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Tuesday, December 13, 2016

Fin del libre comercio mundial





“DURANTE LOS ÚLTIMOS VEINTE AÑOS HEMOS SIDO TESTIGOS DE UNA TRANSFORMACIÓN A NIVEL MUNDIAL QUE ALGUIEN HA CARACTERIZADO DE PROPORCIONES BÍBLICAS, SIN EMBARGO, HEMOS VISTO TAMBIÉN "LA CREATIVA DESTRUCCIÓN DE LOS MERCADOS" CUANDO NO RESPETAN EL MANDO DE LA LIBERTAD.”



"El reto de los gobiernos ante los mercados es no solo la seguridad de los derechos de propiedad, el cumplimiento de los contratos y mantener el orden civil. Sino manejar su creativa destrucción para que el capitalismo no sea destruido por razones políticas."

                            Joseph Shumpeter

RICARDO VALENZUELA Noviembre 2008
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Durante los últimos veinte años hemos sido testigos de una transformación a nivel mundial que alguien ha caracterizado de proporciones bíblicas. Hemos visto ciudadanos hartos, oprimidos y humillados el derribar muros y fronteras que por décadas habían atentado contra la dignidad y la libertad de los seres humanos. Hemos visto caer dictaduras, la ejecución de tiranos. Pero sobre todo, hemos visto el desarrollarse una nueva era económica caracterizada por la cibernética, la liberación de las economías y el eje de esta transformación, la liberación del comercio mundial.

Hemos visto también "la creativa destrucción de los mercados" cuando no respetan el mando de la libertad.


México durante los últimos cien años, ha sido víctima de una serie de mediadas gubernamentales que de una forma cruel han retrasado su desarrollo y participación en la economía mundial, pero sobre todo, han condenado a nuestros ciudadanos a vivir en una miseria que cada día se manifiesta con más intensidad, en todas las regiones del país, en todos los segmentos, en todas las clases sociales, a excepción de los "mexicanos favorecidos de los Dioses," que en estos momentos se desviven en sus esfuerzos para mantener el status quo que ha privado durante toda nuestra historia.

México en la lista de economías liberadas, continúa ocupando el lugar #68 a nivel mundial.

Nuestro país ha estado sujeto a la furia revolucionaria del estatismo, el mercantilismo, populismo, el proteccionismo, nacionalismo revolucionario, el agrarismo, sindicalismo etc., que lo han estancado y han hecho que el siglo que está por fenecer, se le considere como el siglo perdido para los mexicanos. El Estado para poder ejecutar los mandatos de nuestros revolucionarios líderes, ha tenido que dar vida a una serie de abortos burocráticos que solo se han convertido en una cueva de corrupción y complicidad, y sobre todo, refugio de nuestros "tocólogos." Esta forma de manejo del gobierno mexicano ha dado vida a una especialidad profesional, el lidiar con las dependencias gubernamentales. Hay infinidad grandes empresas en México con sus divisiones de "negocios oficiales."

Para los mexicanos que hemos nacido y vivido en la región fronteriza con los EU, una de las experiencias más dramáticas ha sido el ver en acción uno de estos abortos revolucionarios; "la gloriosa aduana mexicana." Desde que yo tengo uso de razón, tengo también memorias de los viajes a la frontera de Nogales para adquirir una serie de artículos de mucha mejor calidad, y obviamente a mejores precios de los regidos en México. Tengo también los recuerdos desde mi abuelo preparándose para el enfrentamiento con esa corrupta dependencia. En los años 60s entre las ciudades de Hermosillo y Nogales, se localizaban cuatro puntos de revisión aduanal. Mi abuelo solía poner un billete de 100 pesos en cada uno de los bolsillos de su pantalón---delanteros y traseros----para ese emocionante enfrentamiento en el que siempre lograba su propósito---pasar con todo.

Años después, ya como estudiante de la facultad de economía y administración del Tecnológico de Monterrey, en una ocasión discutíamos comercio internacional. Con cierto desprecio los estudiantes de los estados fronterizos tocamos el tema del contrabando. El gran maestro Gergio Berni al darse cuenta de tal actitud súbitamente afirma: "el contrabando es simplemente una respuesta del mercado a las regulaciones estúpidas de los gobiernos." "¿Que tiene de amoral o falto de ética el simplemente querer productos de mejor calidad y a mejor precio que los ofertados en nuestro país?" La competencia es la que hace que las industrias de los países se hagan eficientes y productivas. Por otra parte, el proteccionismo es lo que hace a esas mismas empresas miopes, conformistas, holgazanas, pero lo más importante, perjudica seriamente al consumidor al no permitirle acceso a esos mejores productos y más baratos.

Hace algunos años en una plática con el maestro Al Laffer, le pedí me describiera el concepto que él tenía del libre comercio y sobre todo sus bondades. El maestro pensó por unos instantes y me dice: "Te lo voy a explicar con un ejemplo. Imagina que Japón inventa una medicina para curar el cáncer. Desaparece el cáncer de Japón. De inmediato los japoneses inician la venta de su nuevo medicamento en los EU, desaparece el cáncer de este país. Los americanos inventamos una vacuna para prevenir los ataques del corazón y desaparecen los ataques cardiacos del panorama americano. Nos disponemos a iniciar la venta de nuestra milagrosa vacuna en Japón, cuando se nos notifica que las autoridades japonesas no nos permitirán el comercializar nuestro producto en su país. ¿Que vamos hacer? ¿Suspender las ventas del medicamento japonés en los EU como medida de contraataque? Por supuesto que no, si los japoneses se quieren morir de ataques del corazón, su problema."

"Mientras los japoneses nos invadan con productos de mejor calidad y más baratos que los nuestros, Bienvenidos. Si ellos no quieren comprar nuestros productos de mejor calidad y más baratos que los que ellos producen, problema de ellos. Seguirán siendo un país rico con ciudadanos que viven como pobres."

Por supuesto que en este escenario habría que considerar la respuesta del mercado; de inmediato se iniciaría una serie de acciones tendientes a resolver el problema de salud de los japoneses ej.; una serie de viajes de ciudadanos japoneses a los EU con el propósito de adquirir la mágica medicina. Una serie de viajes de ciudadanos americanos a Japón con el propósito de llevar en algún recóndito rincón de su equipaje, el elixir de la vida para comercializarlo en aquel país con una módica ganancia. Una serie de centros de salud en las islas cercanas a Japón para tratamientos especiales. En tanto los sufridos ciudadanos japoneses estarían pagando el doble por su medicamento.

Nuestros sabios burócratas tienen que entender que, mientras en los EU se pueda conseguir productos más baratos y de mejor calidad de los que hay en México, pueden erigir una valla como la que los responsables de emigración de los EU han construido para detener el flujo de trabajadores mexicanos, podrán acampar todas las tropas del ejército mexicano en la frontera, inclusive traerse la guerrilla de Chiapas a la frontera, el mercado siempre encontrará una salida.

Señores sabios de la política, por más agentes aduanales de los de Paco Calderón que habiliten, el mercado siempre encontrará la salida. Sin embargo, todo este concepto de ganar-ganar que representa el comercio mundial, estará en un grave peligro ante la posible presidencia de Obama en los EU quien pretende regresar el mundo al mercantilismo de los años 70.

Fin del libre comercio mundial





“DURANTE LOS ÚLTIMOS VEINTE AÑOS HEMOS SIDO TESTIGOS DE UNA TRANSFORMACIÓN A NIVEL MUNDIAL QUE ALGUIEN HA CARACTERIZADO DE PROPORCIONES BÍBLICAS, SIN EMBARGO, HEMOS VISTO TAMBIÉN "LA CREATIVA DESTRUCCIÓN DE LOS MERCADOS" CUANDO NO RESPETAN EL MANDO DE LA LIBERTAD.”



"El reto de los gobiernos ante los mercados es no solo la seguridad de los derechos de propiedad, el cumplimiento de los contratos y mantener el orden civil. Sino manejar su creativa destrucción para que el capitalismo no sea destruido por razones políticas."

