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Saturday, December 24, 2016

Trump y la Tercera Guerra Mundial

La Tercera Guerra Mundial ha comenzado: el mundo contra el presidente electo Donald Trump. Una legión de zombies, la mayoría de la izquierda, globalistas y buena parte del establishment político, se ha lanzado a las calles y ha llenado sus medios de comunicación para impedir que Trump pueda inaugurar su era con estabilidad y la calma necesaria para llevar adelante su programa. Siento decir por todos ellos que al igual que los zombies de la película Guerra Mundial Z, están muertos de verdad y al final, los muertos siempre pierden.

Thursday, September 15, 2016

Burocracia asistencial y educativa

Por Gabriel Boragina ©
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"El único elemento que impide que el actual Estado Benefactor sea un absoluto desastre es precisamente la burocracia y el estigma que conlleva el recibir asistencia social. El beneficiario de la asistencia social aún se siente psíquicamente agraviado, a pesar de que esto ha disminuido en los últimos años, y tiene que enfrentar a una burocracia típicamente ineficiente, impersonal y complicada. Pero el ingreso anual garantizado, precisamente al hacer que el reparto sea eficiente, sencillo y automático, eliminará los principales obstáculos, los mayores incentivos negativos para la "función proveedora" de la beneficencia, y hará que la gente adhiera en forma masiva al reparto garantizado. Además, ahora todos considerarán al nuevo subsidio como un "derecho" automático más que como un privilegio o regalo, y todo estigma será eliminado". [1]
 
