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Saturday, December 24, 2016

El principio de Reinhardt aplicado al sistema político

En su famoso artículo de 1948, El Juicio de Paris (Das Parisurteil), Karl Reinhardt planteó lo siguiente:
Así como la eternidad y magnificencia de los dioses son preservadas al costo de la transitoriedad y trágica fragilidad de los hombres, así también éstas son preservadas como medios para la grandeza humana al costo de cierto fracaso divino.
Este principio de equilibro espiritual, cuando se aplica a la dimensión económica, implica que alguien “debe” perder lo que otro está ganando. Muchas personas creen que esto ocurre siempre y que, por lo tanto, quienes tienen muchos recursos solamente pudieron obtenerlos a costa de otras personas y que la única situación económica universal verdaderamente justa sería una en la que los recursos estén repartidos de forma igualitaria. Estas personas, por supuesto, están equivocadas. El principio de Reinhardt se aplica a la dimensión económica solamente cuando ocurre una transferencia sin intercambio.

Tuesday, December 20, 2016

Economía de compadrazgo o “Apellidocracia”

 Rodrigo Soto Moreno

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En cierta ocasión mi hermano, Jorge, me platicó sobre una conversación que tuvo con un exfuncionario del gobierno estadounidense, quien le dijo que salió de trabajar del medio público e inició una empresa privada porque necesitaba hacer dinero para cubrir las colegiaturas de sus hijos.
Lo anterior contrasta fuertemente con el pensamiento tradicional en el país; por ello es importante eliminar de la mente de los jóvenes que el gobierno sea su principal opción de empleo y, si fuese así, solamente se justifica si en verdad se piensa en darle algo valioso y productivo a la patria, sobre los beneficios personales o de índole política y partidista.



En este contexto, me refiero a lo que hemos denominado como “apellidocracia”, siendo la misma el favoritismo laboral a familiares, amigos, conocidos, compadres, entre otros, dentro del mundo académico, empresarial, gubernamental y todo lo referente al mercado público y privado. Además, también lo asociamos directamente cuando le damos tareas de “gigantes” a “enanos”, por decirlo de cierta forma. Aquí englobamos al tradicional nepotismo y la falta de tener una meritocracia, en donde a cada quien se le da la oportunidad de acuerdo a sus méritos y no en relación a su apellido o compadrazgo.
Aunado a esto, tenemos una reciente editorial en The Economist, titulada: “The new age of crony capitalism”, en donde se habla de la búsqueda de rentas (rent seeking), explicada por los economistas como aquella forma de hacer dinero gracias a las conexiones políticas de cierto individuo, empresa u organización. Lo anterior va desde la falta de competencia, poca o nula regulación, y la transferencia de activos públicos a empresas a precios irrisorios o como gangas.
Continúa The Economist diciendo que muchos magnates han sido acusados por buscar este tipo de rentas, tomando una mayor porción del “pastel” económico, en lugar de hacer más grande el mismo. En términos técnicos, de acuerdo a The Economist, una renta económica es la diferencia de lo que se le paga a cierta persona u organización y lo que se debería pagar por su trabajo, capital y tierra (o cualquier otra materia prima para producir) para permanecer en uso actual.
Dentro de este tenor, tenemos el denominado índice de capitalismo clientelista, en The Economist, y México ocupa el lugar 7, saliendo mal parado dentro de esta relación estrecha entre empresarios y funcionarios de gobierno; versus Alemania que se encuentra en la posición 23. Cabe mencionar que aquellos países que salen bien calificados en este índice, generalmente cuentan con mejores burocracias e instituciones.
En este sentido, sueño en un futuro no muy lejano, donde los mexicanos adoptemos cierta filosofía, al estilo de Ayn Rand, en donde el concepto del hombre sea el de un ser heróico, con su propia felicidad como propósito moral de su vida, sin lesionar a otros, aunado a sus logros productivos como su actividad más noble y contando con la razón como su columna vertebral encaminada al progreso personal y posteriormente el general de una comunidad, para no solamente abollar, sino eliminar la corona de la “apellidocracia” y la del compadrazgo. Recordando que el cambio no siempre viene de grandes estrategias, sino de pequeños esfuerzos, iterando para que se copien y repliquen.

