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Wednesday, June 15, 2016

Necesitamos más ricos

Ian Vásquez dice que hay dos tipos de ricos: aquellos que obtienen sus fortunas creando riqueza y aquellos que lo hacen mediante privilegios y conexiones políticas.

Ian Vásquez es Director del Centro para la Libertad y la Prosperidad Global del Cato Institute.
El número de superricos —quienes poseen un patrimonio de por lo menos mil millones de dólares— a nivel global se ha disparado. Aumentó de 1.011 personas en el 2009 a 1.810 en el 2016, según la revista Forbes. En el Perú se incrementó de cero a tres personas durante ese período, de acuerdo con la misma fuente.
A menudo se interpreta el crecimiento de ese tipo de riqueza como algo pernicioso, evidencia de una creciente desigualdad y de injusticia en el sistema económico. Puede o no serlo. Para Ruchir Sharma, autor de un libro publicado esta semana (The Rise and Fall of Nations), lo que importa es la calidad de los multimillonarios y la manera en que se volvieron ricos. Según Sharma, “una economía sana necesita de un conjunto cambiante de magnates productivos”.



Sharma escribe sobre los factores que él piensa que contribuyen al éxito económico de las naciones basado en su experiencia durante 25 años de viajar alrededor del mundo, mayormente como inversionista principal de Morgan Stanley. Mezcla conocimiento académico con observaciones prácticas para muchas veces rechazar consensos en Wall Street y entre economistas. Años atrás, cuando Brasil fue celebrado como un modelo de crecimiento balanceado bajo el liderazgo de Lula de Silva, él fue uno de los pocos en criticar sus grandes fallas y declararlo insostenible.
Si el Perú sigue una trayectoria exitosa, deberíamos ver un incremento de ricos en los años venideros. Esto ocurriría durante la presidencia de Pedro Pablo Kuczynski, quien fue acusado durante la campaña de querer gobernar para las grandes empresas y los ricos. El análisis de Sharma nos ayudará a ver si terminará siendo justa o no esa acusación.
El aumento de ricos puede o no ser una buena señal. Por ejemplo, Sharma explica que en EE.UU. la política de dinero fácil que el banco central empezó a implementar en el 2008 para enfrentar la crisis económica que entonces irrumpió, tuvo el propósito de promover el crecimiento y la creación de trabajos. La recuperación se atrasó años y fue débil, pero las políticas incrementaron el número de superricos en EE.UU. y alrededor del mundo. Fue así porque la Reserva Federal estimuló el mercado financiero, favoreciendo a los más ricos, una política que fue copiada por otros bancos centrales alrededor del mundo.
Hay multimillonarios “buenos” y multimillonarios “malos”. Cuando su fortuna se debe no a la creación de riqueza sino a las conexiones políticas y a los privilegios, Sharma los denomina malos. Por ello, clasifica al 70% de los superricos en Rusia como malos. Suelen concentrarse en sectores que dependen mucho de la regulación y del buen visto del Estado, como por ejemplo la construcción, bienes raíces, la minería e industrias relacionadas a otras materias primas. Esa relación se presta a la corrupción a gran escala y juega en contra del dinamismo económico y a favor del statu quo.
Donde hay competencia en industrias como la tecnología, la farmacéutica o la manufactura, surgen multimillonarios de los buenos, de acuerdo con Sharma. Estos reflejan un desarrollo económico sano, pues se trata de la creación de riqueza y de una reducida posibilidad de influir negativamente en las reglas del juego.
Brasil tiene decenas de superricos, pero aun así Sharma calcula que solo el 36% de sus fortunas son de las “buenas”. Suecia y EE.UU., por otro lado, también tienen muchos multimillonarios que, comparados con Brasil, concentran más riqueza relativa al tamaño de sus economías, pero se caracterizan por tener menos desigualdad y superricos buenos. En EE.UU., además, quienes constituyen la lista de los más ricos constantemente cambian. En un período de 20 años, solo una décima parte de los nombres son los mismos.
Necesitamos más ricos —de los buenos— en el Perú. De los que surgen por esfuerzo propio y al satisfacer los deseos y necesidades de los demás. Es la receta para enriquecer a toda la sociedad. La era de la apertura económica, que ha coincidido con la reducción de la pobreza y la desigualdad, ha producido numerosos de esos casos en variados sectores. Pero las barreras a la creación de riqueza siguen siendo altas. Destrabarlas sacaría a mucha más gente de la pobreza y la informalidad, y muchos de ellos se volverían ricos. Buena señal para el Perú.

Necesitamos más ricos

Ian Vásquez dice que hay dos tipos de ricos: aquellos que obtienen sus fortunas creando riqueza y aquellos que lo hacen mediante privilegios y conexiones políticas.

Ian Vásquez es Director del Centro para la Libertad y la Prosperidad Global del Cato Institute.
El número de superricos —quienes poseen un patrimonio de por lo menos mil millones de dólares— a nivel global se ha disparado. Aumentó de 1.011 personas en el 2009 a 1.810 en el 2016, según la revista Forbes. En el Perú se incrementó de cero a tres personas durante ese período, de acuerdo con la misma fuente.
A menudo se interpreta el crecimiento de ese tipo de riqueza como algo pernicioso, evidencia de una creciente desigualdad y de injusticia en el sistema económico. Puede o no serlo. Para Ruchir Sharma, autor de un libro publicado esta semana (The Rise and Fall of Nations), lo que importa es la calidad de los multimillonarios y la manera en que se volvieron ricos. Según Sharma, “una economía sana necesita de un conjunto cambiante de magnates productivos”.