 
Cuando Rothbard escribía lo anterior, el asistencialismo no se encontraba tan difundido (ni aceptado) en los EEUU ni en el mundo como se halla hoy. Allí, hablaba de un beneficiario del sistema que se sentía psíquicamente agraviado en su carácter de tal. En ese entonces, recibir un subsidio del estado nación era todavía oprobioso en alguna medida, pero ya en ese momento ese sentimiento había disminuido en modo considerable. Lo que impedía que el estado "benefactor" colapsara eran precisamente aquellos dos elementos: que la burocracia era "típicamente ineficiente, impersonal y complicada", y la deshonra que en la psiquis de la gente constituía ser receptor de una dádiva del gobierno. También alude que, al momento de escribir la obra que comentamos, se estudiaba en su país implementar lo que llama "el ingreso anual garantizado", el cual -con independencia de la mayor o menor cantidad de la gente que realmente lo precisara- tendría un carácter universal. La clave de la cuestión la encontramos en su frase: "ahora todos considerarán al nuevo subsidio como un "derecho" automático". Se podría creer que lo que parece querer significar en esta cita, es que esta transmutación psicológica, por la cual lo que antes era pensado como "un privilegio o regalo" ahora lo es como un "derecho", contribuiría a hacer de la "burocracia típicamente ineficiente, impersonal y complicada" lo contrario. Pero nosotros no opinamos que este sea el sentido. Más bien, interpretamos que, dado que ese subsidio podría ser distribuido por vías no burocráticas (por ejemplo, incluido -por ley- en los salarios que los empleadores pagan a sus empleados) este mecanismo aliviaría, de alguna manera, el "trabajo" de la burocracia, pero no haría mella alguna en lo "típicamente ineficiente, impersonal y complicada" inherente a ella. Y dado que la burocracia tiende a funcionar en idéntico estilo en cualquier parte del mundo (con mayores o menores variantes) y que su tendencia natural es a crecer y no a disminuir, podemos estar seguros que -en esa línea- su típica ineficiencia, impersonalidad y complicación estarán -en la misma proporción- garantizadas.
Esto sucede por los amplios objetivos y extensos campos que pretende cubrir la burocracia. Un ejemplo característico se da en el campo educativo:
"Es necesario comprender que el Estado o los políticos que lo componen no siempre tienen la razón en cuanto a la educación. Es más, para mi gusto, rara vez la burocracia gubernamental piensa acertadamente porque está bajo la influencia de factores de orden político y sus intereses; de esto hay muchos ejemplos." [2]
Es casi una ironía hablar de los "móviles" de la burocracia, porque si hay algo que define a esta es –precisamente- su poca movilidad, y -en la mayoría de los casos- su más completa inmovilidad. Este es un resultado ineludible de la misma estructura de la burocracia y de su fuente de financiamiento. A estos se les llama pomposamente "recursos públicos" como si en verdad todo el público tuviera acceso o participación en los mismos. La realidad es muy diferente, los recursos no son de uso público, sino que son estatales aunque su fuente de financiamiento si tiene origen en el público, es decir en el de todos los ciudadanos, a los que se rotulan como "contribuyentes", y que son expoliados sistemáticamente por vía del mecanismo fiscal que –como no podía ser de otra forma- también compone parte de la burocracia. La burocracia fiscal es entonces aquella parte del estado nación encargada de expoliar al resto de los ciudadanos de sus recursos con el objeto de costear la vida y empleos de esos mismos burócratas fiscales, y estos -a su turno- redistribuir el saldo de los tributos percibidos para poder hacer lo propio con los demás sectores de la burocracia. Incluida, por supuesto, la burocracia educativa:
"...hay que reconocer que nuestro sistema educativo gubernamental es muy reacio a los cambios. Cualquier reforma que se quiere implantar en educación pública desata reacciones violentas. La burocracia educativa se ha acostumbrado a cobrar sin trabajar, sin que nadie le pida cuentas y a vivir sin riesgos. Prefiere un salario flaco pero seguro y de por vida. Esta burocracia educativa ni siquiera se muestra preocupada por incorporar las nuevas tecnologías y métodos de enseñanza. Han transformado a las universidades en centros de simulación donde unos hacen como que enseñan, otros hacen como que aprenden y al final toda la sociedad pierde." [3]
Claro que este problema, que bien describe el Dr. Mercado Reyes, no es privativo ni exclusivo de la burocracia educativa, sino que se extiende a la burocracia como un todo. Si sus ingresos provienen de los impuestos que pagamos por vía de la fuerza estatal, sin necesidad que los burócratas nos ofrezcan ningún servicio a cambio por ello, es un resultado casi obligado que no habrá ningún tipo de incentivos para trabajar o cosa semejante. Es, en cambio, cuando aparece el simulacro de "trabajar", espectáculo con el que tanta frecuencia nos topamos quienes hemos de acudir a la burocracia para poder hacer cada vez más cosas para las cuales la burocracia no debería ser en absoluto necesaria.

Burocracia asistencial y educativa

Por Gabriel Boragina ©
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"El único elemento que impide que el actual Estado Benefactor sea un absoluto desastre es precisamente la burocracia y el estigma que conlleva el recibir asistencia social. El beneficiario de la asistencia social aún se siente psíquicamente agraviado, a pesar de que esto ha disminuido en los últimos años, y tiene que enfrentar a una burocracia típicamente ineficiente, impersonal y complicada. Pero el ingreso anual garantizado, precisamente al hacer que el reparto sea eficiente, sencillo y automático, eliminará los principales obstáculos, los mayores incentivos negativos para la "función proveedora" de la beneficencia, y hará que la gente adhiera en forma masiva al reparto garantizado. Además, ahora todos considerarán al nuevo subsidio como un "derecho" automático más que como un privilegio o regalo, y todo estigma será eliminado". [1]
 

Wednesday, August 24, 2016

Brexit: La derrota de los eurócratas

UK-UE
Una sólida mayoría de británicos ha decidido que no quieren continuar en esta Unión Europea. Con más de un millón de votos de diferencia, los partidarios de la salida han demostrado ser muchos más que los que quieren permanecer dentro de la estructura política de Bruselas.
Es una noticia aún peor para una forma de entender la Unión Europea. Fíjense que no digo para Europa, sino para la forma de malentender y de desfigurar Europa que ha dominado progresivamente el continente desde los despachos del poder de Bruselas.