                            Joseph Shumpeter

RICARDO VALENZUELA Noviembre 2008
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Durante los últimos veinte años hemos sido testigos de una transformación a nivel mundial que alguien ha caracterizado de proporciones bíblicas. Hemos visto ciudadanos hartos, oprimidos y humillados el derribar muros y fronteras que por décadas habían atentado contra la dignidad y la libertad de los seres humanos. Hemos visto caer dictaduras, la ejecución de tiranos. Pero sobre todo, hemos visto el desarrollarse una nueva era económica caracterizada por la cibernética, la liberación de las economías y el eje de esta transformación, la liberación del comercio mundial.

Hemos visto también "la creativa destrucción de los mercados" cuando no respetan el mando de la libertad.

Tuesday, December 6, 2016

¿Fin del libre comercio internacional?



“SI NO HEMOS ENTENDIDO QUE EL LIBRE COMERCIO NO ES PRO-TRABAJADORES, PRO-EMPRESARIOS, SINO PRO- CONSUMIDORES, ESTAREMOS REGRESANDO A LA ERA DE LA OSCURIDAD QUE ABATIÓ AL MUNDO EL PRIMER MILENIO.”


RICARDO VALENZUELA
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“Lo único más grande que lo infinito del universo es la estupidez humana,” afirmaba la mente más brillante que el mundo haya conocido: Albert Einstein.

Frente a la debacle del Imperio Romano, la humanidad iniciaba una caída hacia un abismo de barbarie, guerra, hambruna definiendo esa época de la historia como la “era de la oscuridad.” A finales del primer milenio se logró dar por terminada esa barbarie cuando, proclamado por el Papa, el mundo abrazara el documento conocido como La Paz de Dios.



El segundo milenio se pudiera describir como una inmutable fotografía sin nuevos matices durante los siguientes 800 años. La agricultura, el feudalismo, el mercantilismo serían las identificaciones del nuevo mundo, lo que provocaba el ingreso per cápita de Europa permaneciera estático durante casi mil años. Los países que acumularan mayores cantidades de oro, eran los “mas prósperos.” Sin embargo, luego se darían cuenta que, al dejar al resto sin el preciado metal, sus mercados se les agotaban.

Pero el liberalismo parido en Escocia a finales del Siglo XVI, le daba vida a la Revolución Industrial la que, durante el siglo XIX, catapultara el ingreso de los ingleses en casi 1000% en menos de cien años. La ruta hacia la riqueza de las naciones quedaba claramente dibujada y los pinceles definían mercados libres, gobiernos limitados y, en especial, el comercio entre las naciones. 

El mundo navegaría esa ruta durante el siglo XIX y la primera parte del siglo XX. Pero como lo afirmara Jefferson: “En la medida que los gobiernos se expanden las libertades se encogen.” La Revolución Industrial había producido, en cien años, más progreso que en los 2,000 anteriores y, como es natural, los generadores de esa nueva prosperidad, el moderno empresario, acumulaban fortunas que los reyes jamás hubieran soñado. Emergía entonces con devastadora fuerza lo que Jefferson pretendiera evitar al fundar una República Comercial, el más bajo de los sentimientos humanos; la envidia.

Al mismo ritmo que la envidia crecía, lo hacía el odio hacia esos nuevos magnates que le daban al mundo el automóvil, el ferrocarril, la medicina moderna, los buques de vapor y, sorpresa, crecían también las intrusiones de los gobiernos invadiendo los más profundos rincones de la sociedad. Ante el abordaje de la nave de los modernos piratas con licencia para despojar, los gobiernos, nacía ahora una diabólica sociedad entre gobierno y el hombre sin escrúpulos cuyo retorno se convertía en el cáncer de las economías, el empresario estatista.

Al finalizar la primera guerra mundial y la administración del “Chico Abusón,” TeddyRoosevelt, el mundo había perdido gran parte de su libertad y los mercados se encontraban infectados con el virus que casi los destruyen; el intervencionismo. El primer tumor letal que producía la enfermedad era el FED.

Hacia 1920, los EU sepultaban las ideas de Adam Smith tendiendo fortalezas proteccionistas para sus industrias en contra de la competencia extranjera. En 1930 el Congreso firmaba la sentencia con la aprobación de la ley Smoot-Hawley para asentar un devastador golpe a la economía mundial, dando por terminada la era del libre comercio internacional. 

