Por Roberto Cachanosky
En los últimos 70 años
la economía argentina ha sufrido infinidad de crisis económicas, la
mayoría generadas en desbordes fiscales. Niveles de déficit fiscal que
forzaban devaluaciones, tarifazos, impuestazos y medidas por el estilo.
Es más, la larga decadencia económica
argentina no solo está plagada de agudos procesos inflacionarios,
megainflacionarios e hiperinflacionarios y defaults de la deuda pública, sino que también tiene un largo listado de confiscaciones de activos privados.
Ya en el gobierno del Dr. Arturo Illia se pesificaron los depósitos
del sector privado. Ocurrió en 1964. Los US$ 200 millones depositados en
los bancos fueron devueltos en pesos. Esos US$ 200 millones eran
equivalentes a unos US$ 1.600 millones actuales indexados por IPC EE.UU.
El listado de confiscaciones sigue con
el ahorro forzoso de Alfonsín en 1988, el plan Bonex en diciembre de
1989, el corralito de 2001, el corralón y la pesificación asimétrica de
2002, la confiscación de nuestros ahorros en las AFJP en 2008, el cepo
cambiario y tantos otros actos que violaron la propiedad privada en
nombre de la solidaridad social.
El largo listado de confiscaciones de activos, saltos inflacionarios, incrementos de la carga tributaria, defaults
y demás destrozos económicos tienen que ver, entre otras cosas, con el
continuo aumento del gasto público que en la era K llegó a niveles
récord.
Pero la pregunta es: ¿Por qué se ha
desbocado tanto el gasto público en la Argentina a lo largo de décadas
que llevó a incrementar la presión tributaria hasta niveles asfixiantes y
a diferentes acciones de confiscaciones de activos privados?
El gasto público se disparó porque, si
bien hay una demanda de populismo, pareciera ser que la democracia se ha
transformado en una competencia populista para ver quién es el que
ofrece la mayor cantidad de medidas populistas que no pueden cumplirse y
que, inevitablemente, terminan en crisis económicas. Podríamos decir
que las recurrentes crisis económicas son consecuencia de esa oferta y
demanda de populismo.
Pero al mismo tiempo, la demanda de
populismo y la oferta de populismo obedecen a los valores que hoy
imperan en la sociedad. Si la mayoría de la población demanda vivir a
costa del trabajo ajeno, el empresario pide protección para no competir,
el Estado crea puestos públicos innecesarios a nivel nacional,
provincial y municipal para lograr ese clientelismo político que acerca
votos. En fin, una sociedad cuyas reglas de juego consisten en vivir del
trabajo ajeno, violando los derechos de propiedad y pidiéndole al
Estado que use el monopolio de la fuerza para quitarle el fruto del
trabajo a los que trabajan para transferirlos a los que no quieren
trabajar ni competir como empresarios, entonces, es inevitable concluir
que si hay una gran demanda de populismo (saqueo de la riqueza ajena por
parte del Estado), es porque los valores que hoy imperan en la
Argentina son esos. No son los valores de la cultura del trabajo, de
competir e innovar, de tener la dignidad de querer trabajar para
progresar. En fin, esos valores que hicieron que la Argentina fuera un
gran país a fines del siglo XIX y principios del siglo XX.
Si se acepta que nuestras crisis
económicas se originan en comportamientos populistas, lamentablemente
las declaraciones de Federico Pinedo diciendo que el gobierno de Macri
tiene que hacer un gobierno de izquierda, enorgulleciéndose de que
Cambiemos tiene mayor cantidad de planes sociales que el kirchnerismo,
muestra que más que Cambiemos es "Profundicemos" la crisis de valores
que están destruyendo la Argentina.
Si hoy el Gobierno tiene que aumentar la
cantidad de planes sociales, ese dato nos indica que la economía hoy
está peor. En todo caso sería para mostrar como un logro que el Gobierno
no tuvo que incrementar la cantidad de planes sociales. Que no aumentó
la cantidad de gente que vive de los recursos que el Estado le quita al
contribuyente.
Argentina necesita desesperadamente un
gran flujo de inversiones, para eso hay que, entre otras cosas,
disminuir la presión impositiva, algo que el Gobierno no va a hacer en
la medida que tenga más gasto público porque otorga más planes sociales.
El resultado está a la vista: el sector público nacional solo redujo su
planta de personal en 10.900 empleados, mientras que el sector privado
perdió 115.000 puestos de trabajo entre diciembre 2015 y junio de este
año. El sector que genera riqueza para sostener al sector público sufre
un brutal ajuste en nombre de las políticas sociales de izquierda que
pregona Pinedo.
Nadie pide que el gobierno de Macri
solucione la pesada herencia que recibió del kirchnerismo en solo 8
meses. Ni siquiera va a poder resolverla en 4 años. Es más, 70 años de
desaforado populismo y políticas de vivir del trabajo ajeno no se hace
desaparecer en unos pocos años de gobierno sensatos.
Lo preocupante de todo esto es que si
Pinedo representa la voz de Cambiemos, su discurso está profundizando la
cultura de no trabajar y no competir y tener un estado saqueador y
confiscador. Porque para otorgar más "planes sociales" hay que saquear
al sector privado con más impuestos.
Esperemos que realmente sea Cambiemos y
no terminemos en un "Profundicemos el populismo" que destruyó a la
Argentina, cayendo en una nueva desilusión.
Gobernar también es transmitir un
discurso de decencia, cultura del trabajo, esfuerzo personal, competir,
desarrollar la capacidad de innovación y crear riqueza. Lo otro es solo
buscar los votos necesarios para mantenerse en el poder.
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