la deuda acumulada por el país centroamericano hasta el año 2015 ascendía a US$3.500.8 millones según lo publicado en el informe de Cooperación Externa Oficial del Banco Central de Nicaragua.


Wednesday, September 7, 2016

Nicaragua concede asilo político a Mauricio Funes, ex presidente de El Salvador

Lo solicitó el pasado 1 de septiembre, justo cuando la Corte Suprema salvadoreña ordenó publicar la lista de viajes que hizo con fondos públicos.
mauricio funes
(Foto: AP)
El gobierno de Nicaragua concedió asilo político al ex presidente de El Salvador, Mauricio Funes, por considerar que estaba en peligro su vida y su integridad física, informó el diario oficial nicaragüense este martes.
El asilo incluye a su pareja, Ada Mitchell Guzmán, y a sus tres hijos “por luchar en pro de la democracia, la paz, la justicia y los derechos humanos” y debido a su filiación política en El Salvador.
A través de su cuenta de Twitter, Funes informó que decidió pedir asilo el 31 de agosto “después de constatar la persecución política que se inicia en mi contra”.



En la Gaceta Oficial nicaragüense se señala como fecha de la solicitud el 1 de septiembre, justo cuando la Corte Suprema salvadoreña ordenó publicitar la lista de viajes que hizo Funes durante su mandato con fondos públicos.
Su solicitud fue concedida el 2 de septiembre, según el diario oficial, aunque publicada en la gaceta de este martes.
Mauricio Funes, quien llegó al poder postulado por el izquierdista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), enfrenta en su país un juicio por enriquecimiento ilícito. La Fiscalía también mantiene abierta una investigación relacionada con delitos de corrupción durante su gobierno, de 2009 a 2014.
El ex mandatario, sin embargo, negó que su solicitud sea una manera de evadir la justicia. “El asilo sólo busca garantizar protección frente a la persecución”, explicó en su cuenta de Twitter. “No he renunciado a enfrentar el proceso judicial, ni a probar mi inocencia”.
El FMLN se mantiene en el poder en El Salvador y es un partido de izquierdas procedente de la antigua guerrilla salvadoreña, es decir, de orígenes similares al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) del presidente nicaragüense Daniel Ortega.
Funes, periodista de profesión, fue cuestionado durante su mandato debido a que aparentemente facilitó una tregua con las pandillas causantes de la enorme violencia que sufre El Salvador. Su gobierno siempre negó que avalara el diálogo con las pandillas o maras, pero diversos funcionarios lo confirmaron y las autoridades permitieron que un grupo de mediadores se encontrara con pandilleros dentro y fuera de las prisiones.
El ex mandatario está en la mira por presuntos delitos de corrupción. En agosto, la fiscalía salvadoreña allanó varias viviendas y negocios para buscar evidencias relacionadas con “delitos de peculado, negociaciones ilícitas, malversación, enriquecimiento ilícito y tráfico de influencias” durante su administración.
Al margen, Funes está siendo procesado en un tribunal de San Salvador por un presunto delito de enriquecimiento ilícito y, según las investigaciones de la Sección de Probidad de la Corte Suprema de Justicia, el ex presidente y su familia deberán justificar el origen de 728 mil 329 dólares. La demanda incluye a la ex primera dama y actual secretaria de Inclusión Social, Vanda Pignato, y a uno de sus hijos, Diego Roberto Funes Cañas.
El pasado 1 de septiembre, un día después de la petición de asilo, la Corte Suprema salvadoreña ordenó a la presidencia que se haga pública la lista de viajes internacionales realizados con fondos públicos por ex el presidente y la ex primera dama para determinar posibles responsabilidades administrativas o penales.
Funes llegó a Nicaragua hace tres meses, aduciendo que trabajaba en una consultoría, sin especificar si para el Estado o para un privado.
El pasado 25 de agosto se enfrentó en redes sociales con el periodista nicaragüense Carlos Fernando Chamorro, quien cuestionó su estadía en Nicaragua, su acompañamiento de escoltas policiales y la fecha en que regresaría a El Salvador.
“El sábado pasado encontré en el súper a @FunesCartagena. Me dijo que andaba turisteando y que regresaría el martes a su país. ¿Va o viene?”, expresó Chamorro en Twitter.
(Con información de AP)

