Wikipedia

Search results

Showing posts with label crecimiento económico de México. Show all posts
Showing posts with label crecimiento económico de México. Show all posts

Sunday, July 10, 2016

Deseos para el nuevo futuro político de la nación cubana

Resulta necesario asegurar el derecho a elegir libremente, en un entorno democrático competitivo, a quienes dirigirán la nación

(Bruno Sanchez-Andrade Nuño) nación cubana
En Cuba es necesario utilizar la virtud para erigir instituciones democráticas incorruptibles que protejan las libertades. (Bruno Sanchez-Andrade Nuño)
Desiderata -cosas deseadas- es un inspirador poema en prosa del escritor americano Max Ehrmann. El poema tiene larga historia en el ámbito del activismo político. Cuando joven, lo recuerdo en un póster en mi apartamento de bachiller en los años sesenta.
Contemplando el futuro político de Cuba, a la luz de la nueva política entre Estados Unidos y Cuba, puede resultar esclarecedor para todas las partes describir su lista de deseos para la nación cubana. Esta es la mía:



“Aprender a amar y defender los derechos naturales individuales a la vida, la libertad y la propiedad.
Asegurar el derecho a elegir libremente, en un entorno democrático competitivo, a quienes dirigirán la nación.
Buscar las enseñanzas de la libertad y la visión para seleccionar con inteligencia a los líderes.
Comportarse como los ciudadanos soberanos que son. Insistir en que todos los funcionarios del Gobierno respeten las leyes con honestidad y transparencia.
Recuperar los valores espirituales, la dignidad y urbanidad necesarios para una vida virtuosa.
Utilizar esa virtud para erigir instituciones democráticas incorruptibles que protejan las libertades.
Disfrutar, como ciudadanos respetuosos de las leyes, las protecciones del Estado de derecho, que es el fundamento legal para la libertad.
Aspirar a disfrutar la prosperidad obtenible contribuyendo con sus talentos en una economía de libre mercado.
Ver a la patria integrar la familia de naciones democráticas y prósperas.
Construir orgullosamente un futuro en libertad, y de libertad, para hijos y nietos.
Recordar: “Somos criaturas del universo, tanto como los árboles y las estrellas”.
 Tenemos derecho a ser libres”.

Mi Desiderata es un esfuerzo para retornar la lucha cubana a sus principios medulares. Es un regreso necesario, porque parece que la conciencia de los principios de libertad se ha perdido en la ambigua fantasía de algunos.
Se trata de una fantasía que pretende que la libertad en Cuba se alcanza mejor si no se habla sobre libertad. Fantasía que opera bajo el defectuoso principio especulativo de que el compromiso político y económico con un régimen totalitario ayuda a facilitar la desaparición de ese régimen. Fantasía derivada de preferencias políticas o idiosincrasias personales y no de relevantes fundamentos teóricos o experimentales. Fantasía que yerra al no considerar las destructivas consecuencias de mover a la práctica política preceptos de conformismo y consonancia con el autoritarismo.
Max Weber, el erudito alemán cuyas ideas influenciaron profundamente la teoría social, acuñó el término “ética de las intenciones” para describir la noción de que moralmente, si un proyecto tiene la intención correcta, no importan sus consecuencias.
Bajo la absurda “ética de las intenciones” las acciones no deberían evaluarse de acuerdo a sus consecuencias, sino solamente con relación a los resultados esperados. Esta tesis plantea que las buenas intenciones contienen su propia justificación, independientemente de las consecuencias. Esa ética de intenciones -la intención anunciada es ayudar al pueblo cubano- parece prevalecer sobre la fantasía inarmónica de que abrazar a los opresores ayuda a los oprimidos.
Pero como aclara el viejo proverbio, “el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones”. Todos debemos abrazar una “ética de responsabilidad”. Es decir, entender e interiorizar que abrazarse a la opresión tendrá consecuencias imprevistas e indeseables para el oprimido.

Abogar por la libertad, como en mi Desiderata, para la nación cubana, es inherentemente moral. Posicionarse con los opresores, independientemente de las buenas intenciones, no es intrínsecamente bueno. ¿Cuáles son, entonces, las “cosas deseadas” cuando se abraza a los opresores?

Deseos para el nuevo futuro político de la nación cubana

Resulta necesario asegurar el derecho a elegir libremente, en un entorno democrático competitivo, a quienes dirigirán la nación

(Bruno Sanchez-Andrade Nuño) nación cubana
En Cuba es necesario utilizar la virtud para erigir instituciones democráticas incorruptibles que protejan las libertades. (Bruno Sanchez-Andrade Nuño)
Desiderata -cosas deseadas- es un inspirador poema en prosa del escritor americano Max Ehrmann. El poema tiene larga historia en el ámbito del activismo político. Cuando joven, lo recuerdo en un póster en mi apartamento de bachiller en los años sesenta.
Contemplando el futuro político de Cuba, a la luz de la nueva política entre Estados Unidos y Cuba, puede resultar esclarecedor para todas las partes describir su lista de deseos para la nación cubana. Esta es la mía:


Friday, June 24, 2016

Siete argumentos morales para el libre comercio

por Daniel T. Griswold

Daniel T. Griswold fue Director del Centro de Estudios de Política Comercial del Cato Institute.


La política comercial estadounidense casi siempre es debatida en términos de la utilidad económica: ¿El libre comercio aumenta o disminuye los ingresos? ¿Ayuda o daña a la industria estadounidense? ¿Crea o destruye empleo? Pero detrás de las estadísticas y anécdotas yacen supuestos morales acerca de la naturaleza humana, la soberanía del individuo y el papel del gobierno en una sociedad libre. Puede ser que el libre comercio estimule la eficiencia y logre resultados, pero ¿es moralmente superior al proteccionismo?
En el mes de abril de 2001, durante la Cumbre de las Américas en Québec, los manifestantes anticapitalistas respondieron con un rotundo no, condenando al libre comercio como una herramienta de los ricos que explota a los pobres y socava la democracia.



Algunos conservadores religiosos presentan al libre comercio como una herramienta del diablo. El candidato del Partido Reformista de los Estados Unidos, Pat Buchanan, en su libro de 1998 La Gran Traición llamó a la doctrina del libre comercio "una fe secular... nacida de la rebelión contra la iglesia y la corona". Gary Bauer, ex dirigente del Consejo de Investigación Familiar y aspirante fallido a la Casa Blanca, compara al comercio estadounidense con China con la política de apaciguamiento utilizada con la Unión Soviética.
En mayo, en un discurso frente al Consejo de las Américas, el presidente Bush se incorporó al debate moral, diciendo a su audiencia: "La apertura del comercio no es simplemente una oportunidad económica, es un imperativo moral. El comercio crea empleo para los desocupados. Cuando negociamos por la apertura de mercados, estamos proveyendo nuevas esperanzas a los pobres del mundo. Cuando promovemos la apertura comercial, estamos promoviendo la libertad política. Las sociedades que se abren al comercio a través de sus fronteras se abrirán a la democracia dentro de ellas, no siempre inmediatamente y no siempre prolijamente, pero a su debido tiempo".
Los simpatizantes del libre comercio no deben sustraerse de elaborar argumentos morales en apoyo a su causa; esos alegatos tienen raíces profundas en nuestra cultura. El poeta griego Homero, en su Odisea, alabó con poesías la influencia del comercio:
Ya que los Cíclopes no tienen naves con
proas púrpura,
ni artesanos que les construyan
buenos y ataviados navíos
que puedan llevarlos a puertos de visita extranjeros
como la mayoría de los hombres que se arriesga en los mares
para comerciar con otros
tales artesanos hubieran hecho de esta isla
también un lugar decente en el cual vivir...
La Biblia Judeocristiana advierte sobre el orgullo que puede acarrear las riquezas, pero no condena el comercio internacional de por sí. En Primeros Reyes, informa como un hecho que el comercio era  parte del esplendor del Rey Salomón: "El rey tenia una flota de navíos comerciales junto con los buques de Hirma. Retornaban cada tres años, transportando oro,  plata y marfil y monos y babuinos." En el Nuevo Testamento, en el segundo capítulo de Mateo, leemos acerca de los famosos reyes magos del Este, quienes viajaron desde Arabia o quizás desde tierras tan distantes como Persia para traer oro, incienso y mirra al niño Jesús (Por suerte no tuvieron que lidiar con las aduanas o el boicot árabe a Israel).
El profeta del antiguo testamento Ezequiel previene a los ciudadanos de Tiro, la bulliciosa ciudad portuaria mediterránea, "Por su gran habilidad en el comercio han incrementado sus riquezas, y debido a sus riquezas sus corazones se han vuelto orgullosos." Pero aun cuando la Biblia se refiere con  severidad a "los mercaderes de la tierra" no es el comercio internacional en sí el que es condenado sino la ambición y carácter de los comerciantes. El pecado no es comerciar, sino las balanzas deshonestas, la codicia, el abandonarse a los lujos y la tentación al orgullo que puede venir de la riqueza. En este respecto, el comercio no es más pecaminoso que los descubrimientos tecnológicos o el trabajo duro.
Una cantidad de teólogos y filósofos en los primeros siglos después de Cristo, consideraban al comercio entre naciones un regalo de Dios. En su libro publicado en 1996, Contra la Corriente: Una Historia Intelectual del Libre Comercio, el profesor Douglas Irwin del Dartmouth College describe esta visión del comercio que ha sido llamada la Doctrina de la Economía Universal. щsta, sostenía que Dios había distribuido los bienes y recursos disparejamente a lo largo del mundo para fomentar el comercio entre distintas naciones y regiones.
En el siglo IV después de Cristo, el escritor pagano Libanius expandió la doctrina declarando:
"Dios no otorgó todos los productos a todas las partes de la tierra, sino que distribuyó sus regalos en diferentes regiones, con el fin de que los hombres cultiven una relación social, porque uno tendría la necesidad de la ayuda del otro. Y así, invocó la existencia del comercio; que todos los hombres tuvieran la posibilidad del disfrute en común de los frutos de la tierra, sin importar donde producidos."
El pensamiento moral occidental ofrece cimientos sólidos para la búsqueda de la apertura económica. Nutriéndose en esa tradición, aquí hay siete argumentos morales para abogar por el libre comercio entre las naciones.
 
