La decisión de los votantes de Gran Bretaña de salirse de la Unión Europea (UE) tendrá un impacto económico negativo para América Latina, pero su potencial impacto político podría ser mucho más peligroso.
Empecemos con las consecuencias económicas del Brexit, como es conocida la decisión británica de salir de la UE.
En primer lugar, la mayoría de los economistas está de acuerdo con que causará una mayor caída en los precios de las materias primas de América Latina. El Brexit reducirá el comercio europeo, lo que generará una desaceleración del crecimiento económico mundial. Eso arrastraría a la baja los precios de las materias primas de América Latina porque un menor crecimiento económico mundial significa que los países ricos comprarán menos petróleo, minerales, granos y otros productos básicos que América Latina vende.
Según un reciente estudio del Banco Interamericano de Desarrollo, las materias primas representan el 97 por ciento de las exportaciones comerciales en Bolivia, el 96 por ciento en Venezuela, el 94 por ciento en Ecuador, el 88 por ciento en Chile, el 87 por ciento en Perú, el 83 por ciento en Colombia, el 69 por ciento en Argentina y el 67 por ciento en Brasil. México y Centroamérica son menos dependientes de las materias primas que Sudamérica.
En segundo lugar, el Brexit afectará las inversiones en América Latina. La decisión británica de dejar la UE ha creado ansiedad entre los inversores, haciendo caer los mercados bursátiles en todo el mundo. Y en tiempos de incertidumbre, los inversores se refugian en sitios que consideran seguros, como Estados Unidos, y tienden a evitar poner su dinero en los mercados emergentes.
Además, el apetito por los valores de Estados Unidos está fortaleciendo al dólar, lo que hace que se encarezca la deuda en dólares de los países de América latina, así como las importaciones y las vacaciones en Miami para los latinoamericanos.
Muchos economistas temen que el actual nerviosismo en los mercados se mantendrá por meses, sino es que por años. Según las reglas de la UE, Gran Bretaña y los miembros de la UE tendrán dos años para negociar los términos de la salida.
En ese periodo, otros miembros de la UE, como Holanda, podrían seguir el ejemplo de Gran Bretaña y salirse de la unión. “Esto no será una tormenta pasajera", dice Alberto Bernal, jefe de mercados emergentes de XP Securities.
Los temores a una desintegración de la UE no son enteramente irracionales. La historia reciente está llena de ejemplos de reacciones en cadena.
Cuando cayó el muro de Berlín en 1989, hubo un efecto dominó en Europa Oriental. En la década de los 2000, el populismo radical de Venezuela se extendió a varios otros países latinoamericanos, y la llamada “primavera árabe” se expandió en el norte de África.
En tercer lugar, el Brexit dañará las negociaciones de libre comercio de Sudamérica con Europa. El bloque comercial del Mercosur estaba tratando de revivir las negociaciones para firmar un acuerdo de libre comercio con la UE. Eso será difícil de lograr ahora, cuando la UE estará ocupada luchando por su propia supervivencia.
Mi opinión: el impacto económico del Brexit en América Latina será serio, pero probablemente no será catastrófico. Un aspecto positivo para América Latina es que ayudará a que se mantengan bajas las tasas de interés en Estados Unidos, lo que podría llevar a los inversores a regresar a la región en busca de mayores retornos por su dinero una vez que el pánico actual se disipe.
Pero el máximo riesgo a largo plazo del Brexit es político, porque podría alentar a los demagogos proteccionistas y antiglobalización en todas partes, incluyendo a Donald Trump en Estados Unidos. Desde el voto del Brexit, Trump ya está escalando sus promesas de renegociar los acuerdos de libre comercio de Estados Unidos con México y Asia.
Con todas sus fallas y asignaturas pendientes, la globalización ha logrado una reducción de la pobreza sin precedentes en China, India y el resto de Asía y, en menor medida, en América Latina, en los últimos 30 años.
Y un regreso al proteccionismo podría conducir a las guerras comerciales que desataron la gran depresión en la década de 1930, y América Latina y Asia - que dependen del comercio mundial mucho más que Estados Unidos - estarían entre los mayores perdedores de una nueva depresión mundial. Todos deberíamos estar rezando por la supervivencia de la UE.
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