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Monday, October 10, 2016

“Extrema derecha”, “fascismo”: la gran estafa de la izquierda

“Extrema derecha”, “fascismo”: la gran estafa de la izquierda

Por considerarlo de interés para los lectores de Colombian News, presentamos esta traducción de un reciente artículo de Yves Roucaute, filósofo francés, profesor universitario y especialista en ciencias políticas. Colombia atraviesa por un mal momento ocasionado por un régimen socialista (que se dice liberal) que lleva el país hacia el abismo mediante la entronización en la vida política de la guerrilla Farc como partido armado. Quienes se oponen a eso y develan el horizonte verdadero del “proceso de paz” de Juan Manuel Santos son acusados, por el narco-comunismo y la izquierda gobernante, de ser “fascistas” y “enemigos de la paz”. Quienes utilizan así tales calificativos muestran su propia ignorancia y su mala fe. El artículo de Yves Roucaute explica cómo, por el contrario, el comunismo ha sido cómplice del fascismo y del nazismo, y cómo esas tres corrientes fueron hermanas gemelas y engendros totalitarios del socialismo y no, como pretenden algunos, hijos de la ideología liberal-conservadora.
Yves Roucaute
Por Yves Roucaute *
“¡Los únicos socialistas verdaderos de Alemania, de toda Europa, somos nosotros!”. Goebbels
La izquierda y la extrema izquierda no temen usar los términos “fascista”, “nazismo” para satanizar a sus adversarios. La mayor parte de la prensa se monta en ese caballo y hasta algunos dirigentes de derecha repiten eso como tontos. En estos días en Francia pensar se convirtió en un lujo y develar el sentido oculto un trabajo peligroso.
La búsqueda de la verdad es algo poco aconsejado hacer en estos tiempos. Correré, sin embargo, el riesgo. Quizás en recuerdo de Charles de Gaulle o de Ronald Reagan quienes fueron tratados en otra época de “fascistas”, por los mismos de siempre. Y por los que hoy, como un animador del Petit journal de Canal Plus, que piensan que la Shoah es un detalle de la historia, hasta por quienes presentan a Donald Trump con una cruz gamada y teniendo su pretendido libro de cabecera Mein Kampf, mientras [el diario comunista] l’Humanité le pega una foto de Pétain a Nicolas Sarkozy, el famoso “liberal-fascista”. De Norbert Hofer a Victor Orban, oh, oh, desconfiemos, los fascistas están en todas partes, dicen ellos.