Nicaragua concede asilo político a Mauricio Funes, ex presidente de El Salvador

Lo solicitó el pasado 1 de septiembre, justo cuando la Corte Suprema salvadoreña ordenó publicar la lista de viajes que hizo con fondos públicos.
mauricio funes
(Foto: AP)
El gobierno de Nicaragua concedió asilo político al ex presidente de El Salvador, Mauricio Funes, por considerar que estaba en peligro su vida y su integridad física, informó el diario oficial nicaragüense este martes.
El asilo incluye a su pareja, Ada Mitchell Guzmán, y a sus tres hijos “por luchar en pro de la democracia, la paz, la justicia y los derechos humanos” y debido a su filiación política en El Salvador.
A través de su cuenta de Twitter, Funes informó que decidió pedir asilo el 31 de agosto “después de constatar la persecución política que se inicia en mi contra”.


Monday, August 29, 2016

Nicaragua y Guinea Ecuatorial: dos cleptocracias perfectas

José E. Mosquera
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José E. Mosquera es periodista y escritor colombiano. Es columnista de los diarios El Tiempo, El Espectador, Portafolio, El Colombiano, El Mundo, La República, La Patria, El Liberal, El Universal y La Tarde (Colombia), La Nación (Costa Rica), La Prensa, La Estrella de Panamá y El Panamá América (Panamá), El Heraldo (Honduras), Tal Cual (Venezuela) y El Nuevo Diario (República Dominicana), entre otras publicaciones nacionales y extranjera.
Nicaragua y Guinea Ecuatorial son dos países con unas cleptocracias perfectas. El primero, uno de los países más pobres de América Latina; el segundo, uno de los países petroleros más ricos de África. Países que viven bajo regímenes de dinastías autoritarias, populistas, corruptas y de graves violaciones de los derechos humanos y de las libertades ciudadanas. La corrupción institucionalizada por las familias de los tiranos y sus círculos del poder se han convertido en uno de sus peores lastres en ambos países. En efecto, la corrupción es uno de los principales factores que mantienen a más de la mitad de sus habitantes en la pobreza extrema. Según Transparencia Internacional, Nicaragua y Guinea Ecuatorial se sitúan entre los países más corruptos del mundo.



