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Tuesday, June 28, 2016

Orlando: ¿Nuevo 11-S?


Rip-Destroy-Us-Constitution
Estados Unidos quedó conmocionado la semana pasada tras el asesinato a sangre fría de 49 personas en la discoteca Pulse en Orlando, Florida. A diferencia de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, el asesino de Orlando parece ser un lobo solitario que, aunque reivindicaba lealtad al ISIS, no formaba parte de un grupo terrorista organizado. Casi lo único que Orlando tiene en común con el 11-S es la manera en que muchos políticos sedientos de poder y las autoridades federales se apresuraron a utilizarlo para justificar la expansión del poder del gobierno y la restricción de la libertad.



Inmediatamente después de los disparos, empezamos a escuchar nuevos llamamientos a favor de que el gobierno vigile mejor a los musulmanes, incluyendo el espionaje de servicios religiosos musulmanes. Pese a que el tirador de Orlando nació en los EE.UU., algunos están utilizando la masacre para renovar el debate sobre la inmigración musulmana. Si bien el gobierno sin duda debe impedir que los terroristas entren en el país, discriminar a los individuos para que sean vigilados por el gobierno y se viole sus derechos en base a su fe viola la Primera Enmienda y establece un peligroso precedente que será utilizado contra otros grupos. Además, utilizar como cabeza de turco a todos los musulmanes por los actos de un individuo trastornado fortalece a grupos como el ISIS, que intentan hacer que parezca que el gobierno de Estados Unidos está en guerra con el Islam.
El tiroteo de Orlando está siendo utilizado para justificar nuevos espionajes masivos y escuchas sin orden judicial. Durante los últimos tres años, la Cámara de Representantes aprobó una enmienda a la ley de presupuestos del Departamento de Defensa que limita la vigilancia masiva. Sin embargo, la semana pasada, esa misma enmienda fue rechazada. La única diferencia entre el debate de este año y los debates anteriores es que este año los defensores del espionaje masivo fueron capaces de reivindicar que el tiroteo de Orlando justifica la destrucción de la Cuarta Enmienda.
El hecho de que el tirador Orlando había sido investigado por el FBI en dos ocasiones muestra cómo el aumento de la vigilancia y las escuchas telefónicas no han impedido el tiroteo. La vigilancia masiva también crea el problema de tratar de “buscar una aguja en un pajar”, que puede hacer que sea difícil, o imposible, que las fuerzas de seguridad identifiquen las amenazas reales. Desafortunadamente, la evidencia de que renunciar a la libertad no aumenta la seguridad nunca ha disuadido a los que utilizan el miedo con el fin de ganar apoyo para aumentar el poder del gobierno.
El tirador de Orlando superó con éxito varios controles de antecedentes criminales y era un guardia de seguridad con licencia. Pero, al igual que los que utilizaron el tiroteo de Orlando para defender el espionaje inconstitucional, los totalitarios partidarios del control de armas no están permitiendo que los hechos se interpongan en el camino de la utilización del atentado de Orlando para hacer avanzar su agenda. Los opositores de la Segunda Enmienda están utilizando lo que ocurrió en Orlando para otorgar al gobierno federal nuevos poderes para violar los derechos individuales sin procesos judiciales justos. De hecho, un senador partidario del control de armas dijo que “los procesos judiciales justos (due process) son lo que nos está matando.”
Irónicamente, no es de extrañar que una de las que piden nuevas leyes de control de armas sea Hillary Clinton. Cuando era secretaria de Estado, Clinton apoyó el intervenciones en Oriente Medio, que hizo que el ISIS obtuviese armas de fuego ¡pagadas por los contribuyentes estadounidenses!
La vigilancia masiva, el control de armas y otras restricciones a nuestra libertad no evitarán que se produzcan futuros atentados como el de Orlando. De hecho las leyes de control de armas, al evitar que los  estadounidenses respetuosos con la ley se puedan defender a sí mismos, nos vuelven más vulnerables a los ataques de los delincuentes. Del mismo modo, la vigilancia masiva y las escuchas sin orden judicial erosionan nuestros derechos, y hace que a la policía le resulte más difícil identificar amenazas reales.
Si el Congreso realmente se preocupase por nuestra seguridad y libertad, derogaría todas las leyes federales de armas de fuego, pondría fin a toda la vigilancia inconstitucional, y pondría fin a la política exterior hiper-intervencionista que hace que muchos en el mundo estén resentidos con los EE.UU.

