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Wednesday, August 17, 2016

¿ES EL CRISTIANISMO UNA MENTIRA Y UNA CONSPIRACIÓN CON 2000 AÑOS DE ANTIGÜEDAD?

¿ES EL CRISTIANISMO UNA MENTIRA Y UNA CONSPIRACIÓN CON 2000 AÑOS DE ANTIGÜEDAD?

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Una creencia tan fuertemente arraigada como la creencia en la existencia y figura de Jesús, parece difícil de discutir a ojos de muchas personas.
Sin embargo, existen bastantes estudiosos, eruditos y escritores que ponen en duda la existencia de Jesús; de hecho, algunos de ellos hablan directamente de un montaje, creado para controlar a la población.
¿Podría extenderse y crecer un mito o una historia falsa hasta convertirse en una religión mayoritaria que se extienda durante 2 milenios?
A continuación exponemos la opinión de dos estudiosos que así lo sostienen.
Hace unos días hablábamos de Joseph Atwill en un artículo en el Microlector…


ESTUDIOSO DE LA BIBLIA AFIRMA QUE LA HISTORIA DE JESUCRISTO ES UN ENGAÑO DISEÑADO PARA CONTROLAR A LA GENTE
El polémico estudioso de la Biblia Joseph Atwill sostiene que toda la historia alrededor de la figura de Jesucristo fue un engaño romano, diseñado para controlar a la población.
Según el polémico erudito, el cristianismo es una religión sin fundamento que fue diseñada por el imperio romano para justificar la esclavitud y pacificar a los ciudadanos.
Atwill afirma que: “El cristianismo puede ser considerado como una religión, pero en realidad fue desarrollado y utilizado como un sistema de control mental para producir esclavos que creyeran que Dios decretó su esclavitud”



JosephAtwill
Joseph Atwill
El investigador sostiene que en su momento, las sectas judías en Palestina estaban esperando la llegada de un “Mesías guerrero”, que se convirtió en un problema para el cual, el Imperio Romano no podía hacer frente usando los medios tradicionales.
Como resultado, los gobernantes recurrieron a la guerra psicológica, aparentando darle a los ciudadanos lo que querían, mientras que al mismo tiempo se aseguravan de que seguían sus reglas.
Atwill añade: “Ellos supusieron que la manera de detener la propagación de la actividad misionera judía zelota, era crear un sistema de creencias que compitiera con él. Fue entonces cuando se inventaron la historia del Mesías pacífico”.
“En lugar de inspirar a la guerra, este Mesías instaba al pacifismo, a poner la otra mejilla y alentaba a los judios a darle al César lo que era del César”, es decir, a pagar sus impuestos a Roma.
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“A pesar de que el cristianismo puede ser un consuelo para algunos, también puede ser muy perjudicial y represivo, una forma insidiosa de control mental que ha llevado a la aceptación ciega de la servidumbre, la pobreza y la guerra a lo largo de la historia”
Atwill incluso llega a decir que “a día de hoy, sobre todo en los Estados Unidos, se utiliza para crear el apoyo necesario para la guerra en Oriente Medio”.
El erudito afirma que descubrió por primera vez esta revelación al notar que Jesús es “el único personaje de ficción en la literatura cuya historia vital se puede remontar a otras fuentes”.
Al comparar en el Nuevo Testamento la ‘Guerra de los Judios’ escrito por Josefo (el único superviviente de Judea del siglo primero), descubrió que los paralelismos entre la historia de Jesús y esta guerra es realmente extraña.
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Segun Atwill: “Lo que parece que se les ha pasado por alto a muchos estudiosos, es que la secuencia de eventos y lugares del ministerio de Jesús, es más o menos la misma que la secuencia de los acontecimientos y las ubicaciones de la campaña militar del emperador Tito Flavio, descrito por Josefo”.

“Esta es una clara evidencia de un patrón construído deliberadamente. La biografía de Jesús se construyó en realidad, de cabo a rabo, basándose en historias anteriores, pero sobre todo en la biografía de un César romano”

Otro estudioso que expone una teoría similar, es Fernando Conde, que expone sus investigaciones en su novela “Año 303. Inventan el Cristianismo”
A continuación reproducimos extractos de una entrevista realizada a este autor vasco en la web “Todo Literatura;”

AÑO 303. INVENTAN EL CRISTIANISMO
En “Año 303. Intentan el Cristianismo” de Fernando Conde, se hace una reconstrucción histórica en forma novelada del proceso por el que Constantino se hizo dueño absoluto del Imperio, desplazando a todos los demás Emperadores. Simultáneamente, Lactancio y Eusebio preparaban en secreto la redacción de todos los escritos del Nuevo Testamento, Evangelios, Epístolas, Hechos y Apocalipsis.
En la entrevista, el escritor irundarra, nos desvela todos los secretos de su novela que ha pergeñado durante los doce años que ha estado buceando en los evangelios. Sus conclusiones son escalofriantes.
Fernando Conde
Fernando Conde
¿Qué destacarías del contenido del libro?
Es demasiado fuerte para resumirlo en dos o tres frases. (…) toda la historia del Cristianismo se fraguó, se redactó, entre el año 303 y el 313. Todo lo escribieron dos personas, a las órdenes de Constantino: Lactancio, que era el hombre de la idea, y Eusebio de Cesarea, historiador y amigo de Constantino. Entre los dos se repartieron el trabajo y cada uno escribió dos Evangelios. Primero Eusebio escribió el Evangelio de Marcos. Y, a continuación, Lactancio copió de éste, añadiendo pasajes nuevos, el de Mateo y el de Lucas. Finalmente, Eusebio redactó el de Juan, con material inventado por él. Ya sé que esto es tremendo, pero así sucedieron las cosas.
¿Qué reacciones han despertado tales afirmaciones?
Sorpresa, incluso incredulidad. Yo llevo 24 años profundizando en este tema y lo he ido asimilando poco a poco, conforme iba descubriendo nuevos aspectos de la trama. Aún recuerdo que cuando, hace unos 15 años, revisando las Cartas de Santiago y Juan, llegué a la conclusión de que Jesucristo no había existido realmente, me entró una gran tristeza. A quien se lo dicen de repente, es natural que no lo pueda creer, pero están descubiertas las pruebas de que todos los Evangelios son obra de las dos personas citadas. Y uno de ellos, Eusebio, dejó la misma marca, “SIMÖN”, escrita en cada Capítulo de los Evangelios y en otros muchos escritos cristianos primitivos.
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¿Cómo un ingeniero industrial se dedica a investigar sobre un tema tan alejado de su especialidad?
Cuando iba a cumplir los 40 años, fruto de una conversación con un amigo que creía en la reencarnación, me propuse averiguar cómo están organizadas las cosas. No quería vivir engañado, sin saber seguro qué hay después de esta vida y si mi religión defendía cosas ciertas o no. Entonces traté de averiguar quiénes habían escrito realmente los Evangelios, cuándo, y por orden de quién. Porque las informaciones que había recogido hasta la fecha por parte de la jerarquía oficial eran confusas y ambiguas. No se ponían de acuerdo ni siquiera en qué Evangelio se había escrito el primero. Ante esa indefinición me propusé indagar. Y hasta hoy …
¿Que tiempo te llevó encontrar los datos necesarios para escribir Año 303. Inventan el Cristianismo?
Este libro es le tercero de la saga. Y para descubrir lo que expongo en él, y no estaba descubierto en los dos anteriores, me han hecho falta 12 años. Diez para investigar y dos para darle forma, para escribirlo. Básicamente en estos 10 años descubrí las firmas auténticas, puestas por Eusebio de Cesarea en todos los Evangelios, y la forma estructurada con que se escribía en la Antigüedad. Y los Evangelios no se escapan a esas reglas.Quiero aclarar que Lactancio murió primero y Eusebio tomó sus Evangelios, los de Mateo y Lucas, y los interpoló, los añadió unos cuantos capítulos, donde colocó la marca delatora, “SIMÓN”.
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¿Cuál era la personalidad del emperador Constantino, el promotor de toda esta historia?
Constantino era un joven tribuno, medio apadrinado por Diocleciano, que esperaba tener un papel relevante al lado de su padre. Cuando faltaba poco para su acceso al poder, Diocleciano cambió de opinión y lo relegó en favor de otros. Eso le impulsó a conseguir, fuera como fuera, el control que tenía Diocleciano, sobre todo el Imperio. Desalojó a sus colegas, haciéndose con el poder sobre todo el Imperio, donde implantó la religión que había ordenado crear a Lactancio y Eusebio. Era muy ambicioso, un gran general, el mejor de su tiempo. No salió derrotado en ninguna batalla de las muchas en que intervino. Pero si como general era el mejor, en temas de ideología era un profano. Se dejó engañar por Lactancio, que era un visionario, y apoyó una ideología, el Cristianismo, que era bastante peor que otras que había ya en el Imperio.
¿Se ha producido alguna reacción por parte de algún medio religioso?
No, es muy pronto y en cualquier caso no creo que la haya. La mejor forma de impedir la difusión de mi libro es hacer como si no existiera, de manera que no espero ninguna. Tendrán que ser los lectores los que se interesen y reaccionen.

