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Wednesday, November 30, 2016

Mart Laar: "Sistema impositivo debe ser sencillo"

Mart Laar es ex Primer Ministro de Estonia y ganador del Premio Milton Friedman por la Libertad del 2006.
Extracto del discurso del exprimer ministro de Estonia, Mart Laar ante la Cámara Costarricense-Norteamericana de Comercio (AMCHAM). 
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Es un placer compartir las experiencias de mi país con Costa Rica.
Cuando uno escucha a un extranjero dar un montón de consejos sobre lo que debe hacer puede sonar muy sospechoso. Pero es importante recordar la experiencia estoniana. Al final, son ustedes quienes deben decidir basados en su propia historia.
Estonia es un país muy pequeño, muy distante, al norte de Europa. Somos una de las capitales más frías del mundo.



Es muy diferente de Costa Rica, pero al mismo tiempo tenemos ciertas similitudes.
Estonia es una ruta comercial desde hace muchos años, como Costa Rica. El más grande recurso para nosotros es nuestro pueblo.
Somos un país fundamentado en la mentalidad agrícola y esto aporta a nuestra táctica y actitud cierta mentalidad de agricultor.
Estonia debió luchar por su independencia y por su libertad durante muchísimo tiempo. En los últimos 50 años de la ocupación soviética, el 20% de nuestra población salió y eso perjudicó la economía y al medio ambiente.
En 1991, después de 50 años de luchar por su independencia, Estonia la restauró.
En 1992, lo único que había para vender en Estonia era brandy de Armenia y vodka ruso. Todos los demás alimentos estaban desaparecidos, pero se podían sacar del mercado negro. Cuando uno quería comprar algo tenía que hacerlo con libreta; para comprar leche por lo menos había que tener tres niños, y la mayoría de los productos básicos ni siquiera estaban disponibles.
No había gasolina disponible, o sea, no había automóviles en las calles.
Lo que obtuvimos de los comunistas fue devastador. Nuestra inflación llegó al 1.000%, nuestra economía decreció a un 30%, dependíamos totalmente de Rusia, no había qué producir para vender a los mercados mundiales.
La pobreza ascendió aún con los programas que existían.
Hacia las reformas
Con esta situación Estonia debía empezar sus reformas.
Nuestro primer presupuesto estaba desequilibrado. Necesitaba equilibrarlo para establecer la moneda estoniana. Opté por la forma clásica: incrementar los impuestos.
Mi mente de agricultor me decía que esa no era necesariamente tan buena idea. Pero después me dijeron que todo mundo lo hace.
La mayoría de las reformas las hicimos según el Banco Mundial, aunque decíamos que esa política no iba a funcionar. Necesitábamos medidas más radicales, pero no teníamos por qué seguir exactamente lo que están haciendo los países occidentales porque en muchos casos sus economías no se desarrollan tan rápido.
Decidimos seguir nuestro propio camino, y esta fue nuestra política.
Hoy, Estonia es un modelo de éxito económico en los países en transición, basado en reformas básicas, algunas de ellas monetarias.
Estonia promulgó una ley para que nuestro presupuesto siempre tenga balance y así ha sido en los últimos 15 años.
El siguiente paso fue abrir la economía. No creamos zonas francas sino que todo el país es una zona franca.
Nuestra industria y agricultura se han vuelto muy competitivos. También establecimos un estado de derecho.
Así, tomamos los primeros pasos hacia la privatización, inversiones que han aportado conocimiento y tecnología.
La revolución tributaria
El siguiente paso fue la revolución tributaria.
En Estonia, fuimos los primeros en adoptar los impuestos fijos en enero de 1994 y ahora muchos países han seguido nuestro patrón.
El sistema tributario existente era altamente progresivo y no beneficiaba a la población. Necesitábamos instar a la actividad social y la creación de nuevos empleos por medio de la justicia social. Por eso buscamos el impuesto fijo.
El sistema impositivo debe ser sencillo, porque cuando es muy complicado, con muchas excepciones y muchas tarifas, las personas no pagan sus impuestos, en especial los acaudalados, porque ellos pueden contratar buenos abogados y contadores.
Vimos que era fácil de pagar y difícil de evadir, y se puede tener presupuesto para el Gobierno aunque las tasas sean inferiores.
El sistema es justo y eficiente. Como resultado de esto hemos visto un país que pasó de la miseria a una de las ciudades más bellas de Europa.
En el 2005, nuestro desarrollo económico fue de 10%, ya no dependemos de Rusia, comerciamos con el mundo y el desempleo es muy bajo.
Tenemos más seguridad social. Nuestra tasa de indigencia ha bajado más de dos veces. Además, promovimos el Gobierno electrónico.
El único problema es que hay mucho dinero en el presupuesto. En el 2005 tuvimos un excedente de 6% del PIB, y es una tentación que los gobiernos lo usen en forma nociva.

Mart Laar: "Sistema impositivo debe ser sencillo"

Mart Laar es ex Primer Ministro de Estonia y ganador del Premio Milton Friedman por la Libertad del 2006.
Extracto del discurso del exprimer ministro de Estonia, Mart Laar ante la Cámara Costarricense-Norteamericana de Comercio (AMCHAM). 
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Es un placer compartir las experiencias de mi país con Costa Rica.
Cuando uno escucha a un extranjero dar un montón de consejos sobre lo que debe hacer puede sonar muy sospechoso. Pero es importante recordar la experiencia estoniana. Al final, son ustedes quienes deben decidir basados en su propia historia.
Estonia es un país muy pequeño, muy distante, al norte de Europa. Somos una de las capitales más frías del mundo.


Monday, June 27, 2016

Mentira y engaño en Latinoamérica

Ángel Soto recuerda a sus 40 años un libro poco usual, Del buen salvaje al buen revolucionario y la vida de su autor venezolano, Carlos Rangel.

Ángel Soto es Profesor dela Facultad de Comunicación de la Universidad de los Andes (Chile).
Hace cuarenta años, en 1976, se publicó la primera edición de un libro distinto, poco usual —dice el editor— en el panorama ensayístico latinoamericano en el que se hace una descripción de los mitos y realidades de nuestros continente, que más bien parece seguir empantanado en las “venas abiertas”. Me refiero al trabajo del venezolano Carlos Rangel, cuyo título es Del buen salvaje al buen revolucionario (Caracas, 1976).



Su autor, nacido en 1929 fue periodista, diplomático y escritor. Un intelectual latinoamericano del siglo XX, es decir, un hombre que vivió el corto siglo XX y la lucha ideológica, educado en EE.UU. y Francia. A lo largo de su carrera escribió innumerables artículos y entre sus libros también destaca El tercermundismo (1982) y Marx y los socialismos reales y otros ensayos, escrito el mismo año de su muerte en 1988.
No pasa desapercibido que el texto que comentamos se inicia con una cita de Ortega y Gasset: “Todo el que en política y en historia se rija por lo que se dice, errará lamentablemente”. Frase que mantiene plena vigencia y que da cuenta de los mitos permanentes de nuestra discusión política. Desde seguir culpando a los españoles de nuestra pobreza hasta el abuso norteamericano, pasando por la redistribución de la riqueza y la educación gratuita para todos, etc. Discurso que —como bien se cita a Octavio Paz— nos recuerda que “la mentira se instaló en nuestros pueblos casi constitucionalmente… Nos movemos en la mentira con naturalidad… De ahí que la lucha contra la mentira oficial y constitucional sea el primer paso de toda tentativa seria de reforma” (p. 9). El propio Paz —citado por Rangel— en El laberinto de la soledad dice que mentimos por placer y que ésta posee “una importancia decisiva” en la vida cotidiana del latinoamericano: en el amor, la amistad, la política (Gota a Gota: Madrid, 2007, p. 122).
¡Que gran verdad!. Latinoamérica es presa de esa otra consigna, menos ideológica, pero tan dañina que es: “miente, miente que algo queda”.
En la 11ª edición Del Buen salvaje al buen revolucionario, publicada en 1992, el intelectual Jean-Francois Revel escribe en el prólogo, que ha sido la propia Europa la que ayudó a construir ese mito del estado de naturaleza abusado a partir de sus propias necesidades de aventuras, sueños y exotismo, y que esas imágenes las hemos proyectado cristalizándolas en la idea de la Latinoamérica revolucionaria del siglo XX (Monte Ávila: Caracas, 1992, p. 12), nunca mejor representadas en el mítico barbudo cubano de comienzos de los 60 con Fidel Castro y Ernesto “Che” Guevara y que podemos proyectar hasta el mexicano Sub comandante Marcos en Chiapas, mientras que por otro lado podría hacerse extensiva al fundamentalismo ecológico. Siempre me he preguntado cuánto de convencimiento real hay en esto último y cuánto hay de impulso (y financiamiento) desde el mismo mundo desarrollado que no quiere ver amenazado su dominio del mercado.
Si Latinoamérica es occidente o no, es un tema que discutiremos en otra columna de estos Fragmentos, pero lo que sí es importante afirmar aquí —siguiendo a Revel— es que el subdesarrollo de la región es ante todo político más que económico (p.17). Ahí esta la cuestión fundamental del asunto. Yo me permitió agregar, cultural.
¿Quién creería que el desarrollo llegará al momento de alcanzar los U$25.000 per cápita? Sí, alguien aludirá a la desigualdad del ingreso, mientras unos ganan U$60.000 otros quizás ganan U$3.000, pero eso nos dejaría empantanados en la planilla excel que hemos criticado en otros lugares.
En octubre del 2007, se publicó en España una nueva edición de este libro, que incluyó un prólogo del colombiano Plinio Apuleyo Mendoza donde enfatizó que estamos dirigidos por la mentira, calificando a Rangel como un “aguafiestas, un provocador y desde luego para los marxistas de todo pelaje un reaccionario” (Gota a Gota: Madrid, 2007, pp. 14-16). Y como no, si el venezolano fue uno de esos hombres que se anticipan a su tiempo en ideas, son políticamente incorrectos, van de frente y dicen las cosas cara a cara —algo difícil de encontrar en nuestra región donde el apuñalamiento por la espalda es el deporte de cada día— pero inevitablemente, al final de los días, tienen razón —y como bien dice Apuleyo— lo consiguen “porque se apoyan en la realidad y no en los mitos”.
Uno de ellos: ¿Quién podría identificar un solo caso de progreso económico en la historia del mundo a causa del socialismo? ¿Quién podría señalar un caso de éxito que no sea fruto de haber optado por el camino de la libertad política y económica, es decir, de la democracia y el mercado?
Sin embargo seguimos creyéndole a los populistas y a los vendedores de milagros. A parlanchines que buscan refundar de manera permanente nuestros países dictando nuevas constituciones como si ese fuera el problema, cuando la verdadera razón del atraso esta en que “buscamos culpables distintos a nosotros mismos”, y en ese camino “hemos adobado mentiras redentoras” (Gota a Gota: Madrid, 2007, p. 21).
Que paradójico resulta que en 1976 fue escrito en una Venezuela radicalmente distinta a la actual, ¿es que quizás se observaron señales que no se quisieron ver?
Son muchos los temas que se abordan —e invito al lector a leer el libro completo, no se arrepentirá— pero no puedo dejar de mencionar el capítulo “Héroes y traidores”.
¿Qué nos paso en el origen de nuestros procesos de independencia? Escasas libertades, precariedad jurídico-institucional, caudillismo y —sobre todo— traición, envidia y mentira. El “tirar hacia abajo a quien le va bien”, idea que con distintas expresiones esta presente en todo el continente y sin embargo ¿no hay acaso mayor dolor que el causado por la traición? El puñal por la espalda en esos proyectos en los que nos ilusionamos en conjunto, ponemos el alma, pero que sin embargo la soberbia, el egoísmo, la envidia y el oportunismo del mediocre terminan por destruir. Eso, en parte, es la historia de Latinoamérica.
Hace diez años, cuando se cumplieron los 30 de la publicación del libro de Rangel, el escritor Carlos Alberto Montaner se preguntaba por qué los venezolanos, y especialmente su clase dirigente, que tuvo la oportunidad de leer este libro, cayó igualmente en el chavismo, la “quintaesencia del tercermundismo denunciado en este libro”. La respuesta fue, porque como suele suceder, se le percibió “como una argumentación ideológica sin conexión con la realidad”, aunque tal vez, por sobre todo, fue una “advertencia contra el aventurismo político de la izquierda colectivista” (p. 435), que un sector de la clase dirigente no quiso ver, obnubilados por la riqueza, por la confianza en que el futuro estaba asegurado y por sobre todo ninguneando las ideas, a la intelectualidad.
Hoy, diez años más tarde, y a 40 años de su publicación, debiera volver a servir, no sólo a los venezolanos, sino que a todos los latinoamericanos, a repensar que no podemos seguir siendo víctimas del engaño, la mentira y de la traición.