Economía de compadrazgo o “Apellidocracia”

 Rodrigo Soto Moreno

www.illustrationsource.com
En cierta ocasión mi hermano, Jorge, me platicó sobre una conversación que tuvo con un exfuncionario del gobierno estadounidense, quien le dijo que salió de trabajar del medio público e inició una empresa privada porque necesitaba hacer dinero para cubrir las colegiaturas de sus hijos.
Lo anterior contrasta fuertemente con el pensamiento tradicional en el país; por ello es importante eliminar de la mente de los jóvenes que el gobierno sea su principal opción de empleo y, si fuese así, solamente se justifica si en verdad se piensa en darle algo valioso y productivo a la patria, sobre los beneficios personales o de índole política y partidista.

Sunday, December 18, 2016

Economía y bien común


Por Gabriel Boragina
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Es bastante popular la idea de que la economía debe subordinarse al bien común (tema al que nos hemos referido en otras ocasiones). Sin embargo, no hay un concepto univoco en torno a la expresión "bien común", la que -como tantas otras- es interpretada de manera diferente conforme la óptica de las personas que tratan de definirla. A grandes rasgos -y sin, por supuesto, agotar el tema- podemos decir que hay dos ángulos de visión bien disímiles respecto de lo que se denomina "bien común". Uno, del lado de los estatistas, y otro del opuesto, representado por los anti-estatistas o no-estatistas. Bajo estos dos últimos rótulos se agrupan los liberales o libertarios (ya sea que estas dos últimas palabras se tomen como sinónimas o no). Veamos algunos ejemplos del empleo de la locución "bien común" en manos de los estatistas. Un caso, en nuestro tema económico, es el que se presenta por el lado del banco central y el manejo de la moneda:



"Se dice que resulta necesario el monopolio del banco central porque brinda poderes reguladores discrecionales, sin los cuales una economía no puede dirigirse hacia el bien común. El Sistema de la Reserva Federal, según su conformación actual, es el resultado de una ideología de esta naturaleza. Los siete directores que dirigen el Sistema son los voceros de los poderes y privilegios del banco central. Pueden discrepar con los miembros del Congreso y la administración respecto de la persona o personas que deben ejercer la autoridad y manejar el poder, pero nadie en el gobierno cuestiona la razón fundamental de su poder monopólico sobre el dinero y la banca. No resulta aconsejable formular preguntas sobre el monopolio del dinero". [1]
Como se advierte de la cita transcripta, parece desprenderse que, en el caso, los que definen "que es" el "bien común" son los directores de la banca central (el modelo es aplicable no solamente al caso de la banca central estadounidense –FED- sino a cualquier banco central de cualquier país del mundo, ya que hoy en día la enorme mayoría de ellos tienen un banco central o un sistema de monopolización de moneda que haga sus veces). Pero, fácil es de ver que, no existe argumento lógico, jurídico, económico, racional ni moral por el cual pueda justificarse que el gobierno sea el que deba tener el monopolio de definir, establecer o determinar qué cosa sea o no sea el bien común. Tampoco concurren tales argumentos que justifiquen que los gobiernos puedan delegar en otras reparticiones o departamentos de su dependencia definir el tópico en estudio y mucho menos regularlo.
Examinemos ahora la misma noción de bien común, pero desde la visual opuesta, es decir, la de un liberal clásico, que -tomando el tema de los precios- establece relaciones entre ellos y el bien común:
"Bajo esas condiciones, los precios libres reflejan como dijimos la escasez relativa de un bien, esto es, cuánto el bien es demandado por los consumidores y cuánta es la oferta ofrecida para ese bien o servicio en cuestión. En ese sentido dijimos que el precio es un mensaje, que es leído, o sea interpretado, por oferentes y demandantes, y como todo mensaje, si es falseado o distorsionado, se interpretará incorrectamente y las consecuencias para el bien común serán negativas. Y una de las principales causas de distorsión de ese mensaje es la intervención del gobierno."[2]
Comencemos por aclarar que las "condiciones" a las que se refiere la cita anterior son las de un marco jurídico para la aparición de un mercado libre. Desde esta perspectiva, la intervención gubernamental atentaría contra el bien común, dado que la distorsión que dicha injerencia produce en el mercado le acarrea consecuencias negativas. Entonces, desde un sesgo estatista es el gobierno, o cualquiera de sus órganos o dependencias, el encargado de definir y -acto seguido- tutelar el bien común, para lo cual son necesarias -y hasta podría decirse imprescindibles- sus medidas de injerencia directa o indirecta de los mercados, en tanto que conforme a un enfoque liberal es precisamente a la inversa, y son estas políticas gubernamentales las que atentan, interfieren o dificultan (y en el caso extremo, hacen imposible) al bien común.
En una línea semejante a la anterior se orienta el siguiente autor cuando dice:
"Estos efectos recíprocos no sólo son asegurados por el hecho de que el intercambio y la cooperación dentro de los mercados libres solo toman lugar cuando benefician a todos los participantes. También, el orden legal y económico como base de la dimensión social de la política liberal establece las reglas y las normas mínimas que aseguran la congruencia de las acciones individuales con el bien común"[3]
De aquí, podemos inferir que el bien común aparece cuando se benefician todos los participantes, y este provecho que ellos obtienen se deriva -inmediata o secundariamente- del "intercambio y la cooperación dentro de los mercados libres". O sea que, fuera de estos parámetros el bien común o se esfuma o derechamente no surge en forma alguna. El "orden legal y económico" tiene que ir en consonancia con esta finalidad, caso contrario el resultado será idéntico a aquel en el cual los intercambios y la cooperación no florecen o se dan esporádicamente. Es por eso que, acertadamente, se los señala como base de "la dimensión social", y podemos ir más allá y decir que son constitutivos de la sociedad en sí misma como tal. Máxime cuando -a través de dicho orden legal y económico- se apunta al establecimiento de una política liberal, lo que permite sugerir un diseño que la sociedad se da a sí misma.
Desde nuestro propio punto de vista, no existe oposición ni antagonismo entre bien común y bien individual entendido aquel como la resultante de la sumatoria de estos últimos. Allí donde se viole el derecho de al menos una persona no puede hablarse en justicia de bien común.





[1] Hans F. Sennholz. "Moneda y libertad". Revista Libertas IV: 7 (Octubre 1987) Instituto Universitario ESEADE, pág. 2
[2] Gabriel J. Zanotti "ECONOMÍA PARA SACERDOTES VII: LA INTERVENCIÓN DEL GOBIERNO EN LOS PRECIOS". Para Instituto Acton Argentina. Febrero de 2011. Pág. 1

[3] Hubertus Müller-Groeling-"La Dimensión Social de la Política Liberal"- Publicado por Fundación Friedrich Naumann (FFN)-Oficina Regional América Latina-Pág. 6

Economía y bien común


Por Gabriel Boragina
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Es bastante popular la idea de que la economía debe subordinarse al bien común (tema al que nos hemos referido en otras ocasiones). Sin embargo, no hay un concepto univoco en torno a la expresión "bien común", la que -como tantas otras- es interpretada de manera diferente conforme la óptica de las personas que tratan de definirla. A grandes rasgos -y sin, por supuesto, agotar el tema- podemos decir que hay dos ángulos de visión bien disímiles respecto de lo que se denomina "bien común". Uno, del lado de los estatistas, y otro del opuesto, representado por los anti-estatistas o no-estatistas. Bajo estos dos últimos rótulos se agrupan los liberales o libertarios (ya sea que estas dos últimas palabras se tomen como sinónimas o no). Veamos algunos ejemplos del empleo de la locución "bien común" en manos de los estatistas. Un caso, en nuestro tema económico, es el que se presenta por el lado del banco central y el manejo de la moneda:

Thursday, December 15, 2016

¿La economía de Trump nos salvará de un declive?


¿Puede la economía de Trump impedir que la inflación de precio de activos que infecta ahora la economía global (con su origen en el experimento monetario radical bajo la administración o mamá) llegue a su fase avanzada letal?

Dos opciones: “Milagro económico” o “más de lo mismo”

Según muchas explicaciones populares en el mercado desde el día de las elecciones, la respuesta implícita es que sí. O un milagro económico (es decir, un período de crecimiento económico renovado, o una dosis de estímulo monetario al viejo estilo funcionarían, se nos dice.
Ninguna de estas prórrogas probablemente sea permanente. Pero, como decía a K su abogado en El proceso de Kafka, la absolución completa no es una opción: el mejor resultado esperable es un retraso indefinido, el segundo mejor es un retraso.



Un milagro económico produciría el mejor resultado, al menos hasta que la Fed insertara de nuevo una llave en la maquinaria de la economía (como hizo Alan Greenspan a finales de la década de 1990); una mayor flexibilidad monetaria inflacionista podría producir la segunda mejor opción (aunque esto haría que el estallido final fuera todavía peor).
A juzgar por la respuesta del mercado a la elección, parece que la idea de una prórroga (y un milagro económico) continúa siendo popular entre aquellos que esperan un “aterrizaje suave”. Menos parecen confiar en más inflación monetaria (al menos si juzgamos por la debilidad del oro y la fortaleza del dólar que se ven en el mercado ahora mismo).
Pero es aconsejable alguna prudencia y solo porque los mercados esperen un milagro económico no significa que vaya a producirse uno

La opción del “milagro”: ¿Podemos repetir el auge de Volcker?

Los cuentos de cambio en Washington generando milagro no son convincentes salvo que muestren esencialmente a Estados Unidos en camino hacia una moneda fuerte. Una analogía histórica parcial es el ataque a la alta inflación iniciado por el nombramiento por Carter de Volcker para la Fed en 1978 y que continuó bajo la primera administración de Reagan. Esto culminó con un estallido de prosperidad, esencialmente solo después de una primera recesión severa.
El camino actual hacia la moneda fuerte sería distinto en muchos aspectos ya que el punto de partida no es una inflación en bienes y servicios, sino una febril inflación de precios de los activos tanto en Estados Unidos como globalmente. (A finales de la década de 1970 la inflación de precios de los activos se evidenciaba en los préstamos a los “países subdesarrollados”). Además la nueva administración no está heredando hoy una Reserva Federal que ya esté invirtiendo sus políticas previamente desbocadas. Los principales impulsores del experimento monetario radical siguen ahora mismo en el poder.
Hay algunos actores del mercado que aparentemente siguen poniendo sus esperanzas en la idea de que el presidente electo Trump hará lo que estuvo diciendo contra la Fed durante la campaña con acciones inmediatas. Esto incluiría nuevos nombramientos clave para el Consejo de la Reserva Federal y llegar a un acuerdo con los demócratas en el Senado de tal manera que una propuesta de reforma monetaria a través de un filibusterismo potencial pueda abrirse paso hasta su mesa. Pero aquí hay muchas incertidumbres.
El apoyo para la reforma de la Fed no puede indudablemente darse por sentado con republicanos todavía a favor de la regla de Taylor. Además, quién sabe si Trump respondería a las adversidades económicas a lo largo del camino hacia una moneda fuerte repitiendo la conocida declaración de Richard Nixon de que “todos somos ahora keynesianos”.
De hecho, el grupo de quienes esperan un milagro incluye a muchos keynesianos que piensan que una expansión de la política fiscal (es decir, programas masivos de nuevas infraestructuras) pueden mezclarse con rebajas de impuestos para impulsar la economía. Por supuesto, los escépticos cuestionan esto y están apuntando a probables problemas del capitalismo de compinches y poca productividad, además del efecto expulsión de oportunidades que merezcan la pena. Las rebajas de impuestos no son sostenibles ni creíbles si no hay ningún programa para hacer disminuir de manera significativa el gran gobierno.
También existirían multitud de razones para que los ciudadanos temieran impuestos más altos, incluyendo el impuesto oculto de la inflación en el futuro como consecuencia de mayores déficits en el presente.

La opción de la inflación: ¿Podemos repetir la experiencia de Richard Nixon-Arthur Burns?

Por otro lado, hay quien piensa que una política más inflacionista de la Fed puede acabar de nuevo con el declive. Algunos actores del mercado predicen un aumento en la inflación monetaria, explicada por una Fed que se resistiría a la presión al alza en los tipos del mercado. Pero quienes ven una continuación de la inflación sostienen que esta apoyaría los precios de los activos reales y el crecimiento económico. El tipo natural superior, en la medida en que reflejara un mayor dinamismo económico (oportunidades de inversión, emprendimiento) sería entendible como una buena noticia en general. Pero probablemente tendríamos que reconocer que las buenas noticias se convertirían en malas a la vista de un creciente gasto en infraestructuras o un gasto público más general.
Puede ser útil recordar que el presidente de la Fed Arthur Burns instituyó su propio experimento monetario inflacionista de 1970 a 1973, aunque la economía parecía haber llegado a su máximo al final de la década de 1960. Como consecuencia, La administración Nixon en la práctica retrasó el día del juicio final de la inflación de precios de los activos de Kennedy/Johnson de 1962-67 creando un auge inflacionista propio de corta duración. Puede ser un paralelismo con el equipo de Trump (incluyendo la Reserva Federal) a considerar. La  inflación de precios de los activos de 1962-67 se produjo sin embargo durante un milagro económico global (incluyendo la Europa continental y Japón) que continuaría en los años siguientes. La inflación de precios de los activos de los últimos años se ha producido sin que se viera ningún milagro económico. Y un elemento clave en de esta inflación actual de precio de los activos han sido los gigantescos “carry trades” de deuda pública de larga duración en bonos corporativos (tanto en grado de inversión como en alto rendimiento).
Cualquier historia acerca de la economía de Trump debería incluir una explicación de cómo y cuándo se desarrolla dicho “carry trade”. El declive muy probablemente produzca la etapa final de la inflación de precios de activos de Obama, incluyendo muy probablemente el muy comentado crash final de China. Lo mejor que podemos esperar es que después de toda la fiesta de milagros de fantasía, se anuncie un milagro real basado muy probablemente en un florecimiento simultáneo de tecnología y emprendimiento (análogo al auge de las tecnologías de la información de mediados de la década de 1990 o el auge de las líneas masivas de producción y electrificación de mediados de la década de 1920) y sin antes el largo esfuerzo de una reforma monetaria dolorosa y una recesión relacionada con esta

¿La economía de Trump nos salvará de un declive?


¿Puede la economía de Trump impedir que la inflación de precio de activos que infecta ahora la economía global (con su origen en el experimento monetario radical bajo la administración o mamá) llegue a su fase avanzada letal?

Dos opciones: “Milagro económico” o “más de lo mismo”

Según muchas explicaciones populares en el mercado desde el día de las elecciones, la respuesta implícita es que sí. O un milagro económico (es decir, un período de crecimiento económico renovado, o una dosis de estímulo monetario al viejo estilo funcionarían, se nos dice.
Ninguna de estas prórrogas probablemente sea permanente. Pero, como decía a K su abogado en El proceso de Kafka, la absolución completa no es una opción: el mejor resultado esperable es un retraso indefinido, el segundo mejor es un retraso.


Tuesday, December 6, 2016

La economía del narcotráfico




“DURANTE LOS ÚLTIMOS MESES UNA OLA DE VIOLENCIA JAMÁS IMAGINADA HA CUBIERTO EL TERRITORIO MEXICANO PROVOCANDO QUE LA SOCIEDAD LEGÍTIMAMENTE PROTESTE AL SENTIR QUE EL GOBIERNO NO CUMPLE CON SU FUNCIÓN PRIMORDIAL: PROTEGERLA. SABEMOS QUE EL ORIGEN DE ESTE GRAVE PROBLEMA ES EL NARCOTRÁFICO. PERO, ¿CUÁLES SON LAS CONSECUENCIAS DEL AUMENTO EN LOS PRECIOS DE LAS DROGAS?”


RICARDO VALENZUELA
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Durante los últimos meses una ola de violencia jamás imaginada ha cubierto el territorio mexicano provocando que la sociedad legítimamente proteste al sentir que el gobierno no cumple con su función primordial: protegerla.

Sabemos que el origen de este grave problema es el narcotráfico, una actividad generadora de más de 500 mil millones de dólares. Esos flujos increíbles de dinero en manos de gentes sin escrúpulos, les han dado las herramientas para establecer una contraofensiva a todos los fallidos programas para combatir la oferta de drogas. Es tal el poder económico del narcotráfico, que se han dado a contratar los mejores ejércitos privados en este nuevo mercado mundial, el mercado de la violencia organizada para maximizar utilidades.



De acuerdo con un reporte confidencial de la DEA, el precio al mayoreo de la cocaína se ha incrementado en 35% entre enero y junio. Hay muchos factores que participan en el aumento de estos precios, pero lo que interesa ahora es conocer las consecuencias.

El aumento de los precios de las drogas genera un aumento proporcional de la violencia en las comunidades. Aun cuando la mayoría de los usuarios no son violentos, la minoría que comete crímenes arrecian sus actos criminales para poder pagar los precios inflados. El atractivo que genera una actividad de precios inflados provoca también más violencia entre los cárteles.

Los economistas Levitt y Dubner, en su popular libro Freakonomics, comprueban que una caída de los precios de las drogas es correspondida con importantes disminuciones de crímenes violentos. Aseguran, igual, que el aumento de precios se traduce en incremento sustancial de crímenes violentos.

Los precios altos generan más tráfico y violencia, no menos. A medida que el precio de la cocaína aumenta, la actividad es mucho más redituable, lo que se traduce en más gente participando en el mercado aumentando su oferta.

La administración Bush cita el precio de la cocaína para entregar a México 1,500 millones de dólares y reducir la oferta. Pero aun cuando se pudiera reducir esa oferta, sólo se traduciría en cocaína más valiosa incrementando las ganancias de los cárteles y, más importante, la violencia que ya arropa a México desde Sonora a Guatemala.

Una política mucho más efectiva sería gastar esos dinerales en tratamiento para adictos, lo que generaría una disminución de la demanda haciendo la actividad menos rentable. Diversos estudios indican que el tratamiento para reducir el uso es 15 veces más efectivo que las políticas actuales tratando de aplicar la ley y 25 veces más efectivo que las políticas tendientes a reducir la oferta. Los investigadores afirman que por cada dólar invertido en tratamiento y prevención, se ahorran 8 dólares de costo social. En contraste, se pierden 0.85 centavos por cada dólar invertido en la persecución de las fuentes, y casi $1.50 por cada dólar gastado en policía y agencias para combatir la actividad.

Oferta y demanda siempre se encontrarán, legal o ilegalmente. Mientras haya demanda para un producto la oferta hará su arribo al mercado, y combatirla, como lo estamos haciendo, sólo se seguirá traduciendo en la mejor promoción para los narcotraficantes, sus diabólicos productos y grave violencia para la sociedad.