Bien, a ojos de muchos, puede resultar demasiado chocante, por no decir, inaceptable, que alguien afirme que todo el cristianismo es un gran invento, una inmensa manipulación y que la figura de Jesús de Nazaret en realidad no existió.
Pero si este fuera el caso, estaríamos ante la mayor mentira de la historia, una conspiración de 2000 años de antigüedad, que habría llevado a la creación, no solo de la religión más poderosa sobre el planeta, si no a la creación de la institución más poderosa y posiblemente más longeva: el Vaticano.
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Esta posibilidad también pone sobre la mesa otro aspecto que mucha gente se empeña en negar: la existencia de conspiraciones y de mentiras capaces de pervivir durante largo tiempo y de vivir por sí solas.
Una mentira bien creada y bien apoyada en sus inicios, puede ir generando toda una inmensa mitología a su alrededor, hasta el punto de adquirir vida propia y pervivir en el tiempo, creciendo a partir de unos cimientos completamente falsos, arrastrando con ella, ciegamente, a generaciones enteras de seres humanos.
No hace falta ir demasiado lejos para encontrar estructuras que funcionen de esta manera: las redes están repletas de teorías falsas y mitos que han ido adquiriendo vida propia y en los que muchas personas creen.
Y a nivel histórico, podríamos sospechar de la existencia de cientos de ellas. Muy posiblemente, entre los comentaristas de este artículo encontraremos alguno que nos hablará del holocausto judío durante la segunda guerra mundial.
Pero claro, no es lo mismo un mito que hable de extraterrestres o de sociedades secretas inventadas y que tenga apenas una década de antigüedad, que hablar de un posible mito que haya cambiado la faz de la tierra durante dos milenios…
¿Es posible que toda la historia de Jesús sea una mera invención?
¿ES POSIBLE QUE TODA LA HISTORIA DE JESÚS SEA UNA INVENCIÓN?

(Gracias a Álvaro García por su aportación)

¿ES EL CRISTIANISMO UNA MENTIRA Y UNA CONSPIRACIÓN CON 2000 AÑOS DE ANTIGÜEDAD?

¿ES EL CRISTIANISMO UNA MENTIRA Y UNA CONSPIRACIÓN CON 2000 AÑOS DE ANTIGÜEDAD?

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Una creencia tan fuertemente arraigada como la creencia en la existencia y figura de Jesús, parece difícil de discutir a ojos de muchas personas.
Sin embargo, existen bastantes estudiosos, eruditos y escritores que ponen en duda la existencia de Jesús; de hecho, algunos de ellos hablan directamente de un montaje, creado para controlar a la población.
¿Podría extenderse y crecer un mito o una historia falsa hasta convertirse en una religión mayoritaria que se extienda durante 2 milenios?
A continuación exponemos la opinión de dos estudiosos que así lo sostienen.
Hace unos días hablábamos de Joseph Atwill en un artículo en el Microlector…


ESTUDIOSO DE LA BIBLIA AFIRMA QUE LA HISTORIA DE JESUCRISTO ES UN ENGAÑO DISEÑADO PARA CONTROLAR A LA GENTE
El polémico estudioso de la Biblia Joseph Atwill sostiene que toda la historia alrededor de la figura de Jesucristo fue un engaño romano, diseñado para controlar a la población.
Según el polémico erudito, el cristianismo es una religión sin fundamento que fue diseñada por el imperio romano para justificar la esclavitud y pacificar a los ciudadanos.
Atwill afirma que: “El cristianismo puede ser considerado como una religión, pero en realidad fue desarrollado y utilizado como un sistema de control mental para producir esclavos que creyeran que Dios decretó su esclavitud”

Wednesday, July 6, 2016

Mentira y engaño en Latinoamérica

Ángel Soto recuerda a sus 40 años un libro poco usual, Del buen salvaje al buen revolucionario y la vida de su autor venezolano, Carlos Rangel.

