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Friday, October 14, 2016

Necesitamos un peso sanforizado

“México puede reconstruir el panorama monetario que lo asomó a la grandeza durante el siglo XIX cuando nuestra moneda era la del mundo. México tiene lo más importante; Las entrañas llenas de plata.”


Ricardo Valenzuela
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Mi abuelo materno era un hombre especial. Un hombre forjado en la lucha contra los yaquis y los apaches quien, con sólo una educación primaria, llegó a ser uno de los ganaderos más importantes de México, fundador del primer banco regional de Sonora y un gran filántropo. Tuve la fortuna de disfrutar gran parte de mi niñez y adolescencia a su lado en el cuartel general de sus ranchos, desde el cual controlaba miles de hectáreas lo que lo hizo acreedor de parte de los gobiernos revolucionarios, del título de latifundista enemigo de las causas populares.
Recuerdo que en la casona del rancho guardaba algo como un gran tesoro: Un baúl repleto de fotografías, cartas y lo que despertaba mi curiosidad, cantidad de monedas de plata. Un buen día cuando se daba a la apertura del preciado mueble, le pregunto ¿Qué son esas ruedas plateadas? Es dinero, me responde serio. Me confundo y de nuevo pregunto.



Entonces, los billetes de 5 pesos que me das los domingos, ¿Qué son? Me mira ahora con seriedad y responde: Es papel que no sirve para nada. Con mi inocencia de niño cierro el dialogo y le digo; “entonces el domingo quiero una rueda de esas.” Mi abuelo entonces pasa a mostrarme cerros de billetes con la imagen de Pancho Villa y me dice: "Con esto me pagó Pancho Villa 50 cabezas de ganado que me robó para alimentar su tropa cuando, derrotado por Obregón en Hermosillo, regresaba a Chihuahua".
Aun cuando mi naturaleza me hacía cambiar mi preferencia en algo que me empujaba ya a explorar la teoría del valor, no comprendí bien la explicación de mi abuelo pero el evento sería algo que permanecería clavado en mi mente y, sin imaginarlo, años después me enfrentaría a una escalofriante realidad: El papel moneda emitido por el gobierno mexicano, tiene tal vez el mismo valor que el emitido por Pancho Villa durante la revolución y ha sido la causa de la mayoría de nuestras penurias económicas.
Aun cuando desde tiempos inmemoriales se utilizaban diferentes artefactos como medios de intercambio, el antecedente más dramático y cercano del que podemos echar mano, es cuando los Aztecas acudían al mercado de la ciudad para, utilizando semillas de cacao, adquirir miembros del cuerpo de las víctimas de sus sacrificios humanos, las cuales luego de prepararlas, eran servidas en sus banquetes como el plato principal. Este mismo país en el cual se daba esa horrorosa transacción, siglos después se convertía en el centro monetario del mundo, cuando los conquistadores se dieran cuenta de que las entrañas de la tierra reventaban de plata.
Con el descubrimiento de América, el de nuevas rutas hacia el oriente y la revolución industrial, el comercio mundial explotaba y con las prácticas mercantilistas del viejo mundo, el oro y plata se acumulaban en los cofres de Europa. Los EU con una primera amarga experiencia al emitir papel moneda a finales del siglo XVIII y, sin acceso al sistema inglés, el nuevo gobierno buscaba el utilizar alguna moneda extranjera. Los americanos acudían entonces a su vecino del sur, todavía la Nueva España, pues era poseedora de las casas de acuñación de plata más grandes del mundo.
La riqueza producida en México permitió el que las monedas españolas se convirtieran en las más demandadas del mundo. La plata abundante de América produjo algo especial que muy pocos historiadores mencionan; la expansión y democratización de la riqueza. Ahora estos metales podían ser utilizados por el hombre común, no solo la realeza y el panadero pagaba su harina con monedas de plata, el harinero pagaba su trigo al agricultor igual. La plata reclutaba las clases bajas a un sistema comercial abierto, creando una nueva burguesía.
Al lograr México su independencia, el nuevo gobierno inició su propia acuñación de pesos con un contenido más puro de plata. El nuevo peso mexicano—o dólar mexicano como se le llegara a conocer—de inmediato se convertía en la moneda de curso legal en los EU y así permanecería durante casi todo el siglo XIX. El prestigio de la plata mexicana sería tal, que la llevara a ser la base monetaria de la ricas cuencas del Pacifico y el Caribe, a pesar del manicomio político interno que nos llevó inclusive a perder la mitad del territorio.
Desde el siglo XVI aparecían ya algunas señales de las intenciones de los gobiernos para expropiar las monedas de sus ciudadanos y, en España durante sus guerras, lo hacían para fundirlas y producir armas entregando luego a sus propietarios vales para supuestamente después redimirlos. Pero el padre del papel moneda sería el infamemente famoso John Law, quien provocara en Francia el primer fraude internacional en una sofisticada pirámide usando papel moneda fraudulento que involucraba la colonia francesa en América; Louisiana.
La primera guerra mundial y la revolución mexicana coincidían en fechas y en otra cosa; en darle el tiro de gracia a la estabilidad monetaria. La primera a la del mundo, la segunda a la de México destruyendo lo que quedaba de aquello que llegara a ser la moneda del comercio del internacional; al dólar mexicano de plata.
Los EU en 1935 inician el proceso de abandono de la plata mediante un acto de congreso, para sustituirla con el cobre. Para estas fechas y habiendo ya librado la primera guerra mundial, el mundo dejaba corrompido el patrón oro mediante la ilegal emisión de papel sin respaldo. Pero sería hasta el final de la segunda guerra mundial cuando un mundo embriagado por el profeta; Keynes, paría un nuevo sistema híbrido con los acuerdos de Bretton Woods, mediante los cuales se entregaba ese nuevo monopolio feudal a los EU, con la burlona máscara de toda la potencia del oro en su retaguardia y, del cual inocentemente se colgaba el resto del mundo.
Los EU con su compulsiva conducta, se daba a inundar el mundo con dólares sin respaldo para “financiar” el nuevo comercio internacional, pero los domiciliaban lejos de sus costas para no ahogarse de inflación…. nacía el mercado de los eurodólares. Los exportadores empachados de papel—exigían ahora su conversión en oro. Nixon entonces decide flotar el dólar para darle vida el casino más grande del mundo. El dólar se devalúa y México se hunde en el calvario del cual todavía no salimos.
En los siguientes veinte años el oro resbalaría de $35 la onza, hasta $400 a mediados de los años 90. Es decir, en ese periodo el valor del dólar se derrumbó a menos del 10% de su cotización original, abriendo la puerta a los piratas de la especulación. Hoy día el mercado diario de compra—venta de monedas, es de 3 trillones de dólares de los cuales, 20% es comercio, el resto especulación.
México necesita evacuar este mundo de alcoholismo monetario con el cual nos han encadenado. La más grave de nuestras tragedias económicas ha sido la putrefacción de nuestra moneda. Si México no abandona la telaraña mundial tejida con monedas sin respaldo, la araña va a devorar los despojos de lo que dejen nuestros políticos.
México puede reconstruir el panorama monetario que lo asomó a la grandeza durante el siglo XIX cuando nuestra moneda era la del mundo. México tiene lo más importante; Las entrañas llenas de plata.

