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Saturday, December 24, 2016

FMI: corruptora guarida de corruptos

Juan Ramón Rallo analiza el escándalo que sacude a Christine Lagarde y propone cerrar el Fondo Monetario Internacional.

La mujer del César no sólo debe ser honesta sino parecerlo. Y el FMI, para su desgracia, ni es honesto ni, habida cuenta de la trayectoria de sus tres últimos directores gerentes, lo está pareciendo.
Este lunes, Christine Lagarde fue condenada por haber facilitado, durante su etapa como ministra de Finanzas de Sarkozy, el desvío de más de 400 millones de euros del contribuyente francés a las cuentas personales del empresario Bernard Tapie, uno de los principales financiadores de la campaña electoral de Sarkozy. El caso apesta a un corrupto intercambio de cromos que, aun cuando no fuera entusiastamente promovido por Lagarde, desde luego no contó con ninguna resistencia por parte de la ahora directora gerente. Uno sólo puede inquietarse imaginando qué tipo de tráfico de influencias podrá seguir tejiendo alguien como Lagarde desde una institución que, como el FMI, está especializada en presionar a gobiernos quebrados para que acepten sus condiciones a cambio de otorgarles financiación.

Wednesday, October 26, 2016

Naturalmente corruptos

Alfredo Bullard explica que la corrupción es connatural al Estado dado que en él o no hay derechos de propiedad o estos no están bien definidos.
Alfredo Bullard es un reconocido arbitrador latinoamericano y autor de Derecho y economía: El análisis económico de las instituciones legales. Bullard es socio del estudio Bullard Falla y Ezcurra Abogados.
Juan tiene un carro y desea venderlo. Pone un aviso en el periódico. Luego de recibir la visita de varios interesados cierra el trato con Fernando. En el momento en que Fernando le está entregando a Juan los diez mil dólares pactados, Mauricio, un transeúnte, ve casualmente el pago. Se acerca donde Juan y le grita: “¡Es usted un corrupto!”. Sorprendido, Juan le pregunta por qué. Mauricio le dice: “Estás recibiendo dinero por entregar tu carro”.
Por supuesto que el incidente no tiene nada que ver con corrupción. Es una simple y vulgar compraventa en la que el propietario recibe un pago por lo que es suyo.



En realidad, la entrega de algo por un pago puede ser corrupción solo si lo que se entrega no es de uno.
El mismo Juan es ahora el administrador de un hospital estatal. Recibe recursos de los contribuyentes para brindar salud al público. Entonces, Juan acepta, por un pago, cambiar el orden de atención de los pacientes, o compra medicinas más caras a cambio de una comisión (con lo que habrá menos medicinas en el hospital). Ahora sí se convierte en un corrupto.
Dado que por definición los funcionarios se encargan de administrar lo ajeno, el uso de esos bienes o derechos ajenos para fines distintos a cambio de un pago es corrupción.
Y no solo son bienes. Si tengo derecho a poner un negocio en un local de mi propiedad y un funcionario de la municipalidad me niega la licencia de funcionamiento hasta que no le pague, está vendiéndome el derecho que ya tengo. Y si le da licencia a quien no corresponde por una coima, está vendiendo el derecho de los demás a estar libres de ciertos negocios en el barrio.
Si un juez vende una sentencia perjudicando a la parte que no le pagó, está vendiendo el derecho de esa parte a la contraparte. Y si tengo razón, pero me piden plata para dármela, me están vendiendo algo que es mío. En ambos casos se está robando a alguien lo que le pertenece.
Por eso, la frase de Proudhon “La propiedad es robo” está tan equivocada. En realidad, “La corrupción es robo”. Y para consumar este tipo de robo se usan mal los poderes que la ley le ha entregado al Estado. Entonces, el Estado es robo.
En otras palabras, la corrupción es la consecuencia de la falta de derechos de propiedad o titularidades bien definidas.
Así tenemos un primer punto para entender por qué siempre vemos corrupción en todos los gobiernos: el Estado es un mundo sin titularidades claramente definidas, donde mis derechos dependen de lo que diga, por un poder entregado por ley, alguien distinto al dueño de esos derechos: un funcionario.
Y aquí viene la razón por la que casos como el de Moreno se repiten en todos los gobiernos. Como dice el dicho, “el ojo del amo engorda el caballo”. Por tanto, la falta de amo lo adelgaza. El caballo en manos del Estado es un caballo sin amo.
Las personas tienden a buscar el interés personal. Cuando ese interés se junta con la propiedad, el resultado es su buen uso. Pero cuando se topa con la falta de propiedad o de derechos, el resultado es que los funcionarios tenderán a usar lo ajeno en interés personal. Antes que educación, seguridad, salud o licencias para los ciudadanos preferirán comprarse un auto, una casa o irse de viaje con su familia o amigos. Y es que la corrupción es connatural al Estado. Está en la esencia de su diseño crear los incentivos para corromperse.
Por eso todos los gobiernos fracasan al combatir la corrupción: los incentivos están precisamente al revés de donde deberían estar. La corrupción nace previamente al mal uso del poder. La corrupción nace de cómo se reparte el poder para decidir sobre nuestros derechos. Un corrupto sin poder sería un carterista metiendo sus manos en nuestro bolsillo. El poder y las leyes y regulaciones de las que lo deriva le facilitan la vida.
Cornelio Tácito decía: “Cuando más corrupto es el Estado, más leyes tiene”. En realidad, la relación causal es al revés: cuando más leyes tiene, más corrupto es. Así como la ocasión hace al ladrón, el poder hace al corrupto.