Esa gente asimila fascismo y extrema derecha. Como en “extrema derecha” hay la palabra “derecha” se valen de eso. El hombre de la calle llega a creer: la derecha es potencialmente “extrema”, es decir, “fascista”. Muy hábil.
¿Debemos recordar acaso que la oposición al fascismo, en Francia, fue hecha antes que nada por la derecha, en especial por Charles de Gaulle, y no por la izquierda, quien fue, por el contrario, colaboradora y pacifista, al menos hasta la entrada de las tropas alemanas a París? ¿Que la gran figura de la lucha antifascista en el mundo no fue el comunista Stalin, quien firmó un pacto de no-agresión con Hitler, sino un liberal y conservador, Winston Churchill? ¿Que la tercera gran figura del antifascismo fue Franklin Roosevelt, un anticomunista y antisocialista notable? Bien, ya siento que esto no gusta. Para lo que sigue necesito una casamata.
Mussolini socialista
Mussolini socialista
¿La extrema derecha, camaradas? Ella es monarquista, católica, anti populista. Nada que ver con el fascismo. ¿El fascismo? Nació en la izquierda, en la extrema izquierda. ¿El inventor? El socialista Benito Mussolini, Benito en recuerdo de Benito Juárez, revolucionario mexicano. En marzo de 1919, en Milán, Mussolini creó los Fascios italianos de combate, origen de la palabra “fascista”. Se dió a conocer en mayo de 1901 al prohibirle a los maestros entrar en una escuela en huelga. En Suiza, en 1902, encontró a su musa: Angélica Balabanova, amiga de Lenin, descrita en Pravda como la que dirigía la política revolucionaria en Italia. Mussolini publica, en 1903, un libro anticlerical: Cristo y Ciudadano. Y deviene el socialista más popular, después de ser condenado por haber agredido a “explotadores”. Nacionalista, desarrolla la tesis aplaudida por Lenin, y retomada más tarde por Mao, de la “nación proletaria” italiana, opuesta a la “nación plutocrática” que tiene colonias.
En 1912, gana el control del Partido Socialista tras derrotar a los “derechistas” del mismo. Su popularidad aumenta cuando es encarcelado por haber cometido saboteos económicos. El futuro secretario general del Partido Socialista, Pietro Nenni, le da entonces el calificativo de Duce. Nombrado director de Avanti!, el órgano central del partido, organiza la huelga general obrera de 1914. En octubre, se pronuncia en favor de la guerra, como los otros socialistas europeos, y crea Il Popolo d’Italia, con esta cita de Auguste Blanqui: “Quien tiene el fierro tiene el pan”. Expulsado del PS, siendo ya el socialista más popular del país, replica: “Expulsándome, ustedes no me impedirán la fe socialista ni el combate por la revolución.”
¿Las huelgas generales de 1921? Son también obra de él, hasta el referendo del 23 de septiembre, organizado por el sindicato de la metalurgia (FIOM), que vota poner fin a la huelga y rechaza los “consejos de fábrica”, soviets anarquistas y comunistas apoyados por Moscú. Aplaudido por el gobierno y los socialistas, Mussolini los increpa: ustedes prefieren Rusia a la clase obrera italiana, les lanza. En agosto de 1921, Mussolini firma un “pacto de paz” con los socialistas, poco molestos por la violencia contra los empresarios, la policía, los militares y los sacerdotes. En diciembre, rompe ese pacto, con el apoyo de los lideres sindicales revolucionarios y los 310 000 afiliados. En 1922, son las marchas, en especial la de Roma. Nombrado presidente del Consejo, Mussolini gobierna, al comienzo con los ministros socialistas, se muestra como el hijo del pueblo, ofrece pan y juegos, recarga de impuestos a los ricos y al capital, prohíbe la especulación, lanza grandes obras, da empleos creados por el Estado, semana de 40 horas, aumento de salarios, control policiaco del país siguiendo el modelo leninista.