Necesitamos un peso sanforizado

“México puede reconstruir el panorama monetario que lo asomó a la grandeza durante el siglo XIX cuando nuestra moneda era la del mundo. México tiene lo más importante; Las entrañas llenas de plata.”


Ricardo Valenzuela
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Mi abuelo materno era un hombre especial. Un hombre forjado en la lucha contra los yaquis y los apaches quien, con sólo una educación primaria, llegó a ser uno de los ganaderos más importantes de México, fundador del primer banco regional de Sonora y un gran filántropo. Tuve la fortuna de disfrutar gran parte de mi niñez y adolescencia a su lado en el cuartel general de sus ranchos, desde el cual controlaba miles de hectáreas lo que lo hizo acreedor de parte de los gobiernos revolucionarios, del título de latifundista enemigo de las causas populares.
Recuerdo que en la casona del rancho guardaba algo como un gran tesoro: Un baúl repleto de fotografías, cartas y lo que despertaba mi curiosidad, cantidad de monedas de plata. Un buen día cuando se daba a la apertura del preciado mueble, le pregunto ¿Qué son esas ruedas plateadas? Es dinero, me responde serio. Me confundo y de nuevo pregunto.


Sunday, October 9, 2016

David Rockefeller “Todo lo que necesitamos es una gran crisis y las naciones aceptarán el Nuevo Orden Mundial”

David Rockefeller en una cena con embajadores de la ONU: “Estamos al borde de una transformación global. Todo lo que necesitamos es una gran crisis y las naciones aceptarán el Nuevo Orden Mundial
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El magno objetivo de estas sagas de banqueros internacionales lo enunció perfectamente uno de sus máximos exponentes, David Rockefeller: “De lo que se trata es de sustituir la autodeterminación nacional, que se ha practicado durante siglos en el pasado, por la soberanía de una elite de técnicos y de financieros mundiales”.
David Rockefeller fue el conspirador mundial por excelencia, el Rey de los cenáculos ocultos. A sus órdenes trabajaron los agentes secretos de la CIA, el MI6, el MOSSAD y especialmente la INTERPOL, que es obra suya.
Ningún medio de comunicación masivo se atrevería jamás a desvelar los planes secretos de Rockefeller y sus amigos. Siempre guardaron un sospechoso silencio en torno a las secretas actividades de las dinastías de banqueros norteamericanos: los Morgan, los Davison, los Harriman, los Khun Loeb, los Lazard, los Schiff o los Warburg y, por supuesto, los Rockefeller.




