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Sunday, September 11, 2016

Cómo China se volvió capitalista

Ronald Coase y Ning Wang dijeron de su libro How China Became Capitalist: "Siendo un relato de cómo China se volvió capitalista, nuestro libro se enfoca principalmente en las dos primeras décadas de reformas. Dentro de este periodo, nuestro relato está dividido en dos partes por un suceso divisorio, el Movimiento Estudiantil de 1989".
Ronald Coase (1910-2013) fue un Premio Nobel y Profesor Distinguido de la Escuela de Leyes de la Universida de Chicago.
Ning Wang profesor asistente en la Escuela de Política y Estudios Globales en Arizona State University.
Este ensayo fue publicado originalmente en inglés en la edición de Enero/Febrero de 2013 del Cato Policy Report. Está basado en el libro de los mismos autores How China Became Capitalist (Palgrave, 2013).
Nadie predijo que la “modernización socialista” que el gobierno chino post-Mao lanzó en 30 años resultaría ser lo que los académicos denominan hoy la gran transformación económica de China. Cómo las acciones de los campesinos, trabajadores, académicos, y legisladores chinos se combinaron y derivaron en esta consecuencia no intencionada es la historia que intentamos contar. Hoy, no necesitamos presentar datos estadísticos para convencerlo del auge de la economía china, aún cuando China todavía se enfrenta a retos enormes. Muchos chinos todavía son pobres, muchos menos chinos tienen acceso a agua pura que a los teléfonos celulares, y todavía se enfrentan a muchos obstáculos cuando se trata de proteger sus derechos y ejercer su libertad. No obstante, China ha sido transformado desde adentro a lo largo de los últimos 35 años. Esta transformación es la principal historia de nuestra época. La lucha de China, en otras palabras, es la lucha del mundo.



