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Sunday, November 27, 2016

Fidel Castro, el revolucionario victorioso del siglo XX


La pervivencia del comunismo en Cuba, así como su prestigio renacido, son dos de los grandes fracasos de las elites gobernantes y universitarias de América y Europa.

PEDRO FERNANDEZ BARBADILLO
EFE
Sin duda en sus últimos instantes de conciencia antes de morir, Fidel Castro, nacido en Birán en 1926, pudo despedirse de este mundo con una sonrisa de desprecio y superioridad. Ha sido, sin duda, el revolucionario de mayor éxito del siglo XX. Ha evitado ser destituido o purgado por sus camaradas; ha sobrevivido a todos sus enemigos internos y externos; junto con el norcoreano Kim Il-sung, ha establecido una monarquía comunista; ha alcanzado el siglo XXI; y ha muerto en loor de multitudes.
Castro es un hijo del siglo de las revoluciones y los genocidios. Como Lenin, mamó ideología y vivió para la ideología. Su militancia comunista comenzó en la Universidad de La Habana, en la que ingresó en 1945. En 1947 participó en una patética invasión de la República Dominicana para derrocar al general Trujillo, pero ésta fracasó y él tuvo que huir.



Amante de la violencia

En abril de 1948, en Bogotá, mientras se desarrollaba una reunión de ministros de Asuntos Exteriores de la OEA, se produjo el asesinato del político liberal Jorge Eliécer Gaitán, que causó una sublevación popular contra el Gobierno colombiano (el Bogotazo) y una larga guerra civil cuyos estertores duran hasta hoy. Castro se encontraba en la ciudad en su condición de líder estudiantil y se había reunido con Gaitán. Muchos colombianos aseguran que participó en el complot que causó el magnicidio, todavía sin resolver.
En 1950 se graduó y en 1952 el general Fulgencio Batista, que había gobernado en los años 40 mediante elecciones plurales, dio un golpe de Estado. Ahí comenzó Fidel su combate. Dirigió un asalto al cuartel de Moncada, que también fracasó, pero que a cambio le concedió su aura. En el juicio posterior pronunció su frase célebre: "La Historia me absolverá". Batista le indultó y le envió a México.
En diciembre de 1956, Fidel, su hermano Raúl (nacido en 1931) y otros miembros del Movimiento 26 de Julio se embarcaron en el yate Granma y cruzaron el Caribe para desembarcar en Cuba. En los años siguientes se hicieron fuertes en Sierra Maestra, en el centro del país. El régimen de Batista fracasó en sus intentos de capturar a los guerrilleros. En la Nochevieja de diciembre de 1958, Batista y sus acólitos huyeron de La Habana vestidos de fiesta a la República Dominicana.
La victoria de los barbudos fue celebrada por muchos cubanos de clase media y alta, ya que la dictadura de Batista se había convertido en un pozo negro de corrupción e incompetencia. También sectores de la Iglesia católica cubana y del Gobierno y la prensa de Estados Unidos recibieron con alegría a los guerrilleros. Incluso el régimen franquista se mostró favorable a ellos, ya que una de las primeras medidas del nuevo régimen fue mutilar el memorial construido a las víctimas de la voladura del acorazado norteamericano Maine, la excusa para el comienzo de la guerra hispano-yanqui de 1898. En junio de 1959, el Che Guevara se paseó por Madrid con su boina y su uniforme verde oliva, y hasta acudió a una corrida de toros.
Siempre queda la sospecha de que estuviese detrás del asesinato del presidente John Kennedy en Dallas en 1963, ya que éste y su hermano Robert habían aprobado varios proyectos de la CIA para matarle a él; antes, en abril de 1961, Kennedy había permitido el desembarco en Bahía de Cochinos.
En cuanto se hicieron con el poder Fidel y su hermano, empezaron a fusilar a exaltos cargos del régimen de Batista, a miembros relevantes de la sociedad civil que podrían encabezar la resistencia y, característico de los socialistas, a sus propios camaradas. Huber Matos fue detenido y encarcelado durante 20 años, Camilo Cienfuegos murió en un accidente aéreo y el Che realizó turismo guerrillero hasta que en 1967 los militares bolivianos le capturaron y fusilaron.
La testarudez de Fidel estuvo a punto de causar la Tercera Guerra Mundial en la Crisis de los Misiles, ya que se oponía a cualquier acuerdo entre Moscú y Washington.