En todas partes, en Europa, los socialistas crean grupos fascistas. En el Reino Unido, Oswald Mosley, diputado laborista, funda, en 1932, la Unión de fascistas británicos. En Francia, el diputado socialista Marcel Deat, ministro del Frente Popular, funda en 1936 la Unión Nacional Popular (RNP).
“¡Los únicos socialistas verdaderos de Alemania, de toda Europa, somos nosotros!”. Goebbels
“¡Los únicos socialistas verdaderos de Alemania, de toda Europa, somos nosotros!”. Goebbels
¿Y Hitler? El descubre nacionalismo y revolución en los cafés de Viena. Y un antisemitismo nuevo que no es aquel, tradicional, ligado a la tierra, que excluye a los judíos, sino el revolucionario, que exige la eliminación de los burgueses, es decir de los judíos. Esa idea es una herencia de la izquierda francesa del siglo XIX. El periódico Candide, de Auguste Blanqui, es quien inventa la superioridad de la raza aria. Edouard Drumont, colaborador de la oficial Revue socialiste, reducto de antisemitas revolucionarios, es quien, desde 1886, escribe La France juive. Georges Vacher de Lapouge, autor preferido de Goebbels, es candidato socialista en 1888, fundador de la sección socialista de Montpellier, es quien publica l’Aryen, son rôle social(1899), y quien escogerá la extrema izquierda en 1902.
¿A quién llama Hitler para ser ministro de la Propaganda en el gobierno bávaro de 1920? A los socialistas. Miembro del Partido Obrero Alemán, que se reclama simpatizante de los bolcheviques, Hitler creará el Partido Nacional Socialista de la Trabajadores Alemanes. ¿Socialista? Claro que sí. En su libro Mein Kampf, él dice que escogió el color rojo de la revolución socialista y, en lugar de la hoz y el martillo, la esvástica, símbolo de la refundación del hombre. Goebbels escribirá en Die zweite Revolution (1926): “¡Los únicos socialistas verdaderos de Alemania, de toda Europa, somos nosotros!”. En 1933, es la toma del poder y la ocupación de las empresas bajo la vigilancia del partido nazi, los allanamientos a las casas de los empresarios, el plan cuatrienal de Göring basado en el modelo soviético, los SS invaden los consejos de administración de las empresas, las herencias son revisadas, las expropiaciones, etc.
¿Y en Francia? El fundador del partido nazi, el Partido Popular Francés, es el diputado comunista Jacques Doriot.
¡Eh oh, la izquierda! ¿Están seguros de poder llamar “fascista” a un Donald Trump, heredero de Jackson y de Jefferson, a un Norbert Hofer,
La izquierda es capaz de acusar de fascista !a Donald Trump!
La izquierda es capaz de acusar de fascista !a Donald Trump!
nacionalista liberal, a un Nicolas Sarkozy y a muchos otros que son patriotas, liberales, no violentos, respetuosos de los derechos individuales y de las instituciones?
Qué curioso. Esa izquierda no tiene nariz para oler sus propias inmundicias. ¿Pues quien, hoy como ayer, insulta y difama a sus adversarios? ¿Quién rechaza las instituciones democráticas parlamentarias hasta el punto de oponerse a la ley por la fuerza? ¿Quién ataca a la policía republicana con la intención de herir, incluso de matar? ¿Quién destila el odio social y político? ¿Quién pide la horca para los liberales y para la libertad de empresa?
¿Quién propaga el antisemitismo en nombre de la pretendida defensa de los palestinos? ¿Quién golpea físicamente a los directivos de Air France, bloquea las autopistas, amenaza físicamente a los no huelguistas en las refinerías de petróleo? ¿Quién dispara contra los locales de los partidos? ¿Todo esto no les recuerda algo? ¿Vamos a tener que hacer, como en otras ocasiones, que la derecha republicana venga a salvar a los reformistas para liberarlos de la amenaza de la extrema izquierda facciosa?