En contra de la sabiduría convencional, tomamos el fin de 1976 como el inicio de la reforma post-Mao y argumentamos que China básicamente se convirtió en una economía de mercado para fines de los noventa y antes de que se uniese a la Organización Mundial de Comercio en 2001. En el nuevo milenio, la economía china ha mantenido su ímpetu de crecimiento y se ha vuelto más integrada con la economía global. Siendo un relato de cómo China se volvió capitalista, nuestro libro se enfoca principalmente en las dos primeras décadas de reformas. Dentro de este periodo, nuestro relato está dividido en dos partes por un suceso divisorio, el Movimiento Estudiantil de 1989.
La primera parte del relato se trata acerca de dos reformas. Una fue diseñada por Pekín; su objetivo era revitalizar el sector estatal y salvar al socialismo. La otra resultó de iniciativas que vinieron desde abajo. La reforma liderada por el Estado se dio en dos partes. La primera empezó en 1976 bajo Hua Gofeng. Hua era el sucesor designado por Mao, quien consolidó su base de poder luego de arrestar a “ La Pandilla de los Cuatro” y poniéndole fin a la Revolución Cultural. Aunque era leal a Mao, Hua era un reformador económico.
Con el respaldo total de Deng Xiaoping y otros líderes chinos, Hua lanzó su programa económico modernización, que luego sería criticado desdeñado como “El Salto al Exterior”. Esencialmente, era un programa liderado por el Estado y por las inversiones, con un enfoque en la industria pesada; es un buen ejemplo de lo que los economistas denominaron “la industrialización del gran empuje”. Pero el programa duró poco más de dos años. Se canceló a principios de 1979, en parte debido a sus propios defectos y en parte debido al cambio de liderazgo: a fines de 1978 el Comité Central tuvo una reunión, en la cual Deng Xiaoping y Chen Yun volvieron al poder y Hua ya no estaba al mando.
Deng Xiaoping es ampliamente conocido en Occidente. La biografía reciente de Ezra Vogel ha documentado en detalle el papel que jugó Deng en las reformas de China. En comparación, Chen Yun es una figura obscura. Pero Chen era la principal autoridad de China a cargo de los asuntos económicos. Él fue el arquitecto del primer Plan Quinquenal de China en 1953 y un ferviente partidario de la planificación central. Desde que creció y estudió en Shanghái, antes de convertirse en un revolucionario, Chen también percibió un papel limitado pero crítico para el sector y el mercado privados bajo el socialismo. Chen perdió su posición cuando Mao inició el Gran Salto Adelante en 1958, política a la que Chen se oponía. Él volvió al poder junto con Deng a fines de 1978 y recibió el trabajo de diseñar una programa de reforma económica.
Chen creía que la economía china desde hace mucho había sufrido de un desbalance estructural: demasiada inversión en industria pesada en relación a la industria ligera y la agricultura, y los sectores y la planificación estatales eran ensalzados excluyéndose a los sectores y mercados privados. En su opinión, el programa económico de Hua, que se enfocaba en la industria pesada, empeoró la economía china. Por eso Chen acabó de manera forzada con “El Gran Salto Afuera”, enfrentándose a una fuerte oposición del Consejo de Estado e impuso su política económica. Esto marcó la segunda ronda de reformas lideradas por Pekín. Esta ronda de reformas lideradas por el Estado tuvo dos elementos: ajustes a nivel macro y reformas en las empresas estatales al nivel micro. Los ajustes estructurales fueron impuestos a través de toda la economía. Por ejemplo, más inversiones fueron canalizadas desde los bienes capitales hacia la producción de bienes de consumo. Más dinero se asignó a la agricultura. El gobierno elevó los precios de compra para los productos agrícolas en mas de un 20 por ciento en 1979 y aumentó significativamente las importaciones de granos. Pekín también tomó medidas para descentralizar el comercio extranjero y le dio más autonomía fiscal a los gobiernos provinciales. Al nivel micro, el énfasis se puso en lo que era visto como la base económica del socialismo, las empresas propiedad del Estado. La estrategia era devolverle algunos derechos a las empresas estatales y permitirles quedarse con algo de las ganancias. Desde 1979 y durante toda la década de los ochenta, el gobierno chino estuvo preocupado con fomentar las empresas estatales.
La reforma desde los márgenes
No hay duda de que el gobierno post-Mao realizó una serie de reformas. Pero hoy, con el beneficio de la retrospectiva, sabemos que las fuerzas económicas que realmente estaban transformando la economía china durante la primera década de reforma fueron la agricultura privada, las empresas municipales y de las aldeas, los negocios privados en las ciudades, y las Zonas Económicas Especiales. Ninguna de estas fue iniciada por Pekín. Fueron jugadores marginales operando fuera de los límites impuestos por el socialismo. A estas fuerzas marginales, el gobierno chino estaba contento de ignorarlos siempre y cuando no amenazaran al sector estatal o al poder político del Partido. Esto creó espacio para lo que denominamos “revoluciones marginales”, las cuales trajeron de vuelta a China las fuerzas del emprendimiento y del mercado durante la primera década de la reforma.
Una de estas reformas marginales es la agricultura privada. La agricultura privada ciertamente no era algo nuevo en China. Antes de 1949, había existido durante milenios. A principios de la década de los cincuenta, Mao trató de colectivizar despiadadamente la agricultura. Algunos campesinos creyeron en Mao y esperaban que la colectivización les ofrecería una nueva oportunidad para salir de la pobreza. Luego de 20 años de una agricultura colectivizada y de 40 millones de muertes por hambrunas, ellos sabían qué les convenía. Muchos volvieron a la agricultura privada luego de que muriese Mao, incluso cuando Pekín todavía estaba tratando de fortalecer el sistema de las comunas. En septiembre de 1980, Pekín fue obligado a permitir la agricultura privada en zonas donde “la gente había perdido su confianza en la colectividad”. Pero una vez que se le abrieron las puertas al agro privado, este ya no podía ser controlado. Para principios de 1982 esto se volvió una política nacional. La agricultura china fue des-colectivizada. Después en el recuento oficial de la reforma, Pekín se atribuiría el crédito de haber lanzado la reforma agrícola. Pero la reforma implementada por Pekín simplemente elevaba los precios de compra de los granos y aumentaba las importaciones de granos; el agro privado, que es lo que en realidad transformó la agricultura china y liberó a los campesinos, no vino de Pekín.
Las empresas municipales y de las aldeas fueron operaciones industriales ubicadas en áreas rurales. Durante las primeras dos décadas de reformas, estas fueron el sector más dinámico de la economía china. Como operaban fuera del plan estatal, no tenían acceso garantizado a materias primas controladas por el Estado pero tenían que comprarlas en el mercado negro a un precio más alto. También estaban excluidas del sistema de distribución controlado por el Estado para vender sus productos, pero tenían que contratar sus propios equipos de ventas para que viajen alrededor de China con el objetivo de encontrar mercados para sus productos. En otras palabras, tenían que operar como verdaderas empresas de negocios. Esto es lo que hicieron. Y no tardó mucho para que ellos superen con su desempeño a las empresas estatales, las cuales tenían todos los privilegios y protecciones del Estado y que simplemente dejaron de ser emprendedoras.
Los primeros negocios en las ciudades chinas fueron iniciados por personas que no tenían un trabajo en el sector estatal. Muchos fueron jóvenes citadinos que recientemente habían vuelto del campo. Durante la era de Mao, 20 millones de graduados de los primeros años de secundaria (jóvenes desde 15 a 18 años) en las ciudades fueron enviados al campo en parte porque el gobierno no podía crear suficientes empleos. Después de la muerte de Mao, ellos volvieron, pero no encontraron empleo alguno en el sector estatal. Jóvenes, desempleados, y ansiosos, se tomaron las calles y bloquearon el paso de los trenes. Esta creciente presión obligó al gobierno a abrir la puerta al auto-empleo. Las tiendas privadas empezaron a surgir en las ciudades chinas; rápidamente acabaron con el monopolio estatal de la economía urbana.
Entre las cuatro revoluciones marginales, las Zonas Económicas Especiales fueron las más controversiales. Fueron establecidas para cooptar el capitalismo y salvar al socialismo. La idea era permitirles experimentar con la economía de mercado, importando tecnología avanzada y conocimientos administrativos, vendiendo productos a los mercados globales, creando empleos y estimulando el crecimiento económico. Pero los experimentos estuvieron limitados a unas cuantas zonas para que no socavaran el socialismo en otras partes, y por si acaso los experimentos fracasaran, su daño al socialismo sería insignificante.
La competencia regional
La presencia de dos reformas fue una característica determinante de la transición económica de China. No separar las dos es la principal fuente de confusión al momento de comprender las reformas en China. El gobierno chino, comprensiblemente, ha promulgado un relato de la reforma que gira alrededor del Estado, proyectándose así mismo como un diseñador omnisciente y como un instigador de la misma. El hecho de que el Partido Comunista de la China ha sobrevivido a la reforma de mercado, todavía monopoliza el poder político, y sigue activo en la economía ha ayudado a vender el relato estatista de la reforma. Pero fueron las revoluciones marginales las que trajeron el emprendimiento y las fuerzas de mercado de vuelta a China durante la primera década de la reforma, cuando el gobierno chino estaba ocupado rescatando al sector estatal.
La segunda parte de nuestro relato empieza en 1992 después de Deng Xiaoping realizara su tour por el sur del país. Mientras que las revoluciones marginales trajeron las fuerzas de mercado de vuelta a la China durante la década anterior, la competencia regional se volvió la principal fuerza transformadora durante la segunda década, convirtiendo a China en una economía de mercado para fines del siglo. La competencia regional no era nueva; había existido durante la primera década de la reforma. Pero luego creó barreras al comercio en las fronteras de las provincias y fragmentó la economía china. China implementó la reforma de precios en 1992, la reforma tributaria en 1994, y empezó a privatizar las empresas estatales para mediados de los noventa. Estas medidas reformadoras abrieron el camino para el auge de un mercado común nacional, que fue capaz de imponer la disciplina de mercado a todos los actores económicos, convirtiendo a la competencia regional en una fuerza transformadora.
Aquí, nuestro relato difiere de aquel presentado por Huang Yasheng en su libro, Capitalismo con características chinas. Un argumento controversial de Huang es que China fue más capitalista y empresarial en los ochenta que en los noventa. Si el argumento quiere decir que los emprendimientos privados prevalecieron en contra del Estado durante los ochenta, entonces está muy en sintonía con nuestro relato de las “revoluciones marginales”. Pero si este sugiere que China se apartó del libre mercado durante la segunda década de las reformas, está ignorando un cambio fundamental en la economía durante los noventa. Y esto es el florecimiento de un mercado nacional común, el cual era un requisito para que la competencia regional funcione.
Identificada con las inversiones repetitivas, la competencia regional es muchas veces culpada por distorsionar la ventaja comparativa y por socavar las economías de escala. Una imagen más matizada surgió en nuestro relato. Lo que la competencia regional hizo fue convertir la ventaja de China en espacio, siendo un país continental, en la alta velocidad de la industrialización. Cómo esto sucedió puede ser mejor apreciado desde una perspectiva Hayekiana, la cual resalta el crecimiento del conocimiento como la fuerza catalizadora que determina el cambio económico. En la época de Mao, la educación estaba siendo atacada y el conocimiento se volvió un riesgo político; China se aisló de Occidente y se apartó de sus propias tradiciones. La ideología radical de Mao empobreció la economía China y, peor aún, cerró las mentes de los chinos.
Luego de la muerte de Mao, China volvió a adherirse al pragmatismo. “Buscando verdad en los hechos” se volvió el nuevo lema del Partido; volverse rico se convirtió en algo glorificado. El obstáculo más limitante para el crecimiento económico era la falta de conocimiento. Esto incluía al conocimiento técnico, al conocimiento acerca de las instituciones —cómo varias instituciones que respaldan al mercado funcionan, y al conocimiento local —lo que Hayek describía como “el conocimiento de las circunstancias particulares del tiempo y el lugar”. La solución a este problema se encontró en la competencia regional. Cuando las 32 provincias de China, sus 282 municipalidades, 2.862 condados, 19.522 pueblos y 14.667 aldeas se lanzaron a una competencia abierta en busca de inversión y buenas indeas para desarrollar la economía local, China se volvió un laboratorio gigantesco donde muchos y diversos experimentos económicos fueron ensayados de manera simultánea. El conocimiento de todo tipo fue creado, descubierto y difundido rápidamente. Mediante el crecimiento del conocimiento, la escala enorme de la industrialización china hizo posible su rápida velocidad.
Conclusión
Considerando nuestro relato de cómo China se volvió capitalista, ¿qué podemos decir acerca de la forma en que el capitalismo surgió en China? Una característica persistente de la transición hacia el mercado de China es la falta de liberalización política. Esto no es para sugerir que el sistema político chino se ha mantenido intacto durante los últimos 35 años. El Partido se ha distanciado así mismo de la ideología radical; ya no es comunista, excepto en nombre. En los últimos años, el Internet ha empoderado cada vez más a los chinos para que hagan escuchar su voz en cuestiones políticas. No obstante, China sigue siendo gobernada por un solo partido político.
Esta continuidad esconde un cambio fundamental en la realidad política de la China. Con la muerte de Deng Xiaoping, la política del “caudillo” llegó a su fin. Bajo Jiang Zemin y Hu Jintao, China ya no fue gobernada por un líder carismático. En este sentido, la política China hoy es cualitativamente distinta a aquella de la época de Mao o de Deng. Pero el gobierno chino no ha reconocido el hecho de este cambio político en la realidad; ha habido pocos esfuerzos para construir instituciones que preparen a China para una nueva realidad política.
La combinación de una veloz liberalización económica y una política que parece no cambiar ha conducido a muchos a describir la economía de mercado de China como una economía liderada por el Estado, como un capitalismo autoritario, lo cual mucha gente ha reconocido correctamente como frágil e insostenible. Cuándo y cómo China se adherirá a la democracia, y si el Partido sobrevivirá su democratización, son las principales preguntas realizadas acerca del futuro político de China. En nuestro libro, ofrecemos una perspectiva distinta. Provee un diagnóstico distinto del principal defecto en la economía de mercado de China: China ha desarrollado un mercado sólido de productos, pero todavía carece de un mercado libre de ideas.
El mercado de ideas apunta a una manera alternativa de pensar acerca del futuro político de China. Nuestro razonamiento está principalmente basado en las siguientes dos consideraciones. Primero, la competencia entre múltiples partidos no funciona a menos que sea cultivada y disciplinada por un mercado libre de ideas, sin el cual la democracia fácilmente puede ser secuestrada por grupos de interés y socavada por la tiranía de la mayoría. El desempeño de la democracia depende de manera crítica del mercado de ideas, así como la privatización depende del mercado de activos capitales. Segundo, la competencia entre múltiples partidos prácticamente no tiene precedente en la historia china. De hecho, la palabra china para “partido” (党) tiene una fuerte connotación negativa en el pensamiento político chino tradicional. “Formar un partido y perseguir el interés propio” (结党营私) ha sido consistentemente denunciado como algo que socava el ideal político, que es que “lo que está debajo del cielo es para todos” (天下为公). En cambio, el mercado de ideas tiene una raíz profunda y venerada en el pensamiento chino tradicional: “dejen que cien escuelas de pensamiento compitan” ha sido respetado como un ideal político desde los tiempos de Confucio. Es nuestra opinión que el mercado de ideas promete una estrategia más gradual y viable para reconstruir la política china sobre los principios de la tolerancia, la justicia y la humildad.
A lo largo de los últimos 35 años, China se ha abierto capitalismo no solo en el ámbito económico. La teoría de los sentimientos morales tiene más de una docena de traducciones chinas; el libro se ha ganado el corazón y la mente del Premier Wen Jiabao. El mensaje de Adam Smith atrae mucho a los chinos, no en poca medida debido a su palpable similitud con el pensamiento chino tradicional acerca de la economía y la sociedad. Un resultado sorprendente de la transición de China hacia el capitalismo es que China encontró una forma de volver a sus raíces culturales.
“Buscar la verdad en los hechos” es una enseñanza china tradicional, que Deng Xiaoping equivocadamente denominó “la esencia del Marxismo”. Pero muchos hechos están encubiertos en China porque un mercado libre de ideas todavía no existe. Somos optimistas, aunque de manera precavida, de que China puede que se adhiera a un mercado de ideas durante las próximas décadas, así como permitió un mercado de productos en el pasado reciente. Conforme nuestra economía moderna se vuelva más y más determinada por el conocimiento, las ganancias de un libre intercambio de ideas se volverán demasiado grandes; los costos de suprimirlo son demasiado altos.
La adopción de China tanto de su historia como de la globalización nos conduce a creer que el capitalismo chino, que recién inició su largo viaje, será distinto. Esto es deseable no solo para China, sino para Occidente y para todos los demás también. También es deseable para la economía de mercado a nivel mundial. Hoy, la biodiversidad es reconocida como algo vital para mantener nuestro ambiente natural. La diversidad institucional juega un papel similar cuando se trata de mantener a la sociedad humana resistente. El capitalismo será mucho más sólido si no es un monopolio de Occidente, pero florece en sociedades con distintas culturas, religiones, historias y sistemas políticos. Mientras que el comercio en el mercado global de productos hace que la guerra sea demasiado cara como para ser librada, un mercado global de ideas puede tolerar y prosperar sobre la colisión de ideas pero nos aleja de la colisión de civilizaciones.

