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Thursday, October 27, 2016

#Chile Oposición le gana a Bachelet todas las alcaldías importantes, incluída la capital

#Chile Oposición le gana a Bachelet todas las alcaldías importantes, incluída la capital

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La oposición de derecha asestó este domingo un duro golpe a la coalición oficialista de la mandataria Michelle Bachelet, con triunfos en las comunas más emblemáticas del país, incluida la capital, Santiago, lo que le allana el camino para recuperar el poder en las elecciones generales del próximo año.
La alianza opositora se impuso con 38,63% de los votos a la coalición oficialista (37,26%), que reúne a socialdemócratas, radicales, comunistas, democratacristianos y socialistas, quedándose con las alcaldías de comunas emblemáticas como Santiago, Providencia, Maipú y Puente Alto, escrutado el 83% de los votos.
“Es el primer paso para recuperar (la casa de gobierno de) La Moneda”, celebró el presidente de la ultra conservadora Unión Demócrata Independiente (UDI), Hernán Larraín, uno de los dos partidos de la alianza ‘Chile Vamos’.



“Arriba los corazones que vienen tiempos mejores”, dijo por su parte el expresidente Sebastián Piñera, el más probable candidato único de este sector para las elecciones de noviembre de 2017, celebrando el triunfo en la comuna de Providencia, de la derrotada excandidata presidencial Evelyn Matthei.
El multimillonario empresario, que antecedió a Michelle Bachelet en el cargo, ha postergado una definición de su eventual candidatura para marzo del próximo año. Las encuestas los sitúan a él con las mejores opciones de recuperar el poder.
El abogado derechista Felipe Alessandri dio otra de las sorpresas de la jornada, al desbancar a la experimentada dirigente socialdemócrata Carolina Tohá del sillón de la comuna de Santiago.
chiletriunfo1Su triunfo en la comuna que concentra el poder político del país, le da un mayor impulso a las opciones de Piñera (2010-2014). Del otro lado, la derrota de Tohá representa un durísimo golpe para el oficialismo y en especial para los planes del también expresidente Ricardo Lagos (2000-2006), que aspira a quedarse con la nominación única en el oficialismo.
“No podemos desconocer lo que las urnas nos han dicho”, señaló Lagos, quien en la semana se había anticipado a los resultados de estos comicios, forzando a Bachelet a hacer un cambio de gabinete al nombrar a uno de sus ministros como jefe de su pre-campaña, que ahora quedó muy debilitada.
En el derrotado oficialismo -que definiría a su único candidato en primarias- también suenan como eventuales candidatos la senadora Isabel Allende -hija del exmandatario Salvador Allende- y el periodista Alejandro Guillier, favorito hasta ahora de los electores.
Bachelet no puede optar por ley a la reelección consecutiva.
Unos 14,1 millones de ciudadanos estaban habilitados a votar por alcaldes y concejales de las 346 comunas del país este domingo, en las sextas elecciones locales desde el retorno a la democracia.
La jornada se cerró con una abstención que superó el 60%, según datos parciales, en línea con lo que viene ocurriendo en las últimas elecciones en Chile desde la instauración del voto voluntario en 2012.
alcaldechileLos comicios se desarrollaron en completa normalidad pero estuvieron marcados por un fuerte descontento ciudadano tras el estallido en los últimos meses de varios escándalos de corrupción política, incluido uno que involucra al hijo mayor de Bachelet y su nuera, investigados por eventual uso de información privilegiada y tráfico de influencia tras cerrar un millonario negocio inmobiliario.
El caso, que estalló en febrero de 2015, derrumbó la popularidad de Bachelet, que había llegado al poder con una altísima popularidad.
Única mujer de la izquierda latinoamericana todavía en el poder, Bachelet aseguró el sábado que escuchará “con mucha atención la voz de los ciudadanos”.
“Hay un enojo hacia todo el sistema político ligado al sistema económico de una manera poco correcta”, dijo a la AFP Claudia Araneda, tras sufragar en un colegio del centro de Santiago y quien estuvo “a punto de hacer un gesto de castigo y no venir a votar”.
“Hay mucha desconexión y desconfianza en quienes ocupan cargos públicos o están presentándose de candidatos y la respuesta no ha sido fomentar otras alternativas sino que abstenerse de votar”, coincide Ignacio Torres, otro de los votantes.
Las encuestas previas anticipaban un ajustado triunfo para el oficialismo.
* Reporte de Paulina Abramovich para El Nuevo Herald.

#Chile Oposición le gana a Bachelet todas las alcaldías importantes, incluída la capital

#Chile Oposición le gana a Bachelet todas las alcaldías importantes, incluída la capital

0bacheletsour15 
La oposición de derecha asestó este domingo un duro golpe a la coalición oficialista de la mandataria Michelle Bachelet, con triunfos en las comunas más emblemáticas del país, incluida la capital, Santiago, lo que le allana el camino para recuperar el poder en las elecciones generales del próximo año.
La alianza opositora se impuso con 38,63% de los votos a la coalición oficialista (37,26%), que reúne a socialdemócratas, radicales, comunistas, democratacristianos y socialistas, quedándose con las alcaldías de comunas emblemáticas como Santiago, Providencia, Maipú y Puente Alto, escrutado el 83% de los votos.
“Es el primer paso para recuperar (la casa de gobierno de) La Moneda”, celebró el presidente de la ultra conservadora Unión Demócrata Independiente (UDI), Hernán Larraín, uno de los dos partidos de la alianza ‘Chile Vamos’.


Saturday, July 9, 2016

Bachelet y el populismo

La realidad es que el gobierno que ella ha liderado, aunque más moderado que otros de la región, ha abonado el terreno para la ideología y la demagogia en nuestro país acercándonos peligrosamente a la desastrosa ruta que han seguido otras naciones latinoamericanas que han caído en el engaño populista.

El reciente libro El engaño populista, que escribí junto a Gloria Álvarez, ha generado controversia por afirmar que la Presidenta Michelle Bachelet sigue la tradición populista de la izquierda latinoamericana. Su foto figura en la portada junto a personajes como Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa, Lula Da Silva, Fidel Castro, Cristina Kirchner y Pablo Iglesias. ¿Merece la Presidenta ser situada en ese lote?



Partamos diciendo que el libro hace las diferencias que corresponden y por cierto no pone a Bachelet al nivel de los demás. Pero la pregunta relevante no es si Bachelet es igual de populista que Chávez o Morales, sino si corresponde calificarla como una líder populista de izquierdas o no. Eso es lo decisivo para definir si pertenece al grupo mencionado. Veamos. El gobierno de la Nueva Mayoría entró con una agenda radical socialista que se proponía refundar totalmente el país con el fin de terminar con el “modelo neoliberal” y crear “otro modelo”.
La metáfora de la retroexcavadora que usó el senador Jaime Quintana, aunque polémica, evidentemente reflejó el espíritu del gobierno encabezado por Bachelet. La refundación se planteó con una retórica polarizante en que se dividía a la sociedad entre abusados y abusadores donde los “poderosos de siempre” supuestamente eran los únicos beneficiados del sistema “neoliberal” acusado de crear desigualdad y todo tipo de males sociales. Además, el gobierno prometió todo tipo de beneficios demagógicos que muchos advertimos no iba a ser capaz de cumplir.
Hoy Chile tiene su mayor deuda pública en décadas producto de la irresponsabilidad fiscal del gobierno sin mencionar los niveles de inversión más bajos desde la Unidad Popular. Por si todo lo anterior no bastara para hablar del populismo de este gobierno, la Presidenta abrió las puertas a la creación de una nueva Constitución que se ha presentado como la panacea para todos los males nacionales.  Al comienzo incluso dejó abiertas las puertas a una asamblea constituyente, lo que representaba un quiebre institucional al buscar reemplazar la carta actual por mecanismos no contemplados en ella misma, cuestión ya vista en otros países de América Latina. Resulta increíble que frente a toda esta evidencia haya personas que dudan sobre si corresponde calificar a Bachelet como populista. Más bien ellos deberían explicar por qué la Presidenta no es populista.
Ciertamente se trata de una líder más compuesta y contenida que otros de la región, pero eso no significa que no haya abierto las puertas a la lógica que vemos en otros países. Cuando José De Gregorio señala que en Chile el terreno está fértil para el populismo y las malas políticas públicas no está haciendo una afirmación puramente teórica, sino obviamente refiriéndose a un clima que en buena medida ha creado el actual gobierno. Por supuesto, como hemos dicho, no es comparable Bachelet con Chávez, pero tampoco es comparable Chávez con Lula ni con Morales y nadie duda de que todos ellos son populistas. La cuestión es de grados y todos debemos preguntarnos dónde terminaría Chile con unos diez años de gobierno de la Nueva Mayoría liderado por Bachelet.
Ahora bien, se suele decir que la actual administración tuvo un mal diagnóstico sobre lo que los chilenos querían y que por eso implementó un proceso de cambios tan radical. Me parece que esto es falso. La agenda de este gobierno es ideológica y está dispuesto a llevarla adelante cualquiera sea el costo que haya que pagar. Si hubiera sido un honesto error de diagnóstico, a estas alturas, con la popularidad de las reformas y de la Presidenta en el suelo, hace rato debieran haber reconocido el error y enmendado el rumbo. Pero siguen adelante precisamente porque la agenda es ideológica y demagógica, nada más. En realidad los que se equivocaron de diagnóstico fueron los demás que no han entendido hasta ahora de qué se trata el gobierno de la Nueva Mayoría y qué es lo que realmente este se propuso.
Tampoco entienden bien a Bachelet porque no la toman en serio e intentan atribuir todos estos problemas a sus asesores cuando la que abrió la puerta a la izquierda más dura fue ella. Ella es la Presidenta y la responsable del programa de gobierno. A muchos en nuestro país les cuesta decir las cosas como son y le bajan el perfil a cualquier análisis que no consideren moderado, como si la moderación y la verdad fueran sinónimos. Y la verdad es que Bachelet es una líder con ideas claras, con una ideología que la inspira y que está dispuesta a sacarla adelante aunque deba asumir un gran costo por ello. Por eso debemos tomarla en serio cuando dice que “con Salvador Allende compartimos los mismos desafíos en el sentido de cómo construir un país sin injusticias, sin desigualdades” y cuando en la misma línea agrega que la “profunda desigualdad de América Latina” es un “empeño que debemos abordar como lo hubiera hecho Allende: construyendo mayorías sociales para profundizar la democracia”.
También debemos creerle a la Presidenta cuando afirma que Hugo Chávez fue “un gran amigo” y que   destaca “su más profundo amor por el pueblo venezolano y los desafíos de nuestra región de erradicar la pobreza y su profundo amor por América Latina”. No podemos dudar tampoco de su honestidad y admiración por el sistema comunista cuando declara que “mi primer hijo nació estando yo en el exilio en la RDA y por tanto tuve ahí todas las condiciones de salud, de nutrición y apoyo que me permitieron estudiar y tener un hijo en sala cuna”, añadiendo que “yo me traje ese modelo en mi cabeza… me ayudó a avanzar, a seguir desarrollándome…”. La admiración de Bachelet por el sistema comunista ya sería dejada en evidencia en su primer gobierno cuando abandonó súbitamente una reunión sonriendo con evidente alegría para reunirse con Fidel Castro. El dictador cubano recordaría después en una columna la calurosa reunión con Bachelet destacando el homenaje rendido por la Presidenta a los héroes de la revolución cubana.
En fin, no podemos dejar de tomar en serio las palabras de la Presidenta cuando afirma que “el Partido Comunista ha sido determinante para la construcción de la Nueva Mayoría, su programa y buena marcha de gobierno”, reconociendo que “su solidez y compromiso de sus militantes han sido un puntal para hacer avanzar las reformas que nos exigen estos tiempos”. No corresponde, por último, dudar de sus lealtades cuando declara que Dilma Rousseff, es “una mujer seria, honesta y responsable que está haciendo lo mejor posible por Brasil”. ¿Realmente creen muchos de quienes la defienden diciendo que nada tiene que ver con los populistas de la región que todo lo anterior no dice algo acerca de la ideología de la Presidenta? ¿Con qué base afirman que su programa de gobierno no se mueve por un socialismo duro que ella comparte? ¿Piensan sinceramente que es víctima de sus asesores ideologizados y que ella es una moderada socialdemócrata? Si es así, entonces no la toman en serio.  La realidad es que el gobierno que ella ha liderado, aunque más moderado que otros de la región, ha abonado el terreno para la ideología y la demagogia en nuestro país, acercándonos peligrosamente a la desastrosa ruta que han seguido otras naciones latinoamericanas que han caído en el engaño populista.

Bachelet y el populismo

La realidad es que el gobierno que ella ha liderado, aunque más moderado que otros de la región, ha abonado el terreno para la ideología y la demagogia en nuestro país acercándonos peligrosamente a la desastrosa ruta que han seguido otras naciones latinoamericanas que han caído en el engaño populista.

El reciente libro El engaño populista, que escribí junto a Gloria Álvarez, ha generado controversia por afirmar que la Presidenta Michelle Bachelet sigue la tradición populista de la izquierda latinoamericana. Su foto figura en la portada junto a personajes como Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa, Lula Da Silva, Fidel Castro, Cristina Kirchner y Pablo Iglesias. ¿Merece la Presidenta ser situada en ese lote?


Friday, July 8, 2016

Optimismo sobre la economía

Hernán Büchi sostiene que hay muchas sombras que atentan contra el dinamismo a futuro de la economía chilena, particularmente aquella insistencia del gobierno de Bachelet de perseguir una reforma constitucional vulnerando el orden establecido.

Hernán Büchi fue Ministro de Hacienda de Chile.
En una entrevista reciente, el ministro de Hacienda parece querer infundir ánimo sobre el futuro de la economía. En medio de bajas en las proyecciones —incluidas las del Banco Central en el Informe de Política Monetaria (IPoM)— y de la salida del ministro Burgos, señaló que parece haber quedado atrás el punto más bajo de crecimiento. No es extraña su nota de optimismo. Sabe que las expectativas son relevantes para la economía —lo que parece no comprender la autoridad política— y busca sacarlas del terreno negativo actual.



No habló, eso sí, de "brotes verdes" como los pronosticaba su predecesor hace año y medio, cuando en realidad Chile se adentraba en un período de bajo crecimiento y caída de la inversión como no veía hace mucho tiempo. Pero hay que ser cuidadosos con alentar la esperanza. Si los ciudadanos no perciben mejoras reales, las declaraciones pueden ser contraproducentes.
Podría entenderse su optimismo si pensamos que el país está lejos de enfrentar una recesión profunda, o una crisis de balanza de pagos, fiscal o un colapso financiero como algunos países del continente. Es sin duda reconfortante que nuestras empresas, fisco y bancos sean sólidos todavía. Pero si la vorágine refundacional continúa, es predecible que aún esa fortaleza ganada con esfuerzo la perdamos paulatinamente.
No olvidemos que la Presidenta nos ha lanzado en una catarsis constitucional fuera de todas las normas establecidas para reformar nuestra Carta Fundamental. El efecto final es desconocido e impredecible. El caos populista al que conduce al querer transformar una Constitución en una lista de deseos y anhelos está a la vista en el continente. Pero ya el solo proceso elegido violenta nuestro ordenamiento y genera incertidumbre. Se trata de un montaje político no propio de un país serio que puede terminar desvirtuando el sentido mismo de nuestra democracia.
Se está usando la forma clásica de la construcción del poder personalista —la supuesta relación directa entre líder y pueblo— que se atribuye una voluntad superior por sobre las instituciones representativas, forzándolas vía los hechos consumados y no utilizando directamente los procedimientos establecidos en la propia Constitución para su reforma. La Presidenta puede proponer la reforma que quiera y los parlamentarios discutirla escuchando a sus votantes, como pueden y deben hacerlo en cualquier ley o reforma. Pero subvertir el orden establecido no siguiendo los procedimientos adecuados multiplica la incertidumbre y abre el camino a lo desconocido.
El último IPoM del Banco Central trajo malas noticias y probablemente el ministro quiso sacarnos ese sabor amargo. Además de una pequeña disminución en el rango superior del crecimiento, estima que la inversión caerá por tercer año consecutivo, algo inédito en el último medio siglo. Ello habla de un cambio en el que las proyecciones de crecimiento de mediano plazo se han ajustado definitivamente a la baja. Para el año 2017 postula un pequeño incremento de la inversión de 0,9% aunque sujeto a una mejora de las expectativas privadas.
Pero quizás sea más importante lo que el Central indica en el Informe de Estabilidad Financiera. Allí da luces sobre lo que podría ser un deterioro incipiente de nuestros baluartes de estabilidad. La rentabilidad de las empresas decrece a su nivel más bajo desde inicios del milenio. El endeudamiento corporativo se encuentra en el peak de los últimos 20 años. La seguridad con que se decía que los cambios tributarios no tendrían efecto en la economía, pues en Chile las empresas eran rentables y con poca deuda, fue un error de diagnóstico más de parte de un gobierno cegado por su afán refundacional. Según los datos, la deuda corporativa alcanza al 120% del PIB —que no es bajo— y el endeudamiento equivale al 72% del patrimonio. El sistema financiero es sólido a nivel global; sin embargo, mereció que el Banco Central indicara que su capitalización ha tendido a reducirse, en términos relativos al mundo, lo que deberá revertirse si se quiere seguir la línea establecida en Basilea III.
Pero no es solo respecto a datos económicos donde el ministro enfrenta el desafío de infundir optimismo. Además de la incertidumbre que generan las reformas en el área política, están las malas noticias por la escalada de violencia reciente, que afectan su esfuerzo por inyectar optimismo.
Habremos cruzado el Rubicón en esta materia si la ilegalidad y el desquiciamiento violento de la acción política pasan a ser tolerados por la autoridad, que es precisamente quien debe evitar que la prescindencia de la legalidad y el uso de la fuerza se transformen en un modus operandi legítimo y eficaz. Ya ocurrió en Chile en la segunda mitad de los 60 y las consecuencias pueden ser terribles. No hay manera que ello no pese negativamente en el ánimo de los agentes económicos. A este respecto, la tarea del ministro no es dar seguridades y señales de optimismo. Debe hacer ver a sus colegas de gabinete —en especial al nuevo ministro del Interior— la gravedad que también para la economía reviste este camino.
En el entorno externo podemos destacar positivamente la baja probabilidad de algún episodio que descarrile la economía mundial del nuevo nivel de tendencia, más modesto, en el que se ha estabilizado. Descartamos un golpe de suerte que catapulte de nuevo el cobre. Por el contrario, el rebote del petróleo afectará a los importadores de combustible, como es nuestro caso. La inflación mundial se elevará y con ello se hacen inevitables las alzas de tasas sobre las que la Fed lleva ya meses alertándonos. Los efectos en el financiamiento y el valor de la divisa serán relevantes en el país, pero nuestra economía debiera absorberlos bien. Desafortunadamente no la ayudarán a salir del letargo en que está sumida sin un cambio en el escenario interno. Siguiendo las proyecciones del Banco Central, el 2017 completaríamos 4 años de crecimiento rozando el 2%. Esta es una nueva tendencia que mutila los anhelos de mejoría en el bienestar de nuestra población.
Discrepo de los que piensan que el voto popular al que concurrirán el 23 de junio los ingleses —si aprueban o no el llamado Brexit o salida de ese país de la Unión Europea— podría descarrilar seriamente la economía mundial. Las encuestas han sido volátiles y ya se equivocaron con la última elección parlamentaria, de modo que los pronósticos firmes no existen. Adicionalmente, genera especial incertidumbre el impacto tras la masacre en Orlando y el asesinato de la diputada del Partido Laborista británico, que sin duda tendrán influencia relevante en el ánimo de los votantes.
Concuerdo con el célebre economista francés Frédéric Bastiat en el sentido de que si los bienes no cruzan las fronteras, tarde o temprano lo harán los ejércitos. Pero de la libertad de comercio a la burocracia de Bruselas de hoy existe un abismo. Pretender borrar de un plumazo tradiciones centenarias, imponiendo normas y leyes por encima de la jurisprudencia y tradición que en Gran Bretaña tienen raíces casi milenarias no puede ser estable. Si el pueblo vota sí al Brexit, como en 2005 los franceses y holandeses rechazaron la Constitución Europea, no tiene por qué ser el fin de un espacio creciente de mayor libertad. Por el contario, puede ser el inicio, luego de una turbulencia inicial, de una visión más flexible que rescate la diversidad y con ello potencie la innovación y el progreso en el mundo.
Del mismo modo podríamos ser optimistas sobre la marcha de nuestra economía y, con ella, del bienestar de los chilenos, pero para ello no bastan las seguridades de la autoridad. Se necesitan sus acciones en el sentido correcto.

Optimismo sobre la economía

Hernán Büchi sostiene que hay muchas sombras que atentan contra el dinamismo a futuro de la economía chilena, particularmente aquella insistencia del gobierno de Bachelet de perseguir una reforma constitucional vulnerando el orden establecido.

Hernán Büchi fue Ministro de Hacienda de Chile.
En una entrevista reciente, el ministro de Hacienda parece querer infundir ánimo sobre el futuro de la economía. En medio de bajas en las proyecciones —incluidas las del Banco Central en el Informe de Política Monetaria (IPoM)— y de la salida del ministro Burgos, señaló que parece haber quedado atrás el punto más bajo de crecimiento. No es extraña su nota de optimismo. Sabe que las expectativas son relevantes para la economía —lo que parece no comprender la autoridad política— y busca sacarlas del terreno negativo actual.