Si hay que buscar derrotados, búsquenlos en los largos pasillos de la Comisión Europea. Si hay que encontrar fracasados, los pueden ver sentados a ambos lados del hemiciclo del Parlamento Europeo. Si hay que señalar culpables, están en todos los medios de comunicación, ONGs, lobbys y demás rent-seekers que llevan décadas predicando las bondades del federalismo europeo mientras extienden la mano para cobrar las subvenciones que salen del bolsillo del contribuyente europeo.
Nadie rechazaba las instituciones europeas cuando se trataba un Mercado Común o una Comunidad Económica. Ni siquiera los británicos. Ni siquiera Margaret Thatcher, como cuenta ella misma en sus memorias. Fue a partir del Tratado de Maastricht cuando, capitaneados por un socialista elitista como Jacques Delors, se fue extendiendo entre las élites políticas y periodísticas europeas la asombrosa tesis de que el rechazo al poder creciente de Bruselas se vencería con “más Europa”, como anteayer mismo decía el ministro de Exteriores de España José Manuel García-Margallo, uno de los que cree en esa mística del corazón de Europa.
Es ésa forma de malentender Europa la que se ha hecho odiosa. La que ha intentado varias veces imponer una Constitución Europea.. La que acumula poder sin responsabilidad. La que desprecia lo que llaman “la Europa de los mercaderes”, sin darse cuenta de que esa es la verdadera Europa: la de la libertad para que las personas se muevan y lleven adonde quieran sus ideas, sus servicios, sus productos y los bienes de su propiedad. Ésa es la Europa que merece la pena, la que sirve eficazmente para evitar que las guerras se repitan, la que representa lo mejor de la gente: su libertad para decidir y para responsabilizarse de su propio futuro.No creo que el Reino Unido vaya a romper su condición de mercado libre, ni tampoco creo que la Unión Europea vaya a levantar barreras en el comercio con las islas. Si uno u otra lo hicieran se cometería un error catastrófico.
Pero el voto que ayer pronunciaron los británicos va a tener muchas consecuencias. Y la primera, y la peor para el resto de Europa, es que nos han dejado solos, a merced del gentil monstruo de Bruselas.

Brexit: La derrota de los eurócratas

UK-UE
Una sólida mayoría de británicos ha decidido que no quieren continuar en esta Unión Europea. Con más de un millón de votos de diferencia, los partidarios de la salida han demostrado ser muchos más que los que quieren permanecer dentro de la estructura política de Bruselas.
Es una noticia aún peor para una forma de entender la Unión Europea. Fíjense que no digo para Europa, sino para la forma de malentender y de desfigurar Europa que ha dominado progresivamente el continente desde los despachos del poder de Bruselas.


Thursday, August 11, 2016

Debilidad estructural

Isaac Katz considera que la debilidad estructural en la economía mexicana es la ausencia de un Estado de Derecho sólido.

Isaac Katz es investigador y catedrático del Instituto Autónomo de México.
El INEGI dio a conocer dos indicadores que apuntan hacia un estancamiento de la economía. Primero, una estimación oportuna del PIB en el segundo trimestre y segundo, los indicadores cíclicos para el mes de mayo.
Respecto de la estimación oportuna del PIB, la actividad económica durante el segundo trimestre decreció 0,3% respecto del primer trimestre y un crecimiento con relación al segundo trimestre del año pasado de únicamente 1,4%. Por sectores de actividad respecto del trimestre previo, el primario decreció 0,1%, el secundario cayó 1,7% y el terciario no cambió. Respecto del segundo trimestre del 2015, el primario creció 4,3%, el secundario disminuyó en 0,5%, mientras que el terciario creció en 2,4%.