Cómo China se volvió capitalista

Ronald Coase y Ning Wang dijeron de su libro How China Became Capitalist: "Siendo un relato de cómo China se volvió capitalista, nuestro libro se enfoca principalmente en las dos primeras décadas de reformas. Dentro de este periodo, nuestro relato está dividido en dos partes por un suceso divisorio, el Movimiento Estudiantil de 1989".
Ronald Coase (1910-2013) fue un Premio Nobel y Profesor Distinguido de la Escuela de Leyes de la Universida de Chicago.
Ning Wang profesor asistente en la Escuela de Política y Estudios Globales en Arizona State University.
Este ensayo fue publicado originalmente en inglés en la edición de Enero/Febrero de 2013 del Cato Policy Report. Está basado en el libro de los mismos autores How China Became Capitalist (Palgrave, 2013).
Nadie predijo que la “modernización socialista” que el gobierno chino post-Mao lanzó en 30 años resultaría ser lo que los académicos denominan hoy la gran transformación económica de China. Cómo las acciones de los campesinos, trabajadores, académicos, y legisladores chinos se combinaron y derivaron en esta consecuencia no intencionada es la historia que intentamos contar. Hoy, no necesitamos presentar datos estadísticos para convencerlo del auge de la economía china, aún cuando China todavía se enfrenta a retos enormes. Muchos chinos todavía son pobres, muchos menos chinos tienen acceso a agua pura que a los teléfonos celulares, y todavía se enfrentan a muchos obstáculos cuando se trata de proteger sus derechos y ejercer su libertad. No obstante, China ha sido transformado desde adentro a lo largo de los últimos 35 años. Esta transformación es la principal historia de nuestra época. La lucha de China, en otras palabras, es la lucha del mundo.


Thursday, July 7, 2016

Liberales y liberales

Liberales y liberales

Liberales y liberales









Por Mario Vargas Llosa
El País, Madrid
Como los seres humanos, las palabras cambian de contenido según el tiempo y el lugar. Seguir sus transformaciones es instructivo, aunque, a veces, como ocurre con el vocablo “liberal”, semejante averiguación puede extraviarnos en un laberinto de dudas.
En el Quijote y la literatura de su época la palabra aparece varias veces. ¿Qué quiere decir allí? Hombre de espíritu abierto, bien educado, tolerante, comunicativo; en suma, una persona con la que se puede simpatizar. En ella no hay connotaciones políticas ni religiosas, sólo éticas y cívicas en el sentido más ancho de ambas palabras.
A fines del siglo XVIII este vocablo cambia de naturaleza y adquiere matices que tienen que ver con las ideas sobre la libertad y el mercado de los pensadores británicos y franceses de la Ilustración (Stuart Mill, Locke, Hume, Adam Smith, Voltaire). Los liberales combaten la esclavitud y el intervencionismo del Estado, defienden la propiedad privada, el comercio libre, la competencia, el individualismo y se declaran enemigos de los dogmas y el absolutismo.


