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Monday, August 8, 2016

Pokémon GO y el capitalismo

Pokémon GO y el capitalismo

Por Ignacio Moncada
Pokémon GO, el juego para móviles lanzado a principios de julio, es ya uno de los fenómenos más relevantes de los últimos años en el mundo del entretenimiento. El juego se basa en ir capturando y evolucionando los simpáticos monstruitos de la popular saga japonesa, como ya era habitual en las anteriores entregas de la franquicia. La auténtica novedad estriba en que combina dos tecnologías innovadoras: la geolocalización (para jugar hay que moverse físicamente por la ciudad) y la realidad aumentada (los pokémon aparecen superpuestos a la realidad percibida a través de la cámara del móvil). Es previsible, visto el extraordinario éxito que ha cosechado la aplicación, que pronto empiecen a desarrollarse y estrenarse otros juegos imitando y mejorando esta novedosa forma de jugar.


El éxito ha sido inmediato. El mismo día del lanzamiento la aplicación se hizo con el primer puesto de la lista de juegos más descargados de la App Store de Apple y la Play Store de Google. A los pocos días el juego superó al porno en búsquedas en Google, tenía tantos usuarios diarios como Twitter y sus usuarios lo utilizaban durante más tiempo al día que Facebook. En menos de un mes Pokémon GO ya ha alcanzado en usuarios diarios a Facebook, ha sido descargado más de 100 millones de veces y genera más de 10 millones de dólares al día.
Pokémon GO no sólo ha supuesto una revolución en el mundo del entretenimiento, sino que se ha convertido en todo un fenómeno financiero. A los tres días del lanzamiento de la aplicación, Nintendo, propietaria de un 33% de The Pokémon Company y de parte de Niantic, la desarrolladora del juego, vió subir sus acciones en más de un 50%. Tras sólo ocho sesiones de cotización, el valor de Nintendo en bolsa ya se había disparado más de un 120% respecto al día del lanzamiento. En cuestión de pocos días, Nintendo pasaba a valer 23.000 millones de dólares más. En los siguientes días, dudas respecto a la capacidad de generación de beneficios de la aplicación para Nintendo han desinflado el ascenso inicial de la acción, dejando el incremento bursátil en sólo un 50% desde la aparición de Pokémon GO.
Pero además del importante impacto tecnológico y financiero, Pokémon GO también ha hecho acto de presencia en el ámbito del debate político y económico. Al poco tiempo de su estreno, el periodista José García Domínguez negó que Pokémon GO fuera una criatura del libre mercado, sino que debe su existencia al Estado. En línea con la popularizada tesis de la economista Mariana Mazzucato, García Domínguez afirma que Pokémon GO “hubiese sido imposible sin la tecnología de Google y Apple. Y la tecnología de Google y Apple hubiera sido imposible sin la investigación básica planeada, dirigida y financiada por el Estado norteamericano”.
Sin embargo, el último informe publicado por el Instituto Juan de Mariana se dedica a refutar en detalle la tesis de Mazzucato, con un capítulo dedicado en exclusiva a desmontar la afirmación de que el iPhone o Google deben su existencia al Estado emprendedor. El informe señala que “un estudio detenido de la historia del desarrollo de las tecnologías que constituyen el iPhone y los motores de búsqueda muestran que el progreso en esos sectores ocurría antes de la intervención estatal y que muchos agentes contribuyeron a él, sin ningún plan a priori”. Como añade Juan Ramón Rallo, “ni Google, ni el iPhone ni tantísimas otras tecnologías fundamentales para nuestras vidas han nacido de la actividad planificadora del Estado, sino de la competencia y cooperación descentralizada de universidades (muchas de ellas privadas), grandes empresas, start-ups o fundaciones”. Pokémon GO, por extensión, no es un subproducto de la innovación estatal, sino un hijo legítimo del capitalismo.
Y como tal lo consideran sus más fervientes críticos. Como es ya habitual, un producto que cosecha un gran éxito dando un servicio novedoso a millones de usuarios, que genera beneficios para las personas que lo han hecho posible, y que lo hace sin agredir ni coaccionar a nadie, no tarda en recibir críticas de los enemigos del libre mercado.
Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, empleó parte de su programa televisivo en arremeter contra Pokémon GO, al que acusaba de “promover la violencia” por introducir a los jóvenes “en la cultura de la muerte que impone el capitalismo”. Este tipo de aplicaciones, de acuerdo con el tirano chavista, “genera realidades virtuales vinculadas a las armas, a la violencia y a la muerte”. Más que hablar del popular juego para móviles, que parece no conocer muy bien, pareciera que está hablando de la situación a la que el propio régimen chavista ha conducido a Venezuela.
Una crítica algo más elaborada la publicó el periodista Timothy Lee, quien afirma que “Pokémon GO representa todo lo que está mal en el capitalismo tardío”. De acuerdo con el autor, “productos como Pokémon GO explican en buena parte el actual estado de la economía global”. Por un lado, dice que generan desigualdad regional. Si antes la gente gastaba su dinero en negocios locales, como en ir a restaurantes, al cine, a tiendas o a la bolera, ahora su dinero va a parar a gigantes tecnológicos concentrados en grandes ciudades como Apple, Google, Facebook o Amazon.
Esta primera crítica no tiene mucho sentido por tres problemas fundamentales. Primero, el periodista no tiene en cuenta que los ingresos de estos gigantes tecnológicos no van a parar a unos pocos individuos, como da a entender, sino que se reparten entre los millones de accionistas, empleados y proveedores que tienen estas empresas por todo el mundo. Segundo, olvida que el juego es gratuito, por lo que es capaz de proporcionar un gran valor a los usuarios mientras éstos siguen gastando la misma renta en otros productos y servicios. Pero sobre todo, porque precisamente Pokémon GO está promoviendo que los usuarios salgan a la calle, recorran sus ciudades y hagan uso de restaurantes y comercios al tiempo que disfrutan de la búsqueda y captura de estos populares monstruos de bolsillo.
Por otro lado, Timothy Lee afirma que estos nuevos negocios tecnológicos son culpables de que los tipos de interés estén por los suelos y que la economía apenas crezca. Dice que “las sumas totales que se están invirtiendo en estas áreas son una pequeña fracción del capital total que la gente tiene disponible para invertir. Y en el resto del país les está costando encontrar ideas de inversión productivas. Así que los tipos de interés siguen cayendo”. Esto causa, según el autor, una caída de la demanda que es responsable del escaso crecimiento económico. Dejando a un lado el tremendo lío macroeconómico que se hace Lee, llama especialmente la atención la propuesta que hace al final del artículo para solucionar todo este problema engendrado por el perverso capitalismo: “los bancos centrales deben hacer más para estimular la demanda”. En pocas palabras, el periodista propone solucionar un problema según él causado por unos bajos tipos de interés… ¡bajando aún más los tipos de interés!
No sólo las críticas de Timothy Lee carecen de fundamento. En realidad, como afirman Michael Farren y Adam Millsap, “Pokémon GO más bien representa lo mejor del capitalismo porque se basa en intercambios voluntarios: nadie está obligado a descargar el juego, los jugadores pueden dejar de jugar en el momento que quieran, y si valoran los ítems especiales disponibles en la tienda del juego pueden comprarlos para mejorar su experiencia”. Quienes se lamentan de que cada vez existan menores barreras y costes para que millones de personas disfruten de más y mejores bienes y servicios, incluidas nuevas formas de entretenimiento, se están revelando como enemigos del progreso.

