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Friday, September 30, 2016

Argentina: Valores, crisis económicas y Cambiemos

Por Roberto Cachanosky

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En los últimos 70 años la economía argentina ha sufrido infinidad de crisis económicas, la mayoría generadas en desbordes fiscales. Niveles de déficit fiscal que forzaban devaluaciones, tarifazos, impuestazos y medidas por el estilo.
Es más, la larga decadencia económica argentina no solo está plagada de agudos procesos inflacionarios, megainflacionarios e hiperinflacionarios y defaults de la deuda pública, sino que también tiene un largo listado de confiscaciones de activos privados.
Ya en el gobierno del Dr. Arturo Illia se pesificaron los depósitos del sector privado. Ocurrió en 1964. Los US$ 200 millones depositados en los bancos fueron devueltos en pesos. Esos US$ 200 millones eran equivalentes a unos US$ 1.600 millones actuales indexados por IPC EE.UU. 

El listado de confiscaciones sigue con el ahorro forzoso de Alfonsín en 1988, el plan Bonex en diciembre de 1989, el corralito de 2001, el corralón y la pesificación asimétrica de 2002, la confiscación de nuestros ahorros en las AFJP en 2008, el cepo cambiario y tantos otros actos que violaron la propiedad privada en nombre de la solidaridad social.
El largo listado de confiscaciones de activos, saltos inflacionarios, incrementos de la carga tributaria, defaults y demás destrozos económicos tienen que ver, entre otras cosas, con el continuo aumento del gasto público que en la era K llegó a niveles récord.
Pero la pregunta es: ¿Por qué se ha desbocado tanto el gasto público en la Argentina a lo largo de décadas que llevó a incrementar la presión tributaria hasta niveles asfixiantes y a diferentes acciones de confiscaciones de activos privados?
El gasto público se disparó porque, si bien hay una demanda de populismo, pareciera ser que la democracia se ha transformado en una competencia populista para ver quién es el que ofrece la mayor cantidad de medidas populistas que no pueden cumplirse y que, inevitablemente, terminan en crisis económicas. Podríamos decir que las recurrentes crisis económicas son consecuencia de esa oferta y demanda de populismo.
Pero al mismo tiempo, la demanda de populismo y la oferta de populismo obedecen a los valores que hoy imperan en la sociedad. Si la mayoría de la población demanda vivir a costa del trabajo ajeno, el empresario pide protección para no competir, el Estado crea puestos públicos innecesarios a nivel nacional, provincial y municipal para lograr ese clientelismo político que acerca votos. En fin, una sociedad cuyas reglas de juego consisten en vivir del trabajo ajeno, violando los derechos de propiedad y pidiéndole al Estado que use el monopolio de la fuerza para quitarle el fruto del trabajo a los que trabajan para transferirlos a los que no quieren trabajar ni competir como empresarios, entonces, es inevitable concluir que si hay una gran demanda de populismo (saqueo de la riqueza ajena por parte del Estado), es porque los valores que hoy imperan en la Argentina son esos. No son los valores de la cultura del trabajo, de competir e innovar, de tener la dignidad de querer trabajar para progresar. En fin, esos valores que hicieron que la Argentina fuera un gran país a fines del siglo XIX y principios del siglo XX.
Si se acepta que nuestras crisis económicas se originan en comportamientos populistas, lamentablemente las declaraciones de Federico Pinedo diciendo que el gobierno de Macri tiene que hacer un gobierno de izquierda, enorgulleciéndose de que Cambiemos tiene mayor cantidad de planes sociales que el kirchnerismo, muestra que más que Cambiemos es "Profundicemos" la crisis de valores que están destruyendo la Argentina.
Si hoy el Gobierno tiene que aumentar la cantidad de planes sociales, ese dato nos indica que la economía hoy está peor. En todo caso sería para mostrar como un logro que el Gobierno no tuvo que incrementar la cantidad de planes sociales. Que no aumentó la cantidad de gente que vive de los recursos que el Estado le quita al contribuyente.
Argentina necesita desesperadamente un gran flujo de inversiones, para eso hay que, entre otras cosas, disminuir la presión impositiva, algo que el Gobierno no va a hacer en la medida que tenga más gasto público porque otorga más planes sociales. El resultado está a la vista: el sector público nacional solo redujo su planta de personal en 10.900 empleados, mientras que el sector privado perdió 115.000 puestos de trabajo entre diciembre 2015 y junio de este año. El sector que genera riqueza para sostener al sector público sufre un brutal ajuste en nombre de las políticas sociales de izquierda que pregona Pinedo.
Nadie pide que el gobierno de Macri solucione la pesada herencia que recibió del kirchnerismo en solo 8 meses. Ni siquiera va a poder resolverla en 4 años. Es más, 70 años de desaforado populismo y políticas de vivir del trabajo ajeno no se hace desaparecer en unos pocos años de gobierno sensatos.
Lo preocupante de todo esto es que si Pinedo representa la voz de Cambiemos, su discurso está profundizando la cultura de no trabajar y no competir y tener un estado saqueador y confiscador. Porque para otorgar más "planes sociales" hay que saquear al sector privado con más impuestos.
Esperemos que realmente sea Cambiemos y no terminemos en un "Profundicemos el populismo" que destruyó a la Argentina, cayendo en una nueva desilusión.
Gobernar también es transmitir un discurso de decencia, cultura del trabajo, esfuerzo personal, competir, desarrollar la capacidad de innovación y crear riqueza. Lo otro es solo buscar los votos necesarios para mantenerse en el poder.