En el siglo XIX un liberal es sobre todo un librepensador: defiende el Estado laico, quiere separar la Iglesia del Estado, emancipar a la sociedad del oscurantismo religioso. Sus diferencias con los conservadores y los regímenes autoritarios generan a menudo guerras civiles y revoluciones. El liberal de entonces es lo que hoy llamaríamos un progresista, defensor de los derechos humanos (desde la Revolución Francesa se les conocía como los Derechos del Hombre) y la democracia.
Con la aparición del marxismo y la difusión de las ideas socialistas, el liberalismo va siendo desplazado de la vanguardia a una retaguardia, por defender un sistema económico y político —el capitalismo— que el socialismo y el comunismo quieren abolir en nombre de una justicia social que identifican con el colectivismo y el estatismo. (No en todas partes ocurre esta transformación de la palabra liberal. En Estados Unidos un liberal es todavía un radical, un socialdemócrata o un socialista a secas). La conversión de la vertiente comunista del socialismo al autoritarismo empuja al socialismo democrático al centro político y lo acerca —sin juntarlo— al liberalismo.
En nuestros días, liberal y liberalismo quieren decir, según las culturas y los países, cosas distintas y a veces contradictorias. El partido del tiranuelo nicaragüense Somoza se llamaba liberal y así se denomina, en Austria, un partido neofascista. La confusión es tan extrema que regímenes dictatoriales como los de Pinochet en Chile y de Fujimori en Perú son llamados a veces “liberales” o “neoliberales” porque privatizaron algunas empresas y abrieron mercados. De esta desnaturalización de lo que es la doctrina liberal no son del todo inocentes algunos liberales convencidos de que el liberalismo es una doctrina esencialmente económica, que gira en torno del mercado como una panacea mágica para la resolución de todos los problemas sociales. Esos logaritmos vivientes llegan a formas extremas de dogmatismo y están dispuestos a hacer tales concesiones en el campo político a la extrema derecha y al neofascismo que han contribuido a desprestigiar las ideas liberales y a que se las vea como una máscara de la reacción y la explotación.
Dicho esto, es verdad que algunos gobiernos conservadores, como los de Ronald Reagan en Estados Unidos y Margaret Thatcher en el Reino Unido, llevaron a cabo reformas económicas y sociales de inequívoca raíz liberal, impulsando la cultura de la libertad de manera extraordinaria, aunque en otros campos la hicieran retroceder. Lo mismo podría decirse de algunos gobiernos socialistas, como el de Felipe González en España o el de José Mujica en Uruguay, que, en la esfera de los derechos humanos, han hecho progresar a sus países reduciendo injusticias inveteradas y creando oportunidades para los ciudadanos de menores ingresos.
Una de las características del liberalismo en nuestros días es que se le encuentra en los lugares menos pensados y a veces brilla por su ausencia donde ciertos ingenuos creen que está. A las personas y partidos hay que juzgarlos no por lo que dicen y predican sino por lo que hacen. En el debate que hay en estos días en el Perú sobre la concentración de los medios de prensa, algunos valedores de la adquisición por el grupo El Comercio de la mayoría de las acciones de Epensa, que le confiere casi el 80% del mercado de la prensa, son periodistas que callaron o aplaudieron cuando la dictadura de Fujimori y Montesinos cometía sus crímenes más abominables y manipulaba toda la información, comprando a dueños y redactores de diarios o intimidándolos. ¿Cómo tomaríamos en serio a esos novísimos catecúmenos de la libertad? Un filósofo y economista liberal de la llamada escuela austríaca, Ludwig von Mises, se oponía a que hubiera partidos políticos liberales, porque, a su juicio, el liberalismo debía ser una cultura que irrigara a un arco muy amplio de formaciones y movimientos que, aunque tuvieran importantes discrepancias, compartieran un denominador común sobre ciertos principios liberales básicos.
Algo de eso ocurre desde hace buen tiempo en las democracias más avanzadas, donde, con diferencias más de matiz que de esencia, entre democristianos y socialdemócratas y socialistas, liberales y conservadores, republicanos y demócratas, hay unos consensos que dan estabilidad a las instituciones y continuidad a las políticas sociales y económicas, un sistema que sólo se ve amenazado por sus extremos, el neofascismo del Frente Nacional en Francia, por ejemplo, o La Liga Lombarda en Italia, y grupos y grupúsculos ultra comunistas y anarquistas.
En América Latina este proceso se da de manera más pausada y con más riesgo de retroceso que en otras partes del mundo, por lo débil que es todavía la cultura democrática, que sólo tiene tradición en países como Chile, Uruguay y Costa Rica, en tanto que en los demás es más bien precaria. Pero ha comenzado a suceder y la mejor prueba de ello es que las dictaduras militares prácticamente se han extinguido y de los movimientos armados revolucionarios sobrevive a duras penas las FARC colombianas, con un apoyo popular decreciente. Es verdad que hay gobiernos populistas y demagógicos, aparte del anacronismo que es Cuba, pero Venezuela, por ejemplo, que aspiraba a ser el gran fermento del socialismo revolucionario latinoamericano, vive una crisis económica, política y social tan profunda, con el desplome de su moneda, la carestía demencial —todo falta, la comida, el agua, hasta el papel higiénico— y las iniquidades de la delincuencia, que difícilmente podría ser ahora el modelo continental en que quería convertirla el comandante Chávez.
Hay ciertas ideas básicas que definen a un liberal. Que la libertad, valor supremo, es una e indivisible y que ella debe operar en todos los campos para garantizar el verdadero progreso. La libertad política, económica, social, cultural, son una sola y todas ellas hacen avanzar la justicia, la riqueza, los derechos humanos, las oportunidades y la coexistencia pacífica en una sociedad. Si en uno solo de esos campos la libertad se eclipsa, en todos los otros se encuentra amenazada.
Los liberales creen que el Estado pequeño es más eficiente que el que crece demasiado, y que, cuando esto último ocurre, no sólo la economía se resiente, también el conjunto de las libertades públicas. Creen asimismo que la función del Estado no es producir riqueza, sino que esta función la lleva a cabo mejor la sociedad civil, en un régimen de mercado libre, en que se prohíben los privilegios y se respeta la propiedad privada. La seguridad, el orden público, la legalidad, la educación y la salud competen al Estado, desde luego, pero no de manera monopólica sino en estrecha colaboración con la sociedad civil.
Estas y otras convicciones generales de un liberal tienen, a la hora de su aplicación, fórmulas y matices muy diversos relacionados con el nivel de desarrollo de una sociedad, de su cultura y sus tradiciones. No hay fórmulas rígidas y recetas únicas para ponerlas en práctica. Forzar reformas liberales de manera abrupta, sin consenso, puede provocar frustración, desórdenes y crisis políticas que pongan en peligro el sistema democrático. Este es tan esencial al pensamiento liberal como el de la libertad económica y el respeto a los derechos humanos. Por eso, la difícil tolerancia —para quienes, como nosotros, españoles y latinoamericanos, tenemos una tradición dogmática e intransigente tan fuerte— debería ser la virtud más apreciada entre los liberales. Tolerancia quiere decir, simplemente, aceptar la posibilidad del error en las convicciones propias y de verdad en las ajenas.
Es natural, por eso, que haya entre los liberales discrepancias, y a veces muy serias, sobre temas como el aborto, los matrimonios gay, la descriminalización de las drogas y otros. Sobre ninguno de estos temas existe una verdad revelada liberal, porque para los liberales no hay verdades reveladas. La verdad es, como estableció Karl Popper, siempre provisional, sólo válida mientras no surja otra que la califique o refute. Los congresos y encuentros liberales suelen ser, a menudo, parecidos a los de los trotskistas (cuando el trotskismo existía): batallas intelectuales en defensa de ideas contrapuestas. Algunos ven en ello un rasgo de inoperancia e irrealismo. Yo creo que esas controversias entre lo que Isaías Berlin llamaba “las verdades contradictorias” han hecho que el liberalismo siga siendo la doctrina que más ha contribuido a mejorar la coexistencia social, haciendo avanzar la libertad humana.
© Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Ediciones EL PAÍS, SL, 2014.
© Mario Vargas Llosa, 2014.