En 1991, en referencia al informe del Centro para el Desarrollo Mundial, David Rockefeller confesó: “estamos agradecidos con el Washington Post, el New York Times, la revista Time, y otras grandes publicaciones cuyos directores han acudido a nuestras reuniones y han respetado sus promesas de discresión (silencio) durante casi 40 años. Hubiera sido imposible para nosotros haber desarrollado nuestro plan para el mundo si hubieramos sido objeto de publicidad durante todos estos años”.
El excéntrico y supuestamente filantrópico David Rockefeller, que tiene ya casi un siglo de vida, es sin duda el personaje más trepidante y controvertido de esta casta de usureros a la que nos referimos. Muy pronto, cuando los diarios anuncien su fallecimiento, tendremos ocasión de conocer su insólita biografía. Descubriremos datos que nos apabullarán.
El fundador de la dinastía Rockefeller fue el abuelo de David, de nombre John Davison Rockefeller, descendiente de judíos alemanes llegados a EEUU en 1733. Junto con la saga de los Morgan y el grupo bancario Warburg-Lehman-Kuhn&Loeb, constituyó el triunvirato plutocrático del llamado Eastern Establishment. Su imperio económico se gestó durante los años de la Guerra de Secesión (1861-1865) que enfrentó a los terratenientes esclavistas del sur con los comerciantes e industriales del norte y que se saldó con 600.000 muertos.
Los grandes triunfadores de aquella guerra fueron cuatro familias oligárquicas, los Vanderbilt, los Carnegie, los Morgan y los Rockefeller, que se beneficiaron del conflicto como proveedores de bienes y servicios y acrecentaron su imperio económico después con la concentración monopolista que sucedió a la contienda, llegando a controlar en 1880 el 95% de la producción petrolera norteamericana. La fortuna de los Vanderbilt se diluyó con el tiempo, la de los Carnegie fue en parte succionada por los Morgan, y la de los Rockefeller se dispersó entre los muchos y mal avenidos descendientes del viejo John Davison, petrolero y banquero, fundador de la Standard Oil y del Chase National Bank, luego denominado Chase Manhattan Bank, cuya emblemática sede en Nueva York fue el primer edificio construido en Wall Street. El Chase se convirtió en un pilar central en el sistema financiero mundial, siendo el Banco principal de las Naciones Unidas, y llegó a tener 50.000 sucursales repartidas por todo el mundo. Los presidentes del Banco Mundial John J. McCloy, Eugene Black y George Woods trabajaron en el Chase anteriormente. Otro presidente, James D. Wolfensohn, también fue director de la Fundación Rockefeller.
David Rockefeller, el más famoso de la saga, es nieto del mítico John Davison Rockefeller e hijo de John D. Rockefeller junior, que se casó con la hija de Nelson Aldrich, líder de la mayoría republicana en el Senado y al que se le conoció como “gerente de la nación”. La madre de David era una enamorada de la pintura y por iniciativa suya se construyó el Museo de Arte Moderno (MOMA) de Nueva York, ubicado en la mansión en la que nació David y sus hermanos.
David, el menor de seis hermanos, todos ya fallecidos, tuvo también seis hijos y diez nietos que, junto a los hijos y nietos de sus hermanos, forman el actual clan Rockefeller.
David Rockefeller (Izq.), banquero y petrolero como su padre (Dcha.) y su abuelo, trabajó en los servicios secretos durante la II Guerra Mundial y abrió el camino para la creación de la ONU en 1945, cuya sede principal se encuentra en un terreno donado por él en Nueva York. Se codeó con los principales mandatarios del siglo XX. Dirigió los lobbys más poderosos del mundo, como el CFR, el Club de Bilderberg y la Comisión Trilateral.
Como buenos banqueros sin escrúpulos, los Rockefeller apoyaron y financiaron a los nazis alemanes. Incluso se permitieron reescribir la historia. La Fundación Rockefeller invirtió 139.000 dólares en 1946 para ofrecer una versión oficial de la II Guerra Mundial que ocultaba la realidad acerca del patrocinio de los banqueros internacionales con el régimen nazi, que también obtuvo los favores de su empresa más emblemática: la Standard Oil. Las iniciativas de esta Fundación, que también ha financiado grupos como los Hare Krishna o los rosacruces de AMORC, son a veces sorprendentes.
David es hermano del que fuera Senador, Gobernador de Nueva York y vicepresidente de EEUU (con Gerald Ford, tras la dimisión de Nixon) Nelson Rockefeller, que heredó de su abuelo materno la vocación política.
En 1962 Nelson declaró: “los temas de actualidad exigen a gritos un Nuevo Orden Mundial, porque el antiguo se derrumba, y un nuevo orden libre lucha por emerger a la luz… Antes de que podamos darnos cuenta, se habrán establecido las bases de la estructura federal para un mundo libre”.
David Rockefeller, al que el presidente Carter le ofreció dirigir la Reserva Federal (declinó a favor de su amigo Volcker), se rodeó de lugartenientes tan poderosos como Henry Kissinger, Zbigniew Brzezinski, Lord Carrington y Etienne Davignon, que también merecen ser citados aquí.
Abraham ben Elazar, más conocido como Henry Kissinger, es considerado como uno de los cerebros del Nuevo Orden Mundial. De origen judío-alemán, empezó como asesor de Nelson Rockefeller en los años 50, ostentó altas responsabilidades en la Administración en los años 60 y 70, con Kennedy, Jhonson, Nixon y Ford. Llegó a ser Vicepresidente de los Estados Unidos con Ford, secretario personal de Nixon, Jefe del Consejo Nacional de Seguridad y del Departamento de Estado, y Ministro de Asuntos Exteriores en repetidas ocasiones.
