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Saturday, October 1, 2016

Simón Peres: El último gigante

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Ha fallecido Simón Peres, el último miembro de una generación de gigantes, pionera y excepcional que fundó el Estado de Israel –”uno de los acontecimientos más extraordinarios de la historia”, según relató Josep Pla–. Peres no sólo fue fundador, también fue protagonista de los hechos y diseñador de las políticas que han formado el Israel que hoy conocemos; y es que Peres ha estado detrás de los cambios e iniciativas más importantes del Estado judío.



Su muerte marca el fin de una época fascinante y dramática; parafraseando a Chateaubriand, con la muerte de Peres “acaba y empieza un mundo”, termina un ciclo y comienza la madurez de una nación que nunca ha olvidado su espíritu pionero y autosuficiente, que se resiste a abandonar. Peres llegó a Israel a mediados de la década de los 30, cuando la cristalización del Estado estaba lejos, y se va dejando, en resumidas cuentas, un país libre, consolidado y próspero, ejemplo mundial en áreas como la alta tecnología, la independencia judicial o la libertad sexual.
Sin haber ganado nunca unas elecciones, Simón Peres lo fue todo en la política israelí: primer ministro, ministro de Defensa, ministro de Exteriores, ministro de Información y, finalmente, un buen presidente. Fue muy criticado dentro de Israel como político activo, pero muy venerado en su etapa presidencial, en la que, con una agenda maratoniana, mejoró la imagen del país en el mundo. Tal como relata Ben Caspit en Al Monitor:
En los ’80, Peres fue el político más odiado de Israel, pero después de ser elegido presidente se convirtió en la figura más popular del país. Era un hombre de reputación internacional, una marca global, y fue visto como un profeta de nuestros tiempos. Habló de la nanotecnología cuando nadie había oído hablar de ello y concibió una gran parte de las ideas innovadoras que convirtieron a Israel en lo que es hoy en día.
En este sentido, ha sido indudablemente el líder israelí más respetado y prestigioso en el plano internacional. Entre otras condecoraciones, recibió la Medalla Presidencial de la Libertad –de manos de Obama– y el Premio Nobel de la Paz, con Isaac Rabin y Yaser Arafat, por los Acuerdos de Oslo, de los que fue el principal artífice –junto a Yosi Beilin–.
Nació en Wizniew, Polonia (hoy Bielorrusia) en 1923 como Simon Perski y emigró a Tel Aviv en 1934 junto a su madre y su hermano. La mayoría de su familia fue asesinada en el Holocausto, y su prima más célebre fue Betty Joan Perski, conocida en el mundo entero como Lauren Bacall.
Como protegido del mismísimo Ben Gurión, en sus inicios se le consideró un halcón. Posteriormente evolucionó y apostó por la paz. Al final de sus días como político en activo abandonó la que fue su casa durante toda su carrera, el Partido Laborista, adoptó la teoría del unilateralismo con los palestinos y creó junto a Ariel Sharón el partido Kadima, que llegó a gobernar el país bajo la tutela de Ehud Olmert y ahora es una formación casi extinta.
Su hoja de servicios a Israel es incuestionable. Estuvo detrás de la creación de la industria militar israelí, capitaneó el proceso secreto y clandestino que llevó al desarrollo de la bomba atómica; como ministro de Defensa, apostó por rescatar a los rehenes en Entebbe en contra del criterio de Isaac Rabin (entonces primer ministro y su rival político dentro del Partido Laborista), y en 1985, como primer ministro, diseñó un plan de estabilización –junto a Stanley Fischer, George Shultz y Herbert Stein– que es el germen del éxito tecnológico y económico del que disfruta Israel actualmente. Pese a ello, los israelíes no le eligieron en 1988 y, en plena Primera Intifada, prefirieron a Isaac Shamir. Ciertamente, sin el empeño y el trabajo de Peres durante todas estas décadas, Israel sería diferente y, muy probablemente, un país peor.
Su biografía es un reflejo perfecto de la historia de Israel en los últimos ochenta años. Peres, por otro lado, fue miembro de una élite que gobernó el país y que ahora está en retroceso: la de los ashekanzíes (judíos provenientes de Europa central y oriental) de izquierdas.
Peres supo soñar y marcar la diferencia; como él solía decir: “Si estás entre dos opciones, piensa siempre en una tercera que no se le haya ocurrido a nadie”. Ben Gurión le tenía en alta estima por dos cosas: nunca pedía nada para sí mismo y nunca calumniaba a nadie.
Es imposible entender Israel sin Simón Peres. Ha sido uno de los arquitectos del Estado del cual dijo en 2012: ha “superado todos nuestros sueños”. Sirvió al país durante toda su vida, jamás pensó en la jubilación o en el retiro y siempre mantuvo su actitud inconformista, de la que siempre hizo gala:
¡La mayor contribución de los judíos a la historia es la insatisfacción! Somos una nación nacida para estar insatisfecha. Todo lo que existe creemos que se puede cambiar para mejor.
Con la muerte de Peres se cierra una página legendaria de la historia que él mismo escribió.