Unas tiranías disfrazadas de "democracias", refrendadas mediante procesos electorales fraudulentos. Guinea Ecuatorial, desde 1979, vive bajo el régimen dictatorial de Teodoro Obiang Nguema, uno de los dictadores más longevos, sanguinarios y despiadados de África. Un tirano que lleva 37 años controlando todos los hilos del poder en esta nación africana.
La familia presidencial de Nicaragua sigue los mismos pasos de la familia Somoza. La familia presidencial Ortega Murillo controla negocios claves dentro de las estructuras del Estado. Es dueña del grupo Alba, un millonario emporio de negocios petroleros y de energía, de transporte, agroindustriales; maquinarias, turismo y de negocios bancarios e inmobiliarios. Además, de un poderoso conglomerado de medios que incluyen canales de TV, emisoras de radio y periódicos.
Obiang tiene un dominio absoluto en todas las ramas del poder público y para consolidar su poderío económico aprobó una norma que obliga a que todas las empresas extranjeras que operan en su país tienen que tener un socio de Guinea. Mediante esas maniobras su familia estructuró un poderoso holding empresarial que domina el poder económico en el país.
Su familiares son los mayores accionistas de empresas y bancos como: Ecocsa, Somagec, General Works, Sogeco, AraB Contrators, Seguibat, Societe General de Banque, Bgfi Bank, entre otras. En un régimen dominado por un nepotismo absoluto, donde el hijo mayor del tirano, Teodoro Obiang Mangue, "Teodorin", desde 1995 es el poder de detrás del trono. Es el vicepresidente de la República y, a la vez, el ministro de Agricultura y Bosques, el embajador ante la Unesco y vicepresidente del partido de gobierno.
La cleptocracia de la familia Obiang es tan poderosa que se ha institucionalizado en todas las estructuras del Estado, donde no existen normas que prohíban que sus empresas tengan negocios directos con el Estado. Su descaro ha llegado al nivel que en el mismo ministerio de Agricultura, una de sus empresas, La Somagui Forestal, es beneficiaria de las más grandes concesiones de explotaciones forestales en el país. La familia Obiang no sólo controla las grandes explotaciones madereras, sino las exportaciones hacia Europa. Su hermano, Gabriel Mbega Obiang, dirige los negocios petroleros y energéticos de la familia y del país; un primo las grandes obras de infraestructura y otros familiares cercanos el ministerio de Hacienda y las fuerzas militares.
En Nicaragua, el presidente Daniel Ortega también controla todas las ramas del poder y con la destitución de los legisladores de la oposición en el Parlamento acaba de instaurar un régimen despótico de partido único. Su última movida dictatorial fue nombrar a su esposa Rosario Murillo como su fórmula vicepresidencial para las próximas elecciones de noviembre.
La familia presidencial de Nicaragua sigue los mismos pasos de la familia Somoza. La familia presidencial Ortega Murillo controla negocios claves dentro de las estructuras del Estado. Es dueña del grupo Alba, un millonario emporio de negocios petroleros y de energía, de transporte, agroindustriales; maquinarias, turismo y de negocios bancarios e inmobiliarios. Además, de un poderoso conglomerado de medios que incluyen canales de TV, emisoras de radio y periódicos.
Su hijo Laureano Ortega Murillo, asesor presidencial de inversiones, mueve los hilos de Pro Nicaragua, institución estatal que promueve oportunidades de negocios en Nicaragua y quien fue el artífice de la concesión de la construcción del Canal Interoceánico al multimillonario chino Wang Jing.
Su otro hijo Rafael Ortega Murillo y su esposa Yarida Leets controlan la empresa Distribuidora Nicaragüense de Petróleos, conglomerado que domina el sistema de distribución de gasolina en el país.
Juan Carlos Ortega Murillo y sus otros hermanos dirigen la poderosa red de medios. De manera que la familia presidencial Ortega Murillo ha originado una nueva cleptocracia que mueve renglones claves de la economía nicaragüense, similares a la que existió en la era de la dictadura de Somoza.

Nicaragua y Guinea Ecuatorial: dos cleptocracias perfectas

José E. Mosquera
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José E. Mosquera es periodista y escritor colombiano. Es columnista de los diarios El Tiempo, El Espectador, Portafolio, El Colombiano, El Mundo, La República, La Patria, El Liberal, El Universal y La Tarde (Colombia), La Nación (Costa Rica), La Prensa, La Estrella de Panamá y El Panamá América (Panamá), El Heraldo (Honduras), Tal Cual (Venezuela) y El Nuevo Diario (República Dominicana), entre otras publicaciones nacionales y extranjera.
Nicaragua y Guinea Ecuatorial son dos países con unas cleptocracias perfectas. El primero, uno de los países más pobres de América Latina; el segundo, uno de los países petroleros más ricos de África. Países que viven bajo regímenes de dinastías autoritarias, populistas, corruptas y de graves violaciones de los derechos humanos y de las libertades ciudadanas. La corrupción institucionalizada por las familias de los tiranos y sus círculos del poder se han convertido en uno de sus peores lastres en ambos países. En efecto, la corrupción es uno de los principales factores que mantienen a más de la mitad de sus habitantes en la pobreza extrema. Según Transparencia Internacional, Nicaragua y Guinea Ecuatorial se sitúan entre los países más corruptos del mundo.


Tuesday, August 16, 2016

Nicaragua y los flautistas

Manuel Hinds considera que con la fijación en el poder de Daniel Ortega y su esposa, Nicaragua a vuelto a un sistema de gobierno igual o peor que el de Anastasio Somoza.

Manuel Hinds es ex Ministro de Finanzas de El Salvador y co-autor de Money, Markets and Sovereignty (Yale University Press, 2009).
Con la entronización de Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo como sus soberanos, Nicaragua cerró el círculo que había comenzado hace 37 años, en 1979, cuando el mismo Ortega y sus sandinistas derrocaron a Anastasio Somoza y lo pusieron en fuga. Con la así llamada “Revolución Sandinista” se inauguró un período de reajuste, no de sistema, sino de personas y dinastías. Por casi cuatro décadas, el país pretendió que buscaba el rumbo hacia la democracia pero caminó con paso bastante firme de regreso al régimen que le había dado la estabilidad en los previos 45 años, de 1934 a 1979: el somocismo.