Liberales y liberales

Liberales y liberales

Liberales y liberales









Por Mario Vargas Llosa
El País, Madrid
Como los seres humanos, las palabras cambian de contenido según el tiempo y el lugar. Seguir sus transformaciones es instructivo, aunque, a veces, como ocurre con el vocablo “liberal”, semejante averiguación puede extraviarnos en un laberinto de dudas.
En el Quijote y la literatura de su época la palabra aparece varias veces. ¿Qué quiere decir allí? Hombre de espíritu abierto, bien educado, tolerante, comunicativo; en suma, una persona con la que se puede simpatizar. En ella no hay connotaciones políticas ni religiosas, sólo éticas y cívicas en el sentido más ancho de ambas palabras.
A fines del siglo XVIII este vocablo cambia de naturaleza y adquiere matices que tienen que ver con las ideas sobre la libertad y el mercado de los pensadores británicos y franceses de la Ilustración (Stuart Mill, Locke, Hume, Adam Smith, Voltaire). Los liberales combaten la esclavitud y el intervencionismo del Estado, defienden la propiedad privada, el comercio libre, la competencia, el individualismo y se declaran enemigos de los dogmas y el absolutismo.

Wednesday, June 22, 2016

Los crecientes fracasos de la Unión Europea y 'Brexit'

Marian L. Tupy señala los fracasos de la Unión Europea (UE), los cuales han provocado una mayor resistencia a ella y una mayor probabilidad de su disolución.

Marian L. Tupy es analista de políticas públicas del Centro para la Libertad y la Prosperidad Global del Cato Institute y editor del sitio Web www.humanprogress.org.
Desde sus humildes inicios, la Unión Europea (UE) se ha vuelto una entidad supra-nacional que al menos superficialmente se asemeja a un estado federal, pero que carece de un poder soberano. Tiene su propia bandera, himno, moneda, presidente (cinco de ellos, de hecho) y su servicio diplomático. Hoy, la UE está tratando de obtener nuevos poderes, mientras que, paradójicamente, también se enfrenta a una creciente oposición y una creciente probabilidad de colapso. ¿Cómo llegó a esa posición la UE? Para comprender el dilema de la UE, considere sus fracasos pasados y actuales.



La UE nació en 1958, cuando seis países europeos occidentales crearon una zona de comercio libre denominada la Comunidad Económica Europea (CEE). Hay un consenso abrumador entre economistas de que el libre comercio estimula el crecimiento económico. De hecho, ningún país alguna vez se ha vuelto rico estando aislado. No obstante, el impacto de la CEE sobre el crecimiento en Europa Occidental no debería ser subestimado. Los aranceles dentro de Europa sobre los productos no fueron removidas hasta 1968. Como resultado de esto, las reformas domésticas, tales como la liberalización de Ludwig Erhard de la economía de Alemania Occidental en 1948, fueron mucho más importantes para la recuperación posterior a la guerra que la inexistente CEE.
Además, tenga en cuenta que la liberalización del comercio interno de Europa se estaba dando en conjunto con la liberalización comercial a nivel mundial. Este último proceso, que solía ser llamado el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio y que ahora se llama la Organización Mundial del Comercio, empezó en 1947 —ante la insistencia de EE.UU.
Con el tiempo, el comercio interno de la UE se ha vuelto menos, no más, importante para la prosperidad europea. Los costos de las comunicaciones, las transferencias financieras y el transporte se han reducido considerablemente desde la Segunda Guerra Mundial, haciendo del comercio global cada vez más lucrativo para empresas individuales —estén o no en la UE. El comercio entre EE.UU. y la UE, por ejemplo, continúa creciendo, aún cuando no hay un acuerdo de libre comercio entre los dos. De igual forma, las exportaciones británicas a la UE están creciendo a un paso menor que las exportaciones británicas a los países que no son miembros de la UE.
Además, los beneficios económicos del comercio interno de Europa han sido socavados por un diluvio de regulaciones excesivas provenientes de Bruselas. A diferencia de la creencia popular, que sostiene que la integración y la prosperidad van de la mano, el crecimiento en Europa Occidental ha caído conforme la integración europea aumentó (ver gráfico). Hoy, gran parte de Europa simplemente no está creciendo.
Algunos de los problemas de Europa no están relacionados con la UE y están más bien relacionados con una demografía cambiante —bajas tasas de natalidad y una población que envejece. Aún así Europa también ha sufrido de heridas auto-infligidas. Las regulaciones en exceso, las que sofocan el crecimiento europeo, es solo una de ellas. Hay otras políticas destructivas también.