Imperialismo cubano en América

Al aplicar las fórmulas socialistas, la economía cubana se hundió y sólo ha sobrevivido, hasta que el venezolano Hugo Chávez envió tal cantidad de petróleo que parte de éste se revende en el mercado internacional para obtener dólares, gracias a que el bloque socialista (el Comecon) compraba el azúcar a un precio superior al internacional y a los transferencias de fondos de la URSS.
Cuba se convirtió en uno de los satélites más fieles de Moscú. A cambio de la protección y el dinero soviéticos, Fidel pagó con sangre cubana. Bajo el mantra de la solidaridad internacionalista, envió carne de cañón no sólo a todos los puntos calientes del hemisferio occidental, como Nicaragua y Colombia, también a Angola, Etiopía y Siria. Además, La Habana cayó en el pecado que reprochaba a Estados Unidos: el imperialismo. A partir de los años 60, Fidel aprobó la injerencia cubana en los demás países del hemisferio mediante vías secretas y subversivas: instauró el Departamento América, a cuyo frente colocó a Manuel Piñeiro, alias Barbarroja. Éste y su departamento se encargaban de dar instrucción, cobijo, asilo, inteligencia y lo que hiciese falta a los camaradas revolucionarios. Parte de la guardia personal del socialista chileno Salvador Allende era cubana, como lo es el círculo íntimo de Chávez.
La caída del Muro de Berlín y el desmembramiento de la Unión Soviética dejaron a Cuba más aislada y empobrecida que nunca. Pero los Castro reforzaron la represión interna. El caso más despiadado fue el juicio farsa al general Arnaldo Ochoa (otro veterano de Sierra Maestra), al coronel Antonio de la Guardia (asesor de Allende) y otros oficiales acusados de narcotráfico con un cártel colombiano. De esta manera, los hermanos Castro disiparon cualquier tentación de golpe palaciego estilo rumano. A partir de este momento, Raúl, ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias entre 1959 y 2008 y jefe de los servicios secretos, empezó a aumentar su poder.

El yayo de la revolución

En 2001 aparecieron sus achaques de edad, que le llevaron a renunciar al caudillaje revolucionario a favor de su hermano en 2008, después de haber ejercido la tiranía más larga de las padecidas por cualquier país americano: 49 años. Mucho más tiempo que los reinados de Anastasio Somoza en Nicaragua (19 años), Juan Vicente Gómez en Venezuela (27 años), Rafael Trujillo en la República Dominicana (31 años) y Porfirio Díaz de México (35 años).
Sus últimos años los ha pasado como un viejo duque inglés que se hace fotos con los visitantes de su castillo. Recibió a Chávez, que pretendió ser su heredero político; a la argentina Cristina Fernández, al brasileño Lula da Silva, al boliviano Evo Morales, al nicaragüense Daniel Ortega y a todo el que buscaba un souvenir revolucionario. En sus años de madurez triunfadora ya recibió y agasajó a los españoles Manuel Fraga, conservador, y Felipe González, socialista.
Fidel deja un régimen comunista fortalecido en torno a su hermano y una Cuba que ha superado el aislamiento y el desastre económico posterior a la caída del bloque socialista en Europa. La revolución cubana vuelve a tener admiradores y protectores en las Américas, desde Oliver Stone a Morales. Éste ha llegado a celebrar la irrupción del Che en Bolivia, que iba a matar bolivianos, otra manera de levantar obstáculos contrarrevolucionarios.
La pervivencia del comunismo en Cuba, así como su prestigio renacido, son dos de los grandes fracasos de las elites gobernantes y universitarias de América y Europa.

Fidel Castro, el revolucionario victorioso del siglo XX


La pervivencia del comunismo en Cuba, así como su prestigio renacido, son dos de los grandes fracasos de las elites gobernantes y universitarias de América y Europa.