Por lo que toca a los indicadores cíclicos, el coincidente a mayo se ubicó en 99,9 puntos (con una disminución respecto a abril de 0,02 puntos), mientras que el índice adelantado a junio se ubicó en 99,4 puntos (una caída de 0,03 puntos en relación a mayo).
Es claro que la economía no va bien y las expectativas de crecimiento para éste y el próximo año se han revisado a la baja. Se pueden adelantar explicaciones puntuales sobre el mediocre crecimiento que ha tenido recientemente la actividad económica, como es el bajo crecimiento de la economía estadounidense y su efecto sobre las exportaciones manufactureras, la disminución en el valor de la producción petrolera, así como el dispendio e ineficacia del gasto público. El problema, a mi parecer, es uno más profundo, uno que es realmente estructural y que se centra en la debilidad del estado de derecho prevaleciente en México. Un indicador de ello es que México, a pesar de tener una posición geográfica envidiable, con un tratado de libre comercio con la economía más grande del mundo, reciba flujos de inversión extranjera directa que apenas llegan a representar el 2% del PIB.
México es un país de leyes solo porque son muchas, no porque sean eficientes y menos aún porque se cumplan. Un íntegro estado de derecho tiene cuatro elementos centrales. Primero, en el marco legal tienen que estar eficientemente definidos los derechos de propiedad. Segundo, los agentes económicos privados deben tener la libertad de utilizar sus recursos mientras en el ejercicio de esa libertad no atenten en contra de los derechos de terceros. Tercero, todo intercambio tiene que ser libre y voluntario, lo cual requiere que todos los mercados operen en competencia. Cuarto, que el poder judicial sea independiente, imparcial, eficiente y expedito y que garantice el cumplimiento de los contratos y proteja los derechos privados de propiedad en contra de actos de terceros, incluidos los actos de gobierno que los vulneren.
Es claro que estamos muy lejos de ser un país en el que predomine el estado de derecho: las leyes, empezando por la constitución, no son eficientes; existe una continua violación de los derechos privados de propiedad; no todas las transacciones son enteramente voluntarias dada la existencia de prácticas monopólicas privadas y gubernamentales; y, finalmente, el poder judicial no está garantizando la inviolabilidad de la propiedad privada ni el cumplimiento de los contratos.
Elementos coyunturales podrán explicar puntualmente el desempeño de tal o cual sector de actividad en un periodo dado, pero no pueden explicar el que la economía mexicana lleve más de tres décadas creciendo a tasas más que mediocres, un crecimiento promedio anual de solo 2%. Debilidad del estado de derecho, corrupción e impunidad son los elementos que lo explican y mientras esto no cambie, difícilmente experimentaremos un mejor desempeño.

Debilidad estructural

Isaac Katz considera que la debilidad estructural en la economía mexicana es la ausencia de un Estado de Derecho sólido.

Isaac Katz es investigador y catedrático del Instituto Autónomo de México.
El INEGI dio a conocer dos indicadores que apuntan hacia un estancamiento de la economía. Primero, una estimación oportuna del PIB en el segundo trimestre y segundo, los indicadores cíclicos para el mes de mayo.
Respecto de la estimación oportuna del PIB, la actividad económica durante el segundo trimestre decreció 0,3% respecto del primer trimestre y un crecimiento con relación al segundo trimestre del año pasado de únicamente 1,4%. Por sectores de actividad respecto del trimestre previo, el primario decreció 0,1%, el secundario cayó 1,7% y el terciario no cambió. Respecto del segundo trimestre del 2015, el primario creció 4,3%, el secundario disminuyó en 0,5%, mientras que el terciario creció en 2,4%.


Saturday, July 9, 2016

Por qué no pueden subirse impuestos sólo a los ricos


La Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) acaba de publicar un estudio muy interesante sobre la distribución de la carga fiscal entre las familias españolas. El titular más llamativo del informe ha sido el de que los hogares con menor renta pagan el mismo porcentaje de impuestos que los hogares de renta alta.
Y es que, en efecto, las familias con menor renta abonan un 28,21% sobre sus ingresos, mientras que el 1% de familias más ricas, apenas soportan una carga fiscal del 33,10%. En realidad, es necesario matizar que, por un lado, las rentas del primer quintil no están adecuadamente calculadas, ya que incluyen rendimientos negativos (lo cual reduce la base sobre la que se calcula el tipo impositivo, aparentando que éste es mucho mayor de lo que realmente es). A su vez, también hay que aclarar que estos cálculos no incluyen ni las cotizaciones sociales a cargo del empresario (que padecen en última instancia los trabajadores) ni tampoco el Impuesto de Sociedades (que soportan en última instancia los receptores de rentas del capital).