Fuente: Angus Maddison, Statistics on World Population, PIB y PIB per cápita, 1-2008 DC, obtenido el 16 de mayo de 2016.
* Las cifras para los 15 de la UE no contienen datos para Luxemburgo.
La Política Agrícola Común (CAP, por sus siglas en inglés), por ejemplo, ha resultado en montañas de mantequilla y lagos de leche. Estos luego fueron destruidos o arrojados en mercados del Tercer Mundo, donde socavaron a los productores locales. En conjunto con la CAP estuvo la Política Común de Pesca que, en lugar de preservar el stock de pesca de Europa mediante un sistema de cuotas, casi acabó con este. Un estudio holandés, por ejemplo, encontró que, para mantener sus cuotas, por cada tonelada de pescado destinado al consumo, los pescadores lanzaban “dos a cuatro toneladas de pescados muertos” al mar.
Los Fondos Estructurales y de Cohesión, un sistema de pagos transferidos que utilizó el dinero de los contribuyentes en los países ricos para intentar de fomentar el crecimiento y el empleo en el sur sub-desarrollado de Europa, se volvió un despilfarro legendario de mala asignación y corrupción financieras. La Corte Europea de Auditores se ha negado a aprobar el presupuesto de la UE en aproximadamente 20 años consecutivos —citando irregularidades.
El euro se suponía que debería haber conducido a un mayor crecimiento, desempleo más bajo, y mayor competitividad y prosperidad. Según “50 economistas distinguidos” que fueron reunidos por el pro-UE Centro para la Reforma Europea, “hay un consenso amplio de que el euro había sido una decepción: el desempeño económico de la unión monetaria había sido muy pobre, y en lugar de unir a los estados-miembros de la UE y fomentar un sentido más estrecho de unidad y de identidad común, el euro ha dividido a los países y erosionado la confianza en la UE”.
En retrospectiva, debería ser claro que la Eurozona fue mal concebida. Sus miembros se han comprometido a mantener niveles manejables de deuda (límite de un 60 por ciento del PIB) y déficits (límite de un máximo de 3 por ciento al año). Lo que la faltó a la Eurozona fue un mecanismo de cumplimiento creíble. De hecho, algunos de los miembros más grandes de la Eurozona, incluyendo a Francia y Alemania, rompieron sus compromisos en cuanto a la deuda y el déficit poco después del lanzamiento de la moneda común. Otros países hicieron lo mismo.
Todavía peor, la membrecía en la Eurozona ha permitido que algunas de las economías peor manejadas en Europa expandan masivamente sus deudas aprovechándose de las tasas de interés históricamente bajas. Los mercados le prestaron dinero al Sur de Europa, esperando que, si los problemas surgían, estos serían rescatados. Los mercados estaban en lo correcto. Por lo tanto, cuando colapsaron las economías sureñas, sus acreedores —principalmente bancos europeos— fueron rescatados causando un costo masivo al contribuyente europeo. Como siempre, un problema que fue creado por una integración más profunda ha llevado a llamados de “más Europa” y el establecimiento de una “unión fiscal”.
En los últimos años, otro problema serio ha surgido: la inmigración descontrolada de proveniente de África y de Oriente Medio. Mientras que la inmigración puede ser beneficiosa, los países europeos generalmente han sido poco exitosos en integrar a los extranjeros. Algo de ese fracaso tiene que ver con políticas estatales, como extensivas provisiones sociales y restricciones en el mercado laboral que mantienen a los inmigrantes fuera de la fuerza laboral, y algunas tienen que ver con un entendimiento particularmente europeo de la nacionalidad, que está basado en etnicidad, no ciudadanía.
Para bien o para mal, la política migratoria de a través de Europa, que ha permitido grandes flujos entrantes de extranjeros que ahora Bruselas está tratando de “redistribuir” forzadamente entre los estados miembros, ha tenido éxito en despertar un nivel épico de resentimiento.
El rescate del euro y el mal manejo de la crisis migratoria han puesto de relieve uno de los menos apreciados, aunque más influyentes aspectos negativos de la integración europea: el ataque al Estado de Derecho.
El Artículo 125 del Tratado de Lisboa establece, claramente, que cada estado miembro de la UE es responsable de sus propias deudas. Es inconcebible que la Eurozona hubiese nacido alguna vez sin esa estipulación vital, que fue necesaria para calmar preocupaciones en el electorado alemán.
Además, el Artículo 123 prohíbe al Banco Central Europeo (BCE) comprar bonos soberanos en mercados primarios y bonos soberanos en mercados secundarios —si lo último se hace por motivos fiscales en lugar de monetarios. Bruselas y Frankfurt ignoraron ambas estipulaciones para mantener a Grecia dentro de la Eurozona.
De igual forma, la Regulación de Dublín especifica que las aplicaciones de asilo por parte de aquellos que buscan protección en la UE en virtud de la Convención de Ginebra deben ser examinados y procesados en el punto de ingreso, lo que significa que deben ser evaluados por el primer estado miembro de la UE que pisaron. Grecia, y en menor grado Italia, no han logrado satisfacer sus obligaciones y han permitido que cientos de miles, posiblemente millones, de personas que buscan asilo emigren a otros estados miembros, incluyendo Alemania. El gobierno alemán, en cambio, ha decidido de manera unilateral darle la bienvenida a estos inmigrantes solo para demandar que sean proporcionalmente distribuidos entre otros países de la UE.
Dejando a un lado las cuestiones humanitarias, incluso los estados miembros de la UE que nunca recibieron personas que buscaban asilo en primer lugar, y que no fueron consultados al momento de “permitirles” entrar a la UE en general, ahora están siendo obligados a acomodarlos. Los estados miembros han respondido a las amenazas de la UE incumpliendo con sus obligaciones con el área Schengen y erigiendo barreras para mantener a los inmigrantes fuera —exacerbando así el ataque al Estado de Derecho en Europa.
Conforme Gran Bretaña se prepara para votar acerca de su membrecía en la UE, es útil recordar no solo el éxito de la UE en reducir las barreras comerciales entre los países de la UE, sino también de los muchos fracasos de la UE, pues esta es la razón por la cual la membrecía continua de Gran Bretaña en la UE ya no es algo que se puede dar por sentado.

Los crecientes fracasos de la Unión Europea y 'Brexit'

Marian L. Tupy señala los fracasos de la Unión Europea (UE), los cuales han provocado una mayor resistencia a ella y una mayor probabilidad de su disolución.

Marian L. Tupy es analista de políticas públicas del Centro para la Libertad y la Prosperidad Global del Cato Institute y editor del sitio Web www.humanprogress.org.
Desde sus humildes inicios, la Unión Europea (UE) se ha vuelto una entidad supra-nacional que al menos superficialmente se asemeja a un estado federal, pero que carece de un poder soberano. Tiene su propia bandera, himno, moneda, presidente (cinco de ellos, de hecho) y su servicio diplomático. Hoy, la UE está tratando de obtener nuevos poderes, mientras que, paradójicamente, también se enfrenta a una creciente oposición y una creciente probabilidad de colapso. ¿Cómo llegó a esa posición la UE? Para comprender el dilema de la UE, considere sus fracasos pasados y actuales.


Sunday, June 19, 2016

Mart Laar: "Sistema impositivo debe ser sencillo"

Extracto del discurso del exprimer ministro de Estonia, Mart Laar ante la Cámara Costarricense-Norteamericana de Comercio (AMCHAM).
Mart Laar es ex Primer Ministro de Estonia y ganador del Premio Milton Friedman por la Libertad del 2006.
 
Extracto del discurso del exprimer ministro de Estonia, Mart Laar ante la Cámara Costarricense-Norteamericana de Comercio (AMCHAM).
Es un placer compartir las experiencias de mi país con Costa Rica.
Cuando uno escucha a un extranjero dar un montón de consejos sobre lo que debe hacer puede sonar muy sospechoso. Pero es importante recordar la experiencia estoniana. Al final, son ustedes quienes deben decidir basados en su propia historia.
Estonia es un país muy pequeño, muy distante, al norte de Europa. Somos una de las capitales más frías del mundo.



Es muy diferente de Costa Rica, pero al mismo tiempo tenemos ciertas similitudes.
Estonia es una ruta comercial desde hace muchos años, como Costa Rica. El más grande recurso para nosotros es nuestro pueblo.
Somos un país fundamentado en la mentalidad agrícola y esto aporta a nuestra táctica y actitud cierta mentalidad de agricultor.
Estonia debió luchar por su independencia y por su libertad durante muchísimo tiempo. En los últimos 50 años de la ocupación soviética, el 20% de nuestra población salió y eso perjudicó la economía y al medio ambiente.
En 1991, después de 50 años de luchar por su independencia, Estonia la restauró.
En 1992, lo único que había para vender en Estonia era brandy de Armenia y vodka ruso. Todos los demás alimentos estaban desaparecidos, pero se podían sacar del mercado negro. Cuando uno quería comprar algo tenía que hacerlo con libreta; para comprar leche por lo menos había que tener tres niños, y la mayoría de los productos básicos ni siquiera estaban disponibles.
No había gasolina disponible, o sea, no había automóviles en las calles.
Lo que obtuvimos de los comunistas fue devastador. Nuestra inflación llegó al 1.000%, nuestra economía decreció a un 30%, dependíamos totalmente de Rusia, no había qué producir para vender a los mercados mundiales.
La pobreza ascendió aún con los programas que existían.
Hacia las reformas
Con esta situación Estonia debía empezar sus reformas.
Nuestro primer presupuesto estaba desequilibrado. Necesitaba equilibrarlo para establecer la moneda estoniana. Opté por la forma clásica: incrementar los impuestos.
Mi mente de agricultor me decía que esa no era necesariamente tan buena idea. Pero después me dijeron que todo mundo lo hace.
La mayoría de las reformas las hicimos según el Banco Mundial, aunque decíamos que esa política no iba a funcionar. Necesitábamos medidas más radicales, pero no teníamos por qué seguir exactamente lo que están haciendo los países occidentales porque en muchos casos sus economías no se desarrollan tan rápido.
Decidimos seguir nuestro propio camino, y esta fue nuestra política.
Hoy, Estonia es un modelo de éxito económico en los países en transición, basado en reformas básicas, algunas de ellas monetarias.
Estonia promulgó una ley para que nuestro presupuesto siempre tenga balance y así ha sido en los últimos 15 años.
El siguiente paso fue abrir la economía. No creamos zonas francas sino que todo el país es una zona franca.
Nuestra industria y agricultura se han vuelto muy competitivos. También establecimos un estado de derecho.
Así, tomamos los primeros pasos hacia la privatización, inversiones que han aportado conocimiento y tecnología.
La revolución tributaria
El siguiente paso fue la revolución tributaria.
En Estonia, fuimos los primeros en adoptar los impuestos fijos en enero de 1994 y ahora muchos países han seguido nuestro patrón.
El sistema tributario existente era altamente progresivo y no beneficiaba a la población. Necesitábamos instar a la actividad social y la creación de nuevos empleos por medio de la justicia social. Por eso buscamos el impuesto fijo.
El sistema impositivo debe ser sencillo, porque cuando es muy complicado, con muchas excepciones y muchas tarifas, las personas no pagan sus impuestos, en especial los acaudalados, porque ellos pueden contratar buenos abogados y contadores.
Vimos que era fácil de pagar y difícil de evadir, y se puede tener presupuesto para el Gobierno aunque las tasas sean inferiores.
El sistema es justo y eficiente. Como resultado de esto hemos visto un país que pasó de la miseria a una de las ciudades más bellas de Europa.
En el 2005, nuestro desarrollo económico fue de 10%, ya no dependemos de Rusia, comerciamos con el mundo y el desempleo es muy bajo.
Tenemos más seguridad social. Nuestra tasa de indigencia ha bajado más de dos veces. Además, promovimos el Gobierno electrónico.
El único problema es que hay mucho dinero en el presupuesto. En el 2005 tuvimos un excedente de 6% del PIB, y es una tentación que los gobiernos lo usen en forma nociva

