El mundo antes funcionaba de manera vertical porque todo estaba concentrado: la información, el control de las fábricas, las relaciones sindicales. Las decisiones se concentraban y la sociedad sabía lo que las estructuras del poder permitían. El mundo de hoy es cada vez más horizontal, donde la información tiene una multiplicidad de fuentes (que son autónomas, como las redes sociales, y se retroalimentan); en la economía se agrega valor en puntos del proceso sobre el que ninguna autoridad centralizada tiene control; y los sindicatos han perdido capacidad de controlar hacia abajo y vender el servicio hacia arriba. Esto que ocurre en los ámbitos públicos no es distinto a lo que se observa en las escuelas, las familias y los gobiernos. El monopolio del poder desapareció, o al menos se debilitó dramáticamente, porque es incompatible con una economía moderna y una sociedad con capacidades para desarrollarse.
El fenómeno es mundial y nadie puede quedar exento, excepto si opta por empobrecerse al abstraerse del mundo exterior, como ocurre con algunos sistemas ermitaños. Aunque, por supuesto, cada país tiene características propias que emanan de su historia y circunstancias, muchos de nuestros retos no son, al menos en concepto, radicalmente a los de otras naciones.
· “Los regímenes autoritarios contemporáneos que carecen de legitimidad derivada de un proceso político competitivo tienen esencialmente tres medios para mantenerse en el poder. Uno es el soborno de sus poblaciones por medio de beneficios materiales; el segundo es la represión a través de violencia y el miedo. El tercero consiste en apelar a sus sentimientos nacionalistas. [El gobierno] ha empleado los tres instrumentos, pero ha dependido principalmente de los resultados económicos y ha recurrido a la represión (selectiva) y el nacionalismo sólo como un medio secundario.”
· “Las autocracias, que se han visto obligadas a realizar un pacto faustiano con el diablo para mantener su legitimidad con base en su desempeño, están destinadas a perder la apuesta porque los cambios socioeconómicos resultantes del crecimiento económico fortalecen las capacidades autónomas de las fuerzas sociales de base urbana, como son los empresarios, intelectuales, profesionales, creyentes religiosos, y los trabajadores ordinarios, todo esto a través de mayores niveles más altos de alfabetización, mayor acceso a la información, acumulación de riqueza privada, y una mejor capacidad para organizar la acciones colectivas.”
· “Si las dificultades económicas de largo plazo fuesen puramente estructurales, las perspectivas del país no serían necesariamente graves. Un conjunto de reformas eficaces podría asignar recursos de manera más eficiente para hacer la economía más productiva.”
· “Sin duda alguna, las reformas económicas de las últimas décadas han cambiado radicalmente al país. Sin embargo, el [sistema] aún preserva sus instintos e instituciones depredadoras.”
· “El rechazo a cualquier límite significativo al poder del [gobierno] implica, en términos prácticos, que [el país] no puede desarrollar instituciones judiciales verdaderamente independientes o agencias reguladoras capaces de hacer cumplir las leyes y las normas.”
· “En tanto [el partido y el gobierno] se mantengan por encima de la ley, es imposible implementar reformas económicas”.
· “Lo que mantiene atorado a la economía no es su dinámico sector privado sino las ineficientes empresas estatales, que continúan recibiendo subsidios y desperdician un escaso capital.”
· “Una serie de reformas económicas genuinas y completas, si realmente fuesen adoptadas, amenazarían los cimientos del sistema prevaleciente.”
· “La preservación de instituciones depredadoras y extractivas impide que funcionen las reformas económicas radicales… haciendo imposible la construcción de una economía genuina de mercado sustentada en el Estado de derecho.”
· “Ahora que termina la era de rápido crecimiento producto de reformas parciales, así como de factores o eventos excepcionales, lograr un crecimiento sostenido requerirá una revisión radical de sus instituciones económicas y políticas con el fin de lograr una mayor eficiencia. Pero dar un paso de esta naturaleza sería fatal para [el sistema] porque destruiría las bases económicas de su poder; así, es difícil imaginar que [el sistema] de hecho cometiera suicidio económico y, por lo tanto, político.”
· “Quienes no sean persuadidos por este razonamiento deberían contar el número de dictaduras en la historia que voluntariamente cedieron sus privilegios y el control de la economía con el fin de garantizar la prosperidad del país en el largo plazo.”
· “La fuente más importante de cambio en los regímenes autoritarios es el colapso de la unidad de las élites gobernantes… Esto ocurre principalmente por la intensificación del conflicto dentro de las élites respecto a la mejor estrategia de supervivencia y distribución del poder y régimen clientelar… La experiencia de las transiciones democráticas desde los 70 muestra que el asunto más polémico que enfrentan las élites es cómo responder al reclamo de cambio político por parte de las fuerzas sociales: recurrir a la represión para apaciguar a esas fuerzas a través de una escalada violenta o recurrir a la liberalización para darles cabida.”
La dinámica político-económica de México y China es radicalmente distinta, pero el desafío es sumamente parecido.
El fenómeno es mundial y nadie puede quedar exento, excepto si opta por empobrecerse al abstraerse del mundo exterior, como ocurre con algunos sistemas ermitaños. Aunque, por supuesto, cada país tiene características propias que emanan de su historia y circunstancias, muchos de nuestros retos no son, al menos en concepto, radicalmente a los de otras naciones.
La dinámica político-económica de México y China es radicalmente distinta, pero el desafío es sumamente parecido.Lo que sigue es una evaluación de China* que podría parecer absolutamente mexicana:
· “Los regímenes autoritarios contemporáneos que carecen de legitimidad derivada de un proceso político competitivo tienen esencialmente tres medios para mantenerse en el poder. Uno es el soborno de sus poblaciones por medio de beneficios materiales; el segundo es la represión a través de violencia y el miedo. El tercero consiste en apelar a sus sentimientos nacionalistas. [El gobierno] ha empleado los tres instrumentos, pero ha dependido principalmente de los resultados económicos y ha recurrido a la represión (selectiva) y el nacionalismo sólo como un medio secundario.”
· “Las autocracias, que se han visto obligadas a realizar un pacto faustiano con el diablo para mantener su legitimidad con base en su desempeño, están destinadas a perder la apuesta porque los cambios socioeconómicos resultantes del crecimiento económico fortalecen las capacidades autónomas de las fuerzas sociales de base urbana, como son los empresarios, intelectuales, profesionales, creyentes religiosos, y los trabajadores ordinarios, todo esto a través de mayores niveles más altos de alfabetización, mayor acceso a la información, acumulación de riqueza privada, y una mejor capacidad para organizar la acciones colectivas.”
· “Si las dificultades económicas de largo plazo fuesen puramente estructurales, las perspectivas del país no serían necesariamente graves. Un conjunto de reformas eficaces podría asignar recursos de manera más eficiente para hacer la economía más productiva.”
· “Sin duda alguna, las reformas económicas de las últimas décadas han cambiado radicalmente al país. Sin embargo, el [sistema] aún preserva sus instintos e instituciones depredadoras.”
· “El rechazo a cualquier límite significativo al poder del [gobierno] implica, en términos prácticos, que [el país] no puede desarrollar instituciones judiciales verdaderamente independientes o agencias reguladoras capaces de hacer cumplir las leyes y las normas.”
· “En tanto [el partido y el gobierno] se mantengan por encima de la ley, es imposible implementar reformas económicas”.
· “Lo que mantiene atorado a la economía no es su dinámico sector privado sino las ineficientes empresas estatales, que continúan recibiendo subsidios y desperdician un escaso capital.”
· “Una serie de reformas económicas genuinas y completas, si realmente fuesen adoptadas, amenazarían los cimientos del sistema prevaleciente.”
· “La preservación de instituciones depredadoras y extractivas impide que funcionen las reformas económicas radicales… haciendo imposible la construcción de una economía genuina de mercado sustentada en el Estado de derecho.”
· “Ahora que termina la era de rápido crecimiento producto de reformas parciales, así como de factores o eventos excepcionales, lograr un crecimiento sostenido requerirá una revisión radical de sus instituciones económicas y políticas con el fin de lograr una mayor eficiencia. Pero dar un paso de esta naturaleza sería fatal para [el sistema] porque destruiría las bases económicas de su poder; así, es difícil imaginar que [el sistema] de hecho cometiera suicidio económico y, por lo tanto, político.”
· “Quienes no sean persuadidos por este razonamiento deberían contar el número de dictaduras en la historia que voluntariamente cedieron sus privilegios y el control de la economía con el fin de garantizar la prosperidad del país en el largo plazo.”
· “La fuente más importante de cambio en los regímenes autoritarios es el colapso de la unidad de las élites gobernantes… Esto ocurre principalmente por la intensificación del conflicto dentro de las élites respecto a la mejor estrategia de supervivencia y distribución del poder y régimen clientelar… La experiencia de las transiciones democráticas desde los 70 muestra que el asunto más polémico que enfrentan las élites es cómo responder al reclamo de cambio político por parte de las fuerzas sociales: recurrir a la represión para apaciguar a esas fuerzas a través de una escalada violenta o recurrir a la liberalización para darles cabida.”
La dinámica político-económica de México y China es radicalmente distinta, pero el desafío es sumamente parecido.
No comments:
Post a Comment