“Extrema derecha”, “fascismo”: la gran estafa de la izquierda
Por considerarlo de interés para
los lectores de Colombian News, presentamos esta traducción de un
reciente artículo de Yves Roucaute, filósofo francés, profesor
universitario y especialista en ciencias políticas. Colombia atraviesa
por un mal momento ocasionado por un régimen socialista (que se dice
liberal) que lleva el país hacia el abismo mediante la entronización en
la vida política de la guerrilla Farc como partido armado. Quienes se
oponen a eso y develan el horizonte verdadero del “proceso de paz” de
Juan Manuel Santos son acusados, por el narco-comunismo y la izquierda
gobernante, de ser “fascistas” y “enemigos de la paz”. Quienes utilizan
así tales calificativos muestran su propia ignorancia y su mala fe. El
artículo de Yves Roucaute explica cómo, por el contrario, el comunismo
ha sido cómplice del fascismo y del nazismo, y cómo esas tres corrientes
fueron hermanas gemelas y engendros totalitarios del socialismo y no,
como pretenden algunos, hijos de la ideología liberal-conservadora.
Por Yves Roucaute *
La izquierda y la extrema izquierda no
temen usar los términos “fascista”, “nazismo” para satanizar a sus
adversarios. La mayor parte de la prensa se monta en ese caballo y hasta
algunos dirigentes de derecha repiten eso como tontos. En estos días en
Francia pensar se convirtió en un lujo y develar el sentido oculto un
trabajo peligroso.
La búsqueda de la verdad es algo poco
aconsejado hacer en estos tiempos. Correré, sin embargo, el riesgo.
Quizás en recuerdo de Charles de Gaulle o de Ronald Reagan quienes
fueron tratados en otra época de “fascistas”, por los mismos de siempre.
Y por los que hoy, como un animador del Petit journal de Canal Plus,
que piensan que la Shoah es un detalle de la historia, hasta por quienes
presentan a Donald Trump con una cruz gamada y teniendo su pretendido
libro de cabecera Mein Kampf, mientras [el diario comunista] l’Humanité
le pega una foto de Pétain a Nicolas Sarkozy, el famoso
“liberal-fascista”. De Norbert Hofer a Victor Orban, oh, oh,
desconfiemos, los fascistas están en todas partes, dicen ellos.
Esa gente asimila fascismo y extrema
derecha. Como en “extrema derecha” hay la palabra “derecha” se valen de
eso. El hombre de la calle llega a creer: la derecha es potencialmente
“extrema”, es decir, “fascista”. Muy hábil.
¿Debemos recordar acaso que la oposición
al fascismo, en Francia, fue hecha antes que nada por la derecha, en
especial por Charles de Gaulle, y no por la izquierda, quien fue, por el
contrario, colaboradora y pacifista, al menos hasta la entrada de las
tropas alemanas a París? ¿Que la gran figura de la lucha antifascista en
el mundo no fue el comunista Stalin, quien firmó un pacto de
no-agresión con Hitler, sino un liberal y conservador, Winston
Churchill? ¿Que la tercera gran figura del antifascismo fue Franklin
Roosevelt, un anticomunista y antisocialista notable? Bien, ya siento
que esto no gusta. Para lo que sigue necesito una casamata.
¿La extrema derecha, camaradas? Ella es
monarquista, católica, anti populista. Nada que ver con el fascismo. ¿El
fascismo? Nació en la izquierda, en la extrema izquierda. ¿El inventor?
El socialista Benito Mussolini, Benito en recuerdo de Benito Juárez,
revolucionario mexicano. En marzo de 1919, en Milán, Mussolini creó los
Fascios italianos de combate, origen de la palabra “fascista”. Se dió a
conocer en mayo de 1901 al prohibirle a los maestros entrar en una
escuela en huelga. En Suiza, en 1902, encontró a su musa: Angélica
Balabanova, amiga de Lenin, descrita en Pravda como la que dirigía la
política revolucionaria en Italia. Mussolini publica, en 1903, un libro
anticlerical: Cristo y Ciudadano. Y deviene el socialista más popular,
después de ser condenado por haber agredido a “explotadores”.
Nacionalista, desarrolla la tesis aplaudida por Lenin, y retomada más
tarde por Mao, de la “nación proletaria” italiana, opuesta a la “nación
plutocrática” que tiene colonias.
En 1912, gana el control del Partido
Socialista tras derrotar a los “derechistas” del mismo. Su popularidad
aumenta cuando es encarcelado por haber cometido saboteos económicos. El
futuro secretario general del Partido Socialista, Pietro Nenni, le da
entonces el calificativo de Duce. Nombrado director de Avanti!, el
órgano central del partido, organiza la huelga general obrera de 1914.
En octubre, se pronuncia en favor de la guerra, como los otros
socialistas europeos, y crea Il Popolo d’Italia, con esta cita de
Auguste Blanqui: “Quien tiene el fierro tiene el pan”. Expulsado del PS,
siendo ya el socialista más popular del país, replica: “Expulsándome,
ustedes no me impedirán la fe socialista ni el combate por la
revolución.”
¿Las huelgas generales de 1921? Son
también obra de él, hasta el referendo del 23 de septiembre, organizado
por el sindicato de la metalurgia (FIOM), que vota poner fin a la huelga
y rechaza los “consejos de fábrica”, soviets anarquistas y comunistas
apoyados por Moscú. Aplaudido por el gobierno y los socialistas,
Mussolini los increpa: ustedes prefieren Rusia a la clase obrera
italiana, les lanza. En agosto de 1921, Mussolini firma un “pacto de
paz” con los socialistas, poco molestos por la violencia contra los
empresarios, la policía, los militares y los sacerdotes. En diciembre,
rompe ese pacto, con el apoyo de los lideres sindicales revolucionarios y
los 310 000 afiliados. En 1922, son las marchas, en especial la de
Roma. Nombrado presidente del Consejo, Mussolini gobierna, al comienzo
con los ministros socialistas, se muestra como el hijo del pueblo,
ofrece pan y juegos, recarga de impuestos a los ricos y al capital,
prohíbe la especulación, lanza grandes obras, da empleos creados por el
Estado, semana de 40 horas, aumento de salarios, control policiaco del
país siguiendo el modelo leninista.
En todas partes, en Europa, los
socialistas crean grupos fascistas. En el Reino Unido, Oswald Mosley,
diputado laborista, funda, en 1932, la Unión de fascistas británicos. En
Francia, el diputado socialista Marcel Deat, ministro del Frente
Popular, funda en 1936 la Unión Nacional Popular (RNP).
¿Y Hitler? El descubre nacionalismo y
revolución en los cafés de Viena. Y un antisemitismo nuevo que no es
aquel, tradicional, ligado a la tierra, que excluye a los judíos, sino
el revolucionario, que exige la eliminación de los burgueses, es decir
de los judíos. Esa idea es una herencia de la izquierda francesa del
siglo XIX. El periódico Candide, de Auguste Blanqui, es quien inventa la
superioridad de la raza aria. Edouard Drumont, colaborador de la
oficial Revue socialiste, reducto de antisemitas revolucionarios, es
quien, desde 1886, escribe La France juive. Georges Vacher de Lapouge,
autor preferido de Goebbels, es candidato socialista en 1888, fundador
de la sección socialista de Montpellier, es quien publica l’Aryen, son
rôle social(1899), y quien escogerá la extrema izquierda en 1902.
¿A quién llama Hitler para ser ministro
de la Propaganda en el gobierno bávaro de 1920? A los socialistas.
Miembro del Partido Obrero Alemán, que se reclama simpatizante de los
bolcheviques, Hitler creará el Partido Nacional Socialista de la
Trabajadores Alemanes. ¿Socialista? Claro que sí. En su libro Mein
Kampf, él dice que escogió el color rojo de la revolución socialista y,
en lugar de la hoz y el martillo, la esvástica, símbolo de la
refundación del hombre. Goebbels escribirá en Die zweite Revolution
(1926): “¡Los únicos socialistas verdaderos de Alemania, de toda Europa,
somos nosotros!”. En 1933, es la toma del poder y la ocupación de las
empresas bajo la vigilancia del partido nazi, los allanamientos a las
casas de los empresarios, el plan cuatrienal de Göring basado en el
modelo soviético, los SS invaden los consejos de administración de las
empresas, las herencias son revisadas, las expropiaciones, etc.
¿Y en Francia? El fundador del partido nazi, el Partido Popular Francés, es el diputado comunista Jacques Doriot.
¡Eh oh, la izquierda! ¿Están seguros de
poder llamar “fascista” a un Donald Trump, heredero de Jackson y de
Jefferson, a un Norbert Hofer,
nacionalista liberal, a un Nicolas
Sarkozy y a muchos otros que son patriotas, liberales, no violentos,
respetuosos de los derechos individuales y de las instituciones?
Qué curioso. Esa izquierda no tiene
nariz para oler sus propias inmundicias. ¿Pues quien, hoy como ayer,
insulta y difama a sus adversarios? ¿Quién rechaza las instituciones
democráticas parlamentarias hasta el punto de oponerse a la ley por la
fuerza? ¿Quién ataca a la policía republicana con la intención de herir,
incluso de matar? ¿Quién destila el odio social y político? ¿Quién pide
la horca para los liberales y para la libertad de empresa?
¿Quién propaga el antisemitismo en
nombre de la pretendida defensa de los palestinos? ¿Quién golpea
físicamente a los directivos de Air France, bloquea las autopistas,
amenaza físicamente a los no huelguistas en las refinerías de petróleo?
¿Quién dispara contra los locales de los partidos? ¿Todo esto no les
recuerda algo? ¿Vamos a tener que hacer, como en otras ocasiones, que la
derecha republicana venga a salvar a los reformistas para liberarlos de
la amenaza de la extrema izquierda facciosa?
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