Simón Peres: El último gigante

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Ha fallecido Simón Peres, el último miembro de una generación de gigantes, pionera y excepcional que fundó el Estado de Israel –”uno de los acontecimientos más extraordinarios de la historia”, según relató Josep Pla–. Peres no sólo fue fundador, también fue protagonista de los hechos y diseñador de las políticas que han formado el Israel que hoy conocemos; y es que Peres ha estado detrás de los cambios e iniciativas más importantes del Estado judío.


Tuesday, August 30, 2016

¿ALGUNA DUDA? DONALD TRUMP HACE CAMPAÑA DIRECTAMENTE EN ISRAEL

¿ALGUNA DUDA? DONALD TRUMP HACE CAMPAÑA DIRECTAMENTE EN ISRAEL

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Según sostiene Ian Greenhalgh, en un artículo para la web Veterans Today, por primera vez en la historia, un candidato de Estados Unidos realiza campaña electoral en Israel, con la esperanza de que los republicanos que viven allí, voten por Donald Trump.
Según Greenhalgh este hecho acaba de una vez por todas con las dudas sobre quién está apoyando a Donald Trump.

Greenhalg lleva meses denunciando que Trump es “el candidato sionista”, algo que sería confirmado por el hecho de que Sheldon Adelson le financia…y que queda ratificado por el hecho de que se haga campaña por Trump directamente en territorio israelí.



Sheldon Adelson
Sheldon Adelson
Ian Greenhald, un anti-sionista declarado, afirma que “la doble nacionalidad israelí-norteamericana es una farsa”, y sostiene que “los ciudadanos estadounidenses-israelíes siempre han demostrado ser leales solo a Israel”.
Según informa el medio israelí Arutz Sheva:
Donald Trump abre campaña en Israel
La campaña Donald Trump lanzó una campaña sobre el terreno en Israel, con el objetivo de conseguir que los ciudadanos de Estados Unidos que viven en Israel, voten por el candidato republicano.
Marc Zell, Presidente de los republicanos en Israel, que encabeza la campaña, dijo: “Hay entre 300.000 y 400.000 votos potenciales en Israel, y muchos de ellos son procedentes de estados claves como Ohio, Pennsylvania y Florida. Estos son estados con grandes poblaciones judías. Estimamos que podrían haber entre 10 y 12 mil votos de Florida solamente aquí”.
En declaraciones a los votantes potenciales, Zell contó cómo en 2000, George Bush venció a Al Gore, gracias a unos pocos cientos de votos en Florida. “1.500 votos para Bush vinieron de Israel durante esa elección. Así que si no hubieran votado, Bush no hubiera sido presidente. Su voto realmente cuenta”.

Los activistas de la campaña pro-Trump, centran sus esfuerzos en los centros comerciales israelíes, en zonas con altas concentraciones de ciudadanos norteamericanos, repartiendo gorras, pegatinas y botones.
La campaña de Trump en Israel hace hincapié en el apoyo que Trump ha mostrado públicamente a Israel y juega con la frustración que la administración Obama ha provocado entre los ciudadanos estadounidense-israelíes, especialmente tras el acuerdo nuclear con Irán.
Al respecto, la campaña de Trump en Israel ha lanzado un nuevo logotipo con el lema “Trump: el interés de Israel”, en hebreo.