Naturalmente corruptos

Alfredo Bullard explica que la corrupción es connatural al Estado dado que en él o no hay derechos de propiedad o estos no están bien definidos.
Alfredo Bullard es un reconocido arbitrador latinoamericano y autor de Derecho y economía: El análisis económico de las instituciones legales. Bullard es socio del estudio Bullard Falla y Ezcurra Abogados.
Juan tiene un carro y desea venderlo. Pone un aviso en el periódico. Luego de recibir la visita de varios interesados cierra el trato con Fernando. En el momento en que Fernando le está entregando a Juan los diez mil dólares pactados, Mauricio, un transeúnte, ve casualmente el pago. Se acerca donde Juan y le grita: “¡Es usted un corrupto!”. Sorprendido, Juan le pregunta por qué. Mauricio le dice: “Estás recibiendo dinero por entregar tu carro”.
Por supuesto que el incidente no tiene nada que ver con corrupción. Es una simple y vulgar compraventa en la que el propietario recibe un pago por lo que es suyo.


Friday, August 5, 2016

¿De dónde sacamos que la fiesta iba a ser gratis?

Gustavo Lazzari argumenta sobre las causas y consecuencias del exceso de gasto público en Argentina durante el mandato de los Kirchner.

Gustavo Lazzari es Economista de la Fundación Libertad y Progreso (Argentina).
Fuimos a una fiesta. Comimos, bailamos, nos embriagamos, contamos chistes malísimos y nos reímos a risotadas. Parecía que todo era felicidad. La fiesta duró doce años. Nos hicimos amigos de los malos, nos burlamos de los buenos. El dinero brotaba. Tanto que algunos lo guardaban en valijas y lo distribuían en conventos.
Teníamos oro, vino a granel, y así pasábamos los días” rezaba una vieja canción reeditada en la última década.



