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Saturday, December 24, 2016

Europa: El regreso del catolicismo cultural

Mientras muchos analistas y comentaristas se han centrado en los resultados políticos del Brexit y de la victoria de Donald Trump, pocos han comentado sobre el resurgimiento del catolicismo cultural por toda Europa en las urnas.
En muchos países de Europa, líderes como el primer ministro de Hungría o el gobierno conservador de Polonia, han promovido una retórica de valores cristianos revelando la fuerte conexión histórica de estos valores con una visión nostálgica de sus países. Este resurgimiento nace en parte como resultado de la desastrosa política migratoria de la Unión Europea, a la que han llegado de golpe dos millones de inmigrantes y no existe un plan concreto para su asimilación. Además, este resurgimiento parece representar un rechazo al multiculturalismo promovido por el Estado, cuyas sus consecuencias he reseñado en el pasado. Este catolicismo cultural no significa que más personas estén llenando las iglesias, pero sí que ven el catolicismo como algo característico de su país.

Wednesday, August 24, 2016

Los católicos progresistas y el Papa

Papa Francisco
Como fiel practicante de la fe católica, he seguido con mucho interés los pasos y palabras del papa Francisco I. Sea Ud. creyente católico o no, no hay duda sobre el efecto que en tan poco tiempo ha tenido este pontífice en la institución del papado, la Iglesia Católica y el mundo. Cada homilía, palabra, acción o visita es analizada para calibrar la dirección de la Iglesia.
Para muchos progresistas católicos, las palabras del papa son interpretadas como parte de su campaña, las de un papa que llevará a la Iglesia al siglo XXI. Un ejemplo es la reacción a la comisión sobre la posibilidad de mujeres diáconos. Los progresistas católicos tienen mucha esperanza de que el paso de Francisco como obispo de Roma brindará el cambio que buscan. Estos hermanos en la fe sin embargo basan sus esperanzas en dos premisas: La primera es mover el catolicismo hacia aceptar el progresismo social en la sociedad será de beneficio para la Iglesia porque se mueve a abrazar la nueva visión de la sociedad ya que los problemas del católico occidental son iguales a los de otros católicos en el mundo.



Estas esperanzas se basan mucho en la persona y estilo del papa Francisco, porque éste ha traído un cambio pastoral no doctrinal. Esta evidencia de cambio pastoral no doctrinal se puede comprobar con pasadas expresiones del papa, “¿Quién soy yo para juzgar a un gay’?” o “La Iglesia debe pedir disculpas a la comunidad homosexual”. Pero nada ha cambiado, la Santa Sede no ha presentado un nuevo documento cambiando el catecismo de la Iglesia respecto a la comunidad LGBTT. Esto causa que los progresistas estén cayendo dentro de la falsa premisa de que la Iglesia va a renunciar a lo que predica y va a abrazar los valores sociales de la izquierda occidental por ser de beneficio para la Iglesia. Asumen que si la Iglesia no cambia, la gente poco a poco se alejará de ella.
La segunda premisa es que los católicos occidentales tienen los mismos problemas que los demás católicos en el mundo. Esta premisa se derrumba sencillamente con la palabra catolicismo, que viene del griego katholikós que significa universal, es decir la Iglesia Católica está en todo el mundo, con diferentes ritos y culturas formando parte de ella. Esta universalidad de la Iglesia apunta a diferentes asuntos afectando directamente a católicos y no sencillamente las campañas progresistas para que la Iglesia suavice su catecismo. Además el cambio que proponen es radical y puede traer ruptura en la Iglesia, ya que los cambios progresistas podrían ser vistos como inaceptables en regiones más conservadoras.
La segunda premisa incorrecta y la más preocupante es que liberalizar el catecismo de la Iglesia atraería a católicos distanciados y a más creyentes a la fe.  Esta premisa también es equivocada y carece de pruebas que sostengan esta hipótesis: Los datos estadísticos que existen apuntan a lo contrario, a que liberalizar la Iglesia puede causar el éxodo de más creyentes. El ejemplo más claro de esto es el colapso en la cantidad de creyentes de la Iglesia Anglicana (Episcopal en Estados Unidos) desde que se liberalizaron las catequesis en áreas como el matrimonio homosexual. Los bautizados en estas denominaciones han caído sustancialmente. El caso de la Iglesia Episcopal estadounidense es más notable con la separación de congregaciones y una disminución considerable de bautizados y participantes en sus servicios religiosos. Podemos también hablar de otras denominaciones como los luteranos y presbiterianos que han seguido esa agenda y han sufrido las consecuencias del radical cambio.
Hay quienes argumentan que este experimento no se ha intentado en la Iglesia Católica y que en la parte occidental de la Iglesia, el número de católicos como proporción de la población está disminuyendo. Ambos argumentos son ciertos, sin embargo, los datos de las denominaciones que han seguido el experimento del cambio deberían ser motivo de preocupación para estos progresistas católicos. Es cierto que la parte occidental de la Iglesia ha sufrido pérdida de creyentes, pero en África y Asia la Iglesia Católica sigue creciendo considerablemente.
Los hermanos creyentes progresistas malinterpretan las acciones y declaraciones del papa Francisco. Las premisas progresistas hacen aguas ante la evidencia de los hechos y veremos cómo se va desarrollando su utópica ilusión en años venideros.

Los católicos progresistas y el Papa

Papa Francisco
Como fiel practicante de la fe católica, he seguido con mucho interés los pasos y palabras del papa Francisco I. Sea Ud. creyente católico o no, no hay duda sobre el efecto que en tan poco tiempo ha tenido este pontífice en la institución del papado, la Iglesia Católica y el mundo. Cada homilía, palabra, acción o visita es analizada para calibrar la dirección de la Iglesia.
Para muchos progresistas católicos, las palabras del papa son interpretadas como parte de su campaña, las de un papa que llevará a la Iglesia al siglo XXI. Un ejemplo es la reacción a la comisión sobre la posibilidad de mujeres diáconos. Los progresistas católicos tienen mucha esperanza de que el paso de Francisco como obispo de Roma brindará el cambio que buscan. Estos hermanos en la fe sin embargo basan sus esperanzas en dos premisas: La primera es mover el catolicismo hacia aceptar el progresismo social en la sociedad será de beneficio para la Iglesia porque se mueve a abrazar la nueva visión de la sociedad ya que los problemas del católico occidental son iguales a los de otros católicos en el mundo.


Thursday, June 16, 2016

La rebelión de las sotanas

La jerarquía eclesiástica mexicana trae la cara pintada de guerra. Es una afrenta al Estado laico que pasa por el insulto abierto y grosero al presidente de la República. Su descalificación y agresión verbal contra Enrique Peña Nieto, un hombre formado por el Opus Dei, atento a los mandamientos éticos de la Iglesia, y probablemente el Ejecutivo más católico de todos los que se recuerdan en el México posrevolucionario, es inadmisible. Sus ataques obedecen a que como presidente, Peña Nieto gobierna para todos los mexicanos bajo los principios del Estado laico, y no de sus agendas bíblicas. La intolerancia a la discrepancia, de quien sea contra cualquiera, es inadmisible. Pero en el caso de la Iglesia católica, la Constitución restringe sus derechos y haberes como institución. Que no se les olvide.

Los portavoces de la jerarquía católica expresan la indignación del clero por la iniciativa presidencial sobre matrimonios igualitarios, planteada por el presidente dentro el contexto de los derechos humanos. ¿Por qué lesbianas, homosexuales y transexuales no pueden tener los mismos derechos que el resto de los mexicanos? ¿Por qué la Iglesia católica dice que atentan contra el orden natural de las cosas? Sus creencias, bajo los cuales rigen sus principios y su moral, no están inspiradas en Darwin, sino en La Biblia. Respetable su posición, pero nada más. Su fe no rige los Estados, salvo los fundamentalistas, como en la República Islámica de Irán o el califato que pretende el Estado Islámico. Su fe aporta soporte moral a los creyentes, pero en aquellas naciones donde el Estado está separado de la Iglesia, su filosofía, doctrinas y orientaciones se quedan dentro de los templos. Sus actividades públicas también están restringidas en varios países, como México.