Para muchos, estos datos ilustran que la presión fiscal en España está muy mal repartida y que habría que reequilibrarla, reduciéndosela a las rentas bajas e incrementándosela a las rentas altas. A mi entender, en cambio, lo que ponen de manifiesto estos datos es que Thomas Piketty tenía razón cuando señalaba que:
En el Estado fiscalista moderno, la totalidad de los pagos tributarios se acerca a ser proporcionales a la renta de todos los individuos, especialmente en aquellos países donde esos ingresos fiscales son muy altos. Esto no es sorprendente: es imposible imponer una presión fiscal igual al 50% para así financiar un ambicioso programa de transferencias sociales sin exigirle a todo el mundo que haga una contribución muy importante. La lógica de derechos universales que subyace en el moderno Estado social y fiscalista encaja muy bien con la idea de una tributación proporcional (o muy escasamente progresiva).
O dicho de otra manera, el Estado español no puede recaudar mucho más de lo que recauda ahora sin sablear con mucha mayor saña a todos los ciudadanos, incluidas las rentas bajas.
No se puede sólo con los ricos
En la siguiente tabla, recogemos el tipo impositivo medio soportado por cada tramo de renta, el porcentaje del PIB que “acapara” cada tramo de renta y la recaudación fiscal que cada uno de esos tramos proporciona (en términos de PIB). Por ejemplo, el 1% de contribuyentes con mayor renta de España logra unos ingresos equivalentes al 5,31% del PIB, los cuales son sometidos a un tipo impositivo del 33,1%: y, en consecuencia, el 1% de contribuyentes con mayor renta aportan una recaudación del 1,76% del PIB (el 33,1% del 5,31% del PIB es el 1,76%).



