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Wednesday, December 21, 2016

Cuidado con China

Manuel Hinds explica que la marcada caída de las reservas internacionales de China es preocupante dado que indicaría un alto nivel de fragilidad en el sistema financiero chino.

Las reservas internacionales de China cayeron cerca de $70 mil millones en noviembre, dejando al fin del mes un saldo de $3,1 millones de millones. A pesar de que ha estado cayendo por todo el año (eran cerca de $3,3 millones de millones en enero), este saldo todavía es el volumen más alto de reservas poseídos por ningún banco central en el mundo. Preocuparse por esta caída podría parecer una exageración, especialmente porque EE.UU., una economía sustancialmente más grande, tiene $120 mil millones de reservas. China tiene 25 veces más reservas que EE.UU.


La preocupación no es una exageración, sin embargo, por dos razones. La primera es que EE.UU. en realidad no necesita reservas internacionales porque emite la principal moneda internacional. Si necesita hacer pagos internacionales, sólo tiene que emitir dólares, que son aceptados como pago en cualquier parte del mundo. De esta forma, EE.UU. puede funcionar perfectamente con cero reservas internacionales.
El renminbi, por otro lado, no es aceptado internacionalmente, por lo que China necesita tener reservas en dólares, o euros, o libras esterlinas, o yenes, o francos suizos para hacer sus pagos internacionales.
La segunda razón por la que preocuparse no es una exageración es que, como se observa en la gráfica adjunta, las reservas como porcentaje de los depósitos en el sistema bancario han estado cayendo sustancialmente desde 2008. En ese año, las reservas representaban cerca de 40 por ciento de los depósitos; a fines de 2015 representaban ya sólo 20 por ciento, y para fines de 2016 representarán cerca de 15 por ciento, bastante menos que lo que la relación de reservas a depósitos que mantienen las dos economías más grandes de América Latina.
¿Por qué es importante esta relación de reservas a depósitos? Porque muestra la capacidad del Banco Central de cubrir fugas de capital e importaciones de bienes y servicios. La gente usa la moneda local (renminbis en este caso) para comprar dólares y sacarlos del país o para realizar importaciones. En este momento, usando las cifras de fines de 2015, y con la tasa de cambio actual, los usuarios de los bancos chinos podrían comprar todas las reservas del banco central con el 20 por ciento de sus depósitos, mientras que en México tendría que usar el 45 por ciento y en Brasil el 30 por ciento.
La preocupación se vuelve más seria al poner la caída de las reservas en el contexto de los signos alarmantes que China ha estado transmitiendo desde hace varios años. Como respuesta a la crisis de 2008, su banco central creó enormes cantidades de dinero, que causaron un boom de bienes raíces. Ese boom culminó alrededor de 2013 con la terminación de la construcción de grandes ciudades que nunca fueron vendidas. Estos bienes raíces que no se han vendido representan grandes pérdidas que todavía no han sido realizadas en los bancos.
Pero al mismo tiempo la excesiva creación monetaria también ha resultado en la salida sostenida de enormes capitales. Esta se manifiesta en la caída de reservas mostradas en la gráfica.
La mezcla de estos dos desarrollos, el aumento de los créditos en mora y la caída de las reservas internacionales, es una de las señales más ominosas que puede tener un sistema financiero. Indica que el sistema se aproxima a una etapa de gran inestabilidad, con peligro de una crisis financiera, de grandes devaluaciones e igualmente grandes aumentos en la tasa de inflación y reducciones en la tasa de crecimiento de la economía y sus importaciones.
Dado el enorme tamaño relativo de la economía china en el contexto mundial, la reducción en sus importaciones tendría un efecto muy negativo en las exportaciones de muchos países que le venden bienes y servicios, con lo que la caída de varias economías latinoamericanas que se inició con la disminución de los precios de los productos primarios se volvería peor.
Ningún país evitaría el efecto negativo que una contracción china podría tener que una contracción china podría tener en el mundo.

Cuidado con China

Manuel Hinds explica que la marcada caída de las reservas internacionales de China es preocupante dado que indicaría un alto nivel de fragilidad en el sistema financiero chino.

Las reservas internacionales de China cayeron cerca de $70 mil millones en noviembre, dejando al fin del mes un saldo de $3,1 millones de millones. A pesar de que ha estado cayendo por todo el año (eran cerca de $3,3 millones de millones en enero), este saldo todavía es el volumen más alto de reservas poseídos por ningún banco central en el mundo. Preocuparse por esta caída podría parecer una exageración, especialmente porque EE.UU., una economía sustancialmente más grande, tiene $120 mil millones de reservas. China tiene 25 veces más reservas que EE.UU.

Thursday, September 15, 2016

Moneda, convertibilidad, inflación y banca central


Por Gabriel Boragina © 
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               La moneda, que hoy en día acostumbramos a tener por "invención" estatal, tuvo un origen muy diferente (por cierto remoto) que hallamos –como en tantos otros aspectos- en la iniciativa privada. En términos que pertenecen a Friedrich A. von Hayek, podemos decir que el dinero es fruto de un proceso evolutivo espontáneo, en el que los estados-nación poco o nada tuvieron que ver (e incluso resulta muy anterior a la aparición de los estados-nación como tales). Durante un breve lapso –en una perspectiva histórica- los reyes acuñaban sus propias monedas y competían con los acuñadores privados, hasta que decidieron –de manera compulsiva- monopolizar la emisión de metálico y excluir de la producción monetaria a cualquier otro particular, eliminando -de tal suerte- cualquier clase de competencia en materia de producción y acuñación dineraria. 
 
