Raymundo Riva Palacio
Todo es absolutamente todo, incluido, como primer paso, el secretario Nuño, cuyo trabajo en la arquitectura de la reforma educativa desde la campaña presidencial del candidato Enrique Peña Nieto, la redacción de la iniciativa y su negociación dentro del Pacto por México sería echado a la basura. Esto luce tan impensable, como revertir la reforma educativa. El gobierno se encuentra en un callejón sin salida, y el secretario de Gobernación, el héroe instantáneo de la paz, podrá llevarse las medallas de una victoria efímera en un horizonte turbulento. Ante la violencia en el sur del país ganó tiempo, pero el pulso de la rebeldía sigue agitándose.
La dirigencia del magisterio ha sido cuidadosa con Osorio Chong. A diferencia de Nuño, nadie pide al presidente que lo destituya. Los líderes magisteriales no hablan de sus avances intramuros, y los comunicados los pactan en la Secretaría de Gobernación. Como el documento que le entregaron el martes por la noche, donde aclaran, como antídoto contra las críticas, que no respaldan “la herencia ni la venta de plazas, instrumentos del clientelismo establecido por las direcciones charriles de la SNTE”. Lo que quieren es la suspensión “definitiva” de la reforma educativa. Ya no usaron la palabra derogar (que significa anular una norma o ley) y emplearon suspender (que es detener o diferir). La semántica es importante. La derogación es la anulación automática y no puede volver a discutirse; la suspensión, aún en forma definitiva, es llevarla a un espacio en donde cabe un nuevo proceso legislativo, sin necesidad de construir una nueva ley.
Osorio Chong jugó con ellos y propuso ser el facilitador “de un proceso de diálogo con la Secretaría de Educación Pública en torno al modelo educativo”. El secretario de Gobernación abrió la puerta a la disidencia magisterial y se lava las manos. Su encomienda era buscar el restablecimiento del orden en Oaxaca y, cuando menos hasta ahora, pese a los gritos y los bloqueos, la paz no está rota. Hay entidades con el fuego latente, pero con el espacio de una semana para darles la respuesta, ganó espacio de movimiento él, pero ni el presidente ni Nuño ni nadie en el gabinete, como el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, que está ideológicamente comprometido con la reforma educativa, lo tienen.
La disidencia magisterial tiene claro desde el principio lo que desea. Lo dejó por escrito en el documento que entregó a Osorio Chong en los considerandos V, IX y X: el Sistema Educativo Nacional no será instaurado mediante acciones punitivas contra los docentes y bajo una estructura legal que establece que la evaluación conduce a su despido o separación del aula. Es decir, más de seis meses de cruzada de Nuño por la evaluación de los docentes, miles de palabras empleadas en sus comunicados para hablar sobre los altos porcentajes de maestros evaluados, son inocuos. Ese sistema, dicen los líderes de la Coordinadora, es inaceptable. Igual es la tabla rasa impuesta en el nuevo modelo educativo.
Exigieron en el considerando VII una “educación verdaderamente autónoma, de tal manera que nuestras escuelas tengan libertad para, en el marco de una educación nacional, proponer y definir cómo deben ser los planes y programas, los contenidos y las prácticas pedagógicas dentro y fuera del aula”. Autonomía total para las escuelas significa autogobierno. La rectoría de la educación por parte del Estado, principio fundamental de la reforma educativa, entregada para el manejo bicéfalo en función de “cada zona, región y entidad federativa”, como apuntaron en el considerando IX. No quieren tampoco que se abra la educación de normalistas en las universidades privadas, sino que se mantenga la plaza automática de maestros para los egresados de las normales públicas.
La Coordinadora quiere que su modelo de educación sea debatido a nivel nacional y que, entretanto, la reforma educativa se coloque en el limbo. Regresar al statu quo previo al gobierno de Peña Nieto, es la exigencia. ¿Qué dijo el secretario? Facilitará las condiciones para que eso suceda. El martes por la noche Osorio Chong le dio un placebo a la Coordinadora, que salió de Bucareli como la vencedora de una larga batalla, pero colocó a Peña Nieto en una encrucijada. Su instrucción era buscar la paz en Oaxaca, no alentar la revisión de la reforma educativa. Entonces, ¿para quién trabaja el secretario de Gobernación? Si la respuesta sigue siendo para el presidente, se verá entonces que el lunes todo regresa al punto donde partió, pero con un clima de mayor irritación. Osorio Chong, de ser así, volvería a ensuciarse las manos.