Si sumamos la recaudación de todos los hogares españoles, alcanzaremos una presión fiscal agregada del 26,7%: a esa cifra, es necesario añadirle la recaudación por cotizaciones sociales a cargo de la empresa, por Impuesto sobre Sociedades y otros ingresos patrimoniales del Estado hasta alcanzar los ingresos públicos totales de España (entre el 38-39% del PIB). Por poner estas cifras en perspectiva: el déficit público de España es del 5% del PIB y las socialdemocracias nórdicas —a las que tantos partidos quieren llevarnos— recaudan, al menos, el 50% del PIB.
Así pues, el inmoral juego recaudatorio que voy a plantear a los lectores es el siguiente: ¿cómo recaudar, únicamente castigando a “los ricos”, cinco puntos adicionales de PIB (o 12 puntos de PIB, si quieren emular a los nórdicos) a partir de las distribuciones de renta y de carga fiscal recogidas en la tabla anterior?
Podemos ha prometido que sólo subirán los impuestos a aquellos que cobren más de 60.000 euros anuales
Empecemos por lo más fácil: extraer cinco puntos adicionales de PIB para acabar con el déficit sin recortar el gasto. Podemos ha prometido que sólo subirán los impuestos a aquellos que cobren más de 60.000 euros anuales. Eso debería limitar su radio de acción al último decil de la distribución de la renta (centiles 91 a 100). En realidad, empero, el radio de acción debería ser mucho menor, pues el centil 91 empieza con 62.000 euros por familia: es decir, un hogar con dos padres y un hijo, donde cada padre gane 32.000 euros, forma parte del centil 91. Y, en teoría, Podemos ha prometido no cobrarles más impuestos a ese tipo de hogares. Pero da igual; obviemos ese detalle: ¿cómo recaudar cinco puntos más de PIB sólo con los centiles 91 a 100?
De entrada, si aumentamos los impuestos sobre el 1% más rico desde el 33,10% al 50%, apenas se recaudaría un 0,9% más del PIB. Por tanto, nos faltan 4,1 puntos que habría que imputárselos a los centiles 91 a 99. Y para recaudar 4,1 puntos más en esos deciles, habría que llevar su tipo impositivo medio al 47%... sin contar cotizaciones sociales a cargo del empresario. Computando esas cotizaciones, estaríamos hablando de arrebatarles a muchos ciudadanos más del 60% de todo lo que ingresan: algo muy escasamente realista. Pero la aritmética fiscal todavía es más desfavorable para los amigos de la demagogia antirricos.
Primero, porque ese aumento de la tributación debería efectuarse sólo mediante impuestos directos (si aumentaran los indirectos, no sólo los ricos pagarían esta mordida). Los centiles 91 a 99 soportan un tipo impositivo directo del 22,49% (y uno indirecto del 7,43%): si queremos incrementar su aportación tributaria en 17 puntos (hasta llevar la total al 47%), habría que aumentar su tipo impositivo directo desde el 22,49% hasta el 39,5% (en el caso del top 1%, habría que llevarla hasta el 45%). Ahora mismo, el tipo impositivo medio por impuestos directos para alguien que gana 60.000 euros se ubica en torno al 26%-27%, por lo que sería necesario un sablazo fiscal absolutamente disparatado para que las rentas por encima de 60.000 euros pasen a tributar un 39,5%.
Por ejemplo, una persona que ingresa 100.000 euros y paga el 26% de impuestos directos sobre sus primeros 60.000 euros debería tributar al 60% sobre los restantes 40.000 para que su tipo impositivo medio (sobre los 100.000 euros) fuera del 39,5%. Y si quisiéramos que hubiera una cierta progresividad fiscal desde los 60.000 a los 100.000 euros (esto es, que pague mucho más el euro 99.999 que el euro 60.001), los tipos marginales a partir de 80.000 o 90.000 euros deberían ser muy superiores a ese 60%.
Todo lo cual nos lleva al segundo gran problema: ¿alguien puede creer que, estableciendo unos tipos impositivos marginales tan elevados, las bases imponibles no se van a reducir? Fíjense que no estoy preguntando si necesariamente subiendo los impuestos recaudaremos menos: tan sólo estoy constatando que, tras subir los impuestos de una manera tan exagerada, los profesionales de rentas altas dejarán de estar dispuestos a trabajar tantas horas diarias como antes (Montoro se topó justamente con ese problema en 2012). O dicho de otra manera, si queremos aumentar la recaudación un 40% entre las rentas altas, no bastará con subir los impuestos un 40%, sino que habrá que hacerlo mucho más. En tal caso, habría que aumentar los tipos marginales por encima de 60.000 euros muy por encima del 60%: justo la receta para que todo personal cualificado se vaya de España.
No recaudaríamos en absoluto las sumas deseadas de dinero, pues los ciudadanos simplemente dejarían de trabajar una vez alcanzado cierto umbral de renta
Y si recaudar cinco puntos del PIB únicamente a partir de las rentas altas se antoja una misión cuasi imposible, imaginen la imposibilidad de extraer de esas rentas altas los 12 puntos del PIB que necesitamos para equipararnos con los países nórdicos: tendríamos que elevar su tipo impositivo medio hasta el 70% (colocando el tipo marginal a partir de 60.000 euros en niveles muy cercanos al 100%). Huelga señalar que, con tales gravámenes, no recaudaríamos en absoluto las sumas deseadas de dinero, pues los ciudadanos simplemente dejarían de trabajar una vez alcanzado cierto umbral de renta.
En suma, cuando los populistas prometen aumentar los ingresos del Estado —ya sea para revertir los recortes o para multiplicar el Estado de Bienestar— únicamente haciendo pagar “a los ricos” están mintiendo con descaro. No se puede. Por mucho que quieran, no se puede. Si se apuesta por un Estado más grande, todos tendremos que pagar muchos más impuestos: eso es, justamente, lo que sucede en los países nórdicos.