 
Con el tiempo, esta historia fue olvidada, y reemplazada por otra, en la cual el origen del dinero se dice haber sido estatal. Lo innegable es que mientras la producción y emisión de dinero estuvo en manos de particulares, históricamente la inflación no existió. Esta tuvo su nacimiento con la producción de moneda estatal. Ni más ni menos que la que hay ahora.
Lo que mantenía antaño la estabilidad monetaria, y al mismo tiempo impedía los violentos flujos de precios entre los diferentes tipos de cambio que comenzaron a darse cuando los gobiernos empezaron a tomar los controles monetarios, fue el también espontáneo establecimiento de un patrón dinerario conocido como el "patrón oro", ya que las diversas monedas privadas -en su mayoría- estaban referidas a este patrón. Sin embargo, esta situación no se prolongó por demasiado tiempo:
 "Establecida la moneda por decreto, papel inconvertible de curso forzoso, y puesto el oro fuera de la ley, queda expedito el camino para la infla­ción manejada por el gobierno en escala total. Sólo subsiste un control muy poco estricto: el peligro filial de la hiperinflación o sea el derrumbe del valor circulante. La hiperinflación se presenta cuando el público se da cuenta de que el gobierno está resueltamente inclinado a la inflación, y la gente se decide a evadir el impuesto inflacionario sobre sus recursos, gastando el dinero de la manera más rápida posible, mientras conserva aún algún valor. Sin embargo, hasta el momento en que la hiperinflación se presenta, el gobierno puede ma­nejar sin trabas al circulante y a la inflación. Con todo, aparecen nuevas dificultades: como siempre, la intervención gubernamental con el fin de solu­cionar un problema, hace aparecer el espectro de otros problemas, nuevos e inesperados. En un mun­do en el que imperan las monedas inconvertibles del tipo estudiado, cada país tiene su moneda propia."[1]
La única manera, entonces, de evitar la inflación (o aniquilarla si ya la hay en un determinado país) consiste en dar los pasos inversos a los que señala la cita arriba transcripta. Esto es: suprimir la inconvertibilidad, el curso forzoso y volver a un patrón monetario como lo fue el oro. Respecto de este último, lo mejor -en nuestra opinión- es que no se imponga por ley, sino que se deje abierto al criterio del mercado cuál patrón monetario habrá, de modo de repetir aquella primera experiencia evolutiva social, por medio de la cual espontáneamente las gentes decidieron tomar como punto de referencia el precio del oro en el mercado para -a su vez- valuar sus propias monedas. Pero aquello que se dio en un ocasional momento histórico podría no repetirse en otro posterior. Y bien cabria ocurrir que los mercados dinerarios establecieran un nuevo patrón monetario distinto al oro, que pudiera encontrarse en cualquier otro bien, pecuniario o no. Pero veamos ahora cual es el principal instrumento que tienen los estados-nación para manejar nuestro dinero:
"Un Banco Central adquiere su posición de co­mando a través de su monopolio de la emisión de billetes, otorgado por el gobierno. Esta es la clave de su poder, con frecuencia desconocida. Invaria­blemente se prohíbe a los bancos privados que emi­tan billetes, y el privilegio queda reservado para el Banco Central. Los bancos particulares sólo pue­den otorgar créditos en forma de depósitos. En ca­so de que los clientes, en algún momento, quieran que sus depósitos se conviertan en billetes, los ban­cos, a tal efecto, tienen que ir al Banco Central a obtenerlos. De ahí que el Banco Central pregone orgullosamente ser un banco para "banqueros". Lo es, en razón de que los banqueros se ven en la inelu­dible obligación de operar con él. El resultado es que los depósitos bancarios no solamente son paga­deros en oro, sino también en billetes del Banco Central y estos nuevos billetes no son simples bille­tes de banco, sino obligaciones del Banco Central, una institución que ha sido investida de la majes­tuosa aureola del gobierno mismo. Al fin y al cabo, el gobierno designa los funcionarios del Banco Central, coordina su política con la de otros Esta­dos, recibe los billetes en pago de impuestos y los declara de curso legal, o con fuerza cancelatoria."[2]
Puede advertirse, en toda su magnitud, la tremenda importancia del banco central como ente gubernamental que controla y dirige con amplísimas facultades toda la política monetaria. En virtud del monopolio que el mismo gobierno le otorga carece -en rigor- de relevancia que formalmente su carta orgánica lo declare supuestamente "independiente" de aquel. El monopolio asignado en suma, le da el poder necesario como para trastocar a su antojo y discreción el valor de la moneda, y distorsionar los precios relativos a través de cualquiera de los variados instrumentos que la banca central tiene a su alcance, de los cuales del que más echa mano es el del monopolio de la emisión de dinero, cuya consecuencia ineludible es la inflación.

Moneda, convertibilidad, inflación y banca central


Por Gabriel Boragina © 
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               La moneda, que hoy en día acostumbramos a tener por "invención" estatal, tuvo un origen muy diferente (por cierto remoto) que hallamos –como en tantos otros aspectos- en la iniciativa privada. En términos que pertenecen a Friedrich A. von Hayek, podemos decir que el dinero es fruto de un proceso evolutivo espontáneo, en el que los estados-nación poco o nada tuvieron que ver (e incluso resulta muy anterior a la aparición de los estados-nación como tales). Durante un breve lapso –en una perspectiva histórica- los reyes acuñaban sus propias monedas y competían con los acuñadores privados, hasta que decidieron –de manera compulsiva- monopolizar la emisión de metálico y excluir de la producción monetaria a cualquier otro particular, eliminando -de tal suerte- cualquier clase de competencia en materia de producción y acuñación dineraria.