Tan bien la pasábamos que los más encumbrados nos hablaban de amor. “El amor vence al odio” afirmaban como si se tratara del undécimo mandamiento aún no publicado. “La economía de la felicidad” nos explicaba un secretario con un fusil en el escritorio.
Hasta que un día llegó la cuenta.
Alguien dijo: “Se acabó la plata y tenemos que pagar”.
El dólar pasó del virtual valor de $9,70 a $ 15, el costo anual del dinero de 18% a 38%, las tarifas de agua, gas y electricidad se multiplicaron por 5, 6, y 7. Casi un 678 tarifario. En referencia al propagandístico programa estatal al servicio del entretenimiento del rey (y la reina).
En términos microeconómicos también llegó la factura. Se paralizaron las obras públicas por falta de dinero (desde Julio 2015) y desde diciembre 2015 comenzaron a revisarse una por una. Mientras tanto crecía el desempleo en la construcción. Recién ahora (julio 2016) se retoman obras a valores menores para hacer lo mismo. La corrupción explica la diferencia en menos. Las valijas no se llenaban de aire.
Históricamente las tarifas de luz, agua y gas representaban el 15% del salario de un argentino medio. El kirchnerismo subsidió de tal manera esos servicios de manera que durante doce años representaron sólo el 3%. Una canción propagandística dice: “Compañero, por todas tus conquistas, los días más felices, siempre fueron peronistas”.
Felicidad con el dinero ajeno, hasta que se agota. O hasta que los servicios revientan.
Tal como la ley de gravedad, las leyes económicas son inmutables. Honestamente lo lamento, pero la realidad te da la bienvenida, con una socarrona sonrisa.
El subsidio en el precio de los servicios públicos incrementó la demanda y ralentizó la oferta. Ese bache, “faltante artificial” lo llaman los economistas, se cubrió con el stock previo y con importaciones caras financiadas por el gasto público. Nadie se daba cuenta. Quienes lo advertían eran “agoreros” que perdían las elecciones. Precisamente por advertirlo.
Un día se agotó el stock. Y otro día, un poco más tarde nos quedamos sin plata para pagar importaciones. Aún los amigos, nos cobraban cash. En esto no hay amigos. Otra vez, “bienvenidos a la realidad”.
Ahora están todas las facturas sobre la mesa. La basura que estaba debajo de la alfombra ya no estás más. Todo está a la vista.
Y los argentinos nos encontramos con que nuestros salarios son 12% más bajos en términos permanentes. Además de la inflación, sabemos que el 15% de nuestro ingreso deberá financiar la provisión de servicios que alguien nos quiso convencer que eran gratuitos.
Y nos duele. Vamos a la justicia interponiendo recursos de amparo, cortamos rutas y calles. Protestamos, insultamos y quizás no votemos. Pero la realidad es que sin precios no hay oferta. Desde los mercados de Babilonia que si el precio es cero los oferentes no aparecen. Y la realidad se impone. Siempre.
Nos quedamos sin gas, sin cables, sin luz, con poca agua. Gracias al derroche y al traicionero concepto de “gratuidad” Argentina es un país que funciona mediocremente entre 15 y 25 grados. Con frío o con mucho calor se bloquea. Colapsa. Cada verano, la geografía urbana cambia. Grupos electrógenos entorpeciendo el tránsito, contaminación sonora, visual y del aire, costos de las empresas por las nubes. Todo para proveernos de una energía que el estado liquidó. Dilapidó. Rompió la oferta.
Ok, así estamos. Nuevamente la Argentina es un barco que intentamos hundir y nunca lo logramos.
En 2016, no sin contratiempos, el sector energético recuperará buena parte de los precios que necesita. El estado podría colaborar mucho reduciendo la carga impositiva de las tarifas y reduciendo los gastos equivalentes a la menor recaudación.
La sociedad poco a poco está tomando conciencia que la corrupción mata y la gratuidad corrompe. “Esa mentira te hace feliz” no funciona. No te hace feliz. La gratuidad no fue tal. Llenó bolsos de dinero y nos dejó sin servicios. Por los que ahora nos toca pagar.
Aunque nos duela y debamos guardar el relato progresista para el próximo viento de cola debemos confiar en “la juiciosa conducta de los particulares que basta no solamente para compensar los efectos de la prodigalidad y de las imprudencias de los particulares mismos, sino también para balancear el de las profusiones excesivas del gobierno”. “Este esfuerzo constante, uniforme y jamás interrumpido de todo individuo por mejorar su suerte tiene a menudo bastante poder para mantener, a despecho de las locuras del gobierno y de todos los errores de la administración, el progreso natural de las cosas hacia una condición mejor”.

¿De dónde sacamos que la fiesta iba a ser gratis?

Gustavo Lazzari argumenta sobre las causas y consecuencias del exceso de gasto público en Argentina durante el mandato de los Kirchner.

Gustavo Lazzari es Economista de la Fundación Libertad y Progreso (Argentina).
Fuimos a una fiesta. Comimos, bailamos, nos embriagamos, contamos chistes malísimos y nos reímos a risotadas. Parecía que todo era felicidad. La fiesta duró doce años. Nos hicimos amigos de los malos, nos burlamos de los buenos. El dinero brotaba. Tanto que algunos lo guardaban en valijas y lo distribuían en conventos.
Teníamos oro, vino a granel, y así pasábamos los días” rezaba una vieja canción reeditada en la última década.


Monday, July 18, 2016

Los bolivarianos y el poder

Gabriela Calderón de Burgos considera que luego de que Bolívar traicionara a Francisco de Miranda en 1812, se impuso alrededor de la región el proyecto político del "Libertador", que no es ni democrático ni liberal.

Gabriela Calderón de Burgos es editora de ElCato.org, investigadora del Cato Institute y columnista de El Universo (Ecuador).
Hace 200 años, el 14 de julio de 1816, Francisco de Miranda murió en una cárcel cerca de Cádiz. Luego de que Simón Bolívar lo traicionara el 31 de julio de 1812 entregándolo a los españoles —episodio que muchos historiadores consideran el primer golpe de Estado en América Latina— Venezuela, así como otros países de la región, abandonó el camino de las repúblicas liberales, democráticas y federales. Se impuso el proyecto político del “Libertador”, que como les explico hoy, no puede ser considerado ni liberal ni democrático.