Por si a alguien le queda alguna duda de los vínculos estrechos y evidentes de Trump con los intereses israelíes, solo queremos recordarles que la mayor parte del negocio que se derivará de la construcción del muro de Trump con México, irá a parar directamente, a empresas israelíes.
Resulta patético ver como bastante de esa gente que tan enconadamente odia todo aquello que “huela” a israelí o a judío, se vuelcan en apoyar a Donald Trump creyendo que él va a oponerse a la “malvadísima conspiración sionista” (entre ellos, el mismísimo partido nazi norteamericano y el Klu Klux Klan)…bueno, pues que vayan abriendo los ojos a la realidad…

¿ALGUNA DUDA? DONALD TRUMP HACE CAMPAÑA DIRECTAMENTE EN ISRAEL

¿ALGUNA DUDA? DONALD TRUMP HACE CAMPAÑA DIRECTAMENTE EN ISRAEL

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Según sostiene Ian Greenhalgh, en un artículo para la web Veterans Today, por primera vez en la historia, un candidato de Estados Unidos realiza campaña electoral en Israel, con la esperanza de que los republicanos que viven allí, voten por Donald Trump.
Según Greenhalgh este hecho acaba de una vez por todas con las dudas sobre quién está apoyando a Donald Trump.

Greenhalg lleva meses denunciando que Trump es “el candidato sionista”, algo que sería confirmado por el hecho de que Sheldon Adelson le financia…y que queda ratificado por el hecho de que se haga campaña por Trump directamente en territorio israelí.


Thursday, August 4, 2016

El odio a Israel

El odio a Israel

Sunday, July 24, 2016

Nación de emprendimientos: Las reformas de mercado de Israel

Daniel J. Mitchell sostiene que "no tengo dudas de que hubo una fuerte respuesta de la Curva de Laffer en Israel. Dicho de manera simple, reducir la tasa tributaria máxima sobre el ingreso personal en 20 puntos de porcentaje crea un ambiente mucho más amigable a la inversión y al emprendimiento".

Daniel J. Mitchell es Académico Distinguido del Cato Institute.
Como soy fan de la Curva de Laffer, siempre me interesan los ejemplos de la vida real mostrando los buenos resultados que se dan cuando los gobiernos reducen las tasas tributarias marginales sobre la actividad productiva.
De igual forma me interesan los resultados del mundo real de cuando los gobiernos se equivocan y aumentan la carga tributaria sobre el trabajo, el ahorro, la inversión y los emprendimientos (y, tristemente, estos ejemplos son más comunes).
Mi objetivo, ciertamente, no es maximizar la recaudación para los políticos. En cambio, prefiero apuntar al punto que maximiza el crecimiento en la Curva de Laffer.



De cualquier forma, mi modesta esperanza es que los políticos aprenderán que las tasas impositivas más altas conducen a un menor ingreso imponible. Si el ingreso imponible cae mucho o poco, obviamente depende de las circunstancias específicas. Pero en cualquiera de los dos casos, quiero que los legisladores comprendan que hay efectos económicos negativos.
Escribiendo para Forbes, Jeremy Scott de Tax Notes analiza las políticas que afectan la oferta de Benjamin Netanyahu. “Netanyahu...argumentó que la Curva de Laffer funciona, y que sus recortes de impuestos de 2003 habían transformado a Israel en una economía de mercado y un motor del crecimiento...Logró aprobar reformas controversiales...La tasa máxima para el impuesto individual fue reducida de 64 por ciento a 44 por ciento, mientras que los impuestos corporativos fueron reducidos de 36 por ciento a 18 por ciento".
“...Netanyahu considera que estas reformas hicieron posible el boom de alta tecnología que ha vivido Israel durante los últimos años...las recaudaciones tributarias si aumentaron después de los recortes de Netanyahu. De hecho, estas fueron marcadamente más altas en 2007 qeu en 2003, antes de caer por varios años debido a la recesión global...Sus recortes de impuestos si se financiaron así mismos. Y él transformó Israel en algo más parecido a una economía de mercado...De hecho, el primer ministro recientemente anunció planes de reducir todavía más los impuestos, esta vez aquellos al valor agregados y corporativos”.
Impresionante. Aunque tengo que decir que recaudaciones que crecen no implican necesariamente que los recortes de impuestos fueron completamente auto-financiados. Para responder a esa pregunta, usted tiene que saber qué hubiera pasado en ausencia del recorte de impuestos. Y como esa información nunca estará disponible, todo lo que podemos hacer es especular.
Dicho esto, no tengo dudas de que hubo una fuerte respuesta de la Curva de Laffer en Israel. Dicho de manera simple, reducir la tasa tributaria máxima sobre el ingreso personal en 20 puntos de porcentaje crea un ambiente mucho más amigable a la inversión y al emprendimiento.
Reducir la tasa del impuesto corporativo a la mitad también es una receta comprobada para mejorar la inversión y la creación de empleos.
También me impresiona que ha habido algo de progreso por el lado del gasto en las finanzas públicas.
“Netanyahu explicó que el sector público se había vuelto un hombre obeso cargado sobre la espalda de un hombre flaco. Si Israel iba a triunfar, tendría que revertir estos papeles. El sector privado necesitaría convertirse en el hombre gordo, algo que sería posible únicamente con recortes de impuestos y una reducción del gasto público...El gasto público se congeló durante tres años”.
El artículo no especifica los años durante los cuales el gasto fue congelado, pero los datos del FMI muestran un congelamiento de facto del gasto entre 2002 y 2005. Los mismos datos, junto con datos de la OCDE, muestran que la carga del gasto público ha caído en alrededor de 10 puntos porcentuales del PIB desde aquel periodo de gasto limitado a principios de la última década.
Aquí está la imagen ampliada del índice de Libertad Económica del Instituto Fraser. Como puede derivar de los datos de Israel, la nación se movió dramáticamente en la dirección correcta luego de 1980. También hay una mejora marcada durante los últimos años.