“Extrema derecha”, “fascismo”: la gran estafa de la izquierda

“Extrema derecha”, “fascismo”: la gran estafa de la izquierda

Por considerarlo de interés para los lectores de Colombian News, presentamos esta traducción de un reciente artículo de Yves Roucaute, filósofo francés, profesor universitario y especialista en ciencias políticas. Colombia atraviesa por un mal momento ocasionado por un régimen socialista (que se dice liberal) que lleva el país hacia el abismo mediante la entronización en la vida política de la guerrilla Farc como partido armado. Quienes se oponen a eso y develan el horizonte verdadero del “proceso de paz” de Juan Manuel Santos son acusados, por el narco-comunismo y la izquierda gobernante, de ser “fascistas” y “enemigos de la paz”. Quienes utilizan así tales calificativos muestran su propia ignorancia y su mala fe. El artículo de Yves Roucaute explica cómo, por el contrario, el comunismo ha sido cómplice del fascismo y del nazismo, y cómo esas tres corrientes fueron hermanas gemelas y engendros totalitarios del socialismo y no, como pretenden algunos, hijos de la ideología liberal-conservadora.
Yves Roucaute
Por Yves Roucaute *
“¡Los únicos socialistas verdaderos de Alemania, de toda Europa, somos nosotros!”. Goebbels
La izquierda y la extrema izquierda no temen usar los términos “fascista”, “nazismo” para satanizar a sus adversarios. La mayor parte de la prensa se monta en ese caballo y hasta algunos dirigentes de derecha repiten eso como tontos. En estos días en Francia pensar se convirtió en un lujo y develar el sentido oculto un trabajo peligroso.
La búsqueda de la verdad es algo poco aconsejado hacer en estos tiempos. Correré, sin embargo, el riesgo. Quizás en recuerdo de Charles de Gaulle o de Ronald Reagan quienes fueron tratados en otra época de “fascistas”, por los mismos de siempre. Y por los que hoy, como un animador del Petit journal de Canal Plus, que piensan que la Shoah es un detalle de la historia, hasta por quienes presentan a Donald Trump con una cruz gamada y teniendo su pretendido libro de cabecera Mein Kampf, mientras [el diario comunista] l’Humanité le pega una foto de Pétain a Nicolas Sarkozy, el famoso “liberal-fascista”. De Norbert Hofer a Victor Orban, oh, oh, desconfiemos, los fascistas están en todas partes, dicen ellos.