Ángel Soto es Profesor dela Facultad de Comunicación de la Universidad de los Andes (Chile).
Hace cuarenta años, en 1976, se publicó la primera edición de un libro distinto, poco usual —dice el editor— en el panorama ensayístico latinoamericano en el que se hace una descripción de los mitos y realidades de nuestros continente, que más bien parece seguir empantanado en las “venas abiertas”. Me refiero al trabajo del venezolano Carlos Rangel, cuyo título es Del buen salvaje al buen revolucionario (Caracas, 1976).



Su autor, nacido en 1929 fue periodista, diplomático y escritor. Un intelectual latinoamericano del siglo XX, es decir, un hombre que vivió el corto siglo XX y la lucha ideológica, educado en EE.UU. y Francia. A lo largo de su carrera escribió innumerables artículos y entre sus libros también destaca El tercermundismo (1982) y Marx y los socialismos reales y otros ensayos, escrito el mismo año de su muerte en 1988.
No pasa desapercibido que el texto que comentamos se inicia con una cita de Ortega y Gasset: “Todo el que en política y en historia se rija por lo que se dice, errará lamentablemente”. Frase que mantiene plena vigencia y que da cuenta de los mitos permanentes de nuestra discusión política. Desde seguir culpando a los españoles de nuestra pobreza hasta el abuso norteamericano, pasando por la redistribución de la riqueza y la educación gratuita para todos, etc. Discurso que —como bien se cita a Octavio Paz— nos recuerda que “la mentira se instaló en nuestros pueblos casi constitucionalmente… Nos movemos en la mentira con naturalidad… De ahí que la lucha contra la mentira oficial y constitucional sea el primer paso de toda tentativa seria de reforma” (p. 9). El propio Paz —citado por Rangel— en El laberinto de la soledad dice que mentimos por placer y que ésta posee “una importancia decisiva” en la vida cotidiana del latinoamericano: en el amor, la amistad, la política (Gota a Gota: Madrid, 2007, p. 122).
¡Que gran verdad!. Latinoamérica es presa de esa otra consigna, menos ideológica, pero tan dañina que es: “miente, miente que algo queda”.
En la 11ª edición Del Buen salvaje al buen revolucionario, publicada en 1992, el intelectual Jean-Francois Revel escribe en el prólogo, que ha sido la propia Europa la que ayudó a construir ese mito del estado de naturaleza abusado a partir de sus propias necesidades de aventuras, sueños y exotismo, y que esas imágenes las hemos proyectado cristalizándolas en la idea de la Latinoamérica revolucionaria del siglo XX (Monte Ávila: Caracas, 1992, p. 12), nunca mejor representadas en el mítico barbudo cubano de comienzos de los 60 con Fidel Castro y Ernesto “Che” Guevara y que podemos proyectar hasta el mexicano Sub comandante Marcos en Chiapas, mientras que por otro lado podría hacerse extensiva al fundamentalismo ecológico. Siempre me he preguntado cuánto de convencimiento real hay en esto último y cuánto hay de impulso (y financiamiento) desde el mismo mundo desarrollado que no quiere ver amenazado su dominio del mercado.
Si Latinoamérica es occidente o no, es un tema que discutiremos en otra columna de estos Fragmentos, pero lo que sí es importante afirmar aquí —siguiendo a Revel— es que el subdesarrollo de la región es ante todo político más que económico (p.17). Ahí esta la cuestión fundamental del asunto. Yo me permitió agregar, cultural.
¿Quién creería que el desarrollo llegará al momento de alcanzar los U$25.000 per cápita? Sí, alguien aludirá a la desigualdad del ingreso, mientras unos ganan U$60.000 otros quizás ganan U$3.000, pero eso nos dejaría empantanados en la planilla excel que hemos criticado en otros lugares.
En octubre del 2007, se publicó en España una nueva edición de este libro, que incluyó un prólogo del colombiano Plinio Apuleyo Mendoza donde enfatizó que estamos dirigidos por la mentira, calificando a Rangel como un “aguafiestas, un provocador y desde luego para los marxistas de todo pelaje un reaccionario” (Gota a Gota: Madrid, 2007, pp. 14-16). Y como no, si el venezolano fue uno de esos hombres que se anticipan a su tiempo en ideas, son políticamente incorrectos, van de frente y dicen las cosas cara a cara —algo difícil de encontrar en nuestra región donde el apuñalamiento por la espalda es el deporte de cada día— pero inevitablemente, al final de los días, tienen razón —y como bien dice Apuleyo— lo consiguen “porque se apoyan en la realidad y no en los mitos”.
Uno de ellos: ¿Quién podría identificar un solo caso de progreso económico en la historia del mundo a causa del socialismo? ¿Quién podría señalar un caso de éxito que no sea fruto de haber optado por el camino de la libertad política y económica, es decir, de la democracia y el mercado?
Sin embargo seguimos creyéndole a los populistas y a los vendedores de milagros. A parlanchines que buscan refundar de manera permanente nuestros países dictando nuevas constituciones como si ese fuera el problema, cuando la verdadera razón del atraso esta en que “buscamos culpables distintos a nosotros mismos”, y en ese camino “hemos adobado mentiras redentoras” (Gota a Gota: Madrid, 2007, p. 21).
Que paradójico resulta que en 1976 fue escrito en una Venezuela radicalmente distinta a la actual, ¿es que quizás se observaron señales que no se quisieron ver?
Son muchos los temas que se abordan —e invito al lector a leer el libro completo, no se arrepentirá— pero no puedo dejar de mencionar el capítulo “Héroes y traidores”.
¿Qué nos paso en el origen de nuestros procesos de independencia? Escasas libertades, precariedad jurídico-institucional, caudillismo y —sobre todo— traición, envidia y mentira. El “tirar hacia abajo a quien le va bien”, idea que con distintas expresiones esta presente en todo el continente y sin embargo ¿no hay acaso mayor dolor que el causado por la traición? El puñal por la espalda en esos proyectos en los que nos ilusionamos en conjunto, ponemos el alma, pero que sin embargo la soberbia, el egoísmo, la envidia y el oportunismo del mediocre terminan por destruir. Eso, en parte, es la historia de Latinoamérica.
Hace diez años, cuando se cumplieron los 30 de la publicación del libro de Rangel, el escritor Carlos Alberto Montaner se preguntaba por qué los venezolanos, y especialmente su clase dirigente, que tuvo la oportunidad de leer este libro, cayó igualmente en el chavismo, la “quintaesencia del tercermundismo denunciado en este libro”. La respuesta fue, porque como suele suceder, se le percibió “como una argumentación ideológica sin conexión con la realidad”, aunque tal vez, por sobre todo, fue una “advertencia contra el aventurismo político de la izquierda colectivista” (p. 435), que un sector de la clase dirigente no quiso ver, obnubilados por la riqueza, por la confianza en que el futuro estaba asegurado y por sobre todo ninguneando las ideas, a la intelectualidad.
Hoy, diez años más tarde, y a 40 años de su publicación, debiera volver a servir, no sólo a los venezolanos, sino que a todos los latinoamericanos, a repensar que no podemos seguir siendo víctimas del engaño, la mentira y de la traición.

Mentira y engaño en Latinoamérica

Ángel Soto recuerda a sus 40 años un libro poco usual, Del buen salvaje al buen revolucionario y la vida de su autor venezolano, Carlos Rangel.

Ángel Soto es Profesor dela Facultad de Comunicación de la Universidad de los Andes (Chile).
Hace cuarenta años, en 1976, se publicó la primera edición de un libro distinto, poco usual —dice el editor— en el panorama ensayístico latinoamericano en el que se hace una descripción de los mitos y realidades de nuestros continente, que más bien parece seguir empantanado en las “venas abiertas”. Me refiero al trabajo del venezolano Carlos Rangel, cuyo título es Del buen salvaje al buen revolucionario (Caracas, 1976).


Monday, June 27, 2016

Mentira y engaño en Latinoamérica

Ángel Soto recuerda a sus 40 años un libro poco usual, Del buen salvaje al buen revolucionario y la vida de su autor venezolano, Carlos Rangel.

Ángel Soto es Profesor dela Facultad de Comunicación de la Universidad de los Andes (Chile).
Hace cuarenta años, en 1976, se publicó la primera edición de un libro distinto, poco usual —dice el editor— en el panorama ensayístico latinoamericano en el que se hace una descripción de los mitos y realidades de nuestros continente, que más bien parece seguir empantanado en las “venas abiertas”. Me refiero al trabajo del venezolano Carlos Rangel, cuyo título es Del buen salvaje al buen revolucionario (Caracas, 1976).



Su autor, nacido en 1929 fue periodista, diplomático y escritor. Un intelectual latinoamericano del siglo XX, es decir, un hombre que vivió el corto siglo XX y la lucha ideológica, educado en EE.UU. y Francia. A lo largo de su carrera escribió innumerables artículos y entre sus libros también destaca El tercermundismo (1982) y Marx y los socialismos reales y otros ensayos, escrito el mismo año de su muerte en 1988.
No pasa desapercibido que el texto que comentamos se inicia con una cita de Ortega y Gasset: “Todo el que en política y en historia se rija por lo que se dice, errará lamentablemente”. Frase que mantiene plena vigencia y que da cuenta de los mitos permanentes de nuestra discusión política. Desde seguir culpando a los españoles de nuestra pobreza hasta el abuso norteamericano, pasando por la redistribución de la riqueza y la educación gratuita para todos, etc. Discurso que —como bien se cita a Octavio Paz— nos recuerda que “la mentira se instaló en nuestros pueblos casi constitucionalmente… Nos movemos en la mentira con naturalidad… De ahí que la lucha contra la mentira oficial y constitucional sea el primer paso de toda tentativa seria de reforma” (p. 9). El propio Paz —citado por Rangel— en El laberinto de la soledad dice que mentimos por placer y que ésta posee “una importancia decisiva” en la vida cotidiana del latinoamericano: en el amor, la amistad, la política (Gota a Gota: Madrid, 2007, p. 122).
¡Que gran verdad!. Latinoamérica es presa de esa otra consigna, menos ideológica, pero tan dañina que es: “miente, miente que algo queda”.
En la 11ª edición Del Buen salvaje al buen revolucionario, publicada en 1992, el intelectual Jean-Francois Revel escribe en el prólogo, que ha sido la propia Europa la que ayudó a construir ese mito del estado de naturaleza abusado a partir de sus propias necesidades de aventuras, sueños y exotismo, y que esas imágenes las hemos proyectado cristalizándolas en la idea de la Latinoamérica revolucionaria del siglo XX (Monte Ávila: Caracas, 1992, p. 12), nunca mejor representadas en el mítico barbudo cubano de comienzos de los 60 con Fidel Castro y Ernesto “Che” Guevara y que podemos proyectar hasta el mexicano Sub comandante Marcos en Chiapas, mientras que por otro lado podría hacerse extensiva al fundamentalismo ecológico. Siempre me he preguntado cuánto de convencimiento real hay en esto último y cuánto hay de impulso (y financiamiento) desde el mismo mundo desarrollado que no quiere ver amenazado su dominio del mercado.
Si Latinoamérica es occidente o no, es un tema que discutiremos en otra columna de estos Fragmentos, pero lo que sí es importante afirmar aquí —siguiendo a Revel— es que el subdesarrollo de la región es ante todo político más que económico (p.17). Ahí esta la cuestión fundamental del asunto. Yo me permitió agregar, cultural.
¿Quién creería que el desarrollo llegará al momento de alcanzar los U$25.000 per cápita? Sí, alguien aludirá a la desigualdad del ingreso, mientras unos ganan U$60.000 otros quizás ganan U$3.000, pero eso nos dejaría empantanados en la planilla excel que hemos criticado en otros lugares.
En octubre del 2007, se publicó en España una nueva edición de este libro, que incluyó un prólogo del colombiano Plinio Apuleyo Mendoza donde enfatizó que estamos dirigidos por la mentira, calificando a Rangel como un “aguafiestas, un provocador y desde luego para los marxistas de todo pelaje un reaccionario” (Gota a Gota: Madrid, 2007, pp. 14-16). Y como no, si el venezolano fue uno de esos hombres que se anticipan a su tiempo en ideas, son políticamente incorrectos, van de frente y dicen las cosas cara a cara —algo difícil de encontrar en nuestra región donde el apuñalamiento por la espalda es el deporte de cada día— pero inevitablemente, al final de los días, tienen razón —y como bien dice Apuleyo— lo consiguen “porque se apoyan en la realidad y no en los mitos”.
Uno de ellos: ¿Quién podría identificar un solo caso de progreso económico en la historia del mundo a causa del socialismo? ¿Quién podría señalar un caso de éxito que no sea fruto de haber optado por el camino de la libertad política y económica, es decir, de la democracia y el mercado?
Sin embargo seguimos creyéndole a los populistas y a los vendedores de milagros. A parlanchines que buscan refundar de manera permanente nuestros países dictando nuevas constituciones como si ese fuera el problema, cuando la verdadera razón del atraso esta en que “buscamos culpables distintos a nosotros mismos”, y en ese camino “hemos adobado mentiras redentoras” (Gota a Gota: Madrid, 2007, p. 21).
Que paradójico resulta que en 1976 fue escrito en una Venezuela radicalmente distinta a la actual, ¿es que quizás se observaron señales que no se quisieron ver?
Son muchos los temas que se abordan —e invito al lector a leer el libro completo, no se arrepentirá— pero no puedo dejar de mencionar el capítulo “Héroes y traidores”.
¿Qué nos paso en el origen de nuestros procesos de independencia? Escasas libertades, precariedad jurídico-institucional, caudillismo y —sobre todo— traición, envidia y mentira. El “tirar hacia abajo a quien le va bien”, idea que con distintas expresiones esta presente en todo el continente y sin embargo ¿no hay acaso mayor dolor que el causado por la traición? El puñal por la espalda en esos proyectos en los que nos ilusionamos en conjunto, ponemos el alma, pero que sin embargo la soberbia, el egoísmo, la envidia y el oportunismo del mediocre terminan por destruir. Eso, en parte, es la historia de Latinoamérica.
Hace diez años, cuando se cumplieron los 30 de la publicación del libro de Rangel, el escritor Carlos Alberto Montaner se preguntaba por qué los venezolanos, y especialmente su clase dirigente, que tuvo la oportunidad de leer este libro, cayó igualmente en el chavismo, la “quintaesencia del tercermundismo denunciado en este libro”. La respuesta fue, porque como suele suceder, se le percibió “como una argumentación ideológica sin conexión con la realidad”, aunque tal vez, por sobre todo, fue una “advertencia contra el aventurismo político de la izquierda colectivista” (p. 435), que un sector de la clase dirigente no quiso ver, obnubilados por la riqueza, por la confianza en que el futuro estaba asegurado y por sobre todo ninguneando las ideas, a la intelectualidad.
Hoy, diez años más tarde, y a 40 años de su publicación, debiera volver a servir, no sólo a los venezolanos, sino que a todos los latinoamericanos, a repensar que no podemos seguir siendo víctimas del engaño, la mentira y de la traición.

Mentira y engaño en Latinoamérica

Ángel Soto recuerda a sus 40 años un libro poco usual, Del buen salvaje al buen revolucionario y la vida de su autor venezolano, Carlos Rangel.

Ángel Soto es Profesor dela Facultad de Comunicación de la Universidad de los Andes (Chile).
Hace cuarenta años, en 1976, se publicó la primera edición de un libro distinto, poco usual —dice el editor— en el panorama ensayístico latinoamericano en el que se hace una descripción de los mitos y realidades de nuestros continente, que más bien parece seguir empantanado en las “venas abiertas”. Me refiero al trabajo del venezolano Carlos Rangel, cuyo título es Del buen salvaje al buen revolucionario (Caracas, 1976).