Como no soy un experto en la política económica israelita, no conozco hasta qué grado Netanyahu merece crédito, pero es bueno ver un país que realmente se está moviendo en la dirección correcta.
Concluyamos tratando dos puntos más. Primero, había un fragmento en el artículo de la revista Forbes que no me agradó del todo. El Sr. Scott dice que los recortes de Netanyahu funcionaron y que los de Ronald Reagan no. “Netanyahu puede que haya triunfado donde Reagan fracasó”.
Creo que está totalmente equivocado. Mientras que es posible que los recortes de impuestos en Israel tienen un efecto mayor de Curva de Laffer que los recortes en EE.UU., los datos del Servicio de Rentas Internas (IRS, por sus siglas en inglés) claramente muestran que las tasas más bajas de Reagan condujeron a más ingresos para los ricos. Segundo, EE.UU. había reducido la ayuda económica a Israel durante la última década. Sospecho que esa medida ayudó a fomentar una mejor política económica dado que los legisladores israelitas sabían que los contribuyentes estadounidenses ya no subsidiarían al estatismo. Puede ser que ahí haya otra lección para otras naciones.

Nación de emprendimientos: Las reformas de mercado de Israel

Daniel J. Mitchell sostiene que "no tengo dudas de que hubo una fuerte respuesta de la Curva de Laffer en Israel. Dicho de manera simple, reducir la tasa tributaria máxima sobre el ingreso personal en 20 puntos de porcentaje crea un ambiente mucho más amigable a la inversión y al emprendimiento".

Daniel J. Mitchell es Académico Distinguido del Cato Institute.
Como soy fan de la Curva de Laffer, siempre me interesan los ejemplos de la vida real mostrando los buenos resultados que se dan cuando los gobiernos reducen las tasas tributarias marginales sobre la actividad productiva.
De igual forma me interesan los resultados del mundo real de cuando los gobiernos se equivocan y aumentan la carga tributaria sobre el trabajo, el ahorro, la inversión y los emprendimientos (y, tristemente, estos ejemplos son más comunes).
Mi objetivo, ciertamente, no es maximizar la recaudación para los políticos. En cambio, prefiero apuntar al punto que maximiza el crecimiento en la Curva de Laffer.