La economía del narcotráfico




“DURANTE LOS ÚLTIMOS MESES UNA OLA DE VIOLENCIA JAMÁS IMAGINADA HA CUBIERTO EL TERRITORIO MEXICANO PROVOCANDO QUE LA SOCIEDAD LEGÍTIMAMENTE PROTESTE AL SENTIR QUE EL GOBIERNO NO CUMPLE CON SU FUNCIÓN PRIMORDIAL: PROTEGERLA. SABEMOS QUE EL ORIGEN DE ESTE GRAVE PROBLEMA ES EL NARCOTRÁFICO. PERO, ¿CUÁLES SON LAS CONSECUENCIAS DEL AUMENTO EN LOS PRECIOS DE LAS DROGAS?”


RICARDO VALENZUELA
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Durante los últimos meses una ola de violencia jamás imaginada ha cubierto el territorio mexicano provocando que la sociedad legítimamente proteste al sentir que el gobierno no cumple con su función primordial: protegerla.

Sabemos que el origen de este grave problema es el narcotráfico, una actividad generadora de más de 500 mil millones de dólares. Esos flujos increíbles de dinero en manos de gentes sin escrúpulos, les han dado las herramientas para establecer una contraofensiva a todos los fallidos programas para combatir la oferta de drogas. Es tal el poder económico del narcotráfico, que se han dado a contratar los mejores ejércitos privados en este nuevo mercado mundial, el mercado de la violencia organizada para maximizar utilidades.

Monday, November 28, 2016

La economía del trueque en Venezuela

Andrea Rondón y Gerardo Caprav explican como ha surgido el fenómeno del trueque en la economía venezolana.

Andrea Rondón García es Doctora en Derecho de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Directora del Comité de Derechos de Propiedad del Centro de Divulgación del Conocimiento Económico para la Libertad (Cedice Libertad), Directora Académica del Instituto Ludwig von Mises Venezuela, miembro de la Cátedra Carlos Rangel de la UCV y Profesora de la Escuela de Derecho y de la Maestría de Filosofía de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB). 
Gerardo Caprav es Licenciado en Administración de Empresas de la Escuela Argentina de Negocios. Miembro del Instituto Amagi para la Libertad, think tank liberal de Argentina. Ex Coordinador del Comité de Ética del Partido Libertario de Argentina. 
«…el dinero es uno de los mayores instrumentos de libertad que jamás haya inventado el hombre. Es el dinero lo que en la sociedad existente abre un asombroso campo de elección al pobre, un campo mayor que el que no hace muchas generaciones le estaba abierto al rico».
Hayek, Friedrich A.: Camino de servidumbre, Unión Editorial, Madrid, 2008, p. 179.  