PEDRO FERNANDEZ BARBADILLO
EFE
Sin duda en sus últimos instantes de conciencia antes de morir, Fidel Castro, nacido en Birán en 1926, pudo despedirse de este mundo con una sonrisa de desprecio y superioridad. Ha sido, sin duda, el revolucionario de mayor éxito del siglo XX. Ha evitado ser destituido o purgado por sus camaradas; ha sobrevivido a todos sus enemigos internos y externos; junto con el norcoreano Kim Il-sung, ha establecido una monarquía comunista; ha alcanzado el siglo XXI; y ha muerto en loor de multitudes.
Castro es un hijo del siglo de las revoluciones y los genocidios. Como Lenin, mamó ideología y vivió para la ideología. Su militancia comunista comenzó en la Universidad de La Habana, en la que ingresó en 1945. En 1947 participó en una patética invasión de la República Dominicana para derrocar al general Trujillo, pero ésta fracasó y él tuvo que huir.


Thursday, June 30, 2016

Primer genocidio socialista del siglo XX: advertencia para Venezuela

El Gobierno soviético creó así la hambruna que mató millones y en la que los ucranianos debieron comer perros, gatos, ratas, e incluso cadáveres humano

(Litci)
Como todos los crímenes del régimen soviético, objetivo y método fueron establecidos y ejecutados primero por Lenin, quien ya en 1918 ordenaba matar. (Litci)
Por Guillermo Rodríguez G.
Descubrir la historia criminal del Socialismo es revelador para quienes no conocen la naturaleza de lo que pretende someterlos. Esta semana lo conversé con algunos jóvenes venezolanos que leen por primera vez a Solzhenitsyn, y a esa luz les sorprende que no esté todavía peor su Venezuela.
Mientras el continente mira esperanzado el acuerdo de paz entre el Gobierno y una parte de las narco financiadas guerrillas colombianas, algunos venezolanos descubren que lo peor no es lo que el secretario Almagro –socialista de vieja data desmarcándose del chavismo cuya debacle continental espera– describió en la OEA sobre la Venezuela cuya canciller presumió del “Estado de Derecho” con un Poder Judicial al servicio del Ejecutivo bloqueando un Legislativo de mayoría opositora.



Pudiera llegar a ser peor la escasez de alimentos y medicinas que sufre nuestra empobrecida población, mucho peor con un aparato productivo destruido y el final del reparto populista resultante de la caída del precio del crudo, e incluso la violencia criminal de récord continental puede empeorar, que todo en el socialismo puede ser peor, mucho peor, es lo que Archipiélago Gulag les reveló a mis jóvenes amigos.
El socialismo agravará lo que ya sufrimos en Venezuela, como explica Solzhenitsyn del que la relativa prosperidad en las ciudades soviéticas de 1936 salió del expolio del trigo que dejaba sin pan a las aldeas, me dice un joven venezolano que comprendió lo superficial de las recientes purgas del propio chavismo al descubrir que Vlasov pagó con su vida el burlar el espíritu, no la letra, de las normas redactadas para que los campesinos no comieran pan, creando hornos comunitarios en casas “abandonadas” de los kulaks.
¿Quiénes fueron los kulaks que menciona ahí Solzhenitsyn? Inquieren quienes soportan horas de espera en la fila del racionamiento y saben que toda la cadena de distribución –gubernamental y privada– de alimentos en Venezuela la controla un Gobierno que, de no ser por el mercado negro, decidiría quién come y quién no.
La historia de los genocidios socialistas del siglo XX comenzó al inicio del poder soviético, con el extermino de pequeños propietarios agrícolas denominados kulaks.
Como todos los crímenes del régimen soviético, objetivo y método fueron establecidos y ejecutados primero por Lenin, quien ya en 1918 ordenaba: “Es preciso dar un escarmiento. 1. Colgar, y digo colgar de manera que la gente lo vea, al menos 100 kulaks, ricos, y chupasangres conocidos. 2. Publicar sus nombres. 3. -Apoderarse de su grano. 4. Identificar a los rehenes como hemos indicado en nuestro telegrama de ayer. Haced esto de manera que en centenares de leguas a la redonda la gente vea, sepa comprenda y tiemble. Decidles que sedientos de sangre matamos y continuaremos matando a los kulaks. Telegrafiad que habéis recibido y ejecutado esas instrucciones. Vuestro, Lenin” (Orden de Lenin, telegrafiada el 10 de agosto de 1918).
Tras la muerte de Lenin, Stalin asciende cuando casi no quedan kulaks sobrevivientes en Rusia, pero llevaría a otra escala el exterminio en Ucrania, dónde en 1929 declaró a los kulaks enemigos del pueblo para requisar todas las tierras y el ganado privados afectando cerca del 80% de la población.
En la campaña de colectivización del campo ucraniano cerca de 10 millones de personas fueron enviadas al gulag siberiano en trenes de mercancías en que un tercio morían sin llegar a los campos de concentración. Los kulaks ucranianos se rebelaron retomando sus propiedades y ajusticiando jefes soviéticos locales, pero el ejército rojo ahogó en sangre la rebelión, mientras la policía política aplicaba un terror como el ordenado por Lenin.
En 1932, con la mayoría de las explotaciones ucranianas forzosamente colectivizadas, Stalin llevo a sus últimas consecuencias una de las ordenes de Lenin contra los kulaks: “Apoderarse de su grano”, con el aumento desmedido de cuotas a entregar por las granjas colectivas de Ucrania.
En medio de la severa escasez de comida en Ucrania, la cosecha de trigo de 1933 se exportó a bajos precios. Eventualmente la policía política inició inspecciones aleatorias de las pertenencias personales, quienes fueran sorprendidos con cualquier cantidad de comida serían declarados ladrones de comida del Estado y sufrirían aleatoriamente de diez años en el gulag al ajusticiamiento inmediato.
El Gobierno soviético creó así la hambruna que mató millones y en la que los ucranianos debieron comer perros, gatos, ratas, e incluso cadáveres humanos. El extermino por hambre logró hacia 1934 la muerte de unas 25 mil personas diarias en Ucrania, exterminando entre cinco y ocho millones de Ucranianos al tiempo que el socialismo demócrata occidental inició su sistemática negación, ocultamiento y subestimación de los crímenes soviéticos –de los que estuvieron al tanto durante las siete décadas de existencia de la URSS– y la colaboración activa de sus gobiernos con el poder soviético al alcanzar el poder en Washington el socialista moderado Franklin D. Roosevelt, quien reconoció formalmente al Gobierno de Stalin en 1933, asegurando la incorporación de la Unión Soviética en la Sociedad de Naciones en 1934.
Que el socialismo más que un error intelectual, es un dogma maligno capaz de adelantar los peores crímenes declarándose la bondad absoluta por la falacia de la redención colectiva, asombra a quién lo descubre. Cómo lograr que el resto también lo descubra bajo las infinitas capas de propaganda y falsedad es lo que intentará  responder desde ese camino de Damasco hasta el fin de sus días.
Guillermo Rodríguez G. es investigador del Centro de Economía Política Juan de Mariana y profesor de Economía Política del Instituto Universitario de Profesiones Gerenciales IUPG, de Caracas, Venezuela.

Primer genocidio socialista del siglo XX: advertencia para Venezuela

El Gobierno soviético creó así la hambruna que mató millones y en la que los ucranianos debieron comer perros, gatos, ratas, e incluso cadáveres humano

(Litci)
Como todos los crímenes del régimen soviético, objetivo y método fueron establecidos y ejecutados primero por Lenin, quien ya en 1918 ordenaba matar. (Litci)
Por Guillermo Rodríguez G.
Descubrir la historia criminal del Socialismo es revelador para quienes no conocen la naturaleza de lo que pretende someterlos. Esta semana lo conversé con algunos jóvenes venezolanos que leen por primera vez a Solzhenitsyn, y a esa luz les sorprende que no esté todavía peor su Venezuela.
Mientras el continente mira esperanzado el acuerdo de paz entre el Gobierno y una parte de las narco financiadas guerrillas colombianas, algunos venezolanos descubren que lo peor no es lo que el secretario Almagro –socialista de vieja data desmarcándose del chavismo cuya debacle continental espera– describió en la OEA sobre la Venezuela cuya canciller presumió del “Estado de Derecho” con un Poder Judicial al servicio del Ejecutivo bloqueando un Legislativo de mayoría opositora.