Por supuesto, los Ortega han ido más allá que los Somoza mismos. Ninguno de los Somoza se atrevió a eliminar del todo a la oposición, o a nombrar a su propia esposa como vicepresidente, que en este caso es igual a ser copresidente o co-reina (no reina consorte sino reina a la misma altura que Ortega mismo). Pero el sistema de gobierno es el mismo que tuvieron los Somoza por tanto tiempo: un caudillaje hereditario, basado en una red enorme de corrupción y clientelismo, en la que cada quien (menos el pueblo) encuentra una posición en la que recibe de los de abajo y paga a los de arriba, no por productos transados sino para mantener su estabilidad. En el tope de la pirámide está el gran dictador que se convierte en el mar adonde desembocan todos los ríos de la corrupción. Este es el mismo sistema que, en una forma o en otra ha existido en Latinoamérica desde que somos independientes, si no desde antes porque el manejo interno de los virreinatos, capitanías generales y colonias menos importantes era bastante similar.
La opinión pública, con mucha razón, condena a los esposos Ortega por hacer lo que están haciendo. Pero el episodio recuerda lo que dijo Heinrich Jaenecke, un editor que había sido oficial del ejército alemán durante la segunda guerra mundial: “¿Qué fue lo que realmente nos llevó a seguir a Hitler al abismo como los niños del flautista de Hamelin? El enigma no está en Hitler. Nosotros somos el enigma”. La gran pregunta no es por qué Ortega y Murillo quieren sujetar a Nicaragua en una tiranía familiar, que convierte a Nicaragua de país a hacienda personal, sino por qué los nicaragüenses se dejan. La respuesta a este enigma es la clave para entender por qué, desde que somos independientes, los latinoamericanos hemos regresado una y otra vez a lo mismo que ahora tienen los Ortega en Nicaragua: una tiranía basada en redes de corrupción.
La respuesta a esta pregunta no es un concepto abstracto de corrupción y no está en los normalmente definidos como corruptos. Está, como Jaenecke denuncia, en los que se dejan, en los que caminan detrás del flautista que los lleva al abismo, que son el pueblo mismo. El pueblo camina detrás de los flautistas porque quiere creerles lo que ellos prometen: el desarrollo, las riquezas, y la felicidad obtenidas sin tener que trabajar, sin tener que estudiar, sin tener que hacer esfuerzos. Una y otra vez, por doscientos años, los latinoamericanos han creído esta patraña, y han soñado con convertirse en ricos con solo quitarle a los ricos, con solo darle el voto al que promete que hará esto para pasarles las riquezas a ellos, pensando que tendrán tanto dinero como la gente de California que aparece en los programas de televisión sin tener que fundar empresas como Apple, o Google, o Cisco Systems, y sin tener que ir a una buena universidad y aprender las tecnologías que mueven al mundo moderno.
Uno puede conmiserarse con las víctimas cuando esto les sucede por primera vez. Pero cuando año tras año, por dos siglos, toda Latinoamérica ha caído una y otra vez en el mismo engaño, la víctima ya no merece conmiseración. Los culpables no son los terribles tiranos de la región, como el Doctor Francia, y Perón, y los Somoza, y Fidel Castro y su hermano, sino los pueblos mismos, que queriendo estafar a la vida, enriqueciéndose sin esfuerzo, resultan estafados por los que con una flauta los llevan al abismo.

Nicaragua y los flautistas

Manuel Hinds considera que con la fijación en el poder de Daniel Ortega y su esposa, Nicaragua a vuelto a un sistema de gobierno igual o peor que el de Anastasio Somoza.

