Wikipedia

Search results

Showing posts with label Columnas. Show all posts
Showing posts with label Columnas. Show all posts

Tuesday, October 4, 2016

EPN y Josefina, juntos en Juntos Podemos

“Tenemos que contar una historia completa, para nosotros, y para los otros”. Eso dice la panista Josefina Vázquez Mota en un video de Juntos Podemos, iniciativa mediante la cual hace labor a favor de migrantes mexicanos en Estados Unidos. (Ver a partir del minuto cuatro https://www.youtube.com/ watch?v=Rt81sF5kYXs)

Contar una historia completa es justamente lo que la excandidata presidencial no ha hecho con respecto a Juntos Podemos, programa del que ella funge como presidenta honoraria.

Lo que no ha dicho Vázquez Mota, para empezar, es que su agenda promigrantes es financiada por Enrique Peña Nieto. Tampoco ha dicho que para tal efecto esa iniciativa ha recibido 900 millones de pesos del gobierno.

Tan solo en 2015, las organizaciones que están detrás de Juntos Podemos recibieron del gobierno federal 26.1 millones de dólares, equivalentes a 414 millones de pesos. Y en 2016 fueron 486 millones de pesos lo que se les puso a su disposición.

Es decir, la puntera del PAN en las encuestas rumbo a la elección del 2017 en el Estado de México es financiada –con cientos de millones de pesos– en sus actividades promigrantes por un gobierno surgido del partido que nunca ha perdido la gubernatura en esa entidad: el PRI.

Esta mañana Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad (contralacorrupcion.mx) publica un reportaje de Dulce Martínez y de quien esto escribe, donde con documentos de la Secretaría de Relaciones Exteriores y testimonios de Juntos Podemos se explica cómo se financia esa iniciativa.

Desde hace meses corrían distintas versiones sobre esta alianza no oficial entre Vázquez Mota y Peña Nieto. Mi colega Lourdes Mendoza incluso publicó que los fondos recibidos por la iniciativa de Josefina rondaban los 500 millones en 2015.

Según reportes a los que he tenido acceso, los detalles del acuerdo se formalizaron en una reunión en Los Pinos el 19 de febrero de 2015. En esa reunión se pactaron apoyos por un total de 26 millones 113 mil 800 dólares para ese año. En representación de la Secretaría de Relaciones Exteriores acudió a esa reunión Ernesto De Lucas Hopkins, entonces director del Instituto de los Mexicanos en el Exterior (IME).

Para operar lo anterior, Josefina Vázquez Mota pidió a Santibáñez
–exdirector del Colegio de la Frontera Norte y colaborador de Vázquez Mota cuando ésta era secretaria de Educación Pública en el sexenio de Felipe Calderón– armar un esquema de despliegue de esos recursos.

El esquema es así: los fondos gubernamentales son enviados a dos organismos: AEM-USA Foundation y Parents Alliance Inc. Atrás de ambos está la Asociación de Empresarios Mexicanos (AEM), que opera en Estados Unidos desde hace décadas. Ellos son quienes tienen registrada la marca de Juntos Podemos.

¿Cómo se tejió la alianza entre el gobierno de Peña Nieto y Josefina para ese programa? ¿Por qué la administración decidió darle esos fondos a Vázquez Mota y a sus aliados de la AEM USA Foundation y no a otras organizaciones? ¿Fue por invitación directa? ¿A cambio de qué? ¿Hay otras organizaciones con tan cuantiosos apoyos? ¿Dónde se encuentran los reportes detallados de los resultados de cada uno de esos apoyos? ¿Las organizaciones que recibieron los apoyos en Estados Unidos saben que originalmente los fondos provienen del gobierno mexicano? ¿Se violó al respecto alguna ley en México o en Estados Unidos? ¿Cuánto de lo que otorga el gobierno mexicano se consume en gastos operativos de Juntos Podemos? ¿Cuántos viajes y viáticos de Josefina se cubren con esos fondos?

Esas preguntas podrían ser respondidas por Josefina Vázquez Mota para contar una historia (completa) de Juntos Podemos.

EPN y Josefina, juntos en Juntos Podemos

“Tenemos que contar una historia completa, para nosotros, y para los otros”. Eso dice la panista Josefina Vázquez Mota en un video de Juntos Podemos, iniciativa mediante la cual hace labor a favor de migrantes mexicanos en Estados Unidos. (Ver a partir del minuto cuatro https://www.youtube.com/ watch?v=Rt81sF5kYXs)

Contar una historia completa es justamente lo que la excandidata presidencial no ha hecho con respecto a Juntos Podemos, programa del que ella funge como presidenta honoraria.

¿Por qué NO va a ganar Trump?

Donald Trump todavía no es oficialmente el candidato presidencial del Partido Republicano, pero todo parece indicar que es un hecho que lo va a ser. En la columna titulada “Liberalismo y política en EU, ¿doble moral o incongruencia ideológica?” (3 de marzo, 2016) comenté que probablemente los debates ideológicos no iban a ser tan relevantes en esta elección. Desafortunadamente creo que no me equivoqué. Pero más que lamentarme por la falta de debates de alto nivel sobre políticas públicas en el país más importante del mundo, en esta ocasión quiero argumentar por qué creo que Donald Trump NO va a ser el próximo presidente de los Estados Unidos de América (EU).


No soy un analista político, pero como economista me gusta analizar variables que guardan una relación histórica consistente con otras variables, en este caso con el resultado de las pasadas elecciones presidenciales en EU, máxime cuando dicha relación entre variables encuentra fundamento en una teoría lógica sobre la causalidad de los eventos y no por simple casualidad. En este sentido, quiero destacar tres temas sobre asuntos electorales recientes:

(1) En los últimos años las encuestas de intención de voto han sido cada vez menos precisas para pronosticar el resultado de las elecciones. En mi opinión, esto se debe a dos cosas: (a) Creciente tendencia global antipolítica (i.e. movimiento antiestablishment). En la medida en que la población está más informada sobre las acciones de los políticos –principalmente debido al acceso a internet de manera móvil y a las redes sociales–, así como el interminable círculo vicioso en el que los candidatos han prometido mucho –concentrándose en los qués y no en los cómos–, y cuando ganan el puesto de elección popular han hecho poco por cumplir sus promesas de campaña (y no se diga si se encuentran envueltos en escándalos de corrupción), la población a nivel global ha perdido la confianza en la democracia como la conocemos hoy; y (b) una gran parte de la población miente en las encuestas, sobre todo cuando se trata de un candidato políticamente incorrecto.