El resultado del potaje sería La Gran Depresión sepultando al mundo hasta que, con los esteroides de la Segunda Guerra mundial, asomaba la cabeza de los nuevos retoños apadrinados por otro Roosevelt: Un mundo aprisionado por The New Deal a merced de los gobiernos intrusos. Otro dominado por el comunismo destinado a la muerte desde su nacimiento. Y el tercer mundo paralizado no sólo por la envidia, por la estupidez humana del nacionalismo y su sustitución de importaciones. En medio de tal manicomiosobrevivía sangrante el comercio mundial.

Pero después de seis décadas expandiendo el comercio mundial, el virus de la estupidez humana resurge con renovada fuerza. Cuando la plebecracia de Corea del Sur está a punto de tirar a su presidente en protesta por las importaciones de carne. El alza de los granos provoca naciones prohíban su exportación, y los EU ante la posibilidad de elegir un presidente enemigo del comercio internacional, el mundo puede estar atestiguando el final de una era. 

El congreso de los EU aprobó subsidios para la agricultura de casi $300,000 millones de dólares afectando gravemente las posibilidades del comercio justo. Los EU, también, han rechazado un acuerdo de libre comercio con Colombia. La estupidez mundial de nuevo toma la bandera de cómo las importaciones baratas provocan pérdida de empleos… ¿Por qué no se habla de los empleos que crean las exportaciones?

En cierta ocasión le pedí a mi maestro Art Laffer que me definiera el concepto de comercio internacional. Procede: “Imagina que los EU inventan una medicina para curar el cáncer y desterramos la enfermedad. Ahora imagina Japón inventa una vacuna para prevenir ataques cardiacos. Se termina ese flagelo. Los japoneses proceden a vender su vacuna en EU y se termina aquí esa enfermedad. Pero, cuando nosotros tratamos de vender en Japón el medicamento para curar el cáncer nos cierran sus fronteras ¿Qué hacer? ¿Responder prohibiendo que ellos vendan su medicina para prevenir los ataques cardiacos? Por supuesto que no. Si los japoneses quieren seguir muriendo de cáncer, su problema, nosotros no queremos seguir sufriendo ataques cardiacos.”   

Una regresión al mercantilismo que etiquetó la edad media esparciendo la pobreza por el mundo, es una preocupante posibilidad ante el horizonte.

El ingreso anual de una sociedad es igual al valor de intercambio de lo que esa sociedad produce. Como cada individuo emplea su capital en soporte de la producción doméstica, al orientarse a la actividad que genera más valor, ese esfuerzo individual provoca mayor riqueza para la sociedad para poder intercambiar sus productos de mayor valor por los importados a mejor precio. 

Una nación en sus relaciones comerciales es igual a los individuos, intenta comprar lo más barato posible y vender al mejor precio. Pero esto sólo es posible cuando existe el libre intercambio entre naciones para acudir a un mercado que, mientras más participantes acudan más atractivas serán las oportunidades. La única razón para exportar es tener recursos para importar productos más baratos que los esa nación puede generar. 

En la edad media el comercio mundial se consideraba una lucha en la que había ganadores y perdedores. A los ciudadanos se le condicionó para ver con odio y envidia la prosperidad de otras naciones con las que se comerciaba, y considerar que su ganancia era nuestra pérdida. Si no hemos entendido que el libre comercio no es pro-trabajadores, pro-empresarios, sino pro- consumidores, estaremos regresando a la era de la oscuridad que abatió al mundo el primer milenio.

CUANDO LAS MERCANCÍAS NO CRUZAN LAS FRONTERAS, LO HACEN LOS EJÉRCITOS.

¿Fin del libre comercio internacional?



“SI NO HEMOS ENTENDIDO QUE EL LIBRE COMERCIO NO ES PRO-TRABAJADORES, PRO-EMPRESARIOS, SINO PRO- CONSUMIDORES, ESTAREMOS REGRESANDO A LA ERA DE LA OSCURIDAD QUE ABATIÓ AL MUNDO EL PRIMER MILENIO.”


RICARDO VALENZUELA
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“Lo único más grande que lo infinito del universo es la estupidez humana,” afirmaba la mente más brillante que el mundo haya conocido: Albert Einstein.