Orlando: ¿Nuevo 11-S?


Rip-Destroy-Us-Constitution
Estados Unidos quedó conmocionado la semana pasada tras el asesinato a sangre fría de 49 personas en la discoteca Pulse en Orlando, Florida. A diferencia de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, el asesino de Orlando parece ser un lobo solitario que, aunque reivindicaba lealtad al ISIS, no formaba parte de un grupo terrorista organizado. Casi lo único que Orlando tiene en común con el 11-S es la manera en que muchos políticos sedientos de poder y las autoridades federales se apresuraron a utilizarlo para justificar la expansión del poder del gobierno y la restricción de la libertad.


Monday, June 20, 2016

Orlando y sus consecuencias

Orlando y sus consecuencias

Por Álvaro Vargas Llosa
El académico francés Olivier Roy, conocido experto en el islam, lleva algún tiempo provocando tormentas intelectuales en su país con la tesis de que los atentados terroristas cometidos en Francia en nombre de organizaciones musulmanas violentas no responde “al radicalismo del islam, sino a la islamización del radicalismo”. Según él, este fenómeno está confinado en musulmanes de segunda generación, es decir, hijos de inmigrantes, que adhieren de forma oportunista a grupos terroristas fundamentalistas para algo que tiene mucho menos que ver con la religión que con su propia desafección por el mundo de sus padres y la vida occidental, y con el odio de sí mismos. También un grupo más pequeño, el de jóvenes “conversos” locales sin raíces identificables en países musulmanes, ha producido terroristas.



Cuando uno reúne los datos del escalofriante atentado que el 12 de junio perpetró Omar Mateen en la discoteca “Pulse” de Orlando, Florida, que costó la vida a 49 personas y dejó un saldo de otros 53 heridos, es difícil no prestar oídos al análisis de Roy. Ese análisis está centrado en su país, donde atentados como el que mató en París a decenas de personas en una sala de conciertos y algunos restaurantes han disparado un debate sobre cómo enfrentar la violencia de personas nacidas o criadas en la propia Francia, pero se puede extender a otros lugares. Ya hay en Estados Unidos, por ejemplo, una lista de atentados a manos de personas que no fueron preparadas y enviadas por al-Qaeda, el Estado Islámico u otras organizaciones terroristas sino que, habiéndose criado y vivido mucho tiempo en Estados Unidos, acabaron adhiriendo a ellas poco antes de ejecutar sus masacres. Allí está, entre otros, la matanza de San Bernardino, California, ocurrida en diciembre del año pasado, en la que Syed Rizwan Farook, nacido en Estados Unidos y de origen paquistaní, sin filiación con célula terrorista alguna, atacó, junto a su mujer, un centro de sanidad pública. Y, ahora, la matanza de Orlando en una discoteca frecuentada por gays.
Omar Mateen, de origen afgano, nació y se crió en Estados Unidos. Aunque adhirió a último momento al Estado Islámico, no pertenecía a esa organización ni ha podido encontrarse rastro de conexiones personales con ella. También tuvo, en el pasado, episodios de simpatía sin relación orgánica ni comunicación directa con grupos como al-Qaeda y Hezbolá (la una sunita, la otra chiita, y enemigas entre sí). Pero, salvo esto y algún viaje a Arabia Saudita por razones no políticas, nada hace de él alguien semejante a los autores de los atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono, ellos sí pertenecientes a al-Qaeda, y entrenados y mandatados por dicha organización.
¿Qué perfil psicológico se ha podido trazar de Mateen? El de una persona con bastante desasosiego e inseguridad en torno al tema de su sexualidad y la ajena, en parte expresada en una homofobia declarada, en constante exploración política relacionada con el mundo de sus lejanos orígenes y con una fuerte atracción por las armas y la criminología (disciplina que estudió en una universidad).
La religión no era, hasta donde se sabe, una preocupación importante en su vida, ni tuvo vinculación con su expresión organizada. El islam aparece en su vida como una consecuencia más que una causa, y como una identificación política mucho más que espiritual. Hay en todo esto, pues, en no poca medida, un eco de la tesis de Roy: un tipo radicalizado por su falta de adaptación a la sociedad y el medio que “islamiza” su desafección y su odio, quizá a sí mismo y sin duda a cosas que lo rodean. ¿Por qué le da forma islámica a su radicalismo y no otra? Ese no es el asunto de este texto, ni es la nuez de la tesis de Roy; pero es evidente que los grupos terroristas islámicos le dicen algo a un joven en ese estado mental, en parte sus raíces (que son lejanas en la práctica pero a las que es más fácil “volver” porque otras se sienten mucho más lejanas) remiten al mundo musulmán y en parte porque esos grupos violentos simbolizan hoy la forma más extrema y nihilista de ataque al mundo contra el cual él se rebela.
En tal sentido, el Estado Islámico, para hablar del grupo al que Mateen expresó su adhesión en una llamada al 911 desde la discoteca y en publicaciones que hizo en Facebook y otras redes sociales esa noche, suministra un relato al joven rebelde. La propaganda de Abu Bakr al-Baghdadi y compañía calza perfectamente con la necesidad de dar una cobertura narrativa, un lienzo abarcador, a la necesidad de expresión agresiva del que va a matar y morir. El Estado Islámico ni siquiera da una causa, sino una apariencia de causa, a alguien como Mateen. El no busca implantar el califato, sólo busca que su misión tenga algún sentido redentor, alguna justificación, y para eso el relato propagandístico del Estado islámico es perfecto. Lo es también la posibilidad que ofrecen las redes sociales de insertarse en el relato islamista para alguien que no tiene conexión alguna con la organización.
En un interesante artículo, Amy Zalman, profesora en Georgetown, nos recuerda, citando al psicólogo cognitivo Jerome Bruner, la necesidad imperiosa que tenemos los seres humanos de crear relatos. En un caso como la tragedia de Orlando, esa necesidad aumenta. Todos -los políticos que debaten la política de seguridad y la política exterior, los periodistas que opinan además de informar, los ciudadanos que se comunican por las redes sociales, la gente que comenta las noticias de impacto en las calles- tienen que armar una historia para darle racionalidad a lo ocurrido. Pero, aunque esto es muy cierto, el primer relato, el más importante, es el que el propio autor de la violencia construye al momento de adherir a una organización que ni siquiera conoce bien.
Esta es quizá la mayor victoria alcanzada hasta ahora por grupos como el Estado Islámico: haber logrado suministrar un relato a los que no tienen relato propio, multiplicando así cancerosamente lo que de otro modo estaría confinado en la militancia permanente de la propia organización. Pero hay más: el propio adherente de última hora suministra un relato a la organización que ni siquiera conoce, potenciando su capacidad propagandística, pues ahora Mateen es un “mártir” del califato.
En los últimos meses todo han sido malas noticias en relación con el Estado Islámico… hasta que Mateen salió al rescate. Después de los éxitos que había tenido al-Baghdadi tras la captura de Mosul y la proclamación del califato en 2014, vino la reacción de distintas comunidades y grupos en Irak y Siria, con apoyo estadounidense y europeo. Esa reacción hizo trizas la estrategia del Estado Islámico, centrada en la conquista de territorios y la creación de un gobierno, al menos embrionario. La organización fanática ha perdido ya casi la mitad del territorio que había logrado ocupar en Irak y ha cedido mucho espacio en Siria, donde enfrenta la ira combinada del régimen de Assad (con apoyo ruso) y de los grupos contrarios a Damasco (con apoyo árabe). Eso sí, aunque sigue generando decenas de millones de dólares al mes con los “impuestos” que cobra y el crudo que vende, está en serios problemas.
Un síntoma importante es la caída sistemática del reclutamiento occidental. Antes, alarmaba a los europeos la riada de jóvenes que viajaban a Siria e Irak a enrolarse en el Estado Islámico. Hoy, sucede lo contrario: las deserciones son ya un patrón claramente identificable y ha disminuido mucho el número de personas que salen de Europa para militar en la organización terrorista. A tal punto, que el propio Estado Islámico pidió hace no mucho a sus adherentes occidentales que se queden donde están, pues “la más pequeña acción que realicen en el corazón de su tierra es mejor”. Se refería a la tierra del infiel, no de los reclutas potenciales.
Las consecuencias de todo esto para al-Baghdadi son internacionales. Otros grupos compiten con el suyo por los afectos de los jihadistas. Es el caso de los talibanes en Afganistán y Pakistán, donde la rama local del Estado Islámico tiene problemas serios para crecer. Aunque en lugares como Libia el capítulo local sí ha podido establecer una organización poderosa y eficaz, en otras partes pasa lo mismo que en Afganistán. También hay división interna en Yemen.
Es difícil exagerar el golpe propagandístico que ha sido el atentado cometido por Mateen en Orlando. Cuando más lo necesitaba y sin tener el menor aviso previo, la organización de al-Baghdadi ha recibido una inyección de publicidad y ha sido devuelta al lugar de honor del islamismo violento. La idea de que, en el corazón de los Estados Unidos, la encarnación de Satán, el Estado Islámico es capaz de inspirar a jóvenes que buscan irse al paraíso infligiendo daño al enemigo es poderosísima. Su efecto contagioso, su potencial multiplicador, no puede subestimarse. De hecho, no anda descaminado el FBI, a pesar de las críticas que ha recibido, en sus advertencias, expresadas muchas veces desde hace algún tiempo, de que existe el peligro del terrorista “de casa” y el “lobo solitario”. Es decir el peligro que probó ser Mateen, más difícil de prevenir y atajar que si un grupo terrorista tratara de enviar a una célula a Estados Unidos a cometer un acto como el de las Torres Gemelas.
Por eso decía que el relato se lo suministra tanto Mateen al Estado Islámico como éste a aquél. Por allí empieza la vocación narrativa del terrorismo en casos como este: el grupo necesita seguir fascinando a individuos vulnerables y el potencial adherente necesita que el grupo siga siendo fascinante. Luego continúa el efecto “relato” hasta incrustarse en el debate político, entre quienes están a favor y quienes están en contra del acceso cómodo que tienen hoy los estadounidenses a las armas, y entre quienes aspiran a gobernar a partir de enero del próximo año.
Donald Trump no decepcionó a sus seguidores sugiriendo que debía ser felicitado por haber pedido que se impida la entrada al país a los musulmanes durante un tiempo e insinuó que Barack Obama tenía simpatía por el atentado de Orlando. Tampoco Hillary Clinton decepcionó a los suyos renovando su pedido de limitar el acceso a las armas y acusando al lobby del rifle de impedir una solución contra futuros ataques terroristas.
Todos, desde los más demagógicos hasta los más sensatos, intentan darle una racionalidad a lo ocurrido porque sólo si la hay es posible una solución definitiva. Pero la frecuencia de estos actos en los países occidentales -a pesar de que tienen hoy la guardia alta- indica que no hay una solución de política interna o exterior capaz de resolver el fenómeno pronto. Sólo posibilidades de limitarlo, pues el enemigo está adentro y tiene muchas caras, y en una sociedad libre es casi imposible, además de indeseable, controlarlo todo. Para desgracia de las víctimas y sus desconsolados seres queridos.

