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Friday, July 29, 2016

Manlio y Cuauhtémoc: 30 años después

Razones

Jorge Fernández Menéndez
 

Manlio y Cuauhtémoc: 30 años después

Era el 14 de agosto de 1986 cuando la primera plana del unomásuno, donde entonces trabajaba, dio a conocer la existencia de lo que se llamaría la Corriente Democrática. Recuerdo que su entonces director, Manuel Becerra Acosta, llegó eufórico y apresurado de una comida que había tenido con Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo y Rodolfo González Guevara. Le habían autorizado hacer oficial la existencia de la corriente que desde junio venía trabajando, luego de dejar la gubernatura de Michoacán, Cuauhtémoc Cárdenas. No recuerdo quién redactó la nota, pero fue casi dictada por Becerra. El subdirector editorial, Huberto Batis, me pidió que escribiera el editorial institucional que era francamente positivo hacia la nueva corriente.



Imposible olvidar la excitación del momento, primero, porque se trataba de una exclusiva muy importante, pero, sobre todo, porque esa corriente, por primera vez en décadas, se proponía no sólo intervenir en la línea del priismo de cara a la sucesión de 1988, sino que también en la elección del candidato: desafiaba el dedazo.
No se planteó de inicio como una ruptura: la idea era crear una corriente interna en el PRI que se podría definir como antineoliberal, rescatando las posiciones nacionalistas y revolucionarias. Había nacido, decíamos, en junio, con una serie de reuniones y encuentros, muy similar a lo que años después y para impulsar, también, una alternativa al PRI pero en el año 2000, fue el Grupo San Ángel.
Por supuesto, fueron muchos los que estuvieron en esos encuentros convocados por Cárdenas y Muñoz Ledo y no todos se sumaron a la naciente corriente, decidida como tal apenas unos días antes de su oficialización. Con el tiempo llegaron muchos más y otros se fueron, incluso, uno de sus fundadores, González Guevara decidió abandonarla cuando hizo eclosión la ruptura con el PRI que se escenificó un año después, cuando fue evidente la candidatura de Carlos Salinas de Gortari. De ahí, en una alianza con partidos pequeños como el PARM, el PPS y el PFCRN (el ferrocarril de donde saldría buena parte de lo que hoy es Nueva Izquierda) surgió la candidatura de Cuauhtémoc, a pesar de que la izquierda en torno al PSUM y el PMT, postulaba a Heberto Castillo. Fue hasta un mes antes de los comicios cuando Heberto decidió resignar su candidatura para apoyar a Cárdenas.
Fue un movimiento tan vertiginoso el de aquellos dos años entre la aparición de la corriente democrática y las elecciones de 1988, que es imposible olvidarlo. Después de esos comicios ya nada fue igual. Fue, como reconoció el propio Salinas de Gortari, el fin del sistema del partido prácticamente único.
Todo esto viene a cuento porque ayer, por segunda vez en los últimos días, desayunaron Manlio Fabio Beltrones y Cuauhtémoc Cárdenas. En aquel escenario de 1986-88, estaban en los lados contrarios de la mesa. Ayer hablaron de la situación política del país, de los partidos, de la ausencia de opciones claras y de lo que anunciará hoy Beltrones: la creación de una suerte de corriente, de un movimiento interno en su partido que tiene muchos lazos en común con aquel de hace ya 30 años.
Manlio, me dicen, quiere crear un grupo de reflexión, de opinión, de intercambio de ideas, que adopte posiciones claras hacia el futuro. Mañana se anunciará la creación de una Asociación Civil conformada por legisladores que impulsaron las recientes reformas, para darles continuidad y profundizarlas, reflexionando y trabajando sobre ellas. No será, necesariamente, un grupo de sólo priistas. Para nadie debería ser un secreto que se buscará influir en el proceso del 2018 e incluso no es nada descabellado pensar que el propio Manlio, u otro personaje ligado a ese grupo, pueda buscar una precandidatura.
Se debe recordar que la corriente democrática no rompió con el PRI hasta que se dio la sucesión. Alguna vez González Guevara declaró que si el candidato hubiera sido, por ejemplo, Manuel Bartlett, no habría habido ruptura y tampoco candidatura de Cárdenas, no hubiera nacido el PRD. Sin embargo, en política el hubiera no existe, y lo cierto es que el escenario de entonces estaba planteado, de forma clara, hacia la ruptura: había cerebro y visiones estratégicas contrapuestas, pero también pasiones y animadversiones, que muchas veces son las que terminan configurando los procesos políticos reales.
Han pasado muchos años desde entonces, pero me imagino que hoy puede haber muchas más cosas que acerquen a Cuauhtémoc y Manlio que hace tres décadas. Me imagino que el propio Manlio, luego de su paso por la presidencia del PRI tiene claro qué quiere y puede hacer. Sinceramente no lo veo en una posición menor o burocrática dentro del equipo presidencial y se supone que hoy, en su reaparición pública, hablará de esa corriente, de esas mesas de reflexión que ha decidido lanzar.
Nadie, por cierto, en los ámbitos del poder se puede decir sorprendido por ello. Tengo entendido que Beltrones le informó al presidente Peña el camino que tomaría y fue uno de los temas que platicaron Manlio y su sucesor Enrique Ochoa, en la comida que compartieron la semana pasada. Las cartas están sobre la mesa.

Manlio y Cuauhtémoc: 30 años después

Razones

Jorge Fernández Menéndez
 

Manlio y Cuauhtémoc: 30 años después

Era el 14 de agosto de 1986 cuando la primera plana del unomásuno, donde entonces trabajaba, dio a conocer la existencia de lo que se llamaría la Corriente Democrática. Recuerdo que su entonces director, Manuel Becerra Acosta, llegó eufórico y apresurado de una comida que había tenido con Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo y Rodolfo González Guevara. Le habían autorizado hacer oficial la existencia de la corriente que desde junio venía trabajando, luego de dejar la gubernatura de Michoacán, Cuauhtémoc Cárdenas. No recuerdo quién redactó la nota, pero fue casi dictada por Becerra. El subdirector editorial, Huberto Batis, me pidió que escribiera el editorial institucional que era francamente positivo hacia la nueva corriente.


Monday, July 11, 2016

Polarización y conflicto hacia 2018

Las campañas negativas de 2016 (algunas de ellas francamente 'negras') exhiben sin recato la negligencia de algunas autoridades para investigar y perseguir delitos de corrupción, así como el uso selectivo de casos judiciales para fines políticos. También presagian conflictos poselectorales y una secuela de veneno político de cara a 2018.

El PRI ha amenazado con interponer una demanda de juicio político en contra de Gabino Cué, gobernador de Oaxaca, y una denuncia penal en contra Jorge Castillo, operador de Cué, por tráfico de influencias y enriquecimiento ilícito.

Documentos filtrados muestran depósitos de miles de millones de pesos a diversas cuentas de Castillo e incluso hay cables de la embajada de Estados Unidos y de la oficina de recaudación fiscal de ese país en los cuales se alerta sobre operaciones irregulares llevadas a cabo por Castillo en bancos norteamericanos. Si había evidencia de tales manejos (porque los cables datan de abril de 2015), ¿por qué las autoridades no iniciaron averiguaciones? ¿Por qué los legisladores del PRI de Oaxaca jamás interpusieron una demanda en contra de quien hoy es acusado de enriquecimiento ilícito y lavado de dinero?

En agosto de 2015, el senador Benjamín Robles (PRD) interpuso una denuncia penal ante la PGR en contra de Castillo por tal hecho. Robles contaba con información de primera mano porque él había trabajado en el gobierno de Gabino Cué como su secretario particular y como jefe de la Oficina de la Gubernatura. ¿Por qué el PRD que hoy está a punto de perder por este y otros escándalos no exigió al gobernador una explicación? ¿Por qué el Servicio de Administración Tributaria no investigó tales manejos multimillonarios?