Xavier Reyes Matheus dice que Bolívar resultó ser como el “gemelo malvado” o Doppelgänger de Miranda pues luego de sacarlo de la película, procedió a vaciar de contenido el proyecto de Miranda para las Américas. La Gran Colombia, donde Miranda pretendió construir un nuevo estado republicano y democrático, eliminando las tradiciones autoritarias y la jerarquización de la colonia y fortaleciendo a las autoridades locales por sobre las nacionales; Bolívar logró fundar un Estado con el mismo nombre pero con un contenido enteramente distinto.1 No podía ser de otra manera, siendo que Bolívar demostró no ser un demócrata y tener una antiliberal ambición de poder.
En el Discurso de Angostura esgrimió un ataque directo a la democracia:
“¿cuál es el gobierno democrático que ha reunido a un tiempo, poder prosperidad y permanencia?, ¿y no se ha visto por el contrario la aristocracia, la monarquía cimentar grandes y poderosos imperios por siglos y siglos?...¿el imperio romano no conquistó la tierra?, ¿no tiene la Francia catorce siglos de monarquía?, ¿quién es más grande que la Inglaterra? Estas naciones, sin embargo, han sido o son aristocracias y monarquías”2
En el Congreso de Angostura propuso un senado hereditario3 y en la Constituyente de Bolivia la presidencia vitalicia y la inmunidad penal del mismo cargo.4
Los bolivarianos de su época, como los de hoy, no obedecen a principio alguno, mucho menos a aquellos que respetan los derechos individuales. Siempre se han debido al poder. Reyes Matheus lo ilustra así: “Bolívar, como se ve, que oponía al sistema democrático el argumento de la anarquía, no dudaba en usar la voluntad popular como pretexto para pasar por encima de las instituciones”. 5
En Perú, disolvió el Congreso en 1824 para evitar una constituyente que hubiera obstaculizado la implantación de su proyecto. En Colombia, pensando que controlaría la mayoría de los votos, logró que se convoque a una constituyente aún cuando era inconstitucional hacerlo al no haber pasado los 10 años que debían transcurrir según la Constitución vigente. Habiendo logrado convocar la Convención de Ocaña en 1828, no logró obtener una mayoría de los representantes en esta. Los representantes bolivarianos, siendo minoría, optaron por boicotear la Convención dejándola sin quórum.
Con el pretexto de que la Convención de Ocaña había fracasado, Bolívar promulgó el 28 de agosto de 1828 el Decreto Orgánico de la dictadura, que dejaba sin efecto la Constitución de 1821. La dictadura de Bolívar precipitaría la división de la Gran Colombia. Los bolivarianos de ayer, como los de hoy, tienen una constante: el odio a las instituciones, a la separación de poderes y a cualquier cosa que obstaculice su acumulación de poder.

Los bolivarianos y el poder

Gabriela Calderón de Burgos considera que luego de que Bolívar traicionara a Francisco de Miranda en 1812, se impuso alrededor de la región el proyecto político del "Libertador", que no es ni democrático ni liberal.

Gabriela Calderón de Burgos es editora de ElCato.org, investigadora del Cato Institute y columnista de El Universo (Ecuador).
Hace 200 años, el 14 de julio de 1816, Francisco de Miranda murió en una cárcel cerca de Cádiz. Luego de que Simón Bolívar lo traicionara el 31 de julio de 1812 entregándolo a los españoles —episodio que muchos historiadores consideran el primer golpe de Estado en América Latina— Venezuela, así como otros países de la región, abandonó el camino de las repúblicas liberales, democráticas y federales. Se impuso el proyecto político del “Libertador”, que como les explico hoy, no puede ser considerado ni liberal ni democrático.


Por qué los políticos son corruptos, ineficientes y mentirosos


La respuesta corta es simplemente porque pueden serlo. ¿Qué hace un político? No hay mucha diferencia con la de un empresario. Ambos buscan una necesidad y la cubren. Una de las definiciones de empresario político es aquella persona que intenta obtener beneficios a cambio de reformas. (La forma más extendida del concepto es otra, y se refiere al hombre de negocios que intenta ganar beneficio mediante subsidios, proteccionismo, contratos del Gobierno o influencias políticas. Esto es lo que conforman los lobbies de la banca, ecologista o sostenible, sector alimenticio... Este sistema es que nos lleva al Capitalismo de amigotes o Crony Capitalism).
Las diferencias entre un político y un empresario son básicamente que:



  1. El empresario necesita el favor del mercado para triunfar: el de su cliente, acreedores, accionistas y proveedores. La pérdida de confianza destruye al empresario al momento. El político no necesita el favor del "mercado", es decir, de la gente. En todas las naciones siempre hay dos partidos mayoritarios que controlan el país hagan lo que hagan. Solo necesitan el favor corporativista de otros políticos (oposición, parlamento, municipios...) y lobbies para conseguir sus fines.  
  2. El empresario no puede saltarse la legalidad, el político sí. Los medios políticos, en sentido amplio como: Gobierno, partidos, sindicatos, patronal... se financian mediante el robo de los impuestos, el fraude de la deuda o la extorsión de las tasas y multas. Si un empresario usara estas herramientas para crecer, iría a la cárcel. Solo una empresa privada en este país (y probablemente en el mundo) cobra un impuesto privado. La SGAE. La razón se debe a la unión política que tienen con el Gobierno. En un laissez faire, tal absurdidad no podría existir.  
  3. La irresponsabilidad. Un empresario siempre ha de ser responsable de sus acciones. Si vende artículos defectuosos o engañosos, tarde o temprano, pagará tal abuso. Incluso si hace una línea de productos que no gusta a la gente —el mercado—, lo tendrá que retirar. El político es todo lo contrario. Las acciones del político no tienen consecuencia. En este país hay escándalos cada día y ningún político dimite ni se le juzga. Incluso si hacen políticas nefastas para el país, son asumidas como gajes del oficio. ¿Por qué el Gobierno no ha de responder ante las pérdidas que ha provocado su ley antitabaco, Plan E, políticas ecologistas de Miguel Sebastián...?
Si una persona no es responsable de sus actos y tiene derechos ilimitados para hacer lo que quiere, ¿en qué se convierte de forma lógica? En un tirano. Es lo que les ocurre a los niños pequeños. Un niño de cinco años no entiende qué implica la responsabilidad, por eso acude a la violencia y conductas antisociales continuamente. Si tal comportamiento se le permite, lo único que hacen los padres es convertirlo en un sociópata. Solo los niños y el Gobierno recurren siempre a la violencia como forma habitual de interaccionar con la sociedad. Una sociedad así, no está madura.
El hombre medio desconoce que todo hombre se mueve por incentivos, no por vocaciones. La vocación del buen político es "servir a la gente" según la opinión popular. Pero los incentivos para dedicarse a la política son el beneficio personal. Incluso el que por vocación se dedica a la política no puede triunfar, ya que el corporativismo del sector y la búsqueda de intereses personales lo expulsan. El buen político, el que triunfa, es porque sabe negociar bien con relación a los intereses de su partido y/o Gobierno. Eso no tiene nada que ver con buscar fines humanistas para la sociedad. Los fines humanistas no son más que un engaño más para conseguir metas personales. ¿Se acuerda de las promesas de Zapatero? Ha hecho todo lo contrario a lo que prometió. Y no dude que en las elecciones de mayo una avalancha de ciudadanos votará a los socialistas.
La fe del ciudadano en el político se debe a la falacia de Hobbes o del Leviatán: el hombre es brutal y destructivo por naturaleza, por tanto, ha de existir uno de esos seres brutales y destructivos que lo coordine todo haciendo mejor a la sociedad. Tal invocación a la autoridad coercitiva no es más que un ensalzamiento mitificado del "buen gobernante" que solo existe en la imaginación de quien lo propugna.
¿Por qué los políticos son corruptos, ineficientes y mentirosos? Porque les resulta gratis. No tienen controles. No hay restricciones a sus acciones ni puede haberlas jamás porque ellos poseen el Poder. La única solución es limitar la fuerza de los medios políticos, ya sean sindicatos, patronal, funcionarios y evidentemente el propio Gobierno. El mayor incentivo para el crimen es la política, especialmente con un Gobierno Omnipotente.

Por qué los políticos son corruptos, ineficientes y mentirosos


La respuesta corta es simplemente porque pueden serlo. ¿Qué hace un político? No hay mucha diferencia con la de un empresario. Ambos buscan una necesidad y la cubren. Una de las definiciones de empresario político es aquella persona que intenta obtener beneficios a cambio de reformas. (La forma más extendida del concepto es otra, y se refiere al hombre de negocios que intenta ganar beneficio mediante subsidios, proteccionismo, contratos del Gobierno o influencias políticas. Esto es lo que conforman los lobbies de la banca, ecologista o sostenible, sector alimenticio... Este sistema es que nos lleva al Capitalismo de amigotes o Crony Capitalism).
Las diferencias entre un político y un empresario son básicamente que: