Otras observaciones sobre el referéndum británico
Por Alberto Benegas Lynch (h)
El referéndum por el cual en Gran
Bretaña se decidió abandonar la Unión Europea tal como se presenta en la
actualidad tiene muchos costados para analizar (y algunos aspectos
contradictorios).
No es un tema que pueda tratarse como
blanco o negro sino que presenta varios flancos y andariveles de diversa
naturaleza. Por un lado está la xenofobia nacionalista que está
haciendo estragos en Europa según reportan las últimas contiendas
electorales en diversos países y también en Estados Unidos si prestamos
atención al fenómeno Trump.
Esa línea de pensamiento la emprende
contra los movimientos migratorios con argumentos racistas sin
percatarse que, salvo los africanos, todos descendemos de inmigrantes ya
que el origen de nuestra condición humana proviene de aquel continente.
Se trata de un asunto de respeto recíproco sin que el país receptor
financie compulsivamente servicios y tampoco se pretendan mantener con
descuentos al fruto del trabajo a quienes ingresan, tal como sugirió en
su momento Gary Becker.
Esta impronta nacionalista también se
basa en la soberanía nacional como si fuera lícito atribuir la condición
de soberano a un pedazo de tierra, a un gobernante, a la moneda o a la
zanahoria, cuando en verdad como nos ha enseñado, entre muchos otros,
Bertrand de Jouvenel la única soberanía corresponde a los derechos
inalienables de cada persona.
Por otra parte, están los liberales
sumamente preocupados por la llamativa e insistente proliferación de
reglamentaciones promovidas en Bruselas, especialmente las referidas a
la legislación laboral que provoca desempleo, las referidas a la
agricultura y los tratamientos inconvenientes de la deuda pública entro
otras disposiciones que se van acumulando en grado exponencial.
Según trabajos publicados por el
Institute of Economic Affairs de Londres del que forma parte de su
consejo académico el que estas líneas escribe, Bruselas se ha convertido
en un trampolín para que la creciente burocracia intervenga en aspectos
clave, situación que no solo no estaba contemplada en la idea original
de la Unión Europea sino que se basaba en la ampliación de las
libertades de las personas.
Más aun, algunos autores pertenecientes a
la referida institución londinense insisten en que Inglaterra debiera
abrirse al mundo más que hacerlo limitándose a una zona. La tendencia
contraria se observa en otras de las llamadas integraciones regionales,
como por ejemplo, el Mercosur, donde aumenta la burocratización a pasos
agigantados-incluyendo el Parlasur-mientras que los postulados de
librecambio insertos en el Tratado de Asunción son inexistentes. Una
presentación digna de Woody Allen.
Se destaca entre los nacionalistas el
argumento decimonónico de la industria incipiente propuesto por
Friedrich List. Consiste en la pretensión de endosar sobre las espaldas
de los contribuyentes los costos que debieran absorber los empresarios.
En resumen, el caso Brexit presenta dos
vertientes contrapuestas que deben ser sopesadas cuidadosamente al
efecto de tomar debida nota de las tendencias que las impulsan.
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