El
lema político “Adelante” (“Forward”) le fue muy útil a Barack Obama
durante la campaña electoral del 2012. Consistía en decir que él iba
hacia adelante, mientras que los republicanos iban hacia atrás,
“volviendo a las políticas fallidas que nos metieron en este lío para
empezar”.
Fue una buena retórica y un gran teatro
político. Además, los republicanos no hicieron prácticamente nada para
desafiar unas premisas falsas que unos pocos datos innegables podrían
haber hecho derrumbarse como un castillo de naipes.
Pero hay más detrás de las recientes
batallas políticas. La palabra “adelante” ha sido un grito de batalla
político para la izquierda durante más de un siglo. Ha sido casi tan
ampliamente usada como esa otra palabra favorita de la izquierda,
“igualdad”, que se remonta a más de dos siglos.
La seductiva noción de igualdad
económica llegó a conquistar a mucha gente. Los primeros colonizadores
americanos comenzaron con la idea de compartir por igual. La colonia de
Georgia comenzó con ideas muy parecidas. En el Medio Oeste, Robert Owen –
el británico que acuñó el término “socialismo” – fundó colonias basadas
en vida comunitaria e igualdad económica.
Lo que todos estos experimentos idealistas tuvieron en común fue que fracasaron.
Ellos aprendieron en su propias carnes
que la gente no se ocuparía tanto del bien común como lo haría de su
propio bien. Los colonos casi murieron de hambre al aprender esa
lección. Pero la aprendieron. La tierra que había sido propiedad común
fue convertida en propiedad privada, la cual produjo mucho más alimento.
Experimentos parecidos fueron probados
en mayor escala en otros países del mundo. En los principales
experimentos – la Unión Soviética bajo Stalin y la China comunista de
Mao – literalmente millones de personas murieron de hambre.
En la Unión Soviética, por lo menos 6
millones de personas murieron de hambre en la década de 1930, en un país
con una de las tierras más fértiles del continente europeo, un país que
años atrás había sido un importante exportador de comida. En China,
decenas de millones de personas murieron de hambre bajo Mao.
A pesar de lo que la izquierda parece
creer, los derechos de propiedad privada no existen simplemente por el
bien de las personas que son dueños de esa propiedad. Ciudadanos que no
poseen ni un metro cuadrado de tierra tienen abundante comida a su
disposición precisamente porque aún existe la propiedad privada en los
Estados Unidos, aunque la izquierda siga haciendo todo lo posible para
restringir los derechos de propiedad, tanto en el campo como en las
ciudades.
La otra característica importante de la
izquierda igualitaria es promover una enorme desigualdad de poder
político mientras deploran la desigualdad de poder económico.
No es ninguna coincidencia que quienes
se rasgan las vestiduras por la desigualdad económica que hay entre el
1% o el 2% de la población y el resto del pueblo sean los mismos que
están promoviendo una concentración de poder político mucho más
peligrosa en Washington, donde menos del 1% de la población cada vez más
le dice a 300 millones de ciudadanos americanos lo que pueden o no
pueden hacer, en todos los aspectos de sus vidas, desde sus bombillas y
sus aseos hasta su atención médica.
Este movimiento en la dirección de una
planificación central, bajo el lema de “adelante”, consiste de hecho en
retornar a un sistema que ha fracasado en países de todo el mundo, tanto
bajo gobiernos democráticos como dictatoriales, y en pueblos de
prácticamente cualquier raza, color, credo y nacionalidad.
Una cosa es que líderes conservadores
como Ronald Reagan en Estados Unidos y Margaret Thatcher en Gran Bretaña
declararan que la planificación había sido un fracaso. Pero lo que
realmente remacha los clavos en el ataúd es que, antes de que acabase el
siglo XX, tanto los gobiernos socialistas como los comunistas en todo
el mundo empezaron a abandonar la planificación central.
India y China son los principales
ejemplos. En ambos países, recortes en el control gubernamental de la
economía fueron acompañados de un aumento dramático en los índices de
crecimiento económico, sacando a millones de personas de la pobreza.
La triste ironía es que el estudio
internacional más reciente sobre la libertad concluyó que el mercado
más libre del mundo es Hong Kong, ¡un país que sigue dominado por
comunistas! Pero los comunistas chinos por fin aprendieron, por las
malas, una lección que Barack Obama parece haber pasado por alto.
Estamos yendo “adelante” hacia un pasado
que ha fracasado una y otra vez, conducidos por un líder carismático,
después de un siglo XX en el que líderes carismáticos condujeron a sus
países a catástrofes sin precedentes.
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Por Thomas Sowell
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