Colaboró estrechamente con David Rockefeller en el elitista Consejo de Relaciones Exteriores, del que fue presidente. Del CFR han salido desde entonces todos los presidentes de los Estados Unidos excepto Ronald Regan, cuyo equipo estuvo formado mayoritariamente por miembros del CFR. También pertenece a la Comisión Trilateral, el Club de Bilderberg y otras organizaciones de la órbita Rockefeller. Su compañía de consulting Kissinger Associates, tiene como clientes a Estados deudores y a multinacionales acreedoras.
El polaco Zbigniew Brzezinski, casado con una sobrina del que fuera Presidente de la República Checoslovaca Eduard Benes, fue reclutado por Rockefeller en 1971. Llegó a ser Consejero de Seguridad Nacional del gobierno de los Estados Unidos durante la Administración Carter, pero ya con anterioridad había sido nombrado director de la Comisión Trilateral, a la que él mismo definió como “el conjunto de potencias financieras e intelectuales mayor que el mundo haya conocido nunca”.
Afirma que: “la sociedad será dominada por una elite de personas libres de valores tradicionales que no dudarán en realizar sus objetivos mediante técnicas depuradas con las que influirán en el comportamiento del pueblo y controlarán con todo detalle a la sociedad, hasta el punto que llegará a ser posible ejercer una vigilancia casi permanente sobre cada uno de los ciudadanos del planeta”. En otro momento dijo: “esta elite buscará todos los medios para lograr sus fines políticos tales como las nuevas técnicas para influenciar el comportamiento de las masas, así como para lograr el control y la sumisión de la sociedad”. Ni siquiera George Orwell, autor de la terrorífica novela “1984”, lo hubiera expresado mejor.
En una entrevista publicada por el New York Times el 1 de agosto de 1976, Brzezinski afirmaba que “en nuestros días, el Estado-nación ha dejado de jugar su papel”. En cierta ocasión pronosticó “el ocaso de las ideologías y de las creencias religiosas tradicionales”.
Brzezinski es especialista en métodos de control social, sus ensayos publicados dibujan un horizonte orwelliano en el que el Gran Hermano vigila y controla permanentemente a cada individuo. Predijo la existencia de gigantes bases de datos donde se almacenan ingentes cantidades de información sobre cada ciudadano (como la que tienen los servicios de inteligencia españoles en El Escorial, Madrid), la instalación masiva de cámaras de vigilancia en las calles y edificios (que ya es un hecho en todas las ciudades del mundo), la generalización de satélites espía de increíble precisión (como los que usan las tropas de EEUU desde la Guerra del Golfo) y la puesta en funcionamiento de documentos de identidad electrónicos (como lo son los modernos pasaportes y carnés de identidad, que contienen un microchip con abundante información del propietario).
La fascinación de Brzezinski por la tecnología aplicada al control social encaja perfectamente con los planes de la elite plutocrática, que ya ha desarrollado nuevos y espeluznantes artilugios, como el microchip subcutáneo con localizador que pretenden hacer obligatorio para toda la población mundial y que sustituiría, unificándolos, a los actuales carnés de identidad, pasaportes, tarjetas de crédito, carnés de conducir, tarjetas de la Seguridad Social, etc., posibilitando la desaparición del dinero físico.
Otro invento terrible que ya nos tiene preparado la elite ha sido diseñado por la compañía estadounidense Nielsen Media Research en colaboración con el Centro de Investigación David Sarnoff (organismo controlado por el CFR y la Sociedad Pilgrims). Se trata de un dispositivo que, una vez instalado en el televisor, permite observar e identificar desde una estación de seguimiento a los espectadores sentados frente a la pequeña pantalla. Este dispositivo evoca “el ojo que todo lo ve”, el Horus egipcio que aparece en los billetes de dólar. El “ojo que todo lo ve” no es sólo un recurso literario en la novela de Orwell 1984. Ya existen millones de cámaras instaladas en carreteras, calles, empresas y locales públicos, y millones de webcam en hogares de todo el mundo. Sin contar con los modernos sistemas operativos del monopolio Microsoft, como el Windows Media, que rastrea sin cesar todos nuestros movimientos a través de la red y permite leer nuestros correos privados de Outlook, el estado de nuestras cuentas corrientes cuando accedemos a la web de nuestro Banco, las palabras clave que utilizamos en los buscadores como Google y el contenido de las páginas que visitamos en Internet.
Lord Carrington, cuyo verdadero nombre es Peter Rupert, fue ministro británico en sucesivos gobiernos, miembro destacado del RIIA (el equivalente al CFR en Gran Bretaña) y de la Sociedad Fabiana, Secretario general de la OTAN, directivo del Barclays Bank y del Hambros Bank y, a partir de 1989, presidente del siniestro Club de Bilderberg.
El cuarto lugarteniente Rockefeller y Secretario General del Club de Bilderberg es el vizconde Etienne Davignon. Su currículum lo dice todo: presidente y fundador de la European Round Table (Mesa Redonda de Industriales, lobby de las multinacionales europeas), ex vicepresidente de la Comisión Europea, miembro de la Trilateral y del Center for European Policy Studies, ministro belga de Exteriores, presidente de la Asociación para la Unión Monetaria en Europa, primer presidente de la Agencia Internacional de Energía, presidente de la Société Générale de Belgique, presidente de Airholding, vicepresidente de Suez-Tractebel, administrador de Kissinger Associates, Fortis, Accor, Fiat, BASF, Solvay, Gilead, Anglo-american Mining, entre otras corporaciones.