Uno: El Libre Comercio Respeta la Dignidad y Soberanía del Individuo.
Un hombre que lleva a cabo un trabajo honesto tiene un derecho básico a disfrutar de los frutos de su labor. Es una violación de mi derecho a la propiedad que el gobierno me prohíba intercambiar lo que produzco por algo producido por otro ser humano, ya sea que la persona con la cual comercio esté en el pueblo vecino o en otro continente.
El proteccionismo es una forma de robo, una violación del Octavo Mandamiento y otras prohibiciones contra el robo. Le quita a un grupo de personas, usualmente un amplio numero de consumidores, y le da el botín a un pequeño grupo de productores que aducen que estarían peor bajo un régimen de competencia.
El libre comercio cumple con el test más elemental de justicia, darle a una persona control soberano sobre aquello que es suyo. En su ensayo de 1849, "Proteccionismo y Comunismo", Frederic Bastiat escribió:
Todo ciudadano que haya producido o adquirido un producto debe tener la opción de aplicarlo a su uso personal o transferirlo a quienquiera sobre la faz de la tierra que acuerde darle a cambio el objeto de sus deseos. Privarlo de esta opción cuando no ha cometido acto alguno contrario al orden publico o la moral, y tan solo para satisfacer la conveniencia de otro ciudadano, es legitimar un acto de saqueo y violar la ley de la justicia
Dos: El Libre Comercio Limita el Poder del Estado
El libre comercio es moralmente superior al proteccionismo porque deposita su confianza en lo que Adam Smith llamó "el sistema natural de la libertad", en lugar de un sistema centralizado de política industrial. Al hacer esto le permite a los ciudadanos satisfacer su potencial creativo y productivo.
No hay una razón moral convincente por la cual un pequeño grupo de políticos debería decidir, sobre la mera base de donde son producidas las cosas, qué bienes y servicios un individuo puede comprar con sus ingresos. Al diseminar la toma de decisiones económicas tanto como sea posible, el libre comercio reduce el poder de las personas (siempre falibles y sujetas a la tentación y abuso del poder) en las altas esferas para inflingirle daño a la sociedad.
Tal como los economistas han venido señalando desde hace dos siglos, las ganancias que el proteccionismo dispensa a un selecto grupo de productores y a las arcas del gobierno, en prácticamente todos los casos, son superadas por las perdidas impuestas a la masa de  los consumidores. Esta perdida debilita la capacidad productiva del país como un todo comparado con lo que sería si sus ciudadanos tuvieran permitido comerciar libremente.
Los productores que buscan protección no solo le están robando a sus conciudadanos ingresos y libertad de elección; están debilitando la fortaleza económica de su propia sociedad. Los proteccionistas tienden a disfrazar sus intenciones con palabras de patriotismo y compasión pero sus metas son egocéntricas y mezquinas.
 
Tres: El Libre Comercio Alienta a los Individuos a Cultivar Virtudes Morales
Para ser exitoso en un mercado libre y abierto, los productores debe servir a sus prójimos mediante la provisión de los bienes y servicios que quieren y necesitan. Aquellos que provean no a unos pocos elegidos, sino al segmento amplio de los consumidores serán los más exitosos económicamente.
En 1991, en la encíclica Centesimus Annus, el Papa Juan Pablo II observó que un sistema de mercado alienta las importantes virtudes de "la diligencia, laboriosidad, prudencia en la toma de riesgos razonables, responsabilidad y lealtad en las relaciones interpersonales, como así también el coraje en la ejecución de decisiones que son difíciles pero necesarias". Además de tales virtudes de carácter, el comercio estimula el buen trato hacia los otros.
En el largo plazo, el comercio recompensa a aquellos participantes que actúan de una manera digna de confianza. Un proveedor que no cumple con las fechas de entrega o un comprador cuyo crédito no es bueno enseguida perderá negocios a manos de competidores con mejor reputación. Dicho de otro modo, no hay un conflicto inherente entre los buenos negocios y la virtud moral, y en un mercado libre y abierto, bajo el imperio de la ley, ambos se complementan.
 
Cuatro: El Libre Comercio Acerca a la Gente
El comercio abre puertas para relaciones que trascienden el intercambio económico. Cuando las naciones comercian, no solo los bienes materiales cruzan las fronteras, la gente y las ideas inevitablemente cruzan por las mismas puertas. Los teléfonos celulares, las maquinas de fax y la Internet se están difundiendo rápidamente como herramientas de los negocios internacionales, pero son también herramientas de amistad y evangelización.
En un Foro de Política del Cato Institute en 1999, Ned Graham, hijo de Billy Graham y presidente de East Gates International, habló acerca del impacto de la expansión del  comercio en el trabajo de  su organización misionera en China:
"Hace diez años, prácticamente no había tecnología de intercambio de información disponible para el ciudadano chino promedio. Si queríamos contactar un amigo en China normalmente teníamos que recurrir al correo a menos que tuviese un teléfono privado, lo cual era extremadamente raro en las provincias del interior.... Hoy, a pesar de las dificultades, mucho de esto ha cambiado. Nos comunicamos de manera rutinaria con miles de amigos en toda China vía fax, email o teléfono celular. La proliferación de tecnología de la información nos permitió ser mucho más efectivos en la organización y desarrollo de nuestro trabajo en la Republica Popular China".
Hoy en día más de 100 grupos misioneros occidentales están trabajando o tratando de trabajar abiertamente en China para difundir la fe. Desde 1992 la organización de Ned Graham en China, distribuyó legalmente 2,5 millones de Biblias a creyentes no registrados.
Este ministerio hubiera sido imposible sin la apertura económica que China comenzó hace 20 años y la política estadounidense, aun vigente, de involucrarse en esa apertura. Hoy en día mas de 20 millones de chinos están conectados a la Internet, y ese numero ha estado creciendo de forma exponencial. El número de líneas telefónicas y teléfonos celulares se ha más que duplicado en la ultima década. Las obras de Friedrich Hayek, probablemente el defensor más influyente de la sociedad libre en el siglo pasado, están siendo distribuidas legalmente en la China continental. El libre comercio trajo nuevas ideas y vínculos a China y otras economías que previamente estaban cerradas.
 
Cinco: El Libre Comercio Promueve Otros Derechos Humanos
Este es probablemente el más debatible de los siete argumentos, y va directo al núcleo del debate corriente acerca del comercio con China y el uso de sanciones en el nombre de los derechos humanos y la democracia. Al aumentar el nivel general de vida, el libre comercio ayuda a la gente a alcanzar niveles superiores de educación y a lograr acceso a fuentes alternativas de información. Ayuda a crear una clase media con mayor independencia de criterio que puede formar la columna vertebral de formas de gobierno más representativas. La riqueza creada como resultado de un mayor grado de comercio puede ayudar a nutrir y dar sustento a instituciones civiles que pueden ofrecer ideas e influencia fuera del gobierno. El afloramiento de las libertades civiles y un gobierno más representativo en países como Taiwán, Corea del Sur y México se puede atribuir en buena parte al desarrollo económico incentivado por el libre comercio y las reformas de mercado.
Como regla general, las naciones más abiertas económicamente tienden a gozar de otras libertades también. En los últimos 25 años, a medida que el mundo se alejaba de los controles centralizados de la economía hacia un mercado global más abierto, las libertades políticas y civiles también se extendieron. En 1975 la organización sin fines de lucro Freedom House clasificó a tan solo 42 países como políticamente libres, entendiendo por tales a aquellos donde los ciudadanos disfrutan libertades civiles y políticas plenas. Hoy en día el numero ha crecido a 85. El porcentaje de gente en el mundo que disfruta de libertades civiles y políticas plenas también se ha más que duplicado durante este lapso, del 18 al 40 por ciento.
En su libro "Los Negocios Como un Llamamiento", Michael Novak explica la interrelación con lo que llama "la teoría de la cuña":
"Las prácticas capitalistas traen consigo contacto con las ideas  y costumbres de las sociedades libres, generan el crecimiento económico que da la confianza política a una creciente clase media, y pone a la vista a los lideres de negocios que representan una alternativa política a los dirigentes militares o del partido. En resumen, las firmas capitalistas son una cuña en la roca del régimen autoritario".
Los conservadores religiosos que quieren terminar con las relaciones comerciales normales con China socavarían el progreso logrado en los derechos humanos al eliminar una de las influencias mas positivas en la sociedad china. Está claro que el gobierno chino hoy en día sigue siendo una dictadura opresora, un régimen que envía a la cárcel a sus oponentes políticos e interfiere en las vidas privadas de sus ciudadanos. Pero a pesar de todos sus defectos imperdonables, el gobierno chino de hoy no es ni por asomo tan malo como el existente bajo el dominio totalitario de Mao Tse-tung, cuando millones fueron asesinados y el orden social en su totalidad fue convulsionado por el Gran Salto Adelante y la Revolución Cultural. El pueblo de China no goza del espectro de libertades políticas y civiles que tenemos en Occidente, pero son más libres y están materialmente mejor que hace tres décadas. Esto es gracias a la liberalización económica y comercial.
 
Seis: El Libre Comercio Fomenta la Paz
En un discurso de 1845 en la Cámara de los Comunes británica, Richard Cobden llamó al libre comercio "ese adelanto que es premeditado a fin de entretejer más ajustadamente a las naciones en los lazos de la paz mediante el intercambio comercial". El libre comercio no garantiza la paz, pero la fortalece al incrementar el costo de la guerra para los gobiernos y ciudadanos. A medida que las naciones se tornan mas integradas  mediante la expansión de mercados, tienen más que perder si el comercio fuese desestabilizado.
En años recientes, las tendencias hermanas de la globalización y la democratización han producido su propio "dividendo de paz"; desde 1987 el gasto real en armamentos en todo el mundo ha caído en mas de un 30 por ciento. Desde el fin de la guerra fría, la amenaza de guerras internacionales de gran escala ha retrocedido. De hecho, en la actualidad, prácticamente todos los conflictos armados del mundo no son entre naciones sino en ellas.
Durante los años 30 las naciones industrializadas emprendieron guerras comerciales entre ellas. Aumentaron los aranceles de importación e impusieron cupos  a fin de proteger la industria local. Sin embargo, el resultado fue que las otras naciones aumentaron sus barreras aun más, asfixiando el comercio global y profundizando y prolongando la depresión económica global. Aquellos aciagos momentos económicos contribuyeron al conflicto que devino en la Segunda Guerra Mundial. La política de posguerra estadounidense, de aliento al libre comercio mediante acuerdos multilaterales, buscaba promover tanto la paz como la prosperidad.
 
Siete: El Libre Comercio Alimenta y Viste a los Pobres
El libre comercio y el mercado libre le dan a la gente pobre mayores oportunidades de crear riqueza y mantener a sus familias. Al dispersar el poder económico en un rango más amplio, el libre comercio y el mercado libre menoscaban la capacidad de las elites en los países subdesarrollados de depredar los recursos del  país a expensas de sus pobres. Evidencia al respecto se puede encontrar en los patrones de inmigración de los pobres a lo largo del mundo. Millones de pobres buscan dejar economías cerradas y controladas centralmente y van a aquellas que son más abiertas y menos controladas. Los pobres mismos entienden que una economía libre sirve mejor a sus intereses, aun cuando muchos de sus auto nombrados defensores intelectuales en Occidente no.
Las naciones abiertas al comercio tienden a ser más prosperas, así como las ciudades a lo largo de los litorales tienden a ser más ricas que aquellas localizadas en sitios más remotos y tierra adentro. El más reciente estudio de Libertad Económica del Mundo, de James Gwartney y Robert Lawson, encontró que las naciones que eran más abiertas económicamente desde 1980 hasta 1998 crecieron casi cinco veces más rápido que aquellas que eran más cerradas. También concluyeron que el crecimiento económico relacionado al comercio eleva el nivel de vida del conjunto de los pobres. Para citar el ejemplo más impresionante de esto, el Banco Mundial estima que el número de ciudadanos chinos que viven en la pobreza absoluta (es decir, menos de US$1 por día) ha caído desde 1978 en 200 millones. La abolición del status de comercio normal, entre todas sus otras consecuencias negativas, detendría uno de los programas de reducción de la pobreza más exitosos en la historia del mundo. En contraposición, el África Subsahariana y el sur de Asia, las regiones del mundo donde la pobreza ha sido más resistente, fueron las menos abiertas al comercio y la inversión extranjera.
Por todas estas razones, las sanciones comerciales caen con mayor fuerza sobre los pobres de las naciones que son objeto de las mismas. Los gobernantes de estos países tienen el poder de proteger sus cómodos estilos de vida, mientras que los pobres deben sufrir las consecuencias de las políticas estadounidenses que fueron puestas en vigencia con  el fin de ayudar a las personas que termina dañando. Pueden tener la certeza que los lideres comunistas de Cuba y la junta gobernante de Birmania continuarán disfrutando sus sabrosas cenas y autos con chofer mientras que los millones de  pobres que oprimen viven vidas aun más miserables debido a las sanciones comerciales estadounidenses.
Cuando todos los argumentos son puestos en la balanza, debería resultar claro que una política de libre comercio es  moral y también eficiente. El libre comercio limita el poder del estado e incrementa la libertad, autonomía y responsabilidad individual de la persona. Promueve comportamientos personales virtuosos y responsables. Acerca a la gente en "comunidades de trabajo" que cruzan fronteras y culturas. Abre las puertas a las ideas y al evangelismo. Socava la autoridad de los dictadores al expandir la libertad, oportunidad e independencia de la gente que tratan de controlar. Promueve la paz entre las naciones, ayuda a los pobres a vestirse y cuidarse a sí mismos y crea un mejor futuro para sus hijos. ¿Por cual de estas virtudes deberíamos rechazarlo?

Siete argumentos morales para el libre comercio

por Daniel T. Griswold

Daniel T. Griswold fue Director del Centro de Estudios de Política Comercial del Cato Institute.


La política comercial estadounidense casi siempre es debatida en términos de la utilidad económica: ¿El libre comercio aumenta o disminuye los ingresos? ¿Ayuda o daña a la industria estadounidense? ¿Crea o destruye empleo? Pero detrás de las estadísticas y anécdotas yacen supuestos morales acerca de la naturaleza humana, la soberanía del individuo y el papel del gobierno en una sociedad libre. Puede ser que el libre comercio estimule la eficiencia y logre resultados, pero ¿es moralmente superior al proteccionismo?
En el mes de abril de 2001, durante la Cumbre de las Américas en Québec, los manifestantes anticapitalistas respondieron con un rotundo no, condenando al libre comercio como una herramienta de los ricos que explota a los pobres y socava la democracia.


Negociar la ley

Macario Schettino dice que América Latina es un continente que no vivió la modernización y que aún a muchos países dentro de la región, como a México, les cuesta establecer el Imperio de la Ley.

Macario Schettino es profesor de la División de Humanidades y Ciencias Sociales del Tecnológico de Monterrey, en la ciudad de México y colaborador editorial y financiero de El Universal (México).
Para los que tenían dudas, el asunto de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) en Oaxaca es muy ilustrativo. Frente a un grupo que bloquea autopistas y refinerías, hay un grupo no menor de personas que pide una mesa de negociación y diálogo. Argumentan que el diálogo es la base de la democracia y que quien se niega a ello, por lo mismo, no es demócrata. Me imagino que si entramos al detalle en la discusión, acabarán aceptando que las leyes, o las reglas en general, no son un tema de la democracia sino de la república, y que se puede ser demócrata sin ser republicano, como lo han sido, sigo imaginando, del otro lado de la Cortina de Hierro, o en Cuba o Venezuela. A lo mejor encuentran algún otro ejemplo.



Permítame regresar a mi interpretación de lo que nos ocurre. Somos un continente, América Latina, que no vivió la modernización. Como parte del Imperio Español, fuimos enemigos de la Reforma Protestante y de la revolución de los Países Bajos en el siglo XVI, los padres de la modernidad. Para el siglo XIX, cuando Napoleón diseminó las ideas de la Revolución Francesa (libertad, igualdad, fraternidad) por toda Europa, nosotros mejor nos independizamos para evitar que esas ideas exóticas llegaran por acá. Las élites que independizaron América Latina cosecharon su esfuerzo a partir de 1870, cuando la primera globalización produjo el enriquecimiento de Europa, y de las élites latinoamericanas, y de nadie más. De ahí nos viene ser el continente más desigual del mundo, todavía hoy.
Esas élites promovieron un pensamiento conservador, que tuvo en José Enrique Rodó a uno de sus principales promotores. En su “Ariel”, publicado al inicio del siglo XX, ponía a América Latina como el último baluarte de la cultura tradicional, grecorromana y cristiana, frente al bárbaro anglosajón. De ese conservadurismo abrevaron los extremos latinoamericanos, ambos populistas: el izquierdismo de Cárdenas, el derechismo de Perón.
Precisamente por no salir de esa visión premoderna, el tema de la ley se nos complica tanto. A unos más que a otros, como siempre. Las naciones en las que menos existió el Imperio Español pudieron construir un sistema de gobierno conservador, pero respetuoso de la ley (Argentina, Chile, Uruguay). En donde más pesó España, no hemos podido establecer el imperio de la ley. Menos en México, en donde el régimen de la Revolución hizo de la ilegalidad una virtud: la negociación.
Me parece que muchas personas no entienden que el origen de la corrupción es el mismo que el del populismo, que detrás de la negociación por un trámite, un contrato, o un puesto público, está exactamente el mismo proceso que detrás del diálogo con los inconformes. Que hace el mismo daño a la sociedad un gobernante abusivo como Duarte, en Veracruz, o Borge, en Quintana Roo, forzando la ley para esconder sus trapacerías, que un movimiento como la CNTE, en Oaxaca, forzándola para mantener sus prebendas.
La dificultad de entender que se trata del mismo fenómeno, con caras diferentes, refleja la incapacidad de ver cómo los enemigos del liberalismo, desde el siglo XVIII, han sido responsables de las peores matanzas, y de los peores resultados económicos. Igual de antiliberales fueron los nacionalistas de derecha (Hitler, Mussolini, Franco) que los comunistas (Stalin, Mao, Pol Pot). El mismo daño económico causaron en América Latina populistas de derecha, como Perón, que de izquierda, como Echeverría. La misma tragedia hermana a Fidel Castro y a Augusto Pinochet.
Pero, en la retórica medieval, argumentamos que hay unos que tienen razón, y otros no. Que hay guerras justas y que la justicia es más importante que la ley. En eso estamos

Negociar la ley

Macario Schettino dice que América Latina es un continente que no vivió la modernización y que aún a muchos países dentro de la región, como a México, les cuesta establecer el Imperio de la Ley.

Macario Schettino es profesor de la División de Humanidades y Ciencias Sociales del Tecnológico de Monterrey, en la ciudad de México y colaborador editorial y financiero de El Universal (México).
Para los que tenían dudas, el asunto de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) en Oaxaca es muy ilustrativo. Frente a un grupo que bloquea autopistas y refinerías, hay un grupo no menor de personas que pide una mesa de negociación y diálogo. Argumentan que el diálogo es la base de la democracia y que quien se niega a ello, por lo mismo, no es demócrata. Me imagino que si entramos al detalle en la discusión, acabarán aceptando que las leyes, o las reglas en general, no son un tema de la democracia sino de la república, y que se puede ser demócrata sin ser republicano, como lo han sido, sigo imaginando, del otro lado de la Cortina de Hierro, o en Cuba o Venezuela. A lo mejor encuentran algún otro ejemplo.


Thursday, June 23, 2016

Continúa el deterioro de las variables financieras

La economía nacional continúa mostrando crecimiento económico, así como generación de empleos formales y crecientes ventas en el mercado interno, al mismo tiempo que el barril de petróleo exportado recupera su precio de manera extraordinaria en el curso del año. A pesar de lo anterior, continúa el deterioro de diversos mercados financieros como son el del tipo de cambio, que vuelve a superar la barrera de 19 pesos; así como el de las tasas de interés de los instrumentos del gobierno de mediano plazo, las cuales se elevan a niveles superiores a 4.4 por ciento.

Se atribuye este deterioro a la preocupación que existe sobre la posibilidad de que Gran Bretaña se retire de la Unión Europea, como consecuencia del referéndum que se realizará en ese país el próximo día 23 de junio o a que la Fed decida elevar las tasas de interés este miércoles al terminar su reunión mensual. Aunque es obvio que estos son temas que afectan a los distintos países, el impacto negativo ha sido peor en México que en casi todos los demás países subdesarrollados.

Esto puede deberse a diversas señales que muestran que la economía nacional no está tan sólida como sería deseable para enfrentarse un mayor deterioro del entorno internacional, lo que preocupa a los diversos inversionistas: 1) Aunque la economía nacional sigue creciendo, lo hace apoyada en el sector servicios, ya que la producción industrial sólo creció a una tasa de 0.8 por ciento en el periodo de enero a abril, en comparación a los mismos cuatro meses del año anterior. 2) La inflación, medida por medio de los precios al consumidor, fue de 2.6 por ciento anual en mayo, pero los precios al productor final se elevaron en 5.8 or ciento en el mismo mes, perjudicando los márgenes de utilidad del sector comercio. 3) El déficit en cuenta corriente se mantiene en niveles de 2.7 por ciento del PIB en el primer trimestre, que aunado a una ligera salida de capitales, presiona al tipo de cambio. 4) La deuda del sector público federal representó ya  48.1 por ciento del PIB el pasado marzo, que sumando la de los gobiernos estatales podría ser superior a 50 por ciento en este momento. 5) Los requerimientos financieros del sector público el año pasado fueron de 4.1 por ciento del PIB, lo que equivalió a 18 por ciento de todo el gasto público.

Todo lo anterior muestra que la economía nacional no está tan sólida como sería deseable para enfrentar las dos grandes amenazas que se ciernen sobre el entorno internacional: 1) Reducción en el comercio internacional, que es una de las principales fuentes de crecimiento de la producción mundial y nacional. Hay que recordar que la crisis de la década de los 30 se debió en gran parte a las políticas proteccionistas que siguieron los países más desarrollados en aquellos años y es posible que se repita la misma experiencia. 2) Reducción en los flujos de capitales globales, encabezado por la política monetaria de Estados Unidos, que eleva las tasas de interés y reduce los montos disponibles para financiar la inversión en el país, el déficit de la balanza de cuenta corriente y el desequilibrio del gobierno mexicano.

Como se espera que este difícil entorno internacional se mantenga durante varios trimestres o incluso años más, es conveniente que se refuercen las finanzas públicas y privadas, se logre crear un entorno donde puedan prosperar las empresas, sobre todo las pequeñas y medianas, ya que son ellas las que pagan impuestos y crean empleos formales. Además es recomendable que se reduzcan dispendios y corrupción los cuales encarecen los costos de las empresas y reducen los ingresos de los trabajadores y empleados.

Ciertamente México tiene una mejor posición financiera que la mayoría de los países subdesarrollados, pero el entorno internacional puede provocar un deterioro interno muy rápido, si no se reacciona a tiempo.

La experiencia de los pasados meses nos lo confirma.

Continúa el deterioro de las variables financieras

La economía nacional continúa mostrando crecimiento económico, así como generación de empleos formales y crecientes ventas en el mercado interno, al mismo tiempo que el barril de petróleo exportado recupera su precio de manera extraordinaria en el curso del año. A pesar de lo anterior, continúa el deterioro de diversos mercados financieros como son el del tipo de cambio, que vuelve a superar la barrera de 19 pesos; así como el de las tasas de interés de los instrumentos del gobierno de mediano plazo, las cuales se elevan a niveles superiores a 4.4 por ciento.

El fracaso del presidencialismo

Leo Zuckermann
 
Leo Zuckermann es analista político y académico mexicano. Posee una licenciatura en administración pública en El Colegio de México y una maestría en políticas públicas en la Universidad de Oxford (Inglaterra). Asimismo, cuenta con dos maestrías de la Universidad de Columbia, Nueva York, donde es candidato a doctor en ciencia política. Trabajó para la presidencia de la República en México y en la empresa consultora McKinsey and Company. Fue secretario general del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), donde actualmente es profesor afiliado de la División de Estudios Políticos. Su columna, Juegos de Poder, se publica de lunes a viernes en Excélsior, así como en distintos periódicos de varios estados de México. En radio, es conductor del programa Imagen Electoral que se trasmite en Grupo Imagen. En 2003, recibió el Premio Nacional de Periodismo.
Ya pasaron muchos años desde que el politólogo español Juan Linz argumentó que los regímenes parlamentarios eran superiores a los presidenciales. Cuánta razón tenía. Lo estamos viendo en muchos lados.
En Brasil, un Congreso donde están representados más de una veintena de partidos, con una mayoría de legisladores comprobadamente corruptos, ha apartado de su cargo a la Presidenta. No se trata, como dicen los afectados, de un golpe de Estado porque el juicio de destitución se ha realizado conforme a las reglas establecidas en la Constitución.



No obstante, la razón por la que han retirado del cargo –temporalmente aunque todo indica que será de manera permanente– a Dilma Rousseff suena más a una maniobra política que a la comisión de un delito que merezca quitarle el puesto que se ganó en las urnas. Al quite ha entrado el vicepresidente, uno de los principales artífices para remover a su jefa. Más pronto que tarde, Michel Temer tendrá que tomarse una sopa de su propio chocolate al enfrentar a un Congreso hambriento y dividido. En una de ésas, el nuevo presidente termina igual que Dilma.
Ya pasaron muchos años desde que el politólogo español Juan Linz argumentó que los regímenes parlamentarios eran superiores a los presidenciales. Cuánta razón tenía. Lo estamos viendo en muchos lados...
En Venezuela, el electorado votó mayoritariamente por un Congreso opositor al Presidente. Comenzó, así, una lucha entre los dos poderes. Los opositores están tratando de revocar el mandato de Maduro juntando firmas para realizar una consulta popular al respecto. El presidente, por su parte, ha declarado un estado de emergencia que le otorga más poderes y abiertamente habla de destituir al Congreso. Mientras todo esto ocurre, la economía está al borde del colapso. No hay gobierno en Venezuela. Tampoco medicinas, electricidad, cerveza ni papel de baño.
Cuando Linz escribió su ensayo acerca de la inferioridad del presidencialismo frente al parlamentarismo, dijo que la excepción era Estados Unidos, régimen que, por muchas razones, había funcionado históricamente incluso con gobiernos divididos. Pero estos últimos lustros hemos visto una polarización que ha desincentivado los acuerdos entre la Casa Blanca y el Capitolio. Hoy la parálisis es lo que caracteriza al Washington de Obama. Lograr que el Senado ratifique a un embajador se ha convertido en un dolor de muelas para el presidente.
Extrañamente, después de varios años de parálisis gubernamental, de bloqueos entre el Presidente y el Congreso, el régimen mexicano, gracias al Pacto por México, se desatoró. Los dos primeros años del presidente Peña fueron ejemplo de que sí es posible sacar reformas estructurales trascendentales. El sueño, sin embargo, duró poco. Cada vez más existen bloqueos entre los dos poderes con todo y que el PRI tiene mayoría en una de las cámaras. En el sexenio que viene las cosas se pondrán peor si el candidato que gane la Presidencia lo hace con menos del 30% del voto y su partido no tiene mayoría en ambas cámaras.
En fin, que los presidencialismos nos han dado prueba tras prueba de disfuncionalidad. ¿Son mejores, entonces, los parlamentarismos, tal y como argumentaba Linz?
Depende. Los regímenes donde el Parlamento se forma por representación proporcional suelen ser más inestables. Italia es el caso histórico. En Israel, las coaliciones de gobierno son muy frágiles. Netanyahu ha sobrevivido mucho tiempo como primer ministro gracias a que les reparte mucho dinero a los partidos chicos que lo apoyan y el fracaso de la izquierda para enfrentarlo. Pero los gobiernos de Netanyahu no han logrado resolver el principal problema de ese país: la paz con los palestinos.
Estos casos contrastan con el parlamentarismo alemán que sí ha producido gobiernos estables y eficaces. Aquí estamos hablando de un sistema mixto de integración del Parlamento entre representación proporcional y distritos de mayoría. Pero el mejor parlamentarismo, o por lo menos el que más me gusta a mí, es el británico. Ahí todo el Parlamento se elige por distritos de mayoría. Ciertamente hay una sobrerrepresentación enorme para el partido ganador, pero cuenta con los votos legislativos para sacar adelante su agenda legislativa. Si ésta es buena, el electorado los premia reeligiéndolos. Si, en cambio, el gobierno resulta ser un desastre, los votantes le dan una patada en el trasero dándole la oportunidad a la oposición de gobernar con amplios márgenes de acción.

El fracaso del presidencialismo

Leo Zuckermann
 
Leo Zuckermann es analista político y académico mexicano. Posee una licenciatura en administración pública en El Colegio de México y una maestría en políticas públicas en la Universidad de Oxford (Inglaterra). Asimismo, cuenta con dos maestrías de la Universidad de Columbia, Nueva York, donde es candidato a doctor en ciencia política. Trabajó para la presidencia de la República en México y en la empresa consultora McKinsey and Company. Fue secretario general del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), donde actualmente es profesor afiliado de la División de Estudios Políticos. Su columna, Juegos de Poder, se publica de lunes a viernes en Excélsior, así como en distintos periódicos de varios estados de México. En radio, es conductor del programa Imagen Electoral que se trasmite en Grupo Imagen. En 2003, recibió el Premio Nacional de Periodismo.
Ya pasaron muchos años desde que el politólogo español Juan Linz argumentó que los regímenes parlamentarios eran superiores a los presidenciales. Cuánta razón tenía. Lo estamos viendo en muchos lados.
En Brasil, un Congreso donde están representados más de una veintena de partidos, con una mayoría de legisladores comprobadamente corruptos, ha apartado de su cargo a la Presidenta. No se trata, como dicen los afectados, de un golpe de Estado porque el juicio de destitución se ha realizado conforme a las reglas establecidas en la Constitución.


Dinero estatal y dinero bancario


Steve Hanke
Steve H. Hanke es profesor de economía aplicada en la Johns Hopkins University en Baltimore. Hanke se desempeña como presidente del Toronto Trust Argentina en Buenos Aires, el fondo mutual con el mejor desempeño en el mundo en 1995. Ha sido asesor de varios gobiernos en un diverso conjunto de temas políticos. Actualmente es consejero estatal y asesor del presidente de Montenegro y asesor del ministro de economía y finanzas de Ecuador. En 1998. Hanke fue nombrado una de las 25 personas más influyentes en el mundo por la revista World Trade, y un Asociado Distinguido de la International Atlantic Economic Society.
Desde que la Reserva Federal empezó a considerar elevar la tasa de los fondos federales, lo cual eventualmente hizo en diciembre de 2015, mucho se ha dicho acerca de la reducción de compras de bonos por parte de la Fed. ¿Elevará o no las tasas la Fed? Cada vez que se forma un consenso alrededor de la respuesta a esa pregunta, todos los mercados del mundo suben o se hunden.
Esta obsesión con los comentarios acerca de la reducción de compras de bonos por parte de la Fed -el relato acerca de la tasa de interés- es sencilla, pero extraña. De hecho, está mal concebida -equivocada. Entonces, ¿por qué la obsesión? Esto es, en parte, el resultado de una resaca Keynesiana. Los Keynesianos se enfocan en las tasas de interés. El modelo macro de la corriente dominante, que es ampliamente utilizado hoy, es denominado como “el nuevo modelo Keynesiano”.



La esencia de la política monetaria en este modelo está enteramente capturada por los cambios en las tasas de interés actuales y esperadas. Sin embargo, el dinero no se encuentra en lugar alguno. Y no es solamente el nuevo modelo Keynesiano el que es defectuoso. El dinero y el crédito no encajan en el modelo de equilibrio general, el cual requiere una economía exclusivamente de trueque.
Cuando observamos el dinero bancario, la situación en EE.UU., Japón, y el Reino Unido ha sido sorprendente. Para estos países, la cantidad de dinero bancario en la economía era menor en enero de 2016 que en septiembre de 2008, poniendo en evidencia la existencia de políticas de dinero bancario restringido. No debería sorprender que EE.UU., Japón y el Reino Unido adoptaron desde un principio de este periodo el QE. Si no lo hubieran hecho, el crecimiento en la oferta monetaria en su sentido amplio hubiese sido mucho más anémica de lo que fue, resultando en profundas recesiones.
Esta obsesión con la tasa de interés es impresionante, particularmente considerando que Keynes le dedica relativamente pocas páginas en su Breve tratado sobre la reforma monetaria (1923) al dinero y el papel que este juega en la determinación del ingreso nacional. De manera que, en su obra de dos volúmenes de 1930, Un tratado sobre el dinero, Keynes dedica un espacio considerable a los bancos y su papel en la creación de dinero. En particular, Keynes divide al dinero en dos clases: dinero estatal y dinero bancario. El dinero estatal es de alta potencia y es producido por los bancos centrales. El dinero bancario es producido por los bancos comerciales a través de la creación de depósitos.
Keynes dedica muchas páginas en Un tratado sobre el dinero abordando el dinero bancario. Esto no es sorpresa porque, como Keynes aclara, el dinero bancario se impuso al dinero estatal en 1930. Las cosas no han cambiado mucho desde ese entonces. Hoy, el dinero bancario constituye casi 82% de la oferta monetaria ampliamente definida (M4) en el Reino Unido.
Deberíamos analizar detenidamente la oferta monetaria ampliamente definida (dinero estatal más dinero bancario) y el dinero medido de manera adecuada (cuando está disponible, con el indicador Divisia, no medidas sencillas a partir de sumas). Un enfoque monetario de la determinación del ingreso nacional es lo que importa en el mediano plazo. La conexión entre el crecimiento en la oferta monetaria y el PIB nominal es clara y abrumadora.
Desde el colapso de Lehman Brothers en 2008, ha habido un cambio dramático en las políticas monetarias alrededor del mundo. Las regulaciones bancarias se han vuelto más estrictas y la supervisión se ha vuelto mucho más severa. Las recapitalizaciones a gran escala de los bancos y la reducción del apalancamiento se han vuelto algo común. Estas políticas, que afectan la producción de dinero bancario, han sido sumamente ligeras y pro-cíclicas.
En un intento de expandir la oferta total del dinero en su sentido amplio, muchos bancos centrales han tenido que practicar el alivio cuantitativo o QE, por sus siglas en inglés. Esta política de dinero estatal es extremadamente ligera y contra-cíclica. Sin embargo, la oferta monetaria en su sentido amplio ha estado creciendo lentamente en muchos países, conforme el dinero estatal constituye una porción relativamente pequeña de esta. Como consecuencia de esto, el crecimiento del PIB nominal ha caído por debajo de su tendencia.
El cuadro adjunto muestra los cambios en el dinero estatal, dinero bancario, y la oferta monetaria en su sentido amplio en las 10 regiones económicas más grandes en el mundo. EE.UU., Japón, la Eurozona, el Reino Unido y Corea del Sur lideran el ranking en términos de QE. Todos han aumentado su producción de dinero estatal. Esto puede observarse al notar que la proporción de dinero estatal en relación a la oferta monetaria en sentido amplio se dispara en estos países desde septiembre 2008 hasta enero de 2016. Para China, Canadá, Brasil, India, y Rusia, la imagen es diferente. La proporción de dinero estatal en relación a la oferta monetaria en sentido amplio cayó, indicando que ellos no practicaron QE.
7056
Cuando observamos el dinero bancario, la situación en EE.UU., Japón, y el Reino Unido ha sido sorprendente. Para estos países, la cantidad de dinero bancario en la economía era menor en enero de 2016 que en septiembre de 2008, poniendo en evidencia la existencia de políticas de dinero bancario restringido. No debería sorprender que EE.UU., Japón y el Reino Unido adoptaron desde un principio de este periodo el QE. Si no lo hubieran hecho, el crecimiento en la oferta monetaria en su sentido amplio hubiese sido mucho más anémica de lo que fue, resultando en profundas recesiones.
La Eurozona llegó a la fiesta del QE un poco tarde, pero, no obstante, llegó. Ahora, el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, y el QE se enfrentan a una nueva ola de críticas. Muchos en Alemania, por ejemplo, se oponen al QE. Muchos incluso argumentan que el BCE se ha quedado sin amuniciones. Esto no tiene sentido. Siempre y cuando el banco central compre activos del público no bancario, la oferta monetaria en su sentido amplio y el PIB nominal crecerán.
Decir que el dinero y las políticas monetarias no son comprendidas es una sutileza. La retórica populista de políticos que atacan a los bancos y las regulaciones financieras están obstaculizando el crecimiento del dinero bancario y de la actividad económica.

Dinero estatal y dinero bancario


Steve Hanke
Steve H. Hanke es profesor de economía aplicada en la Johns Hopkins University en Baltimore. Hanke se desempeña como presidente del Toronto Trust Argentina en Buenos Aires, el fondo mutual con el mejor desempeño en el mundo en 1995. Ha sido asesor de varios gobiernos en un diverso conjunto de temas políticos. Actualmente es consejero estatal y asesor del presidente de Montenegro y asesor del ministro de economía y finanzas de Ecuador. En 1998. Hanke fue nombrado una de las 25 personas más influyentes en el mundo por la revista World Trade, y un Asociado Distinguido de la International Atlantic Economic Society.
Desde que la Reserva Federal empezó a considerar elevar la tasa de los fondos federales, lo cual eventualmente hizo en diciembre de 2015, mucho se ha dicho acerca de la reducción de compras de bonos por parte de la Fed. ¿Elevará o no las tasas la Fed? Cada vez que se forma un consenso alrededor de la respuesta a esa pregunta, todos los mercados del mundo suben o se hunden.
Esta obsesión con los comentarios acerca de la reducción de compras de bonos por parte de la Fed -el relato acerca de la tasa de interés- es sencilla, pero extraña. De hecho, está mal concebida -equivocada. Entonces, ¿por qué la obsesión? Esto es, en parte, el resultado de una resaca Keynesiana. Los Keynesianos se enfocan en las tasas de interés. El modelo macro de la corriente dominante, que es ampliamente utilizado hoy, es denominado como “el nuevo modelo Keynesiano”.


Saturday, June 18, 2016

Estados Unidos pierde la 'guerra del trigo' con Rusia

Rusia es nuevamente el exportador número 1, publica Bloomberg, afirmando que las regiones sureñas del país cuentan con el mejor tipo de tierra para el cultivo.
Sputnik

Estados Unidos pierde la 'guerra del trigo' con Rusia, ha publicado Bloomberg. Un dólar más fuerte hace que el trigo estadounidense sea menos competitivo a nivel mundial, lo que podría llevar este año a que el país norteamericano caiga al tercer lugar entre los exportadores de trigo después de Rusia y Canadá. En 2014, EE.UU. había sido el primer exportador mundial, destaca el artículo.
La situación se debe a la disminución de la superficie para sembrar trigo que ha tenido constantemente lugar durante décadas en el país. Por eso Bloomberg predice que, con el tiempo, el trigo de EE.UU. tendrá menos influencia sobre los mercados globales.



En concreto, se prevé que las exportaciones del país norteamericano caigan un 9,3% este año hasta 21,1 millones de toneladas métricas, lo que significaría el nivel más bajo desde 1972, según datos del Gobierno.
Por su parte, Rusia es el actual exportador número 1, sostiene Bloomberg, recordando que las regiones sureñas del país cuentan con el mejor tipo de tierra para el trigo y que la Rusia zarista fue la principal exportadora a nivel mundial. Rusia y Ucrania actualmente venden sus granos a países de Oriente Medio, una región a donde antes exportaba más EE.UU.

Estados Unidos pierde la 'guerra del trigo' con Rusia

Rusia es nuevamente el exportador número 1, publica Bloomberg, afirmando que las regiones sureñas del país cuentan con el mejor tipo de tierra para el cultivo.
Sputnik

Estados Unidos pierde la 'guerra del trigo' con Rusia, ha publicado Bloomberg. Un dólar más fuerte hace que el trigo estadounidense sea menos competitivo a nivel mundial, lo que podría llevar este año a que el país norteamericano caiga al tercer lugar entre los exportadores de trigo después de Rusia y Canadá. En 2014, EE.UU. había sido el primer exportador mundial, destaca el artículo.
La situación se debe a la disminución de la superficie para sembrar trigo que ha tenido constantemente lugar durante décadas en el país. Por eso Bloomberg predice que, con el tiempo, el trigo de EE.UU. tendrá menos influencia sobre los mercados globales.


Friday, June 17, 2016

Es bueno que haya ricos

Por Paul Graham

Mayo de 2004 (publicado en línea en noviembre de 2006)
Cuando la gente se preocupa lo suficiente sobre algo como para hacerlo bien, quienes lo hacen mejor tienden a ser mucho mejores que el resto de la gente. Hay un enorme hueco entre Leonardo y sus contemporáneos de segunda línea, como Borgognone. Vemos el mismo hueco entre Raymond Chandler y el escritor medio de novelas policiacas. Un jugador profesional de ajedrez de alto nivel podría jugar diez mil partidas contra un jugador normal de club sin perder ninguna.
Igual que el ajedrez o la pintura o la escritura de novelas, hacer dinero es una habilidad muy especializada. Pero, por alguna razón, tratamos de forma diferente esta habilidad. Nadie se queja cuando unos pocos superan a los demás jugando al ajedrez o escribiendo novelas, pero cuando unos pocos hacen más dinero que los demás, se escriben muchas columnas diciendo que está mal.
¿Por qué? El patrón de variedad no parece diferente del de cualquier otra habilidad. ¿Qué hace que la gente reaccione tan ferozmente cuando la habilidad es hacer dinero?



Pienso que hay tres razones por las que tratamos diferentemente el hacer dinero: el engañoso modelo de riqueza que aprendemos de niños, la mala reputación de cómo se han acumulado las fortunas hasta hace poco y la preocupación por que las grandes variaciones de ingresos sean de alguna forma malas para la sociedad. Hasta donde yo lo entiendo, la primera es errónea, la segunda está desactualizada y la tercera es empíricamente falsa. ¿Podría ser que, en una democracia moderna, la variación en los ingresos sea realmente una señal de salud?
El modelo de riqueza de papá
Cuando tenía cinco años pensaba que la electricidad la creaban los enchufes. No sabía que había centrales eléctricas por ahí generándola. De forma parecida, a la mayoría de los niños no se les ocurre que la riqueza es algo que tiene que generarse. Parece ser algo que fluye de los padres.
A causa de las circunstancias en las que la encuentran, los niños tienden a no entender la riqueza. La confunden con el dinero. Piensan que hay una cantidad fija. Y piensan en ella como algo que distribuyen las autoridades (así que debería distribuirse equitativamente), y no en algo que tiene que crearse (y podría crearse desigualmente).
De hecho, la riqueza no es el dinero. El dinero es sólo una forma cómoda de cambiar una forma de riqueza por otra. La riqueza es lo que hay por debajo, los bienes y servicios que compramos. Cuando viajamos de un país rico a uno pobre, no tenemos que mirar las cuentas bancarias de la gente para darnos cuenta de qué nivel de riqueza tienen. Podemos ver la riqueza: en edificios y calles, en las ropas y la salud de la gente.
¿De dónde viene la riqueza? La hace la gente. Esto era más fácil de percibir cuando la mayoría de la gente vivía en granjas y fabricaban con sus propias manos muchas de las cosas que querían. En aquellos tiempos podía verse la riqueza que creaba cada familia en la casa, los animales y el granero. Por tanto era evidente que la riqueza del mundo no era una cantidad que tuviera que compartirse, como las porciones de una tarta. Si queríamos más riqueza, podíamos fabricarla.
Esto es igual de verdadero hoy día, aunque pocos de nosotros creamos riqueza directamente por nuestros propios medios (excepto los vestigios de unas pocas tareas domésticas). Principalmente creamos riqueza para otras personas a cambio de dinero, que posteriormente intercambiamos por las formas de riqueza que deseamos.[1]
Como los niños son incapaces de crear riqueza, ha de dárseles todo lo que tengan. Y cuando la riqueza es algo que se da, evidentemente parece que debería distribuirse equitativamente.[2] En la mayor parte de las familias es así. Los niños se ocupan de eso. "Es injusto", protestan cuando un hermano obtiene más que otro.
En el mundo real no podemos mantenernos viviendo de nuestros padres. Si queremos algo o bien tenemos que fabricarlo o bien hacer algo de valor equivalente para otro, con el fin de hacer que éste nos dé suficiente dinero como para comprarlo. En el mundo real, la riqueza (excepto para unos pocos especialistas como ladrones y especuladores) es algo que tenemos que crear, no algo que distribuye papá. Y como la capacidad y deseo de crearla varían de persona a persona, no se fabrica equitativamente.
Se nos paga por hacer algo que quiere la gente y generalmente quienes hacen más dinero son sencillamente mejores haciendo cosas que quiere la gente. Los grandes actores ganan mucho más dinero que los de serie B. Los actores de serie B podrán ser casi tan carismáticos como los más conocidos, pero cuando la gente va al cine y mira la cartelera, buscan ese atractivo extra que tienen las grandes estrellas.
Hacer lo que quiere la gente no es la única forma de obtener dinero, por supuesto. También podemos robar bancos, o pedir sobornos, o establecer un monopolio. Esos trucos generan algo de la variación en la riqueza y así es como se formaron algunas de las mayores fortunas individuales, pero no son la causa principal de la variedad de ingresos. La causa principal de la variedad de ingresos, como implica la navaja de Occam, es la misma que la de la variedad en cualquier otra habilidad humana.
En Estados Unidos, el presidente de una gran empresa gana alrededor de 100 veces más que el ciudadano medio.[3] Los jugadores de baloncesto ganan alrededor de 128 veces más y los de béisbol unas 72 veces más. Los editoriales citan este tipo de estadísticas con horror. Pero yo no veo problemas en imaginar que una persona pueda ser 100 veces más productiva que otra. En la Roma antigua, el precio de los esclavos variaba en un factor de 50, dependiendo de sus habilidades.[4] Y eso sin considerar la motivación o el incremento extra en la productividad que podemos obtener con la tecnología moderna.
Las columnas acerca de los salarios de deportistas o presidentes me recuerdan a los primeros escritores cristianos, discutiendo a partir de premisas si la Tierra era redonda, cuando sencillamente podían salir a la calle y comprobarlo.[5] Cuánto vale el trabajo de alguien no es una cuestión política. Es algo que el mercado ya determina.
"¿Realmente valen tanto como 100 de nosotros?", preguntan los columnistas. Depende de lo que queramos decir por "valen". Si decimos "valen" en el sentido de lo que la gente llegaría a pagar por sus habilidades, la respuesta aparentemente es sí.
Los ingresos de algunos consejeros delegados de empresas reflejan algún tipo de error. ¿Pero acaso no hay otros cuyos ingresos reflejan la riqueza que generan? Steve Jobs salvó una compañía en estado terminal. Y no solamente en la forma en que lo hace un especialista en este tipo de rescates, reduciendo costes: tuvo que decidir cuáles debían ser los próximos productos de Apple. Poca gente podría haberlo hecho. E independientemente del caso de los consejeros delegados, es difícil ver cómo puede alguien argumentar que los salarios de los jugadores profesionales de baloncesto no reflejan la oferta y la demanda.
Puede parecer raro en principio que un individuo pueda realmente generar mucha más riqueza que otro. La clave de este misterio es revisar la cuestión, ¿realmente valen tanto como 100 de nosotros? ¿Cambiaría un equipo de baloncesto a uno de sus jugadores por 100 personas al azar? ¿A qué se parecería el próximo producto de Apple si reemplazamos a Steve Jobs por un comité de 100 personas elegidas al azar?[6] Estas cosas no escalan linealmente. Quizá el consejero delegado o el deportista profesional tengan sólo diez veces (signifique esto lo que signifique) la habilidad y determinación de una sola persona. Pero la diferencia se encuentra en que estén concentradas en una sola persona.
Cuando decimos que un trabajo está demasiado bien pagado y otro demasiado mal pagado, ¿qué estamos realmente diciendo? En un mercado libre, los precios se determinan por lo que desean los compradores. A la gente le gusta más el baloncesto que la poesía, así que los jugadores de baloncesto ganan más dinero que los poetas. Decir que un cierto tipo de trabajo está mal pagado es por tanto lo mismo que decir que la gente quiere las cosas equivocadas.
Bueno, es verdad que la gente quiere cosas equivocadas. Parece extraño que nos sorprenda. Y parece aún más extraño decir que es injusto que ciertos tipos de trabajos estén mal pagados.[7] Lo que se está diciendo es que es injusto que la gente quiera cosas equivocadas. Es lamentable que la gente prefiera los reality shows y los perritos calientes a Shakespeare y la verdura al vapor pero, ¿injusto? Es como decir que el azul es pesado o que arriba es circular.
Aquí la apariencia de la palabra "injusto" lleva la inconfundible firma espectral del "modelo papá". ¿Si no por qué aparecería esta idea en este contexto tan extraño? Mientras que quien hable siga operando dentro del "modelo papá" y viendo la riqueza como algo que surge de una fuente común y tiene que compartirse, en lugar de algo que se genera haciendo lo que quiere otra gente, eso será exactamente lo que tendremos advirtiendo que unas personas ganan mucho más que otras.
Cuando hablemos de "distribución desigual de los ingresos", deberíamos a la vez preguntarnos de dónde vienen esos ingresos.[8] ¿Quién crea la riqueza que representan? Como resulta que el ingreso varía simplemente de acuerdo con cuánta riqueza crea la gente, la distribución puede ser desigual, pero difícilmente será injusta.
Robándola
La segunda razón por la que tendemos a encontrar alarmantes las grandes disparidades en riqueza es que durante la mayor parte de la historia de la humanidad la forma usual de acumular fortuna fue robarla: en las sociedades pastoriles como cuatreros, en las agrícolas apropiándose de las tierras de otros en tiempos de guerra e imponiéndoles impuestos en tiempos de paz.
En los conflictos, quienes estén en el bando ganador recibirán las propiedades confiscadas a los perdedores. En Inglaterra, en los 1060, cuando Guillermo el Conquistador distribuyó las propiedades de los nobles anglosajones derrotados entre sus seguidores, el conflicto era militar. En los 1530, cuando Enrique VIII distribuyó las propiedades de los monasterios entre sus seguidores, era principalmente político.[9] Pero el principio era el mismo. De hecho, el mismo principio está operando ahora mismo en Zimbabwe.
En sociedades más organizadas, como China, el soberano y sus funcionarios empleaban los impuestos en lugar de la confiscación. Pero también aquí vemos el mismo principio: la manera de hacerse rico no es crear riqueza, sino servir a un soberano suficientemente poderoso como para apoderarse de ella.
Eso empezó a cambiar en Europa con el surgimiento de la clase media. Ahora pensamos en la clase media como aquellos que no son ni ricos ni pobres, pero originalmente fueron un grupo distinto. En una sociedad feudal sólo había dos clases: una aristocracia guerrera y los siervos que trabajaban en sus dominios. La clase media era un tercer grupo nuevo que vivía en las ciudades y sobrevivían por sí mismos por la manufactura y el comercio.
En los siglos X y XI la nobleza menos importante y los antiguos siervos empezaron a actuar conjuntamente en ciudades que gradualmente fueron haciéndose suficientemente poderosas como para ignorar a los señores feudales locales.[10] Igual que los siervos, la clase media se ganaba la vida en buena medida creando riqueza. (En ciudades portuarias como Génova y Pisa, también se dedicaron a la piratería.) Pero al contrario que los siervos tenían un incentivo para crear mucha. Toda la riqueza que creaba un siervo pertenecía a su amo. No tenía mucho sentido crear más de lo que se podía ocultar. Por el contrario, la independencia de los villanos les permitía quedarse con toda la riqueza que creaban.
Una vez que fue posible hacerse rico creando riqueza, la sociedad en general empezó a hacerse más rica muy rápidamente. Casi todo lo que tenemos lo creó la clase media. De hecho, las otras dos clases prácticamente han desaparecido en las sociedades industriales y sus nombres se han puesto a los dos extremos de la clase media. (En el sentido original del término, Bill Gates pertenece a la clase media.)
Pero no fue hasta la revolución industrial cuando la creación de riqueza pudo reemplazar definitivamente a la corrupción como la mejor manera de hacerse rico. Al menos en Inglaterra, la corrupción sólo empezó a estar mal vista (y de hecho empezó a llamársele "corrupción") cuando comenzó a haber otras formas más rápidas de hacerse rico.
La Inglaterra del siglo XVII se parecía mucho al Tercer Mundo de hoy, en el sentido que un puesto en el gobierno era un camino reconocido hacia la riqueza. Las grandes fortunas de ese tiempo aún derivaban más de lo que podríamos calificar como corrupción que del comercio.[11] Para el siglo XIX las cosas habían cambiado. Seguía habiendo sobornos, como sigue habiendo hoy día en todas partes, pero para entonces la política se había dejado en manos de hombres a los que les movía más la vanidad que la codicia. La tecnología había hecho posible crear riqueza más rápidamente de lo que podía robarse. El prototipo de rico en el siglo XIX no era un cortesano, sino un industrial.
Con el ascenso de la clase media, la riqueza dejó de ser un juego de suma cero. Jobs y Wozniak no nos han hecho pobres para hacerse ricos. Más bien al contrario: han creado cosas que hacen nuestras vidas materialmente más ricas. Tenían que hacerlo o no les habríamos pagado por ello.
Peor como en la mayor parte de la historia mundial la vía principal hacia la riqueza ha sido robarla, tendemos a sospechar de la gente rica. Los universitarios idealistas ven confirmado su modelo infantil de riqueza inconscientemente preservado por ilustres escritores del pasado. Es un caso de error que se mezcla con obsolescencia.
"Detrás de cada gran fortuna, hay un crimen", escribió Balzac. Aunque en realidad no lo hizo. Lo que realmente dijo es que una gran fortuna sin causa aparente se debe probablemente a un crimen tan bien ejecutado que ha sido olvidado. Si estamos hablando sobre la Europa del año 1000 o la mayoría del Tercer Mundo hoy, la frase mal citada sería exacta. Pero Balzac vivió en la Francia del siglo XIX, donde estaba produciéndose la revolución industrial desde hacía tiempo. Él sabía que podíamos hacer una fortuna sin robarla. Después de todo, lo hizo él siendo un novelista popular.[12]
Sólo unos pocos países (y no es coincidencia que sean los más ricos) han alcanzado esta etapa. En la mayoría, la corrupción sigue estando a la orden del día. En la mayoría, la manera más rápida de obtener riqueza es robarla. Así que cuando vemos que aumentan las diferencias de ingresos en un país rico hay una tendencia a preocuparse porque esté marchando hacia atrás para convertirse en otra Venezuela. Pienso que lo que vemos es lo contrario: un país caminando firmemente para alejarse de Venezuela.
La palanca tecnológica
¿Incrementará la tecnología la diferencia entre ricos y pobres? Sin duda incrementará la diferencia entre productivos e improductivos. En realidad, para eso es la tecnología. Con un tractor un granjero con energías puedes arar seis veces más terreno diariamente de lo que podía hacerlo con caballos. Pero sólo si llega a dominar un nuevo tipo de agricultura.
He observado crecer ostensiblemente la palanca tecnológica a lo largo de mi vida. En el instituto ganaba dinero cortando el césped y vendiendo helado en Baskin-Robbins. Era el único trabajo disponible por aquel entonces. Hoy día los estudiantes de bachillerato podrían escribir software o diseñar sitios web. Pero sólo están dispuestos a hacerlo unos pocos: el resto seguirá vendiendo helados.
Recuerdo muy claramente cuando en 1985 la mejora tecnológica hizo posible que me comprara un ordenador. En unos meses lo estaba empleando para ganar dinero como programador freelance. Pocos años antes no hubiera podido hacerlo. Pocos años antes no había programadores freelance. Pero Apple creó riqueza en forma de ordenadores poderosos y baratos y los programadores inmediatamente se pusieron manos a la obra empleándolos para crear más riqueza.
Como sugiere este ejemplo, el ritmo al que la tecnología incrementa nuestra capacidad productiva es probablemente polinómico, más que lineal. Así que deberíamos esperar ver variaciones en incremento constante en la productividad individual con el paso del tiempo. ¿Incrementará esto la diferencia entre ricos y pobres? Depende de a qué diferencia nos refiramos.
La tecnología podría incrementar las diferencias en ingresos, pero parece disminuir otras diferencias. Hace cien años los ricos llevaban un tipo de vida diferente del de la gente normal. Vivían en casas llenas de sirvientes, vestían incómodas y elaboradas prendas y viajaban en carruajes tirados por caballos que necesitaban sus propios establos y sirvientes. Hoy día, gracias a la tecnología, la vida de los ricos se parece más a la de la gente normal.
Los coches son un buen ejemplo de por qué. Es posible comprar coches caros fabricados a mano, que cuestan cientos de miles de dólares. Pero no tiene mucho sentido hacerlo. Las empresas ganan más dinero fabricando un gran número de coches normales que un pequeño número de coches caros. Así que una empresa que fabrica un coche producido en masa puede permitirse gastar mucho más en diseño. Si compramos un coche hecho a medida, siempre habrá algo que no funcione. Comprar uno hoy día sólo tiene sentido para demostrar que podemos hacerlo.
O consideremos los relojes. Hace cincuenta años, gastar un montón de dinero en un reloj suponía obtener un mejor rendimiento. Cuando los relojes se movían mecánicamente, los relojes caros marcaban más precisamente la hora. Ya no. Desde el descubrimiento de la vibración del cuarzo, un Timex normal es más preciso que un Patek Philippe que cuesta cientos de miles de dólares.[13] De hecho, al igual que los coches caros, si decidimos gastar un montón de dinero en un reloj, tenemos que soportar algunos inconvenientes por ello: además de tener menor precisión horaria, los relojes mecánicos se averían.
Lo único que la tecnología no puede abaratar es la marca. Por eso precisamente cada vez oímos más acerca de ella. La marca es el residuo que queda cuando se evaporan las diferencias sustantivas entre ricos y pobres. Pero la etiqueta que muestra nuestro producto es algo mucho menos importante que tenerlo o no tenerlo. En 1900 si alguien tenía un carruaje nadie le preguntaba de qué año era el modelo. Si tenía uno, es que era rico. Si no era rico, tomaba el ómnibus o caminaba. Hoy día incluso los estadounidenses más pobres conducen coches y sólo porque estamos muy bien entrenados por la publicidad podemos llegar a reconocer los que son especialmente caros.[14]
Lo mismo ha pasado en todas las industrias. Si hay suficiente demanda de algo, la tecnología lo hará suficientemente barato como para venderlo en grandes cantidades y las versiones producidas en masa serán, si no mejores, al menos más prácticas.[15] Y no hay nada que les guste más a los ricos que lo práctico. Los ricos que yo conozco conducen los mismos coches, visten las mismas ropas, tienen el mismo tipo de muebles y comen lo mismo que el resto de mis amigos. Sus casas están en barrios diferentes, o si están en el mismo barrio son de diferente tamaño, pero dentro de ellas la vida es similar. Las casas se edifican empleando las mismas técnicas de construcción y contienen casi los mismos objetos. No es práctico hacer algo caro y a la medida.
Asimismo, los ricos gastan su tiempo como el resto de la gente. Parece que hace tiempo que desaparecieron los Bertie Wooster. Hoy día, la mayoría de la gente suficientemente rica como para no trabajar, lo sigue haciendo de todas formas. No es sólo la presión social: la inactividad es solitaria y desmoralizante.
Tampoco tenemos las distinciones sociales que había hace cien años. Las novelas y manuales de etiqueta de ese periodo hoy parecen descripciones de una extraña sociedad tribal. "Con respecto a la continuidad de las amistades (…)", advierte el Libro de gestión familiar de la Señora Beeton (1880), "puede resultar necesario, en algunos casos, a un ama de casa renunciar, al asumir la responsabilidad del hogar, a muchas de las iniciadas en una etapa anterior de su vida". Se esperaba que una mujer que se casara con un hombre rico olvidara a las amigas que no lo hacían. Pareceríamos bárbaros si nos comportáramos así hoy día. Asimismo tendríamos una vida muy aburrida. La gente sigue tendiendo de alguna forma a la segregación, pero mucho más basándose en la educación que en la riqueza.[16]
Material y socialmente, la tecnología parece estar disminuyendo la diferencia entre ricos y pobres, no aumentándola. Si Lenin se paseara por las oficinas de una empresa como Yahoo o Intel o Cisco, pensaría que el comunismo había triunfado. Todos vestirían la misma ropa, tendrían el mismo tipo de oficina (o de cubículo) con los mismos muebles y se tutearían usando sus nombres, en lugar de sus títulos. Todo sería tal como había predicho, hasta que mirara sus cuentas bancarias. Vaya.
¿Es un problema que la tecnología agrande la diferencia? No parece serlo tanto. Aunque agrande la diferencia en ingresos, parece disminuir todas las demás diferencias.
Una alternativa a un axioma
A menudo oímos que se critica una política basándose en que incrementaría la diferencia de ingresos entre ricos y pobres. Como si fuera un axioma que esto debería ser malo. Puede ser cierto que un incremento en la variación de ingresos sea malo, pero no veo cómo podemos decir que sea axiomático.
De hecho, puede incluso ser falso en democracias industriales. En una sociedad de siervos y caudillos indudablemente una variación en los ingresos es una señal de un problema subyacente. Pero la servidumbre no es la única causa de variación en los ingresos. Un piloto de un 747 no gana 40 veces lo que una persona encargada de facturación porque sea un caudillo que la esté esclavizando de alguna forma. Sencillamente, sus habilidades son mucho más valiosas.
Me gustaría proponer una idea alternativa: en una sociedad moderna, la variación en ingresos sería un signo de salud. La tecnología parece incrementar la variación en productividad a ritmos superiores a los lineales. Si no vemos una variación equivalente en los ingresos, hay tres posibles explicaciones: (a) la innovación técnica se ha detenido, (b) la gente que debería crear la mayor riqueza no lo hace o (c) no se les está remunerando por ello.
Creo que podemos afirmar con rotundidad que (a) y (b) serían malas. Si usted discrepa, intente vivir un año empleando sólo los recursos disponibles para un noble franco medio del año 800 y nos informa. (Seré generoso no enviándole a la edad de piedra.)
La única opción, si vamos a tener una sociedad cada vez más próspera sin incrementar las variaciones en ingresos parece ser (c), la gente crearía un montón de riqueza sin que se les remunerara. Por ejemplo, Jobs y Wozniak trabajarían encantados 20 horas al día para producir el ordenador Apple para una sociedad que les permitiría, después de pagar impuestos, obtener sólo la parte de sus ingresos equivalente a lo que habrían conseguido trabajando de 9 a 5 en una gran empresa.
¿Crearía riqueza la gente si no se les puede remunerar? Sólo si fuera divertido. La gente escribiría sistemas operativos gratis. Pero no los instalaría o aceptaría llamadas de consulta o enseñaría a los clientes a utilizarlos. Y al menos el 90% del trabajo que hacen incluso las compañías más técnicas es de este segundo tipo tan poco atractivo.
Todos los tipos de creación de riqueza que no sean divertidos disminuyen radicalmente en una sociedad que confisca las fortunas privadas. Podemos confirmarlo empíricamente. Supongamos que oímos un ruido extraño que podría deberse a un ventilador cercano. Apagamos el ventilador y el ruido desaparece. Lo encendemos y vuelve a empezar. Apagado, silencio. Encendido, ruido. A falta de otra información, parece que el ruido lo causa el ventilador.
En distintos lugares y momentos de la historia, el botón de acumular una fortuna creando riqueza se ha encendido y apagado. Norte de Italia en el 800, apagado (los señores de la guerra podía robarlo). Norte de Italia en 1100, encendido. Francia Central en 1100, apagado (aún feudal). Inglaterra en 1800, encendido. Inglaterra en 1974, apagado (impuesto del 98% sobre ingresos por inversiones). Estados Unidos en 1974, encendido. Incluso tenemos un estudio gemelo: Alemania Occidental, encendido; Alemania Oriental, apagado. En cada caso, la creación de riqueza parece aparecer o desaparecer igual que el ruido de un ventilador a medida que encendemos o apagamos la posibilidad de quedarnos con ella.
Hay algo de inercia en ello. Probablemente tome al menos una generación transformar a la gente en alemanes orientales (por suerte para Inglaterra). Pero si sólo fuera un ventilador lo que estuviéramos estudiando, sin todo en bagaje extra que conlleva el polémico asunto de la riqueza, nadie tendría ninguna duda de que era el ventilador lo que estaba causando el ruido.
Si suprimimos la variaciones en ingresos, ya sea robando las fortunas privadas, como solían hacer los señores feudales, o por vía impositiva, como han hecho algunos gobiernos modernos, los resultados siempre parecen ser los mismos. La sociedad en su conjunto se empobrece.
Si yo tuviera la oportunidad de vivir en una sociedad donde me encontrara materialmente mucho mejor que ahora, pero estuviera entre los más pobres o en una en la que estuviera entre los más ricos, pero mucho peor que ahora, elegiría la primera opción. Si tuviera hijos, podría decirse que sería inmoral no hacerlo. Se quiere evitar la pobreza absoluta, no la relativa. Si, como indica el ejemplo, tenemos que elegir entre una u otra en nuestra sociedad, elijamos la pobreza relativa.
Necesitamos gente rica en nuestra sociedad, no tanto porque al gastar su dinero creen puestos de trabajo, sino por lo que tienen que hacer para hacerse ricos. No me refiero al efecto goteo. No digo que si dejamos que Henry Ford se haga rico nos vaya a contratar como camarero en su próxima fiesta. Lo que digo es que nos fabricará un tractor para reemplazar a nuestro caballo.