Ecuador: Desconociendo la realidad
Por Gabriela Calderón de Burgos
Recientemente el presidente dijo:
“Colombia nos depreció la moneda. Perú nos depreció la moneda, y
nosotros no pudimos responder”. Esto asume algo que simplemente no
ocurre en la vida real. Los gobiernos de estos países, al igual que el
de Ecuador si tuviese moneda propia, no tienen la capacidad de
determinar un tipo de cambio real para su moneda.
Esto es así porque el mundo de hoy está
de cierta forma “dolarizado”. Ronald McKinnon explicaba en su libro
(2013) que el dólar se encuentra en un 85 a 90% de las transacciones
interbancarias de tipo de cambio a nivel mundial, la mayoría de los
gobiernos utilizan al dólar como reservas y la mayoría de las materias
primas comercializadas a nivel internacional son facturadas en dólares.
¿De qué nos serviría devaluar frente a
la caída del precio del petróleo? El presidente explicó: “Mucho más
sencillo sería tener tipo de cambio, que se deprecie un poco la moneda,
se fomenten las exportaciones, se restringen las importaciones y se
corrige el desbalance externo”.
Pero esto incurre en la tradicional
falacia de Nirvana. Ante algo imperfecto, se presume que existe una
alternativa perfecta. Como sabemos, las utopías no son alternativas
reales. El economista Larry White explica que las únicas dos
alternativas reales a la dolarización son: (1) un tipo de cambio
ajustable y (2) un tipo de cambio en libre flotación. No se trata de un
“régimen imaginario en el que las depreciaciones precisamente calibradas
del tipo de cambio de la moneda local son administradas por expertos
justo cuando es necesario ajustar los salarios, una mejora por sobre la
dolarización sin incurrir en costos. Darle a un banco central como el de
Ecuador la discreción de emitir su propia moneda es deshacerse del
ancla en el dólar que actualmente mantiene en su lugar las expectativas
de inflación del público y estabiliza el sistema”.
También se ha dicho que la apreciación
del dólar nos resta competitividad. Steve Hanke señaló durante su visita
a Guayaquil en julio: “Suiza ha tenido la moneda más fuerte del mundo
durante los últimos 100 años... se ha apreciado alrededor de 1% al año
en relación al dólar americano... pero la economía exportadora de Suiza y
la competitividad de la industria suiza es superior a casi cualquier
lugar en el mundo... ¿qué está pasando?... la moneda fuerte obliga al
Gobierno a desregular la economía”. Otros ejemplos son los de Alemania y
Japón.
Finalmente, el estatus de la balanza
comercial no es un indicador relevante para determinar el bienestar de
los ciudadanos de un país. Algunas autoridades han celebrado esta semana
que la balanza comercial ha vuelto a estar en “azul” sin percatarse de
que esto pasa justo cuando el país atraviesa un segundo año
decepcionante en cuanto al crecimiento económico y el empleo. No
olvidemos tampoco que la última vez que la balanza comercial estuvo así
de “bien” fue el “fenomenal” año 2000 y sin que existan salvaguardias.
Así que tampoco procede el regodeo del Gobierno, dado que la balanza
comercial se suele autocorregir con o sin intervenciones suyas que no
hacen más que encarecer artificialmente el costo de consumir y producir
en el país.
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