(2) Considero que el movimiento antiestablishment y el deseo de aparentar ser políticamente correcto, han tenido consecuencias importantes en el grado de predictibilidad de las encuestas de intención de voto con respecto al resultado electoral, en particular dos consecuencias: Por un lado, que el porcentaje de 'indecisos' sea muy alto y se mantenga así a lo largo del periodo en el que se publican encuestas, y por otro, que el resultado de las encuestas de intención de voto se encuentren sesgadas, provocando un mucho menor grado de predictibilidad de este tipo de instrumento; y por lo tanto...

(3) en mi opinión, una forma de 'darle la vuelta' a la problemática en cuestión es enfocándonos en el porcentaje de opiniones negativas sobre los candidatos. Al final del día, en muchos casos se trata de elegir 'al menos malo'. Me queda claro que no estoy descubriendo el hilo negro. Desde hace tiempo los expertos en encuestas incorporan la pregunta sobre opinión negativa en los cuestionarios que aplican. En este sentido, considero que si bien los resultados de este tipo de encuestas no nos ofrecen información fidedigna sobre el diferencial de votos con el que un candidato puede ganar al otro en una elección, ni sobre la posibilidad de que tenga mayoría en el Poder Legislativo, creo que pueden ser más precisas que las de intención de voto para pronosticar el ganador de una elección.

Examinemos cómo estuvieron los resultados de las encuestas de opinión negativa en las últimas seis elecciones en EU. Por consistencia, en todos los casos utilicé datos de las encuestas que condujo NBC News polling. En la elección de 1992, George H. W. Bush (R, de republicano) contaba con la opinión negativa de 46 por ciento de los votantes registrados, mientras que Bill Clinton (D, de demócrata) con 37 por ciento. ¿Quién ganó? Todos sabemos que Bill Clinton ganó la elección presidencial, quien tenía un porcentaje menor de opiniones negativas. De la misma manera, en la elección de 1996, Bob Dole (R) obtuvo un porcentaje de opiniones negativas de 38 por ciento, mayor que el del ganador, Bill Clinton (D), con 33 por ciento. Asimismo, en el 2000, George W. Bush (R) ganó la elección presidencial teniendo un 30 por ciento de votantes con opinión negativa vs. 37 por ciento de Al Gore (D). La elección de 2004 estuvo más compleja de pronosticar por este tipo de encuestas debido a que observaron un 'empate técnico' entre ambos contendientes. El ganador, George W. Bush (R), obtuvo 44 por ciento de opiniones negativas, mientras que John Kerry (D) tenía 43 por ciento. En 2008, Barack Obama (D) ganó la elección, teniendo 34 por ciento de opiniones negativas, mientras que John McCain (R) 39 por ciento. En la elección de 2012 de nuevo las encuestas observaron otro 'empate técnico'. Barack Obama (D) pudo reelegirse teniendo 43 por ciento de opiniones negativas entre los votantes registrados, mientras que Mitt Romney (R) tenía 44 por ciento.

¿Cómo se encuentran los resultados de estas encuestas hoy? Hillary Clinton (D) tiene 56 por ciento de los votantes registrados encuestados con una opinión negativa y Donald Trump (R) con 65 por ciento. Es por esto que en la medida en que estos porcentajes se mantengan, considero que Donald Trump NO va a ganar la elección presidencial en EU.

¿Por qué NO va a ganar Trump?

Donald Trump todavía no es oficialmente el candidato presidencial del Partido Republicano, pero todo parece indicar que es un hecho que lo va a ser. En la columna titulada “Liberalismo y política en EU, ¿doble moral o incongruencia ideológica?” (3 de marzo, 2016) comenté que probablemente los debates ideológicos no iban a ser tan relevantes en esta elección. Desafortunadamente creo que no me equivoqué. Pero más que lamentarme por la falta de debates de alto nivel sobre políticas públicas en el país más importante del mundo, en esta ocasión quiero argumentar por qué creo que Donald Trump NO va a ser el próximo presidente de los Estados Unidos de América (EU).

¿Y si ganara Trump?

Yo creo que es más factible que Hillary Clinton gane la elección presidencial en Estados Unidos debido a tres factores: (1) Voto electoral. Ahora que nos encontramos más cerca de la elección, las encuestas muestran un número significativamente mayor de estados con un mayor número de votos electorales a favor de Hillary (205), que a favor de Trump (165), en donde se necesitan 270 votos para ganar la elección presidencial; (2) opinión negativa. Como comenté en este mismo espacio con anterioridad, considero que este es uno de los factores por los cuáles ganará Hillary al tener un menor porcentaje de los votantes registrados que guardan una opinión negativa de ella (43.3 por ciento) vs. Trump (53.9 por ciento) (“¿Por qué no va a ganar Trump?”, 17 de mayo); y (3) dinero. En la mayoría de las elecciones presidenciales en Estados Unidos desde los setenta, ha ganado el candidato que ha podido reunir mayor dinero para su campaña. En esta ocasión, los reportes más actualizados registran que Hillary ha podido reunir más de tres veces lo que ha podido juntar Trump para gastos de campaña.

No obstante lo anterior, quiero compartir mi visión sobre qué considero que ocurriría si Donald Trump llegara a ganar la elección. La mente humana tiende a bloquear pensamientos que tienen que ver con resultados catastróficos. Existe una gran cantidad de estudios neuropsicológicos en los que hay amplia evidencia que demuestra que el ser humano prefiere evitar pensamientos relacionados con eventos que tienen un resultado muy negativo y una baja probabilidad de ocurrencia (e.g. caída de un aerolito o un rayo, terremotos). Sin embargo, por el lado positivo considero que una victoria de Trump no sería tan catastrófica como podría parecer a la luz de los comentarios que hace en su campaña, sobre todo los relacionados con nuestro país y por el lado no tan positivo creo que la probabilidad de que gane no es baja. En el espacio que resta, me gustaría comentar lo que creo que puede ocurrir –particularmente en lo relacionado con México–, en tres episodios de tiempo: (1) De aquí al día de la elección (martes 8 de noviembre); (2) del día en el que sepamos el resultado de la elección
–si ganara Trump– al día en el que tome protesta como presidente (20 de enero); y (3) del día que tome protesta en adelante.

(1) Los próximos 35 días. Independientemente del resultado de la elección, considero que viviremos 'al filo de nuestros asientos' debido a que es muy probable que las encuestas de intención de voto (popular, no electoral) favorezcan un triunfo de Donald Trump o al menos que la ventaja de Hillary Clinton sobre Trump sea muy pequeña. Considero que en este periodo serán las variables financieras, principalmente el tipo de cambio peso-dólar, quienes absorban el impacto.

(2) Del 8 de noviembre al 20 de enero. En mi opinión, este es el peor momento para México (y tal vez para el mundo), bajo el supuesto de que Trump gane la elección. En este periodo, Donald Trump podrá continuar haciendo comentarios sobre las políticas irracionales que desea instrumentar, sin llevarlas a cabo, pero con la gran diferencia de que ahora sí tienen gran potencial de materializarse. En este sentido, considero que es muy probable que los empresarios pospongan decisiones de inversión e inclusive los consumidores retrasen decisiones de compra, particularmente de bienes duraderos (e.g. coches, línea blanca, casas). En este caso ya no serían solamente el tipo de cambio y otras variables financieras quienes absorban el impacto, sino el sector real. Estimo que esto puede restarle cerca de 0.3 puntos porcentuales al PIB de México de 2016, por lo que de acuerdo a mi estimación de crecimiento, este año la economía mexicana sólo crecería 2.0 por ciento.

(3) Del 20 de enero en adelante. Es probable que 'suene' contraintuitivo, pero considero que una vez que Trump tome protesta como presidente –claramente en caso de haber ganado–, tendría un efecto menos negativo para México, que el del periodo (2). Como he expresado con anterioridad, es probable que Trump no lleve a cabo ni el uno por ciento de las políticas que ha dicho que instrumentará y no porque sea perjudicial para México, sino porque considero que serían muy negativas para Estados Unidos. De hecho, no creo que ninguna de las tres políticas que planea particularmente para México tienen sentido para mejorar la economía de EU (“¿Trump en contra de México o también en contra de su propio país?”, 15 de marzo). Así, en mi opinión, en lugar de cancelar el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (TLCAN) o imponer barreras arancelarias temporales en los bienes de exportación más importantes para nosotros (e.g. industria automotriz, aeroespacial y línea blanca), terminaría por imponer algunas cuotas o barreras en productos agrícolas, al aliarse con los productores de naranja de Florida o de jitomate y aguacate en California. Asimismo, en lugar de deportar a todos los hispanos de origen mexicano sin documentos, continuarían con la alta tasa de deportación de Obama, pero haría eventos mediáticos cada vez que deportan mexicanos a nuestro país asistiendo para despedirse diciendo Good bye rapists, por ejemplo. Finalmente, en lugar de construir un muro a lo largo de los tres mil 185 kilómetros de frontera que tiene nuestro país con Estados Unidos, haría una pequeña ampliación del muro que ya existe (~10-20 por ciento más), lo inauguraría con 'bombo y platillo' y 'se le olvidaría' para tratar asuntos mucho más importantes, como la manera de contener al Estado Islámico (IS). En resumen, esta elección presidencial en Estados Unidos ha sido muy negativa para el mundo y más para México, pero considero que si el resultado beneficiara a Trump no sería tan catastrófico como puede llegar a parecer.

¿Y si ganara Trump?

Yo creo que es más factible que Hillary Clinton gane la elección presidencial en Estados Unidos debido a tres factores: (1) Voto electoral. Ahora que nos encontramos más cerca de la elección, las encuestas muestran un número significativamente mayor de estados con un mayor número de votos electorales a favor de Hillary (205), que a favor de Trump (165), en donde se necesitan 270 votos para ganar la elección presidencial; (2) opinión negativa. Como comenté en este mismo espacio con anterioridad, considero que este es uno de los factores por los cuáles ganará Hillary al tener un menor porcentaje de los votantes registrados que guardan una opinión negativa de ella (43.3 por ciento) vs. Trump (53.9 por ciento) (“¿Por qué no va a ganar Trump?”, 17 de mayo); y (3) dinero. En la mayoría de las elecciones presidenciales en Estados Unidos desde los setenta, ha ganado el candidato que ha podido reunir mayor dinero para su campaña. En esta ocasión, los reportes más actualizados registran que Hillary ha podido reunir más de tres veces lo que ha podido juntar Trump para gastos de campaña.

Grave riesgo de más deuda y mayores tasas de interés

Es frecuente escuchar que la deuda pública de México no es preocupante porque todavía está por debajo de lo que tienen otras naciones, en las cuales llega a representar cerca del 100% de su PIB y aquí “sólo es la mitad”. Ciertamente es mucho menor que la prevaleciente en Estados Unidos o Japón, pero este análisis es incompleto porque los gobiernos de estos países pagan una tasa de interés muy cercana a cero, mientras que aquí ya está por arriba del cuatro por ciento y creciendo.

Además el monto total de la deuda pública en nuestro país está aumentando de manera relevante, mientras que en otros es estable o incluso muestra disminución. Así, la deuda del sector público, medida por medio del “Saldo Histórico de los Requerimientos Financieros del Sector Público”, pasó de representar el 29.1% del PIB en 2007 (antes de la crisis financiera global) al 50.5% estimada para el cierre del presente año. Esto significa que en términos nominales la deuda pública histórica más que se ha duplicado en estos años.

Lo más preocupante de lo anterior es el servicio de la deuda, esto es el pago que debe de erogar el gobierno por tener este pasivo. Se estima que para el presente año este servicio puede ser cercano o superior a los 470 mil millones de pesos, cantidad muy superior a los egresos de cualquier secretaría de Estado. Además su tasa de crecimiento nominal, hasta el primer semestre de 2016, era superior al 13% y se espera que se incremente alrededor del 20% para el próximo año, esto es que sea equivalente a los 570 mil millones de pesos, lo cual lo vuelve el renglón de egresos más grande del presupuesto.

Por otro lado la política monetaria externa prevista para el corto y mediano plazos, principalmente en los Estados Unidos, es que se sigan incrementando las tasas de interés y reduciendo de manera relativa la extraordinaria liquidez generada en los pasados años. La pregunta no es si subirán las tasas internacionales de interés en el futuro, sino cuándo y cuánto. Esto elevará el gasto del gobierno mexicano, lo que propiciará un mayor déficit fiscal y aumentaría la deuda total aún más, cayendo así en un círculo vicioso de un creciente desequilibrio en las finanzas públicas.

En definitiva, existe una preocupación real en los distintos mercados financieros de que las tasas de interés internas y externas seguirán subiendo, lo que tendría un impacto grave en las finanzas públicas, sobre todo si se le reduce la calificación crediticia a México.

A los participantes en los mercados financieros no les ha convencido que el presupuesto del gobierno federal presentado al poder legislativo en días pasados sea suficiente para enfrentar este entorno externo e interno tan difícil. Esto se debe a que lo ven muy parecido a los publicados en años anteriores, mismos que no se han cumplido, ya que en todos los casos se han tenido sobregiros en el gasto público. A lo anterior habría que agregar la preocupación del resultado de las elecciones en los Estados Unidos y su posible impacto en la economía mexicana. Como respuesta se ha tenido una salida de capitales del país, lo cual está teniendo un impacto importante en el tipo de cambio.

Por lo mismo, se espera que se actúe con más decisión ante la difícil situación que puede enfrentar el país en los siguientes dos años. Es necesario que se sumen al esfuerzo nacional de austeridad a los distintos poderes autónomos, a los gobiernos de los estados y municipios y que se tomen decisiones drásticas en varias secretarías de Estado en donde se duplican funciones o se realizan actividades que ya no son relevantes. El tiempo se está acabando para tomar decisiones bien evaluadas y sin precipitaciones

Grave riesgo de más deuda y mayores tasas de interés

Es frecuente escuchar que la deuda pública de México no es preocupante porque todavía está por debajo de lo que tienen otras naciones, en las cuales llega a representar cerca del 100% de su PIB y aquí “sólo es la mitad”. Ciertamente es mucho menor que la prevaleciente en Estados Unidos o Japón, pero este análisis es incompleto porque los gobiernos de estos países pagan una tasa de interés muy cercana a cero, mientras que aquí ya está por arriba del cuatro por ciento y creciendo.

La economía nacional enfrenta dos graves riesgos

El entorno económico que enfrenta nuestro país ha cambiado de manera drástica en los pasados tres años, tanto por razones externas como por causas internas.

Mientras que hace algunos años México era una estrella creciente para los inversionistas globales, los cuales hacían cola para poder hablar con los distintos empresarios y funcionarios mexicanos; hoy la situación es a la inversa, ya que en muchos sectores es muy difícil interesar a los grandes inversionistas para que evalúen proyectos nacionales. Por lo mismo se perciben graves riesgos en el futuro para nuestro país; sin embargo, es necesario identificar los más preocupantes para poder jerarquizarlos y dedicar más importancia a los más peligrosos para la estabilidad nacional.

Una manera de poder analizar los riesgos es comparar la situación actual con la ocurrida en la pasada crisis global de 2009, la cual fue la peor del último siglo, pero que la mayoría de la población nacional no percibió de esa manera. Esto se debió a que las tasas de interés no tuvieron el drástico incremento que ocurrió en crisis pasadas, debido a que el gobierno tenía un bajo déficit fiscal con una deuda mucho menor que la actual.

Esa fortaleza financiera le permitió aislar, en parte, a la economía y a los consumidores nacionales del fuerte impacto externo. Sin embargo, en la actualidad la situación fiscal del gobierno se ha deteriorado y debilitado, tanto por los menores ingresos petroleros como por el mayor gasto total, lo que le impide hacer frente al entorno internacional como sería deseable.

Los dos graves riesgos que enfrenta la economía nacional son el incremento en las tasas de interés y la renegociación del Tratado de Libre Comercio, lo que comentaré en la próxima columna. La Fed ha estado advirtiendo sobre el aumento en sus tasas de interés, con todo los costos que esto provoca en Estados Unidos. Sin embargo, ha buscado cualquier posible pretexto para evitar subirlas, como son las elecciones presidenciales, el menor incremento en el empleo o la aprobación del Brexit.

En el caso de México, las tasas de interés de mediano ya habían estado elevándose en los meses pasados y el tipo de cambio ha reaccionado al entorno interno y externo. Además el proceso electoral en Estados Unidos ha puesto a nuestro país en el centro del debate de una manera negativa. Todo esto está presionando a los distintos precios y amenaza en originar un incremento importante en la inflación.

Por lo mismo, el Banco de México ha elevado la tasa de interés de referencia de manera más relevante que en el exterior, a fin de evitar mayor salida de capitales y un mayor deterioro del tipo de cambio. Esto sin lugar a dudas beneficia a los ahorradores, castiga la salida de recursos del sistema financiero y propicia la apreciación del tipo de cambio, aunque puede ser sólo en el corto plazo.

Sin embargo, tiene un importante riesgo, ya que el principal deudor en el país es el sector público, que tendrá que pagar un mayor servicio por su deuda, lo que ha sido uno de sus principales renglones de egresos y con mayor crecimiento en los pasados años. Este incremento en las tasas tiene el riesgo de elevar el déficit fiscal, lo que presionaría para elevar aún más el monto de la deuda pública, incrementando así el riesgo y las tasas internas de interés.

Es decir que se puede caer en el círculo vicioso de mayores tasas de interés las que elevan el gasto público y, consecuentemente, el déficit fiscal, lo que a su vez obliga a emitir más deuda incrementando con esto las tasas de interés, iniciándose así otra vez el círculo negativo del cual es muy difícil salir. Este escenario lo tuvo el país al final del gobierno de Echeverría, de López Portillo y del gobierno de De la Madrid, cuando se tuvieron las graves crisis sexenales.

Para evitarlo, es indispensable que se reduzca de manera relevante el actual déficit fiscal. Esto no se puede lograr sólo con recortes y reducción del gasto del gobierno federal, ya que el mismo sólo representa una parte de todos los egresos del sector público. Es indispensable que también se reduzcan los gastos de los organismos autónomos, de los poderes Judicial y Legislativo, así como de la que realizan los estados y los municipios. Es por lo mismo muy importante que se controle la corrupción que es obvia en los distintos niveles del gobierno.

El papel que tendrá el Congreso en las siguientes semanas será fundamental para el bienestar del país en los próximos años. Esperemos que esté a la altura de lo que se requiere.

La economía nacional enfrenta dos graves riesgos

El entorno económico que enfrenta nuestro país ha cambiado de manera drástica en los pasados tres años, tanto por razones externas como por causas internas.

Mientras que hace algunos años México era una estrella creciente para los inversionistas globales, los cuales hacían cola para poder hablar con los distintos empresarios y funcionarios mexicanos; hoy la situación es a la inversa, ya que en muchos sectores es muy difícil interesar a los grandes inversionistas para que evalúen proyectos nacionales. Por lo mismo se perciben graves riesgos en el futuro para nuestro país; sin embargo, es necesario identificar los más preocupantes para poder jerarquizarlos y dedicar más importancia a los más peligrosos para la estabilidad nacional.

Monday, October 3, 2016

Escenarios de tasas y del peso: ¿Qué sigue para el Banco de México?

La pregunta obligada después de la reciente decisión de la Junta de Gobierno del Banco de México de incrementar nuevamente la tasa de referencia en 50 puntos base es ¿qué podría hacer en los siguientes meses?

Varios economistas e instituciones financieras han afirmado que en diciembre próximo el Banco de México tendría que incrementar la tasa de referencia por quinta vez, en una magnitud de entre 25 a 50 puntos base, una vez que la Fed incremente su tasa de referencia hacia el 0.75 por ciento, según se está descontando en los mercados globales.


Parece ser que la decisión de subir las tasas estaba más o menos descontada en los mercados, según se puede intuir de la reacción posterior de los mercados. Algunas instituciones como Citigroup-Banamex incorporaban en sus escenarios un alza de hasta 75 puntos base, apostándole a una derrota de la candidata Clinton en el primer debate unos días antes de la fecha de la Junta de Gobierno.

Asumiendo que la Reserva Federal no hiciera cambios en sus tasas en su reunión de noviembre, los escenarios posibles para diciembre nos llevan a lo siguiente:

Escenario A): Intermedio (el más probable).

· La Reserva Federal decide incrementar el objetivo del rango de la tasa de Fondos Federales en 25 puntos base.

· El Banco Central Europeo no expande su programa de creación de euros más allá de marzo de 2017.

· El acuerdo de la OPEP de recortar en 700 mil barriles se va respetando y otros países no miembros se van sumando al recorte de la oferta de crudo.

· El Congreso aprobó el superávit primario mínimo de 0.4 por ciento del PIB.

· Las elecciones del 8 de noviembre le dan la victoria a la candidata demócrata Hillary Clinton.

· El Banco de México aumenta en 25 puntos base su tasa de referencia y la eleva a 5.0 por ciento anual.

· El Peso mexicano se aprecia al igual que varias monedas emergentes, pero con mayor contundencia, y cierra el año en 18.30 pesos por dólar.

Escenario B): Pesimista.

· La Reserva Federal decide incrementar sus tasas en 50 puntos base.

· El Banco Central Europeo expande su programa de creación de euros para marzo de 2018.

· El acuerdo de la OPEP de recortar en 700 mil barriles fracasa y los precios del petróleo vuelven a desplomarse.

· El Congreso aprobó el superávit primario mínimo del 0.4 por ciento del PIB, pero moviendo las premisas de producción de Pemex, incremento en la recaudación, etcétera, de tal suerte que el Presupuesto pierde credibilidad. La amenaza de perder el grado de inversión se refuerza.

· Las elecciones del 8 de noviembre le dan la victoria al candidato republicano Donald Trump.

· El Banco de México aumenta en 75 puntos base su tasa de referencia y la eleva a 5.50 por ciento anual, generando un mayor déficit fiscal.

· El Peso mexicano se devalúa, al igual que varias monedas emergentes, pero con mayor fuerza; se dispara temporalmente a 24 pesos y cierra el año en 20.50, después del incremento de la tasa del Banxico.

Escenario C): Optimista (para nosotros el menos probable).

· La Reserva Federal decide mantener intacto el objetivo del rango de la tasa de Fondos Federales.

· El Banco Central del Euro cierra su programa de creación de euros contemplado hasta marzo de 2017.

· El acuerdo de la OPEP de recortar en 700 mil barriles se incrementa en noviembre a un millón de barriles y otros países no miembros se suman llevando al WTI por arriba de 55 dólares por tonel.

· El Congreso aprobó el superávit primario mayor, de 1.0 por ciento del PIB, y las calificadoras internacionales nos quitan la perspectiva 'negativa' por una perspectiva 'estable'.

· Las elecciones del 8 de noviembre le dan la victoria a la candidata demócrata Hillary Clinton, con control del Congreso.

· El Banco de México decide mantener la tasa de referencia en 4.75 por ciento.

· El Peso mexicano se revalúa, al igual que varias monedas emergentes, pero con mayor fuerza, cerrando el año en 17.80 pesos por dólar.

Una última reflexión, que nos puede ilustrar sobre la vulnerabilidad a la que han llegado las finanzas públicas: Si toda la deuda pública se encontrara denominada en pesos, y a tasa revisable, el incremento acumulado en la tasa de referencia del Banco de México hasta 4.75 por ciento anual representa un incremento en el déficit fiscal conocido como 'requerimientos'

Financieros del sector público equivalentes a 0.875 por ciento del PIB.

No toda la deuda está a tasa revisable, pero hay una deuda denominada en dólares que con la devaluación ha incrementado sustancialmente el servicio de su deuda. Si en 2017 la deuda pública no se detiene, estaríamos entrando al umbral de una crisis de fin de sexenio.

Escenarios de tasas y del peso: ¿Qué sigue para el Banco de México?

La pregunta obligada después de la reciente decisión de la Junta de Gobierno del Banco de México de incrementar nuevamente la tasa de referencia en 50 puntos base es ¿qué podría hacer en los siguientes meses?

Varios economistas e instituciones financieras han afirmado que en diciembre próximo el Banco de México tendría que incrementar la tasa de referencia por quinta vez, en una magnitud de entre 25 a 50 puntos base, una vez que la Fed incremente su tasa de referencia hacia el 0.75 por ciento, según se está descontando en los mercados globales.

Wednesday, July 20, 2016

Populismos

Definido el populismo como aquel movimiento destinado a atraer a grandes masas para generar un proyecto de crecimiento social y económico que incluya a la mayor cantidad posible de sectores de determinada población, habría que precisar que este concepto no siempre tuvo una connotación negativa. En el siglo XIX los populistas rusos 'narodniki' impulsaron el movimiento campesino, obrero y pequeño burgués contra la autocracia zarista, por lo que esta idea de alianza de clases para la transformación fue considerada en un algún momento como un elemento revolucionario legítimo incluso para una burguesía en ascenso.

El problema real del populismo se presentó en el momento en que se convirtió en gobierno y la experiencia latinoamericana de los siglos XX y XXI lo demuestra. Esta alianza de clases que pretendía garantizar crecimiento económico inmediato y repartición de la riqueza uniforme, terminó en todos los casos por derrumbarse ante la imposibilidad de resistir las diversas presiones de todos los grupos integrantes del movimiento populistas. Una y otra vez los excesos en el gasto público, las promesas incumplidas para unos y otros, y las exigencias mismas de una masa desbordada por su creencia de que el poder está en sus manos y no está dispuesta a perderlo, terminaron por hacer del populismo un desastre generalizado.

Inicialmente, el populismo dirigido por un líder carismático tiene un éxito inmediato por su capacidad de desatar fuerzas económicas que generan una riqueza inmediata, cuyo efecto se desvanece al no poder mantener el ritmo de crecimiento de manera sustentable. La caída de los populismos es estrepitosa. La devaluación de la moneda, la fuga de capitales y la recesión en la que entra la economía producen la desaparición de la riqueza creada y la pauperización de los sectores más débiles de la sociedad en beneficio de aquellos poderosos capaces de defenderse mediante la especulación y la revalorización de sus capitales por diversos medios.

Pero la tentación populista se asoma una y otra vez. La falta de resultados perceptibles en una economía globalizada y abierta, las crisis derivadas de la imposibilidad de mantener crecimientos sostenidos, y la recomposición demográfica de un mundo de viejos jóvenes que dejaron de trabajar a temprana edad y tienen que ser sostenidos por jóvenes que ya no poseen los beneficios de un inoperante estado asistencial, pero que les sigue costando en su calidad de vida.

El discurso populista es el que utiliza argumentos simplistas que prenden la emoción y rechazan el razonamiento. Es la consigna que se repite una y otra vez, y se interioriza en la conciencia de la masa y la impulsa a votar incluso contra sus propios intereses materiales. Este es el discurso de Trump en Estados Unidos, de los impulsores del Brexit en el Reino Unido, o del Frente Nacional de Le Pen en Francia, entre otros. En América Latina el costo del populismo ha sido diferente en cada país. Venezuela ha desaparecido del mapa, mientras Argentina intenta regresar a la normalidad después del desastre kirchnerista que reedito una vez más el populismo peronista.

El Brasil de Lula y Rouseff, que presumía de su capacidad de crecimiento con equilibrio presupuestal, terminó atrapado por la tentación populista de crecer sin recursos y caer en la triste realidad de ver desaparecidos sus logros en unos cuantos meses. Es esto lo que se arriesga en la elección de 2018 en México. La fascinación populista es capaz de anular en la ciudadanía el temor por las consecuencias a mediano plazo. Y es esto lo que los demagogos tropicales saben vender bien en tiempos electorales.

Populismos

Definido el populismo como aquel movimiento destinado a atraer a grandes masas para generar un proyecto de crecimiento social y económico que incluya a la mayor cantidad posible de sectores de determinada población, habría que precisar que este concepto no siempre tuvo una connotación negativa. En el siglo XIX los populistas rusos 'narodniki' impulsaron el movimiento campesino, obrero y pequeño burgués contra la autocracia zarista, por lo que esta idea de alianza de clases para la transformación fue considerada en un algún momento como un elemento revolucionario legítimo incluso para una burguesía en ascenso.

¿Obama populista?

Al cierre de la reunión Cumbre de Líderes de América del Norte la semana pasada, en Ottawa, en la que los presidentes Peña Nieto y Obama junto con el premier canadiense resumían sus acuerdos sobre energía limpia y el TLCAN, una periodista canadiense le preguntó al presidente mexicano acerca de la comparación que ha hecho de Donald Trump con Hitler y Mussolini.

Algunas crónicas consignan que el presidente Obama tomó la palabra para tratar de rescatar a Peña Nieto del compromiso de opinar sobre un proceso electoral extranjero.

De todas maneras, Peña Nieto quiso responder. Argumentó que el populismo y el fascismo hitleriano se parecen en su demagogia y efecto devastador. Construyó su dicho lanzado duros adjetivos al populismo para concluir que “algunos dicen que (su demagogia) se parece a lo que en el pasado dos liderazgos también dijeron a sus sociedades: Hitler, Mussolini”.

Obama, él sí analítico, rechazó que el discurso de Trump –no lo mencionó por su nombre- sea populismo; acaso, dijo, es xenofobia y cinismo de quien nunca se ha preocupado de los trabajadores y ya encarrerado, el Presidente se autodefinió como populista sobre el argumento de que ha sido un político “a quien le importa la gente y quisiera poder asegurar que todos los niños estadounidenses tuvieran las mismas oportunidades”.

Esas preocupaciones hacen a un populista sólo a medias si no las traduce en políticas económicas, lo cual es muy difícil en esta época gobernada por las leyes del mercado, las cuales son implacables en castigar a quien las viola.

Y una forma de violentar al mercado son precisamente las políticas inspiradas en éticas o valores que anteponen las necesidades sociales a la eficiencia productiva y a la competitividad mercantil (los ejemplos van desde Echeverría en México hasta Hugo Chávez en Venezuela).

Es muy delgado el margen de éxito que permite la economía de mercado, en el que Obama no estuvo. Actualmente, el 21% de los niños estadounidenses viven en la pobreza, es decir 1 en cada 5; más de 31 millones de niños comen de la asistencia alimentaria.

Obama, el populista, se atuvo a las reglas de la economía para gobernar en medio de una crisis muy profunda, cuya lógica ha exigido mayor concentración de riqueza e ingresos.

En este espacio nos hemos referido al aumento de las utilidades de las corporaciones estadounidenses, que promediaron 9.3 por ciento anual de 2009 a 2014, los primeros cinco años del gobierno de Obama; el récord anterior era el 7.2%, que correspondía a los gobiernos de Lyndon B. Johnson y George Bush.

Conforme a la lógica del mercado que exige eficiencia y favorece a los más eficientes, y por falta del contrapeso del Estado, la tendencia al aumento de ganancias corporativas es similar en Europa y Japón. El Financial Times (5 de enero de 2016) argumenta que entre 1980 y 2013 los beneficios de las 28.000 principales empresas se elevaron del 7,6% a casi el 10% del producto mundial y que el jalón más fuerte es posterior a 2009.

Una definición más completa de un gobierno populista es la de aquel que pasa de las preocupaciones sociales a la implantación de políticas más allá de las asistencialistas, pero que contravienen las leyes del mercado sin medir la complejidad de sus condiciones y efectos.

Otra definición populismo se puede derivar de la experiencia del PRI: la apropiación simbólica del pueblo para gobernar en su nombre, por supuesto, sin el pueblo.

¿Obama populista?

Al cierre de la reunión Cumbre de Líderes de América del Norte la semana pasada, en Ottawa, en la que los presidentes Peña Nieto y Obama junto con el premier canadiense resumían sus acuerdos sobre energía limpia y el TLCAN, una periodista canadiense le preguntó al presidente mexicano acerca de la comparación que ha hecho de Donald Trump con Hitler y Mussolini.

Algunas crónicas consignan que el presidente Obama tomó la palabra para tratar de rescatar a Peña Nieto del compromiso de opinar sobre un proceso electoral extranjero.

Monday, July 11, 2016

Quintana Roo: en riesgo el estado de derecho

Sin duda, la crisis de inseguridad que dura ya una década ha dañado la imagen de México. Diez años de durísimas cifras de homicidios, desapariciones, secuestros, extorsiones…

A pesar de lo anterior, los extranjeros siguieron viniendo a México. A hacer turismo, y a hacer negocios. Se han impuesto récords turísticos y no hay mes que no se anuncie la llegada de nueva (o renovada) inversión extranjera.

Lo anterior no constituye una paradoja. A los gobiernos extranjeros claro que les preocupa la inseguridad, pero en los años en que América Latina se pobló de gobiernos con discursos adversos al capital (los Kirchner, en Argentina; Evo Morales, en Bolivia; Chávez y Maduro, en Venezuela, etcétera), México era visto como un lugar donde, a pesar de todo, el estado de derecho subsistía. Por ello, venir a hacer negocios aquí era menos riesgoso que en algunos lugares “pacíficos”.

Esa nada desdeñable situación, hoy ha sido puesta en riesgo por, entre otros, Roberto Borge, gobernador (es un decir) de Quintana Roo.

La semana pasada una investigación de Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad (@MxVsCORRUPCION), realizada en conjunción con la revista Expansión, desveló un esquema de expolio que a pesar de su fachada legal ha provocado la preocupación de cuatro gobiernos europeos.

Titulado “Los Piratas de Borge”, el reportaje firmado por Silber Meza y Mariel Ibarra documenta la maquinaria oficial que lo mismo sirve para congelar cuentas bancarias de empresas medianas y de otras que cotizan en la Bolsa Mexicana de Valores, que para apropiarse de condominios, terrenos y hoteles frente al Caribe mexicano.

El detallado reportaje (http://bit.ly/29xBe8E) expone casos en los que a una autoridad digna de ese nombre no se le ocurriría validar a ciegas, como de hecho hizo el gobierno de Quintana Roo, quejas laborales de supuestos empleados de nivel medio, que al interponer una demanda aseguran que ganaban más de 700 mil pesos al mes.

Vale la pena leer el reportaje para conocer los engranes del mecanismo empleado para despojar, donde la constante es la indefensión de los demandados (entre los que hay extranjeros): nunca son notificados de los chapuceros recursos en su contra y sólo descubren estos cuando ya han sido despojados de tierras, inmuebles o cuentas bancarias.

La investigación de Expansión y Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad coronó reportes publicados previamente, y da una visión panorámica de un rapaz esquema que no se ha detenido ni siquiera después de las elecciones del 5 de junio, fecha en que el gobierno de Borge fue vapuleado en las urnas.

Los autores de “Los Piratas de Borge” publicarían un día después del reportaje, una comunicación que con fecha 5 de julio cuatro gobiernos –Países Bajos, Portugal, Francia e Italia– redactaron para demandar a la Secretaría de Relaciones Exteriores que se haga “una profunda y seria investigación para determinar con toda la justicia y de acuerdo a la Ley los derechos de los operadores e inversionistas de los hoteles en esa zona de Tulum”. (http://bit.ly/29qKz1a)

Antes y después de la publicación del reportaje, el gobierno de Quintana Roo prefirió guardar silencio. Lo único que se supo, eso sí, fue que tras la publicación de este reportaje el abogado de una de las empresas denunciantes recibió una amenaza para que le “bajara de huevos”.

Así de grave es lo que pasa con gobernadores como Borge, que logran que se ponga en riesgo la imagen de México como un país al que algo de seguridad jurídica le quedaba.

Quintana Roo: en riesgo el estado de derecho

Sin duda, la crisis de inseguridad que dura ya una década ha dañado la imagen de México. Diez años de durísimas cifras de homicidios, desapariciones, secuestros, extorsiones…

A pesar de lo anterior, los extranjeros siguieron viniendo a México. A hacer turismo, y a hacer negocios. Se han impuesto récords turísticos y no hay mes que no se anuncie la llegada de nueva (o renovada) inversión extranjera.

Lo anterior no constituye una paradoja. A los gobiernos extranjeros claro que les preocupa la inseguridad, pero en los años en que América Latina se pobló de gobiernos con discursos adversos al capital (los Kirchner, en Argentina; Evo Morales, en Bolivia; Chávez y Maduro, en Venezuela, etcétera), México era visto como un lugar donde, a pesar de todo, el estado de derecho subsistía. Por ello, venir a hacer negocios aquí era menos riesgoso que en algunos lugares “pacíficos”.

2018: el clan de Peña Nieto

Para ir hacia delante, el presidente Enrique Peña Nieto utilizó en el destape de su designado líder del PRI un método con olor a naftalina. Primero dejó que surgieran las voces el jueves en el partido que Enrique Ochoa sería el ungido, y el viernes envió todo el corporativis-mo tricolor para que lo apoyaran: el Sector Obrero, con la CTM a la cabeza, el Campesino y el Popular, donde cabe todo lo demás que pueda afiliarse clientelarmente. Para apuntalar al designado, Peña Nieto utilizó lo que se pensó había dejado atrás el PRI, las anacrónicas prácticas de la cargada. No parece haber tenido de otra el Presidente. La imposición cuesta, pero podría uno deducir que sus beneficios son mayores que los costos.

El presidente Miguel de la Madrid tuvo que recurrir a las figuras del partido, en 1987, para persuadir al líder obrero Fidel Velázquez, horas antes del destape, que Carlos Salinas era el mejor candidato que tenía el PRI para continuar el modelo económico que habían puesto en práctica desde 1985 –el neoliberalismo. De la Madrid no sólo necesitaba a alguien cercano –también lo era su secretario de Gobernación, Manuel Bartlett–, sino que ideológicamente estuviera comprometido con su proyecto de cambio. La designación de Ochoa se da bajo el mismo método de costo-beneficio. Lo explicó muy bien Juan Gabriel Valencia el sábado pasado en un artículo de prensa: “Con su presidencia… el PRI habrá de recuperar algo que perdió hace muchos años: su capacidad de debate público (y) la posibilidad de intentar diseños racionales de ingeniería institucional”.

Ochoa tiene, en efecto, esos atributos dialécticos y el equipaje para irrumpir con fuerza en la arena pública y defender sólidamente el proyecto peñista. Como Salinas lo estaba en 1987, está ideológicamente comprometido con el proyecto y participó directamente en la elaboración de una de las reformas –la educativa–, y en la implementación de otra –la energética–. Las dos son las piedras angulares de las reformas de Peña Nieto, quien con la designación del exdirector de la Comisión Federal de Electricidad vuelve a subrayar que ya sea porque fue convencido o porque realmente entiende lo que está haciendo, su proyecto de nación es lo mejor para el país.

Claramente a Peña Nieto le importa poco lo que esto significa para el país. Sus reformas, como lo son todas aquellas iniciativas que alteran el status quo, generaron resistencias, aunque llama la atención que la oposición sea de 360 grados, lo que no es usual. Todos los sectores políticos, productivos y sociales están en su contra, lo que le abrió flancos a su alrededor. Sus reformas han sido acompañadas por variables que no tienen que ver con el cambio, sino con la regresión.
El Estado de Derecho se encuentra en una de sus mayores debilidades de los últimos 20 años, mientras que la corrupción y la impunidad recuperaron el vigor de antaño, de acuerdo con todos los indicadores. Dentro y fuera del país, la visión que tiene Peña Nieto de él y de su gobierno no es compartida. Más del 80% de los 120 millones de mexicanos piensan lo opuesto –de ese tamaño es la desaprobación a la forma como gobierna–, y las críticas y tensiones con varios gobiernos e instituciones internacionales, enfatizan la disfuncionalidad de sus relaciones con el mundo. Peña Nieto, como se apuntó en este espacio el viernes pasado, es refractario a todo.

La designación de Ochoa fue a contracorriente de las realidades objetivas que lo rodean. El viernes pasado se refirieron aquí las pérdi-das electorales que ha sufrido el PRI en los dos últimos años, como desgaste de la figura presidencial y sus políticas. Y el fin de semana se vislumbraron las fracturas internas en el PRI, en donde sobresale una poco observada, la de Ricardo Aguilar, que en el Estado de México fue uno de los operadores políticos y electorales más cercanos al entonces gobernador Peña Nieto. “No queremos candidatos que al ser postulados, los primeros sorprendidos en conocer su supuesta militancia seamos los propios priistas”, dijo Aguilar, uno de los operadores de la maquinaria electoral mexiquense.

La crítica de Aguilar al destape de Ochoa refleja la descripción del articulista Valencia, quien apuntó sobre su llegada a la presidencia del PRI: “Es toda una reconfiguración del grupo gobernante y, cabe de-cir, del estilo de contienda y del modo decisorio hacia 2018”. Sería aventurado y muy prematuro interpretar los hechos y las palabras como la definición de la candidatura presidencial del PRI dentro del gabinete económico, pero está claro que esa decisión se hará de forma excluyente. Aguilar es reflejo del resentimiento al sectarismo de la decisión de Peña Nieto. Sin embargo, no hay nada novedoso en el manejo cupular y herméticamente cerrado con el que se ha manejado junto con su presidencia tripartita, de la que Ochoa ha sido uno de sus gladiadores.

La reconfiguración del equipo gobernante como clan, es la toma del control total de todos los órganos de control político a disposición del Ejecutivo y de la presidencia tripartita. Fuera el último contrapeso, Manlio Fabio Beltrones, todo es de ellos y para ellos. Peña Nieto irá con su grupo cerrado al 2018. Si el país grita, que vocifere en las urnas. Si no los quiso oír durante tres años y medio, menos ahora, que se ha pintado de guerra para ir por todo contra todos.

2018: el clan de Peña Nieto

Para ir hacia delante, el presidente Enrique Peña Nieto utilizó en el destape de su designado líder del PRI un método con olor a naftalina. Primero dejó que surgieran las voces el jueves en el partido que Enrique Ochoa sería el ungido, y el viernes envió todo el corporativis-mo tricolor para que lo apoyaran: el Sector Obrero, con la CTM a la cabeza, el Campesino y el Popular, donde cabe todo lo demás que pueda afiliarse clientelarmente. Para apuntalar al designado, Peña Nieto utilizó lo que se pensó había dejado atrás el PRI, las anacrónicas prácticas de la cargada. No parece haber tenido de otra el Presidente. La imposición cuesta, pero podría uno deducir que sus beneficios son mayores que los costos.