En un restaurante de Caracas se lee el anuncio: "2 litros de aceite o 4 harina pan por un plato mixto".
Este anuncio cada vez es más común, no sólo en locales sino en las relaciones entre particulares. Cada día la economía venezolana se convierte en una economía de trueque de bienes y servicios.
Varios son los motivos que han llevado a esta situación, por ejemplo: el control de cambio, establecido en 2003; el control de precios establecido a ciertos productos en el 2003 y de forma generalizada en el 2010; las expropiaciones y expoliaciones (despojo de la propiedad privada sin las garantías constitucionales); la inflación; entre otros.
Con relación a la inflación, el Banco Central de Venezuela ha tenido un rol fundamental. La inflación es otra de las formas de afectación de la propiedad privada porque perdemos poder adquisitivo que nos permitiría en última instancia decidir qué hacer con nuestra propiedad y con el resultado de nuestro trabajo y esfuerzo sobre ella.
Ahora bien, aunque el bolívar sigue siendo la moneda de curso legal y forzoso, cada día es menos dinero. Todo dinero puede ser moneda, pero no toda moneda es dinero. Depende de los individuos que interactúan.
Con las políticas desacertadas que se han adoptado desde hace algunas décadas, el bolívar ha terminado por ser una ficción contable, por lo que, aunque el bolívar sigue siendo moneda cada vez es menos dinero.
Esta situación es realmente lamentable, porque en toda sociedad compleja siempre habrá dinero, porque si no es papel moneda será otro bien, como el aceite o la harina. Y siempre habrá dinero porque es la mejor forma de actuar en libertad. El tema aquí será que tanta intervención del Estado estamos dispuestos a permitir.
Lo ideal para ir hacia el capitalismo es precisamente eliminar la moneda entendida como moneda estatal de curso legal y forzoso. Justamente esto último es lo que debemos rescatar de las advertencias que hiciera F.A. Hayek en Camino de servidumbre, y es que la adopción de medidas económicas por parte del Estado con pretensiones de planificar y centralizar conlleva inevitablemente a un totalitarismo político.
El monopolio del dinero por parte del Estado no está muy alejado de estas advertencias. Philipp Bagus es categórico al afirmar que “Mientras el Estado ostente el monopolio del dinero, estamos condenados a sufrir nuevas crisis”.
Al preguntarle sobre quién es el culpable de las últimas crisis financieras Bagus anticipa que “Los culpables son quienes intervienen en el sistema monetario, los que apoyan el socialismo monetario en pleno siglo XXI. Gracias al monopolio estatal sobre el dinero, a los bancos centrales que producen nuevo dinero, al privilegio de los bancos comerciales de crear dinero de la nada y a las garantías implícitas y explícitas a favor del sistema financiero, los bancos pueden crean dinero y causar una descoordinación entre ahorro e inversión que, en última instancia, es el causante de las crisis”.
En este sentido, en casos como Venezuela que es más evidente, la permanencia en el poder estriba en que tienen el control de los recursos económicos (el petróleo), y el monopolio legal de la fuerza. Definitivamente hace falta una estrategia para poder socavar ambos elementos (un ejemplo serían las expuestas por Ricardo Manuel Rojas en Resistencia no violenta a regímenes autoritarios de base democrática, publicado por Unión Editorial en 2015).
Alternativas como el bitcoin y otras formas de transacción virtual, en la medida en que se garantice el acceso a internet, son mecanismos efectivos para eludir el control estatal y quitar financiamiento a regímenes totalitarios.
Alternativas como el bitcoin han surgido porque es consustancial al individuo la libertad, y cualquier mecanismo que lo garantice será buscado. Una primera lectura del fenómeno del bitcoin en Venezuela es para evadir el inconstitucional control de cambio; conseguir una alternativa ante la destrucción del bolívar como dinero y combatir una economía del trueque, pero una lectura más profunda nos lleva a afirmar que el individuo siempre actuará para alcanzar fines para su mejor provecho y vivir en libertad

La economía del trueque en Venezuela

Andrea Rondón y Gerardo Caprav explican como ha surgido el fenómeno del trueque en la economía venezolana.

Andrea Rondón García es Doctora en Derecho de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Directora del Comité de Derechos de Propiedad del Centro de Divulgación del Conocimiento Económico para la Libertad (Cedice Libertad), Directora Académica del Instituto Ludwig von Mises Venezuela, miembro de la Cátedra Carlos Rangel de la UCV y Profesora de la Escuela de Derecho y de la Maestría de Filosofía de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB). 
Gerardo Caprav es Licenciado en Administración de Empresas de la Escuela Argentina de Negocios. Miembro del Instituto Amagi para la Libertad, think tank liberal de Argentina. Ex Coordinador del Comité de Ética del Partido Libertario de Argentina. 
«…el dinero es uno de los mayores instrumentos de libertad que jamás haya inventado el hombre. Es el dinero lo que en la sociedad existente abre un asombroso campo de elección al pobre, un campo mayor que el que no hace muchas generaciones le estaba abierto al rico».
Hayek, Friedrich A.: Camino de servidumbre, Unión Editorial, Madrid, 2008, p. 179.