Mentira y engaño en Latinoamérica

Ángel Soto recuerda a sus 40 años un libro poco usual, Del buen salvaje al buen revolucionario y la vida de su autor venezolano, Carlos Rangel.

Ángel Soto es Profesor dela Facultad de Comunicación de la Universidad de los Andes (Chile).
Hace cuarenta años, en 1976, se publicó la primera edición de un libro distinto, poco usual —dice el editor— en el panorama ensayístico latinoamericano en el que se hace una descripción de los mitos y realidades de nuestros continente, que más bien parece seguir empantanado en las “venas abiertas”. Me refiero al trabajo del venezolano Carlos Rangel, cuyo título es Del buen salvaje al buen revolucionario (Caracas, 1976).


Sunday, June 19, 2016

Mart Laar: "Sistema impositivo debe ser sencillo"

Extracto del discurso del exprimer ministro de Estonia, Mart Laar ante la Cámara Costarricense-Norteamericana de Comercio (AMCHAM).
Mart Laar es ex Primer Ministro de Estonia y ganador del Premio Milton Friedman por la Libertad del 2006.
 
Extracto del discurso del exprimer ministro de Estonia, Mart Laar ante la Cámara Costarricense-Norteamericana de Comercio (AMCHAM).
Es un placer compartir las experiencias de mi país con Costa Rica.
Cuando uno escucha a un extranjero dar un montón de consejos sobre lo que debe hacer puede sonar muy sospechoso. Pero es importante recordar la experiencia estoniana. Al final, son ustedes quienes deben decidir basados en su propia historia.
Estonia es un país muy pequeño, muy distante, al norte de Europa. Somos una de las capitales más frías del mundo.