David Rockefeller “Todo lo que necesitamos es una gran crisis y las naciones aceptarán el Nuevo Orden Mundial”

David Rockefeller en una cena con embajadores de la ONU: “Estamos al borde de una transformación global. Todo lo que necesitamos es una gran crisis y las naciones aceptarán el Nuevo Orden Mundial
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El magno objetivo de estas sagas de banqueros internacionales lo enunció perfectamente uno de sus máximos exponentes, David Rockefeller: “De lo que se trata es de sustituir la autodeterminación nacional, que se ha practicado durante siglos en el pasado, por la soberanía de una elite de técnicos y de financieros mundiales”.
David Rockefeller fue el conspirador mundial por excelencia, el Rey de los cenáculos ocultos. A sus órdenes trabajaron los agentes secretos de la CIA, el MI6, el MOSSAD y especialmente la INTERPOL, que es obra suya.
Ningún medio de comunicación masivo se atrevería jamás a desvelar los planes secretos de Rockefeller y sus amigos. Siempre guardaron un sospechoso silencio en torno a las secretas actividades de las dinastías de banqueros norteamericanos: los Morgan, los Davison, los Harriman, los Khun Loeb, los Lazard, los Schiff o los Warburg y, por supuesto, los Rockefeller.



Thursday, July 28, 2016

Necesitamos más fronteras y más estados


En el contexto del comercio y la inmigración, a menudo se explica las fronteras como medios para excluir a los trabajadores extranjeros. Pensando de cierta manera, las fronteras ofrecen una oportunidad a los estados para excluir a actores privados, como trabajadores, comerciantes y empresarios. Por el contrario, las fronteras también pueden servir para una función mucho mejor, que se encuentra en el hecho de que representan los límites del poder del estado. Es decir, aunque las fronteras pueden excluir a bienes y personas, también excluyen a menudo a otros estados.



Por ejemplo, la frontera de Alemania Oriental con Alemania Occidental representaba los límites del estado policial de la primera, más allá de la cual el poder de la Stasi para secuestrar, torturar y encarcelar a gente pacífica estaba mucho más limitado que dentro de su jurisdicción nativa. La frontera de Alemania Occidental actuaba conteniendo al estado de Alemania Oriental.
Igualmente, las fronteras de Arabia Saudita delinean un límite para el régimen saudí para decapitar a personas por brujería o por hacer comentarios críticos acerca de los dictadores cubiertos de sangre conocidos como la Casa Saud.
Incluso dentro de un solo estado-nación, la fronteras pueden ejemplificar los beneficios de la descentralización, como en el caso de la frontera entre Nebraska y Colorado. A un lado de la frontera (es decir, en Nebraska), la policía estatal te detendrá y encarcelará por poseer marihuana. Pueden llegar a matarte si te resistes. Al otro lado de la frontera, la constitución del estado prohíbe a la policía perseguir a los consumidores de marihuana. La frontera de Colorado limita la guerra contra las drogas de Nebraska.
Indudablemente, hay maneras de que los regímenes extiendan su poder incluso más allá de sus fronteras. Esto puede hacerse adulando a los regímenes de los países vecinos (o intimidándoles) o a través de los órganos de organizaciones internacionales paraestatales. O, como en el caso de EEUU y la UE. Imponiendo políticas más amplias a varios supuestos estados soberanos.
Sin embargo, debido a la naturaleza competitiva de los estados, muchos estados encontrarán a menudo difícil proteger su poder en estados vecinos y por tanto las fronteras representan un impedimento muy real para el poder de un estado. Esto puede abrir la puerta a una mayor libertad e incluso salvar vidas, ya que ciertos estados empobrecen o hacen la guerra a sus propios ciudadanos.