Monday, June 27, 2016

Los justos de Israel

Los justos de Israel

Los justos de IsraelPor Mario Vargas Llosa
El País, Madrid
Yehuda Shaul tiene 33 años pero parece de 50. Ha vivido y vive con tanta intensidad que devora los años, como los maratonistas los kilómetros. Nació en Jerusalén, en una familia muy religiosa y es uno de 10 hermanos. Cuando lo conocí, hace 11 años, todavía llevaba la kipá. Era un joven patriota, que debió destacar en el Ejército mientras hacía el servicio militar, pues, al cumplir los tres años obligatorios, el Tsahal le propuso seguir un curso de comandos y estuvo un año más en filas, como sargento. Al retornar a la vida civil, igual que muchos jóvenes israelíes, viajó a la India, a aclarar sus ideas. Allí reflexionó y pensó que sus compatriotas ignoraban las cosas feas que hacía el Ejército en los territorios ocupados y que su obligación moral era hacérselo saber.
Para ello, Yehuda y un fotógrafo, Miki Kratsman, fundaron el 1 de marzo de 2004 Breaking the Silence (Rompiendo el silencio), una organización que se dedica a recoger testimonios de exsoldados y soldados (cuyas identidades mantienen en secreto). En exposiciones y publicaciones destinadas a informar al público, en Israel y en el extranjero, exhiben la verdad de lo que ocurre en todos los territorios palestinos que fueron ocupados luego de la guerra de 1967. (El próximo año se cumplirá medio siglo de la ocupación). Textos y vídeos pasan, antes de ser expuestos, por la censura militar, pues Yehuda y su medio centenar de colaboradores no quieren violar la ley. Los testimonios recogidos superan el millar.


Hasta hace relativamente poco tiempo, gracias a la democracia que reinaba en el país para los ciudadanos israelíes, Breaking the Silence podía operar sin problemas, aunque fuera muy criticada por los sectores nacionalistas y religiosos. Pero, desde que entró en funciones el Gobierno actual —el más reaccionario y ultra de la historia de Israel— se ha desatado una campaña durísima contra los dirigentes de la institución, acusándolos de traidores y pidiendo que sean puestos fuera de la ley, en el Parlamento, por boca de ministros y líderes políticos y en la prensa. Y abundan los insultos y amenazas en las redes sociales contra sus fundadores. Yehuda Shaul no se siente intimidado y no piensa hacer ninguna concesión. Dice ser un patriota y un sionista y estar empeñado en lo que hace no por razones políticas sino morales.
Hay en la milenaria historia judía una tradición que nunca se interrumpió: la de los justos. Esos hombres y mujeres que, de tanto en tanto, surgen en los momentos de transición o de crisis, y hacen oír su voz, enfrentados a la corriente, indiferentes a la impopularidad y a los peligros que corren actuando de ese modo, para exponer una verdad o defender una causa que la mayoría, cegada por la propaganda, la pasión o la ignorancia, se niega a aceptar. Yehuda Shaul es uno de ellos, en nuestros días. Y, por fortuna, no es el único.
Allí está todavía, impertérrita, la periodista Amira Hass, que se fue a vivir a Gaza para padecer en carne propia las miserias de los palestinos y documentarlas día a día en sus crónicas de Haaretz. A ella le debo haber pasado, hace unos años, en la asfixiante y atestada ratonera que es la Franja, una noche inolvidable en casa de una pareja de palestinos dedicada a la acción social. Y su colega Gideon Levy, incansable escribidor, a quien encuentro, luego de un buen tiempo, siempre batallando por la justicia con la pluma en la mano, aunque con el ánimo menos enhiesto que antaño porque a su alrededor se encoge cada día más el número de los defensores de la racionalidad, de la convivencia y de la paz y crecen sin tregua los fanáticos de las verdades únicas y del Gran Israel que tendría, nada menos, que el respaldo de Dios.
Pero en este viaje he conocido otros, no menos limpios y valientes. Como Hanna Barag, que, a las cinco de la madrugada, en el cruce de Qalandiya, lleno de rejas, cámaras y soldados, me fue mostrando la agonía de los trabajadores palestinos que, pese a tener permiso y trabajo en Jerusalén, deben esperar horas de horas antes de poder entrar a ganarse el sustento. Hanna y un grupo de mujeres israelíes se apostan cada madrugada, ante esas alambradas, para denunciar las demoras injustificadas y protestar por los abusos que se cometen. “Tratamos de llegar hasta los jefes”, me dice, señalando a los soldados, “porque estos ni siquiera nos escuchan”. Es una anciana menudita y llena de arrugas pero en sus ojos claros brillan una luz y una decencia cegadoras.
Y también es un justo, aunque ni siquiera lo sospeche, el joven Max Schindler, a quien conozco en Susiya, una aldea miserable de las montañas del sur de Hebrón; es muy tímido y tengo que sacarle con sacacorchos que me diga qué hace aquí, rodeado de niños famélicos, en este lugar fuera del mundo al que los colonos de la vecindad vienen a cortarle los árboles y a destruir sus cosechas, y a veces a apalear a los vecinos, y sobre cuyas escasas viviendas pesa una orden de demolición. Es un voluntario, que se ha venido a vivir a Susiya —a sobrevivir más bien— por unos meses y dedica su tiempo a enseñar a los aldeanos el inglés. “Quisiera que sepan que hay otro Israel”, me dice, señalando a los aldeanos.
Sí, lo hay, el de los justos, muchos, aunque no sean tantos como para ganar las elecciones. La verdad es que, desde hace años, las pierden, una tras otra. Pero no se dejan abatir por esas derrotas. Son médicos y abogados que van a trabajar a las poblaciones medio abandonadas y a defender en los tribunales a las víctimas de los abusos, o periodistas, o activistas de los derechos humanos que registran los atropellos y los crímenes y los sacan a la luz pública. Hay una asociación de fotógrafos por ejemplo, conformada por muchachas y muchachos muy jóvenes, que eternizan en imágenes todos los horrores de la ocupación. Me siguen a donde voy y no les importa caminar entre basuras malolientes y abrasarse de calor en el desierto, si pueden documentar con imágenes todo aquello que el Israel oficial oculta, y la gente bien pensante no quiere conocer. Pero, aunque la prensa oficial no publique sus fotos, ellos las exhiben en pequeñas galerías, en paneles callejeros, en publicaciones semiclandestinas. ¿Cuántos son? Miles, pero no lo bastantes para rectificar ese movimiento de opinión pública que va empujando cada vez más a Israel hacia la intransigencia, como si el ser la primera potencia militar del Oriente Próximo —y, al parecer, la sexta del mundo— fuera la mejor garantía de su seguridad.
Ellos saben que no es así, que, por el contrario, convertirse en un país colonial, que no escucha, que no quiere negociar ni hacer concesiones, que sólo cree en la fuerza, ha hecho que Israel pierda la aureola prestigiosa y honorable que tenía, y que el número de sus adversarios y sus críticos, en vez de disminuir, aumente cada día.
Dos días antes de partir, ceno con otros dos justos: Amos Oz y David Grossman. Son magníficos escritores, viejos amigos y, ambos, incansables defensores del diálogo y la paz con los palestinos. Los tiempos que enfrentan son difíciles, pero ellos no se dejan abatir. Bromean, discuten, cuentan anécdotas. Dicen que, hechas las sumas y las restas, ninguno podría vivir fuera de Israel. Gideon Levy y Yehuda Shaul, que están presentes, se declaran de acuerdo. Vaya, menos mal, en todos los días que llevo aquí es la primera vez que un grupo de israelíes se pone totalmente de acuerdo en algo.

Los justos de Israel

Los justos de Israel

Los justos de IsraelPor Mario Vargas Llosa
El País, Madrid
Yehuda Shaul tiene 33 años pero parece de 50. Ha vivido y vive con tanta intensidad que devora los años, como los maratonistas los kilómetros. Nació en Jerusalén, en una familia muy religiosa y es uno de 10 hermanos. Cuando lo conocí, hace 11 años, todavía llevaba la kipá. Era un joven patriota, que debió destacar en el Ejército mientras hacía el servicio militar, pues, al cumplir los tres años obligatorios, el Tsahal le propuso seguir un curso de comandos y estuvo un año más en filas, como sargento. Al retornar a la vida civil, igual que muchos jóvenes israelíes, viajó a la India, a aclarar sus ideas. Allí reflexionó y pensó que sus compatriotas ignoraban las cosas feas que hacía el Ejército en los territorios ocupados y que su obligación moral era hacérselo saber.
Para ello, Yehuda y un fotógrafo, Miki Kratsman, fundaron el 1 de marzo de 2004 Breaking the Silence (Rompiendo el silencio), una organización que se dedica a recoger testimonios de exsoldados y soldados (cuyas identidades mantienen en secreto). En exposiciones y publicaciones destinadas a informar al público, en Israel y en el extranjero, exhiben la verdad de lo que ocurre en todos los territorios palestinos que fueron ocupados luego de la guerra de 1967. (El próximo año se cumplirá medio siglo de la ocupación). Textos y vídeos pasan, antes de ser expuestos, por la censura militar, pues Yehuda y su medio centenar de colaboradores no quieren violar la ley. Los testimonios recogidos superan el millar.