En Tamaulipas se acusa al candidato del PAN de tener vínculos con el narcotráfico. Pero el senador con licencia, hoy candidato, Francisco García Cabeza de Vaca, fue presidente de la Comisión de Defensa del Senado (de septiembre de 2015 a enero de 2016), así como secretario de la Comisión de Marina. En esa capacidad revisó nombramientos hechos por el presidente de la República de altos mandos de la Marina y tuvo acceso a información clasificada de seguridad nacional. Si efectivamente tiene vínculos con el crimen organizado, ¿por qué no se impidió que ostentará esos cargos? Si hay evidencia de esos vínculos, ¿por qué no se interpuso antes una denuncia penal y se procedió a su desafuero? Si no se hizo, entonces son responsables quienes incurrieron en esa negligencia, tanto al interior del gobierno como del propio Senado de la República.

Han habido también campañas de calumnia que traspasan los límites civilizados por varias razones. Primero, porque las acusaciones incluyen vínculos con el crimen organizado (Tamaulipas), asociación delictuosa (Quintana Roo) e incluso delitos de pederastia (Veracruz). Si algunos candidatos caen en esas categorías, bienvenido que se sepa, pero las pruebas ofrecidas parecen dudosas. Y segundo, porque estas campañas 'negras' dejarán heridas que pueden estimular la polarización política después del 5 de junio y anticipar una marea de veneno en 2018.

En Quintana Roo se acusa al candidato del PAN-PRD, Carlos Joaquín, de actividades ilícitas porque su operador financiero, Jamil Hindi, presuntamente tiene vínculos con el crimen organizado. El hoy candidato fue un servidor público por 14 años a nivel municipal, estatal y federal (su último cargo fue subsecretario de Innovación y Desarrollo Turístico). También fue presidente municipal y diputado federal por el PRI. Un funcionario con fama de integridad y talento es acusado por sus propios excompañeros de partido.

En Veracruz se ha acusado al candidato del PAN-PRD de enriquecimiento ilícito, cargo que merece investigarse ante muchas evidencias que así lo sugieren. Pero la acusación de pederastia se hace con base en un señalamiento que ha sido desmentido por la presunta víctima, Sofía Garfias, así como por su madre. No obstante, el PRI en Veracruz difundió spots en los que acusa a Yunes Linares de pederastia con hechos falsos.

El tono de algunas campañas de gobernador presagia conflictos poselectorales en algunas entidades que podría incluso derivar en anulación. Tomemos el caso de Veracruz donde hay dos escenarios probables. Primero, que gane Morena como principal beneficiario del pleito entre los Yunes; el candidato del nuevo partido aparece en las encuestas en tercer lugar y en ascenso. Segundo, que gane uno de los candidatos punteros (uno de los Yunes) y que el perdedor impugne la elección. Con tal nivel de polarización y de uso indiscriminado de espionaje, acusaciones y denuncias penales, podría haber razones para anular la elección si el resultado es menor a cinco puntos. Algo semejante podría ocurrir en Tamaulipas.

Los excesos de las campañas de ataque de 2016 pueden ser el inicio de la polarización política de cara a 2018, una elección que ya se vislumbraba compleja por la fragmentación del voto y por la desconfianza creciente en las instituciones políticas. Añadir desde ahora mayor conflictividad es una irresponsabilidad política que debe evitarse. Es una falta de visión de Estado querer ganar las elecciones a toda costa.

Polarización y conflicto hacia 2018

Las campañas negativas de 2016 (algunas de ellas francamente 'negras') exhiben sin recato la negligencia de algunas autoridades para investigar y perseguir delitos de corrupción, así como el uso selectivo de casos judiciales para fines políticos. También presagian conflictos poselectorales y una secuela de veneno político de cara a 2018.

El PRI ha amenazado con interponer una demanda de juicio político en contra de Gabino Cué, gobernador de Oaxaca, y una denuncia penal en contra Jorge Castillo, operador de Cué, por tráfico de influencias y enriquecimiento ilícito.