Pokémon GO y el capitalismo

Pokémon GO y el capitalismo

Por Ignacio Moncada
Pokémon GO, el juego para móviles lanzado a principios de julio, es ya uno de los fenómenos más relevantes de los últimos años en el mundo del entretenimiento. El juego se basa en ir capturando y evolucionando los simpáticos monstruitos de la popular saga japonesa, como ya era habitual en las anteriores entregas de la franquicia. La auténtica novedad estriba en que combina dos tecnologías innovadoras: la geolocalización (para jugar hay que moverse físicamente por la ciudad) y la realidad aumentada (los pokémon aparecen superpuestos a la realidad percibida a través de la cámara del móvil). Es previsible, visto el extraordinario éxito que ha cosechado la aplicación, que pronto empiecen a desarrollarse y estrenarse otros juegos imitando y mejorando esta novedosa forma de jugar.

Tuesday, July 19, 2016

Por qué Thomas Piketty no puede explicar Pokémon Go


Pokémon GoHace un par de años, el economista francés Thomas Piketty se convirtió en toda una estrella económica gracias a su libro El capital en el siglo XXI. La tesis esencial de esta obra es que las desigualdades mundiales están incrementándose como consecuencia de la propia dinámica del sistema capitalista: dado que los ahorradores son capaces de reinvertir a tasas de ganancia superiores al crecimiento económico (su famosa desigualdad r>g), los capitalistas cada vez serán más ricos en relación con los trabajadores. En palabras del propio Piketty: “La desigualdad r>g implica en cierto sentido que el pasado tiende a devorar al futuro: la riqueza originada en el pasado crece automáticamente más rápido que la riqueza derivada del trabajo que sea ahorrada, aun cuando el rentista opte por no trabajar”. Uno es rico hoy no en función de la riqueza que genere hoy, sino de la riqueza que generó ayer gracias a la capitalización rentista del interés.