Orlando y sus consecuencias

Orlando y sus consecuencias

Por Álvaro Vargas Llosa
El académico francés Olivier Roy, conocido experto en el islam, lleva algún tiempo provocando tormentas intelectuales en su país con la tesis de que los atentados terroristas cometidos en Francia en nombre de organizaciones musulmanas violentas no responde “al radicalismo del islam, sino a la islamización del radicalismo”. Según él, este fenómeno está confinado en musulmanes de segunda generación, es decir, hijos de inmigrantes, que adhieren de forma oportunista a grupos terroristas fundamentalistas para algo que tiene mucho menos que ver con la religión que con su propia desafección por el mundo de sus padres y la vida occidental, y con el odio de sí mismos. También un grupo más pequeño, el de jóvenes “conversos” locales sin raíces identificables en países musulmanes, ha producido terroristas.


Saturday, June 18, 2016

Terrorismo: Nos están ganando la partida

Casco de policía baleado en Orlando - Jun 2016
Casco de policía baleado en el atentado terrorista de Orlando
En enero de 2015 se produjeron los atentados contra Charlie Hebdo en París, y entonces publicaba un artículo contra corriente. “No son lobos solitarios” . Todavía hoy la comunidad de inteligencia y los servicios de seguridad siguen, a pesar de las muchas evidencias, sin tomar las medidas necesarias para acabar con esta nueva modalidad de terrorismo. Los medios son diferentes pero los objetivos y los fundamentos son los mismos.
Si los ataques de 2001 fueron contra las muestras del poder de Estados Unidos: El distrito financiero, el Pentágono y el Capitolio; éste de Orlando es contra nuestro modelo de vida. El terrorista ha atacado la ciudad de la libertad y de las ilusiones de niños y mayores. Una nueva urbe nacida del sueño de su creador de dar un hogar a princesas y héroes planetarios. Orlando representa el mundo en el que creemos y queremos vivir.