El caso de Venezuela

Este principio volvió a verse de nuevo esta semana al abrir el régimen de Venezuela su frontera con Colombia para permitir a los venezolanos la oportunidad para comprar comida y otros productos en el lado colombiano de la frontera. El régimen de Colombia no es en modo alguno perfecto, pero, a pesar de todos sus problemas, no ha reducido a la población de su país a una pobreza desesperada en medio de instituciones económicas y sociales que se desploman.
Así que es bastante fácil comprar comida y provisiones en Colombia, mientras que las estanterías están vacías en Venezuela.
Por suerte para los venezolanos, su país está limitado por las fronteras de los estados nación que lo rodean y la capacidad de su régimen para arrestar a pequeños empresarios y tenderos por ser “traidores de clase” acaba donde empieza el territorio colombiano.
Tal vez no sea sorprendente que la frontera venezolana con Colombia haya estado cerrada durante algún tiempo. Aparentemente, el estado venezolano creía que había demasiada libertad en las zonas fronterizas, donde contrabandistas y operadores del mercado negro podían usar la frontera con Colombia para eludir las duras leyes antimercado de Venezuela. Por supuesto, la frontera cerrada solo ha significado que los ciudadanos cumplidores de la ley estuvieran excluidos del movimiento entre países. Sin embargo, los delincuentes violentos actúan libremente en la zona, haciendo a la región fronteriza Colombia-Venezuela especialmente peligrosa.
A pesar de todo esto, la frontera colombiano se ha convertido en un salvavidas para los venezolanos ahora que es una fuente de suministros básicos y alimentos y una vía de escape parcial para una vida de privaciones forzadas sobre la población por las políticas socialistas de Nicolás Maduro y Hugo Chávez.
Por suerte para la gente de Sudamérica (y del mundo), Venezuela es solo un estado de tamaño medio, con un área total solo un tercio más grande que Texas. Basta con imaginar cuánta más miseria se infligiría sobre una población más grande si Venezuela tuviera el tamaño de Brasil o de Rusia o (lo peor de todo) fuera un gobierno mundial.
El hecho de que Venezuela esté físicamente limitada en tamaño y ámbito alivia a quienes pueden beneficiarse de la proximidad de la frontera y a quienes podrían comerciar con extranjeros y comerciantes del mercado negro.
Sin embargo, como señala AP, la “proximidad” al borde puede definirse de acuerdo con la desesperación que se soporta, como ilustra el hecho de que algunas personas hayan viajado diez horas hasta la frontera para comprar comida.

Los beneficios de la descentralización y la secesión

Las realidades físicas de tamaño y distancia nos demuestran de nuevo los beneficios de la secesión y descentralización políticas: quienes vivan a solo dos horas de la frontera tendrán más oportunidades de comprar comida que los que vivan a diez horas. Quienes vivan cerca de la frontera pueden también disfrutar de más oportunidades para escapar físicamente del territorio de Venezuela si tienen esa necesidad.
Esta situación mejoraría si hubiera todavía más descentralización y las provincias occidentales de Venezuela se independizaran, moviendo en la práctica la frontera hacia el este.
Imaginemos, por ejemplo, que el estado de Zulia, al oeste de Venezuela, expulsara al ejército y abriera completamente la frontera con Colombia. Bienes y servicios empezarían a fluir de inmediato en el nuevo territorio libre de Zulia y los bienes serían mucho más abundantes.
Pero esto no beneficiaría solo a la gente de Zulia. La nueva realidad también significaría que la frontera de Venezuela detendría en la frontera oriental de Zulia, haciendo que la libertad de las zonas fronterizas fuera ahora también más accesible para los estados vecinos de Trujillo y Mérida .Los residentes en el estado de Trujillo, que antes podrían haber estado a muchas horas de la frontera exterior, podrían estar ahora a solo una hora de esta, permitiendo así que más personas sean capaces de viajar a la frontera o hacer un uso más extenso de los mercados negros o incluso los mercados legales fuera del alcance del régimen venezolano.
Ludwig von Mises entendía los beneficios de este tipo de secesión paso a paso, señalando con aprobación la posibilidad de permitir a provincias y pueblos la posibilidad de independizarse de un estado para unirse a otro o permanecer independientes. Cuanto más grande es un estado, más recursos controla y mayor es su capacidad para imponer costes más altos sobre quienes puedan tratar de emigrar o escaparse del gobierno del estado central.
Escribiendo sobre “autodeterminación”, Mises señalaba que no son las naciones, sino los pueblos, los que tienen un derecho a la autodeterminación y Mises apoyaba “el derecho de los habitantes de todo territorio a decidir sobre el estado al que quieren pertenecer”. En la práctica, nos recuerda Mises, esto significa a menudo dividir estados en piezas más pequeñas:
Siempre que los habitantes de un territorio concreto, sea un solo pueblo, todo un distrito o una serie de distritos adyacentes, hagan saber, por medio de un plebiscito realizado libremente, que ya no quieren permanecer unidos al estado al que pertenecen en ese momento, sino que más bien desean formar un estado independiente o incorporarse algún otro estado, sus deseos han de respetarse y cumplirse. Es la única forma viable y eficaz de impedir revoluciones y guerras civiles e internacionales.
Indudablemente, adoptar el plan de Mises a este respecto llevaría a un alivio casi inmediato a muchas comunidades actualmente en el lado malo de la frontera de Venezuela. Por desgracia, el gobierno central venezolano (como la mayoría de los gobiernos nacionales) raramente ha mostrado muchas dudas en lo que se refiere a reprimir brutalmente a los “disidentes”. Salvo que tuviera lugar un importante cambio ideológico en Venezuela, es improbable se respetara un movimiento local como ese hacia una “autodeterminación”.

Más estados = Más alternativas

En la práctica, si estamos a favor de la libre decisión, la libertad de movimientos y la oportunidad de escapar de regímenes autoritarios, la respuesta está en la creación de más fronteras y más estados. Aunque las fronteras pueden actuar a menudo para impedir el movimiento de bienes y seres humanos, también pueden ofrecer oportunidades para una mayor libertad al limitar el poder y alcance de los estados existentes.
Además, como los estados más pequeños tienen más dificultades para regular mercados y gentes más allá de sus fronteras, es más probable que estos confíen en el comercio abierto con otros estados para sobrevivir y prosperar.
Si Venezuela fuera más pequeña y tuviera más vecinos internacionales, su pueblo tendría más oportunidades para interactuar con zonas fuera del control del régimen venezolano, al tiempo que tendría mayores oportunidades de emigración y comercio. En otras palabras, el monopolio del que disfruta el estado venezolano sería más débil y los residentes tendrían más libertad para elegir.
La respuesta sí consiste realmente en la descentralización, que lleva a más alternativas y por tanto a más libertad:
La respuesta en la práctica a cualquier falta de alternativas (es decir, falta de “autodeterminación”) no está en la abolición inmediata de todos los estados (ya que nadie ha descrito nunca convincentemente cómo podría hacerse esto) sino en la división de los estados existentes en estados cada vez más pequeños. (…)
Lo que describe Mises más arriba se refiere a votaciones formales y declaraciones de independencia, pero, en la práctica, pueden obtenerse los mismos efectos a través de métodos como la anulación e independencia local, como sugiere aquí Hans-Hermann Hoppe. Y, por supuesto, la secesión de facto puede ser preferible a menudo, por razones prácticas.
A menudo, algunos anarquistas doctrinarios e incorregibles afirman que la scesión es mala, porque “crea un nuevo estado”. Sin embargo, es una visión muy simple, dadas las realidades del planeta tierra. Salvo que alguien cree un estado completamente nuevo en aguas internacionales o en la Antártida o en el espacio exterior, esa creación tendrá que venir a costa de algún estado existente. Así que la creación de un estado nuevo, por ejemplo en Cerdeña, sería a costa del estado existente conocido como “Italia”. Privado por la secesión de los ingresos fiscales y las ventajas militares del territorio, el estado que pierda territorio se verá necesariamente debilitado.
Además de debilitar a los estados, la ventaja desde la perspectiva del individuo es, por tanto, que ahora tiene dos estados entre los que elegir, donde solo existía antes uno. La persona tiene ahora más opciones entre las que escoger para vivir donde se ajuste mejor a su estilo personal de vida, ideología, religión, grupo étnico y más.
Con cada acción de secesión adicional con éxito, las alternativas que tiene cada persona se hacen cada vez mayores.
Si hay algo que necesite ahora mismo el pueblo de Venezuela, son más alternativas.

Necesitamos más fronteras y más estados


En el contexto del comercio y la inmigración, a menudo se explica las fronteras como medios para excluir a los trabajadores extranjeros. Pensando de cierta manera, las fronteras ofrecen una oportunidad a los estados para excluir a actores privados, como trabajadores, comerciantes y empresarios. Por el contrario, las fronteras también pueden servir para una función mucho mejor, que se encuentra en el hecho de que representan los límites del poder del estado. Es decir, aunque las fronteras pueden excluir a bienes y personas, también excluyen a menudo a otros estados.


Wednesday, June 15, 2016

Necesitamos más ricos

Ian Vásquez dice que hay dos tipos de ricos: aquellos que obtienen sus fortunas creando riqueza y aquellos que lo hacen mediante privilegios y conexiones políticas.