Por qué no pueden subirse impuestos sólo a los ricos


La Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) acaba de publicar un estudio muy interesante sobre la distribución de la carga fiscal entre las familias españolas. El titular más llamativo del informe ha sido el de que los hogares con menor renta pagan el mismo porcentaje de impuestos que los hogares de renta alta.
Y es que, en efecto, las familias con menor renta abonan un 28,21% sobre sus ingresos, mientras que el 1% de familias más ricas, apenas soportan una carga fiscal del 33,10%. En realidad, es necesario matizar que, por un lado, las rentas del primer quintil no están adecuadamente calculadas, ya que incluyen rendimientos negativos (lo cual reduce la base sobre la que se calcula el tipo impositivo, aparentando que éste es mucho mayor de lo que realmente es). A su vez, también hay que aclarar que estos cálculos no incluyen ni las cotizaciones sociales a cargo del empresario (que padecen en última instancia los trabajadores) ni tampoco el Impuesto de Sociedades (que soportan en última instancia los receptores de rentas del capital).


Saturday, June 25, 2016

¿MEXIT Y AMEREXIT?



REFLEXIONES LIBERTARIAS
Ricardo Valenzuela Torres


Finalmente sucedió, Britania abandona la Unión Europea iniciando lo que puede ser una tendencia mundial. Los países, las regiones, los estados han arribado al límite de su paciencia para, como sucediera durante el siglo 19, reclamar su independencia y soberanía. Los EU hicieron su primer intento al rebelarse contra la concentración de poder que estructuraba el Santana estadounidense, Lincoln. El resultado sería una guerra civil que costó casi un millón de vidas y ante la derrota de los confederados, nacía el proceso del estatismo americano.

La avenida de Trump ha sido pavimentada por los mismos sentimientos en contra de la clase política tradicional, adueñadas de la maquinaria del gobierno y atrincherados en Washington. Igualmente pavimenta la de candidatos independientes y no tan independientes (AMLO) en Mexico.

¿Cómo se ha desarrollado este movimiento?

 
A mediados de los años 70s los EU transitaban por una pesadilla. Los economistas se rascaban la cabeza al observar que las recetas tradicionales con las que habían “manejado” la avenida de los eventos económicos, no respondían.

Durante los primeros años de la administración Nixon, habían inyectado al paciente todos los antibióticos que los Doctores económicos tenían a su disposición, pero los signos vitales seguían deteriorándose. El FED emitía dinero de más y luego de menos. Nixon se confesaba Keynesiano y presentaba un presupuesto para arribar al “empleo total.” Los déficits del presupuesto se provocaban a propósito y también por accidente. La curva de Phillips era establecida en los libros de texto.

El dólar se devaluaba y se cerraba la ventana del oro. A los japoneses y alemanes se les consideraba tercos y, peor, demasiado eficientes. El dólar se echaba a flotar. Los precios y salarios se congelaban. Ante tales tratamientos muchos se preguntaban si la medicina aplicada estaba provocando que el paciente empeorara. Los Doctores económicos ahora argumentaban el que a su medicina no se la había dado tiempo suficiente para que hiciera efecto, además, el paciente ya estaba envenenado con tantas otras pociones.

En medio de ese desorden una publicación en 1975 reportaba: “Ante la confusión de nuestros Doctores económicos, sería saludable buscar una segunda opinión. Busquemos alguien cuyo diagnóstico no tenga implicaciones políticas. Hay dos verdaderos expertos; Robert Mundell, profesor en la Universidad de Columbia, y Arthur Laffer, profesor de la Universidad de Chicago. Estos dos economistas han iniciado una revolución copérnica en el mundo de la política económica”. Mundell ganaría el premio Nobel de economía en 1999.