Pero no es un nuevo ataque ante el que debemos sorprendernos. Desde 2009 se han producido unos diez ataques de fuente islamista radical en los Estados Unidos con muertos y heridos, y se han evitado al menos otros veinte. No digamos lo ocurrido en París, Londres o Bruselas. En 2009 un tiroteo en Fort Hood concluyó con 13 muertos y 33 heridos. En 2013 la maratón de Boston, y a comienzos de año la matanza de San Bernardino perpetrada por un matrimonio islamista con trece muertos y decenas de heridos.
Los fundamentos del ataque de Orlando son los mismos de todos los atentados anteriores: Atacan a la civilización occidental por mandato de sus clérigos más exaltados que hacen de la yihad su único modo de entender el Islam. Atacaron la Sala Bataclan donde jóvenes escuchaban rock y bebían alcohol, una sala regentada por dos judíos que vendieron el local por amenazas de radicales islamistas y sin que se hubieran adoptado medidas especiales de seguridad.
Cuando hablamos del ataque al al club Pulse, y lo tildamos de gay damos comienzo ala justificación de la homofobia y de los atentados. Esta etiqueta se puede oír a todas horas entre los medios más conservadores de Estados Unidos, es otro paso en su objetivo de atacar todo aquello que odian, que desprecian. Cada día, la comunidad gay es perseguida y en muchos países donde el extremismo religioso gobierna; su práctica está condenada con la muerte, como el adulterio de la mujer, en definitiva la libertad no existe y está supeditada a una visión religiosa de la vida basada en el odio y la destrucción de todo cuanto se opone a sus creencias. Tenemos a decenas de miles de Torquemadas islamistas velando por la sincera y correcta práctica del Islam, a su manera.
Muchos tratarán de ligar la libre venta de armas en Estados Unidos para explicar este atentado, porque siempre nos sentimos un poco o muy responsables de los ataques de nuestros enemigos, una especie de sentimiento de culpabilidad que nos invade; pero entonces deberían justificar todos los atentados similares que se han producido en más de cuarenta países en los últimos cuatro años, donde no se venden las armas en supermercados sino en el mercado negro.
El modus operandi es el mismo. El Estado Islámico y sus colaboradores ideológicos cada día envían millones de mensajes por Internet a personas que son caldo de cultivo fácil para dejarse conducir por estas visiones extremistas. Hay miles de mezquitas en Occidente en las que continúa el adoctrinamiento ideológico que hace ver como pecaminosas y abominables, conductas como las relaciones homosexuales, la igualdad del hombre y la mujer y todas aquellas victorias que la sociedad occidental ha venido consiguiendo en las últimas décadas. La comunidad islámica en Europa debe acabar con todos estos reductos de intransigencia. Ellos son los responsables de que la práctica del Islam como religión de paz sea la única posible y de perseguir a los clérigos extremos e inhabilitarles y de cerrar las mezquitas de garaje. Es un pequeño precio por haber sido acogidos al mundo de la libertad y del progreso con los brazos abiertos
Una vez más, se detectan grandes agujeros en nuestro sistema de defensa y seguridad. ¿Cómo un guardia de seguridad con permiso de armas; con varias denuncias por mostrarse violento y declaraciones contra la comunidad gay, judíos y favorables al Estado Islámico; investigado dos veces por el FBI puede seguir con su licencia y comprando armas? ¿Cómo no hay una acción inmediata cuando su papá se dedica a colgar vídeos a favor de los talibanes y el hijo ha sido denunciado por malos tratos a su esposa? Estos hechos muestran que en temas de seguridad hay un largo camino por andar. Este es el nuevo terrorista; el que se aprovecha de nuestras debilidades y se mueve entre nosotros, Es el mismo perfil que hemos visto en todos los ataques en Europa.
Muchos gobiernos occidentales plantean esta cuestión como una solución intermedia entre libertad y seguridad. ¿Hasta qué punto debemos sacrificar la libertad de todos ante unos ataques esporádicos que acabarán por ser eliminados en unos pocos años? Ésta ha sido la doctrina que Obama ha venido defendiendo todos estos años. Sin embargo esta premisa es falsa; la libertad amenazada no es libertad. Si no hay seguridad, no hay libertad; y hoy estamos más inseguros que hace cuarenta y ocho horas, y cada año estamos peor, y por tanto somos menos libres.
En Orlando, cada día hay medio millón de personas y decenas de miles de niños visitando Disney World o los Estudios Universal. Hoy Orlando no se asocia a la diversión, base sobre la que ese creó esta ciudad de la nada, sino al terror y los daños se notarán en los próximos meses. Mientras los ciudadanos no sientan que la amenaza ha dejado de existir tendrán miedo y sin duda este sentimiento produce un gran desasosiego en las familias y en su confianza en el estado. El populismo es la consecuencia de gobiernos moderados que no han resuelto los problemas de la gente. Cada ataque de este tipo mina nuestra libertad y nuestra seguridad. Mientras no haya una respuesta eficaz y contundente, los occidentales no volveremos a sentirnos seguros porque hoy los terroristas aunque no lo creamos, nos están ganando la partida.
No existe un verdadero control sobre las redes; un personaje como éste y como su padre deberían haber sido expulsado de Estados Unidos de forma automática por amenazar la seguridad nacional. Esto no admite grises ni consideraciones. Cualquier persona vinculada a estos grupos no puede tener acceso al mercado de armas. Éstas en Estados Unidos deben servir para defenderse de los criminales, no para armarlos. ¡Vaya derecho a la legítima defensa cuando facilita que cualquier delincuente pueda comprar un fusil automático!
El Estado Islámico a pesar de su escasa estructura, sigue sin ser derrotado, y la lucha contra el EI se mueve en un difícil equilibrio de fuerzas en Irak y en Siria. Mientras no exista una derrota militar contundente del islamismo radical, no estaremos seguros. Esto pasa por el control y el aislamiento de los países en los que se arman, donde se mueven con total libertad e imponen su ley del terror con esclavas sexuales, asesinato de niños que juegan al fútbol o son seguidores del Real Madrid y donde lapidan a mujeres y se fusila a los gays. En el siglo XXI hay países donde estas cosas ocurren. ¿Que comprensión o discurso de El Cairo explicaría un acercamiento a ese mundo? No hay religión o idea en el mundo que pueda justificar estas conductas y no podemos comprenderlas porque tengan un origen religioso, no es admisible, ni podemos servirnos de sus medios para hacer política. Pero en esta lucha, las guerras secretas no van a servir a su objetivo que debe ser mostrar la victoria. Si Obama cree que con drones va a acabar con el terrorismo y nos va a devolver la seguridad perdida está muy equivocado.
Hay más de veinte países donde estos terroristas tienen influencia y poder. El primer objetivo sería en tres años eliminar toda la capacidad de todos los grupos terroristas desde el Golfo de Guinea a Indonesia pasando por la costa índica africana y reducir la cooperación con los países que consienten o colaboran de forma activa o pasiva con el islamismo radical. No podemos pasarnos la vida blindando nuestras vidas esperando que el radicalismo se extinga; la yihad es tan antigua como el islam y no va a desaparecer por sí sola. Sólo queda una opción, eliminarla y para ello hay que estar dispuestos a sacrificios en Occidente. Es un ataque contra la humanidad y contra la civilización que exige una respuesta proporcional a la amenaza, mucha inteligencia y determinación.