Mart Laar: "Sistema impositivo debe ser sencillo"

Extracto del discurso del exprimer ministro de Estonia, Mart Laar ante la Cámara Costarricense-Norteamericana de Comercio (AMCHAM).
Mart Laar es ex Primer Ministro de Estonia y ganador del Premio Milton Friedman por la Libertad del 2006.
 
Extracto del discurso del exprimer ministro de Estonia, Mart Laar ante la Cámara Costarricense-Norteamericana de Comercio (AMCHAM).
Es un placer compartir las experiencias de mi país con Costa Rica.
Cuando uno escucha a un extranjero dar un montón de consejos sobre lo que debe hacer puede sonar muy sospechoso. Pero es importante recordar la experiencia estoniana. Al final, son ustedes quienes deben decidir basados en su propia historia.
Estonia es un país muy pequeño, muy distante, al norte de Europa. Somos una de las capitales más frías del mundo.


Saturday, June 18, 2016

La Libra y el Brexit

La Libra y el Brexit


La posibilidad de que el Reino Unido abandone la Unión Europea tras la noche de San Juan, en el referéndum del Día Internacional de la Viudas, el próximo 23 de Junio, tal vez una de las fechas con más efemérides, ha generado petabytes de comentarios y análisis con todo tipo de cábalas sobre las consecuencias de una ruptura europea, un tema que sin duda nos afectaría a todos y, por supuesto, a la libra esterlina, moneda a la que dedicaremos el artículo de hoy.
Las previsiones sobre tipos de cambio siempre llevan a un cierto escepticismo dada la propia naturaleza de la economía en que vivimos y las grandes incertidumbres que la acechan y que, obviamente, en el caso que nos ocupa, han producido una explosión de volatilidad. Sin embargo, dadas las necesidades empresariales, dichas previsiones han de hacerse y puede hacerse, y así lo hicimos para Business Insider, hace seis años, junto a colegas de otras áreas, en un escenario político igualmente impredecible, y aquí, en Voz Pópuli, que no somos menos, también las hemos hecho para otros países, como Brasil o Turquía, por solo citar dos de muchos, y siempre con buenos resultados, por cierto, aunque pensando en la inversión a largo plazo.
El Reino Unido, como el resto del Europa, está en pleno proceso de cambio de Ciclo Generacional


El marco general
El Reino Unido, como el resto del Europa, está en pleno proceso de cambio de Ciclo Generacional, un momento en que la propia existencia de la nación está en peligro y así lo demuestra su problema escocés, aún no resuelto, y en el que su ruptura con la UE podría reforzar la ruptura del reino. Hablamos de un proceso inexorable que ocurre cada casi cien años y que se ha de gestionar, pero que no se quiere aceptar ni comprender y quien crea que insultándome va a impedir que ciertas leyes históricas, dentro de sus márgenes en tiempo y lugar, vayan a dejar de cumplirse, se equivoca.

Recorrer los derroteros de la libra en los últimos cien años es casi como hacer un repaso a la historia de la Economía Mundial; desde el abandono forzado del Patrón Oro, al que estuvo anclada gracias al Maestro de la Casa de la Moneda Sir Isaac Newton desde 1717, que sobrevivió a las guerras napoleónicas pero no a la Primera Guerra Mundial, con su ruptura violenta del Ciclo Generacional europeo, pasando por su intento fallido por recuperarlo hacia 1925, anclándose esta vez a la moneda de su principal acreedor, los Estados Unidos, y rompiendo con la Gran Depresión, más la devaluación por la Segunda Guerra Mundial, la de la posguerra, hasta la ruptura de Bretton Woods en que entra en flotación tras perder más de dos tercios de su valor inicial, al efecto Volker, el evento Soros y un largo etcétera.
El patrón correctivo de la Libra
La libra tiene un patrón respecto al dólar según el cual, tras una perturbación, produce un movimiento extremo que luego regresa a la "media", cumpliéndose de nuevo esa máxima que dice: return to the mean but first to the extreme o volver a la media pero antes al extremo.
La utilidad del mismo deviene de que, previsiblemente, tras el resultado electoral, se producirá una perturbación, en un sentido o en otro, que se irá a un extremo para volver a la media y cuyos marcadores son los siguientes: extremo inferior en torno a 1,10 $/£ (casi paridad con el euro); la media es la banda 1,375-1,675; y el extremo superior 2 $/£.

Como puede verse, el margen de especulación es altísimo si se desatara un pánico, mucho más probable en caso de Brexit (vendedor) que en el de Brit-in (comprador) o Bremain. Una vez más, encontramos una gran oportunidad de beneficios y por ello siempre he recomendado en distintas ocasiones que exploren la posibilidad de usar plataformas de inversión, que igual se les da bien y no son herramientas difíciles.  
La opinión del Mercado
Para verla hemos de hacer un zoom a la gráfica anterior y hoy solo nos centraremos en un indicador: la media móvil de 50 sesiones (M.Av50 siguiente gráfica, línea verde), que señala bien los techos y zonas de apoyo de la cotización, así como la confirmación de los cambios de tendencia, que es justamente lo que señala el último giro alcista de la gráfica, producido tras no poder romper la dura barrera entorno a 1,4 $/£.