Ian Vásquez es Director del Centro para la Libertad y la Prosperidad Global del Cato Institute.
El número de superricos —quienes poseen un patrimonio de por lo menos mil millones de dólares— a nivel global se ha disparado. Aumentó de 1.011 personas en el 2009 a 1.810 en el 2016, según la revista Forbes. En el Perú se incrementó de cero a tres personas durante ese período, de acuerdo con la misma fuente.
A menudo se interpreta el crecimiento de ese tipo de riqueza como algo pernicioso, evidencia de una creciente desigualdad y de injusticia en el sistema económico. Puede o no serlo. Para Ruchir Sharma, autor de un libro publicado esta semana (The Rise and Fall of Nations), lo que importa es la calidad de los multimillonarios y la manera en que se volvieron ricos. Según Sharma, “una economía sana necesita de un conjunto cambiante de magnates productivos”.



Sharma escribe sobre los factores que él piensa que contribuyen al éxito económico de las naciones basado en su experiencia durante 25 años de viajar alrededor del mundo, mayormente como inversionista principal de Morgan Stanley. Mezcla conocimiento académico con observaciones prácticas para muchas veces rechazar consensos en Wall Street y entre economistas. Años atrás, cuando Brasil fue celebrado como un modelo de crecimiento balanceado bajo el liderazgo de Lula de Silva, él fue uno de los pocos en criticar sus grandes fallas y declararlo insostenible.
Si el Perú sigue una trayectoria exitosa, deberíamos ver un incremento de ricos en los años venideros. Esto ocurriría durante la presidencia de Pedro Pablo Kuczynski, quien fue acusado durante la campaña de querer gobernar para las grandes empresas y los ricos. El análisis de Sharma nos ayudará a ver si terminará siendo justa o no esa acusación.
El aumento de ricos puede o no ser una buena señal. Por ejemplo, Sharma explica que en EE.UU. la política de dinero fácil que el banco central empezó a implementar en el 2008 para enfrentar la crisis económica que entonces irrumpió, tuvo el propósito de promover el crecimiento y la creación de trabajos. La recuperación se atrasó años y fue débil, pero las políticas incrementaron el número de superricos en EE.UU. y alrededor del mundo. Fue así porque la Reserva Federal estimuló el mercado financiero, favoreciendo a los más ricos, una política que fue copiada por otros bancos centrales alrededor del mundo.
Hay multimillonarios “buenos” y multimillonarios “malos”. Cuando su fortuna se debe no a la creación de riqueza sino a las conexiones políticas y a los privilegios, Sharma los denomina malos. Por ello, clasifica al 70% de los superricos en Rusia como malos. Suelen concentrarse en sectores que dependen mucho de la regulación y del buen visto del Estado, como por ejemplo la construcción, bienes raíces, la minería e industrias relacionadas a otras materias primas. Esa relación se presta a la corrupción a gran escala y juega en contra del dinamismo económico y a favor del statu quo.
Donde hay competencia en industrias como la tecnología, la farmacéutica o la manufactura, surgen multimillonarios de los buenos, de acuerdo con Sharma. Estos reflejan un desarrollo económico sano, pues se trata de la creación de riqueza y de una reducida posibilidad de influir negativamente en las reglas del juego.
Brasil tiene decenas de superricos, pero aun así Sharma calcula que solo el 36% de sus fortunas son de las “buenas”. Suecia y EE.UU., por otro lado, también tienen muchos multimillonarios que, comparados con Brasil, concentran más riqueza relativa al tamaño de sus economías, pero se caracterizan por tener menos desigualdad y superricos buenos. En EE.UU., además, quienes constituyen la lista de los más ricos constantemente cambian. En un período de 20 años, solo una décima parte de los nombres son los mismos.
Necesitamos más ricos —de los buenos— en el Perú. De los que surgen por esfuerzo propio y al satisfacer los deseos y necesidades de los demás. Es la receta para enriquecer a toda la sociedad. La era de la apertura económica, que ha coincidido con la reducción de la pobreza y la desigualdad, ha producido numerosos de esos casos en variados sectores. Pero las barreras a la creación de riqueza siguen siendo altas. Destrabarlas sacaría a mucha más gente de la pobreza y la informalidad, y muchos de ellos se volverían ricos. Buena señal para el Perú.

Necesitamos más ricos

Ian Vásquez dice que hay dos tipos de ricos: aquellos que obtienen sus fortunas creando riqueza y aquellos que lo hacen mediante privilegios y conexiones políticas.

Ian Vásquez es Director del Centro para la Libertad y la Prosperidad Global del Cato Institute.
El número de superricos —quienes poseen un patrimonio de por lo menos mil millones de dólares— a nivel global se ha disparado. Aumentó de 1.011 personas en el 2009 a 1.810 en el 2016, según la revista Forbes. En el Perú se incrementó de cero a tres personas durante ese período, de acuerdo con la misma fuente.
A menudo se interpreta el crecimiento de ese tipo de riqueza como algo pernicioso, evidencia de una creciente desigualdad y de injusticia en el sistema económico. Puede o no serlo. Para Ruchir Sharma, autor de un libro publicado esta semana (The Rise and Fall of Nations), lo que importa es la calidad de los multimillonarios y la manera en que se volvieron ricos. Según Sharma, “una economía sana necesita de un conjunto cambiante de magnates productivos”.