Monday, August 8, 2016

La gran estafa del calentamiento global

S. Fred Singer

La película de Al Gore Una verdad inconveniente, se ha encontrado con su equivalente: un devastador documental exhibido recientemente en la televisión británica, que también ha sido visto por millones de personas en Internet. A pesar de su título rimbombante, La gran estafa del calentamiento global está basado en una ciencia correcta al registrar las declaraciones de verdaderos científicos climáticos, incluido yo. Una verdad inconveniente principalmente registra a un político.
Los argumentos científicos presentados en La gran estafa del calentamiento global pueden ser reseñados muy sucintamente:



1. No existe absolutamente ninguna prueba de que el calentamiento actual sea causado por el crecimiento de los gases de efecto invernadero de las actividades humanas, tal como la generación de energía de la combustión de carburantes. Observaciones en núcleos de hielo demuestran que los aumentos de la temperatura han precedido a—no resultado de—los incrementos en el CO2, por cientos de años, sugiriendo que el calentamiento de los océanos es una fuente importante del aumento del CO2 atmosférico. Tal como el dominante gas de efecto invernadero, el vapor de agua es más, mucho más importante que el CO2, aún no manipulado bien por los modelos climáticos—y, en cualquier caso, fuera de nuestro control. Los modelos de efecto invernadero tampoco pueden explicar el enfriamiento observado durante gran parte del siglo pasado (1940–75), ni los patrones de calentamiento observados—a los que denominamos “huellas digitales”. Por ejemplo, la Antártida se está enfriando mientras que los modelos predicen calentamiento. Y allí donde los modelos pronostican que la atmósfera media se calienta más rápido que la superficie, las observaciones muestran exactamente lo contrario.
Pero la mejor evidencia que tenemos apoya a las causas naturales—cambios en la nubosidad vinculados a las variaciones regulares en la actividad solar. Así, el calentamiento actual es probablemente parte de un ciclo natural de calentamiento y enfriamiento climático que se remonta a casi un millón de años. Ello explica el “período calido medieval” alrededor de 1.100 D.C., cuando los vikingos fueron capaces de establecerse en Groenlandia y realizar cultivos, y la “pequeña edad de hielo”, desde aproximadamente 1.400 a 1.850 D.C, que trajo inviernos severos y veranos fríos a Europa, con cosechas que fracasaron, hambrunas, enfermedades y miseria generalizada. Se han realizado intentos para sostener que el calentamiento actual es “inusual”; un análisis espurio de los anillos de árboles y otra información de fuentes indirectas trató de negar la existencia de estos cambios climáticos históricos; pero el resultado de este denominado “palo de hockey”, que las temperaturas terrestres han sido constantes hasta las décadas recientes, ha sido en la actualidad ampliamente desacreditado.
2. Si la causa del calentamiento es mayormente natural, entonces es poco lo que podemos hacer al respecto. No podemos influir en el inconstante sol, el origen probable de la mayor parte de la variabilidad climática. Ninguno de los planes de mitigación actualmente circulando por ahí servirán de algo; son todos irrelevantes, inútiles e insensatamente costosos:
  • El control de las emisiones de CO2, ya sea mediante el racionamiento o la elaboración de esquemas de limites e intercambio
  • La antieconómica energía “alternativa”, tal como el etanol y la poco práctica “economía del hidrógeno”
  • Instalaciones masivas de turbinas de viento y colectoras solares
  • Proyectos propuestos para el secuestro del CO2 de las chimeneas o incluso de la atmósfera
Irónicamente, todos estos planes serían ineficaces incluso si el CO2 fuese responsable de la tendencia de calentamiento observada—a menos que pudiésemos persuadir a cada nación, incluida China, de recortar el uso de combustible ¡un 80 por ciento!
3. Finalmente, nadie puede demostrar que un clima más cálido produciría impactos negativos en general. La muy temida suba en los niveles del mar no parece depender de las modificaciones de la temperatura en el corto plazo, dado que los aumentos del nivel mar han sido permanentes desde la última edad de hielo, hace 10.000 años. De hecho, muchos economistas sostienen que lo opuesto es más probable—que el calentamiento produzca un beneficio neto, que incremente los ingresos y los estándares de vida. Todos concuerdan en que un clima más frío sería malo. ¿Por lo tanto por qué el clima actual sería el óptimo? Seguramente, las probabilidades a favor de esto deben ser sumamente pequeñas, y la historia de los calentamientos climáticos pasados lo confirma.
Pero el mensaje principal de La gran estafa del calentamiento global es mucho más amplio. ¿Por qué deberíamos dedicar nuestros escasos recursos a lo que esencialmente no es un problema, e ignorar los verdaderos problemas que enfrenta el mundo: hambruna, enfermedad, negación de los derechos humanos—para no mencionar a las amenazas del terrorismo y las armas nucleares? ¿Y estamos verdaderamente preparados para lidiar con los desastres naturales; con las pandemias que pueden aniquilar a gran parte de la raza humana, o incluso con el impacto de un asteroide, tal como el que exterminó a los dinosaurios? No obstante los políticos y las elites en gran parte del mundo prefieren entretenerse con y dedicar nuestros limitados recursos a los temas de moda, en vez de concentrarse en los reales. Tan solo considérense las espeluznantes predicciones que emanan de figuras mundiales supuestamente responsables: el científico en jefe del Partido Laborista de Gran Bretaña nos dice que a menos que impermeabilicemos nuestras casas y usemos bombillas de luz más eficientes, la Antártida será el único continente habitable para 2100, con unas pocas parejas reproductoras sobrevivientes propagando a la raza humana. ¡En serio!
Imagino que en un futuro no demasiado distante, todo esta histeria habrá desaparecido, particularmente si el clima decide enfriarse—tal como lo hizo durante gran parte del siglo pasado; debería tomarse nota aquí que no se ha calentado desde 1998. Las generaciones futuras mirarán hacia atrás a la locura actual y se preguntarán de qué se trataba todo eso. Tendrán películas como Una verdad inconveniente y documentales como La gran estafa del calentamiento global para recordárselo.

La gran estafa del calentamiento global

S. Fred Singer

La película de Al Gore Una verdad inconveniente, se ha encontrado con su equivalente: un devastador documental exhibido recientemente en la televisión británica, que también ha sido visto por millones de personas en Internet. A pesar de su título rimbombante, La gran estafa del calentamiento global está basado en una ciencia correcta al registrar las declaraciones de verdaderos científicos climáticos, incluido yo. Una verdad inconveniente principalmente registra a un político.
Los argumentos científicos presentados en La gran estafa del calentamiento global pueden ser reseñados muy sucintamente: