Wikipedia

Search results

Showing posts with label Andrés Manuel López Obrador. Show all posts
Showing posts with label Andrés Manuel López Obrador. Show all posts

Wednesday, July 6, 2016

Andrés Manuel López Obrador, el bombero piromaniaco

Leo Zuckermann
 
Leo Zuckermann es analista político y académico mexicano. Posee una licenciatura en administración pública en El Colegio de México y una maestría en políticas públicas en la Universidad de Oxford (Inglaterra). Asimismo, cuenta con dos maestrías de la Universidad de Columbia, Nueva York, donde es candidato a doctor en ciencia política. Trabajó para la presidencia de la República en México y en la empresa consultora McKinsey and Company. Fue secretario general del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), donde actualmente es profesor afiliado de la División de Estudios Políticos. Su columna, Juegos de Poder, se publica de lunes a viernes en Excélsior, así como en distintos periódicos de varios estados de México. En radio, es conductor del programa Imagen Electoral que se trasmite en Grupo Imagen. En 2003, recibió el Premio Nacional de Periodismo.
Hace poco me preguntaba qué ganaba Andrés Manuel López Obrador en su alianza con la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). A lo mejor ganaba algunos votantes en estados donde la CNTE tenía presencia: Oaxaca, Chiapas, Michoacán, Guerrero y la Ciudad de México. Pero ahí ya está fuerte López Obrador. A lo mejor obtenía un ejército de operadores políticos que le ayudarían a cuidar las casillas en 2018. A lo mejor lo hacía para ponerles un cohete a dos posibles candidatos presidenciales del PRI, el secretario de Educación, Aurelio Nuño, y el de Gobernación, Miguel Ángel Osorio. Ahora veo algo cada vez más evidente: a AMLO le conviene generar un ambiente político adverso rumbo a las elecciones de 2018.



Este miércoles, gracias a los aliados de López Obrador, es decir, los maestros de la CNTE, se vivió una jornada de caos en la Ciudad de México. Hoy, al parecer, tendremos otra. A esto hay que sumar los bloqueos carreteros y manifestaciones multitudinarias en Oaxaca, Guerrero y Chiapas que tienen a esos estados en jaque. En otros lugares de la República también ha habido protestas. En consecuencia, los noticieros se han llenado de reportes que llegan desde varias partes del país dando cuenta del caos cotidiano. Esto beneficia a López Obrador porque mucha gente, enojada, se pregunta, ¿dónde está el gobierno para imponer el orden público? ¿Dónde está el piloto para salir de la zona de turbulencia?
López Obrador va ganando la partida gracias a su alianza con la CNTE. Y va a seguir apretando conforme se acerque el 2018. Quiere que el electorado se enoje más. Quiere que las tasas de aprobación del presidente Peña lleguen a un solo dígito.
La sensación de desgobierno aumenta día con día. Tan sólo hay que ver las redes sociales para ver el creciente enojo ciudadano. Y esto, me parece, va irse agudizando rumbo al 2018. Serán dos años muy largos: protestas, manifestaciones, bloqueos, en fin pequeños incendios que van a ir generando los maestros de la CNTE. Tienen todos los recursos para hacerlo: gente, dinero, organización, camiones, etcétera.
En las plazas públicas se presentará López Obrador como el único bombero capaz de apagar estos fuegos. No sé quién acuñó el concepto de “bombero piromaniaco”, pero es lo que estamos presenciando. Se trata de los políticos que tienen la capacidad de incendiar la pradera para luego apagarla. Movilizan grupos sociales, que ellos controlan, a fin de desestabilizar el orden creando un ambiente de mucha tensión donde la ciudadanía se enoja y demanda que el gobierno haga algo para restituir el orden. Pero el gobierno no puede hacerlo porque el único capaz de resolver el embrollo es el que lo comenzó. A la postre, esta persona aparece como salvador de la patria. Y es cierto porque es el único que puede desmovilizar a sus huestes: el bombero capaz de apagar el fuego que él generó.
AMLO, junto con la CNTE, están creando ese ambiente de desorden que les conviene a ambos. Mientras tanto, el gobierno anda perdido. El presidente Peña no demuestra ningún tipo de liderazgo: se la pasa inaugurando convenciones y entregando diplomas como si no pasara nada. El secretario de Gobernación abre mesas de diálogo donde no se negocia nada; luego dice que el tiempo se agotó, pero no hace nada. Al secretario de Educación ya lo sacaron de la jugada. La sensación que queda es que efectivamente tenemos cada vez más desgobierno en México.
En este sentido, López Obrador va ganando la partida gracias a su alianza con la CNTE. Y va a seguir apretando conforme se acerque el 2018. Quiere que el electorado se enoje más. Quiere que las tasas de aprobación del presidente Peña lleguen a un sólo dígito. Quiere quemar a posibles candidatos presidenciales como Osorio, Nuño, Aureoles, El Bronco y Mancera. Quiere arrebatarle la bandera del orden público al PRI.
En fin, que son muchas las ganancias para el candidato presidencial de Morena en su alianza con los maestros radicales de la CNTE. Pero, ojo, esta asociación también conlleva costos importantes. Por ejemplo, hace evidente que López Obrador es un bombero piromaniaco dispuesto a incendiar regiones del país para sublimar sus ambiciones políticas. Supongo que mucha gente, al emitir su voto en las urnas, se preguntará si de verdad quiere tener a un tipo así como Presidente de la República.

Andrés Manuel López Obrador, el bombero piromaniaco

Leo Zuckermann
 
Leo Zuckermann es analista político y académico mexicano. Posee una licenciatura en administración pública en El Colegio de México y una maestría en políticas públicas en la Universidad de Oxford (Inglaterra). Asimismo, cuenta con dos maestrías de la Universidad de Columbia, Nueva York, donde es candidato a doctor en ciencia política. Trabajó para la presidencia de la República en México y en la empresa consultora McKinsey and Company. Fue secretario general del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), donde actualmente es profesor afiliado de la División de Estudios Políticos. Su columna, Juegos de Poder, se publica de lunes a viernes en Excélsior, así como en distintos periódicos de varios estados de México. En radio, es conductor del programa Imagen Electoral que se trasmite en Grupo Imagen. En 2003, recibió el Premio Nacional de Periodismo.
Hace poco me preguntaba qué ganaba Andrés Manuel López Obrador en su alianza con la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). A lo mejor ganaba algunos votantes en estados donde la CNTE tenía presencia: Oaxaca, Chiapas, Michoacán, Guerrero y la Ciudad de México. Pero ahí ya está fuerte López Obrador. A lo mejor obtenía un ejército de operadores políticos que le ayudarían a cuidar las casillas en 2018. A lo mejor lo hacía para ponerles un cohete a dos posibles candidatos presidenciales del PRI, el secretario de Educación, Aurelio Nuño, y el de Gobernación, Miguel Ángel Osorio. Ahora veo algo cada vez más evidente: a AMLO le conviene generar un ambiente político adverso rumbo a las elecciones de 2018.


Friday, June 17, 2016

Por qué los peores gobiernan, Hans-hermann Hoppe

Gobierno de los peores
Capítulo extraído del libro Libertad o Socialismo del profesor Hans-Hermann Hoppe.
Una de las tesis más extensamente aceptadas entre los economistas políticos es la siguiente: Todos los monopolios son malos desde el punto de vista de los consumidores. Por monopolio se entiende, en su sentido clásico, como un privilegio exclusivo otorgado a un productor unico de un bien o servicio, o sea, como la ausencia de entradas libres en una línea particular de producción. Es decir, sólo una agencia, A, puede producir un bien dado, X. Cualquier monopolio es malo para los consumidores porque, protegido de nuevos participantes potenciales en su área de producción, el precio del producto X será más alto y la calidad más baja que si fuera de otro modo.



Esta verdad elemental ha sido invocada con frecuencia como un argumento a favor del gobierno democrático como opuesto al gobierno clásico, monárquico o señorial. Porque bajo la democracia la entrada al aparato gubernamental es libre – cualquiera puede llegar a ser primer ministro o presidente – mientras que bajo la monarquía está restringido al rey y su heredero.
Sin embargo, este argumento en favor de la democracia adolece de fallas fatales.
La entrada libre no siempre es buena. Libertad de entrada y competencia en la producción de bienes son buenas, pero en la producción de algo malo no lo son.
Libertad de entrada en el negocio de torturar y matar inocentes, o la libre competencia de falsificar o estafar, por ejemplo no son buenas; es peor que malo.
¿Así que qué tipo de “negocio” es gobernar? La respuesta: no es un productor usual de bienes en venta a consumidores voluntarios. Por lo tanto es un “negocio” dedicado a robar y a expropiar – por medio de impuestos y falsificación – y a guardar para sí los bienes robados. De ahí que, la libertad de entrar en el gobierno no mejora algo bueno. En realidad, hace las cosas peores, es decir, agrava lo malo.
Desde que el hombre es como es, en toda sociedad existen personas que codician la propiedad de los demás. Algunas personas están más inclinadas a este sentimiento que otras, los individuos aprenden generalmente a no actuar bajo tales pasiones y aún más, se sienten avergonzados de tenerlas. Ordinariamente pocos individuos son incapaces de suprimir exitosamente sus apetitos por la propiedad de otros, y son tratados como criminales por sus congéneres y reprimidos bajo la amenaza del castigo físico. Bajo el gobierno señorial, sólo una sola persona – el príncipe – puede actuar legalmente bajo el deseo por la propiedad de otra persona, y esto es lo que lo convierte en un peligro potencial y en un “mal”.
Sin embargo, un príncipe es restringido en sus deseos de redistribución porque todos los miembros de la sociedad han aprendido a considerar el tomar y redistribuir la propiedad de otras personas, como vergonzoso e inmoral. Por consiguiente miran cada acción del príncipe con sospecha suprema. En claro contraste, al abrir la entrada en el gobierno, a cualquiera le es permitido expresar libremente su deseo por la propiedad de otros. Lo qué era considerado anteriormente como inmoral y por consiguiente suprimido, es ahora considerado como un sentimiento legítimo. Todos pueden codiciar abiertamente la propiedad de otros en nombre de la democracia; y todos pueden actuar bajo este deseo por la propiedad de otros, siempre y cuando logren entrar en el gobierno. De ahí que bajo la democracia cualquiera puede llegar a ser una amenaza.
En consecuencia, bajo condiciones democráticas el pensamiento popular aunque inmoral y anti-social de desear la propiedad de otro hombre es sistemáticamente reforzado. Cada demanda es legitimada si ésta es proclamada públicamente bajo protección especial como “libertad de expresión”. Todo puede ser dicho y exigido, y todo puede ser arrebatado. Ni el aparentemente más seguro derecho de la Propiedad Privada está exento de las demandas redistributivas. Peor aún, sujeto a las elecciones de masas, esos miembros de la sociedad que tienen pocas o nulas inhibiciones en contra de tomar la propiedad de otro hombre, es decir, los amoralistas que son los más talentosos congregando mayorías de una multitud moralmente desinhibida y las demandas populares mutuamente incompatibles, (demagogos eficientes) tenderán a ganar su entrada y encumbrarse a la cima del gobierno. Así, una situación mala se convierte en una peor.
Históricamente, la selección de un príncipe se dio través del accidente de su nacimiento noble, y su única calificación personal fue típicamente su educación como futuro príncipe y preservador de su dinastía, su estatus y sus posesiones. Esto no aseguraba, por supuesto, que dicho príncipe no fuera malo o peligroso. Sin embargo, es importante recordar que cualquier príncipe que fallaba en su deber primario de avanzar la dinastía –quien arruinaba el país– enfrentaba el riesgo inmediato de ser neutralizado o asesinado por otro miembro de su propia familia. En cualquier caso, sin embargo, aún si el accidente de su nacimiento así como su educación no evitaran que un príncipe pudiera ser malo o peligroso, al mismo tiempo el accidente de un nacimiento noble y una educación magnífica tampoco impedía que pudiera ser un frívolo inofensivo e incluso una persona buena y moral.
En contraste, la selección de gobernantes por medio de elecciones populares hace casi imposible que una persona buena o inofensiva pudiese siquiera elevarse a la cima. Los primeros ministros y presidentes son seleccionados por su eficacia demostrada como demagogos moralmente desinhibidos.
Así, la democracia virtualmente asegura que solo los hombres malos y peligrosos puedan ascender a la cima del gobierno. Como resultado de la libre competencia y selección política, aquellos que suben se volverán individuos cada vez más corruptos y peligrosos, y sin embargo al ser cuidadores temporales e intercambiables, ellos serán raramente asesinados.
La libre entrada no siempre es buena. Libre entrada y competencia en la producción de bienes es buena, pero libre competencia en la producción de males no lo es.
Uno no puede hacer nada mejor que citar a H.L. Mencken. “Los políticos,” él anota con su característico ingenio, “rara vez si es que alguna, llegan [a un cargo público] por mérito, al menos en estados democráticos. A veces, claro, esto pasa pero sólo por algún tipo de milagro. Ellos son escogidos normalmente por varias razones, la principal siendo que simplemente tienen poder para impresionar y encantar a los intelectualmente desprivilegiados… ¿Alguno de ellos se aventurará a decir la llana verdad, la total verdad y nada más que la verdad acerca de la situación, externa o interna, del país? ¿Alguno de ellos se abstendrá de hacer promesas que sabe que no puede cumplir -que ningún ser humano podría cumplir? Alguno de ellos dirá una
palabra, aunque sea obvia, que alarme o aliene a cualquiera de la gran masa de idiotas enquistados en el comedero público, revolcándose en la papilla que crece cada vez más delgada, esperanzado contra toda esperanza? Respuesta: puede ser por pocas semanas, al inicio… Pero no después que el asunto vas en serio, y la pelea es sincera… Ellos avanzarán sobre el territorio buscando oportunidades para hacer ricos a los pobres, para remediar lo irremediable, para socorrer lo insocorrible, para descifrar lo indescifrable, para deflogisticar lo indeflogisticable. Ellos curarán las verrugas diciendo palabras sobre ellas, y pagando la deuda nacional con modeda que nadie tendrá que ganar. Cuando uno de ellos demuestre que dos veces dos es cinco, otro probará que es seis, seis y medio, diez, veinte, n. En resumen, ellos se presentarán a sí mismos como sensibles, cándidos, hombres confiables y simplemente siendo candidatos para el cargo, empeñados solamente en asegurarse votos. Ellos van a saber para entonces, suponiendo que algunos de no lo sepan ya, que los votos son asegurados bajo la democracia, no al hablar sensatamente si no por hablar cosas sin sentido, y se dedicarán a sí mismos a la tareas con una sonrisa de corazón. Muchos de ellos, antes de que el alboroto se haya terminado, se convencerán realmente. La mayoría de ellos, antes de que acabe el barullo, se habrán convencido a sí mismos. El ganador será quien prometa más con la menor probabilidad de cumplir.

Por qué los peores gobiernan, Hans-hermann Hoppe

Gobierno de los peores
Capítulo extraído del libro Libertad o Socialismo del profesor Hans-Hermann Hoppe.
Una de las tesis más extensamente aceptadas entre los economistas políticos es la siguiente: Todos los monopolios son malos desde el punto de vista de los consumidores. Por monopolio se entiende, en su sentido clásico, como un privilegio exclusivo otorgado a un productor unico de un bien o servicio, o sea, como la ausencia de entradas libres en una línea particular de producción. Es decir, sólo una agencia, A, puede producir un bien dado, X. Cualquier monopolio es malo para los consumidores porque, protegido de nuevos participantes potenciales en su área de producción, el precio del producto X será más alto y la calidad más baja que si fuera de otro modo.


Thursday, June 16, 2016

2018: el candidato a vencer


  
  
AMLO. (ilustración)
Andrés Manuel López Obrador prometió que Morena se llevaría el 30% de la votación para el Congreso Constituyente en la Ciudad de México y alcanzó el objetivo. López Obrador le pidió a David Monreal que fuera buscara la gubernatura de Zacatecas, donde lo importante no era ganar sino construir una estructura partidista, y Morena se convirtió en la segunda fuerza del estado con 25% del voto. Hace un año le dijo Rocío Nahle, la coordinadora de Morena en el Congreso, que ganarían en Veracruz; no pasó, pero Morena se convirtió en la tercera fuerza estatal. Se asentó bien en Puebla y mostró cabal salud en Oaxaca. No tuvo gubernaturas en la bolsa ni triunfos determinantes, pero su votación creció 86% entre las elecciones federales de junio de 2015 y las recientes de gobernador. Ningún partido incrementó así su número de votos.

Morena es una máquina política cuyo combustible, ingeniería y carrocería funcionan por la existencia de López Obrador. Pensar qué sería de Morena sin él sólo puede ser planteado como hipótesis, aunque se puede suponer que sería el colapso de una opción de la izquierda social, que alberga a los que no habían votado, al elector volátil, a los insatisfechos, a los antisistémicos. López Obrador es la síntesis de la oposición a lo establecido y quien galvaniza la molestia ciudadana. Nadie en la geometría política se encuentra en ese punto como él.

Lleva 30 años de hacer campañas electorales, para el PRI en el Tabasco que eligió a Enrique González Pedrero como gobernador, para él como candidato de la izquierda al mismo cargo, para ser líder nacional del PRD, y para buscar dos veces la Presidencia. “La mafia del poder”, como llama a todos los que no sean él o sus incondicionales, dijo que le impidió llegar a Los Pinos. Esa “mafia” no pudo acabarlo en 2005 cuando iniciaron un proceso de desafuero para juzgarlo por un delito menor, porque el entonces presidente Vicente Fox ordenó a la PGR que se desistiera de la acusación. En política, a quien no se mata se fortalece. López Obrador se quedó a 243 mil 934 votos del panista Felipe Calderón, despojado de la victoria en buena parte por sus propios errores durante la campaña y una mala estrategia postelectoral. Sin esas fallas, retóricamente hablando, las cosas podrían haber sido diferentes.

Seis años después perdió por mayor margen ante Enrique Peña Nieto, luego de que al verse empatado el priista con su adversario un mes antes de la elección, contó con el respaldo del golpeteo propagandístico del PAN, cuando quedó claro que su candidata, Josefina Vázquez Mota, no estaría en la lucha final. Tres años y medio después, López Obrador luce tan fuerte como candidato como en 2006 y 2012, pero con una gran diferencia: quienes lo derrotaron decepcionaron o son cuestionados; los problemas que decía aquejaban a los mexicanos no sólo se confirmaron sino que se acentuaron, y la realidad, como nunca, camina de la mano del discurso del tabasqueño.

“La mafia del poder”, como describe a las élites mexicanas, no quiere que llegue a la Presidencia porque están convencidos que afectará sus intereses. En 2016, el discurso contra esos intereses es altamente poderoso: corrupción y pobreza. Su discurso teológico, con polos excluyentes como el bien o el mal, ricos o pobres, buenos o malos, penetran perfectamente en el psique mexicano, católico y lastimado, y responde a las demandas ciudadanas. Frases como “ese avión no lo tiene ni Obama”, o sólo dan “frijoles con gorgojo”, son dos de los mensajes más penetrantes que registran los expertos en casi una generación. Si carecen de verdad es irrelevante. Él los mantiene como una línea que machaca sobre sus ejes de ataque retórico: corrupción y pobreza.

López Obrador abandonó el barco del PRD mucho tiempo después que ya sabía que para él, sus maderos estaban podridos. En las elecciones federales de 2015, cuando Morena hizo su primera aparición electoral, obtuvo el 8.39% de la votación, con tres millones 346 mil 349 votos, convirtiéndose en la cuarta fuerza política nacional. De ese total de sufragios, de acuerdo con analistas, sólo 400 mil se podrían etiquetar directamente a votos perdidos por el PRD. Insatisfechos de otros partidos, nuevos votantes o los volátiles, le dieron el mandato. En las elecciones para 12 gobernadores del 5 de junio, pasó a ser tercera fuerza nacional y en algunos lugares casi empatados con el PAN o con el PRI. El PRD quedó atrás.

Para las elecciones de 2018 falta todavía un largo tiempo en términos de calendario electoral, y si bien antes del 5 de junio, como se escribió en este espacio, sería muy difícil que estuviera en condiciones de competencia real para la presidencial, después de los resultados de hace dos domingos, es campo abierto. La debacle del PRD, el creciente rechazo al PRI y las victorias artificiales del PAN tras los inesperados resultados, colocan a López Obrador como el único candidato con victorias químicamente puras. Él y Morena son los únicos que avanzan por lo que son, lo que dicen y representan. Aún no se le ve la fortaleza estructural para contender contra el PRI y el PAN en 2018, pero la realidad está de su lado. Al preguntar las encuestas por quién votarían más en 2018, el 92% por ciento de quienes responden dicen que por quién más esté contra Peña Nieto. Como dirían los jóvenes, que les sirva de advertencia.

2018: el candidato a vencer


  
  
AMLO. (ilustración)
Andrés Manuel López Obrador prometió que Morena se llevaría el 30% de la votación para el Congreso Constituyente en la Ciudad de México y alcanzó el objetivo. López Obrador le pidió a David Monreal que fuera buscara la gubernatura de Zacatecas, donde lo importante no era ganar sino construir una estructura partidista, y Morena se convirtió en la segunda fuerza del estado con 25% del voto. Hace un año le dijo Rocío Nahle, la coordinadora de Morena en el Congreso, que ganarían en Veracruz; no pasó, pero Morena se convirtió en la tercera fuerza estatal. Se asentó bien en Puebla y mostró cabal salud en Oaxaca. No tuvo gubernaturas en la bolsa ni triunfos determinantes, pero su votación creció 86% entre las elecciones federales de junio de 2015 y las recientes de gobernador. Ningún partido incrementó así su número de votos.