La semana pasada, la popular compañía de videojuegos Nintendo lanzó una aplicación gratuita para móviles llamada Pokémon Go, continuadora de la popular franquicia Pokémon. El éxito de esta singular app ha sido rotundo: en pocos días alcanzó más usuarios activos que Twitter y más minutos de empleo diario que WhatsApp, lo que abre la puerta a comercializar la muy potencialmente lucrativa geopublicidad. El resultado económico más inmediato de todo ello es que el valor bursátil de Nintendo ha aumentado en unos pocos días en alrededor de 15,000 millones de euros.
Conectemos este incremento súbito de la riqueza de Nintendo con la teoría de Piketty. ¿En qué sentido la riqueza originada en el pasado crece automáticamente sin mediar esfuerzo, dedicación e ingenio alguno? En ninguno: si Nintendo no hubiese invertido y creado, junto a la compañía Niantic, el app de Pokémon Go, su capitalización bursátil no se habría incrementado en unos 15,000 millones de euros. Y si hubiese creado una app desastrosa que nadie quisiera usar, su capitalización no habría aumentado en nada (podría, de hecho, haber caído apreciablemente).
¿Cómo decir, pues, que la riqueza pasada genera automáticamente la riqueza futura? ¿Es que aplicaciones como Pokémon Go (o buscadores como Google, o redes sociales como Facebook, o dispositivos móviles como el iPhone) se crean automáticamente? No, lo que crea la riqueza futura es la asignación presente de los factores productivos escasos a proyectos empresariales que maximizan la creación de valor para los consumidores: y esos proyectos empresariales ni son conocidos a priori ni son nada fáciles de descubrir. Ahora mismo, en el conjunto del mercado mundial hay decenas de millones de cabezas que están pensando cómo mejorar la vida de las personas de un modo más eficiente que el resto. Sólo aquellos que tengan éxito a la hora de descubrir, crear y comercializar los productos más valorados por los consumidores lograrán amasar una enorme riqueza (al menos en un mercado libre: en un mercado intervenido por el Estado pueden enriquecerse los más hábiles para rapiñar la riqueza generada por los demás).
Mas no pensemos que esta enorme riqueza generada mediante el lanzamiento de una simple app para móvil es algo permanente e irreversible. Los 15,000 millones de euros en los que se ha apreciado Nintendo son, simple y llanamente, el valor actual de los beneficios que se espera que Pokémon Go genere en el futuro: la riqueza no son beneficios pasados acumulados hasta hoy, sino beneficios que se espera que afluyan en el futuro merced al buen hacer de la empresa. Por ello, si en los próximos días, meses o años Pokémon Go no está a la altura de las expectativas que se han formado hoy al respecto (si sus usuarios dejan de utilizarlo tanto tiempo como ahora, si aparecen otras apps que atraigan la atención de los consumidores, si no son capaces de generar suficientes ingresos a través de la geo-publicidad, etc.), entonces el valor de las acciones de Nintendo se desplomará: esto es, terminarán desapareciendo esos 15,000 millones en los que se han apreciado recientemente.
En suma, la riqueza que ha generado estos días Nintendo (15.000 millones de euros) no depende del capital con el que contara en el pasado (Pokémon Go ha tenido un coste de desarrollo inferior a 30 millones de euros), sino de cómo se invierte ese capital en el presente y de cómo se sigue invirtiendo en el futuro. La riqueza no mira al pasado, sino al futuro: aquellos que dejan de usar productivamente su ahorros en favor de los consumidores ven cómo su patrimonio se volatiliza (salvo que el Estado lo proteja mediante privilegios extractivos); aquellos otros que, en cambio, usan productivamente sus ahorros en favor de los consumidores de un mejor modo que los demás —y se espera que lo sigan haciendo en el futuro— ven cómo su patrimonio se multiplica en muy poco tiempo por escaso que fuera el capital inicial con el que partieran. La desigualdad de la riqueza no es fruto de su distribución pasada, tal como erróneamente afirmaba Piketty, sino de cómo se utilice de cara al futuro.

Por qué Thomas Piketty no puede explicar Pokémon Go


Pokémon GoHace un par de años, el economista francés Thomas Piketty se convirtió en toda una estrella económica gracias a su libro El capital en el siglo XXI. La tesis esencial de esta obra es que las desigualdades mundiales están incrementándose como consecuencia de la propia dinámica del sistema capitalista: dado que los ahorradores son capaces de reinvertir a tasas de ganancia superiores al crecimiento económico (su famosa desigualdad r>g), los capitalistas cada vez serán más ricos en relación con los trabajadores. En palabras del propio Piketty: “La desigualdad r>g implica en cierto sentido que el pasado tiende a devorar al futuro: la riqueza originada en el pasado crece automáticamente más rápido que la riqueza derivada del trabajo que sea ahorrada, aun cuando el rentista opte por no trabajar”. Uno es rico hoy no en función de la riqueza que genere hoy, sino de la riqueza que generó ayer gracias a la capitalización rentista del interés.