Manuel Hinds es ex Ministro de Finanzas de El Salvador y co-autor de Money, Markets and Sovereignty (Yale University Press, 2009).
Con la entronización de Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo como sus soberanos, Nicaragua cerró el círculo que había comenzado hace 37 años, en 1979, cuando el mismo Ortega y sus sandinistas derrocaron a Anastasio Somoza y lo pusieron en fuga. Con la así llamada “Revolución Sandinista” se inauguró un período de reajuste, no de sistema, sino de personas y dinastías. Por casi cuatro décadas, el país pretendió que buscaba el rumbo hacia la democracia pero caminó con paso bastante firme de regreso al régimen que le había dado la estabilidad en los previos 45 años, de 1934 a 1979: el somocismo.


Friday, August 5, 2016

Nicaragua y Venezuela: cuando las dictaduras se resisten a dejar el poder

(Flickr) Venezuela
El régimen de Daniel Ortega ha decidido dejar de lado las pocas apariencias democráticas que le quedaban y está dispuesto a quedarse en el poder a cualquier precio. (Flickr)
La deriva dictatorial del régimen de Daniel Ortega en Nicaragua alcanzó un grado más con la decisión del Consejo Supremo Electoral del pasado viernes 29 de julio de despojar de sus curules a 28 diputados y con el registro  -este martes 3 de agosto-  del propio mandatario Daniel Ortega ante el Poder Electoral en busca de su cuarto mandato y tercero consecutivo, acompañado de su controversial esposa, Rosario Murillo, como candidata a la Vicepresidencia en los próximos comicios generales de noviembre de este año.



Un total exabrupto que sólo indica que el régimen de Daniel Ortega ha decidido dejar de lado las pocas apariencias democráticas que le quedaban y que está dispuesto a quedarse en el poder a cualquier precio. Un golpe parlamentario y un nepotismo tan burdos que sólo evidencian su voluntad de no volver a medirse en elecciones democráticas, pluralistas y transparentes en que pueda salir derrotado él y el oficialista Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), como sucedió en los comicios de 1990 cuando ganó Violeta Chamorro, y en las elecciones presidenciales de los años 1996 y 2001, cuando se alzaron en la presidencia del país Arnoldo Alemán y Enrique Bolaños, respectivamente.
Las reacciones en el país y a nivel internacional no se hicieron esperar, particularmente de quienes tildan la acción de golpe de Estado parcial, un zarpazo a la soberanía popular nicaragüense, que atropella no sólo a la Constitución, sino también los principios del derecho internacional establecidos en los fundamentos constitutivos de las Naciones Unidas y de la Organización de Estados Americanos, aunque ya sabemos que ambos organismos no son respetados por el régimen nicaragüense cuando se contrarían sus acciones.
Dentro del país, destaca el pronunciamiento de la principal cámara empresarial, el Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP), que en los 10 años de gobierno de Ortega ha sido benevolente con sus desmanes y se ha favorecido de sus prerrogativas. Ahora el sector empresarial exige sin tapujos al Ejecutivo el respeto de la Constitución y evitar “la concentración del poder en perjuicio de la democracia” en virtud de que el golpe parlamentario “debilita la democracia representativa, el pluralismo político y la división de poderes”. Igualmente se pronunció la Cámara de Comercio Americana de Nicaragua.