Argentina: Valores, crisis económicas y Cambiemos

Por Roberto Cachanosky

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En los últimos 70 años la economía argentina ha sufrido infinidad de crisis económicas, la mayoría generadas en desbordes fiscales. Niveles de déficit fiscal que forzaban devaluaciones, tarifazos, impuestazos y medidas por el estilo.
Es más, la larga decadencia económica argentina no solo está plagada de agudos procesos inflacionarios, megainflacionarios e hiperinflacionarios y defaults de la deuda pública, sino que también tiene un largo listado de confiscaciones de activos privados.
Ya en el gobierno del Dr. Arturo Illia se pesificaron los depósitos del sector privado. Ocurrió en 1964. Los US$ 200 millones depositados en los bancos fueron devueltos en pesos. Esos US$ 200 millones eran equivalentes a unos US$ 1.600 millones actuales indexados por IPC EE.UU. 

Tuesday, July 26, 2016

Cambiemos, ¿mientras no implique cambiar?

Maximiliano Bauk sostiene que la reacción de los argentinos ante los aumentos en las tarifas de gas y luz no se condice con actitudes de individuos responsables.

Maximiliano Bauk es Analista de Políticas Económicas en el Centro de Estudios Libertad y Responsabilidad (Argentina).
Luego de tantos años de populismo -y no me refiero con ello exclusivamente al ya descomunal período kirchnerista como si se tratase de un fenómeno aislado, sino que incluyo allí a la mayor parte de la clase política argentina en general y a todo gobierno peronista en particular- finalmente han logrado que la sociedad argentina haya quedado impregnada de las barbaridades que nos hicieron creer, de manera tal que un mundo paralelo al de la realidad se ha instalado en nuestros cerebros, en el cual las cosas pueden ser y no ser al mismo tiempo y en donde los límites son solo líneas imaginarias que un funcionario debería ir ampliando a medida que el pueblo crea que eso es lo correcto.