La visión de ellos se iniciaba con una de sus afirmaciones favoritas: “La única economía cerrada hoy día, es la economía mundial.” La mayoría de economistas siempre han pensado que las economías nacionales pueden ser independientes del resto del mundo. Hoy día nos damos cuenta de que las economías son afectadas por los eventos internacionales; ej. Si devaluamos, vendemos nuestros productos más baratos y nuestra capacidad de compra (importaciones) se reduce dramáticamente.

Laffer y Mundell gritaban a los cuatro vientos lo diabólico de las devaluaciones y también afirmaban: “Se puede expandir el PIB dando incentivos a la oferta. El instrumento más efectivo que tienen los gobiernos para cambiar los incentivos de los actores económicos es el sistema impositivo”. Hay un intercambio macroeconómico entre trabajo y descanso. Una hora extra de trabajo es balanceada contra una hora de descanso; al margen, un impuesto al producto del trabajo cambia los precios en favor de la holganza. Así es que si se reducen los impuestos, se incrementará el trabajo productivo adicional, más producción, más demanda agregada y más prosperidad.

La teoría Supply—Side tiene su origen en la ley de Say: La oferta crea su propia demanda. Los fabricantes pagan a sus trabajadores para manufacturar sus productos, los trabajadores usan sus salarios para adquirir esos productos. Los ahorradores prestan su dinero a los inversionistas que construyen las fábricas, las utilidades que producen las fábricas van a pagar el capital e interés. Precios más altos demandarán más productos, salarios altos demandará más trabajadores, y altos rendimientos demandará más inversiones. A menos de que el gobierno intervenga, por ejemplo, fijando precios, los mercados aclararán los caminos y todo mundo estará feliz y satisfecho al lograr sus objetivos.  

Al reducir los impuestos hay más incentivos para trabajar y producir, el consumidor con más dinero en su bolsillo demanda más, las empresas con dicha reducción tendrán más dineros en sus tesorerías para contratar más gente, hacer las inversiones requeridas y enfrentar esa nueva demanda produciendo más, al haber más producción y más gente trabajando, la base impositiva es más alta, los gobiernos reciben más ingresos fiscales aun cuando sus tasas sean más bajas.

Laffer afirmaba; “un impuesto de cero obviamente no produce ingreso para el estado, mientras que un impuesto de 100% mataría las actividades económicas produciendo al igual cero ingresos para el estado. Él pensaba, debe haber una curva que conecte ambos extremos y la curva debe de tener su punto alto en alguna parte de su comportamiento. Es decir, llega un momento en el cual el incrementar las tasas impositivas reduce la actividad económica y, como es obvio, los ingresos del estado. Viceversa, el reducir impuestos aumenta la actividad económica y aumentan los ingresos del estado”.

De las ideas de esos dos hombres nació la teoría económica que rescatara a los EU. Las ideas de libre mercado combinadas con Supply –Side, dictarían la pauta a seguir de la nación más poderosa sobre la tierra en la década de los 80s, conocida como “los ocho años gordos”. Pero a partir de los años 90, los EU iniciaban un periodo de estatismo en esteroides que finalmente desembocara en las fatales guerras de Bush II, y el anticonstitucional ataque de un Obama ensoberbiado y resentido, a todas las libertades establecidas por los padres fundadores.

En ese mismo periodo México había sufrido las barrabasadas de Echeverría y López Portillo, la tibieza de Miguel de la Madrid, inflación de 250%, devaluaciones de más del 2000%, la economía no crecía o decrecía, tres bancarrotas, ante el incremento de la pobreza, expulsó más de 10 millones de sus ciudadanos a EU, la duda se ubicaría en más del 100% del PIB, se asesinó a un candidato a la presidencia, el narco establecía su infernal poder, los esfuerzos reformistas de Salinas serian saboteados y, como gritara López Portillo, el país fue saqueado.

Ante un panorama como este, tanto en EU como en México se respiran aires de hartazgo frente al aparato político, así como aires de libertad, soberanía, independencia que, si permanece sin respuesta, se puede revivir el espíritu confederado en EU, y los sueños separatistas de Pancho Villa en México de una Republica norteña. ¡Cuidado!