Es muy diferente de Costa Rica, pero al mismo tiempo tenemos ciertas similitudes.
Estonia es una ruta comercial desde hace muchos años, como Costa Rica. El más grande recurso para nosotros es nuestro pueblo.
Somos un país fundamentado en la mentalidad agrícola y esto aporta a nuestra táctica y actitud cierta mentalidad de agricultor.
Estonia debió luchar por su independencia y por su libertad durante muchísimo tiempo. En los últimos 50 años de la ocupación soviética, el 20% de nuestra población salió y eso perjudicó la economía y al medio ambiente.
En 1991, después de 50 años de luchar por su independencia, Estonia la restauró.
En 1992, lo único que había para vender en Estonia era brandy de Armenia y vodka ruso. Todos los demás alimentos estaban desaparecidos, pero se podían sacar del mercado negro. Cuando uno quería comprar algo tenía que hacerlo con libreta; para comprar leche por lo menos había que tener tres niños, y la mayoría de los productos básicos ni siquiera estaban disponibles.
No había gasolina disponible, o sea, no había automóviles en las calles.
Lo que obtuvimos de los comunistas fue devastador. Nuestra inflación llegó al 1.000%, nuestra economía decreció a un 30%, dependíamos totalmente de Rusia, no había qué producir para vender a los mercados mundiales.
La pobreza ascendió aún con los programas que existían.
Hacia las reformas
Con esta situación Estonia debía empezar sus reformas.
Nuestro primer presupuesto estaba desequilibrado. Necesitaba equilibrarlo para establecer la moneda estoniana. Opté por la forma clásica: incrementar los impuestos.
Mi mente de agricultor me decía que esa no era necesariamente tan buena idea. Pero después me dijeron que todo mundo lo hace.
La mayoría de las reformas las hicimos según el Banco Mundial, aunque decíamos que esa política no iba a funcionar. Necesitábamos medidas más radicales, pero no teníamos por qué seguir exactamente lo que están haciendo los países occidentales porque en muchos casos sus economías no se desarrollan tan rápido.
Decidimos seguir nuestro propio camino, y esta fue nuestra política.
Hoy, Estonia es un modelo de éxito económico en los países en transición, basado en reformas básicas, algunas de ellas monetarias.
Estonia promulgó una ley para que nuestro presupuesto siempre tenga balance y así ha sido en los últimos 15 años.
El siguiente paso fue abrir la economía. No creamos zonas francas sino que todo el país es una zona franca.
Nuestra industria y agricultura se han vuelto muy competitivos. También establecimos un estado de derecho.
Así, tomamos los primeros pasos hacia la privatización, inversiones que han aportado conocimiento y tecnología.
La revolución tributaria
El siguiente paso fue la revolución tributaria.
En Estonia, fuimos los primeros en adoptar los impuestos fijos en enero de 1994 y ahora muchos países han seguido nuestro patrón.
El sistema tributario existente era altamente progresivo y no beneficiaba a la población. Necesitábamos instar a la actividad social y la creación de nuevos empleos por medio de la justicia social. Por eso buscamos el impuesto fijo.
El sistema impositivo debe ser sencillo, porque cuando es muy complicado, con muchas excepciones y muchas tarifas, las personas no pagan sus impuestos, en especial los acaudalados, porque ellos pueden contratar buenos abogados y contadores.
Vimos que era fácil de pagar y difícil de evadir, y se puede tener presupuesto para el Gobierno aunque las tasas sean inferiores.
El sistema es justo y eficiente. Como resultado de esto hemos visto un país que pasó de la miseria a una de las ciudades más bellas de Europa.
En el 2005, nuestro desarrollo económico fue de 10%, ya no dependemos de Rusia, comerciamos con el mundo y el desempleo es muy bajo.
Tenemos más seguridad social. Nuestra tasa de indigencia ha bajado más de dos veces. Además, promovimos el Gobierno electrónico.
El único problema es que hay mucho dinero en el presupuesto. En el 2005 tuvimos un excedente de 6% del PIB, y es una tentación que los gobiernos lo usen en forma nociva

Mart Laar: "Sistema impositivo debe ser sencillo"

Extracto del discurso del exprimer ministro de Estonia, Mart Laar ante la Cámara Costarricense-Norteamericana de Comercio (AMCHAM).
Mart Laar es ex Primer Ministro de Estonia y ganador del Premio Milton Friedman por la Libertad del 2006.
 
Extracto del discurso del exprimer ministro de Estonia, Mart Laar ante la Cámara Costarricense-Norteamericana de Comercio (AMCHAM).
Es un placer compartir las experiencias de mi país con Costa Rica.
Cuando uno escucha a un extranjero dar un montón de consejos sobre lo que debe hacer puede sonar muy sospechoso. Pero es importante recordar la experiencia estoniana. Al final, son ustedes quienes deben decidir basados en su propia historia.
Estonia es un país muy pequeño, muy distante, al norte de Europa. Somos una de las capitales más frías del mundo.