Desde el exterior también proliferan las críticas y exigencias a Daniel Ortega. Además de los duros pronunciamientos del gobierno de los Estados Unidos y otros de la comunidad democrática internacional, vale la pena distinguir la declaración de los veinticinco expresidentes latinoamericanos y uno español, quienes pidieron al Consejo Permanente de la OEA y a la Unión Europea (UE) mantener una “vigilancia crítica” frente a las “graves alteraciones al orden democrático y constitucional”, ya no sólo en Nicaragua, sino también en Venezuela. Porque son precisamente las similitudes que manifiesta Daniel Ortega en su deriva totalitaria con su principal aliado en América Latina, Nicolás Maduro, lo que prende las alarmas en la región, justo cuando apenas ha pasado poco más de una semana de la visita que el presidente venezolano hiciera a su homólogo nicaragüense con motivo del 37 aniversario de la revolución sandinista.
En Nicaragua se han venido materializando las amenazas que en los últimos meses ha proferido el régimen madurista contra la oposición venezolana, para lo cual se valen de un Tribunal Supremo de Justicia enteramente parcializado al régimen y que ha invalidado 18 de las 19 leyes que la Asamblea Nacional ha aprobado en seis meses con su mayoría opositora, lograda en las elecciones del pasado 6 de diciembre, cuando se le asestó el primer golpe electoral a la cúpula gobernante en Venezuela en los últimos 17 años. Como el nicaraguense, el régimen venezolano no sólo utiliza al Tribunal Supremo. Ya sin vergüenza alguna Nicolás Maduro afirma públicamente que dejará de financiar al Parlamento y voceros gubernamentales solicitan ante las autoridades electorales anular la inscripción de la alianza opositora MUD.
Ello explica que la opositora Asamblea Nacional venezolana, luego de condenar la acción del Tribunal Electoral nicaragüense de despojar a los diputados opositores de sus escaños, señalara con acierto: Vemos con gran preocupación que estas conductas autoritarias se conviertan en un modelo de Estado en algunos países de América Latina influenciados por el chavismo-madurismo que durante los últimos años ha ocasionado un profundo daño a la democracia violando Derechos Humanos, quitándoles la independencia y autonomía a los Poderes Públicos y teniendo presos políticos, perseguidos y exiliados, además es el total responsable de la actual crisis humanitaria, económica y política que hoy vive el pueblo de Venezuela”.
Tal pareciera, siguiendo al analista Fernando Mires, que en muchos países latinoamericanos y al parecer también en algunas democracias europeas, se viene consolidando lo que el filósofo chileno califica como “una tendencia del siglo XXI”, en que en algunos países se ejecutan acciones para limitar el poder de los parlamentos para concentrarlos en un ejecutivo autoritario en nombre de una falsa democracia directa, tal como viene ocurriendo en la Rusia de Putin, la Turquía de Erdogan o incluso en la Hungría de Víctor Orban, donde el poder legislativo viene a ser poco más que decorativo, ante unos presidentes autócratas que se sienten ungidos para salvar a sus pueblos.
Pero, ¿cómo hacer para parar esta tendencia?, ¿cómo hacer para que en los preocupantes casos de Nicaragua y Venezuela sus dictadorzuelos de nuevo cuño permitan la realización de comicios y referendos realmente libres y justos que posibiliten a sus pueblos decidir el futuro de su país?
A estas alturas de esos procesos dictatoriales, imposible sin una movilización político-social de calle y de una mayor presión internacional por parte tanto de los gobiernos como de diversos actores multilaterales y transnacionales. Una presión que debe ir más allá de solicitar una veeduría nacional e internacional para garantizar transparencia en las elecciones venideras en ambos países. Porque es ya la hora de llevar a cabo contundentes y realistas sanciones económicas y diplomáticas, bilaterales y multilaterales hacia los dos regímenes. Y aquí los vecinos regionales deberían llevar la batuta. No hay otra salida democrática y pacífica.