Terrorismo: Nos están ganando la partida

Casco de policía baleado en Orlando - Jun 2016
Casco de policía baleado en el atentado terrorista de Orlando
En enero de 2015 se produjeron los atentados contra Charlie Hebdo en París, y entonces publicaba un artículo contra corriente. “No son lobos solitarios” . Todavía hoy la comunidad de inteligencia y los servicios de seguridad siguen, a pesar de las muchas evidencias, sin tomar las medidas necesarias para acabar con esta nueva modalidad de terrorismo. Los medios son diferentes pero los objetivos y los fundamentos son los mismos.
Si los ataques de 2001 fueron contra las muestras del poder de Estados Unidos: El distrito financiero, el Pentágono y el Capitolio; éste de Orlando es contra nuestro modelo de vida. El terrorista ha atacado la ciudad de la libertad y de las ilusiones de niños y mayores. Una nueva urbe nacida del sueño de su creador de dar un hogar a princesas y héroes planetarios. Orlando representa el mundo en el que creemos y queremos vivir.


Tuesday, June 14, 2016

Orlando y las elecciones estadounidenses

Ana Paula Ordorica
 
Ana Paula Ordorica es analista político, conduce el programa Frente al País, junto con el periodista Pablo Hiriart, que se transmite todos los días por Grupo Imagen en más de 70 radiodifusoras de México y 20 estaciones en el sur de los Estados Unidos. Adicionalmente es titular del programa Paralelo 23 en ForoTV, Televisa. Es analista habitual de Excelsior, Nexos y Foreign Affairs Latinoamérica, entre otros medios. Es licenciada en Relaciones Internacionales del ITAM, con estudios de Maestría en Historia en la Universidad Iberoamericana.
Ha sido el peor atentado terrorista en Estados Unidos desde el ocurrido el 11 de septiembre de 2001 por el número de víctimas. Y sucede mezclando tres de los temas más sensibles que enfrentan a la sociedad norteamericana: derechos para la comunidad LGBT, control de armas y terrorismo. Todo ello en medio de las campañas hacia la elección presidencial de noviembre.
Es justo en estos momentos en los que la sociedad puede ver claramente si a quien va a elegir para ser el próximo mandatario puede o no con la responsabilidad. Es ahora cuando los estadunidenses pueden decidir si quieren que sea Donald Trump el que tenga acceso a la fuerza, las armas y códigos nucleares y la estrategia -además de ser el comandante supremo del ejército más poderoso de la tierra- o prefieren que ese puesto lo ocupe Hillary Clinton.



Con Obama y Hillary como secretaria de Estado, fue abatido y asesinado Osama bin Laden. Con George W. Bush, por el contrario, comenzó la incursión en Oriente Medio, que fue parte de lo que llevó al surgimiento del Estado Islámico.
¿Cómo reaccionó cada uno a la masacre de Orlando? Vimos a una candidata que habló con templanza y otro que rugió con fuerza.
Hillary esperó a que saliera el presidente Obama a pronunciarse antes de fijar una postura sobre lo ocurrido la madrugada del domingo. Donald Trump no esperó y estuvo muy activo, sobre todo a través de las redes sociales.
En Twitter escribió que lo ocurrido en Orlando era sólo el principio y que se debía al liderazgo débil e ineficiente. Pidió mano dura. Ese tuit logró, en menos de 24 horas, casi 23 mil retwitts y 56 “likes”.
Vimos a un Trump que respondió de inmediato con ataques políticos y autofelicitaciones por haber estado en lo correcto respecto al fundamentalismo islámico. Lo normal en un Trump que, tras los atentados de París, declaró que: “Cuando hay una tragedia, todo lo mío se va para arriba: mis números se van al cielo porque no hay fortaleza en este país. Tenemos políticos tristes y débiles...”.
Y lo mismo reaccionó tras la matanza de San Bernardino, California, cuando pronunció su ya famoso discurso en el que dijo que él va a prohibirle la entrada a EU a TODOS los musulmanes.
Hillary Clinton, por el contrario, habló de mesura. Y se refirió a la necesidad de endurecer la venta de armas en EU, sobre todo cuestionando para qué se permite la compra de armas largas como el AR-15 que utilizó Omar Mateen, el asesino de Orlando, en el bar Pulse en el que murieron 49 personas, además de él.
Aunado a ello, Clinton condenó que el ataque ocurriera en el momento y lugar en que se llevó a cabo. En un bar gay en el mes de junio que en EU es dedicado al Orgullo LGBT. Hizo, al igual que Barack Obama, un llamado a responder con unidad y sin rencores ni más violencia a la violencia.
¿Cómo afectará lo ocurrido en Orlando y las reacciones de ambos precandidatos en la campaña presidencial? ¿Quién saldrá golpeado y quién fortalecido?
La respuesta está en el grado de hartazgo y enojo de la sociedad estadunidense que, es claro, se encuentra polarizada. Si impera el enojo, el apoyo se irá con Trump, que señala la debilidad de las autoridades como las responsables de que ocurran estas matanzas y de que se permita que radicales islámicos estén en territorio norteamericano —no importando que Mateen nació en Nueva York.
Adiós a ser políticamente correctos, pidió Trump el domingo y reafirmó en su discurso de Manchester ayer. Mano dura; mano firme, es lo que ofreció entre los tuits que estuvo publicando, olvidando que Obama y Hillary han sido mucho más exitosos en combatir el radicalismo islámico de lo que fue George W. Bush.
Con Obama y Hillary como secretaria de Estado, fue abatido y asesinado Osama bin Laden. Con George W. Bush, por el contrario, comenzó la incursión en Oriente Medio, que fue parte de lo que llevó al surgimiento del Estado Islámico.
Si impera la mesura y el apoyo a políticas responsables, la sociedad estadunidense volteará a ver a Clinton.

Orlando y las elecciones estadounidenses

Ana Paula Ordorica
 
Ana Paula Ordorica es analista político, conduce el programa Frente al País, junto con el periodista Pablo Hiriart, que se transmite todos los días por Grupo Imagen en más de 70 radiodifusoras de México y 20 estaciones en el sur de los Estados Unidos. Adicionalmente es titular del programa Paralelo 23 en ForoTV, Televisa. Es analista habitual de Excelsior, Nexos y Foreign Affairs Latinoamérica, entre otros medios. Es licenciada en Relaciones Internacionales del ITAM, con estudios de Maestría en Historia en la Universidad Iberoamericana.
Ha sido el peor atentado terrorista en Estados Unidos desde el ocurrido el 11 de septiembre de 2001 por el número de víctimas. Y sucede mezclando tres de los temas más sensibles que enfrentan a la sociedad norteamericana: derechos para la comunidad LGBT, control de armas y terrorismo. Todo ello en medio de las campañas hacia la elección presidencial de noviembre.
Es justo en estos momentos en los que la sociedad puede ver claramente si a quien va a elegir para ser el próximo mandatario puede o no con la responsabilidad. Es ahora cuando los estadunidenses pueden decidir si quieren que sea Donald Trump el que tenga acceso a la fuerza, las armas y códigos nucleares y la estrategia -además de ser el comandante supremo del ejército más poderoso de la tierra- o prefieren que ese puesto lo ocupe Hillary Clinton.