Pasado aquel famoso “54%” tan aclamado por la entonces presidente Cristina Fernández en el año 2011, comenzó un período en el ya no quedaba demasiado por revolver en el fondo del balde y en el que, luego de dilapidar lo recaudado por años de azarosa bonanza económica consecuencia del mejor contexto internacional de nuestra historia, la basura escondida bajo la alfombra comenzó a rebalsar y el olor putrefacto de la demagogia ya no pudo ser disimulado e invadió las vías nasales de la sociedad.
Así se dio en esta nueva fase una serie de cacerolazos realmente multitudinarios en todo el país, en los que la gente exigió fervientemente un cambio de rumbo para una República Argentina que ya no merecía ser llamada siquiera República –cosa que en la actualidad ha quedado aún más en evidencia con el repentino actuar de la justicia-. Finalmente ese malestar ciudadano se hizo notar en donde realmente cuenta, las urnas.
Hace tan solo meses más de la mitad del electorado colocó a un presidente cuyo nombre partidario, Cambiemos, resumía lo que el pueblo con su voto demandaba: un verdadero cambio. Con esto parecía que se había llegado a un acuerdo ciudadano, la gente estaría dispuesta a dejar atrás una artificial forma de vida basada en el subsidio estatal en casi cuanta actividad pueda realizar el ser humano, desde la electricidad, el gas, el agua, el transporte y hasta el mismísimo fútbol; para comenzar una nueva era en el país prácticamente desconocida para los argentinos en el último siglo, en la que simplemente cada uno pague por lo que use, tan razonable como sencillo.
Nada de eso, llegado el momento del tan ansiado cambio que nos haría madurar como nación y alejarnos del bochornoso grupo de los países que lideran los más vergonzosos índices mundiales (de corrupción, inflación, etcétera), parece ser que no estamos preparados para abandonar el nido de papá Estado y convertirnos en adultos responsables.
La Argentina es un país tan increíble que hasta se puede ser y no ser al mismo tiempo: todo el mundo coincide en que los precios del gas y de la electricidad eran irrisoriamente bajos, pero si el gobierno quiere aumentarlos para que el ciudadano pague aunque sea el 70% del costo se le llama a esto ”tarifazo salvaje”, todos coinciden en que es totalmente ilógico que el estado dilapide dinero en el fútbol, pero nadie quiere que deje de ser gratuito , todos coincidían en que el empleo público había crecido desmesuradamente en los últimos 12 años, pero cuando se ponen las cuentas en orden y se echa al que no trabaja se le llama ola de despidos, en fin, todos quieren que acabe la inflación pero le piden al gobierno que gaste más y más dinero y mientras a la vez le exigen que recaude menos y menos del mismo, como si de esta manera dejaran alguna otra alternativa más que la de volver a poner la fábrica de billetes a toda máquina.
En la Argentina estamos realmente desquiciados, parece ser que todos queríamos un cambio siempre y cuando éste no implicara cambiar consigo nuestra insostenible forma de vida. Espero sinceramente que, pese a este delirante contexto, el gobierno se arremangue y ponga las cosas en orden, que nos despierte de este mundo de falsedades y nos haga el histórico favor de regresarnos a la realidad.

Cambiemos, ¿mientras no implique cambiar?

Maximiliano Bauk sostiene que la reacción de los argentinos ante los aumentos en las tarifas de gas y luz no se condice con actitudes de individuos responsables.

Maximiliano Bauk es Analista de Políticas Económicas en el Centro de Estudios Libertad y Responsabilidad (Argentina).
Luego de tantos años de populismo -y no me refiero con ello exclusivamente al ya descomunal período kirchnerista como si se tratase de un fenómeno aislado, sino que incluyo allí a la mayor parte de la clase política argentina en general y a todo gobierno peronista en particular- finalmente han logrado que la sociedad argentina haya quedado impregnada de las barbaridades que nos hicieron creer, de manera tal que un mundo paralelo al de la realidad se ha instalado en nuestros cerebros, en el cual las cosas pueden ser y no ser al mismo tiempo y en donde los límites son solo líneas imaginarias que un funcionario debería ir ampliando a medida que el pueblo crea que eso es lo correcto.