Frente a la debacle del Imperio Romano, la humanidad iniciaba una caída hacia un abismo de barbarie, guerra, hambruna definiendo esa época de la historia como la “era de la oscuridad.” A finales del primer milenio se logró dar por terminada esa barbarie cuando, proclamado por el Papa, el mundo abrazara el documento conocido como La Paz de Dios.

Monday, October 17, 2016

Fin del capitalismo: ¿Mentiras o ignorancia?

Por Richard W. Rahn

Libertad Digital, Madrid

Si funcionarios gubernamentales presionan a los bancos para que concedan créditos a personas que son de alto riesgo, ¿lo considera usted un fallo del capitalismo o del Gobierno? Muchos políticos y analistas de la izquierda sostienen que la crisis financiera es el resultado de la exagerada desregulación instrumentada bajo las políticas "capitalistas" del Gobierno de Ronald Reagan. Esas personas ignoran la realidad o mienten.
Comencemos con algunos hechos reales. Se sabe que la actual crisis comenzó con el colapso financiero de dos inmensas empresas financieras patrocinadas por el Gobierno: Fannie Mae y Freddie Mac. Esas empresas compraban las hipotecas a los bancos para que estos pudieran emitir más hipotecas aún más arriesgadas para incrementar así el número de gente con casa propia.



Con ese fin se le permitía a Fannie y a Freddie mantener reservas de capital más bajas en relación a los créditos concedidos y ambas utilizaban prácticas contables consideradas fraudulentas por los tribunales. Las dos también contribuían con millones de dólares a las campañas políticas de la mayoría de los miembros del Congreso.
Durante el Gobierno de Carter, la mayoría demócrata promulgó la ley de Reinversión Comunitaria que concedió a los reguladores el poder de presionar a los bancos para que extendieran créditos de mayor riesgo a gente pobre y a pequeños empresarios. Durante el Gobierno de Clinton se aumentó ese poder discrecional de los reguladores.
Por su parte, la Reserva Federal incrementó el dinero en circulación, bajando los intereses en junio de 2003 por debajo de la inflación, hasta apenas el 1%. Así se fomentaba que los bancos concedieran hipotecas a intereses muy bajos, que después traspasaban a Fannie y Freddie. Todos sabían que los intereses eventualmente aumentarían, lo cual imposibilitaría a muchos seguir pagando por sus viviendas. Pero ese sería el problema de otros o, en última instancia, de quienes pagan impuestos porque entonces sería el Gobierno quien saldría al rescate.
Los reguladores financieros deberían defender la integridad del sistema, pero los políticos de izquierda empujaron a los reguladores a obligar a los bancos a extender malos créditos. Si usted lo duda, lo invito a ver el video.
El nuevo peligro es que nuevas regulaciones debiliten aun más el libre mercado financiero, en lugar de corregir los problemas reales provocados por malas leyes. Lo que hemos sufrido no es una falla del capitalismo democrático sino la destrucción por parte del Gobierno de mecanismos del mercado que contrarrestaban los riesgos asumidos por los inversores de hipotecas. Se han hecho muchas denuncias contra ávidos especuladores, exigiendo que sean castigados con prisión, pero los excesos más dañinos han provenido de políticos, como los congresistas demócratas Barney Frank, Chris Dodd y Charles Schumer, cuyas decisiones han resultado mucho más costosas para los estadounidenses que las de ejecutivos de Wall Street.

Fin del capitalismo: ¿Mentiras o ignorancia?

Por Richard W. Rahn

Libertad Digital, Madrid

Si funcionarios gubernamentales presionan a los bancos para que concedan créditos a personas que son de alto riesgo, ¿lo considera usted un fallo del capitalismo o del Gobierno? Muchos políticos y analistas de la izquierda sostienen que la crisis financiera es el resultado de la exagerada desregulación instrumentada bajo las políticas "capitalistas" del Gobierno de Ronald Reagan. Esas personas ignoran la realidad o mienten.
Comencemos con algunos hechos reales. Se sabe que la actual crisis comenzó con el colapso financiero de dos inmensas empresas financieras patrocinadas por el Gobierno: Fannie Mae y Freddie Mac. Esas empresas compraban las hipotecas a los bancos para que estos pudieran emitir más hipotecas aún más arriesgadas para incrementar así el número de gente con casa propia.