El inciso 'e' del artículo 130 constitucional establece: “Los ministros no podrán asociarse con fines políticos ni realizar proselitismo a favor o en contra de candidato, partido o asociación política alguna. Tampoco podrán en reunión pública, en actos del culto o de propaganda religiosa, ni en publicaciones de carácter religioso, oponerse a las leyes del país o a sus instituciones, ni agraviar, de cualquier forma, los símbolos patrios”. Sin embargo, tanto la Iglesia católica como otras iglesias, están violando este precepto y, en protesta por la iniciativa presidencial sobre los matrimonios igualitarios, utilizaron el púlpito para buscar la incidencia en el voto. No está claro aún si influyeron o no en él en estados como Aguascalientes y Tamaulipas, pero lo que sí se encuentra en los límites de la legalidad es la actividad política que realizaron y que, explícitamente, reconocen.

En una entrevista con el diario El Universal, el vocero de la Arquidiócesis de México, Hugo Valdemar, editor del semanario Desde la Fe, que lleva tres años y medio en campaña abierta contra el presidente Peña Nieto, negó que los sacerdotes y prelados hubieran realizado acto alguno de proselitismo. “Directamente no lo hubo”, agregó. “Lo que sí hubo fue una serie de orientaciones de obispos y sacerdotes que advertimos el peligro de estas iniciativas”. En una conferencia de prensa, el presidente de la Confraternidad Nacional de Iglesias Cristianas y Evangélicas, Arturo Farela, añadió: “No hicimos proselitismo; llamamos al voto responsable”.

Farela enmarcó la posición de cristianos y evangélicos como un acto de libertad de expresión. “Mientras no se fomente la discriminación, la homofobia, la falta de respeto a todos los grupos, no se debe tener miedo al debate”, dijo. En los hechos, lo que promovieron sus pastores fueron precisamente la discriminación, la homofobia y una sociedad partida entre ellos y los que adoptan la Ley Natural como credo ciego, y el resto. La jerarquía católica es menos sutil. En el editorial del domingo pasado en el semanario Desde la Fe, el sacerdote Valdemar escribió: “No cabe duda que el hartazgo ante la corrupción, la ineficiencia y la impunidad, así como la imparable violencia y la inseguridad en la que vive secuestrada la ciudadanía, han sido los factores que llevaron a la derrota del partido en el poder.

“Por eso… nos preguntábamos… si el presidente no tenía prioridades que atender antes de hacer una propuesta legislativa destructora de la familia, de sus derechos y de sus valores. Ante dicha agresión… la sociedad se ha movilizado… manifestando un rechazo total a una iniciativa –que se pretende autoritaria–, y detrás de la cual está el intervencionismo extranjero… que financia esta perversión de los valores... No hay duda que la sociedad, inconforme con esta imposición destructiva e inmoral, ha reaccionado, y ha emitido un voto de castigo al presidente y a su partido”.

La grey ha rebasado las fronteras del respeto y la convivencia. Hace unos días, el obispo de Culiacán, Jonás Guerrero Corona, recordó la iniciativa de los matrimonios igualitarios, antes de insultar: “¿No será que (el presidente) anda buscando gavioto en vez de gaviota?”. Nadie de la jerarquía eclesiástica lo desautorizó. Tampoco a Valdemar. Por tanto, uno supone, están de acuerdo con lo que plantean. Las iglesias se han pintado la cara de guerra. Si quieren hablar en el marco de las libertades, que se quiten las sotanas y que dejen de lado sus privilegios fiscales y económicos. Si no quieren que les quiten las prebendas, que respeten el Estado laico en el que viven. Que recuerden que este debate no es sobre la libertad de expresión, sino sobre leyes.

La rebelión de las sotanas

La jerarquía eclesiástica mexicana trae la cara pintada de guerra. Es una afrenta al Estado laico que pasa por el insulto abierto y grosero al presidente de la República. Su descalificación y agresión verbal contra Enrique Peña Nieto, un hombre formado por el Opus Dei, atento a los mandamientos éticos de la Iglesia, y probablemente el Ejecutivo más católico de todos los que se recuerdan en el México posrevolucionario, es inadmisible. Sus ataques obedecen a que como presidente, Peña Nieto gobierna para todos los mexicanos bajo los principios del Estado laico, y no de sus agendas bíblicas. La intolerancia a la discrepancia, de quien sea contra cualquiera, es inadmisible. Pero en el caso de la Iglesia católica, la Constitución restringe sus derechos y haberes como institución. Que no se les olvide.