Nicaragua y Venezuela: cuando las dictaduras se resisten a dejar el poder

(Flickr) Venezuela
El régimen de Daniel Ortega ha decidido dejar de lado las pocas apariencias democráticas que le quedaban y está dispuesto a quedarse en el poder a cualquier precio. (Flickr)
La deriva dictatorial del régimen de Daniel Ortega en Nicaragua alcanzó un grado más con la decisión del Consejo Supremo Electoral del pasado viernes 29 de julio de despojar de sus curules a 28 diputados y con el registro  -este martes 3 de agosto-  del propio mandatario Daniel Ortega ante el Poder Electoral en busca de su cuarto mandato y tercero consecutivo, acompañado de su controversial esposa, Rosario Murillo, como candidata a la Vicepresidencia en los próximos comicios generales de noviembre de este año.


Tuesday, August 2, 2016

EE.UU. urge a Daniel Ortega restaurar la democracia en Nicaragua

Departamento de Estado urge al presidente Ortega “respetar las voces de su pueblo y dar los pasos para unas elecciones imparciales y transparentes”

Nicaragua
El Departamento de Estado pidió al presidente Daniel Ortega que se celebren elecciones transparentes en Nicaragua. (Martí Noticias)
El Gobierno de EE.UU. se declaró este lunes 1 de agosto estar “profundamente preocupado” por “las acciones del Gobierno y la Corte Suprema nicaragüenses para limitar el espacio democrático” ante las elecciones presidenciales y legislativas de noviembre próximo.
“Urgimos enérgicamente al Gobierno nicaragüense a crear un ambiente más abierto para unas elecciones libres e imparciales que permitan al pueblo nicaragüense determinar el futuro de su país”, afirmó el portavoz del Departamento de Estado de EE.UU. John Kirby.
En un comunicado emitido en Washington, Kirby recordó que el pasado 8 de junio la Corte Suprema anuló la candidatura del excanciller Eduardo Montealegre por Partido Liberal Independiente (PLI).



Montealegre encabezaba una coalición opositora para los comicios de noviembre, donde el presidente Daniel Ortega busca una nueva reelección.
“La Corte Suprema adoptó una acción similar el 17 de junio, cuando invalidó el liderazgo del Partido Acción Ciudadana (PAC), el único partido opositor que quedaba con base legal para presentar a un candidato presidencial”, afirmó el portavoz.
Kirby también mencionó la decisión tomada el pasado 29 de julio por la Junta Directiva de la Asamblea Nacional (Parlamento) de Nicaragua, controlada por el sandinismo, que acordó destituir a 28 diputados opositores, entre titulares y suplentes, de “sus puestos elegidos” por el pueblo nicaragüense.
A juicio de EE.UU., “unas elecciones creíbles y la pluralidad política son fundamentales para cualquier democracia fuerte”.
En ese sentido, dijo el portavoz, la sociedad civil y tanto los líderes empresariales como religiosos de Nicaragua siguen abogando por “un fortalecimiento de las instituciones democráticas, una separación de poderes y un proceso electoral imparcial”.
Por eso, Kirby instó al Gobierno nicaragüense a “respetar las voces de su pueblo y dar los pasos para unas elecciones imparciales y transparentes que permitan la participación completa de todos los ciudadanos nicaragüenses”.
Ese respeto, añadió, debe permitir también “a los partidos de la oposición operar de forma independiente”.

Denuncia internacional

Los miembros de la Coalición Nacional por la Democracia — que iba a participar en las elecciones encabezada por el PLI de Montealegre — denunciaron ante la Organización de Estados Americanos (OEA) las acciones antidemocráticas de Ortega.
A inicios de junio, la organización internacional de derechos humanos Human Rights Foundation (HRF) planteó a la OEA que las acciones de Ortega violentan la Carta Democrática Interamericana (CDI), y recomendó que merecía una actuación por parte del organismo continental.
El Centro Carter, organismo estadounidense de promoción de la democracia, lamentó en junio que Ortega haya cerrado la posibilidad de observar las elecciones.
El excanciller Francisco Aguirre Sacasa opinó este domingo que las últimas acciones de Ortega han puesto a Nicaragua en “la pantalla del radar mundial, pero de forma negativa para la imagen del país” y en consecuencia “ha dañado nuestro clima de inversiones, tanto para inversores nacionales como extranjeros”.
Fuente: El Nuevo Diario.

EE.UU. urge a Daniel Ortega restaurar la democracia en Nicaragua

Departamento de Estado urge al presidente Ortega “respetar las voces de su pueblo y dar los pasos para unas elecciones imparciales y transparentes”

Nicaragua
El Departamento de Estado pidió al presidente Daniel Ortega que se celebren elecciones transparentes en Nicaragua. (Martí Noticias)
El Gobierno de EE.UU. se declaró este lunes 1 de agosto estar “profundamente preocupado” por “las acciones del Gobierno y la Corte Suprema nicaragüenses para limitar el espacio democrático” ante las elecciones presidenciales y legislativas de noviembre próximo.
“Urgimos enérgicamente al Gobierno nicaragüense a crear un ambiente más abierto para unas elecciones libres e imparciales que permitan al pueblo nicaragüense determinar el futuro de su país”, afirmó el portavoz del Departamento de Estado de EE.UU. John Kirby.
En un comunicado emitido en Washington, Kirby recordó que el pasado 8 de junio la Corte Suprema anuló la candidatura del excanciller Eduardo Montealegre por Partido Liberal Independiente (PLI).