Si afináramos más en el canal ascendente desde ese mínimo anterior, veríamos que lo ha roto contundentemente, anunciándonos una semana de infartos, con todos los elementos dispuesto para una carrera hacia los extremos comentados. Así que, con esos datos y dicho con la reserva legal correspondiente, mi conclusión es que el Mercado, hoy, prevé un no al Brexit muy ajustado y que la cotización volvería a niveles próximo a 1,55 $/£, y, según se acerca el día 23 y se ve el abismo, se creará una formación "W", revisitando los 1,4 $/£ antes de dispararse al alza.
Opinión popular, conspiranoia y sensatez
Casi todos los medios, como Financial Times, o incluso Wikipedia, que tiene datos muy completos, coinciden en un final muy reñido en valores hoy de 45% y un 11% de indecisos, que se supone se repartirían proporcionalmente, mientras que los apostadores, de larga tradición en la Angloesfera, no lo ven tan claro. De ocurrir un sí al Brexit, lo anterior sería un rebote del gato muerto, habría pánico vendedor de la libra y se iría al extremo inferior de 1,10 $/£ y, por el aislacionismo, haría mucho daño a ciertas zonas turísticas españolas y a los británicos se les complicaría mucho el medio plazo por su problema de balanza comercial y burbuja inmobiliaria, pero ese es otro debate.
En esta Europa decadente de fin de Ciclo Generacional, tras una semana en que los asistentes a Bilderberg debatieron sobre nuestro futuro, con las extrañas relaciones de especuladores como Soros con arruina-países como Varoufakis, a quien la Colau llevó en mantillas de seda a nuestra costa, o de señoritos listillos de la City, populares, ocurrentes y guabinosos, como Boris Johnson, que un día dice una cosa y otro otral, o del encumbramiento de cómplices de regímenes criminales llenos de millonarios, represores de los demócratas, como Pablo Iglesias y Cía., ahora con el adosado Alberto Garzón, impuestos por la telebasura en un régimen que no deja que elijamos representantes políticos, es normal que se piense que hay una mano negra detrás, pero esa presunción no creo que sea aplicable allí en este caso.
Así pues, aunque vivimos en sociedades en que se ha impuesto que todas las opiniones son igualmente válidas, campo abonado para charlatanes de feria, y aunque el Reino Unido vive la típica psicopatía inmobiliaria, proclive a jugarse el futuro a una carta marcada, siempre queda la esperanza de que una tierra que dio grandes hombres de gobierno como Isaac Newton o Lord Kitchener, penúltimo en su tipo, o Churchill, por solo citar tres de una larguísima lista, opte por la sensatez y ayude a crear, desde dentro, una Unión Europea con gobiernos representativos de los electores que haga más fuertes a sus partes y no intente eliminarlas. Ese es el único camino de Progreso, un camino que, además, es el más corto y enriquecedor.

La Libra y el Brexit

La Libra y el Brexit


La posibilidad de que el Reino Unido abandone la Unión Europea tras la noche de San Juan, en el referéndum del Día Internacional de la Viudas, el próximo 23 de Junio, tal vez una de las fechas con más efemérides, ha generado petabytes de comentarios y análisis con todo tipo de cábalas sobre las consecuencias de una ruptura europea, un tema que sin duda nos afectaría a todos y, por supuesto, a la libra esterlina, moneda a la que dedicaremos el artículo de hoy.
Las previsiones sobre tipos de cambio siempre llevan a un cierto escepticismo dada la propia naturaleza de la economía en que vivimos y las grandes incertidumbres que la acechan y que, obviamente, en el caso que nos ocupa, han producido una explosión de volatilidad. Sin embargo, dadas las necesidades empresariales, dichas previsiones han de hacerse y puede hacerse, y así lo hicimos para Business Insider, hace seis años, junto a colegas de otras áreas, en un escenario político igualmente impredecible, y aquí, en Voz Pópuli, que no somos menos, también las hemos hecho para otros países, como Brasil o Turquía, por solo citar dos de muchos, y siempre con buenos resultados, por cierto, aunque pensando en la inversión a largo plazo.
El Reino Unido, como el resto del Europa, está en pleno proceso de cambio de Ciclo Generacional

El reto de la eurozona


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La Unión Europea afronta uno de los momentos más complicados desde su fundación. La grave crisis económica ha dejado al descubierto muchas de las carencias de base del proyecto, que ha caminado a paso cambiado entre la integración política, social y económica, pareciendo esta última la única que parecía progresar.
En este punto en el que el sentimiento europeo se desmorona, el Reino Unido (adalid del euro escepticismo) plantea un nuevo reto a la Unión y es que el próximo 23 de junio afronta un referéndum en el que se vota la continuidad o no de las islas: el ya famoso Brexit, que según las encuestas, cada vez parece contar con más peso a favor de la salida.



En cualquier caso, sea cual el resultado de la votación, no cabe duda de que el 24 de junio la Unión Europea será distinta. Y es que o bien inicia el proceso de desconexión con el Reino Unido o por el contrario, comienza un nuevo marco normativo para los ciudadanos europeos, dejando en evidencia que existen ciudadanos de primera y de segunda en la unión con el acuerdo que el Primer Ministro británico alcanzó para intentar lograr la permanencia británica.
A pesar de este marco, los ahorradores siguen encontrando valor en los parqués de la eurozona. No en vano Renta Variable Euro es la categoría de fondos con mayores suscripciones netas entre los inversores españoles en lo que va de junio y en el año solo se ven superados por Renta Fija Euro Corto Plazo y Renta Variable Garantizada.
Entre los fondos más destacados de la categoría encontramos el Henderson HF Euroland en su clase A2 en euros, que en los últimos 3 meses tiene una rentabilidad de un 0,79% y a tres años un 39,70%, con una volatilidad a un año de un 17,44%, datos que le otorgan un Rating VDOS: 5 Estrellas. Gestionado por Nick Sheridan, el fondo se ha situado de forma sistemática en los cuatro últimos años naturales en el primer quintil de su categoría por rentabilidad, mostrando una fuerte consistencia. Entre los principales países de los que procede la cartera del fondo destacan Francia (34,2%), Alemania (20,5%) y Países Bajos (14,8%). Por sectores, destacan los productos industriales (23,9%), financieras (19,8%) y consumo discrecional (19,2%). Entre los principales activos sobresalen Total (4,8%), RELX (4,5%) y Koninklijke Ahold (4,4%).
Por su parte la clase R1C del DB Platinum IV Croci Euro tiene un avance en los últimos tres meses de un 1,25% y de un 32,75% a tres años, con una volatilidad a un año de un 19,21%. El fondo sigue la metodología CROCI (Cash Return On Capital Invested), que permite la comparación de valoraciones de empresas de diferentes sectores y regiones en igualdad de condiciones. Por países, destaca la inversión del fondo en Alemania (41,07%), Francia (38,97%) y Países Bajos (7,20%). Por activos las mayores posiciones se encuentran en Adidas (3,85%), Vinci (3,84%) y Koninklijke Ahold (3,70%).
Igualmente destacado encontramos el BNP Paribas L1 Equity Netherlands en su clase Classic de capitalización, que a un mes tiene un avance de un 1,30% y a tres años de un 39,94%, con una volatilidad a un año de un 17,11%, datos que le otorgan un Rating VDOS: 5 Estrellas. Gestionado por Holger Weeda, el fondo se centra en activos emitidos por empresas de Holanda o que operen en dicho país. Por sectores, destaca la inversión en el sector finanzas (27,71%), consumo primario (16,09%) y sector industrial (14,19%).  Entre sus principales activos en cartera se encuentran Royal Dutch Shell (7,01%), ING (6,62%) y KPN (6,57%).

El reto de la eurozona


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La Unión Europea afronta uno de los momentos más complicados desde su fundación. La grave crisis económica ha dejado al descubierto muchas de las carencias de base del proyecto, que ha caminado a paso cambiado entre la integración política, social y económica, pareciendo esta última la única que parecía progresar.
En este punto en el que el sentimiento europeo se desmorona, el Reino Unido (adalid del euro escepticismo) plantea un nuevo reto a la Unión y es que el próximo 23 de junio afronta un referéndum en el que se vota la continuidad o no de las islas: el ya famoso Brexit, que según las encuestas, cada vez parece contar con más peso a favor de la salida.